sábado, 24 de septiembre de 2016

Guerrilleros XXV (Última parte)

Víctor Cardona Galindo
Estando la guerrilla al norte de Ixtla y cerca de Las Trincheras, a mediados de septiembre de 1972, se reincorporaron Carmelo Cortés Castro y Carlos Ceballos Loya, quienes se fugaron de la cárcel de Chilpancingo el 20 de agosto. En esas fechas comenzaron a subir, a la sierra, diversos grupos del Movimiento Armado Socialista que pretendían formar una sola organización revolucionaria en todo el país.
Una llave pública de agua en El Rincón de los Parotas,
 vestigio de lo que fue el Plan de Desarrollo 
Integral del Estado de Guerrero que llevó a las 
comunidades agua potable, caminos, las tiendas 
Conasupo y energía eléctrica. 
Foto: Víctor Cardona Galindo.

El  28 de septiembre de  1972 el gobierno anunciaba el Plan de Desarrollo Integral del Estado de Guerrero y se iniciaría lo que Lucio Cabañas llamó un tercer tipo de campaña en contra de la guerrilla, que empezaron a ser militares y políticas. Llegaron doctores que fueron a curar y a regalar medicinas, pero también comenzaron abriendo carreteras, llevando tiendas de abasto, energía eléctrica, agua potable, cursos de oficios para las mujeres y créditos para los campesinos.
De pronto se supo, en la cabecera municipal, que Lucio Cabañas fusiló en Las Trincheras a los campesinos Gumersindo Ramírez Ortiz y Pedro Nogueda Radilla. El procurador Francisco Román dijo a la prensa que Lucio Cabañas fusiló a Pedro Nogueda por negarse a colaborar con la causa y otros medios especularon que fueron fusilados por ser familia del gobernador Israel Nogueda Otero.
“Tras un juicio sumario –‘sumarísimo’, dicen aquí-, los campesinos Gumersindo Ramírez Ortiz y Pedro Nogueda Radilla, este último pariente cercano del actual gobernador Israel Nogueda Otero, fueron ‘pasados por las armas’ la madrugada del sábado, en plena sierra de Atoyac de Álvarez”, publicaba Ultimas Noticias el 16 de noviembre, quien agregaba: “Sin embargo, ha trascendido que los ‘fusilados’ hablaron demasiado  y por ello se expusieron a la venganza de los guerrilleros”.
Por su parte El Gráfico de Acapulco dio a conocer la noticia de que el guerrillero Lucio Cabañas Ba­rrientos, fusiló a dos de sus seguidores de nombre Gumersindo Ramírez Ortiz y Pedro Nogueda Radilla en el poblado de Las Trincheras de este municipio de Atoyac.
Marco Bellingeri en su libro Del agrarismo armado a la guerra de los pobres 1940-1974, comenta que en noviembre de 1972, la guerrilla había regresado al campamento de Arroyo de Ixtla, cuando se solicitó su intervención en un conflicto de orden interno en la comunidad de Las Trincheras.
“Unos jóvenes habían secuestrado y violado a una campesina. Se pedía a la Brigada que hiciera justicia. Es interesante destacar, en este caso, que el Ejército acababa de retirarse de la localidad y era a los guerrilleros a quienes se les pedía cumplir la función de autoridad. La guerrilla discutió ampliamente el problema y, a instancia de Lucio, se decidió intervenir para castigar a los presuntos culpables. Después de un juicio popular muy sumario, los culpables fueron condenados a ser fusilados en el acto. Sin embargo, ya había sido decidido, y comunicado a la comunidad, que solamente se hubiera debido tratar de un simulacro, considerándolo castigo suficiente por el crimen cometido. Un accidente, que los miembros del grupo guerrillero atribuyeron a la obra consciente de un supuesto provocador infiltrado en la Brigada, provocó que los culpables fuera ajusticiados”.
Dice Gustavo Hirales, en Memoria de la guerra de los justos, que la asamblea sabía que nada más era para asustarlos. La población de la comunidad afectada también sabía que era de mentiras y estaba de acuerdo con el escarmiento. “Pero, naturalmente, los muchachos sentenciados no sabían que era broma y, cuando les estaban formando el cuadro, salieron corriendo”. Héctor les tiró con FAL, porque pensó que iban a denunciar la ubicación de la Brigada.
Ángel Custodio Reyes Serrano, que en aquél tiempo era agente del Ministerio Público en Tecpan de Galeana, escribió el libro: Lucio Cabañas, Genaro Vázquez y su guerrilla ahí dice que este caso, “Es una historia un poco rara. Sucede que Gumersindo, el muerto, pretendía a una muchacha llamada Teodora, hija de José Plascencia Ponce y Juana Radilla. Según se sabe, lo rechazaba siempre que él se le acercaba y le hablaba de amores. El muchacho, aunque más constante, recibía igual número de rechazos”.
“Desesperado le habló a su amigo Pedro Nogueda, pariente de Teodora, para que éste le ayudara a conquistarla nuevamente fue rechazado Gumersindo, por lo cual despechado decidió junto con Pedro raptarla”. Robarse una muchacha, en aquellos tiempos, era común en la región y el rapto de Teodora se llevó a cabo el 4 de noviembre de 1972.
Teodora acostumbraba todos los días, como todas las muchachas del lugar, acarrear agua del arroyo que se encuentra en la salida del barrio, y ese día bajó como de costumbre. Gumersindo y Pedro la esperaban. La amenazaron, la jalonearon y como se defendía y resistía la golpearon y se la llevaron para el monte.
Ella se defendió y resistió inútilmente, entre los dos lograron someterla a golpes y por la fuerza. Gumersindo abusó de ella y se la llevó para su casa. Por eso sus familiares trataron de arreglar este asunto. José Plascencia, padre de Teodora, hombre sencillo pero de mucho carácter, estaba sumamente indignado con los individuos que raptaron a su hija. “No recibió ni a los familiares, ni a los ‘pedidores’; aunque éstos eran las mejores personas del barrio y eran sus amigos. Serenamente les pidió como única condición para tratar de solucionar este problema. Que estuviera ella presente para decidir esta cuestión”, comenta Reyes Serrano.
“Teodora era menor de edad y quería saber por boca de ella su decisión. Los familiares de Gumersindo estaban renuentes en llevarla quizá porque presentían ‘algo’ desagradable. En el último momento decidieron llevarla, porque consideraron que seguramente ella iba a aceptar el casamiento”.
“Al encontrarse en su casa, con sus padres, Teodora llorando inconsolablemente les relató la amarga experiencia sufrida, la reacción de José era de esperarse, ¡estaba furioso con todo mundo! Corrió a todos, y de no ser por su esposa seguramente que algo malo hubiera pasado. Todos se retiraron en silencio, decir alguna palabra implicaba contradecir a don José, y pues... ni modo, dejaron a Teodora”.
El padre solicitó al comisario hiciera una asamblea para que este problema se tratara y se diera una solución. La asamblea se llevó a cabo el viernes, 10 de noviembre, estuvieron mucha gente en ella: Don José y su hija en primera fila, Jesús Ramírez Delgado, padre de Gumersindo también, y a un costado y junto a él, Félix Nogueda Radilla hermano mayor de Pedro.
En la asamblea el padre de la ofendida pidió que los raptores se fueran de pueblo o si no las cosas se iban arreglar de otra manera. Era una decisión tajante. Luego “Don José y su hija salieron de la asamblea. Él no esperó ninguna sugerencia o alguna proposición”.
Pero luego el pueblo se llevó una sorpresa. Llegó Lucio Cabañas con su gente, inmediatamente reunieron a todos en la escuela del lugar. “Yo soy Lucio Cabañas –dijo- y las personas que me acompañan son de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento, y nuestra presencia esta noche con ustedes es antes que nada muy dolorosa para nosotros, porque se trata de un caso muy delicado que ha ocurrido en esta localidad, y el cual todos ustedes conocen perfectamente. Por lo tanto, como ya es bien conocido de todos ustedes ya no entraremos en detalles, valga decir que la Brigada Campesina de Ajusticiamiento, parte integrante y brazo armado del Partido de los Pobres (Pdlp), ha deliberado ampliamente sobre este bochornoso y humillante caso. ¡Se ha cometido un atropello! ¡A una mujer indefensa hija de un compañero! ¡No podemos pasarlo por alto! ¡Ningún revolucionario  puede permitir semejante ultraje!”.
El “Diario de un Combatiente I” publicado en el libro Papeles de la sedición o la verdadera historia político militar del Partido de los Pobres, compilado por Francisco Fierro Loza dice que cuando se les solicitó por parte de la comunidad intervenir, la guerrilla discutió ampliamente el caso y “Para cumplir esta misión, entramos al pueblo de Las Trincheras en fecha 10 de noviembre de 1972; para cumplir con el plan se habían designado varias comisiones; una para detener a los acusados, otra para realizar el simulacro de fusilamiento, otra más para cubrir las entradas al pueblo y una última para acompañar a Lucio; el resto de la guerrilla se concretaría a estar prevenida para el caso que se suscitara algún problema”.
“Fijamos como hora de entrada al pueblo las cinco de la mañana del día siguiente -11 de noviembre- para poder encontrar a los campesinos todavía sin salir de sus casas”. Las comisiones cumplieron con lo que se les encomendó, los dos campesinos fueron detenidos, se reunió el pueblo en el patio de la escuela y sin que estuvieran presente los capturados se les dijo que se haría un fusilamiento simulado, que se les perdonaría la vida por ser gente pobre. Los jóvenes son conducidos entonces a la escuela donde se les hace un juicio público, con la presencia de la muchacha ofendida y de su padre.
Durante el juicio, la joven niega tener cualquier tipo de relación previa a los hechos con el acusado. Se les declara culpables y se les traslada al pie de una enorme ceiba, donde serían ejecutados. Se les intenta amarrar y vendar pero ellos se niegan. La comisión de fusilamiento se pone frente a los jóvenes y se da la orden que preparen, los fusiles suenan al cortar cartuchos listos para disparar hacia arriba y en este preciso momento los campesinos huyen por la maleza, ansiosos de salvar su vida. “Los fusiles son disparados al aire y se les grita que no corran porque no se les va a matar. Sin embargo Zeferino Arrazola, Héctor, que no tenía ninguna comisión, apunta con toda precisión en contra de uno de ellos y lo atraviesa de un balazo el estómago, al otro, que había logrado alejarse mucho más, Zeferino lo persigue, le apunta con igual precisión y le pega también un balazo, cayendo el cuerpo en la maleza de la orilla de un arroyo. Todo esto sucedió en unos cuantos segundos”.
Lucio gritaba que no disparara y corría detrás de Zeferino sin embargo nada pudo hacer. “Con esta situación dolorosa de la muerte de los dos campesinos a manos de un provocador, terminaba el incidente de una injusticia que quisimos reparar, cometiendo una mayor; el fusilamiento de ‘chismito’, como le decían algunos compañeros, se convertía en una tragedia”, dice el guerrillero que escribió el texto. Hubo llanto colectivo, solicitud de perdón pero ya no había remedio. Esto le causó cierto desprestigio a la Brigada.
Conforme al reporte de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) Pedro Nogueda y Gumersindo Ramírez Ortiz fueron llevados a juicio público en Las Trincheras, por la Brigada Campesina de Ajusticiamiento, por el secuestro de Teodora Plascencia Radilla. Pedro escapó pero Gumersindo murió de un balazo ese día en el Sanatorio Sotelo, de San Jerónimo.
Dice el informe de la DFS que Lucio estuvo el 11 de noviembre en Las Trincheras “donde pretendieron  juzgar y fusilar en presencia de los pobladores, a Gumersindo Ramírez Ortiz y Pedro Nogueda secuestradores de Teodora Plascencia”. Agrega el reporte “Pedro Nogueda tuvo la oportunidad de fugarse no así Ramírez Ortiz, que fue herido por proyectil de arma de fuego en la región umbilical falleciendo el día 11 del actual, en el sanatorio Sotelo del poblado de San Jerónimo, cuando era atendido”.
Al arribar dos secciones del 48 Batallón de Infantería a Las Trincheras durante la madrugada del 13, los pobladores dijeron que Ramírez Ortiz fue balaceado en las huertas de café cuando intentaba huir. Señalaron que la Brigada se desplazó rumbo a los Llanos de Santiago y después hacia Río Santiago. Las tropas que inspeccionaban la región encontraron el cadáver de Pedro Nogueda, en pleno estado descomposición, dice la ficha de la DFS.
Los guerrilleros autorizaron al pueblo para que los denunciara ante las autoridades y le echara toda la culpa para evitar la represión. Luego se mantuvieron a la expectativa cerca de Las Trincheras vigilando a los soldados que los buscaban. Después avanzaron un poco y colocaron su campamento el cerro de El Zanate en las inmediaciones de San Martín de las Flores.
Mientras esto ocurría en la sierra. La noche del 19 de noviembre de 1972, durante la velada que el Ayuntamiento organizó con motivo de la víspera del día de la Revolución Mexicana, el joven estudiante de leyes, de la Universidad Autónoma de Guerrero, Jorge Radilla Galeana, en nombre del Comité Juvenil del PRI, aprovechó su discurso para recordar el 2 de octubre de 1968, denunciar al presidente de la República Luis Echeverría Álvarez y al gobernador Israel Nogueda Otero, lanzando vivas a la fuerzas armadas de la sierra y al guerrillero Lucio Cabañas Barrientos. Antes que abandonara la ciudad fue detenido al llegar a la terminal. Al día siguiente fue destituido el comité juvenil y el presidente del comité municipal del PRI Juan Pano Ríos.

A principios de diciembre de 1972, Lucio viajó a la Ciudad de México y otros estados de la república, dejando como responsable de la Brigada a Carmelo Cortés Castro. La policía detectó a Cabañas en Durango ese mes. 

domingo, 18 de septiembre de 2016

Guerrilleros XXIV


Víctor Cardona Galindo
El Quemado fue fundado por excombatientes vidalistas que formaron parte de la Colonia Agrícola Juan R. Escudero. Antes vivieron en La Tamalera, comunidad que estaba en los terrenos de la hacienda de Los Cortés, pero el 11 de abril de 1934 los federales y “voluntarios” al servicio de los terratenientes de Atoyac arrasaron y quemaron La Tamalera, para después colgar a los líderes. La población se dispersó, algunos se asentaron en Cacalutla, pero la mayoría subió más arriba de las montañas donde, entre milpas, piedras y palmeras de cayaco, construyeron toritos con techos de palapa y fundaron una nueva cuadrilla que se llamó Villa Guerrero.
Calle principal de la desparecida colonia Agrícola 
Juan R. Escudero, 20 de julio de 1930. Foto tomada 
por el ingeniero Armando González Guerra. Archivo 
General Agrario.

Pero sus enemigos nos los dejaban en paz, Villa Guerrero fue atacada en tres ocasiones por un grupo de civiles al servicio de los terratenientes que se oponían al reparto agrario. Los “voluntarios”, que era un grupo de guardias blancas al servicio de los hacendados, encabezados por Dionisio Fierro de El Cucuyachi, las tres veces redujeron a cenizas al endeble caserío, por eso el pueblo fue rebautizado como El Quemado y reconstruido con casas de adobe, cuyos muros servían de parapeto para resistir los embates de sus enemigos. Pero luego los habitantes del El Quemado se organizaron, y al mando de Toribio Gómez Pino, formaron parte de las reservas rurales y atacaron el 7 de enero de 1938 a la familia Cortés en Cacalutla arrasando con la hacienda. “A las 6 de la mañana /Cacalutla fue sitiado /a los Cortés y Ventura /los primeros que agarraron… Ellos se hallaban sitiados /y lo estaban matando /las casas de los corteces /se las estaban quemando”, quedó el recuerdo en los versos del corrido.
E 1939 después de muchos enfrentamientos, persecuciones y sacrificios recibieron las tierras del ejido. Por eso dicen que los guachos los atacaron con saña aquella vez: “porque los viejos fundadores de El Quemado eran hombres de ‘güevos’, hombres que no se doblan a la primera”. Un viejo agrarista de Los Valles le dijo un día a un coronel: “Somos más civiles que soldados, si ustedes y nosotros nos medimos en el llano, no nos aguantan ni un día”, quizá por eso los militares querían “quebrar” pueblos completos, porque conocían su historia.
Muchos de los detenidos aquél fatídico septiembre de 1972, en El Quemado, eran viejos campesinos, que en su juventud agarraron las armas para exigir la tierra. Eran herederos de la tradición de Francisco Pino, El Tejón de la Cinta Baya; eran hombres que después de guardar su fusil tomaron el machete para tumbar los tlacololes para hacer milpa y callejonear la selva para sembrar café. Eran hombres apegados a la tierra que ganaron con sudor y sangre. Antonio Onofre Barrientos detenido en esa redada combatió al lado de Silvestre Castro, El Cirgüelo; y a lado de Amadeo Vidales Mederos defendiendo el Plan del Veladero.
Claudia Rangel Lozano en el libro: México en los setenta. ¿Guerra sucia o terrorismo de Estado? Hacia una política de la memoria, también escribe de la amarga experiencia que vivieron los habitantes de El Quemado, ella habla que se llevaron 95 hombres y que primeramente los encerraron en una casa grande de tejas abandonada, hacía tiempo, por la familia Mercado.
Una de las mujeres que presenció la detención de los hombres, explicó a Claudia Rangel, cómo, además de no contar con órdenes de aprehensión, se robaban los documentos con la finalidad de desaparecer su identidad y que no pudieran reclamar después su paradero; esto significa –dice Claudia- que tenían bien planificado el proceso. “El Ejército se llevó todos los documentos de los hombres para que no se pudiera reclamar. Los militares entraban en las casas, hacían cateos, sacaban las fotos, se llevaban los documentos”. 
Para el 13 de septiembre, 19 lugareños de El Quemado, ya estaban consignados ante el Ministerio Público Federal por haber atacado al Ejército: “Las 17 personas consignadas auténticas piltrafas humanas que aún presentan en sus carnes abiertas las huellas de la tortura a que han sido sometidas, declararon asesoradas por su defensor de oficio (...) que ellos no tienen ninguna conexión con Lucio Cabañas y no haber participado en ninguna forma en la masacre”, decía la nota que el Novedades de Acapulco cabeceó como: “Deprimentes diligencias con los guerrilleros”, aquel el 13 de septiembre de 1972, que Eneida Martínez desempolvó de la hemeroteca.
Los detenidos fueron sometidos a terribles vejaciones. El 18 de septiembre debido a los golpes murió Ignacio Sánchez un campesino de aproximadamente 70 años de edad, “Por causa que se desconocen, ayer en la mañana murió dentro de la cárcel municipal el detenido Ignacio Sánchez Gutiérrez”, publicaba el Novedades de Acapulco. Sin embargo, su deceso no tuvo mucha trascendencia en los demás medios de comunicación.
Al día siguiente de la muerte de Ignacio Sánchez Gutiérrez, se reflejó en los medios la aprehensión a otros siete campesinos: “Nicolás Valdez Palacios, Tito Flores Morales, Pedro Arizmendi Moreno, Fausto Sandoval Valdez, Fortunato Benítez Reyes, Pedro Baltasar Pino y Bruno Reyes Nava” la nota de Gaudencio Valente Campos, en el Avance de Guerrero aquel 20 de septiembre de 1972 se titulaba: “Cabañas obligó a campesinos a disparar”.
Los días subsiguientes se reflejaron en los medios un rosario de detenciones arbitrarias contra más campesinos que nada tenían que ver con la emboscada. El 21 de septiembre quedaron detenidos en la cárcel de Acapulco las siguientes personas; “Salustino Valdez Palacios, José Ramos Pano, Telésforo Valdez Palacios, Celso Pino Hernández, Juan Rodríguez Díaz, Leonardo García Téllez, Victoriano Flores de la Cruz, Agustín Ríos Ocampo, Benito Manríquez Jiménez e Hipólito Morales Piza”
De acuerdo a la investigación de Eneida Martínez en su tesis: Los alzados del monte. Historia de la guerrilla de Lucio Cabañas, otros dos fueron a parar a la cárcel el 23 de septiembre, “Juan Onofre Gómez, Cirilo Gatica Ramírez, quienes se encuentran confesos de haber participado en la emboscada...” Dos días después atrapan a “Guillermo Sotelo Rabiela, Domingo Linares López, Reynaldo Adame Bernal, Eusebio Bello Hernández, Lino Quintero Cruz, Sixto González Hernández, Higinio Castañón Adame, Bernardo Reyes Félix y Pablo Loza Patiño”.
Un día antes de cerrar el mes de septiembre, se le decreta auto formal prisión al campesino Francisco Ulloa Alcocer, se le acusó “por delitos de robo de armas, incendio al convoy militar, asociación delictuosa y homicidio”, sin embargo, negó todos las acusaciones “al tiempo que mostraba las huellas de tormentos de que fue víctima”.
El 23 de octubre, un mes después de los hechos –dice Eneida Martínez- detuvieron a “Martín Gatica Nava, Odilón Vargas García, Filiberto Radilla Zequeida y Jerónimo Casarrubias Sánchez, este último de 60 años de edad”. A pesar de tener ya una cantidad considerable de pobladores detenidos, la persecución seguía “Elementos del Ejército siguen deteniendo y torturando a campesinos del poblado de El Quemado, municipio de Atoyac”, decía el periódico Revolución de Guerrero.
Después que llegaron los más de 90 campesinos de El Quemado a la cárcel de Acapulco, que se sumaron a los que ya estaban de San Francisco del Tibor, La Remonta y San Vicente de Benítez acusados de la primera emboscada; encabezados por los presos del Partido de los Pobres que habían caído por el secuestro de Farril Novelo, organizaron la primera huelga de hambre para exigir la libertad de los presos políticos.
De la experiencia vivida, Evaristo Castañón ha dicho a la prensa: “No nos culpen si a veces no queremos decir cosas pero estamos aterrorizados todavía. No es fácil revivir esas crueles experiencias, sobrevivir y después andar tranquilos”. El campesino estuvo preso cinco años en la cárcel de Acapulco, sentenciado a 30 años de prisión acusado de haber emboscado al Ejército. Salió libre por la Ley de Amnistía que implementó el gobernador Rubén Figueroa Figueroa, “Después de tanto tiempo de estar encarcelados nos soltaron a morir, pero muchos ya no encontramos a nuestros padres, a nuestros hermanos, llegamos a nuestras humildes casas a empezar de nuevo”.
En aquellos tiempos la autoridad municipal también comenzaba a resentir y enfrentar problemas con los militares. El 14 de septiembre de 1972, el comandante de la Policía Urbana Municipal José María Patiño Aparicio informaba mediante un oficio a sus superiores: “Siendo 12: 15 de la noche se registró un escándalo en el interior del cabaret El Cha cha cha ocasionado por soldados federales que exigían más horas extras de las acostumbradas, debido a que el dueño del establecimiento les seguía dando servicio, cuando la policía los andaba sacando del establecimiento llegó un subteniente profiriendo insultos en contra de la policía, y cuando el segundo comandante le habló para que guardara compostura los soldados, se le echaron encima lográndose zafar en el forcejeo, perdiendo un cargador de 38 súper con cartuchos. Un soldado andaba ebrio y uniformado, también el oficial andaba uniformado y no hizo nada por su parte por controlar los soldados”.
Y las obras llegaron. A las 6 de la mañana del 26 de septiembre arribaron a los pueblos de la sierra, el gerente general de Recursos Hidráulicos en el estado de Guerrero, ingeniero Fernando Galicia Islas; venía acompañado por los ingenieros: Uriel Cano Vicario, director de Pequeñas Obras de la Dirección de Agua Potable y Alcantarillado; Teodoro Villegas, residente general de Agua Potable y Alcantarillado en el Estado. Los recibió el presidente municipal Silvestre Hernandez Fierro y el Administrador del Sistema Federal de Agua Potable de Atoyac Wilfrido Fierro Armenta.
El objetivo del recorrido por las comunidades fue: dotar de agua potable a los poblados de la sierra cafetalera que carecían de ese servicio. La comisión de referencia regresó por la tarde después de recorrer El Rincón de las Parotas, San Andrés de la Cruz, San­tiago de la Unión, Río de Santiago, San Vicente de Benítez y San Vicen­te de Jesús, no llegaron hasta El Paraíso porque se les descompuso la camioneta en que se transportaban.
El 28 septiembre llegó a la ciudad el gobernador del estado Israel Nogueda Otero para informar sobre el Plan de Desa­rrollo Integral que se implementaría en todo el estado, pero principalmente en el municipio de Atoyac, por disposición del presidente de la República Luis Echeverría Álvarez que consistía en la electrificación de las comunidades rurales, a las que por primera vez también llegaría el agua potable, sistemas de riego, créditos a los campesinos, escuelas y solución a sus problemas agrarios.
La reunión se efectuó en el cine Álvarez en donde cada uno de los directores, de las diferentes depen­dencias tanto estatales como federales, dieron a conocer a petición del gobernador el plan de trabajo que el presidente de la república viene desarrollando en todo el estado y preferentemente en la Costa Grande. La reunión de referencia empezó a las 11 de la mañana y terminó a las 6 horas, a la que asistieron representantes de los pueblos del municipio.
En la revista Por qué? del 26 de octubre de 1972, salió a la luz un comunicado en el cual Lucio Cabañas hizo una denuncia contra el gobierno de Luis Echeverría por las arbitrariedades que venía cometiendo en los pueblos de la sierra de Guerrero, también deslindó a los campesinos que estaban siendo detenidos y torturados de haber participado en ambas emboscadas.
“Se torturan, golpean, capan, queman, ahogan y matan a hombres, mujeres, niños y ancianos de los barrios de: Cacalutla, el Quemado, San Andrés, El Cucuyache, Santiago de la Unión, San Francisco, Cierro Prieto, San Juan, El Camarón, Tres Pasos, Los Valles de Jesús, Mezcaltepec, Cayaco, El Rincón, Pie de la Cuesta, Zacualpan, La Vainilla, Las Trincheras, San Martín, La Remonta, El Paraíso, Santo Domingo, Tecpan, El Salto, El Arrayán, La Florida, El Porvenir, Río Santiago, El Refugio, El Posquelite y muchos más (...) A nadie le han encontrado armas, nadie ha robado ni matado, con las torturas les han hecho decir que participaron en las emboscadas contra el ejército, lo cual es mentira y demuestra que el gobierno no quiere reconocer sus derrotas y trata de engañar al pueblo haciendo creer que ha apresado a quienes combatimos por la nueva revolución”.
Y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) hacía sus enroques, preparando sus posteriores jugadas, el cronista Wilfrido Fierro registra que el 2 de noviembre fue retirado de la ciudad el 50º Batallón de Infantería, que estaba al mando del coronel Macario Castro Villarreal y  fue sustituido por el 27º Batallón de Infantería a cargo del coronel Maximino Gómez Jiménez.


sábado, 10 de septiembre de 2016

Guerrilleros XXIII


Víctor Cardona Galindo
Las dos granadas que fueron decomisadas a los soldados el día de la emboscada, no sirvieron a la guerrilla. Eran para  Fusil Ametrallador Ligero (FAL) y nadie de los brigadistas sabía cómo usarlas, por eso Lucio con otros guerrilleros las enterraron en la orilla de la brecha. Lucio se llevó el casco, que un soldado le dio, tenía encima una malla tejida de cordón, pero al poco rato de andar con él, pasó a manos de Joel un guerrillero de Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) quien lo usó varios días, pero después nadie supo donde quedó.
El Instituto de Protección a la Infancia (IPI) se construyó 
en un terreno de don Rosendo Radilla Pacheco. Esas 
instalaciones luego fueron cuartel y después vendidas 
a la empresa Teléfonos de México, para tal efecto los 
gobernantes municipales de la época falsificaron la firma 
del líder campesino, porque él ya no estaba cuando se hizo
 la venta, los soldados lo habían desaparecido. 
Foto tomada de la Monografía de Atoyac de Wilfrido Fierro

El cronista de la ciudad Wilfrido Fierro Armenta registraba el 23 de agosto de 1972. “A las 13:30 horas del día de hoy fueron emboscados nuevamente dos comandos y un jefe militar por el profesor Lucio Cabañas Barrientos y sus guerrilleros, en el paraje conocido por El Arroyo Oscuro, o sea al lado norte del poblado del Río de Santiago, de la zona cafetalera. En el asalto murieron 18 federales entre soldados y oficiales, resultando varios heridos. Los convoyes se incendiaron al estallar unos tanques de combustibles con el impacto de las balas. Los sobrevivientes fueron desarmados. Cabañas una vez consumados los hechos se internó en la sierra”.
Ese día el periódico Novedades de Acapulco da a conocer únicamente los nombres de seis heridos: el sar­gento primero José Juan Olvera Conde, los sargentos segundos Luis Flores Becerra y Anastasio Santiago, el cabo Mario Román y los soldados: Basilio San­tiago Carranza y Augusto Carranza Márquez.
El cronista asienta que el 24 de agosto un helicóptero hizo un recorrido en la zona de la sierra cafetalera de este municipio de Atoyac y sobrevoló el lugar donde fueron emboscados los dos comandos militares. En él iba el secretario de la De­fensa Nacional general Hermenegildo Cuenca Díaz, acompañado del general Joaquín Solano Chagoya, jefe de la 27 Zona Militar con sede en Aca­pulco, con el fin de informarse de los hechos ocurridos. Al marcharse dejó instruc­ciones de perseguir tenazmente al guerrillero Lucio Cabañas Barrientos y a su gente.
Dice el informe de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) que 25 de agosto de  1972 fueron movilizados cinco batallones de infantería y diez mil policías del Estado coordinados por el general Javier Fonseca de la dirección de la Policía Militar de la Defensa para acabar con Lucio Cabañas Barrientos, Carmelo Cortés Castro y Carlos Cevallos Loya, éstos dos últimos se habían fugado de la cárcel el 20 de agosto de 1972.
Relata Wilfrido el 26, “A raíz de la emboscada tendida a los dos comandos mi­litares, por el guerrillero profesor Lucio Cabañas Barrientos con esta fecha arriban a esta ciudad con destino a la sierra comandos militares de los batallones 32, 19, 27, 50 y 48,  para perseguir al grupo de guerrilleros”.
Luego, el 28 de agosto a las 10 de la mañana, tuvo lugar en el palacio municipal de Atoyac una asamblea a la que asistieron los comi­sarios y comisariados ejidales del municipio, organizada por el presidente municipal Silvestre Hernández Fierro en la que se dio a conocer el “deseo” del gobernador del estado Israel Nogueda Otero, de que expusieran todos sus problemas y las necesidades de sus comunidades, “ya que por ser él de Atoyac tenía los mejores deseos de ayudar a resolverlos como son: construcciones de escuelas; introducción de la luz y agua potable, irrigación, carreteras y problemas sobre garan­tías, ya que él estaba dispuesto a dárselas y solicitarlas al C. Presidente de la República Lic. Luis Echeverría Álvarez, para que todas estas peti­ciones fueran realidad. Al mismo tiempo los invitaba a que se dedicaran a sus trabajos buscando siempre la unidad, ya que estos eran los deseos tanto del Gobierno Estatal como Federal”.
Ante los asistentes hizo uso de la palabra el teniente coronel Bardomiano de la Vega Morales quien dijo que el Ejército, a raíz de la masacre cometida a los dos comandos militares por Lucio Cabañas Barrientos y sus guerrilleros, no ejercía ninguna acción arbitraria contra los campesinos honrados y trabajadores, sino que solamente perseguían “a los malos elementos que han creado la incertidumbre y la intranquilidad en la sierra”. Les dijo a los comisarios que ellos no debían apoyar a esos bandoleros, que deberían denunciarlos a efecto de que sean perseguidos y atrapados para que reine la paz en bien de todos los habitantes del municipio.
Hablaron enseguida los comisarios de Mexcaltepec, Santiago de la Unión, San Francisco del Tibor y otros diciendo que ellos apoyaban al gobierno y que en la primera oportunidad que estos guerrilleros fueran vistos en sus comunidades avisarían a las autoridades correspondientes. Así que de esta forma y después de agradecer la asistencia el presi­dente municipal Silvestre Hernández Fierro dio por terminada la asamblea. Durante el desarrollo de esta reunión los soldados de la federación cercaron por completo las calles de la ciudad.
Comenta Eneida Martínez: “El júbilo se inoculó en el entusiasmo de los guerrilleros, era un buen estímulo para continuar con la lucha armada. Por otro lado, los brigadistas no resintieron ninguna baja y tampoco sufrieron persecución, no así para los lugareños que una vez más, volvieron a ser víctimas de las represalias militares”.
Isaías Castro Velázquez fue sacado del domicilio de Sostenes Cienfuegos en San Vicente de Benítez, el 27 de agosto de 1972 a las 10 de la mañana, por el coronel Macario Castro Villarreal y el soldado raso José Luis Ornelas y llevado en un helicóptero hacía Acapulco, donde según testimonios lo amarraron de una reata y lo bajaban hacía el mar para que se confesara culpable de participar en la emboscada. Con los años gobierno federal contestó a sus familiares que Isaías cayó muerto en el enfrentamiento entre guerrilleros y soldados en el Arroyo Oscuro, cuando todos los vecinos son testigos de que se lo llevaron del pueblo a la luz del día.
Los barrios fueron el blanco ideal, de las autoridades federales para proporcionarle “un golpe terrible a las bases del Partido de los Pobres. Uno de los pueblos que resintió con mayor grado las represalias por parte del Ejército fue El Quemado, donde sus habitantes ni siquiera habían tenido contacto con los guerrilleros, no conocían ni en persona a Lucio Cabañas”, nos dice Eneida Martínez. La Brigada no había realizado ese lugar ninguna asamblea, como si había ocurrido en otros pueblos. Laura Castellanos en su libro México Armado escribió que del Quemado los soldados se llevaron detenidos 106 campesinos.
El informe de la Femospp recoge: “Puesto que el comandante de la Zona Militar calculó que habían sido atacados por 150 guerrilleros, el secretario de la Defensa le exigió que éstos fueran detenidos”, por eso el Ejército llegó a El Quemado y se llevó a más de 100 hombres. El helicóptero echaba vueltas llevando a los detenidos y casi pasaba por encima del campamento que la Brigada tenía al norte de Ixtla. Cuando los guerrilleros se propusieron derribarlo ya no volvió a pasar.
Las primeras víctimas inocentes empezaron a caer, el 2 de septiembre de 1972, cuando fueron detenidos los primeros 41 pobladores de El Quemado. Los acontecimientos se los narra Nicolás Valdez a Laura Castellanos: “Llegué a mi casa. El gobierno había invitado a la gente a una asamblea en la cancha deportiva que está en medio del pueblo. Había una casa sola en la esquina de la cancha. Y todos fuimos a la reunión, hombres, mujeres y jóvenes. Y el ejército agarró el censo del pueblo. Y dijeron: ‘todo el que oiga su nombre va diciendo presente’. Y cuando llegó mi nombre me dijeron ‘vengase para acá’, y separaron unos para allá y otros para acá. Y dijeron: ‘Ustedes, los de acá, se van para sus casas y estén atentos. Con los otros queremos hacer una plática y luego se van’. Éramos como unos cincuenta. Nos llevaron a la casa. Cuando entraba uno lo cateaban duro, le vendaban los ojos, le amarraban las manos y los pies y lo botaban. Y tantito se quejaba le daban su maltratada”. Según los registros de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) ese día fue detenido en El Quemado Antonio Onofre Barrientos, tío de Lucio Cabañas y uno de los fundadores del Partido de los Pobres quien fue trasladado al Campo Militar Número 1, desde entonces no se conoce su paradero.
Otro testimonio, recogido por la Femospp, dice que el 5 de septiembre el Ejército llegó de nuevo al pueblo El Quemado como a las 8 de la mañana y poco después, como a las 10, arribó el general Chagoya con dos helicópteros y ordenó a un capitán: “Le haces así como te dije” y se fue con los helicópteros.  Y después, “el capitán nos dijo que nos fuéramos todos a la cancha de básquetbol. Los militares traían una lista con los nombres de los que vivíamos en la comunidad y nombrando a cada uno los formaban, los metían a una casa cerca de la cancha y adentro los amarraban de pies y manos y luego los llevaban en helicóptero al cuartel de Atoyac que todavía estaba en construcción”.
“Nos tuvieron igual amarrados, sentados en el piso y sin comer como veinte días. Nos golpeaban mucho. Ahí murió un señor que se llamaba Goyo Flores, ellos los mataron a patadas”, dijo Nicolás Valdés a Laura Castellanos. Del cuartel de Atoyac se los llevaron al puerto de Acapulco.
En otros casos, los campesinos fueron detenidos en sus casas, llegaron los soldados en pequeños grupos y, mientras unos hacían preguntas, otros dejaban artículos militares en lugares escondidos del solar. Después regresaban, encontraban lo que habían escondido y decían que tenían la prueba de que esa gente había participado en la emboscada, ese fue el caso de  Mauro García Téllez y de Antonio Onofre Barrientos.
“Después de ser detenidos eran trasladados a la 27ª zona militar de Atoyac, que se habilitó, a partir de entonces, como campo de concentración. Todos los detenidos que eran llevados allí eran torturados, a muchos de ellos los subieron en helicóptero para no regresar jamás. Unos fueron liberados, muchos otros enviados al campo militar de Pie de la Cuesta en Acapulco que también funcionó, al igual que el Campo Militar Número Uno en la Ciudad de México, como campos de concentración”, dice el informe de la Femospp.
El Ejército se llevó a ancianos, jóvenes y adultos, sólo dejó mujeres y niños. Los detenidos no tenían nada que ver con los hechos que se les imputaban. La Femospp registró de un total de 106 personas inocentes que el Ejército detuvo acusándolas de participar en la emboscada del Arroyo Oscuro. De esas 91 eran de El Quemado y 15 en otras localidades.
Dice el informe de la Femospp, “Es necesario destacar que la tortura a la que fue sometida esta gente fue tan brutal que no solamente todos los detenidos aceptaron los cargos que les imputaron, sino que siete de ellos–Gregorio Flores Leonardo, Martín Gatica Nava, Gumersindo Morales Gacía, Darío Morales Navarrete, Antonio Pino Pérez, José Veda Ríos Ocampo e Ignacio Sánchez Gutiérrez-, no aguantaron el tormento y murieron asesinados por el ejército en sesión de tortura, o a consecuencia inmediata de ella. Don Ignacio fue torturado hasta la muerte enfrente de todos los detenidos. Varios de ellos fueron llevados al Campo Militar Número Uno de México, de donde muchos fueron desaparecidos”.
Entre esos desaparecidos están: Francisco Castro Castañeda, Aurelio Díaz Fierro, Mauro o Mario García Téllez y Rito Izazaga García, este último es de los que fueron liberados para luego ser detenidos y desaparecidos por el Ejército. Rito fue apresado nuevamente por el oficial Benjamín Luna Urbina el 6 de septiembre de 1974 y reportado como paquete. En el caso de Antonio Onofre Barrientos se sabe que fue sacado del Campo Militar Número 1 en octubre de 1974 por Francisco Quirós Hermosillo para ser ejecutado. Otro desaparecido es Cesáreo Villegas Tabares conforme a la información que dio su mamá, Gregoria Tabares Rebolledo, a la Femospp fue detenido el 3 de septiembre de 1972, por el Ejército. Como a los cuatro días lo encontró en Zacualpan, donde los militares la dejaron conversar con su hijo durante un minuto. No sabía por qué estaba detenido. Es la última vez que fue visto.
Por si fuera poco, el Ejército impidió a las familias de los campesinos detenidos de El Quemado que contrataran mano de obra para el corte anual de café, así que las cosechas se perdieron dando con ello un golpe a la economía de los que se quedaron.
Se habla de otras detenciones, en otros pueblos, por ejemplo Pablo Loza Patiño, Braulio fue consignado el 4 de septiembre de 1972, acusado de participar en la primera emboscada. En un informe de la DFS dice que aceptó su participación en la emboscada al personal del 50 Batallón de Infantería, así como haber disparado en seis ocasiones al aire, toda vez que no alcanzaba a ver los elementos militares y que en su poder fueron encontradas tres bombas de manufactura cacera. A esas alturas ser familiar de Lucio Cabañas se volvió peligroso, el 12 de septiembre fue detenido su tío Pedro Cabañas Macedo de 80 años de edad acusado de participar en la segunda emboscada.




domingo, 4 de septiembre de 2016

Guerrilleros XXII


Víctor Cardona Galindo
Una ficha de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) dice que a las 13 horas, del 23 de agosto de 1972, fue emboscado un convoy militar a un kilómetro al norte de Río Santiago. El ataque fue a un camión Dina y una camioneta de redilas del 48 Batallón de Infantería en que se transportaban un jefe, dos oficiales y 37 elementos de tropa. “Al llegar al punto mencionado fueron interceptados con fuegos cruzados, originando con ello la detención momentánea del primer vehículo que era el camión Dina y posteriormente la camioneta de redilas al brindarle el apoyo inmediato al primer vehículo el cual también cayó emboscado por fuegos cruzados… Resultado de dicha emboscada muertos: un jefe, un oficial y 16 de tropa, así como heridos un oficial y 15 de tropa, quedando 6 ilesos”.
Matilde Valeriano Parra de la comunidad 
de La Remonta, fue detenido en las 
redadas de 1972, estuvo preso en la 
cárcel municipal de Acapulco, acusado de
 participar en la primera emboscada, 
como los otros campesinos detenidos por
el mismo motivo, sufrió maltratos y 
tortura hasta obligarlo a declararse 
culpable, siendo completamente inocente. 
Foto anexo fotográfico del Informe 
de la Comverdad.

Los sobrevivientes dijeron que “al llegar a las curvas del arroyo Oscuro, escucharon el fuego de armas automáticas a todo su alrededor, por lo que de inmediato recibieron la orden del mayor Aarón López Serna de contestar el fuego. Los que se encontraban en la parte trasera del camión Dina fueron los primeros en bajar y cayeron abatidos, al acercarse el segundo camión a dar apoyo, el subteniente Ignacio Revueltas Ugalde bajó del vehículo pero también pereció en el fuego cruzado”.
Cuando pararon los disparos. Dijeron los sobrevivientes a la DFS, cuyo agente comisionado en la región de Acapulco era el capitán Mario Arturo Acosta Chaparro, que de las orillas bajaron unos 25 hombres dotados de armamento automático a recoger las armas del personal militar. Por las fotos que les habían repartido, los soldados reconocieron a Lucio Cabañas quien les dijo que ya no obedecieran las órdenes de Cuencas Díaz, que eran las de Echeverría y luego les tomaron fotos a los sobrevivientes, a los muertos y heridos y les pidieron el nombre de cada uno de ellos.
Los soldados comentaron que iban a San Vicente de Benítez y que los guerrilleros quemaron la camioneta de redilas y se llevaron las provisiones.
En esta emboscada murieron: el mayor de infantería Aarón López Serna, el subteniente Ignacio Revueltas Ugalde, el sargento segundo Antonio Tafoya Canchola. Los cabos: Leandro Ramírez Hernández y Abdón Villegas Callejas. Los soldados: Francisco Ramírez López, Celerino García Sánchez, Mario Lucio Santiago Hernández, Celso Suárez Sánchez, Luis Manuel Olivera, Tomas Navarrete, Juan García Sánchez, Raúl Odon Gaytan, Guadalupe Otillo Macer López, Bonifacio Nolasco Aquino, Antonio Aguilar Díaz, e Isaac Monroy Cepeda. Todos eran del 48 Batallón de Infantería. Los heridos fueron traslados al hospital militar de Chilpancingo y los cadáveres se concentraron en Cruz Grande sede del cuartel del 48 Batallón de Infantería y los que salieron ilesos fueron llevados a la sede de la 27 zona militar en Acapulco, donde rendían su declaración.
“La guerrilla se retiró con todo el pesado cargamento de armas y material obtenido en el combate, con la ayuda favorable de una violenta lluvia y una tormenta eléctrica, que lanzaba rayos que nos parecían disparos de proyectiles, que cada vez más se acercaban a nosotros, lo que nos hacía apretar el paso y avanzar”, dice el Diario de un combatiente I.
Los guerrilleros se fueron del lugar donde se realizó la acción armada rumbo al campamento estaba a pocos minutos de la brecha, ya en él contaron lo obtenido, distribuyeron la carga para cada uno y enterraron lo menos importante. Más tarde el Ejército localizaría el campamento recuperando algunas pertenencias.
Como a las 4 de la tarde salieron del campamento caminando hacia el oriente. La lluvia volvió y estaba un poco fuerte, lo que favoreció la retirada porque en la medida que avanzaban las huellas quedaban borradas por el agua. “Caminamos cerca de una hora y llegamos a un encinal, en este lugar dejamos todas las armas no automáticas envueltas en plástico”, dice Eleazar Campos. Luego continuaron la marcha rumbo al sur, acamparon como a las 8 de la noche y merendaron té con unos chicharrones que les habían quitado a los soldados, algunas partes estaban salpicadas de sangre, pero con el hambre que traían no hicieron caso a ese detalle.
Con esta caminata los guerrilleros buscaron colocarse exactamente del lado contrario de donde fue la emboscada. La primera noche la guerrilla acampó al sur de la comunidad de Río Santiago. “empezó a oscurecer y empezamos a avanzar, pero bien cargados, o sea, íbamos muy lentos y ya después se vino el aguacero con una serie de truenos, de rayos que se veían en la montaña, nosotros caminando. Fue una jornada muy difícil ahí, con todo el cargamento, nuestras mochilas, alimento que habíamos conseguido y además teníamos que rodear por la táctica guerrillera, al parecer que vamos para allá y luego regresarnos rumbo al sur para llegar a la zona más baja de la sierra. (...) hicimos un alto y ahí preparamos algo que tomar y el aguacero. Pusimos nuestras hamacas y así dormir con la ropa mojada, quién se iba a desvestir, quién se iba a cambiar, ¡nadie!, así nos acostábamos en las hamacas, mojados, escurriendo de agua, con zapatos mojados, o sea, la vida de allá pues, la vida del grupo armado y pues ya uno se calienta solito ahí. Amanece a otro día ya medio seco por el calor de cuerpo y así, al otro día otra vez a caminar”, dijo Pedro Martínez para Los alzados del monte. Historia de la guerrilla de Lucio Cabañas.
De acuerdo al libro Lucio Cabañas y el Partido de los Pobres. Una experiencia guerrillera en México que compiló Eleazar Campos Gómez, en la emboscada participaron: Samuel e Isaías, quienes abrieron fuego. “El equipo de contención, al extremo de la brecha, estaba compuesto por Ramón, Ruperto, Manuel (Chupachencas). Los encargados de poner fuera de combate a los soldados somos los siguientes: Lucio, Tecuapa, Alfonso, Joel, Héctor, Hilario, La Majagua, Oscar, Raúl (La Pinta), Rufino, Marcelo (Chelo) Pullo (no recuerdo el nombre, así se llamaba allí y después desertó), Marcos como fotógrafo y yo (Eusebio). En total fuimos 20 compañeros los que participaron en la acción. Creo necesario aclarar que de los 20 compañeros, no todos tuvimos las mismas posibilidades de hacer fuego, principalmente por nuestras posiciones, de ahí que solamente 13 compañeros fueron los que sometieron y eliminaron a los 38 soldados que cayeron en la emboscada”.
Al día siguiente muy temprano se reforzó la persecución a la guerrilla. “También por aire se inició una histérica búsqueda, helicópteros militares sobrevolaban la zona; según la noticia de la radio, era el propio secretario de la defensa, Hermenegildo Cuenca Díaz, el que dirigía personalmente las operaciones de persecución de la guerrilla, persecución que equivocadamente se enfilaba con dirección al centro de la sierra, mientras que la guerrilla caminaba cada vez más hacia la sierra baja, avanzando por las cercanía de Llanos de Santiago”.  La guerrilla basó por las inmediaciones de Las Trincheras e instaló su campamento un poco al norte de Ixtla, como a una hora caminando de la carretera Acapulco-Zihuatanejo.
Ese lugar donde acamparon ahora los miembros de la BCA ya lo había utilizado como campamento de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR) encabezada por Genaro Vázquez, cuando tuvieron secuestrado al banquero Donaciano Luna Radilla.
“Ya instalados en ese campamento a orilla del arroyo que baja de Las Trincheras para seguir su curso por Ixtla y continuar para Alcholoa, todo parecía tranquilo, e incluso todo ruido era cubierto por el más potente de las aguas que en crecida bajaban hacia la Costa. A los pocos días de estancia en las orillas de aquel gran arroyo de aguas cristalinas, empezamos a percibir los rasgos que anteceden a las persecuciones de las tropas del gobierno hacen en contra de los pueblos serranos; el Ejército en efecto, apareció en Las Trincheras y ocupó la población desde la cual salían a los alrededores para rastrear en nuestra búsqueda”, se asentó en el Diario de un Combatiente I.
Dice Eneida Martínez que inmediatamente los periódicos locales y de circulación nacional, se refirieron a la emboscada perpetrada por “bandoleros” encabezados por Lucio Cabañas. Se confirmó oficialmente que fueron 18 soldados muertos y 16 heridos en los hechos sucedidos en el lugar denominado Arroyo Oscuro cerca de Río de Santiago a unos cuantos kilómetros de San Vicente Benítez. Se señaló que “todos los soldados que perecieron en la emboscada pertenecían al 48 Batallón de Infantería que tiene su sede en la población de Cruz Grande, de la región de Costa Chica”, según los datos que aportó Gaudencio Valente Campos, en la nota que cabeceó “Oficialmente: 18 muertos”, el Avance de Acapulco, el 26 de agosto de 1972.
“El mayor Bardomiano de la Vega Morales comandaba a 18 soldados cuando subieron por el camino de San Vicente –ya les habían avisado que por esos rumbos estaba operando Lucio Cabañas. Sin embargo, no llegaron al sitio “ya que en plena sierra y en medio de furiosa tormenta, una nube de guerrilleros les cayó encima y mató a 10 uniformados e hirió a otros 8.” Dicha emboscada se llevó a cabo a las 17:45, dos de los atacantes quedaron muertos. Los dos camiones en los que se transportaban los militares “fueron destrozados por granadas y ráfagas de ametralladora en las proximidades del poblado Santa Teresa, a 2 kilómetros de donde otros 11 soldados fueron emboscados el pasado 29 de junio”. Tanto el mayor Bardomiano y un subtenientes murieron. Lucio Cabañas y la gente por él comandada, tomó las armas y el parque de los militares y se internó a la sierra. Los sobrevivientes indicaron que no pudieron detectar a los atacantes, debido a la tormenta”, informaba, más bien desinformaba, El Universal el 29 de agosto. Muchos datos de esta nota son herrados, porque para empezar el mayor Bardomiano no murió, únicamente salió herido de un brazo, después lo veremos organizando la persecución a los guerrilleros cabañistas, así se las gastaba la prensa de aquella época.
“El general Joaquín Solano Chagoya envió al sitio a 175 soldados para que buscaran a los atacantes”. El recuento fue de que “Los guerrilleros se apoderaron de más fusiles FAL, de mosquetones de 7 milímetros de algunos morteros y de pistolas calibre 45”. Mientras tanto, la Secretaría de la Defensa Nacional anunció que el general de división Hermenegildo Cuenca Díaz irá a las poblaciones –donde fue el ataque– para “dictar las medidas tendientes a normalizar la situación imperante en la región”, decía la nota del mismo diario aquel día.
Como se ve esta segunda ofensiva guerrillera fue más impactante que la anterior, se recogió más armamento y las bajas de parte del Ejército fueron mayores. Las noticias sobre el ataque a las fuerzas armadas se propagaron por todos lados. Porque en la historia de las guerrillas de los sesentas en México, no habían sucedido hechos de ésta envergadura.
“Los noticieros la compararon con las emboscadas de la Revolución Cubana, porque en América Latina nunca se había escuchado pues de una emboscada como esa y sólo era comparable con las de la Revolución Cubana, pues eso llenó más de ánimo, más de alegría, pues estábamos haciendo las cosas más o menos bien, pero como te digo faltaba otra serie de cosas, hasta ahí era donde subía la espiral de la guerrilla”, dice Pedro Martínez.
Un comunicado del Partido de los Pobres salió publicado en la revista Por qué?, mismo que antes dio a conocer Excélsior decía: “Damos a conocer que el 23 del presente mes los integrantes de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento atacamos al Ejército de la dictadura que encabeza Luis Echeverría y Hermenegildo Cuenca Díaz. Es un ataque más que los oprimidos hacemos como inicio de la nueva Revolución que derrocará al poder de los millonarios y la dominación gringa en nuestra patria”.
“En este combate causamos la muerte de 18 soldados, apresamos a 20, incluyendo 9 heridos, a quienes dejamos libres después de explicarles los ideales de la Revolución Pobrista. Les recogimos 40 armas, entre ellas 11 fusiles FAL con 5 cargadores cada uno; 23 fusiles 7.62; 4 carabinas M-2, contando una que se quemó en un camión que incendiamos; 2 pistolas .45 y 2 granadas. Además obtuvimos mochilas, relojes, cobijas, medicinas, alimentación y suficiente parque para todas las armas capturadas”.
Explica el comunicado que a raíz de la emboscada del 25 de junio, “se ha torturado, matado o encarcelado a mujeres, campesinos y estudiantes que son inocentes en relación a los combates. Este 23 de agosto quedó probado que los responsables andamos sueltos y haciendo justicia por propia mano contra el ejército opresor”.
En la carta, firmada por Lucio Cabañas, Isidro Castro Fuentes, Enrique Velázquez Fierro y Agustín Álvarez Ríos, se indica que la gente de Lucio Cabañas no sufrió bajas y que esta segunda emboscada –la primera fue en junio pasado-, fue en venganza de que las fuerzas militares han apresado a mucha gente y prometen que seguirán defendiendo al pueblo.