Víctor Cardona Galindo
En
Atoyac las motocicletas y motonetas se han convertido en un lastre; durante
2010, hace cuatro, años hubo 77 accidentes en la calle Aquiles Serdán. Las
motos rebasan por todos lados, los niños que
luego las conducen no saben las reglas de vialidad. Las autoridades han
querido meter en cintura, a los motociclistas, pero no han podido, porque las
protestas no se han hecho esperar igual que las mentadas de madre que recibe la
policía vial de los padres. Hace poco por todas las esquinas salían corriendo
motocicletas equipadas con una hielera atrás, eran vendedores de tortillas que
andaban a la ganaditas. Incluso hubo enfrentamiento a puñetes entre ellos por
los clientes. Pero al final los propietarios de las tortillerías se pusieron de
acuerdo para acabar con este mercado tortillero sobre ruedas. Por eso la
dirección de tránsito y la de reglamentos implementaron un operativo para parar
las motos con hieleras.
Pero
las motos particulares siguen sin haber control. No creo que hayan disminuido
los accidentes, aunque el departamento de transito reporte menos de cinco del
2014 a la fecha. Cuando actualmente hay 962 licencias otorgadas a motociclistas,
pero se cree que hay más de mil 500 motos circulando por la ciudad, o sea que
más de un 30 por ciento circulan en la ilegalidad. Las motos se compran a
crédito y para el común de los mortales es fácil conseguirlas, por eso podemos
ver hasta de cuatro jovencitos montados en una sola moto.
El
martes 3 de febrero de 2015, a las 10 de la mañana, hubo un aparatoso accidente, donde Martha Hilda
Hernández García de aproximadamente 25 años de edad murió, cuando en la calle
Aquiles Serdán, a la altura de la Emiliano Zapata fue alcanzada por una combi
de transporte público que le pegó en la parte trasera y la proyectó sobre las
gradas de una clínica que se encuentra en ese lugar. El impacto en el cráneo le
provocó la muerte. Comentan que falleció cuando era trasladada al puerto de
Acapulco por estado complicado de su salud.
El
chofer de la combi E21 de trasporte lo colectivo, Everardo Cruz Quesada de 60
años de edad, fue detenido, tendrá que pagar por este homicidio imprudencial.
Dicen los expertos que el combiero tuvo la culpa al alcanzarla por detrás
cuando ella circulaba a una velocidad moderada.
El
aquí el asunto es que si este fallecimiento pudo haber evitar. La chica no
traía casco y nadie se lo exigió, como nadie se los exige a todos los
motociclistas que circulan por toda ciudad sin respetar el reglamento de
tránsito.
La
muerte de esta jovencita trajo a colación otra deficiencia que hay en la ciudad
como escribió ayer Pablo Solís en el Facebook “Atoyac una población con más de 70 mil habitantes
que no cuenta con una ambulancia, hoy desafortunadamente murió una joven
estudiante quien no recibió ayuda de forma oportuna, por no existir una
ambulancia y fue trasladada al hospital de Acapulco en un carro de una
funeraria, hago un llamado al sector salud del Gobierno del Estado, de la
Federación y del Municipio, para que atiendan tan grave problema”.
Imagínense una ciudad que no
tiene ambulancias y una joven herida es trasladada en una carroza fúnebre, parece
chusco ¿no? Pero eso es muy trágico que nuestros cuerpos de rescate no cuenten
con los mínimos implementos para salvar una vida.
Por lo pronto Atoyac está de
luto llorando a esta jovencita que vendía comida al interior del Ayuntamiento y
que pasaba todos los días con su motocicleta por su niña al Jardín de Niños. Un
accidente le robó la vida, una hermosa vida.
Oscar Galeana Laurel escribió
en la redes sociales, “hoy nuestro deporte está de luto, en especial el
femenil, se me informa que fallece una integrante del equipo potras, la
jugadora Martha Hernández (rip) a la familia rogamos a dios porque de consuelo
y resignación, a nuestras potras un abrazo fraterno a la distancia, roguemos
por el eterno descanso de nuestra compañera, campos deportivos los koora,
lamenta profundamente el deceso de una gran jugadora, y en su honor en las
finales varonil y femenil guardaremos un minuto de silencio en su honor”. Era
una gran jugadora de futbol, con domicilio en la colonia Mártires del 30 de
diciembre.
Así, por todas las redes
sociales circulan comentarios sobre su muerte. Pero aquí la pregunta debería
ser: ¿Qué podemos hacer para que ya no sigan ocurriendo estas cosas? Hay que
abrir un debate al respecto.
Tres jóvenes vidas se apagaron.
Dos en accidente de carretera, Gabriel Mesino Rosales y Edwin
Javier Hernández Hernández. A Edgar Ávila Fierro lo balearon la mañana del domingo 8 de
febrero en el centro de Atoyac. Era Licenciado en Comunicación y tenía 23 años.
Sobrino de mi amigo Chavita Ruíz. La muerte ronda a cada rato por mi ciudad y
nadie hace nada. La muerte se mueve en dos ruedas, en cuatro o a pie pero llega
presurosa y se va por donde vino. Al final nadie sabe y nadie vio nada. La
funeraria Sarabia habilitada como Servicio Médico Forense es el centro del
dolor.
El
sábado 7 de febrero de 2015 a las once de la noche tres jóvenes que viajaban a
bordo de una motocicleta en la carretera Acapulco-Zihuatanejo fueron
atropellados, a la altura de la comunidad de Quinto Patio, por un tráiler que
se dio a la fuga, dos murieron al instante, y el otro se debate entre la vida y
la muerte en el hospital regional de Atoyac.
Los que en vida respondieron a los nombres
de Gabriel Mesino Rosales de 28 y Edwin Javier Hernández Hernández
de 23, eran de la colonia 18 de mayo. Dicen los testigos que al arrollarlos el
tráiler cayeron sobre la cinta asfáltica y una camioneta les pasó por encima,
mientras Aldai Hernández Hernández de 21 años, que estaba grave, cayó
fuera de la carretera. Siempre hay errores humanos, se dice que la
motocicleta donde viajaban los tres jóvenes no llevaban la señales
intermitentes y ellos no llevaban casco de protección, venían de Hacienda de
Cabañas rumbo a la ciudad de Atoyac. Siempre la maldita improvisación “hay se
va de todas maneras no pasa nada”.
Otro hecho sangriento se registró
alrededor de las once de la mañana de este domingo 8 de febrero, en la calle
Emiliano Zapata de la colonia centro, un hombre que se movía en una motocicleta
sacó de sus pertenencias una pistola calibre nueve milímetro y le disparó en
repetida ocasiones a Edgar Ávila Fierro de 23 años, quien recibió una
decena de balas en diversas partes del cuerpo, para luego caer abatido en la
banqueta.
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