Víctor Cardona Galindo
El fundador del Partido de los
Pobres, el guerrillero socialista más conocido de México, Lucio Cabañas
Barrientos, nació el 15 de diciembre de 1936, en la
comunidad serrana de El Porvenir. Sus padres fueron Rafaela Gervasio Barrientos
y Cesáreo Cabañas Iturio, hijo del general zapatista Pablo Cabañas Macedo y de
Aldegunda Iturio de la Cruz. Lucio debería apellidarse Cabañas Gervasio pero su
abuela al registrarlo por error le puso Cabañas Barrientos. Desde muy chico sus
familiares comenzaron a llamarle de cariño “Chío”, así lo conocía la gente de
El Porvenir y de San Martín de las Flores. En la escuela normal éste nombre se
deformó y comenzaron a llamarle “El Chivo” ese fue su sobrenombre de
estudiante. Cuando regresó a su tierra ya como profesionista la gente lo
conocía como “El maestro Lucio” o “El profesor”. Ahora después de muerto le
nombran “Comandante”.
Fue el segundo hijo del matrimonio
Cabañas Gervasio, la primera fue Facunda y el tercero Pablo. Cuando tenía tres
años sus padres se separaron; él y sus hermanos quedaron al cuidado de su
abuela Aldegunda y de sus tías Dominga y Marciana.
El matrimonio Cabañas Gervasio se
conformó como se constituían la mayoría de los matrimonios de esa época. Es
decir, previo robo de la mujer. La joven Rafaela vivía en El Porvenir donde
también habitaba Cesáreo Cabañas quien cultivaba una huerta de café y tocaba el
violín con el que amenizaba las fiestas de la población. En ese tiempo eran
populares los bailes de guitarra y violín, en una de esas reuniones se
conocieron.
Rafaela tenía 17 años cuando se la
robó Cesáreo de una huerta de café. Él ya estaba casado con otra mujer y era un
hombre mayor. La madre del guerrillero hablaría muchos años después en una
entrevista de esa relación. “Era su novia antes y lo despedí porque tenía una
muchacha en la casa, y después se metió caprichudo y me robó de una huerta de
café… Me llevó de la huerta con compañeros, eran cuatro con él… Aunque gritara
nadie me quitaba…Andaba yo con mi tía, era una viejita”.
Vivieron justos 10 años en una
pequeña casa construida de adobe y tuvieron los tres hijos que ya mencioné.
Lucio nació en una huerta de café conocida como El Venado en las orillas de El Porvenir
y la partera fue Gregoria Loza, mamá de Francisco Fierro Loza quien en el
futuro también sería guerrillero del Partido de Los Pobres.
Al separase los padres, al principio
doña Rafaela se llevó a sus hijos pero al poco tiempo Cesáreo se los quitó y
los puso bajo el cuidado de la abuela Aldegunda. “Lo abandoné porque se portó
mal conmigo”, decía mucho después en su casa de San Martín de las Flores doña
Rafaela Gervasio Barrientos, quien al hablar de su hijo “Chío” decía que de
niño era muy chistoso, le gustaba jugar y cantar y desde muy chiquito ayudaba
en las labores de “la corta del café.” Como niño era cariñoso, amable y nunca
fue grosero.
El Porvenir es una pequeña comunidad
anclada en la parte media de la sierra, hasta 1955 para llegar a ella había que
transitar caminando a pie o montado en una bestia desde Atoyac. El camino se
recorría en aproximadamente ocho horas. La infancia de Lucio como ya lo
confirmó su madre transcurrió debajo de las matas de café y habría crecido como
todos los niños de esa época, jugando con bolitas de lodo, haciendo sus
juguetes con lo que se podía y comiendo limones dulces, frutillas y cajeles que
se daban en abundancia entre esa exuberante selva. En un tiempo en que los
niños desde los cuatro años ya tenían que trabajar, haciendo los mandados,
llevando bastimento y cortando café en pequeñas tirinchas.
A los cinco años de su separación,
Rafaela se volvió a casar, esta vez con Juan Serafín Martínez, quien se la
llevó a vivir a San Martín de las Flores. De ese matrimonio nacieron los otros
hermanos de Lucio: Alejandro, Bartola, Juana, Manuel y Conrado. Pero la
tragedia cayó sobre la familia su padrastro fue asesinado por Natividad Paco,
jefe de la Policía Montada, en los tiempos del gobernador Raúl Caballero
Aburto. Por calumnias lo sacaron de su casa y lo asesinaron en La
Trozadura en
la carretera Atoyac-Y Griega, junto a su hermano.
Don Simón Hipólito Castro, quien fue
el primero en escribir una semblanza del líder guerrillero en libro Guerrero,
Amnistía y Represión, dice que conoció a Lucio Cabañas cuando todavía era
un niño y bajaba de El Porvenir a Los Tres Pasos acompañando a su abuelita
Aldegunda a realizar el trueque que en aquellos tiempos se acostumbraba en las
comunidades de la sierra. “Ella elaboraba pan que le cambiábamos por maíz,
arroz, frijol y camarones, ya que el ejido El Porvenir, donde él nació, es
ciento por ciento cafetalero y la comunidad donde yo viví, mitad cafetalera y
mitad milpera. A sus orillas hay un hermoso río donde abundaba el camarón, nuestro
principal alimento”.
Al morir la abuela Aldegunda Iturio
de la Cruz, Facunda, Lucio y Pablo Cabañas quedaron totalmente al cuidado de
las hermanas de su padre Dominga y Marciana quienes se hicieron cargo de ellos.
De su abuela Aldegunda recibió mucho amor y cariño, murió cuando Lucio tenía
nueve años. El futuro líder guerrillero lloró su ausencia, de hecho es la única
vez que Pablo Cabañas recuerda haber visto llorar a su hermano.
El periódico Reforma publicó un amplio reportaje del 29 de noviembre a 2 de
diciembre del 2002, sobre la vida de Lucio Cabañas, en el cual levantó el
testimonio de la familia, es ahí donde Pablo Cabañas Barrientos habla por
primera vez de la infancia de su hermano y lo define como muy cantador y
alegre. Habló de los juegos y de aquella infancia trágica y tortuosa que
vivieron. Después hablaría de eso en una entrevista conmigo y el 15 de
diciembre del 2011, dio una ponencia sobre el tema en la Coalición de Ejidos en
Atoyac.
Publica Reforma que: “Los tres hermanos Cabañas Barrientos, nunca tuvieron
juguetes, pero a pesar de la pobreza su infancia no fue triste porque
recibieron muchos cuidados y cariño. El padre era noble y cariñoso y sólo en
dos ocasiones recurrió a los golpes para castigar a los niños”, en un momento
cuando Pablo y Lucio se peleaban después de los “cintillazos” les dijo que entre ellos no quería pleitos y
jamás se volvieron a pelear.
“Al no recibir juguetes en su
infancia, Lucio desarrolló la creatividad, el ingenio, destreza y la
observación. Cualidades necesarias para construir los carritos de madera y los
papalotes, cuando niño y para resolver problemas de adulto en la guerrilla.
Pese a la pobreza en que vivían, Lucio y Pablo disfrutaron su infancia. Nunca
les regalaron juguetes --porque no había dinero la gente era muy pobre--, pero
cuando pudieron comenzaron a construirlos ellos mismos”.
Dice Pablo Cabañas “No recuerdo que
Lucio haya sido bueno para las canicas. A él le gustaban otras cosas. Era muy
observador, le gustaba platicar con la gente grande, de experiencia, y desde
chico se preocupaba por la gente. Cuando andábamos trabajando me decía ya
mataron a fulano, o que zutano no tiene para comer. Esas eran sus pláticas”.
“El día que tuvimos un carrito, lo
hicimos nosotros, con cajas de cerillos y corcholatas. También jugábamos
papalote. Los fabricábamos con papel de china, hilo y varitas sacadas del hueso
de palma de coco. Volaban muy bien”. Platicó
Pablo Cabañas al periódico Reforma
el 29 de noviembre del 2002.
Los hermanos Cabañas vivieron en El
Porvenir únicamente los primeros años de su vida. Después con su padre, sus
tías y toda la familia, se mudaron al pueblo de Cayaco ubicado en la parte baja
de Coyuca de Benítez en las orillas de la brecha de terracería que con el
tiempo sería la carretera Acapulco-Zihuatanejo.
Pablo Cabañas recuerda que en 1945,
cuando Facunda tenía 9, Lucio 7 y él 5 años, se vinieron de El Porvenir por un
problema que tuvo su padre. Se bajaron por el camino de Las Trincheras al Llano
de Ixtla, llegaron donde su tía Felipa Iturio de la Cruz hermana de su abuela
Aldegunda. De ahí se fueron caminando rumbo al Cayaco, municipio de Coyuca de
Benítez, donde Cesáreo Cabañas tenía una mujer que se llamaba María que se
había traído de la Ciudad de México y donde ya cultivaba una huerta de coco que
comenzaba a producir. En ese traslado al pasar por Zacualpan a Pablo lo andaba
matando un carro, se descuidó porque no los conocía, para él y al parecer para
sus hermanos era nuevo ver esos aparatos caminando.
Cuando Lucio tenía ocho años, Facunda,
diez y Pablo, seis, ingresaron a la primaria después de que toda la familia se
mudó al pueblo de El Cayaco, municipio de Coyuca de Benítez. No habían ido a la
escuela porque en El Porvenir no había. Los llevó Marciana Iturio, los tres
entraron a primer año. En esa escuela, Facunda y Pablo estudiaron hasta segundo
año y Lucio hasta tercero.
Combinando el estudio con el trabajo
del campo, Chío estudió hasta tercero
de primaria porque la escuela del Cayaco no tenía más grados, fue entonces
cuando los hermanos Cabañas se dedicaron de lleno al trabajo del campo, donde
se la pasaban cantando, “ustedes son los que alegran los caminos” les decían
los campesinos al verlos pasar.
Su padre tenía la intensión de que
sus hijos se fueran con el abuelo Pablo a vivir a la colonia Río Blanco en la
ciudad de México para que tuvieran una mejor educación. En eso asesinaron a
Leonardo Cabañas cuando lo estaban enterrando llegó el telegrama a su padre que
había muerto el abuelo en la ciudad de México y al año mataron a don Cesáreo
cuando Lucio tenía 12 años. Cesáreo Cabañas fue asesinado en San Jerónimo
de Juárez, el día 8 de marzo de 1950, con él
desapareció la figura paterna. Dice el Reforma
que: “Eso obligó a madurar rápidamente a los niños en el duro trabajo de
ganarse el pan; alejando las esperanzas de estudiar para enfrentarse a
problemas propios de los adultos”. Lucio y Pablo se alquilaban como peones por
dos pesos con cincuenta centavos o cinco pesos diarios, trabajando de diez a 12
horas sembrando maíz, criando animales, chaponando,
cortando leña o cargando pesados costales. Después consiguieron un trabajo a
destajo, mejor pagado, partiendo y sacando coco, era los tiempos de la bonanza
de la copra, era un trabajo agotador pero se ganaba un poquito más.
Dice Pablo Cabañas Barrientos que en
Cayaco no tenían para comer, les echaban de bastimento dos tortillas, la mitad
de un limón agrio y un puñito de sal, con eso tenían para trabajar todo el día
en la milpa. Sufrieron hambre porque quien los mantenía era su tía que trabajaba
en la milpa como si fuera el capitán de los peones, que eran ellos, y cruzaba
por delante como si fuera hombre.
Lucio desde pequeñito platicaba con
los viejos, visitaba a la gente por eso todo el pueblo de Cayaco lo quiso.
“Siempre estuvo metido en la vida de los demás”, recuerda Pablo Cabañas.
“Siempre se la pasaba cantando, iba a la escuela y regresaba cantando, siempre
andaba cantando hasta en las milpas” por eso la gente lo recuerda cantando. Ya
de grande Lucio le platicaría a su amigo Dagoberto Ríos Armenta que de niño
tenía mucha devoción y que sentía que Dios siempre estaba con él cuidándolo.
Quizá eso explique su alegría permanente.
Un
día Lucio vendió un
anillo que le habían obsequiado y se puso de acuerdo con el señor Juvencio Leyva
que tenía dos hijos en el internado 21 de Tixtla y “agarró un cartón y se fue a
acompañar a Bencho para conocer
Tixtla, ya no se regresó allá se quedó se metió a la escuela Vicente Guerrero…
Cuando se fue a Tixtla tenía 17 años ya era un bailador y tenía novias”.
Cuando se fue se dio un pleito en la
casa porque la familia decía que él que se iba a estudiar era para agarrar
vicios, otros decían que Lucio se había ido a preparar para vengar a su padre.
Ya en la escuela Vicente Guerrero de Tixtla estudió cuarto año y consiguió una
boleta de quinto año y se fue a sexto año en la normal donde salió becado.
Lucio terminó la primaria a los 18 años. Pablo Cabañas dice que primero se
subieron la edad para hacer el servicio militar, después se la quitaron para
poder entrar a la normal, porque no aceptaban mayores de 18 años. Por eso hay
la duda sobre su nacimiento, si nació en 1936 o 1938. Por eso Pablo verifica;
Lucio nació en 1937.
II
A los 17 años Lucio Cabañas abandonó
la casa de sus tías en Cayaco para poder estudiar en Tixtla. Cursó el cuarto
grado mientras trabajaba en el campo y vendía paletas de hielo. Por las noches
trabajaba como velador del hotel del señor Taide Valle. Por ser autodidacta
pudo saltarse el quinto grado y estudiar el sexto en la Escuela Normal Rural de
Ayotzinapa. En el mismo lugar terminó la secundaria y la Normal. Se recibió de
maestro a los 27 años y asistió a la ceremonia de graduación con ropa sencilla,
sin el traje de la ceremonia.
A Lucio le gustaba hablar en público
así lo conocieron Serafín Núñez Ramos y Octaviano Santiago Dionicio. “Desde
sexto año de primaria empezó a hablar en las reuniones, a distinguirse. Era
buen orador siempre le gustó hablar en público” declaró al periódico Reforma su hermano Pablo Cabañas
Barrientos.
En la escuela Normal destacó como
dirigente y buen orador, entró de lleno a la política estudiantil
convirtiéndose en dirigente de la sociedad de alumnos; su primera acción
política fue reunir a los alumnos para exigir a los maestros cumplimiento de su
trabajo, porque sólo daban clases unas dos veces y se iban a descansar.
“Era el mes de febrero de 1956
cuando un joven campesino como de dieciocho años de edad llegaba a la Normal de
Ayotzinapa”, comenta Vicente Estrada Vega entrevistado por Simón Hipólito.
“Tanto el director como los maestros solamente nos daban clases una a dos veces
por semana, ya que se iban de asueto. Eso disgustó a Lucio, que una tarde nos
reunió para decirnos que procedíamos del sector más pobre del país, el
campesino, que si nuestros padres con grandes sacrificios y quitándose el
bocado de la boca nos mandaban a estudiar para cambiar en algo nuestra
situación, que no era justo que siguiéramos el juego al director y a los
maestros, que deberíamos llamarlos y exigirles puntualidad. Así se hizo y una
tarde llamamos al director y maestros a una asamblea, donde les exigimos
puntualidad. Como no quisieron, solicitamos su remoción de la normal y lo
logramos”.
Algunos testimonios dicen que
después del movimiento organizado por Lucio, a raíz de la remoción de director
y de los maestros, hubo algunos pleitos y fue agredido con un puñetazo que le
dejó una cicatriz en la ceja. Ese movimiento logró que mejoraran las
condiciones en la normal y desde allí Cabañas aumentó su popularidad como líder
natural. Arturo Miranda Ramírez y Carlos G. Villarino en su libro El otro rostro de la guerrilla 40 años
después escriben que Lucio Cabañas
ingresó a la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Brugos” de Ayotzinapa para
concluir sus estudios de educación primaria en un grupo que funcionaba como
anexo a la Normal para las prácticas de los estudiantes de nivel profesional.
“El grupo académico estaba dirigido por la profesora María Ramírez, apodada la
tortolita por su pequeña estatura. Era muy apreciada y respetada por su
capacidad y seriedad académica. Maestra abnegada, quien prácticamente se
convirtió en la segunda madre de Lucio, a quien apoyaba y le daba consejos,
sobre todo en relación a sus problemas económicos y familiares”.
“En 1956, al ingresar a primero de
secundaria, Lucio ya era ampliamente conocido por todos los alumnos y maestros.
A quienes ingresamos ese año, provenientes de diferentes lugares nos causaba
extrañeza que siendo compañero de grupo y que se suponía también era de nuevo
ingreso ya lo conocieran tantos. Como es tradición en los internados, nadie se
escapaba de ser bautizado con sobrenombre y de buenas a primeras alguien le
puso a Lucio El Chivo”. Se sabe que
en una de sus visitas al internado sus familiares le llamaron Chío y los que escucharon pensaron que
le decían Chivo por eso le quedó ese mote.
“Algunos compañeros lanzaban una
imitación del balido de los chivos para anunciar su presencia; con su sencillez
y una sonrisa contestaba sin alterarse ¿Qué pasa zanquitas que pasa?”
La sencillez y el carisma de Lucio
trascendieron al grupo académico porque convivía con los demás estudiantes de
la misma escuela y por varias horas apoyaba en sus labores a los campesinos que
tenían sus parcelas en las cercanías de la Normal, con los que cultivó una
entrañable amistad.
“Para 1959, Lucio era ya el
estudiante más querido por los normalistas – dicen Miranda y Villarino- año en
que correspondía el cambio de Comité Ejecutivo Estudiantil. La dirigencia se
elegía en asamblea a la cual todos deberíamos asistir. Era una práctica que en
los hechos servía de enseñanza política de las viejas generaciones a las
nuevas. En esta ocasión compitieron dos planillas; una encabezada por Francisco
Santana (a) ‘La gallina’, alumno del nivel profesional y la otra por Lucio
Cabañas, estudiante aún de secundaria. La asamblea fue muy agitada, los de
profesional argumentaban que no era posible que la sociedad de alumnos fuera
dirigida ‘por un secundariano’, pero a la hora de la votación Lucio ganó por
amplia mayoría, gracias al trabajo de proselitismo que realizó previamente
incluso entre los de profesional”.
El triunfo de la revolución cubana
en enero de 1959 tuvo un impacto importante en la historia mundial y despertó
la esperanza en el resto de los países de América Latina donde se fortalecieron
los movimientos de izquierda. Ese impacto llegó a la Normal de Ayotzinapa, en
donde Lucio e Inocencio Castro Arteaga instalaron en la oficina del Comité
Ejecutivo de la Sociedad de Alumnos una radio de bulbos que diariamente a las 8
de la noche captaba las transmisiones del Ejército Rebelde desde la sierra
maestra de cuba. Cuando se iba la señal provocaba desesperación entre los
oyentes, pero al final, “Lucio aprovechaba el interés y entusiasmo de los
radioescuchas para explicar la trascendencia e importancia histórica que tenía
para Cuba, México y América Latina la lucha emprendida por los cubanos
revolucionarios”, recuerdan Miranda y Villarino.
Con la colaboración de las embajadas
del entonces bloque socialista, Lucio recolectó libros y revistas y con ellos
fundó la “Biblioteca Socialista” en las oficinas del Comité Ejecutivo de la
sociedad de alumnos. Por lo que fue objeto de hostilidad por parte de unos
maestros que eran miembros de los grupos apegados al poder.
En ese tiempo se vino el movimiento
en contra del gobierno de Raúl Caballero Aburto quien se caracterizó por ser
uno de los gobernadores más represores y cometer muchos asesinatos en aras de
una supuesta seguridad y justicia en el estado. Se les aplicaba la ley fuga a
los presuntos delincuentes. En Atoyac tuvieron fama La
Trozadura y
El Charco
Largo donde
fueron ajusticiados muchos ciudadanos de esta ciudad sólo por las sospechas de
ser delincuentes o por señalamientos dolosos de algunos vecinos.
En 1960 la Normal Rural de
Ayotzinapa se sumó al movimiento por la caída de Caballero Aburto: “Lucio fue
nombrado presidente de la huelga en la Normal y de manera audaz trepó a la
azotea del edificio de dos plantas recientemente construido en la parte norte
de las antiguas canchas de basquetbol para plantar con mucha solemnidad la
bandera rojinegra” se lee en El otro
rostro de la guerrilla 40 años después. Se organizó la huelga y se hicieron
marchas que recorrieron el centro de Tixtla y los alumnos de la Normal se
turnaban para montar guardias en la parada cívica de Chilpancingo.
Desde sus discursos de la Normal en
esa lucha contra el caballerismo Lucio decía: “A esos que se cubren su cabeza
con bacinicas verdes les decimos: no les tenemos miedo porque el pueblo está
con nosotros decididos a triunfar”. Así se refería a los soldados y policías,
algo parecido pronunciaría el 18 de mayo de 1967.
Durante el desarrollo de esa lucha
Lucio Cabañas vino a encabezar algunas protestas a su tierra. Una de ellas fue
el 11 de diciembre de 1960 cuando a la una de la tarde hubo un mitin en el
Zócalo de la ciudad cafetalera en contra de Raúl Caballero Aburto. La policía
urbana y auxiliar que estaba comandada por el mayor Adalberto Lira Torres
disparó contra los manifestantes hiriendo a Leónides Bello, los manifestantes
repelieron la agresión con piedras y palos, pero los organizadores del mitin
entre ellos, Lucio Cabañas Barrientos, su mamá Rafaela Gervasio y su tía
Celerina Cabañas fueron detenidos y llevados a la cárcel municipal. Ese día a
doña Celerina le rompieron un dedo al colgarse del cinturón de Lucio para
evitar que se lo llevaran preso pero la arrastraron junto con él hasta lo
separos de la preventiva. Muchos años después mostraría con orgullo su dedo roto
como si fuera un trofeo de guerra. Ese día la gente se organizó y enardecida
regresó al palacio municipal para rescatar a sus líderes y el Presidente
Municipal, Raúl Galeana Núñez tuvo que liberarlos.
A las ocho de la noche del día
siguiente, el mero día de la virgen, hubo una cabalgata con antorchas y con un
altoparlante recorrieron las calles de la ciudad y al llegar al Zócalo
realizaron un mitin. Ahí Lucio Cabañas, quien fue el primero en abordar la
tribuna denunció que el gobierno de Caballero Aburto asesinó a su padrastro
Juan Serafín Martínez y por eso su madre tenía que sufrir el trabajo duro del
campo para sacarlos adelante.
Años más tarde en uno de sus
discursos en la sierra ya como guerrillero diría: “Nosotros, desde cuando
Caballero Aburto, hicimos pueblo. Los de Ayotzinapa, los de la escuela Normal
Rural nos metimos por todos los pueblitos y donde quiera anduvimos haciendo
mítines y todo, y acarreando al campesinado. Incluso cuando anduvimos de
dirigentes en Ayotzinapa dábamos ropa a los pobrecitos campesinos que no tenían
para vestirse y se acercaban a Ayotzinapa”. Eso se escucha en la voz de Lucio
en unas grabaciones que fueron dadas a conocer por primera vez por Luis Suárez
y que ahora se consiguen con relativa facilidad.
Cuando
terminó el movimiento anticaballerista después de la masacre del 30 de
diciembre de 1960, Lucio se reintegró a la normal para continuar con sus
estudios y formación política. Pero fueron pocos meses lo que estuvo dedicado a
sus clases. “En mayo de 1961, se llevó a cabo en la Normal de Huerta, en Morelia
Michoacán el Congreso Nacional ordinario para elegir el Comité Ejecutivo
Nacional de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México
(FECSM) integrado por 28 normales rurales, en el cual salió electo Lucio
Cabañas Barrientos como secretario general, a pesar de la oposición de la
dirigencia nacional de la Juventud Comunista que quería impulsar en el cargo a
un priísta”, señala Luis León Mendiola.
Cabe mencionar
que algunos testimonios dicen que el congreso de la FECSM fue en El Mexe
Hidalgo y otros que en Huerta Michoacán. Lo cierto es que después de esa
elección se vino la división de la FECSM por eso: “La unificación fue la
primera tarea de Lucio, para tal efecto se trasladó a El Mexe, habiendo perdido
un año de estudios. Es por eso que en lugar de graduarse en 1962, lo logró
hasta 1963. Lucio recorrió las 29 normales (Mendiola menciona 28) hasta lograr la unificación política y así
lograba su reconocimiento como dirigente estudiantil indiscutible de todas las
normales rurales del país”, afirman Miranda y Villarino.
A pesar de andar
recorriendo el país, Lucio no se olvidaba de su tierra el 17 de diciembre de
1961 asistió a una convención de estudiantes a la ciudad de Atoyac, que se llevó
a cabo durante tres días en el Cine
Álvarez para formar la Federación Estudiantil Guerrerense, la inauguración
estuvo a cargo de Braulio Maldonado. En ese evento Lucio Cabañas Barrientos
defendió con vehemencia a los indígenas de la Montaña que en ese tiempo venían
a cortar café a la sierra. Condenó el hecho de que despectivamente se les
llamara chantes cuando son los dueños originales de la tierra en que vivimos,
rememora José Hernández Meza.
La escuela normal de Ayotzinapa y la
lucha popular estudiantil le dieron la más importante formación
teórico-práctica fue allí donde conoció la teoría revolucionaria y el ejemplo
del Che Guevara. Lucio Cabañas no era
afecto a las bebidas embriagantes ni a los cigarros, su preocupación eran los
problemas sociales. Solía alejarse al campo donde buscaba pláticas con ancianos
campesinos porque de ellos aprendía valiosas experiencias.
En noviembre de
1963 egresó Lucio de la Normal de Ayotzinapa y en breve llegaría con la clave 36108 como maestro a
Mexcaltepec. Donde escribiría con sus actos otra historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario