sábado, 31 de diciembre de 2016

Ciudad con aroma de café XIV


Víctor Cardona Galindo
Caminar por los cerros escarpados de la sierra de Atoyac siempre fue una dura y peligrosa faena. Aun así los rociadores partían todas las mañanas en busca de familias que estaban trabajando en las huertas de café para practicarles las pruebas de sangre y descartar que estuvieran enfermas de paludismo. Un día llegaron, dos de ellos, al cerro de El Caracol donde estábamos viviendo. Nuestro hogar era una casita de cartón sin paredes donde cabía la chimenea y dos camas de varas con los petates encima. Allá mi mamá era la cocinera de más de quince peones y mi papá el responsable de los trabajadores. Cuando llegaron mamá traía en brazos a mi hermano Javier, yo vestía un trajecito de franela roja y jugaba con mi cocol en el asoleadero.
Aspecto de una de las esquinas del Zócalo 
en 1930, a la izquierda se ve el corredor 
de la casa de la familia Parra y al frente la 
casa que fue derribada para construir el 
palacio municipal, instalaciones que ahora
 ocupa el DIF municipal, al fondo lo que 
ahora es el callejón Nigromante. 
Foto: Archivo General Agrario.

Cuando asomaron sus cascos amarillos me eché a correr como poseído escondiéndome entre los matorrales. Mi mamá gritaba -ven chamaco, ven- pero yo me escondía asustado.  Ellos eran mi pesadilla, no me gustaba que me pincharan el dedo y me sacaran sangre. Ya quería que se fueran, pero mi madre les invitó unos tacos con frijoles para esos, ahora se, héroes de beiges con cascos amarillos. Luego continuaron su camino buscando enfermos de malaria, sacando las muestras de sangre, visitando campamento por campamento en lo alto de esas montañas boscosas donde se produce el café. Nunca pensé que de grande desearía tanto la presencia de los rociadores a quienes tanto temía de niño, es más, que reclamara y exigiera su presencia, porque después de la Chikungunya ya nada es igual.
Siempre digo que el único defecto de Atoyac son los zancudos. El calor con traje de Adán y en la hamaca es llevadero, pero los zancudos atormentan y llegan a ser desquiciantes. Y esta vez todo comenzó con una invasión exagerada de zancudos, eran grandotes, parecían dinosaurios. La alerta se dio cuando se multiplicaron las llamadas al noticiero del canal 8 de cable local para reclamar la presencia de los antiguos rociadores, ahora les llaman vectores y son los trabajadores de la Secretaria de Salud encargados de fumigar y abatizar. A pesar de que se roció en algunas partes, la plaga de zancudos no se fue. Luego corrió la noticia de la presencia de una enfermedad hasta esas fechas desconocida por estos lares; la chikungunya, llamada además artritis epidémica. 
Es parecida al dengue, nada más que ésta provoca encorvamiento y afecta las articulaciones, no puede la gente ni caminar y ni sentarse en la taza del baño. Imagínense a los que no tienen inodoro y defecan de aguilita, el proceso es penoso y a veces hasta imposible. Hay que recurrir al apoyo de una persona sana.
Resulta que el mosquito que sirve de vector para el virus es el mismo Aedes aegypti que transmite también los diferentes tipos de dengues. Es un “padecimiento viral transmitido por la hembra de mismo mosquito que también contagia el dengue”, dice el doctor Fernando Lasso.
La chikungunya que se descubrió en la costa de África voló hasta Atoyac, San Jerónimo, Tecpan, al infinito y más allá. “La OMS dice que el chikungunya se describió por primera vez en un brote ocurrido en el sur del pequeño país africano de Tanzania, en 1952”, nos ilustra Fernando Lasso, quien explica que es una palabra del idioma kimaconde, que significa “doblarse” en alusión al aspecto encorvado de los pacientes, debido a los dolores articulares que sufren.
Algunos dicen que la chikungunya es un mal provocado por el gobierno para distraer a la gente y subir los impuestos, otros dicen que es una enfermedad que nos dejó el mundial de futbol, que llegó de otras latitudes con los jugadores. En este caso Fernando Lasso nos explica: “Los primeros casos autóctonos confirmados en las Américas se registraron en 2013, en la zona francesa de la isla caribeña de St. Martín” y que el virus viaja con mucha facilidad. “El desplazamiento aéreo de enfermos a países o regiones libres de ésta enfermedad; igualmente es trascendente el traslado aéreo y terrestre de mosquitos infectados en los vehículos donde estos insectos se suben y viajan circunstancialmente, largas distancias”.
La alerta epidemiológica sobre la posible aparición de la fiebre Chikungunya en el territorio nacional fue emitida por la Secretaría de Salud del gobierno federal el 11 de junio de 2014. Según el boletín de la secretaría de salud de Guerrero, “El primer caso autóctono registrado en México fue en noviembre del 2014 en el estado de Chiapas, de donde la enfermedad se dispersó rápidamente a Oaxaca y Guerrero (…) En Guerrero el brote epidemiológico inició en la región de la Costa Chica en diciembre del 2014. De ahí la enfermedad se diseminó a Acapulco y Costa Grande con gran rapidez lo que ocasionó alarma en la población”.
Según la investigación de Lasso hasta abril de 2015 se habían registrado 1 millón 379 mil casos sospechosos de Chikungunya en 43 países americanos, incluyendo el sur de Estados Unidos. En el mismo periodo se habían reportado 191 muertes por este mal.
En las personas mayores la enfermedad puede contribuir a la muerte. “Aunque a veces los pacientes tienen sólo síntomas leves y la infección puede pasar inadvertida o diagnósticada erróneamente como dengue, en aquellas zonas donde éste es frecuente”, dice Lasso.
Aquí lo duro fue entre abril y mayo del 2015 cuando los habitantes de Atoyac de Álvarez fuimos azotados por esa enfermedad conocida también como el otro dengue; familias enteras empezaron con dolor en las articulaciones y fuerte temperatura corporal.  
Por las redes sociales comenzaron a circular los síntomas que tenían algunos enfermos. Evodio Arguello de León redactó un texto muy ocurrente, donde parecía que una chingüengüenchona se lo llevaba con su calorcito a la cama y la golosa no lo dejaba salir. Otros postearon: “Chikungunya sal de este cuerpo trabajador”.
Luego ante los medios de comunicación, la señora Rosa Galeana Bello quien vive en la colonia Centro de Atoyac, denunció que ella y su hijo se enfermaron y que no la atendieron en el hospital general debido a que únicamente había un médico trabajando en la sala de urgencias “no me dieron el paracetamol que mi hijo requería ya que le pico el mosco trasmisor de la fiebre chikungunya y he visto más personas que están enfermas aquí cerca y les duelen todas las articulaciones, están en cama sin poder levantarse como mi hijo que hasta se dobla de los dolores de la fiebre y no vienen los rociadores a rociar para matar al zancudo ”. Lo dicho por doña Rosa era el sentir de muchas personas en esos momentos.
En el Facebook muchas semanas fue común leer mensajes como éste. “Chin siento que me está entrando la Chinkunguya no más esto me faltaba que al perro más sarnoso se le carguen todas las pulgas, pero soy una guerrera que ha librado otras batallas y primeramente Dios saldré adelante”.
Otro posteó: “Me da tristeza que siempre en los medios impresos, los titulares ponen a el estado de Gro., en los últimos lugares a nivel nacional, ahora resulta que somos el primero pero en dengue y la famosa chingunguncha, no puede ser y yo veo que en la tele que se destinan millones de pesos a nuestro estado, por favor, ya estuvo suave”. Los reclamos fueron nuevamente para los vectores, antes rociadores.
En esos días cuadrillas de “vectores” hombres de beige y cascos amarillos recorrieron calle por calle, cuadra por cuadra y casa por casa fumigando y colocando abate en las pilas de agua. No quedó un solo lugar sin visitar. Pero luego el jefe de la Jurisdicción Sanitaria en ese momento Felipe Abarca Herrera, comentó que no era posible seguir nebulizando a cada rato porque el mosquicida podía causar problemas de salud en los seres humanos. Lo mejor, “si se detecta un enfermo de chikungunya es encerrarlo en un mosquitero, luego realizar una labor de limpieza en la casa, tirando el agua de todos los espacios donde pudiera reproducirse el zancudo”.
Luego circuló la versión de que el zancudo se hizo resistente al zancudicida o mosquicida que se aplicaba. Que había que importar un líquido más fuerte para fumigar. Mientras las casas se veían invadidas por esos zancudotes prehistóricos, que salen por debajo de los muebles, se cobijan en la ropa y viven en los espacios entre la cama y la pared. “Los ventiladores no son suficientes para alejarlos y hace mucho pinche calor para estar metido en el mosquitero”, comentaba un vecino, mientras la enfermedad pasaba por cuadras enteras, salía de una casa y entraba a la otra. No excluyó a nadie. Juana Guerrero comentó que toda Teneipa estaba con chikungunya que la gente no podía ni ir al baño.
En la combi de la ruta El Ticuí-Atoyac el comentario era la chikungunya. “No te asolees mujer porque vas a recaer”, le dijo una vecina a otra que vive de la venta de mangos en la temporada.
Luego llegó la noticia de que ya no había parecetamol en el Centro de Salud ni en el hospital general Juventino Rodríguez. “Se me hace que nos vinieron a fumigar el pinche virus en un avión, para chingarnos y sacar todo el parecetamol que tenían rezagado”, comentó un periodista que luego es medio pitoniso.
“Los calores están cabrones. Se suda por todas las cavidades del cuerpo. Para acabarla de chingar en San Jerónimo no hay agua, en El Ticuí apenas llegó poquita. Como quieren esos cabrones de la Secretaría de Salud que lavemos las pilas y las ‘escobetiemos’ si no sabemos cuándo va a llegar el agua o cuando se va ir”, comentó otra vez nuestro periodista pitoniso.
Por lo pronto le gente comenzó hacer lo que le tocaba: limpiar la casa. Hacerle caso a la campaña de los vectores, “Casa limpia, patio limpio”, ese fue un buen comienzo para enfrentar la enfermedad. Se hizo limpieza es en los patios y alrededor de las casas, en los que se junta agua donde la hembra del mosquito pone sus huevos que se convierten primero en larvas (maromeros) en la región le llamamos troza tripas, luego en pupa y posteriormente en mosquitos. A veces pensamos en soluciones milagrosas, quisiéramos la presencia de Santa Rosa de Lima como la describe Ricardo Palma en sus Tradiciones peruanas para que amarre a los zancudos, los desaparezca o se los lleve para otro lado. Pero eso no se puede y tenemos que seguir soportando los diversos tipos de moscos que hay en esta hermosa tierra, incluso el que transmite el virus del nilo. Porque son muchas las especies que todas las noches cantan su cancioncita alrededor de nuestros oídos.
Se dijo que el agua de mar tenía efectos positivos contra la chikungunya, para ello Carlos González Santiago tenía ya en la colonia Loma Bonita un dispensario gratuito de agua de mar. Luego se corrió la versión que el remedio era dulce, el coco era la solución y entonces los coqueros le subieron el precio al producto, un coco llegó a costar hasta 20 pesos. Todos bebimos cocos esos días y las palmeras quedaron temblando.
Clemencia Guevara Tejedor nos dijo que para curar la chikungunya es muy eficaz un té de moringa. “Hay que hervir un puñito de hojas con canela en un litro de agua, luego exprimirle un limón y agregar miel al gusto. Se debe tomar calientito”. Si funciona y funciona muy bien. ¿Y al que no le guste la moringa? Pues que coma moronga, pero que no deje de nutrirse, porque la enfermedad le pega más duro a los desnutridos.
El sábado 2 de mayo de 2015 me pegó la Chikungunya, después de tres días únicamente me quedó el cansancio en todo el cuerpo y ardor en la planta de pies. La chikungunya es una enfermedad que nos escanea el cuerpo y se estaciona donde más nos duele, por eso muchos que tenían avanzada alguna enfermedad degenerativa pasaron a mejor vida. Me niego a creer que el diablo disfrazado de perversos seres humanos nos haya venido a fumigar el virus, no creo en tanta perversidad; más bien es como dice el doctor Orlando Santiago: “una enfermedad emergente por el calentamiento global”, que se arraiga en pueblos como el nuestro por nuestra forma de vida y por el descuido en que tenemos nuestro entorno. Una primera medida sería que nuestras autoridades revisen y manden limpiar todas las casas solas y abandonadas que hay en las comunidades, luego realizar una agresiva campaña de descacharrización y de alguna manera obligar a la gente que tire todo lo que no sirve, porque la Chikungunya se acabará cuando el entorno esté limpio.
Las autoridades informaron que está comprobado científicamente que la Chinkungunya, y el dengue clásico, no son mortales, recomiendan a la población no auto medicarse y acudir de inmediato a la unidad de salud más cercana.
La enfermedad suele aparecer entre cuatro y ocho días después de la picadura de un mosquito infectado, aunque el intervalo puede oscilar entre dos y 12 días; se caracteriza por la aparición súbita de fiebre, generalmente acompañada de dolores articulares. Otros signos y síntomas que presentan son: dolores musculares, dolores de cabeza, náuseas, cansancio y erupciones cutáneas. Los dolores articulares suelen ser muy incapacitantes, pero generalmente desaparecen en pocos días.
Después de la chikungunya ya nada es igual a mi papá y a la tía Rosita les dejó un gran corazón, les creció y ahora son cardiacos. A otros les dejó dolores permanentes en las rodillas y a mí los pies calientes.
En los días de mayor aporreo de la chikungunya se hizo común recordar éste verso: “Me duele la cabeza /me duele el corazón /me duele todo el cuerpo /y el codo de pilón”.




viernes, 23 de diciembre de 2016

Ciudad con aroma de café XIII


Víctor Cardona Galindo
El pequeño pueblo donde nací, se llama Los Valles, está enclavado en la parte media de la sierra de Atoyac. Ahí la gente tenía diversas formas de anticiparse a las calamidades que se avecinaban, se guiaban por las señales de la naturaleza. Cuando el cielo amanecía aborregado, con pequeñas nubes simulando borregos, era seguro un temblor de tierra, como sucedió el 4 de julio de 1971, cuando una gran sacudida derribó varias casas en los pueblos de la región.
El Zócalo de Atoyac en 1907 tenía un jardín sembrado
 de almendros y rosales, contaba con un modesto 
kiosco con techo de lámina. 
Foto: Archivo histórico municipal.

Había muchas cotorras, que ahora están en peligro de extinción. Mi abuela Victorina, distinguía el sonido de las cotorras cuando, por la noche, se cambiaban de un árbol a otro, eso era un mensaje que habría un temblor en la madrugada y despertaba a sus hijos para que estuvieran alertas.
Cuando las calandrias hacían sus nidos en las ramas más bajas de los árboles era anuncio que ese año azotarían huracanes. Cuando por la mañana se advertía un marrano cargando ramas sobre su cuerpo, ese día habría una tempestad. Esta premonición se reforzaba cuando todo el ganado vacuno salía solo de las huertas para ocupar las calles del pueblo, era segura la borrasca con vientos fuertes y tormentas eléctricas, así ocurrió el 26 de diciembre de 1971, cuando una fuerte lluvia fuera de tiempo cayó sobre el pueblo llevándose las cosechas de café de los asoleaderos.
Había una señal inequívoca cuando se avecinaba una peste para el ganado. Era la aparición del zopilote rey. De pronto sobre el pueblo sobrevolaba una parvada de zopilotes y en medio de ellos iba un zopilote totalmente blanco, que avanzaba volando lento en una sola dirección y todos los demás volaban en su derredor. Ese era el zopilote rey, nos anunciaba que comenzaría a morirse el ganado. Les caía el mal derriengue (rabia), por eso se morían y los esqueletos de la vacas adornaban los caminos.
Ahora la gente está indefensa ante los fenómenos naturales y epidemias, pues van muriendo los viejos que leían la naturaleza. Si no encienden el televisor y el gobierno descuida avisar, el desastre que venga agarra a la gente sin confesar. Ya vimos que las calamidades no se han terminado, ahí está la lección que nos dejaron los fenómenos naturales Íngrid y Manuel, las epidemias de influenza porcina, zika y chikungunya.
En el pasado Atoyac sufrió muchas epidemias. En 1833 hubo una pandemia internacional de cólera morbus que llegó hasta este terruño querido. De 1901 a 1905 esta ciudad fue atacada por la viruela causando numerosas muertes. Otro ataque de la viruela se vino allá por 1918. La gente decía que la causa de esta enfermedad era la mortandad que dejó la Revolución Mexicana, porque en varias partes de la región apilaban cadáveres, los rociaban con petróleo y les prendían fuego para quemarlos. Se decía que la manteca que salía de los cuerpos iba directo a los arroyos y por eso vinieron las enfermedades.
La viruela negra atacó muchas veces al municipio de Atoyac, hay testimonios de su presencia en 1944. Le llamaban la viruela de peste o viruela de clavo negro, porque cada grano tenía un punto negro que luego reventaba en pus. Acostaban a los enfermos en hojas de plátano, porque la ropa y las sabanas se les pegaban al cuerpo y al querer despegar la tela arrancaban pedazos carne.
El último ataque que se recuerda fue en 1964, cuando mucha gente padeció de viruela, de recuerdo quedó aquel verso: “Le dio la viruela /le dio el sarampión /le quedó la cara /como chicharrón….” Cacarecos dirían otros, al burlarse de los que por motivo de la viruela o el sarampión les quedó el cutis con cráteres lunares.
El sarampión también fue una epidemia recurrente, provocó muchas muertes sobre todo en los niños, el tratamiento era bañar al enfermo con agua de borraja para que sanara. Cuando alguien moría se decía que le dio sarampión cenizo, porque había, según los mayores, dos tipos de sarampión, el rojo y el cenizo, del rojo se aliviaban del cenizo no.
Muchos niños murieron por las epidemias de tos ferina o tos ahogadora. La gente vestía al enfermo con camisa roja para que se aliviara y cuando no obtenían resultado entonces recurrían a la medicina, aunque allá por el 1976 cuando se recuerda el mayor ataque de esta enfermedad, había pocos médicos en Atoyac. Pero además el remedio era simple, medio vaso de leche de burra negra y los chamacos se aliviaban, considero que se morían los niños cuyos padres no querían acudir a estos remedios. Con leche de burra negra se alivió mi hermano Javier de esa tos.
El bronquitis era común, era una epidemia, cobró la vida de muchos niños hasta 1975, el remedio era también muy simple, sin acudir al médico, mi mamá nos curó con una infusión hecha con un pedacito de concha de armadillo, cuatro temalcuanes y tres pedacitos de cáscara de cirian.
En esos años hubo también brotes de pelagra, que se decía trasmitía el marrano, ahora sabemos que es por falta de niacina en los alimentos. La pelagra era terrible, cobró la vida de algunos niños, decían que por dejarlos jugar donde dormían los cuches.
Para nosotros los atoyaquenses las epidemias habían quedado atrás, más de pronto nos amanecimos con la noticia que un nuevo contagio se cernía sobre el mundo, “la influenza porcina” provocada por el virus A (H1N1) misma que se dijo: venía de una combinación genética de virus de gripe humana, porcina y aviaria, cepa que aparentemente se originó en Canadá pero que le pegó a nuestro país entre marzo y mayo de 2009.
Primeramente se publicó en los medios la presencia de una onda cálida en todo el país con temperaturas hasta de 45 grados centígrados. Luego se habló de las primeras 20 muertes por influenza estacional, a partir del 18 de marzo, que se detectó el aumento inusual de la enfermedad. Nada más en el DF para ese entonces había 13 defunciones. Se hablaba de vacunar 500 mil trabajadores de salud y los medios ya se referían a un virus mutante y del temor a una pandemia. En Estados Unidos ninguno de los infectados por ese raro tipo de influenza había tenido contacto con cerdos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) analizaba ya emitir una alerta global.
En la Ciudad de México se suspendieron todas las actividades públicas, se cerraron las escuelas, restaurantes, teatros y centros nocturnos y se cancelaron las misas. No se permitieron eventos masivos en la catedral ni en la Basílica de Guadalupe. Lo medios masivos de comunicación propiciaron el pánico.
Se comenzó a recomendar: “cubre tu nariz y boca con un pañuelo desechable o utiliza el antebrazo al toser o estornudar; lavar las manos después de toser o estornudar; procurar no asistir a lugares concurridos, evitar saludar de mano o beso al estar enfermo, además de no compartir vasos, platos o cubiertos con personas enfermas”. La enfermedad se caracterizaba porque el paciente presenta fiebre súbita de 39 o 40 grados, dolor de garganta, tos sin expectoración y podía ocasionar malestar extremo durante varios días.
El lunes 27 de abril parecía un día tranquilo a no ser que por la mañana comenzaron a verse personas con cubrebocas y comenzó la psicosis, la gente decía que ya había dos casos en el hospital general, lo que resultó falso, pero en eso estábamos cuando faltando unos minutos para las 12, se registró un sismo de 5.7 grados con movimientos trepidatorios y oscilatorios, lo que aumentó el pánico y los rezos en la región “es que diosito ya no nos quiere por pecadores”, decía una señora donde paso a desayunar.
Ya para el martes 28 se habían suspendido las clases, en todas las escuelas, se dispararon los precios de los cubrebocas de 50 centavos, llegaron a costar 10 pesos; los sastres comenzaron fabricar cubrebocas de telas por pedidos. También escasearon los productos farmacéuticos con vitamina C. Siendo el miércoles 29 de abril se agravó la psicosis, porque llegaron masivamente los estudiantes y atoyanquenses que radican en el Distrito Federal, Estado de México y Morelos. Personal de la Secretaría de Salud repartió cubrebocas en la terminal.
Se demostró que nuestro país no estaba capacitado para enfrentar la epidemia, pues la Secretaría de Salud enviaba sus muestras hasta Atlanta. “La muestras que se presumen son positivas en la entidad, son enviadas primero a la Ciudad de México, para luego pasar a los laboratorios de Atlanta, en los Estados Unidos, o bien a Canadá o Japón donde se tiene la infraestructura para llegar al diagnóstico final de la fiebre porcina”, decía un funcionario de salud.
El 29 de abril se publicó la noticia que la OMS reconocía 79 casos en el mundo y pedía a los países en desarrollo prepararse para una pandemia. Porque “la gripe española de 1918, que dejó millones de muertos, comenzó igualmente de manera suave”, para esas fechas en México se confirmaron 26 casos y un grupo de expertos de Estados Unidos y la Gran Bretaña trabajaban en el antídoto.
El jueves 30 el Ayuntamiento de Atoyac, suspendió labores por la contingencia, mandó a cerrar los centros nocturnos, restaurantes y todos los negocios de comida, sólo estaba autorizada comida para llevar. Se suspendieron por primera vez, desde que tengo uso de razón, los festejos del Día del Niño y Día de las Madres. El Ayuntamiento anunció que no festejaría a los pequeñines el sábado 2 de mayo como tenía previsto.
Ese mismo jueves por la mañana, una avioneta blanca con franjas verdes, realizó vuelos rasantes por toda la ciudad y soltaba un líquido blanco, lo que fomentó la psicosis colectiva. Decía una vecina, ya nos cerraron los negocios, nos quieren tener encerrados en nuestras casas, y ahora nos están fumigando ¿Para qué? Más tarde, Marcos Villegas, El Campanita, confirmaría que la avioneta aterrizó en El Ticuí y que estaba fumigando las plantaciones de mango, para combatir la mosca de la fruta. Y si fumigaba en la ciudad es porque dentro de la mancha urbana hay muchos árboles de mango y que el “mosquicida” era inofensivo para la gente.
Para el colmo de los males el día primero de mayo, amanecimos todos temerosos, porque estaban llegando muchos chilangos con toda y su familia. Algunos paisanos pensaron refugiarse en la sierra, huyendo de los chilangos, “allá el aire está limpísimo”. Luego vuelve a temblar por la tarde, 4.7 grados con epicentro en Acapulco. “Si de por si andamos temblorosos del cuerpo y ahora nos tiembla la tierra”, comentaban algunos vecinos.
En el mercado Perseverancia la venta da carne de puerco disminuyó un 90 por ciento, causando grandes pérdidas para los comerciantes. La iglesia Santa María de la Asunción no suspendió sus celebraciones como sí ocurrió en la Ciudad de México. No se supo en qué momento se le comenzó a llamar a la enfermedad “influenza humana”. Porque ya no se vendía la carne de puerco, tanto que el presidente Felipe Calderón tuvo que invitar en el jardín de Los Pinos, a los funcionarios y a la prensa, unas carnitas al estilo Michoacán para demostrar que no era malo consumir carne de cerdo.
Finalmente de 59 casos de influenza humana probados en Guerrero ninguno fue de Atoyac, únicamente se presentaron cuatro casos de influenza estacional. Cuando había 33 países afectados por el virus, inexplicablemente, en México se anunció que la enfermedad estaba controlada. Y el 14 de mayo regresaron a clases los estudiantes de nivel medio superior y superior. El 18 volvieron a clases los niños, al entrar a la escuela les desinfectaban las manos con gel antibacterial y los que llevaban moco fueron regresados a sus casas.
La gripe A (H1N1) sigue en el mundo, en enero de este año le pegó a Rusia y el virus ha mutado desde que se descubrió en el 2009. “Porque el virus de la influenza tiene mutaciones continuas y no es posible erradicarlo, por lo que deberá convivirse con él y formular los antivirales y vacunas que puedan prevenir una pandemia”, señaló en mayo de 2009 el doctor Jaime Bustos Martínez, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El experto en Virología y Biología Molecular comentó aquella ocasión que sólo fue posible erradicar la viruela en el mundo con la vacunación de la población internacional y en lo que respecta al virus de la influenza A/H1N1, sería necesario vacunar no sólo a los seres humanos, sino a mamíferos y aves, lo que es una “empresa imposible”.
Como se ve las epidemias seguirán azotando a la humanidad, por eso los atoyaquenses deberíamos volver a nuestras raíces ancestrales, rescatar los conocimientos de la herbolaria local y aprender a leer las manifestaciones de la naturaleza.






viernes, 16 de diciembre de 2016

Ciudad con aroma de café XII


Víctor Cardona Galindo
En determinadas épocas del año la ciudad de Atoyac se torna multicolor. Es cuando florean sus árboles. En enero el zazanil está amarillo y el cacahuananche deja ver sus flores moradas. Las encendidas flores amarillas de la retama compiten con el primavero y el ahuejote. El roble rosa luce hermoso entre marzo y abril. El flamboyán o palma real se viste de rojo en mayo. El bocote florea en otoño junto a los palos de arco que abren sus olorosas flores blancas. El tulipán de la india se tiñe de anaranjado a finales de noviembre y a principios de diciembre. Para despedir el año hay orquídeas de diferentes colores por todos lados.
El Zócalo de Atoyac en los años sesentas del siglo
 pasado se observan los tamarindos que fueron
 derribados para construir la plaza que luce
 actualmente la ciudad. 
Foto: Archivo Histórico Municipal de Atoyac.

En el pasado, desde antes de la llegada de los aztecas los árboles más representativos de la Costa Grande eran el cacao y el algodón. Todavía en la década pasada se encontraba uno que otro arbusto de algodón y cacao en los huertos. Ahora un cacao sobrevive en la colonia Francisco Villa. Los algodones desparecieron porque la gente no sabe cómo aprovecharlos.
En el primer siglo que los españoles ocuparon la región, levantaron la Relación de la provincia de Zacatula ese texto habla que había una presencia importante de árboles de Brasil y guayacán. Los primeros moradores hispanos asentaron: “Los árboles de cultura que en esta provincia hay son ciruelos, al que los naturales llaman xocotes, y otros que llaman quezapotes, que son los que llamamos mameyes. Hay otros que llaman ilamazapotes, que quiere decir ‘zapote de viejas’, del tamaño de unos melones chicos; es buena fruta. Hay plátanos, anonas y guayabas. No se dan en esta provincia ningún árbol de España, si no son naranjos, que se dan bien a causa de ser tierra muy cálida”.
Un hermoso bocote en la calle Grande.

Francisco Galeana Nogueda en su libro Conflicto sentimental. Memorias de un bachiller en humanidades, recuerda su infancia durante los años treinta del siglo pasado y dice que su madre “afanosa, sembró un pequeño jardín en el patio de la casa: jazmines, africanas, rosales, la blanca y hermosa ‘rosa de novia’, ‘la sangre de Napoleón’, la rosa de castilla, el girasol como el astro rey, la tímida violeta y la delicada florecilla de heliotropo”.
“Frutales como el naranjo, la lima, el limonero, el toronjo, cuyos frutos parecían de oro; el granado aromático y rojo como el rubí, sabroso al paladar, y cuando la higuera producía frutos, mi madre los hacía en almíbar”.
También Simón Hipólito Castro vivió su infancia en los años treinta. “Aquel Atoyac, la tierra de mi infancia y adolescencia se vestía de color verde por sus muchos huertos, poblados por árboles frutales como mangos, icacos, ilamos, almendros, anonos, zapotes, marañonas, limones, tamarindos, guayabos y papayos, entre otros que se entretejían con palmas de coco y árboles de bocote y primaveros”, huertos bordeaban el arroyo Cohetero y el playón del río se vestía de amarillo por la multitud de ahuejotes que había.
La flor de retama.

Al cronista Wilfrido Fierro llamó la atención que el 12 de junio de 1944 tras 50 años de existencia, fue derribado el árbol de caoba (Zopilote) que sirviera de adorno al Palacio Municipal. También consignó que Delfino Meza, Pecho fino sembró los árboles de mango que circundaban el jardín Morelos.
Ahora resulta sorprendente caminar por la ciudad y que la gente no conozca los nombres de muchos árboles, que desdeñen su importancia y los derriben sin ninguna consideración como lo han hecho con los hules, los truenos, los amates y las parotas. Aunque a veces por la inseguridad algunos habitantes piden a sus vecinos que derriben los frondosos árboles que tienen en sus patios, porque en la sombra que proyectan por la noche se esconden los malosos. En la actualidad muchos arbolitos de antaño se extinguieron pero unos nuevos venidos de otras latitudes los sustituyen, ahora también los árboles se han globalizado y conviven con especies nativas.
Flor de achiote

Recorrer ahora cualquier calle de la ciudad es encontrar neen, noni, garambola, hojas de pera, flor de mayo, palma cica, algunas variedades pinos para zonas calientes, cerezos, canastas, orquídeas, moringa, Santa Rita y buganvilias. Hay todavía en algunos jardines icacos, árbol que según Anituy Rebolledo fue traído desde Japón. El Cacaloxúchitl o flor de mayo es una flor nativa, hay de muchos colores: blancas, rosas, rojas y amarillas con bordes rojos.
La flor de mayo.

Han proliferado los vendedores de plantas exóticas que se instalan en las esquinas con sus camionetas. Otros recorren las calles vendiendo en sus carretillas, llevan: flor del desierto, corona de cristo y orquídeas. Una planta parecida al palo de Brasil, ha extendido su presencia por toda la ciudad. Carmelo Díaz tiene un su centro social un árbol del pan, se multiplicó la mussaenda o lámpara de Buda, un colorín pinto crece majestuoso en el Zócalo, aquí están también tres ejemplares olivo negro tropical y dos más en la escuela Modesto Alarcón. El olivo negro es originario de Centroamérica y del Caribe. Hay muchos árboles de huayas y diversas variedades de ficus que es una especie de higuera nativa del sur y sureste de Asia, y el sur y norte de Australia. Es el árbol oficial de Bangkok, Tailandia. En el corredor de la casa del difunto Zohelio Jaimes hay un árbol parecido al jobero pero con las hojas más pequeñas, se trata de un ejemplar conocido como uva de playa. En esta ciudad hay mucho geranio de jungla, arbusto originario de la india y Sri Lanka, se le conoce también como Santa Rita, existen de flores naranjas y blancas pero aquí la que más abunda es la roja.
Olivo negro tropical

Cuando el neen llegó un arbolito costaba 500 pesos. Donde había un árbol grande se le dejaba vigilancia, porque la gente se robaba las ramas, se volvió famoso porque a decir de un manual cura 47 enfermedades, ahora hay un árbol en la mayoría de las casas de Atoyac y en el vivero cuesta 30 pesos. Todos experimentaron para curarse la diabetes con el neen, hubo quien se tomó el caldo de una rama completa y fue a dar al hospital porque se le bajó la presión. Se comprobó que estabiliza los nervios y erradica la fiebre tifoidea, tres hojas de neen acompañada de tres hojas de árnica hervidas en un litro de agua, tomándose un vaso en la mañana y otro en la tarde cura bien rápido la tos con gripa. Las hojas en alcohol hacen un extracto que sirve para quitar los hongos y curar las heridas. El neen es originario de la India, llegó a Cuba, luego a Nayarit y de ahí a nuestra ciudad.
El neen

La yaca, el maracuyá y en noni son tres plantas exóticas que en los últimos 20 años aparecieron en el paisaje de Atoyac, el jugo de noni es ya parte de la dieta de muchos atoyaquenses, hay muchos lugares donde venden el extracto, es muy barato y energético. La yaca llegó a Guerrero en octubre del 2000, en Ayutla se echó andar la primera parcela demostrativa, costaba a 600 pesos una plantita. Se distribuyeron las plantas durante una expo-alimentaria que se realizó en Acapulco. Vino de Nayarit procedente de Jamaica, pero la planta es originaria de la India, el fruto es una novedad por ser muy grande y aromático. Se le atribuyen además propiedades afrodisiacas.
El fruto de la yaca.

El maracuyá llegó en 1993 por Veracruz es originario de Brasil. Mientras el noni es originario de las Guayanas y al igual que en neen llegó en 1995 procedente de Nayarit. Hay también una variedad de almendro chino que se está sembrando en las calles de la ciudad. Los almendros, tamarindos y los mangos nativos van quedando atrás en el paisaje urbano.
La carambola es originaria de Sri Lanka y las Molucas, es considerada una fruta exótica. También hay muchos árboles de la nutritiva moringa, una planta originaria de la India, que es promovida por el Frente de Defensa Popular que encabeza Clemencia Guevara Tejedor, ellos tienen el vivero principal y se recomienda para regular la diabetes, también fue importante auxiliar para enfrentar la epidemia de chikungunya que azotó la región hace un año.
El maracuyá

Hay muchos árboles raros que no son de aquí. En el sitio de taxis de la terminal de autobuses se encuentran tres ejemplares del árbol de la fortuna, ya hay por distintas partes de la ciudad, el primer ejemplar lo trajo Antonio Luna de Acapulco a donde llegó procedente de Panamá.
Hay un árbol muy raro atrás de la iglesia, en la calle Miguel Hidalgo, sus frutos parecen manzanas, es único en toda la ciudad, la gente lo conoce como huevos del rey, pero en realidad se trata de un huevo vegetal. Es un fruto nativo de África Occidental que se introdujo por el Caribe. Es la fruta nacional de Jamaica, y destaca en la cocina de ese país. El fruto cambia de color de verde amarillento a naranja rojizo a medida que madura. Sólo lo puede cocinar un experto porque la fruta inmadura y sin abrir es venenosa, puede causar la enfermedad de vómito jamaiquino.
El árbol de la fortuna

Junto al restaurante La Brasa está un árbol conocido como guayabilla, de hermosas flores anaranjadas. Frente a la papelería de Salvador Castro, junto a las combis que van a El Paraíso hay un árbol con frutos rojos, se trata de la carisa o ciruelo de natal, es un arbusto leñoso, espinoso y de hoja perenne originario de África. De éste árbol solamente he visto tres en la ciudad. Posee hojas verdes simples, de forma oval, da hermosas flores blancas perfumadas, con una corola de cinco pétalos y unos cinco centímetros de diámetro. El fruto es al principio verde, de forma redonda u oval, y al madurar se torna de un rojo oscuro; su pulpa es jugosa y puede consumirse fresco o elaborado, en mermeladas o en almíbar.
Huevo vegetal 

Frente donde ex síndico Isaías Eduardo Gómez Ozuna está un árbol desconocido para muchos, hay otro en La Plaza las Fuentes, se conoce como el nombre de Majagua y fue introducido desde Cuba y Jamaica. Las flores duran sólo un día, por la mañana son amarillas y van cambiando de color al madurar, de brillante amarillo a anaranjado, rojo y finalmente carmesí al atardecer. Florece irregularmente durante todo el año. Es originario de las Antillas.
La majagua

En la calle Silvestre Castro hay un hermoso cedro rojo que ya demostró que puede ser un buen árbol de ciudad porque no levanta las banquetas y crece derechito y altivo. Hay otro en el Zócalo. En la calle Silvestre Castro, en el corredor de la casa de la familia Bello, también está el único árbol de limoncillo que sobrevive en toda la cabecera municipal.
Muchos árboles están en peligro de extinción, o ya se extinguieron en el paisaje urbano, en la historia van quedando los pochotes, hules, camuchines y truenos. Se extinguió el colche y está por perecer el Cuyotomate, ya no quedan muchos en la ciudad y sus alrededores. También están en peligro los anonos pues una plaga pudre sus frutos antes de que maduren. Ya no se ven árboles de zapote, ni de marañonas.
Ya no hay pantecos, sólo donde los Javier se puede ver un ejemplar. Al panteco también se le conoce como jabón de la India, ya que en la antigüedad sus frutos se utilizaron como detergente natural para lavar el cuerpo, la ropa y el cabello. A pesar de ser una alternativa ecológica, económica y efectiva, con la llegada del jabón perdió su importancia. Se está extinguiendo también el árbol del El Paraíso y el árbol de ayoyote, también conocido como Adelfa Amarilla, con sus frutos se fabrican las conchas para la danza de los concheros. Ya no hay velas de cebo, unas varas verdes que había alrededor de los corrales y que eran lechosas. La cidra  desapareció totalmente, las nuevas generaciones ya no probaron la deliciosa conserva de cidra.
Adelfa amarilla

Algunos le llaman copa diamantina a la flor que está en la explanada del Ayuntamiento, aunque en realidad se llama Belén o caucho de la india, cuando este cronista era niño había muchas por todos los rumbos, ahora se pueden contar, también quedan pocos ejemplares de coral costillón uno está en la esquina de Independencia y Agustín Ramírez. Todavía en algunos corredores sobreviven flores de reunión de señoritas y la necia flor del día. Los cuajilotes ya son raros, hay uno en Obregón, los he visto en la calle Las Palmas y Municipio Libre. Unos hermosos ejemplares de cirián sobreviven en el arroyo que baja de la calle Florida. Un árbol de canela en Obregón y sobrevive en la colonia Francisco Villa un pequeño hule. Los trompos van camino a la extinción ya nadie se los come. Sobrevive en los jardines pocos ejemplares de cordón o moco de guajolote, ya casi no hay tampoco huevos de toro.
Belén

Las reuniones de la fundación de la colonia 18 de mayo se realizaban en torno a un árbol de cascalote al que la gente dio por llamar Árbol de la esperanza. La dirección de ecología municipal ha incorporado a su vivero éste tipo de árbol que es muy frondoso y siempre verde, es un ejemplar silvestre que pronto veremos engalanando a la ciudad. Arturo García Jiménez promovió la siembra de 43 ceibas en el boulevard Juan Álvarez, para recordar a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, van creciendo sanas y frondosas. En el futuro esperamos también que alguien tome la iniciativa de preservar los árboles que están amenazados por la extinción.

sábado, 10 de diciembre de 2016

Ciudad con aroma de café XI


Víctor Cardona Galindo
Los cocodrilos
La ciudad se alarmó con la noticia, cuando se publicó que “había cocodrilos en el río”. Hubo quien responsabilizó de antemano a las autoridades, por si algo le pasaba a algún cristiano. El área de ecología del Ayuntamiento, pronto se apersonó al lugar donde habían visto los reptiles. Era en la tenebrosa Poza del muerto. Se hizo el primer operativo y atraparon un espécimen de un tamaño regular.
Un brigadista de Protección Civil sostiene un ejemplar
 de un cocodrilo americano (cocodrylus accutus) capturado
el
  8 de mayo de 2016 en la inmediaciones de El Paredón
 en el río Atoyac, medía alrededor de un metro de largo. 

Foto: cortesía de Dimas Arzeta.

Ahora por la fácil comunicación se maximizan las cosas, pero los lagartos siempre han estado en el río. Desde hace tiempo El Cachi estaba diciendo que los veía asolearse cerca de Huanacaxtle. En otros momentos habían atrapado cocodrilos en el río. Nunca a nadie le ha pasado nada. Más bien, son los cocodrilos los que corren peligro, por eso hay que rescatarlos y llevarlos a un lugar seguro. Porque el hombre caza por placer.
Los saurios son realidad y leyenda: Cuando niños mi papá nos contaba de los encantos en el río, en la sierra. Los encantos podían ser pozas profundas en donde habitaban peces de colores. Por más que quisieran atraparlos, se escabullían y cuando alguien se lanzaba con un visor entonces se iban a lo más profundo de la poza, que parecía no tener fin. Ningún cristiano podría alcanzar el fondo sólo a pulmón.
Se decía que los peces de colores eran señuelos de los lagartos que habitaban en lo más profundo del agua. “Los peces de colores eran la trampa, para que los siguieran hasta el hocico del lagarto”. Hubo quien osó decir que medían más de cinco metros y que  un ejemplar estuvo asoleándose frente a sus ojos. Por las noches se oían sus coletazos, el sonido, enchinaba el cuero, asustaba a los cazadores que huían despavoridos del lugar.
Valiente niña sostiene un pequeño cocodrilo
 que fue rescatado cuando pretendía atravesar 
la carretera nacional a la altura de Monte Alto. 
Foto: Víctor Cardona Galindo.

No hay antecedentes cercanos de que en la región alguna persona haya sido atacada por un cocodrilo. La maestra Guadalupe Galeana Marín, me contó que en San Nicolás, municipio de Coyuca de Benítez, allá por los años treinta, un niño bajó al estero a lavar una papaya, la ensartó en un machetito y desde un puente de madera se agachó para alcanzar el agua, de pronto un cocodrilo le saltó y se lo llevó a lo profundo de la laguna.
El niño tenía poco más de ocho años. El papá lo buscó, sólo encontró el sombrerito y la papaya flotando en el estero, el agua estaba revuelta, buscó a su hijo sin encontrarlo, pensó, por las señas que vio, que un cocodrilo se lo había llevado. Fue a San Nicolás a buscar ayuda donde los hombres del pueblo, se dieron a la tarea de buscar por toda la orilla de la laguna.
Cuando se hizo de noche, con hachones montaron guardia por toda la orilla del agua, hasta que en la madrugada escucharon coletazos. El cocodrilo había salido del agua a desbaratar a coletazos su presa para podérsela comer. Los vecinos cayeron sobre el cocodrilo al que atraparon y lo amarraron bajo un gran árbol de mango. El papá, después de recuperar el cuerpo de su hijo, pidió que quemaran vivo al saurio. Así lo hicieron, le echaron petróleo y le prendieron fuego, el cocodrilo bramaba de una manera espantosa que se escuchaba en todo el pueblo.
Último ejemplar capturado en Atoyac. 
Estaba en el canal en las inmediaciones del rancho de 
El General, al sur de la comunidad de El Ticuí. 
Foto: Víctor Cardona Galindo.

Otra noticia que encontré sobre cocodrilos es una que se publicó hace 127 años en el Diario Oficial del Gobierno del Estado, el martes 19 de marzo de 1889, la nota dice que en el margen de uno de los esteros de Tetitlán, formado por la barra del río Tecpan, Distrito de Galeana, fueron atacadas por un enorme caimán una pobre mujer y su hija que se encontraban por aquellos lugares recogiendo algodón. Víctimas de las heridas causadas por la fiera sucumbió primero la hija y después de algunas horas la infeliz madre. Señala la nota: “Este acontecimiento que ha  consternado a los habitantes de los lugares inmediatos, acaeció en principios de la semana próxima pasada”.
Aquí hablan de un caimán, quizá por el desconocimiento que tenían las autoridades de diferenciar un caimán de un cocodrilo. Recientemente no se habla de caimanes, más bien se han visto cocodrilos.
De los cocodrilos se dicen muchas cosas, incluso Francisco Galeana Nogueda en su libro Conflicto sentimental. Memorias de un bachiller en humanidades narra que en el río Atoyac, en “la piedra del Zacate llamada así porque estaba rodeada de plantas silvestres y lama verde azulosa cuyas profundas aguas reflejaban a la superficie un oscuro tenebroso, donde en ocasiones aparecía una pareja de cocodrilos que se aventuraban a subir la corriente del río desde su desembocadura”.
El 22 de octubre de 2014, la policía municipal atrapó en el arroyo Ancho,
 a la altura del puente de la colonia 18 de Mayo, estos dos cocodrilos como
 de ocho meses de nacido, un macho que medía un metro con 19 centímetros
 y una hembra que medía un metro con 10 centímetros.
Foto: Víctor Cardona Galindo.

Se han contado algunas anécdotas, dicen que don José Olea, el dueño de una funeraria que existió aquí en el centro de la ciudad, tenía ocultos unos cocodrilos, a los  que alimentaba con las vísceras de los cadáveres que preparaba y cuando se cansó de ellos los liberó en el río, precisamente por el rumbo de La poza del Muerto. Sin embargo, nadie me pudo confirmar a ciencia cierta la existencia de esos saurios en la funeraria y todo quedó en una especie de leyenda urbana.
Sin embargo, aunque parezca tenebroso los cocodrilos siempre han estado aquí, en el río y en casas de la cabecera municipal, allá entre 1965 y 1970, en las instalaciones de la compañía Silvicultora Industrial que estaba ubicada entre la carretera a la sierra y la calle Florida, tenían dos ejemplares de cocodrilos, pero una vez creció el arroyo que pasa por ahí y se los llevó.
En 1998, mi compadre Zósimo agarró un pequeño cocodrilo en el arroyo Cohetero, abajito de la colonia Francisco Villa, el reptil tenía como hábitat las pequeñas pozas de agua que sobreviven bajo unos frondosos árboles de mango y bambúes. Mi compadre lo espió,  le puso una trampa y lo atrapó, lo tuvo como tres semana encadenado como si fuera un perrito, pero Jacinto Morales, Chinto fue a verlo, le hizo ojo y se murió, porque “estaba muy chistosito el animalito”.
El director municipal de ecología Praxedes Piza Ríos muestra un ejemplar
de cocodrilo capturado en el río Atoyac. Foto: Víctor Cardona Galindo.

Luego en el año 2000 cuando Gabriel Castillo Radilla fue director de Protección Civil del Ayuntamiento se atrapó el primer ejemplar de cocodrilo digno de admirar, estaba en el canal de riego frente a la unidad habitacional Nuevo Horizonte, medía más de dos metros y medio de largo. Luego vino gente especializada de la Ciudad de México que lo trasladó a un zoológico.
También en la colonia Sonora en los terrenos propiedad de la familia Mariscal tenían encerrado un cocodrilo que medía casi dos metros de largo, estaba en un estanque y a los propietarios ya se les hacía difícil alimentarlo. Los vecinos y la directora de la escuela Juan R. Escudero denunciaron esto a las autoridades municipales, porque los niños del mencionado plantel a la hora del recreo se divertían viendo el cocodrilo.
En junio del 2006, fue capturado un cocodrilo en la comunidad de Zacualpan. El saurio media más de dos metros y medio. Este ejemplar murió a finales de ese mes en un estanque del Ayuntamiento debido a que tenía fracturada la quijada, porque el campesino que lo atrapó lo lazó y lo jaló con su caballo. Era hembra y estaba embarazada.
Otro caso ocurrió en abril del 2007, el campesino Armando Serrano Solís capturó un cocodrilo que medía un metro con 30 centímetros de largo, en una laguna localizada en las inmediaciones de Corral Falso.
Cocodrilo capturado en la laguna de Mitla.

Pero el escándalo se vino el 2009, cuando pobladores de la parte sur de la ciudad, denunciaron que habían visto cocodrilos en La Poza del Muerto. A raíz de esta denuncia el Departamento de Ecología en coordinación con el jefe de Policía Ecológica, Roberto Hernández López, acudieron al lugar para verificar, y efectivamente se avistaron tres ejemplares de los ocho reportados por los vecinos.
Pronto se puso en marcha un operativo intenso de búsqueda, que duró 15 días coordinado por el jefe operativo del Medio Ambiente,  Yasir Hernández López. El día 3 de marzo a las 17:15 de la mañana, se capturó un ejemplar denominado cocodrilo americano (cocodrylus accutus) de un metro con treinta centímetros de largo que se llevó a un estanque del Ayuntamiento municipal al tiempo que era puesto a disposición de la  Procuraduría Federal de Protección al Ambiente.
Esa dependencia lo trasladó a la Unidad de Conservación de la Vida Silvestre ubicada en el municipio de Coyuca de Benítez. Por un tiempo personal de ecología resguardó La Poza del Muerto para evitar que los reptiles fueran atacados por cazadores furtivos. La última semana de ese mes el Ayuntamiento trajo al famoso cazador de cocodrilos, Erroberto Piza Ríos, mejor conocido como Tamakún, que buscó capturar a estos animales y reubicarlos en un lugar seguro.
Cocodrilo amarrado como perrito

Sin embargo, a pesar de que acamparon de día y de noche en la orilla del río, no apareció ningún cocodrilo. En una exploración que hicieron por el río se encontró en descomposición el cuerpo de un reptil muerto por arma de fuego. Lo que quiere decir que ya había cazadores furtivos amenazándolos permanentemente.
El día 11 de febrero del 2010, en una bodega atrás del restaurante El Bodeguero a unos 200 metros del río, en el número uno de la calle Jacarandas del Fraccionamiento Adame, personal de Protección Civil atrapó un cocodrilo de 220 centímetros de lago y unos 70 kilos de peso, fue llevado a las instalaciones del Ayuntamiento y de ahí a la Unidad de Manejo Animal.
Aquel viernes 6 de mayo del 2011, unos cazadores, mataron un cocodrilo que medía un metro con setenta centímetros, en La Poza del muerto y lo disecaron. El sábado 21 de ese mismo mes por la tarde en el arroyo Cohetero a la atura del puente de la calle Reforma atraparon un cocodrilo que midió 75 centímetros por 10 de ancho. Fue enviado por la dirección de ecología a la Unidad de Manejo de Vida Silvestre “Paraíso de los Manglares” en Coyuca de Benítez.
Pequeño cocodrilo fotografiado cerca de La Poza del muerto.

A finales de noviembre del 2012 agarraron un cocodrilo en las inmediaciones de La Poza del Muerto, tenía aproximadamente siete meses de nacido y medía un poquito más de medio metro.
En el 2013, después que pasó el huracán Ingrid y la tormenta Manuel, el miércoles 18 de septiembre una comisión que fue abrir la toma de agua para abastecer a El Ticuí se encontró con un cocodrilo como de dos metros y medio en el lodo, a unos 500 metros de la presa derivadora Juan Álvarez.
La laguna de Mitla es hábitat principal de los cocodrilos, ahí uno que medía un metro y 25 centímetros y con un peso de 6 kilos fue capturado en abril de 2014 por pescadores en la comunidad de Zacualpan. Esa ocasión Praxedis Piza Ríos director municipal de ecología informó que en dos años habían capturado cuatro lagartos en diferentes puntos del municipio y que algunos fueron canalizados a la Unidad de Manejo Animal “Paraíso de los Manglares” en Coyuca de Benítez.
De tres a cuatro de la tarde del 22 de octubre de 2014, la policía municipal atrapó en el arroyo Ancho, a la altura del puente de la colonia 18 de Mayo, dos cocodrilos como de ocho meses de nacidos, un macho que medía un metro con 19 centímetros y una hembra que medía un metro con 10 centímetros.
Luego por accidente un ciudadano mató un cocodrilo de 2 metros con 20 centímetros, entre la prepa 22 y el Cbtis, durante el mes de noviembre del 2015. En esos días el director de ecología municipal Praxedis Piza Ríos informó la presencia de dos cocodrilos que se dejaron ver en las inmediaciones de la colonia Morena frente a la cancha Olea en el punto conocido como La Poza del Muerto, los cuales miden alrededor de 2 metros y medio a 3 metros de largo, además de otros dos lagartos que habitan en la presa derivadora Juan Álvarez. Recordó que también en el dren de la colonia Fonseca hay presencia de estos reptiles. Dijo que el departamento a su cargo rastrea permanentemente a estas especies para evitar que causen algún perjuicio, ya que hasta el momento no se tienen reportes de alguna agresión a los seres humanos. 
En diciembre del 2015 rescataron un pequeño cocodrilo en la carretera federal a la altura de Monte Alto mismo que quedó a resguardo del director de ecología Praxedes Piza Ríos. El pequeño saurio estaba a punto de ser arrollado por los carros. Y el 8 de mayo de 2016, personal de la Coordinación de Protección Civil (PC) Municipal logró la captura de un lagarto de alrededor de un metro de largo en las inmediaciones del punto conocido como El Paredón en el rio Atoyac.
Por último el 14 de septiembre de 2016 elementos de Protección Civil municipal atraparon un cocodrilo de 2 metros en un canal del rancho El General al sur de la comunidad de El Ticuí. Vino a recogerlo la Procuraduría de Protección del Ambiente quien sugirió al Ayuntamiento de Atoyac busque un lugar adecuado donde resguardar ésta especie porque cada día son más frecuentes los avistamientos y las capturas de ejemplares de impresionante tamaño.