Víctor Cardona Galindo
Por
ahí dicen que cuando el barco comienza hacer agua, las primeras que saltan son
las ratas. Eso viene a colación por dos comentarios que he leído. René Bejarano
dice que el PRD está en liquidación y va directo al barranco, Marcelo Ebrard
comenta que los espacios para él en el PRD se han terminado. Los dos son “blancas
palomitas”, el primero hasta las ligas se llevó de los maletines con dinero que
le dio Carlos Ahumada y el otro le está dando duro el escándalo de la línea 12
del Metro. Pues las cosas no le salieron muy bien cuando fue Jefe de Gobierno
de una de las ciudades más pobladas del mundo.
El
PRD es un partido de sorpresas. Siempre se ha visto que de los partidos se
salen aquellos que no tienen oportunidades en ellos, pero del PRD se salen
todos aquellos que han mamado bien del presupuesto o han tenido las mejores
oportunidades. El caso más visible es el de Andrés Manuel López Obrador que fue
dos veces candidato a la presidencia de la República. No me explico que cargo
más importante le negaron los perredistas para que se saliera a formar Morena. Obrador
culpó a Los Chuchos de su salida, pero Los Chuchos lo dejaron ser candidato dos
veces y además jefe de gobierno del Distrito Federal.
Por
eso los caminos de la política no siempre son muy claros. En estos tiempos
vemos que los que ya fueron diputados o presidentes municipales por un partido,
ahora quieren ser por el otro, como si quisieran acumular colores en su curriculum vitae. En Atoyac estamos
viendo que quien ya fue regidor por el Movimiento Ciudadano ahora quiere ser
por el Verde. O que uno que tenía muchas posibilidades de ser por el PRD ahora
quiere mejor por Morena.
Hace
unos días Salvador Ruiz Fierrro, Chavita
Ruiz, entrevistó al polémico empresario Melchor Brito García, para su
página web y al preguntarle su opinión sobre la política. Melchor le contestó: “Está
prostituida… En la coyuntura actual, por ejemplo, la selección de los
candidatos es una porquería… (Ganará) El que mienta más y logre convencer a la
gente, el que entregue más dádivas”. Claro que comentó esto, entre otras cosas,
con el sarcasmo que lo caracteriza y con sus críticas candentes hacia la
izquierda sectaria.
Es
difícil no estar de acuerdo con Melchor, porque efectivamente la gente ya se
acostumbró a recibir dádivas a cambio del voto. Pero también las estructuras
políticas se han construido a base de la compra de conciencias. En la política
se acabó la convicción, todos van a ver que les dan. Es común oír: “el candidato
que me venga a ver va a ser mediante compromisos claros”, pero esos compromisos
no son en bien de la colectividad, son compromisos personales. Es raro aquel
ciudadano que está pensando en su comunidad. La mayoría condiciona el apoyo a
un empleo para sus hijos o una plaza para ellos o buscan comprar alguna
influencia en el siguiente gobierno.
Los
candidatos no hacen campaña con ideas, la hacen repartiendo despensas, pacas de
cartón o medicinas y como dije antes la estructura política se construye prometiendo
plazas. Pero lo que es peor los candidatos no compiten con la idea de servir,
lo hacen por los altos salarios que adquieren y por los negocios que se hacen
al amparo del poder.
Es
una situación muy lamentable, porque luego tenemos presidentes municipales que
tienen más compromisos con las constructoras que los apoyaron con dinero para
comprar conciencias, que con los ciudadanos que fueron con sus credenciales de
elector a la casilla para elegirlo.
Hoy
el día, hasta los taxistas se pusieron “truchas” y les cobran a los
precandidatos por pegar sus calcomanías en los vehículos “es publicidad
ambulante”, dicen, cuando antes podíamos medir la simpatía de los aspirantes
por la cantidad de propaganda que traían los vehículos. Si se colocaba el
anuncio era por convicción. Ahora es por 500 pesos al mes.
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