Víctor Cardona Galindo
La palabra Atoyac, proviene de los
vocablos en lengua náhuatl atl-toyaui que, traducido al español significa “Agua que se riega o
se esparce”.
Tiene el agregado de Álvarez en
honor al general Juan Álvarez, héroe de la independencia, de la revolución de
Ayutla y presidente de la República en 1855.
Atoyac está situado en el corazón de
la Costa Grande del estado de Guerrero, y se ubica geográficamente al Suroeste
de la capital estatal; a 84 kilómetros de Acapulco sobre la carretera hacia
Zihuatanejo. Su localización de acuerdo al Instituto Nacional de Geografía e
Informática (INEGI) es al Norte 17° 33’; al Sur 17° 03’ de longitud Norte; al
Este 100° 06’ y al Oeste 100° 32’ de longitud. El municipio tiene una extensión
aproximada de mil 454. 51 kilómetros cuadrados, lo que representa el 2. 28 por
ciento de la superficie del estado. La cabecera municipal se encuentra a 40
metros sobre el nivel del mar. La temperatura media anual es de 28 grados
centígrados.
Los primeros pobladores del
municipio fueron de origen cuitlateco, un grupo prehispánico que se asentó en
el territorio que comprende lo que ahora es El Cayaco, municipio de Coyuca de
Benítez a Juluchuca, comunidad de Petatlán y desde el Océano Pacífico hasta el
Río Balsas. Hablaban su propio idioma: el cuitlateco, lengua que, según el
diario de Patricio Pino y Solís, se escuchaba en Atoyac hasta 1911. Este pueblo
tenía su centro político en Mexcaltepec. La tradición oral dice que la
fundación de Atoyac se llevó a cabo en 1498, fecha que coincide con la
incursión del Tlatoani mexica Ahízotl. Durante la colonia, la población que
habitaba lo que ahora es nuestro municipio fue evangelizada por el misionero
español Fray Juan Bautista Moya de la Orden de San Agustín; otras versiones
atribuyen la evangelización a Fray Francisco de Villafuerte.
Cuando en 1849 se erigió el estado
de Guerrero, Atoyac formó parte del municipio de Tecpan de Galeana y en 1864 se
constituyó como municipio. En 1872, Atoyac es elevado a la categoría de ciudad.
Actualmente, pertenece al X distrito electoral del Estado con cabecera en
Tecpan y al III distrito electoral federal, con sede en Zihuatanejo.
Las actividades productivas del
municipio están constituidas por la explotación de ganado bovino, porcino,
ovino, caprino y equino: beneficios húmedo y seco de café; la industria de torrefacción,
silvicultura y pesca; en la agricultura se siembra maíz, frijol, calabaza,
melón, jitomate, pepino, sandía, chile, calabacitas, ajonjolí y, sobre todo,
café, tamarindo, mango, y coco. Están también la apicultura y la floricultura.
Hace muchísimos años en Atoyac había
tribus diseminadas en toda la región, muestra de ello son los vestigios
arqueológicos, que hay por todos los rumbos del municipio. Los hay en El
Abrojal, en el Guapinol, La Angostura, La Meca, Almolonga, La Gloria, Piedras
Grandes, El Cacao, La Pintada, Alcholoa, en las islas de la laguna de Mitla, El
Camarón, San Juan de las Flores, Santo Domingo, la Florida, San Martín, la Y
Griega y la cabecera municipal.
Los vestigios arqueológicos que hay
en esos lugares constan de dibujos hechos en piedras, monitos de barro y de
piedra, vasijas y cuentas de jade.
Hay dibujos en piedras que se llaman
petroglifos o petrograbados. Se han encontrado monolitos, que son esculturas
hechas de una sola piedra. En la región hay piezas de diferentes influencias,
principalmente olmeca. Las hay también de influencia teotihuacana y tolteca.
Durante la gesta de independencia al paso de
José María Morelos y Pavón por las tierras de Atoyac se le unieron Juan Álvarez
Hurtado, Cesáreo Ramos, Luis Pinzón y cientos de indios nativos que abrazaron
la causa para lograr la libertad de nuestra patria.
Juan Álvarez, nació el 27 de enero
de 1790 en barrio de la Tachuela, y a sus 20 años se sumó con Morelos a la
lucha por la independencia. Juan Álvarez desenfundó su machete para usarlo en
contra del ejército español que oprimía estas tierras, participando en
múltiples combates. Fue federalista en contra de los centralistas, defendió la
república en contra de la tiranía de Iturbide y de Santa Anna. Defendió la
soberanía nacional y durante el poco tiempo que estuvo en la presidencia se
redactó lo que después sería conocida como Ley Juárez, misma que sentó las
bases de una república democrática para nuestro México.
Con el porfiriato se
estableció en Atoyac una oligarquía local que tenía en sus manos las mejores
tierras de cultivo, unas pocas familias de potentados eran dueñas de toda la
sierra, mientras que compañías extranjeras tenían en su poder gran porción de
nuestro municipio.
Los campesinos eran
arrendatarios y no tenían derecho ni al
del pedazo de suelo donde tenían su jacal. Por eso 57 hombres mal armados
siguieron al maestro Silvestre Mariscal González apoyando a Francisco I. Madero
atacaron la guarnición militar de esta ciudad el 26 de abril de 1911,
iniciándose así la revolución mexicana en
la Costa Grande.
El 11 de enero de 1912, se libró
durante todo el día una sangrienta lucha en la plaza principal de Atoyac, entre
fuerzas de Silvestre Mariscal y los sombrerudos encabezados por el mayor Perfecto
Juárez y Reyes. En este enfrentamiento murió el capitán Florentino López, El Barbón, hecho
que provocó el odio hacia Mariscal de Héctor F. López hermano del fallecido
quien con el tiempo llegaría a ser gobernador del estado. El 14 de enero de
1912, muere Perfecto Juárez y Reyes, a causa de unas heridas de bala.
Los soldados del gobierno
irrumpieron en Atoyac a las 2 de la tarde del 30 de enero de 1913, atacaron a
los radillistas con artillería pesada y fusilería.
Murió gente pacífica (seis en total)
entre ellos el anciano Diego Muñoz, suegro del finado Epifanio Mariscal. Para
evitar que la ciudad fuera convertida en ruinas, los rebeldes abandonaron la
población, pero por la noche volvieron a la carga parapetándose en los pedregales
que había en los alrededores del pueblo y en los penachos de las palmeras
colocaron señuelos que confundían a los soldados del gobierno. El fuego terminó
hasta las 5 de la mañana del 31 de enero.
Mientras el caudillo carrancista atoyaquense
andaba ocupado en otras partes del estado, el 25 de enero de 1916, sus tropas,
que se habían quedado en Atoyac, fueron derrotadas por la huestes de Pablo
Cabañas en el punto conocido como La Compuerta.
El 13 de junio las tropas de Rómulo Figueroa
llegaron por el rumbo de La Pindecua, cayendo por sorpresa y después del
combate regresaron a su cuartel en San Jerónimo. Las fuerzas del coronel
Silvestre Castro combatieron el 13 de julio a las fuerzas de Maycotte y
Figueroa en el paraje denominado como La Cumbre. En este combate fue destacada
la participación de muchos zapatistas que vinieron del centro para apoyar a los
mariscalistas.
Cuando los agraristas iban rumbo a la
sierra en Mexcaltepec se les unió Lucio Martínez con un grupo de agraristas de
Atoyac, por lo que fortalecidos, el 22 de diciembre atacaron a las guardias
armadas que los españoles de Acapulco tenían en la Fábrica de Hilados y Tejidos
de El Ticuí. Al llegar al canal, desde la azotea de la fábrica los recibieron a
tiros. Contestaron el fuego, quedando sitiada esa factoría, cuyas puertas se
incendiaron. La fábrica fue tomada por los agraristas en un combate que duró
hasta las primeras horas de la tarde.
Salieron de la sierra por la noche del
11 de enero de 1924, y llegaron a la ciudad a las 5 de la mañana del 12, un
grupo de aproximadamente 100 hombres de los cuales 20 venían con machetes.
El ataque se desarrolló con toda rudeza,
con valor y coraje por ambas partes, pues los atacantes y defensores, eran
“gallos de la misma gallera” y se reconocían sus aptitudes guerreras. En la
avanzada que tenían los delahuertistas, en el corredor exterior de la casa de
doña Antonia Ayerdi, frente al atrio de la Iglesia fue muerto Julián Vega, uno
de los pistoleros de Rosalío Radilla y por el lado sur en el “Arroyo Ancho”
–donde atacó Feliciano Radilla acompañado de Prisciliano García, Apolonio Pino
y de otros líderes agraristas– fallecieron dos soldados y el agrarista
Prisciliano García fue herido y apresado por los federales.
El 26 de julio de 1926, el general Amadeo
S. Vidales atacó al 67 regimiento de caballería destacamentado en Atoyac. El
combate comenzó en el panteón civil a las 9 de la mañana y en el transcurso del
día lograron tomar el cuartel que los federales tenían en el calvario, los
soldados saltaron la barranca hacia el río cuando lo atravesaban fueron
acribillados por los rebeldes.
El 18 de mayo de 1967, es un parteaguas en la
historia de nuestro municipio porque marcó el fin de un movimiento cívico que
exigía mayores espacios de participación democrática y el inicio de la
guerrilla de Lucio Cabañas y su Partido de los Pobres.
El estado autoritario en lugar de
atender las peticiones de los manifestantes, les envío a la policía judicial
que disparó contra el pueblo, dando muerte en la plaza principal de la ciudad
de Atoyac a Feliciano Castro Gudiño, Arcadio Martínez Javier, María Isabel
Gómez Romero, Prisciliano Téllez Castro y al revolucionario agrarista, Regino
Rosales de la Rosa. También resultaron heridos Juan Reynada Victoria, Gabino
Hernández Girón y Juvencio Mesino.
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