Víctor Cardona Galindo
El
domingo 8 de febrero, por primera vez en la historia, se elegirá un Delegado en
el centro de la ciudad de Atoyac. Será el poderoso Delegado de la colonia
Centro, una súper colonia. El que salga electo representará mínimo 8 mil
habitantes, de los más de 20 mil que tiene la cabecera municipal. Aun no se
sabe cómo le harán para que participe tanta gente en esa elección.
La
nueva colonia Centro va por el Sur desde la calle Francisco Javier Mina que
limita la colonia Santa Dorotea y por en Norte
hasta la calle Florida que colinda con las colonias Juan Álvarez,
Insurgente Morelos y Popular Florida. Por Este la colonia llegará hasta la calle
18 de marzo donde colindará con la colonia Villita y Manuel Téllez, para subir
por Francisco I. Madero hasta la calle Hermenegildo Galeana donde colindará con
la colonia Benito Juárez para bajar por Álvaro Obregón y seguir por Capíre
donde la colindancia será con la Sonora y luego seguir por todo el arroyo
Cohetero hasta topar otra vez con Galeana donde colindará con La Francisco Villa
y El Parazal, para luego doblar por Florida. Por el Oeste el límite es el río
Atoyac hasta llegar a la calle Álvaro Obregón y doblar por Juan Álvarez donde las
colindancias son con las colonias Acapulquito y Silvestre Mariscal.
Muy
grande sin duda. Los promotores de la colonia Centro, entre ellos Antonio
Radilla Flores, han alegado falta de atención y falta de representatividad en
la solución de sus necesidades y problemas comunes, como deficiencia en el
alumbrado público y la inseguridad. Aunque a ojos vistos el Centro es el lugar
mejor atendido de la ciudad, más urbanizado y más iluminado. Pero ellos han alegado
que no hay quien les firme una constancia de pobreza. En fin, argumentos más
argumentos menos, el hecho es que la próxima semana ya tendrán Delegado.
La
creación de la colonia Centro habría sido una oportunidad para nuestras
autoridades de revivir los viejos barrios que según la tradición oral, tenía la
ciudad de Atoyac en el siglo antepasado,
que eran cuatro: Bajial Chico, Bajial Grande, Los Toros y La Tachuela.
Para
que queden más claras las cosas es necesario enfatizar aquí que, según lo dicho
por nuestros abuelos, cada uno de los cuatro barrios tenía su santo que
veneraban en la Semana Santa.
De
ahí que Eduardo Parra Castro, Don Yito
haya escrito: “Todos se velaban en la Semana Mayor ya que con anticipación se
hacía la rifa de los mayordomos, personas encargadas de velarlos en sus casas y
correr con todos los gastos como se hace en la actualidad, siguiendo la
costumbre de dar comida y el atole del Santo o sea atole de achiote, herencia que nos dejaron los
cuitlatecos”.
Don
Yito nos dijo que “Los Santos eran: el Cristo de la paloma por tener una con
las alas extendidas en la cabeza; el de tres potencias que tenía tres
resplandores, dos por cada lado y uno en medio de la cabeza, y el otro Santo
permanecía en la Capilla del Cerrito que se encontraba al final de la calle del
Bajial Grande; al último le llamaban Inocencia, que cuentan es el actual Santo
Entierro que permanece en la iglesia y sacan a velar en Semana Santa. El Jueves
Santo se recogían todos los santos, después de la misa de las 10 de la mañana
salía la procesión de los Cristos que era muy esperada porque sacaban a todos
los Cristos en hombros de los feligreses”.
De
lo escrito por don Yito sobre la Semana Santa se desprende que la tradición de
venerar estos cuatro santos se terminó en la primera década del siglo XX,
durante la Revolución que todo cambió: “la federación del centro, combatiendo a
los revolucionarios, tomó la plaza de Atoyac, la tropa cerró la iglesia y la
usaban como caballeriza, el sacerdote encargado de la misma tuvo que repartir
los Santos en casas particulares. En esas circunstancias el párroco tuvo que
ausentarse del lugar, olvidándose por el momento de los cultos religiosos,
hasta que mandaron nuevo párroco que vino a poner orden a la iglesia cambiando
el sistema de las celebraciones de Semana Santa; ya no velaron los cuatro
Santos, solo uno el que permanece en la iglesia y es el que velan hasta
nuestros días, de los demás Santos no se sabe dónde quedaron”. Así como hay un
solo Santo que se venera hasta nuestros días, ahora también hablá una sola
colonia Centro.
Pues
así como no se sabe dónde quedaron los Santos, tampoco se sabe porque
desaparecieron los barrios. Habría sido bonito que por decreto del cabildo
volvieran a existir. Por lo pronto considero que una de las tareas del nuevo
delegado sería hacer un inventario de las casas construidas en el siglo XIX
para que no sean derribadas en aras del supuesto progreso que le ha robado
magia a nuestra cabecera municipal.
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