Víctor Cardona Galindo
Las
últimas movilizaciones magisteriales, le han traído desprestigio al movimiento.
Las avanzadas son muy radicales, van encapuchadas y han llegado a tener
altercados con periodistas o con gente de la sociedad civil y no es que esté de
acuerdo con el periodismo que hacen los que han sido agredidos o con su
actividad al servicio del gobierno. Pero si considero que nadie debe ser
agredido por manifestar lo que piensa. Nadie le debe cuartar a otro su libertad
de pensamiento y expresión.
Porque
como dice esa frase, “podría no estar de acuerdo con lo que dices pero daría mi
vida por defender tu derecho a decirlo”.
Entre
otras cosas, la semana pasada maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de
la Educación (CNTE), le prendieron fueron fuego a uno de los jarrones
históricos del Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, dañando gravemente
nuestro patrimonio histórico. Hace tres años maestros de la misma organización ya
habían destruido una puerta de 300 años de antigüedad, en el edificio de la
SEP. Eso valió que Héctor de Mauleón, uno de los mejores cronistas de la ciudad
de México, les dedicara en El Universal
una columna donde decía que esos maestros no deberían entrar a las aulas.
Las
últimas agresiones a los edificios y al agente de gobernación en Chilpancingo
les han traído muchas críticas en las redes sociales. Sin contar las
suspicacias de la quema del edificio del SUSPEG.
Nadie
niega la justeza de sus demandas, además alabo que defiendan sus derechos, pero
considerando el hartazgo de la sociedad a este tipo de manifestaciones, el
magisterio democrático y de lucha tiene que buscar nuevas formas para presionar
al gobierno para que les resuelvan sus demandas. Se tiene que innovar, para
tener a la ciudadanía de su parte y también si se quiere parar la reforma
educativa que les está afectando.
Al
gobierno neoliberal, que tenemos, le conviene este tipo de manifestaciones,
porque se envía un mensaje a la sociedad, de que esos salvajes maestros son los
que les están dando clases a sus hijos. A un
gobierno que quiere privatizar la educación le conviene el desprestigio
de los trabajadores de la educación y que no haya clases en las escuelas
públicas, porque así se justifica socialmente la apertura de escuelas privadas
por todos lados.
Porque
debido a tantos paros la clase media no querrá enviar a sus hijos a las
escuelas públicas, donde no hay calidad educativa, justificando cada vez más el
discurso neoliberal de que era necesaria la llamada reforma educativa, para
meter en cintura a los maestros y elevar la calidad de la educación.
Por
eso considero que deben, los maestros, buscar otras formas de manifestarse, por
ejemplo hacer un maratón de lectura en el zócalo de Chilpancingo, que lea un
maestro tras otro, día y noche, durante el tiempo que estén en el plantón, así
podrán devorar públicamente cientos de libros. Así la plaza principal de
nuestra capital se convertiría en un centro del saber.
Podrían
en lugar de estar en plantón afuera de las escuelas, mejor declararse en taller
o seminario permanente, donde analicen y hablen de sus competencias educativas,
compartan experiencias didácticas. No estoy diciendo que le den clases a
nuestros hijos, para eso están en paro, les estoy proponiendo que hagan cosas
diferentes, para que se ganen el respeto de la gente y que sepamos que nuestros
hijos están en manos de maestros preparados. Hay un axioma que dice: “si
quieres que las cosas cambien, primero cambia tu”, hay que cambiar las cosas
desde la raíz. Si están defendiendo sus derechos, que ofrezcan preparación. Yo
creo que anteponiendo los derechos a las obligaciones, los maestros tienen que
ofrecer preparación y más preparación.
Hay
que cambiar esa imagen de maestros huevones. Hay que enviar el mensaje de
maestros pulcros y cultos. Maestros preparados para estar frente a grupo, para que
todos volvamos a creer en el sistema educación pública. Que lleguen a las aulas
alumnos hijos de obreros y campesinos, de clases media y de ricos potentados. Porque el maestro de la
escuela pública estará preparado para enfrentar cualquier competencia.
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