Víctor Cardona Galindo
CarlosCeballos Loya, Julián, Carmelo CortésCastro, Cuauhtémoc y Gabriel
Barrientos Reyes, Fernando, después
de ser torturados en el Campo Militar número Uno, fueron consignados a la
penitenciaría de Chilpancingo, acusados del secuestro del doctor Jaime
Castrejón Díez, dice Arturo Miranda “a pesar de que éste fue secuestrado cuando
ellos ya estaban detenidos”. Carlos y Carmelo duraron poco prisioneros. Se
fugaron el 20 de agosto de 1972 a través de un hueco que abrieron en la pared del
lado sur de la cárcel. Gabriel Barrientos no pudo salir con ellos porque estaba
en otra celda.
Un mes
después ya estaban de regreso en la sierra con la Brigada Campesina de Ajusticiamiento,
desde donde enviaron un comunicado a la opinión pública hablando de su
liberación y dando a conocer su postura política. Unos meses más tarde Lucio
Cabañas salía de la montaña debido a una enfermedad que lo mantenía a veces tirado
en la hamaca todo el día. Al frente de la brigada se quedaron Carmelo Cortés y
Carlos Ceballos.
“En
los albores del año de 1973, hubo la necesidad de trasladar a Lucio Cabañas a
la ciudad de México para atención médica, por lo cual se quedan como
responsables de la conducción del grupo, Cuauhtémoc
y Julián. Fue en este periodo que se
acuerda impulsar la lectura de manera obligatoria, como única forma de
superación personal y de consciencia. Los pocos libros con que se contaban
empezaron a rolarse entre la base y en cada reunión se hacía un pequeño balance
de lo que se había entendido. La sorpresa fue que los campes empezaron a utilizar
una nueva terminología e incluso preguntaban lo que no entendían y discutían
cuestiones de su nuevo conocimiento”, recogió Arturo Gallegos.
También
en ese corto periodo de tres meses, sucedieron dos hechos que registra la
historia: el secuestro de Francisco Sánchez López y la elaboración del que se
conoce como el Segundo Ideario del Partido de los Pobres. En el primer caso, Julián encabezó la comisión, manejó el
Jeep del secuestrado hasta abandonarlo al tomar la serranía. En el segundo fue
el detonante que enfrentó a Cuauhtémoc
con Lucio, pues después de haber sido aprobado en el seno de la Brigada fue
enviado para su publicación a la revista Por
Qué? Sin antes haberlo consultado con el jefe guerrillero que era atendido
por un médico amigo en la capital del país, a grado tal que una semana después
de su publicación en la revista, salió el desmentido del profesor argumentando
que ese no era el Ideario del Partido de los Pobres, puesto que él desconocía
su existencia.
Francisco
Sánchez López era un ganadero, coprero y comerciante originario de Tecpan de
Galeana. El 7 de marzo de 1973, Pedro
Hernández Gómez, Ramiro, Martín
Nario Organes, Samuel, Conrado y Carlos Ceballos Loya, Julián, lo tomaron por sorpresa en
Coyuquilla, cuando se dirigía en su vehículo a las huertas de su propiedad y para
el 8 de marzo ya estaba en un campamento de la sierra en las inmediaciones del
cerro Cabeza de Perro.
La
Brigada Campesina de Ajusticiamiento del Partido de los Pobres se
responsabilizó públicamente del secuestro de quien aseguraban era “miembro de
la burguesía mexicana explotadora dueño de ordeñas, terrenos de cultivo,
huertas de coco, acaparador de copra en el Estado de Guerrero y socio de la fábrica
de aceites y jabones ‘La Polar’; presta dinero con intereses elevados a tal
grado de que se adueña de las huertas de los campesinos (...) A sus
trabajadores les paga sueldos raquíticos; compra la copra y otros productos
agrícolas a precios bajos”, decía el comunicado.
Por su
libertad se exigió a la familia dos millones y medio de pesos, pero ellos nada
más ofrecieron medio millón y cuando deberían de pagar el rescate, únicamente
se presentaron con medicinas y ropas para el secuestrado, entonces la guerrilla
concluyó que pensaban alargar las negociaciones esperando que el Ejército los
encontrara y liberara al retenido, sin que tuvieran que pagar el rescate. Finalmente
Francisco Sánchez fue fusilado el 17 de abril de 1973 en el arroyo de Las Piñas
cerca de San Andrés de la Cruz.
El 18
de abril, Wilfrido Fierro registró: “Hoy a las 10: 30 horas del día fue traído
de la zona cafetalera el cadáver del Sr. Francisco Sánchez, que fuera
secuestrado por el guerrillero Lucio Cabañas Barrientos en su huerta de
palmeras ubicada en Coyuquilla, Gro. del Mpio. de Petatlán, el día 7 del mes
en curso a quien le pedía por su rescate la cantidad de cinco millones de pesos.
Como los familiares no pudieron cubrir el importe fue pasado por las armas por
órdenes del mencionado guerrillero, siendo encontrado en el paraje de El Arroyo
de las Piñas, cerca al poblado de San Andrés de la Cruz de la zona cafetalera
de Atoyac. Los familiares del occiso al enterarse de los hechos se presentaron
a la presidencia municipal para recogerlo, en donde fue identificado por el C.
Presidente Municipal Dr. Silvestre Hernández Fierro y el agente del Ministerio
Público Lic. Ángel Serrano”.
La
prensa publicó que fue encontrado a las siete de la mañana de ese 18, con dos
balazos de calibre M-1, uno en la caja torácica, exactamente a la altura del
corazón y el otro en la frente que se presume fue el tiro de gracia. Quienes lo
ajusticiaron dejaron dos recados, un texto decía “La Brigada Campesina de
Ajusticiamiento del Partido de los Pobres ajusticia al Sr. Francisco Sánchez
López, porque sus familias se negaron a entregar el rescate de 2.5 millones de
pesos”, publicaba Juan Damián Cabrera, “Cabañas mató a Rico Ganadero”, en Avance de Iguala, el 19 de abril de
1973.
Este
capítulo se cierra, cuando después de la llegada de Lucio Cabañas el 27 de abril de 1973 al campamento de El Nanchal, se
sanciona a Cuauhtémoc con ocho
meses fuera de la Brigada, bajo argumentos de inmoralidad. También son expulsados
los elementos de la naciente Liga Comunista 23 de septiembre, acusados de
oportunistas y arribistas al tratar de socavar las bases del Partido de los
Pobres en su beneficio. Julián sintió
que indirectamente aquella medida le afectaba y optó por solidarizarse con los
expulsados. Salió de la sierra de Guerrero y se trasladó a Guadalajara.
El Zanca, como lo bautizaron sus nuevos
compañeros, se dirigió a la ciudad Obregón y de ahí al municipio de El
Quiriego, en Sonora. Nos dice Arturo Gallegos que incorporado a las filas de la
Liga Carlos Ceballos, con el seudónimo de Macario,
es comisionado para formar parte del grupo que iniciaría el trabajo en la
región noroeste de país, mejor conocida por ellos como El Cuadrilátero de Oro, comprendido
entre los estados de Sonora, Chihuahua, Durango y Sinaloa. Después de subirse a
la sierra y luego de meses de hacer largos recorridos de reconocimiento del
terreno y de iniciar el proselitismo entre rancherías y poblados, los
insurrectos quedaron incomunicados de la Liga por varios meses, a grado tal que
jamás se enteraron de los problemas que se anidaron en su seno debido a las
diferencias políticas surgidas en su interior en el periodo 1974-75, cuando la
acción policiaca y las diferencias redujeron a su mínima expresión a esa
organización. Uno de los que rompieron con la Liga fue justamente Leopoldo
Angulo Lucken, dirigente máximo del grupo N, también conocido como Los
Guajiros.
La
falta de comunicación y de recursos los llevó a plantearse la una acción
militar para obtener de fondos. Seleccionaron a un acaudalado empresario, al
cual mantuvieron cautivo durante meses sin lograr su propósito. Al parecer el
rescate no se pagó y continuó la crisis. Este acontecimiento alertó a las corporaciones
policiacas y militares, que comenzaron una encarnizada búsqueda de los alzados.
Los cuatro que componían el grupo, fueron ubicados de manera fortuita cuando
preparaban sus alimentos en una cañada de la sierra alta. Los militares
empezaron a disparar cayendo muerto el guerrillero que cocinaba. Miguel Topete
Díaz, Espartaco, responsable militar
y político del grupo fue herido en un glúteo y fue auxiliado por Macario quien recién se había
incorporado. Sin duda la experiencia adquirida en Guerrero como parte del Partido
de los Pobres, le ayudó a sortear la envestida militar y sacar a su compañero
herido del lugar y del peligro. Después de dos días de caminar por los
intrincados montes, lograron escapar, pero el herido ya presentaba signos de
agotamiento por el esfuerzo, pérdida de sangre y por la infección que le
produjeron altas temperaturas.
Como estaban
bastante retirados de alguna población, Macario
decidió dejar escondido a su compañero para bajar a conseguir medicinas y
alimentos. Regresó al otro día con lo mínimo para las curaciones y la sobrevivencia.
Dice Gallegos que “Esta parte la recordaba Miguel con mucha nostalgia y con los
ojos enrojecidos por el llanto contenido, reconociendo al compañero que aun en
las peores condiciones no lo abandonó a su suerte y lo salvó de morir de hambre
o por efecto de la infección, o mejor aún, de caer en manos del enemigo”.
Por
esos días lograron contactar al otro elemento disperso, con quien discutieron
la forma de escapar de la zona, porque todos los caminos estaban copados por la
vigilancia policiaca y militar. Además abría que caminar cientos de kilómetros
y en las condiciones que estaban era prácticamente imposible. “Fue en ese
momento en que de manera inconsciente uno de ellos dice: solo por aire. Los
compañeros se vieron entre sí y le festejaron la idea”. Inmediatamente se
dirigieron a la casa de un terrateniente que tenía una avioneta para su servicio
particular, vigilaron el lugar y cuando llegó el piloto de la nave lo tomaron
prisioneros y lo obligaron a que los llevara lejos de ahí. Así fue como los
sobrevivientes de aquel grupo lograron evadir la vigilancia de corporaciones
policiacas y militares que les seguían la pista de cerca.
De
regreso a la ciudad de México en 1975, Ceballos se incorpora al Grupo N, recién
escindido de la Liga. Cuando cayó Carmelo Cortés aquel 31 agosto 1975. Carlos
Ceballos estaba en la sierra, mucho tiempo después se enteró y derramó sus lágrimas
por aquél guerrillero atoyaquense al que consideraba un hermano.
Pero
su afición a la bohemia no lo abandonaba. En una reunión convocada por este
grupo Macario asistió acompañado de
un six de cervezas para “amenizar” la
reunión. Eso provocó que uno de los dirigentes conocido como El General le llamara la atención,
pidiéndole que dejara la cerveza fuera del recinto de reunión, lo cual hizo sin
discusión. Al término del evento Macario
llamó a su amigo y líder y le dijo: “sabes a mí me gusta esta madre y reconozco
que rompí la disciplina, somos amigos y quiero conservar tu amistad, por lo que
desde este momento me retiro del grupo para no comprometerlos”.
Fue
así como el bajacaliforniano se separó del grupo N y se trasladó a Guadalajara,
donde adoptó el seudónimo de Pancho y
se contactó con Tomás Lizárraga Tirado, El
Tom de Analco. Un buen día del año de 1976, llegó a la casa de Pancho un elemento del grupo con la
información de que El Tom quería platicar
con él, cosa que le extrañó puesto que lo vio el día anterior. Sin embargo el
visitante insistió que era urgente. Sin discutir más, Pancho
salió y le dijo a su compañera que regresaba pronto, subió a un auto donde se
encontraban dos elementos, uno de ellos al volante. Pancho tomó lugar atrás del chofer, un conocido suyo. El lugar del
copiloto lo ocupó un desconocido quien cuadras adelante saco una pistola y le
disparó a Pancho. Así acabó su vida.
Dice
Gallegos que la versión de Miguel Topete es que el asesino también fue muerto
por el otro que iba atrás. En total fueron tres los muertos que quedaron en el
lugar. Se desconoce a ciencia cierta si fueron infiltrados, pero la prensa y
los medios de comunicación “informaron” que fue un ajuste de cuentas entre
grupos al presentar desechos los cuerpos de El
Tom y Pancho.
Los familiares
de Carlos Ceballos al darse cuenta del hecho, se trasladaron a Guadalajara a
reclamar su cuerpo, sin embargo este ya no estaba, creyeron que fue llevado a
la fosa común. La explicación que le dieron a su hermano es que había caído en
un enfrentamiento, que al preguntarles que como lo sabían, le contestaron que
le hicieron la prueba de la parafina y le encontraron residuos de pólvora en la
mano derecha, lo que hizo dudar de la veracidad del dicho, puesto que el caído
era zurdo.
“En la
morgue de Guadalajara baje a los infiernos buscando a Santiago… No encontramos
el cuerpo… Nos mostraron fotos de cómo lo habían levantado muerto en el coche.
Era él, sin barba, y éramos nosotros sin él (…) Luego de tres días de ley, el
cadáver sin identificar fue remitido a una fosa común, donde probablemente yace
todavía, ‘despojado del nombre de sus huesos’”, escribió Héctor Aguilar Camín
en La Guerra de Galio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario