Víctor Cardona Galindo
Los
acontecimientos de Ayotzinapa opacaron el informe de la Comisión de la Verdad
del estado de Guerrero (Comverdad), que dedicó dos años y medio a la investigación
de lo ocurrido desde 1969 a 1979, década que se conoce como el periodo de la
Guerra Sucia. Aquella época en que el gobierno no respetó ninguna ley en el
combate a sus enemigos políticos.
Sin
la coyuntura que ha provocado la masacre del 26 de septiembre en Iguala,
ahorita estaríamos asombrándonos por lo que la Comverdad encontró. Los
comisionados Nicomedes Fuentes, Pilar Noriega, Hilda Navarrete, Arquímedes
Morales y Enrique González Ruíz acompañados de un grupo de investigadores
desempolvaron los archivos de la ignominia acumulados en el Archivo General de
la Nación (AGN), mismos que la Secretaria de la Defensa Nacional (Sedena)
desclasificó y ahora pueden consultarse públicamente. Ahí también existe un
mundo de información de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), muchos
de estos documentos que tienen que ver con la represión en Guerrero fueron
digitalizados por los investigadores de la Comverdad y al mismo tiempo
analizados para encontrar indicios de lo que pasó con nuestros familiares.
Los
comisionados levantaron más de 400 testimonios de familiares de desaparecidos,
sobrevivientes y desplazados de la Guerra Sucia. Hicieron excavaciones en el
cerro de Las Clavellinas en El Posquelite, en un cerro de Las Trincheras y
cerca del campo de tiro del viejo cuartel militar en Atoyac. La hipótesis: “El Ejercito
convirtió a nuestra sierra en un cementerio parecido a lo que ahora es Iguala”
Como
resultado de toda esa investigación, además del informe que ya circula, se
rescataron dos cadáveres del cerro de El Posquelite. Corresponden a dos
guerrilleros que murieron el 8 de septiembre de 1974 por la tarde, cuando el
Ejército rescató, en La Pascual, al senador Rubén Figueroa Figueroa que se
encontraba en manos de la guerrilla. Los restos de estos guerrilleros están en
proceso de identificación y algunos comisionados como Nicomedes Fuentes y Pilar
Noriega trabajan, ya sin presupuesto, para establecer la identidad de los
cabañistas caídos.
En
este contexto, a lo mejor valdría la pena sensibilizar al actual gobierno
estatal para que libere un presupuesto extra, y así contratar buenos
laboratorios, para analizar el ADN e identificar plenamente a los caídos
aquella jornada del 8 de septiembre. Si se identifican sería un pequeño avance en estos 40 años de búsqueda.
En
Atoyac sigue sangrando la herida de los familiares de más de 500 desaparecidos
de la década de los setentas. Los grupos se multiplican organizándose en torno
a la demanda que “Nos digan dónde quedaron nuestros familiares y que hicieron
con ellos”.
En
lo personal a veces no le veo sentido que se formen comisiones investigadoras
si no hay la menor voluntad política del gobierno para esclarecer los hechos.
Si hubiera voluntad bastaría con que el Ejército diera a conocer la verdad que
ellos saben. Que le digan a la ciudadanía que hicieron con las personas que
entraron a sus cuarteles detenidas y jamás salieron.
Lo
anterior le daría legitimidad al Ejército y enviaría un mensaje de buena voluntad al mundo. A lo
mejor eso ayuda para que la opinión pública crea en la versión de que a los
normalistas los calcinaron en el basurero de Cocula y luego sus cenizas fueron
tiradas al río San Juan. Habría que comenzar por el pasado para crear una nueva
historia y generar más confianza en torno al gobierno.
Ahora
por lo pronto, el informe de la Comverdad viene a sumarse a los informes que
con anterioridad han dado la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH),
la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales del Pasado (Femosp) que a pesar
que aporten mucha información y recomienden acciones “para que no vuelva a
suceder” si al gobierno le importa un bledo al cosas seguirán igual.
Porque
si se hubieran acatado las disposiciones de la CNDH, emitidas desde principios
de la década pasada, seguramente la masacre de Iguala se habría evitado. Pero
este, es el resultado del clima de corrupción e impunidad que impera en nuestro
país. Aun no se han cerrado las heridas del pasado y ya se abrió otra. Desde el 2001 la CNDH recomendó la reparación
del daño a los familiares de los desaparecidos en la Guerra Sucia, a 14 años de
la recomendación solamente han indemnizado como a 50, hacen faltan más de 450
familias.
Y
así el gobierno quiere ganar confianza en la sociedad.
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