domingo, 28 de octubre de 2018

Crónicas del Palacio III


Víctor Cardona Galindo
El gobierno del estado que encabezaba José Francisco Ruíz Massieu buscó la mediación del alcalde saliente Alejandro Nogueda Ludwig para resolver el conflicto pos electoral. Nogueda contaba con cierta estimación entre los viejos militantes de izquierda por ser hijo de Canuto Nogueda Radilla, ex presidente de Acapulco, quien participó en la lucha cívica que derrocó el gobierno del general Raúl Caballero Aburto.
Ana María Santiago Alvarado de San Juan de las
 Flores y Ulises Reyes Torres de Cacalutla consecuentes
 militantes de la izquierda atoyaquense. Ulises fue regidor
 por el PRD en el trienio 1996-1996. Foto: Víctor 
Cardona Galindo.

A una segunda plática con el alcalde Alejandro Nogueda asistieron los líderes perredistas: Decidor Silva Valle, Guadalupe Galeana Marín, Octaviano Roque Ruíz y Ángeles Santiago Dionicio, el encuentro se dio en las instalaciones del Ayuntamiento. Fue el último intento de negociación, y al no resolverse la situación las cosas se tensaron, aún más, a partir de ese día y los perredistas tomaron el Palacio Municipal de manera ordenada encabezados por una comisión coordinadora que se nombró con anterioridad en una reunión arriba del kiosco.
Ese el viernes 22, después de romper las pláticas con Alejandro Nogueda Ludwig. A las 15:30 horas los casi 300 perredistas establecidos alrededor del Palacio Municipal abrieron las cerraduras de las dos puertas del Ayuntamiento, se instalaron dentro del inmueble y cerraron todas las oficinas al interior colocando sellos con el escudo del PRD.
“Se apoderan los perredistas del Palacio Municipal”, cabeceaba el Novedades de Acapulco del viernes 22 de diciembre de 1989 e informaba: “luego de romper las pláticas con Alejandro Nogueda Ludwing. A las 15:30 horas los casi 300 perredistas establecidos alrededor del Palacio Municipal violaron las cerraduras de las dos puertas, frontales del Ayuntamiento y se instalaron dentro de las oficinas pero sólo se permitió la entrada de 10 líderes locales, cerraron todas las oficinas al interior colocando sellos con el escudo del PRD”. Esos sellos se romperían el primero de enero de 1990, al instalarse la Comuna Popular Revolucionaria, pues se ocuparon todas las oficinas del Ayuntamiento.
En ésta la primera toma que se daba del Palacio Municipal en casi 30 años, los primeros que entraron al inmueble fueron: Rubén Ríos Radilla, Otilio Laurel, Decidor Silva Valle, El Negris; Octaviano Roque Ruíz, Rommel Jaimes Chávez, Fulgencio Hernández, Agustín Campos Cabezas, Elio Dionisio Ponce, Oscar Rivera Leyva y Tomas Gómez Ruíz éste último había sido candidato a síndico.
Una vez tomado el Ayuntamiento Secundino Catarino Crispín dibujó en la fachada un gran sol azteca negro, con el nombre Comuna Popular Revolucionaria. Entre otras cosas que pintó Secundino está el mural que hizo junto a Marcos Loza Roldán, en las escaleras del mercado, donde se rememora todas las facetas de la lucha del pueblo mexicano.
Una vez tomada la protesta al alcalde popular Octaviano Roque Ruiz se formó la estructura del Ayuntamiento, a mis escasos 18 años me tocó ser director de Actividades Cívicas. Con el apoyo de Fabio Tapia Gómez organizamos una primera muestra de pintura y programas con guitarras. Un dueto de la colonia Mariscal siempre asistía solidario a todos los programas que organizaba, como comandante de la policía preventiva se nombró a Ricardo Lucena Basave.
Además de ser un respaldo a la Comuna Popular Revolucionaria, el plantón  se convirtió en un campamento para organizar la resistencia electoral, se asistía a todas las movilizaciones que convocaba la dirigencia estatal. Una memorable es cuando Ruiz Massieu rindió su tercer informe de gobierno. Fue el viernes 9 de febrero de 1990, prácticamente Chilpancingo la capital del estado se militarizó. Veinte tanquetas del Ejército tripuladas por soldados antimotines desfilaron por las calles del centro de la ciudad, a la vista de los perredistas que mantenían un plantón frente al Palacio de Gobierno. Mientras un helicóptero volaba muy bajo, el ambiente era muy intimidante.
A las dos de la madrugada del mismo viernes 9, el diputado local Guillermo Sánchez Nava, quien manifestó que interpelaría al gobernador, desapareció junto con el líder perredista Saúl López Sollano, aparecieron hasta la noche cuando ya había pasado el informe. Supervigilado estaba el cine Jacarandas recinto oficial para el informe.
Ese día había que participar en una manifestación en Chilpancingo, pero todos los dirigentes del movimiento de Atoyac se hicieron ojos de hormiga. A las cuatro de la mañana, que era la hora de salida, ninguno de los líderes aparecía. Junto con Ulises Flores Santiago, que todavía no rebasaba los 17 años, llamamos a la gente que estaba en el plantón y le preguntamos qué hacer, entre todos se acordó secuestrar un camión en la terminal de Atoyac. El problema era que no sabíamos cómo, nunca habíamos participado en una acción política de ese tipo.
Llegamos a la terminal con garrotes y los machetes en la mano. No subimos por delante al momento que arrancaba el camión y por medio de un discurso muy elocuente, Ulises conminó a los pasajeros a bajarse, porque ese camión había sido secuestrado por el movimiento revolucionario. El chofer se resistió pero lo amenazamos con los garrotes, no quiso soltar las llaves dijo que él nos llevaría. Mientras eso pasaba, unas mujeres se resistían insultándonos y la discusión subió de tono que no pudimos evitar que unas compañeras las bajaran de los cabellos por la parte de atrás. Una vez liberados de los pasajeros que a las cuatro de la mañana iban hacia el puerto de Acapulco, nos dimos a la fuga con el camión. En Coyuca nos avisaron que la policía motorizada y la Federal de Caminos estaban quitando los camiones a los perredistas de otros municipios que también recurrieron a la retención de esos vehículos para llegar a la movilización. Se nos ocurrió la idea, que en una cartulina pusiéramos al frente del camión un letrero que dijera: “Tercer informe de gobierno”. Y de esa manera pudimos burlar los retenes de la policía que al vernos nos abría el paso.
El problema estuvo que cuando llegamos a Chilpancingo, los agentes de tránsito nos desviaron por una brecha que entraba en las inmediaciones del hotel El Parador del Marques y salía atrás del cine Jacarandas, cuando nos dimos cuenta ya estábamos en terreno enemigo, es decir, donde estaban llegando los camiones llenos de priistas acarreados que iban al informe. Desvíanos un poco el camión, atrás de unas casas, le pedimos al chofer que no nos delatara, ya en el camino había demostrado que simpatizaba con nosotros. Porque cuando la policía le marcaba el alto contestaba: “llevo gente al informe de gobierno”.
Al abandonar el camión y al caminar entre los priistas vimos cómo las fuerzas del gobierno se preparaban para reprimir la gran manifestación que saldría del Zócalo, por eso le dijimos a la gente, que se quitara todo lo que les hiciera parecer perredista. Las mujeres se quitaron los aretes del sol azteca, las playeras y los que no llevaban más que esa playera, se les prestaron chamarras para tapar el sol azteca que portaban orgullos en el pecho.
Antes ya habíamos dejado los garrotes y las mantas, escondidas entre una madera de una casa en construcción. Cuando nos dimos cuenta, caminábamos más de cuarenta perredistas en medio de los perros amaestrados y de las tanquetas del Ejército, que estaban alrededor del cine Jacarandas. Se oían las porras de los priistas en el auditorio. Cuando pasamos entre el despliegue militar y policiaco nunca mire atrás, sólo caminábamos rápido y de frente. Cuando pasamos la última barricada de alambre, voltee para ver si todos veníamos completos, entonces me percaté que Elías, el de La Poza Honda, no se había quitado su playera del PRD, tampoco soltó su machetito que portaba orgullo atravesado en el brazo derecho, y así cruzó la zona de peligro. Queríamos pasar desapercibidos, pero eso fue imposible, nos veíamos todos desaliñados y sucios entre los priistas de blanco y bien limpiecitos. Desde ahí caminamos hasta llegar al zócalo, donde se estaban concentrando los contingentes que marcharían en contra del informe del gobernador de la sangre y la violencia.
La novedad era que Guillermo Sánchez Nava y Saúl López Sollano estaban desaparecidos. En el plantón encontramos al profesor Otilio Laurel. Participamos en la marcha; recuerdo que el entonces diputado federal Félix Salgado Macedonio, le gritó a algunos diputados que habían asistido al informe, “vendidos”, les dijo.
Se terminó la marcha y por la noche no teníamos en que regresarnos a nuestro lugar de origen. Carecíamos de contactos y se nos ocurrió irnos a donde integrantes de la Coalición de Ejidos de Costa Grande tenían tomadas las instalaciones de la Conasupo. Ahí nombramos una comisión para que hablara con los dirigentes de aquel movimiento, para pedirles prestada una camioneta y regresar hasta Atoyac. No se pudo. Otilio que ya se nos había unido, me propuso ir a la Policía Federal de Caminos para solicitar un camión para regresarnos, no fue posible, en la central de la Policía Federal de Caminos simplemente nos dijeron que no estaba el jefe, y como no lo conocíamos podríamos estar hablando con el jefe. Un federal de caminos se dio el lujo de sermoneamos, casi llamándonos revoltosos y trató de convencernos de la benevolencia del gobierno y de cómo nos estaban utilizando nuestros líderes.
Fuimos tres veces durante la noche para gestionar el camión ante la Federal de Caminos, simplemente; no se pudo. Hasta donde estábamos, al Sur de la ciudad de Chilpancingo en las instalaciones de la Conasupo, durante la noche estuvieron llegando contingentes de Tecpan y de Coyuca de Benítez. Los de Coyuca eran muchos, a ellos un día antes, la Policía Federal de Caminos les había quitado un camión que habían tomado prestado por la fuerza.
Ya con ese valor y conociendo el arrojo de los compañeros de Coyuca. Nos aventamos a bloquear la carretera, al amanecer la bloqueamos en ambos sentidos, ahí en la entrada de Chilpancingo, enfrente de las oficinas de la Conasupo. Algunos compañeros ya no aguantaban el hambre, vi a la compañera Rosa tirada en el piso frío, apretándose el estómago, teníamos ya más de 24 horas sin comer.
Cuando iniciamos el bloqueo, inmediatamente llegó un Policía Federal de Caminos y preguntó quién era el líder. Todos contestaron Aquí no hay líder, queremos un camión para regresar a la Costa Grande, para acabarla de amolar, era el policía que nos había sermoneado por la noche y nos identificó a Otilio, a Ulises y a mí.
Tardamos ahí como dos horas y después de dialogar con los policías federales que fueron llegando ahí conocimos al comandante, lo habíamos visto salir en la noche de la estación cuando nos lo negaron. Negociamos con ellos, ellos a su vez, negociaron con la central camionera para que nos enviaran un autobús.
Nos mandaron un camión de la Flecha Roja. Hasta la fecha no me explico porque no nos desalojaron. Estábamos cerca de donde fue el informe de gobierno el día anterior, y había muchos policías acuartelados todavía en la ciudad.
Ya en el camión todos nos acomodamos, a mis 18 años, ensayando ser un buen dirigente me quedé parado, y les pedí a mis compañeros hombres les dieran el asiento a las mujeres. Casi nadie lo hizo, pues todos veníamos cansados y hambrientos. Después de que el camión tomó su camino, Ulises iba a mi lado, también como buen líder, parado, de repente se dormía y despertaba cuando se iba de lado y estaba a punto de golpearse con el parabrisas. Yo me dediqué a  platicar con una mujer chaparrita de Coyuca de Benítez.
De pronto esa chaparrita, que estaba acostumbrada ver al maestro Octaviano Roque en todos los movimientos, dijo: “bueno, no vino ninguno de los dirigentes de Atoyac ¿verdad?” Alguien contestó, no me acuerdo si fue Jorge Salas o Praxedis Rodríguez, —¿No los estás viendo? Señalando a  Ulises y mí Ellos son los dirigentes.
Ella exclamó ¡Ustedes! Si son dos hormiguitas dirigiendo un rebaño de elefantes.



domingo, 21 de octubre de 2018

Crónicas del palacio II


Víctor Cardona Galindo
Andrés Rebolledo Gómez formó parte del Frente Democrático Cardenista del Municipio de Atoyac. Andrés recuerda que en la agrupación inicial, y embrión del PRD, andaba Decidor Silva Valle, Francisco Arroyo Delgado, Gloria Reyes, Octaviano Roque Ruíz, Teódulo Serafín y Mario Valdez Lucena, con quienes hicieron varias reuniones, luego se dieron cuenta que Ángel Navarrete les andaba jugando chueco y lo descartaron. El Frente instaló sus oficinas en la calle Silvestre Castro número 7.
Rubén Ríos Radilla fue miembro del Consejo
 Central del Lucha, fundador del Partido de la
 Revolución Democrática y de la colonia 18 
de Mayo de 1967. Actualmente ya jubilado del 
magisterio se dedica a la gestión cultural, fundó 
en su colonia El centro cultural “Tingüiliche”. 
Foto: Archivo Histórico Municipal.

También andaba Leonel Gómez y comenzaron a hacer la invitación para que se sumara la gente, se organizaron por rutas. Andrés Rebolledo participó en la ruta de San Vicente de Benítez a La Remonta con Feliciano Vázquez. Recordó que fue en una reunión en el centro social donde Lido donde se deslindaron de Ángel Navarrete Reséndiz y de ahí se formó un comité independiente en el que estuvieron, Guadalupe Galeana Marín, Decidor Silva, Octaviano Roque, Mireya Oms, Francisco Arroyo y Ángeles Santiago.
Ya formado el PRD se realizó una convención municipal, en que salió electo Octaviano Roque Ruíz como candidato a la presidencia municipal y en la planilla de regidores iban: Rubén Ríos Radilla, Oscar Rivera Leyva, Rodrigo Flores Jiménez, José Hernández, Fulgencio Hernández y Teódulo Serafín.
Zohelio Jaimes Chávez se acordaba que la Coalición de Ejidos apoyó a Cuauhtémoc Cárdenas en su primer recorrido, que el promotor de la candidatura de Cárdenas, Salvador Flores Bello, llegaba a la Coalición de Ejidos y les prestaban el mimeógrafo para que hicieran la propaganda. Luego metieron un proyecto a la fundación Interamericana (IAF) por sus siglas en inglés y les dieron recursos para realizar foros para el desarrollo democrático y con el eso se fue reforzando al PRD. También llegaban a la Coalición de Ejidos personajes como Saúl Escobar, en ese tiempo compañero de Rosario Robles Berlanga.
El desalojo
La jornada electoral del 3 de diciembre de 1989, se llevó acabo de manera irregular, como no había credencial de elector con fotografía ni tinta indeleble muchos votaron varias veces, en diversas casillas los representantes del PRD fueron corridos bajo amenazas. Se denunciaron todas las anomalías habidas y por haber.
Después de la jornada electoral, el 10 de diciembre, los simpatizantes y militantes del PRD montaron guardia con palos y piedras afuera del Comité Electoral Municipal bloqueando la calle Aquiles Serdán, una de las dos vías principales de la cabecera. Se hablaba de 2 mil ciudadanos “engarrotados” que  no iban a permitir que se consumara un segundo fraude electoral.
No sólo en Atoyac hubo conflicto, las irregularidades en las elecciones de ese año llevaron a la toma de Ayuntamientos en 30 municipios, no solamente por el PRD, también el PAN tomó el Ayuntamiento de Taxco. Aquí una vez instalado el plantón frente a las oficinas del Colegio Electoral en la calle Aquiles Serdán, salieron comisiones para todas las rutas de la sierra.
Un carro de volteo propiedad de Isael Mercado salió por la gente de San Juan de las Flores y Agua Fría, de regreso se vino recogiendo gente de Mexcaltepec y El Salto. Eran muchos los voluntarios que venían a reforzar el plantón en las afueras del comité electoral que encabezaba Eleazar Radilla, El Ruso.
En el camino algunos campesinos que traían machetes cortaron garrotes, “para las piñatas”, porque el jovencito que los dirigía, entre bromas, les decía que venían a una posada donde habría piñatas azules. En Atoyac nunca se había presentado una represión de ese tipo, pero se sabía que la policía antimotines les había caído en Tecpan de Galeana a los cardenistas que en 1988 realizaban un plantón y la gente se defendió con agua caliente. La mayoría de los perredistas de Atoyac nunca habían visto policías antimotines, era algo nuevo.
A toda la gente que llegaba al plantón las secretarias del partido, Lucía Chávez y Rocío Mesino Martínez, les colocaban como distintivo un solecito de colores. Todas las comisiones que fueron a los poblados a traer gente fueron llegando, por la noche la calle Aquiles Serdán hervía de perredistas, ahí estaban todos, Carlos García Jiménez filmaba, llegó la dinastía Lucena de El Paraíso. Fulgencio puso una vendimia de refrescos de la Coca Cola. Wilibaldo Rojas y Otilio Laurel eran los representantes dentro de la junta electoral y a cada rato salían a dar información, dentro estaban las cosas que hervían. Desde afuera un hombre le gritaba a El Ruso que le viera bien la cara, porque el fraude que estaba cometiendo en contra del pueblo le costaría muy caro.
Ese 10 de diciembre de 1989, comenzaron hacer el recuento de votos, como a las 12 de la noche El Ruso se declaró incompetente de seguir contando, comenzó a llorar, a decir que lo estaban presionando mucho y se suspendió el conteo. En la calle se colocaron pequeñas barricadas con piedras y llantas, la gente se paseaba ansiosa esperando los resultados. No recuerdo en qué momento sacaron una urna y la quemaron, las papeletas marcadas ardieron a media calle.
Como a las tres de la mañana, ya del 11, avisaron que venían los antimotines, pocos sabían lo que eran los antimotines. Propusieron a Roque Ruiz salir a cortar más garrotes, para hacerles frente, Roque dijo que no, que solamente cantando el himno nacional se les iba a detener.
Ya en la madrugada se vieron venir cientos de policías antimotines, llegaron por la calle Juan Álvarez, bien formados, con sus cascos, escudos, toletes, coderas y rodilleras. De lejos parecían guajolotes, venían con mucha decisión, al principio algunos perredistas corrieron espantados y otros comenzaron a cantar el himno nacional, pero aun así los policías comenzaron a golpear a los que estaban dormidos. En el primer choque los policías comenzaron a caer. Un perredista de San Francisco de apellido Téllez fue el primero que se tumbó un policía de un garrotazo, con ese valor todos regresaron y empezaron a enfrentarse aunque de manera desorganizada, luego se vino una lluvia de piedras de río que cayeron sobre los perredistas que se defendieron con todo lo que encontraron, botellas de Coca Cola llenas y embaces cayeron sobre los policías, incluso los tizones una cocina improvisada volaron por encima de los azules, ellos los regresaban. Los tizones en el aire soltaban muchas chispas, parecían juegos pirotécnicos. En la refriega algunos cascos, escudos y toletes pasaron del lado de los perredistas. En una de las ofensivas que dio la policía usó a don Rogaciano Piedra como escudo y a Felipe Ponce lo agarraron de los pies y brazos para golpearlo como tambor luego lo tiraron a media calle, desde ahí don Felipe Ponce no pudo trabajar sus manos quedaron inservibles. En medio de los trancazos Carlos García tiró la filmadora dentro de la barda de una casa, el aparato se averió y quedó inservible. Las piedras que cayeron sobre los perredistas le quebraron los vidrios al carro del doctor Elio Dionisio Ponce. Mucha gente se asustó y corrían por las calles de colonia Villita y otros hacia el Centro.
Ángeles, Lucía, doña Diega y Elia Piedra recogían las piedras para devolverlas. Jesús Valdez se apostó en el refrigerador y tiraba sobre los policías los refrescos fríos. Jesús terminó lleno de sangre, una piedra le rompió el labio y le tiró un diente, con los años piensa que debió ser una astilla de piedra, estaba sangrando y lo llevaron al hospital para que le cocieran el labio.
El enfrentamiento terminó cuando intervinieron los soldados colocándose en medio y así los policías se llevaron las urnas. Los soldados cortando carcho se interpusieron a la mitad de la calle entre los perredistas y la policía. Algunos dicen que los soldados intervinieron para proteger al pueblo, pero más bien fue para garantizar que los antimotines se llevaran las urnas.
Después del susto y de recoger a los heridos, las fuerzas perredistas se organizaron y a las seis de la mañana hicieron una marcha rumbo a las oficinas de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH) porque se decía que junto con los antimotines habían participado trabajadores de esa institución. Pero además se responsabilizó a al delegado de la SARH Morelos Vargas del fraude electoral. Los perredistas se metieron en las instalaciones y muchas secretarias asustadas corrieron hacia el río. Después se realizó una marcha de donde doña María Manríquez al Zócalo se realizó un mitin y luego se dispersaron para organizarse.
Según los datos que aportó la prensa, el 12 de diciembre de 1989, el desalojo fue a las cuatro de la mañana, el Novedades de Acapulco decía que fueron 17 heridos en el desalojo de perredistas frente al Comité Municipal Electoral, además de que resultó una persona desaparecida, que llegaron 200 policías en tres autobuses. Los perredistas heridos fueron: Adolfo Pino Castrejón, Felipe Ponce, Gregorio Flores, Francisco Blanco, Faustino Onofre, Marcial Vargas, Eugenio Balderrama, Ranulfo Delgado Sotelo, Jesús Francisco Bolívar, Irineo Adame Barrera, José Hernández Benítez, Luis González Ramírez, Eusebio de Jesús, Carlos N y Gonzalo Jaimes Blanco.
Para defenderse de la agresión de los antimotines, los perredistas, usaron las botellas de refrescos que Fulgencio y Lucía Chávez tenían para su venta, ellos habían instalado un puestecito en medio del plantón. Setenta cajas de Coca Cola, con 24 refrescos cada una, se quebraron, los vidrios se veían como arena en el piso que refractaba la luz de los faroles. Los 23 heridos, que en realidad hubo, fueron trasladados al hospital en la combi de la maestra Guadalupe Galeana, luego los albergaron en la casa de doña María Manríquez donde los atendía en doctor Elio Dionicio Ponce. A don Gonzalo Jaimes se lo llevaron herido a San Jerónimo y después al puerto de Acapulco.
Los policías se llevaron de rehenes a dos perredistas, uno de la Cuauhtémoc y otro de Cacalutla. Un carro de Isael Mercado quedó despedazado de tanta piedra. El doctor Elio también ya nunca arregló su vehículo, le puso un nailon en la parte trasera después que las piedras de los antimotines le quebraron el cristal.
Como el 13 de diciembre dirigentes perredistas entre los que estaban Guadalupe Galeana Marín se entrevistaron con el gobernador José Francisco Ruíz Massieu quien les dijo que su policía había quedado muy deteriorada y que si seguían con las movilizaciones, ahora les iba a mandar al Ejército.
El 14 de diciembre de 1989, El Novedades de Acapulco publicaba “Atoyac de Álvarez es un polvorín, militantes priistas y perredistas están dispuestos a pelear la alcaldía en una guerra sin cuartel”. El 15 de diciembre se publicó en la prensa que en Atoyac “la iglesia católica preocupada interviene; en voz del párroco de la Iglesia del Dios único, Máximo Gómez Muños, exige que el gobierno respete la voluntad popular y reprueba la violencia vivida en las localidades de la Costa Grande”. El 16 de diciembre el comerciante “Eduardo Valderrama dice que bajaron las ventas por cuestiones electorales, pide que el colegio electoral decida cuidadosamente”, ese día más de mil perredistas marcharon e iniciaron un plantón indefinido frente al Ayuntamiento y el 19 de diciembre a las dos de la mañana decidieron tomar definitivamente la comuna, procedieron a asegurar con candado la única entrada que era utilizada.
El 20 de diciembre el Congreso del Estado concedió los triunfos al PRI en Tierra Colorada y Atoyac de Álvarez. El cuerpo del dictamen dado a conocer por Mónica Leñero especificó que Atoyac de Álvarez no se realizó el cómputo final, lo hizo el congreso y el PRI sacó 5 mil 386 votos y el PRD 3 mil 755.
Jueves 21 de diciembre de 1989, salió en la prensa: “Entregarán la alcaldía los del PRD si el Ejército se los pide… Los perredistas iniciaron pláticas con el coronel Francisco Meza Castro, comandante del 49 Batallón de Infantería para evitar un desalojo violento”.
Octaviano Roque dialogó con el alcalde saliente Alejandro Nogueda Ludwig al medio día de ese jueves 21 de diciembre en el domicilio particular ubicado en la calle Agustín Ramírez. El PRD no se movió de su postura que se le reconociera el triunfo, Alejandro Nogueda les dijo que solamente les correspondían dos regidurías. No se aceptó era propuesta y el movimiento siguió.

sábado, 13 de octubre de 2018

Crónicas del Palacio I


Víctor Cardona Galindo
El plantón
Aquel plantón que inició en diciembre de 1989, duró tres meses. Eran cientos de personas las que participaban en esa protesta, principalmente campesinos de todas las comunidades, que exigían se reconociera como presidente municipal a Octaviano Roque Ruíz, quien fuera el primer candidato perredista a la alcaldía. El Palacio Municipal estaba tomado y se cuidaba día y noche, se colocaban guardias en el callejón Nigromante, por la comandancia de la policía; en la principal entrada a la plaza Morelos, la esquina de la escuela primaria Juan Álvarez; en el callejón 5 de mayo, por los bancos; sobre la calle Independencia y por la entrada a la iglesia. El zócalo parecía mercado.
La profesora Guadalupe Galeana Marín es la cabeza
 ahora más visible del PRD en Atoyac, es fundadora
de ese instituto político, fue la primera síndica
procuradora en la historia del municipio y también
fue diputada local. Foto: tomada de su perfil de Facebook

Recuerdo que desde el inicio del plantón se nombró una comisión coordinadora. Ese movimiento fue muy bonito, además de participar en la lucha se vivieron romances, hubo incluso quienes consiguieron mujeres de por vida. Ya entrada la noche nos podíamos acurrucar en alguna parte del Palacio Municipal, en el kiosco y cualquier rinconcito oscuro era bueno para el amor.
Viene a la memoria un campesino de Cacalutla al que le apodaban La Rata Blanca, un grupo de priistas le gritó: “andas de pendejo en ese plantón” y él sin enojarse contestó “los pendejos son ustedes, porque yo desde que estoy en el plantón no sufro de comida y ya hasta tengo mujer”. Es que la gente se organizaba para todo: para asistir a marchas y mítines, para ir a pescar, para ir a botear. Los campesinos de Tenexpa se solidarizaban enviando camionetas llenas de plátanos, los de Hacienda de Cabañas llegaban con tinas llenas de pescado, igual los de Zacualpan y Cacalutla. Hubo campesinos perredistas acomodados como Leobardo Martínez que enviaron vacas y marranos que se sacrificaban en pleno zócalo. Comida no faltaba.
El Año Nuevo se reforzó el plantón, el padre Máximo Gómez llevó comida y se hizo acompañar de muchos se sus feligreses, ahí conocí a Lucio Galeana quien con el tiempo a pesar de ser priista llegaría a ser mi gran amigo. Si el Año Nuevo, hubieran caído a desalojarnos, se habría provocado una gran tragedia con muchos muertos. En ese tiempo estaban construyendo el hotel Alameda dentro se ocultaron muchos compañeros armados entre los que se encontraba Ricardo Lucena Basave y otros hombres valientes de El Paraíso y otras partes de la sierra.
Ese grupo de autodefensa se incorporó en todas las guardias, recuerdo a Porfirio con su M-1 y  Placido Domínguez con un casco, de los que Lucio Cabañas le quitó al Ejército, caminando por arriba de la bóveda de la iglesia armado también con su M-1. El Año Nuevo dio por irse la luz muchas veces, así que toda la noche estuvimos alerta. Llegó la noticia que en el plantón de Coyuca de Benítez fue atacado por unos pistoleros y habían matado a varios compañeros. Por mi parte sentí, que ese Año Nuevo, ni el con el Ejército nos sacaba de ahí.
El abuelo Chago
Nadie supo de donde vino, amanecía dormido todos los días bajo el monumento al general Juan Álvarez, el abuelo Chago, así comencé a llamarlo, portaba un machete grande como para chaponar huertas de café, usaba playeras o camisas de manga larga deslavadas por el uso, pantalones oscuros y un gorro rojo, a veces parecía un flaco muñeco de nieve.
El pomo (una botella de plástico de alcohol del 96) no le faltaba, siempre lo traía bajo la camisa, eso daba la impresión de que estaba armado con una pistola de grueso calibre.
El abuelo Chago era bajito de estatura, y delgado también; siempre hablaba con alegría aún a pesar de estar toda la noche bajo el sereno. Cuando el abuelo apareció eran tiempos muy difíciles, estaba tomado el Palacio Municipal por el Partido de la Revolución Democrática y gobernaba nuestro Atoyac la Comuna Popular Revolucionaria, toda la gente de la ciudad y las que estábamos en el plantón, vivíamos en completa tención. Cuando corrían los rumores de desalojo el abuelo se acercaba y me decía: “Vito ponte cabrón, si ves que los madrazos están duros córrele y déjame a mí, yo ya estoy viejo y a nadie le hago falta”.
Al poco tiempo de haber notado su presencia, el abuelo Chago, hacía guardia en el kiosco mientras yo dormía, siempre se preocupó por mí, aún recuerdo sus palabras: “cuídate muchachito”.
Se terminó la lucha por el Ayuntamiento; de todas maneras el abuelo, simpático como era, siguió su práctica de deambular por la ciudad, con su machete y pomo en la mano, cuando lo llegaba a encontrar me abrazaba. El abuelo Chago hablaba claro y tenía razón en lo que decía, se necesitaba cierto valor para participar en un movimiento como el nuestro. En ese tiempo éramos poco los jóvenes que participábamos en los movimientos yo apenas había cumplido 18 años.
Vino otra etapa de la lucha tomamos de nuevo el Ayuntamiento, el abuelo llegó hasta donde estaba a platicar conmigo, a dar consejos, con su pomo y su machete en la mano decía que moriría en la raya.
Llegó el momento, la policía del estado tomó por asalto el Palacio Municipal, al abuelo Chago se lo llevaron detenido junto con los demás y le tomaron fotos con plaquitas en el reclusorio de Acapulco; regresó golpeado de la frente, pidió a todos se le ayudara para comprar otro machete, porque el pomo era lo de menos, ya lo  conseguiría.
Después de que se lo llevaron al reclusorio, pocas veces volví a ver al abuelo Chago y no porque se haya escondido sino que yo me fui de estas tierras por un tiempo. Para mi las cosas se habían puesto color de hormiga. Luego me dijeron que el abuelo Chago fue encontrado muerto acostado en el pasto de la cancha Mariscal. El alcohol terminó por llevárselo.  
El abuelo Chago, de quien después supe se llamó Santiago Pastor Millán y que era originario de La Remonta, vivió como pocos, sin complicarse la vida, su única preocupación era conseguir el pomo de cada día. Vivió sin embiciones y sin envidias, no hizo daño a nadie, sólo fue el abuelo, para todos aquellos, que como yo, lo quisimos mucho.
El Partido de la Revolución Democrática y sus compañeros de viaje
A lo largo de sus 29 años de existencia el PRD, ha tenido varios compañeros de viaje, que lo acompañaron en tramos largos y cortos. En un principio estuvieron personajes como Ángel Navarrete Reséndiz quien fundó en Atoyac el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional con gente que venía del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), luego estuvieron Lucio Mesino Lezma y Pedro Rebolledo Málaga que figuraron como los principales líderes de la colonia 18 de mayo de 1967. La Coalición de Ejidos de Costa Grande muchas veces prestó sus grupos colectivos de trabajo para formar los comités de base. Incluso muchos de los golpeados en la represión del 11 de diciembre de 1989, eran de San Francisco del Tibor y militantes de la Coalición. Algunos tomamos los primeros cursos de periodismo y organización en esa central campesina y su oficina de prensa nos prestaba la matrizadora y el mimeógrafo para editar la propaganda. En el primer tramo el PRD caminó de la mano con la Coalición de Ejidos y luego rompió con ella para permitir la llegada de María de la Luz Núñez Ramos cuya relación fue muy tortuosa, sobre todo en aquel momento en que Arturo Martínez Nateras llamó a votar por Zedillo y por Mario Valdez, con su campaña “Votar por Zedillo es honrar a Colosio”. En esa coyuntura de 1994, las relaciones entre la gente de María de la Luz y el PRD se tensaron tanto que estuvieron al punto de romperse, pero la relación fue salvada por la masacre de Aguas Blancas y la lucha que propició la caída de Rubén Figueroa Alcocer.
Aunque luego vino aquella convención en 1996 que ganaron los miembros de la Coalición de Ejidos aliados al grupo de Guadalupe Galeana Marín. Zohelio fue candidato a la presidencia municipal, María de la Luz a diputada local. En esa elección el PRD de Atoyac tuvo dos diputadas porque Guadalupe Galeana llegó al congreso por la vía plurinominal y María de la Luz ganó el cuarto distrito.
Luego se abrieron las puertas al zeferinismo y a otras alianzas con el empresario gasolinero Pedro Brito García que venía del PAN y después el PRD abrió las puertas al aguirrismo que es en la etapa en que se encuentra ahora. Además que muchos militantes están con un pie dentro del PRD y el otro en Morena, seguramente con los días y de acuerdo como les vaya en la fiesta vendrá una etapa de definiciones, donde también saldrá favorecido el Partido del Movimiento Ciudadano.
Los fundadores
El Partido de la Revolución Democrática en Atoyac fue fundado por Octaviano Roque Ruíz, Rubén Ríos Radilla, Decidor Silva Valle, El Negris y María de los Ángeles Santiago Dionicio quienes comenzaron organizando el Frente Democrático Cardenista del Municipio de Atoyac, para respaldar la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. Desde un principio un oportunista que se llamó Ángel Navarrete Reséndiz que encabezaba el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN) el ferrocarril, quiso dirigirlos y sin haber trabajado por la construcción del frente municipal, les exigía ser el líder y controlar las mejores posiciones del comité.
Salvador Flores Bello era un dirigente regional venia de Tecpan Galeana y era coordinador de la campaña del Cuauhtémoc Cárdenas. También venía Silvestre Pacheco León desde Zihuatanejo quien traía propaganda del Partido Mexicano Socialista (PMS). La maestra Guadalupe Galeana Marín recuerda que al incorporarse ya conocía a Negris Silva desde los movimientos de las normales rurales donde estudiaron y por cuestiones del movimiento magisterial se llevaba también con Ángeles Santiago Dionicio, pero formalmente fue invitada a participar por Octaviano Roque Ruíz, Mireya Oms y María Manríquez. En la casa de José Ángel Navarrete se hizo la primera reunión.
Luego se fueron incorporando otros valiosos militantes. La primera comisión que fue a El Paraíso para invitar a Mario Valdez Lucena, para que se incorporara al movimiento, estuvo integrada por Fabio Tapia Gómez, Decidor Silva Valle, El Negris, y Octaviano Roque Ruíz.
Fue así como a principios de 1988, se formó el Frente Democrático Cardenista del Municipio de Atoyac para respaldar la primera candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas. El sucio de Ángel Navarrete de manera arbitraria hizo su estructura electoral, sin consultar tomó los nombres del padrón y los nombró representantes de casilla, resultó que muchos de esos representantes de casilla a los que se les envió nombramiento ya habían muerto y otros nos aceptaron porque eran priistas.
Por eso esa primera vez que vino Cárdenas, Guadalupe Galeana Marín le dio la bienvenida, la marcha se hizo del Arroyo Ancho a Zócalo. Para ilustrar éste hecho es significativo citar de nuevo aquí la nota publicada por La Jornada el 27 de marzo de 1988, escrita por Hermenegildo Castro.
“26 de marzo de 1988. En Atoyac, cuna del movimiento guerrillero de Lucio Cabañas y de un activo movimiento de izquierda, Cárdenas llegó caminando desde la entrada del pueblo y a la mitad del camino se encontró con la vigilancia de los soldados. Eran Jóvenes del 49 Batallón de Infantería, que se quedaron pegados a la pared. Amartillaron sus fusiles automáticos que, según los conocedores, eran G-3. No hubo ninguna provocación y la tención inicial se disipó. Los uniformados continuaron su camino hacia el cuartel del 49 Batallón de Infantería.
Ahí el candidato del FDN fue recibido con la plaza llena. Una plaza chica, para 2 mil personas bien apretaditas. Había tres banderas del PPS y el resto del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional; ni una del PARM, que tampoco trae propagandistas. Era una muestra de que la unidad entre los partidos del FDN no es cabal”.
En esa primera visita de Cárdenas este cronista de 17 años, observó el mitin desde las ramas de un camuchín, plantado en la esquina de la plaza, recuerdo en todo momento la figura sobresaliente de mi maestro y orientador vocacional Rubén Ríos Radilla. 



sábado, 6 de octubre de 2018

Yanelly Hernández Martínez alcaldesa de Atoyac


Víctor Cardona Galindo
“No hay vencedores ni vencidos en Atoyac, el pueblo decidió”, dijo María de la Luz Núñez Ramos al tomar protesta como alcaldesa de Atoyac, el 1 de diciembre de 1993, cargo al que llegó postulada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), ayer a su hijo Arturo Martínez Núñez diputado local por el décimo distrito le tocó tomar la protesta a Yanelly Hernández Martínez, la segunda presidenta municipal electa en la historia de Atoyac, que también llega por el PRD.
Yanelly Hernández Martínez reina del café 1997,
 tomó protesta ayer como presidenta municipal
 de Atoyac de Álvarez Guerrero, cargo al que 
llegó por el Partido de la Revolución Democrática.
Foto: Archivo Histórico Municipal.

Yanelly Hernández Martínez recibe la comuna con una deuda histórica de casi 250 millones de pesos, más 33 millones en pasivos que le dejó la administración saliente de Dámaso Pérez Organes. Recibe un Ayuntamiento con la energía eléctrica cortada en todos sus deteriorados edificios, una ciudad llena de basura y con muchas calles oscuras, pero además una abultada nómina de trabajadores municipales que no recibió el pago de su respectivo aguinaldo.
Yanelly, quien fuera reina del café en 1997, es la última de cuatro ticuiseños en ocupar la presidencia municipal, el primero fue Carlos Armando Bello Gómez por el PRD, le siguieron los priistas Ediberto Tabares Cisneros y Dámaso Pérez Organes, mismos que han causado el endeudamiento histórico del Ayuntamiento de Atoyac.
María de la Luz Núñez Ramos fue formada en las juventudes comunistas de la generación de 1968, hija de maestros rurales. Yanelly también es hija de maestros rurales partidarios del movimiento democrático, ella misma es docente, fue formada en su juventud en las líneas Partido Revolucionario Institucional. Es ticuiseña de nacimiento y tiene una amplia cultura, a diferencia de los demás alcaldes que hemos tenido, no profesa la religión católica y está casada con José Antonio Gutiérrez.
La suerte de Yanelly quedó echada desde, diciembre de 1998, cuando siendo parte del grupo político del finado Elías Salomón Radilla dio la bienvenida al entonces gobernador sustituto Ángel Aguirre Rivero, cuando vino a inaugurar la plaza de El Ticuí que lleva su nombre. Con los años Ángel Aguirre salió del PRI Yanelly apoyó su campaña por el PRD, gracias a eso llegó a ocupar la dirección del Registro Civil del gobierno del estado. Hace tres años fue candidata por el PRD y quedó en segundo lugar ante Dámaso Pérez Organes ante quien ella se dirige como tío. Los dos viven en la calle principal de El Ticuí.
Las actividades para el cambio de poderes empezaron el sábado a las 11 de la mañana, cuando comenzó a redactarse el acta de entrega recepción en las oficinas de la sindicatura en la Ciudad de los Servicios, por el gobierno saliente estuvieron el propio alcalde Dámaso Pérez Organes, el secretario general Abel Enrique Gómez Ozuna y el contralor Interno Roberto Gómez Chávez, por el gobierno entrante Yanelly Hernández Martínez y Juan Carlos Pérez González ticuiseño que ocupará la secretaría general.
Nélida Jazmín Fierro Arzeta estuvo como representante de la Auditoría Superior del Estado y América Valdez Vargas por la Secretaría de la Contraloría y Transparencia Gubernamental. Al dar lectura al acta inmediatamente salieron a relucir las deficiencias de la entrega-recepción, la administración saliente no entregó el expediente del personal, no entregó el padrón de usuarios del agua potable, ni un solo expediente técnico de obras, la dirección de asuntos jurídicos no entregó los expedientes de las demandas ni los requerimientos de pagos. Hicieron falta cuatro pistolas en seguridad pública.
En el acta se reflejó un pasivo de 33 millones de pesos, no apareció la plantilla del personal ni tabulador de sueldos, tampoco se entregó ninguna cuenta con los recursos para el pago del aguinaldo correspondiente.
Nuestro alcalde saliente, Dámaso Pérez, se mostró sorprendido porque hasta ese momento se dio cuenta que no estaban los expedientes, por eso pidió disculpas a la alcaldesa entrante y le dijo que tenía 30 días para hacer las observaciones correspondientes, emitir los deslindes y actuar conforme a la ley.
Yanelly Hernández es la presidenta municipal número 120, la tercera mujer en ocupar la presidencia municipal y la segunda que llega por el voto popular, desde la primera regidora que fue Genara Reséndiz Gómez en 1955, después que se instauró el voto femenino, en Atoyac hemos tenido tres presidentas municipales con Elizabeth Maya Paco que ocupó la suplencia con Germán Adame Bautista y dos síndicas Guadalupe Galena Marín y Esmeralda Fonseca Sotelo, regidoras, ya perdimos la cuenta.
A la toma de protesta no se presentó el alcalde saliente Dámaso Pérez Organes ni todo su cuerpo de regidores, solamente el secretario Abel Enrique Gómez Ozuna acudió a entregar el poder. La nueva alcaldesa estuvo arropada por el diputado local de Morena Arturo Martínez Núñez, con quien fueron compañeros en el gabinete de Ángel Aguirre Rivero y por las diputada federal de Morena Idalia Reyes Miguel, también estuvo el líder estatal del PRD Ricardo Ángel Barrientos y unos de los dirigentes del Movimiento Ciudadano Silvano Blanco de Aquino, luchadores sociales como el padre Máximo Gómez y Tita Radilla Martínez. Además de líderes perredistas locales como Amadeo Valdez Rayo, Guadalupe Galeana Marín, Leobardo Radilla Galeana y Carlos Carrillo Ríos. Como representante del ejecutivo estatal estuvo Oscar Rangel Miravete secretario del Trabajo y Previsión Social. 
En el presídium estuvieron el síndico Wilbert Galeana Radilla, el regidor del PRD Fredy Fuentes Nájera, porque la otra edil de ese partido Célida Radilla Barrientos murió hace tres días, el 27 de septiembre, y su lugar lo ocupará Mariela Meza Piza, sin embargo para la toma de protesta solamente se colocó una silla con un listón negro. Estuvieron los dos ediles de Morena, Eréndira Alarcón Godoy y Maximino Villa Zamora; Julio Cesar Neri Benítez del PRI; Ángel Atanasio Ramírez independiente; César Tabares Castro de Nueva Alianza y Juan Carlos Téllez Reyes del Partido del Pueblo de Guerrero.
En su mensaje ante una multitud que se congregó en el zócalo de Atoyac, la alcaldesa dijo que su gobierno se basará en  nueve ejes que serán la base para su Plan de Desarrollo Municipal. Como primer punto colocó a la seguridad pública, donde explicó formará un Consejo Ciudadano para la seguridad de Atoyac, además de consejos escolares para que vigilen que nuestros hijos no se salgan de las escuelas. En segundo, transparencia y honestidad; prometió que transparentará la nómina para que no haya en ella ni familiares ni aviadores.
Tercero, empleo; cuarto, la basura; quinto, drenaje; sexto, el agua potable; donde prometió realizar una auditoría al sistema municipal; séptimo, calles pavimentadas y alumbrado público; octavo, caminos rurales y apoyo al campo y noveno, gobierno y administración.
A la vez  señaló que  pedirá a la Auditoria superior del Estado y a la federación que apliquen  una auditoria a las oficinas del Ayuntamiento.
Se pronunció por un gobierno  honesto  que no se lleve el dinero, que lo aplique  en resolver las necesidades  de la gente del pueblo, que votaron para que haya paz y tranquilidad  en el municipio y “como prometí en campaña  que vamos hacer un gobierno diferente con planeación  y  responsable  que trabaje, comprometido, que atienda , claro y transparente , que rinda cuentas, que hable con la verdad, cercano al pueblo y que trabaja para él”.
Propuso formar comités ciudadanos como instrumentos de participación, como el de transparencia y honestidad que sean eficaces para vigilar que se trabaje  en favor de mejorar  los servicios públicos.
“La ciudadanía  estableció  que uno de los temas  que con mayor urgencia se debe atender es la seguridad,  por lo que este gobierno pondrá atención prioritaria en el tema de seguridad a los sectores sociales y económicos, porque consideremos que la pobreza, la desintegración familiar, la falta de empleo  y oportunidades, así como  de educación y cultura  la han consolidado la inseguridad de manera  más  profunda”.
Destacó la “importancia de crear un consejo ciudadano para la seguridad de Atoyac, porque  juntos como ciudadanos y gobierno tomemos las decisiones  para mejorar  la seguridad del municipio, e iniciar un programa  de jóvenes por el cambio  como un programa  preventivo  de salud, deporte y cultura”.
El gobierno municipal de Atoyac, será un  gobierno transparente  que rinda cuentas al pueblo, cero corrupción  e impunidad, nadie se va a llevar el dinero del pueblo. Se propuso impulsar incubadoras de proyectos agroindustriales, vamos por la generación de empleo con el desarrollo de proyectos productivos.  
La gente votó “también por la unidad la paz y la concordia de todos nosotros los habitantes de esta tierra, la tierra de don Juan Álvarez, por ello el voto del primero de julio para mí es un voto del cambio y es una oportunidad de luchar para sentar las bases de una verdadera y profunda transformación. Vamos hacer un gobierno diferente con planeación, responsable, que trabaje, comprometido, que atienda, claro y transparente, que rinda cuentas y que hable con la verdad, cercano al pueblo. La ciudadanía estableció que uno de los temas que con mayor urgencia se debe atender es el de la seguridad”.
Al final del acto todo mundo se veía feliz y buscaban tomarse la foto con la presidenta, todos en busca que se les pegue algo, aun cuando esta administración se ve complicada, muchos trabajadores del Ayuntamiento se quedarán sin su empleo y otros llegan en espera de tener un buen salario y de “alivianarse”. En el Ayuntamiento la nómina consume más del 90 por ciento de las participaciones federales lo que arroja una administración inmovilizada, no queda dinero para los gastos de operación. La nueva administración recibirá una nómina de 40 sindicalizados y alrededor de noventa basificados, muchos de ellos no fueron reconocidos por la administración saliente por problemas políticos y otros por irresponsabilidad.
El 31 de mayo del 2012 Armando Bello Gómez basificó 42 personas, aunque se habla de la existencia de otra lista de más basificados donde hay personal de confianza, Ediberto Tabares Cisneros basificó 53 personas, el 11 de septiembre del 2015, de ellos 13 laboran en Capasma, 10 en saneamiento básico, cuatro en el DIF municipal y tres en tesorería, el resto se divide en las diferentes áreas del Ayuntamiento. Entre ellos se ratificaron 28 de los que había basificado Bello tres años atrás.
De esos murieron dos personas, pero en el mes de julio con un acta retroactiva de febrero el cuerpo edilicio que encabezó Dámaso Pérez Organes intentó invalidar el acta del 11 de septiembre del 2015. En esa misma fecha hicieron un acta con fecha 9 de mayo donde se basificó a Martha Jiménez Ortiz esposa de Angelino Morales ya fallecido y a Ofelia Mesino Rojas trabajadora de saneamiento básico, con ellos son 66 basificados visibles, más las listas ocultas, pues se habla que la actual administración basificó en secreto a siete personas más, entre ellos a directores y jefes de área.
La actual administración recibirá en el sistema de agua potable municipal también una nómina abultada y una gran carga de adeudos de los usuarios, aquí cabría investigar los cobros a domicilio que se estuvieron haciendo sin recibo. Se recibe una red obsoleta con múltiples parchaduras, gran cantidad de tomas clandestinas que solamente pueden detectarse al pavimentar las calles. Por eso Atoyac no solamente requiere de agua de calidad  si no también una moderna red de conducción, la que está, tiene más de 50 años igual que el mercado municipal que ahora tiene su techo destrozado y que es una bomba de tiempo.
Entre otros de los retos que tendrá que enfrentar, está la basura de la cual se recogen 23 mil 582 toneladas al año, el tiradero está lleno, los carros abandonados en los talleres. Se paga mucho dinero por rentas de volteos y del camión vactor que limpia los drenajes. No hay para la gasolina mientras la basura se acumula en las calles y en el estacionamiento de la Ciudad de los Servicios.
Se acabó el trienio de un presidente bueno, un presidente zanca, Dámaso Pérez Organes que gobernó con el corazón y el dinero se le fue en la “morralla”. Según comentarios de los propios empleados de tesorería, el primer edil llegó a gastarse, en un mes, hasta millón y medio de pesos en dádivas que repartía a la gente que todos los días lo esperaba, al amanecer, afuera de su casa. Dámaso se fue pobre; todo el dinero que llegó a sus manos lo repartió a la gente y a decir de su propia familia “no arregló ni donde duerme”.