Víctor Cardona Galindo
Con el
pretexto de la persecución de los guerrilleros Cívicos y del Partido de los
Pobres, durante 1970 se agudizaron las detenciones, torturas y asesinatos, en
la Costa Grande y Costa Chica. Estaba como comandante de la 27 zona militar el general
Miguel Bracamontes García, quien tenía en su haber la desaparición de Epifanio
Avilés Rojas.
La
ofensiva contra de la guerrilla todavía incluyó estrategias políticas: como campañas
de sanidad, el gobierno llenó la sierra de tiendas de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), que abarataron o
regalaron los productos básicos, llegó la delegación del Instituto Mexicano del
Café (Inmecafé) con la idea de atender directamente el sector cafetalero,
trataron de manipular a los líderes naturales con los llamados cursos de
orientación política que tenían también el objetivo de detectar a los
simpatizantes o miembros de la Asociación
Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR) y del Partido de los Pobres (PDLP).
El profesor Arturo Miranda
Ramírez militante
de la Asociación Cívica Revolucionaria (ACNR)
detenido en
1972. Foto anexo fotográfico
del informe
de la Comverdad.
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Esos cursos
de orientación política fueron dirigidos especialmente a los comisariados
ejidales y municipales, con la intención de conocer su posición ideológica, pues
se sabía que muchos simpatizaban o se identificaban con los grupos armados. El
resultado fue que depuraron a los comisariados y en algunos casos fueron detenidos
por la Policía Judicial.
Y para desprestigiar a Genaro y a Lucio,
se hicieron circular sus fotografías, con la leyenda de que eran delincuentes,
bandidos dedicados a robar propiedades y mujeres. A la gente de los pueblos que
estaba sin empleo le dieron trabajo, con buenos sueldos, en la construcción de los
caminos y carreteras, con las que buscaban tener accesibilidad a las zonas más
intrincadas. El gobierno también creó las llamadas Misiones Culturales con la
intención de interesar a las mujeres en actividades como la costura, cocina, pintura,
partos, alfabetización. Esas misiones dejaron de funcionar tan pronto
desapareció la guerrilla del escenario.
Después,
las campañas únicamente fueron de control militar. Los soldados tomaron hasta
los pozos de agua donde se abastecía la gente. Estaban en los arroyos y no
respetaban las zonas exclusivas donde se bañaban las mujeres. “Vivíamos de
costillitas en nuestros propios pueblos”, dice un testigo. Fue cuando se desplegó la llamada
Guerra Sucia implementaba por oficiales militares y policías entrenados en
escuelas norteamericanas.
Lucio Cabañas hizo su propio
análisis, de los movimientos del Ejército y en un discurso en la sierra
recogido por Luis Suárez habló de un tercer tipo de campaña. “Entonces sitiaban
barrios, se metían a los montes y golpeaban gente y robaban, y empezaron a
matar, y mataron a un compañero en El Arrayán (Luis Reyes Vargas) y se robaron
todas sus cosas, y agarraron al compañero Julio (Hernández), comisariado de San
Martín y lo mataron a puros golpes, y agarraron a los estudiantes y les
voltearon las bolsas y los colgaron y los soltaron vomitando sangre, derecho al
hospital. Y así torturaban a la gente. Esta fue otra etapa ya más dura, donde
venían aporreando al pueblo, a pacíficos”.
“De todo 1970… ya era la
persecución contra los dos grupos: Genaro y nosotros. Entonces ya se metió helicóptero y se metió avionetas, y ya
el ejército no puso emboscadas en los caminos
y sitio en los pueblos, sino puso emboscadas en sitios, en puntos donde les
parecía que íbamos a pasar algún día. En el tercer tipo de campaña, esta gente
del gobierno trajo la primera campaña de sanidad… y el Ejército ya vino
haciendo labor social: que cortando el pelo, que curando, uniformados,
regalando alimentos”.
El 20
de abril de 1970, Genaro Vázquez estableció su campamento cerca de
Tlaxcalixtlahuaca, municipio de San Luis Acatlán, a donde se trasladó con el
propósito de eludir la persecución en la sierra de Atoyac, pero también se proponía implantar otro frente guerrillero
que permitiera dispersar al Ejército que se encontraba concentrado en la selva cafetalera.
Pero sólo la sierra de Atoyac y la de
San Luis Acatlán sufrieron los embates de la represión. También en Tecpan de
Galeana se desarrollaron hechos lamentables en el ejido de Santa Lucía. “Como
el 26 de abril de 1970 llegaron los pistoleros acompañados de los judiciales y
de los guachos, buscando a todos los Urióstegui de La Palma, se llevaron a 13
hasta Chilpancingo. Ahí estuvieron 14 días incomunicados hasta que logramos
sacarlos bajo fianza. No sabemos ni como pues desde 1963 les traían ganas:
entonces llegaron al ejido los guachos y los aprehendieron junto con otros
campesinos que se oponían a la explotación de Melchor Ortega. Los colgaron de
un árbol a todos hasta que perdieron el sentido: entonces los bajaron, pero ya
unos nunca volvieron en si…”, recogió Francisco Gómezjara en Bonapartismo y lucha campesina en la Costa
Grande de Guerrero.
En San
Luis Acatlán la presencia del grupo rebelde fue denunciada al Ejército por los caciques
de la región más comprometidos con el gobierno. Lo que originó varias campañas
militares en contra de la población, como la Operación Amistad, que el grupo de
Genaro logró eludir gracias al apoyo de la mayoría de los campesinos de la
región, pero ellos no pudieron escapar a la cruel represión que les impuso el Ejército.
Hacia finales de mayo de 1970 desde el Campamento Revolucionario José María
Morelos, la llamada dirección político-militar de la ACNR envió un largo
comunicado donde denunciaba la muerte bajo tortura de dos de sus simpatizantes.
Por ello los delatores fueron sometidos a “juicio revolucionario”, que
significaba ajusticiamiento.
La
madrugada del 18 mayo 1970 “fueron detenidos los jóvenes estudiantes Octaviano
Santiago Dionisio, Josafat Hernández Ríos, J. Isabel Radilla Solís, Valentín
Nava Loeza y Julio Castro Vázquez quienes estudian en Chilpancingo y
Ayotzinapa, Gro. La detención fue en esta ciudad de Atoyac, al ser sorprendidos
pegando panfletos y pintando fachadas, incitando a la rebelión y a la violencia
armada, por instrucciones de los profesores Lucio Cabañas Barrientos y Genaro
Vázquez Rojas, quienes operan como guerrilleros en la sierra de este
municipio. También fue detenido al día siguiente el señor Julio Hernández
Hinojosa, por la Policía Judicial y puesto a disposición de las fuerzas
federales, siendo golpeado salvajemente, muriendo en la madrugada del día 20
del actual a consecuencia de los golpes en la instalaciones de la 27 zona
militar de Acapulco”, se lee en la Monografía
de Atoyac.
Julio
Hernández Hinojosa, presidente del comisariado ejidal de San Martín de las
Flores, acusado de colaborar con la guerrilla, fue torturado por miembros del Ejército
con toques eléctricos, y lo castraron hasta matarlo. El teniente Vicente Sosa
fue el responsable de esa muerte. Su caso se denunció en el video El Edén bajo el fusil. Los jóvenes
detenidos y liberados el 21 de mayo de 1970 como Octaviano Santiago Dionisio,
Josafat Hernández Ríos, José Isabel Radilla Solís, Valentín Nava Loza y Julián
Castro Vázquez fueron testigos de su muerte.
En junio
de 1970 cuatro miembros de la Brigada
Campesina de Ajusticiamiento intentaron secuestrar a José Becerra Luna quien
estaba acusado de injustos cobros y despojos a los campesinos. Al resistirse Becerra
fue ejecutado y por seguridad el comando se llevó a una hija de 14 años que
luego liberó.
A los
pocos días la Brigada Campesina de Ajusticiamiento realizó el primer secuestro
que hubo en México, pues no se había llevado a cabo ninguno en toda la
República. El primer secuestrado fue un
ganadero de nombre Juan Gallardo Vega, efectuado la tarde del 24 de junio de
1970 en una zona llamada La Cueva municipio de Atoyac. La brigada obtuvo rápidamente cien mil pesos
por su rescate.
El 25 junio 1970, el periódico Novedades de Acapulco dio a conocer la
noticia de que el ganadero Juan Gallardo Vega, de San Jerónimo de Juárez Guerrero,
fue secuestrado en compañía de su mozo y un hijo, antes de llegar al poblado de
Alcholoa cuando regresaba de su rancho ubicado en El Cerrito. Seis maleantes
con armas de alto poder lo bajaron de su Jeep, y se lo llevaron al paraje
conocido como Las Cuevas, donde fue salvajemente golpeado y amenazado de
muerte si no entregaba la suma de 200 mil pesos como rescate.
En El
Paraíso el 4 de julio a las 11 de la mañana fue balaceado el administrador de
la Comisión Federal de Electricidad en Atoyac, Enrique Gutiérrez Marroquín,
por el subteniente del Ejército Antonio López Hernández.
Mientras
en San Luis Acatlán, el 15 de julio de 1970, gentes contrarias al movimiento
guerrillero del rumbo de Tlaxcalixtlahuaca denunciaron al Ejército la presencia
en la región del grupo rebelde encabezado por Genaro Vázquez pero éste fue
alertado y salió con rumbo a la Ciudad de México, pasando por Ayutla. “Sin
embargo, el 27 de julio de 1970, el grupo guerrillero tuvo que abandonar
definitivamente la zona, debido a que la persecución se dio antes de que se
consolidara el nuevo foco guerrillero”, recuerda Arturo Miranda, quien agrega:
“El trabajo de implantación de la guerrilla en la sierra de Tlaxcalixtlahuaca
tuvo como resultado que se unieran al grupo los campesinos indígenas: Antonio
Espinobarros, Marcial e Irineo Juárez
Castro, Pedro Rentería, Leónides Mauricio, Prisciliano Rojas Flores y Sixto
Flores Vázquez, entre otros”. Más tarde ese núcleo y la población sufrirían una
de las más crueles represiones de parte del gobierno.
Y es que
Antonio Espinobarros, del grupo de Genaro Vázquez, fue señalado como
responsable de las ejecuciones de Paulino Aranza, Victoriano Rentería y Cosino
Rosas, quienes denunciaron al Ejército la presencia del grupo guerrillero en
esta región. “Efectivamente fueron ‘ajusticiados’, pero nada tuvo que ver el
campesino Espinobarros, según aclararon sobrevivientes de aquel grupo.
Evidentemente el Ejército propiciaba esa clase de acciones entre los propios campesinos, como parte de su
estrategia de contrainsurgencia”, sigue Arturo Miranda.
El 3
de septiembre de 1970 apareció en la revista Porque? un mensaje
fechado el 2 de agosto, en el cual la ACNR denunciaba una tercera campaña
militar contra el grupo y una violenta represión en contra el campesinado de la
región de la Montaña.
Como consta en el oficio del 8 de septiembre de 1970 la “Operación
Amistad” se realizó del 25 de julio de 1970 al 13 de agosto de ese año, con la participación
conjunta de la 35 y 27 zonas militares. Oficialmente la “Operación Amistad”
tuvo una duración de apenas dos semanas y media. Sin embargo, por información
recogida en la zona, esta operación se realizó durante mayor tiempo, en una
región más amplia y con estrategias y tácticas de contraguerrilla.
A partir del primero de diciembre de 1970, cuando Luis Echeverría
Álvarez asumió la presidencia de la República, la situación se recrudeció y se
hizo explícita la Guerra Sucia, estrategia que el Ejército mexicano siguió para combatir a estos grupos guerrilleros,
mediante procedimientos de operaciones irregulares y totalmente fuera de la ley.
De
regreso a la región de Atoyac, el 29 de diciembre de ese año, la ACNR secuestró
a Donaciano Luna Radilla, gerente del Banco del Sur,
S.A., en Atoyac, siete individuos disfrazados de militares se lo llevaron de las inmediaciones del poblado El Camalote. Pidieron
un millón de pesos por su rescate
En un comunicado fechado el 6 de enero, donde se
adjudica el secuestro del banquero, la
ACNR denuncia “la represión del Ejército contra los pueblos indígenas de
la montaña, los asesinatos bestiales por el 48 Batallón de Infantería en esta
misma región de: Antonio Espinobarros, Irineo Juárez Castro, entre otros, así
como la desaparición de Germán Espinobarros.
Todo realizado por el gobierno de los ricos que oprimen al pueblo
trabajador nuestro. Ello, no obstante,
el señor Luna Radilla, detenido por nuestros combatientes armados, ha contado
con trato personal considerado; brindado a sus familiares plazos convenientes y
actitudes accesibles, para que cumplan con el impuesto asignado por la agrupación
revolucionaria nuestra”.
El rescate, medio
millón de pesos, se pagó el 5 de enero de 1971 y el 8 de enero
a las cinco de la mañana regresó a su
hogar el señor Donaciano Luna Radilla, luego de estar diez días en manos de sus
secuestradores que lo tuvieron en la sierra de Atoyac. Wilfrido Fierro dice
que se pagó un millón de pesos por conducto del padre Ángel Martínez.
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