domingo, 9 de agosto de 2020

La Escuela Real II y última parte)

 Víctor Cardona Galindo

El 18 de mayo de 1967, el mitin de la Escuela Juan Álvarez fue reprimido con violencia por parte de policías judiciales estatales. Esa masacre ocasionó que Lucio Cabañas, el principal orador, dejara de ser profesor y se convirtiera en guerrillero. La Escuela Juan Álvarez antes se llamó Escuela Real. La cual, según el testimonio de don Cipriano Castillo “era una casa blanca de tejas tenía tres puertas de madera, y una salida a la barda. Formaban a los niños antes de entrar al pie de la casa. Se podía cursar hasta cuarto año, después salían y se iban a estudiar a otro lugar. Tenía un pretil hacia el lado del poniente, en la calle Juan Álvarez como de metro y medio de alto”.

Aspecto de la construcción de la escuela Juan Álvarez. Foto. Del álbum de María Laurel.

En 1940 entre el Ayuntamiento y la escuela había un cuarto que era la comandancia y cuando salían los niños a jugar iban a ver a los presos, porque la barda del Ayuntamiento era la misma con la de la escuela.

El maestro Teófilo Salas Cervantes recuerda que llegó a la Escuela Juan Álvarez el 10 de noviembre de 1954, cuando estaba de director Porfirio Alday Mújica. En ese entonces había siete grupos, a él le asignaron el tercer año. Teófilo estuvo 25 años frente a grupo y 21 como director de ese plantel. Se jubiló a los 46 años de servicio.

Cuando llegó la escuela era de adobe y tejas con corredor y dos salones grandes, uno que venía de la avenida Juan Álvarez hacia donde era el Ayuntamiento; el otro, de norte a sur era un salón largo que se dividía para separar los grupos y abajo había un desnivel donde estaban los primeros años; ahí había primer año y parvulito que era como el kínder porque después de parvulito pasaban a primer año.

Rememorando su estancia en la escuela el profesor Teófilo Salas señala la fecha de su fundación en 1886, cuando se llamaba Escuela Real. Con el tiempo llegó a llamarse Escuela Primaria Semi-urbana del Estado Juan N. Álvarez. Luego pasó a ser urbana.

Después de una investigación exhaustiva en la que participó doña Juventina Galeana  y el grupo Convivencia Cultural se le suprimió la “N” y se llama ahora Escuela Primaria Urbana del Estado Juan Álvarez, porque se logró demostrar que el general firmaba únicamente como Juan Álvarez y la “N” no tenía razón de ser.

Don Custodio Pino a sus casi 100 años recordó que fue secretario de la mesa directiva de padres de familia que encabezó Bonifacio López Díaz, y que un día de 1956 visitaron al presidente municipal doctor Segundo de la Concha para solicitarle permiso para hacer el baile del 16 de septiembre y recabar fondos en beneficio de la escuela. El doctor Segundo de la Concha les dijo “Lo siento mucho pero el baile ya lo está organizando el Ayuntamiento, pero les voy a dar otra cosa mejor. Les voy a ceder lo que es el palacio municipal para que se haga grande la escuela”. A los pocos días cumplió y luego murió.

En 1956 la escuela de tejas y adobe tenía un color rosita. Antes de ir a clases los alumnos iban al río por agua, porque las casas no tenían agua potable. Para el consumo doméstico de las familias se traía del río, donde se hacían unos pocitos a la orilla para sacar el líquido vital.

A principios de los cincuentas los alumnos usaban el uniforme blanco únicamente para desfilar y los demás días iban como podían. Ya para 1953 se había instituido el pantalón azul y camisa blanca para los hombres. Las mujeres llevaban un vestido azul con un cuello color blanco y rojo, algunas lo llevaban de plástico. Se hacía una comisión para el aseo en cada salón y se calificaba higiene y puntualidad, rememora Zacarías Mesino Patiño alumno que egresó en 1956.

En la escuelita de adobe y con mesabancos tradicionales, cursó el sexto año el compositor José Francisco Pino Navarrete quien concluyó la primaria en 1957. Él narró que con un grupo de 15 jovencitos venía a clases desde El Ticuí, porque en la escuela Valentín Gómez Farías sólo había hasta quinto año. Les tocó tomar clases en lo que fue el Ayuntamiento, donde se instaló el grupo de sexto año, después de que este edificio fuera donado a la escuela.

Antes de 1957 en el año que egresó Zeferino Serafín Flores la construcción era antigua, había siete grupos. Viendo la escuela de frente estaba el cuarto, quinto y sexto año, al fondo haciendo una escuadra estaba el tercero y segundo año. En un desnivel viéndola de frente estaba el primero “A” y primero “B”.

A finales de la década de los cincuentas no había salones de baile por lo tanto se organizaban bailes para recabar fondos en la escuela Juan Álvarez. Tenían divididas las paredes con tabiques, pero como estorbaban para la bailada, se mandaron hacer divisiones de fibracel con zapatas para hacerlas movibles y a la hora del baile quedaba una sola galera. En ese tiempo se celebraban fiestas de disfraces durante el carnaval. Aunque en ocasiones también se hacían eventos para beneficio del plantel en la barda de doña Mariana Herrera ubicada donde estuvo la fábrica de hielo. El 22 de noviembre se festejaba el día del músico y algunas veces para economizar los alumnos servían de meseros dice Zeferino Serafín.

En diciembre y antes de salir de vacaciones de Semana Santa, los alumnos más grandes iban de excursión a la playa en el lugar denominado Costa de Plata. Con el permiso de los padres se aportaba una módica cantidad y se alquilaba una camioneta.

Zeferino Serafín dice que también llegaron a ir de excursión al río a un lugar que se conocía como Paso Hondo, donde ahora está la presa; también visitaron algunas huertas como la de don Timo Flores.

Las festividades del 10 de mayo se hacían en la escuela y a veces en el cine Álvarez. Había una comida a medio día con un programa literario musical. El  9 de mayo se salía a cantar las mañanitas a las madres, en cabalgatas con faroles hechos con huesos de palapa y papel de china que llevaban una vela en el centro. A veces se cantaban las mañanitas el mero 10 a las 5 de la mañana. El día del maestro también se festejaba en la escuela y el día del soldado iban los alumnos al cuartel a cantarles las mañanitas.

Cuando era día de una celebración nacional los alumnos estaban frente al Ayuntamiento, antes de las seis de la mañana para izar la bandera en un acto encabezado por el presidente municipal quien izaba la bandera y los alumnos apoyaban con el himno nacional y la banda de guerra. En la tarde se repetía el procedimiento para arriar el lábaro patrio.

Se desfilaba el 16 de septiembre, el 12 de octubre, el 20 de noviembre y el 5 de mayo. Todos los 27 de enero los alumnos de la escuela asistían a la comunidad de Los Arenales para conmemorar el nacimiento del general Juan Álvarez y el 13 de abril iban a Tecpan de Galeana para participar en los festejos del natalicio del general Hermenegildo Galeana. 

Hubo también una parcela escolar en un islote del río, donde se sembraban hortalizas y legumbres. Se formaban comisiones para darle mantenimiento a la parcela. A muchos alumnos les tocó sembrar. En la explanada, frente al Ayuntamiento se instalaban tableros e improvisaban canchas de básquetbol y se jugaba en la tierra, igual ponían redes para practicar voleibol,  expresa Dagoberto Ríos Armenta.

La barda de la escuela se cayó porque don José Navarrete Nogueda iba a construir su casa y no previeron lo que podría venir. Escarbaron al lado de la avenida Juan Álvarez  y se derrumbó la vieja construcción el 30 de abril de 1959. Les cayó encima a unas personas que vendían esquimos pegados a la pared y murió la niña Fidelina Salgado Cruz de nueve años, su familia se salvó de milagro.

“Después de la caída de la barda comenzó a organizarse el patronato y la sociedad de padres de familia para construir otra pared. Estaban en ese comité Flaviano Sánchez, Rosalino Sotelo, Pedro Mesino, Gonzalo Mesino y Custodio Pino, se trabajaba muy bien, organizaron bailes para recabar fondos”, explica el profesor Teófilo Salas Cervantes.

Le solicitaron apoyo al gobernador Raúl Caballero Aburto, quien les autorizó los recursos para la construcción del plantel. Se empezó a tumbar la vieja construcción el 8 junio de 1960 y luego comenzó la construcción aunque con el desafuero de Caballero Aburto y la desaparición de poderes en el estado, la obra se suspendió. Posteriormente los padres de familia y la autoridad municipal continuaron con los trabajos. Logrando finalmente obtener el apoyo del gobernador sustituto Arturo Martínez Adame.

Mientras se construía el nuevo plantel, los alumnos tomaron clases en casas particulares. Se distribuyeron de acuerdo a la cooperación de los padres de familia que tuvieron la voluntad de prestar sus casas sin cobrar ni un quinto de renta. Había unos grupos en casa de Agustín Galeana, donde Nicolás Manríquez, Custodio Pino, Lucio Castro Radilla, Rosendo Téllez Blanco, Asunción Benítez, Hermenegildo Zambrano, Sabás Javier y Eduardo Gómez dice Wilfrido Fierro, en la Monografía de Atoyac.

Según el maestro Teófilo siempre estuvieron bien organizados nunca hubo ningún accidente, todos eran responsables, los maestros, padres de familia y los niños. Los homenajes se hacían en la calle independencia frente a la casa del señor Agustín Galeana.

Dice doña María Laurel que el 16 de diciembre de 1960, Raúl Caballero Aburto, gobernador del estado en una visita a este pueblo fue a la escuela Juan Álvarez para ver los avances que tenía la construcción. Luego el 12 de noviembre de 1961, el huracán Tara derrumbó un muro de ladrillos que estaba cimentando el segundo piso de la escuela.

Finalmente el 24 de marzo de 1963 fue inaugurado el nuevo edificio de La Escuela Juan Álvarez, cuando ya era presidente municipal Luis Ríos Tavera, aunque el trabajo y las gestiones recayeron principalmente en el ex alcalde Raúl Galeana Núñez, quien tiene el mayor mérito en la construcción de ese moderno edificio del cual goza actualmente el plantel. Toda la madera que se utilizó para colar la loza se trajo de su huerta que tenía en El Encanto.

Zacarías Mesino no considera que haya sido la escuela de los ricos como le llamaba la gente: “En 1956, había una hermandad entre los maestros y alumnos. Entonces no había distinción del que fuera rico o pobre. Posteriormente se dio eso, que dijeron que ya los ricos manejaban la institución, que la maestra Julia Paco estaba actuando mal. Luego vino un movimiento para quitarla, yo ya no viví eso”

Para Zeferino Serafín la Escuela Juan Álvarez era la escuela principal, más no la escuela de ricos, esa es una versión que se corrió en el movimiento de 1967. Pero en su tiempo había gente que no llevaba ni siquiera huaraches, andaban descalzos. En 1957, ya era obligatorio el uniforme. La edad no era controlada terminaban algunos de 15, 16 ó 17 años. Había alumnos de distintas edades en un grupo. Algunos estudiantes por cuestiones de trabajo se iban a la sierra a “la corta del café”, abandonaban la escuela y después volvían a comenzar de nuevo por eso salían de más de 15 años.

Algo que pudo darle el mote de escuela de los ricos fue que la mayoría de los presidentes municipales le daban preferencia a la Juan Álvarez. Sólo cuando Rosendo Radilla Pacheco fue alcalde tuvo la preferencia la Modesto Alarcón, que encabezó el desfile ese año.

El profesor Salas Cervantes expresó: “Es mentira que no se recibía a fulano porque no traía zapatos. A esta escuela le decían la escuela de los ricos, pero aquí siempre se ha recibido a todo mundo y hasta en la actualidad se sigue recibiendo a la gente más pobre”.

Consideró que: “el uniforme es preferible porque con un vestido que el papá le pudiera comprar a su hijo no tenía necesidad de andar comprando más vestidos. Es bueno tener uniforme porque la gente que tiene dinero le compra buena ropa a sus hijos y los que son de escasos recursos vienen los niños con ropa humilde y con el uniforme no hay ninguna discriminación”.

Actualmente la escuela es dirigida por el profesor Baltazar Hernández Valle. El maestro Teófilo fue penúltimo director y hace el recuento de su gestión: se construyó la cancha de básquetbol, se arreglaron los salones y todos los baños. Además de mejorar el mobiliario, todo lo necesario para el bien de los niños y para la presentación de la escuela. Con satisfacción dice que no hay en todo el estado una escuela que esté tan bien cuidada como la Juan Álvarez. Ahora tiene aire acondicionado, computadoras y bocinas en cada uno de los salones. La escuela va mejorando de acuerdo a la tecnología. Todo eso gracias a los padres de familia y a los maestros que les gusta trabajar.

 

 

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