sábado, 25 de junio de 2016

Guerrilleros XII


Víctor Cardona Galindo
Había, en 1972, un resentimiento social en contra de los ricos locales y especialmente de los acaparadores de café. De todos circulaban en el pueblo versiones de cómo se habían enriquecido. En el caso de J. Carmen García Galeana la gente murmuraba que hizo su fortuna robándole al Banco de Crédito Rural (Banrural) y a los ejidatarios cafetaleros de Atoyac.
 “Carmelo García Galeana abandonó muy joven la ciudad de Atoyac –recogió don Simón Hipólito en su libro Guerrero amnistía y represión- y se fue a la Tierra Caliente del estado de Guerrero, donde trabajó como comisionista de un acaparador de granos que… después ocupó un alto puesto en el Banco de Crédito Rural, en el sexenio de Miguel Alemán. Este funcionario lo nombra gerente del Banco de Crédito Rural que se instaló en la ciudad de Atoyac y organizó a los ejidatarios en Sociedades de Crédito Rural para otorgarles préstamos refaccionarios. Cuentan viejos ejidatarios que por cada mil pesos que les daba les quitaba cien. Instaló, o como se le llame, el Seguro Agrícola, que nunca pagó aunque se perdieran las cosechas de los cafeticultores. Como es de suponerse, él si los hizo efectivos. Cuentan también que a nombre de las sociedades compró maquiladoras de café, un terreno donde construyó una bodega. Bueno, con fondos ejidales adquirió eso, pero a su nombre dicen los ejidatarios”.
Traslado del cadáver de Genaro Vázquez Rojas de la casa
 de Erasmo Vázquez hacia la iglesia principal
del poblado de San Luis Acatlán.
Foto encontrada en el Archivo General de la Nación (AGN).

“Después de estar al frente de dicha institución bancaria –dice don Simón- la mandó al diablo, instaló por su cuenta compraventas de café, y hasta créditos refaccionarios llegó a otorgar… Maquiladora, terrenos y bodega le quedaron a él”.  Por estas versiones, algunos sectores justificaron el secuestro de Cuauhtémoc García Terán, hijo de Carmelo.
El 30 de marzo Isidro Castro Fuentes responsable de la Brigada de lucha 18 de mayo envió un documento a la revista Por qué? Iba dirigido a la opinión pública y hacían saber:
“Que en relación al secuestro de Cuauhtémoc García Terán, no daremos contacto a su familia hasta saber que ya tengan reunidos los tres millones de pesos; con esto damos a entender que no estamos dispuestos a rebajar el monto del rescate ni a variar en ninguna de las condiciones que hemos puesto; además hicimos la prevención de que mientras más dejen pasar el tiempo, corren el riesgo de que aumentemos las condiciones para el rescate”.
“Hacemos saber que no nos asusta que nos persigan los bandidos del Ejército y de la policía, porque son verdaderas bestias que odia el pueblo y que solo sirven para golpear y matar a gente pacífica y desarmada. Con la persecución sólo corre peligro el secuestrado, a quien ultimaremos si el gobierno continúa torturando y matando a gente que nada tiene que ver con el secuestro, como son los casos que enseguida denunciamos:
En Cacalutla fueron apresadas once personas, una mujer y diez hombres, de los cuales mataron a dos tratando de hacerles decir el paradero de los secuestradores. En Atoyac fueron apresados, torturados y desaparecidos el profesor Luis Cabañas Ocampo y el campesino José Pérez González. En San Vicente de Benítez fue ultrajada la familia del ex coronel zapatista Pedro Cabañas. De Zacualpan se llevaron a los campesinos Rosendo Cortés Tumalán y Bernardino de la Cruz, a quienes golpeó personalmente Joaquín Solano Chagoya, comandante de la 27 Zona Militar. Del poblado de La Remonta se llevaron a los jóvenes Artemio Hernández y Timoteo Vélez, siendo golpeados también; el comisario Alfredo Ríos corrió la misma suerte. Por el mismo rumbo encontraron en su huerta de café al anciano y soldado zapatista Bartolo Silva, quien fue llevado preso y en la cárcel era visitado de continuo por un soldado que lo golpeaba y lo escupía. En el barrio de La Felicidad fue golpeado el comisario municipal y dos campesinos y cerca de esta barrio fueron ametrallados y destrozados los cuerpos de tres indígenas; no sabían hablar español como los soldados, por lo que al verlos mechudos y sin contestar con prontitud el interrogatorio, se les consideró sospechosos y merecedores de la muerte en este ‘año Juárez’ y en plena apertura ‘democrática’, como le han llamado a estos tiempos los enemigos del pueblo”.
Las detenciones siguieron y pronto llegaron hasta la estructura del Partido de los Pobres. Dice Arturo Gallegos en su libro testimonial La guerrillas en Guerrero que a raíz del secuestro de Cuauhtémoc García “el Ejército empezó a peinar la sierra con mayor intensidad, además de revisar sus archivos en busca de sospechosos que pudieran conducirlos al secuestrado”.
Sería la una de la mañana de aquel 19 de abril de 1972, cuando se oyeron los golpes en la puerta del domicilio de la familia Roque Ríos, ubicado en la calle 16 de septiembre, del histórico barrio de La Fábrica. Los cuerpos policiacos detuvieron a toda la familia, a Margarito Roque Texta o Bahena, Romana Ríos García, a seis de sus nueve hijos. Heriberto era el mayor tenía 18 años y Socorro una bebita de escasos tres años. Hugo se salvó por vivir en otro domicilio. También se llevaron a la mamá de don Margarito, Marina Texta Solís que vivía con ellos.
Aprehendieron a los hijos mayores: Heriberto, Margarito y Arsenio, María de la Luz, Aurelio y Socorro. Rosario y Rosalía se quedaron dormidas, los vecinos se hicieron cargo de ellas hasta la llegada de otros familiares. Romana y don Margarito están desaparecidos.
Dice Arturo Gallegos que la señora Romana Ríos ya había sido detenida cuando apresaron a los integrantes del Comando Armado de Guerrero, que secuestró a Jaime Farill Novelo. Al parecer la policía ya sabía que Romana era  hermana de Salomón Ríos García, Ramón; uno de los guerrilleros más activos de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento.
“El escándalo que se armó al entrar los elementos policiacos al domicilio, fue bastante notorio, de tal manera que todo el vecindario pudo darse cuenta de la presencia policiaca, pero nadie quiso intervenir al ver que los intrusos estaban armados”, comenta Arturo Gallegos.
A partir de ese momento, la familia detenida fue subida en varios automóviles policiacos y llevada a distintas partes de la ciudad. Después de algunas horas de paseo, finalmente fueron concentrados en el fraccionamiento Las Américas. “Ahí se encontraba una casa tipo residencia con muchas habitaciones, que albergaban a muchas personas que habían sido detenidas con anterioridad y otras que llegaron después, según testigos sobrevivientes. Según María de la Luz, en ese lugar solamente los tuvieron dos días y cuando los llevaban a torturar, lo hacían en una casa distinta, que tenía patio con pasto”, se lee en La guerrilla en Guerrero.
Ese mismo día los cuerpos policiacos catearon el Instituto México y detuvieron a la profesora Concepción Ramírez Altamirano de 62 años, a César Espinobarros, entre otros familiares y trabajadores de la familia Espinobarros. Recordemos que ya Humberto Espinobarros Ramírez estaba detenido en Veracruz acusado de deserción y de estar vinculado a la Brigada Campesina de Ajusticiamiento (BCA). El Instituto México quedó vigilado por la policía y al arribar a él David Rojas Vargas, el 20 de abril, fue detenido.
Romana Ríos García de 36 años, después de las dolorosas torturas a la que fue sometida, dijo que ella fue quien llevó a Guadalupe Castro Molina al campamento guerrillero de Los Mangos, a mediados del mes de diciembre de 1971, señaló que subieron por Zacualpan, pasaron por El Huicón, rumbo a La Pascua donde está el sitio conocido como Los Mangos y que con el grupo de Lucio estaba don Petronilo Castro Hernández, papá de Guadalupe, quien portaba una retrocarga, en el lugar también estaba Arturo Gallegos y Marta Castro, que después de entregar a Guadalupe fue interrogada por Cabañas sobre la detención que sufrió en la Ciudad de México y dijo que volvió al mismo campamento a los 15 días para recoger a Guadalupe.
En los intensos interrogatorios, a los que fue sometida, dijo que todos los guerrilleros que bajaban de la sierra llegaban a la casa de Arturo Gallegos y que otro de los contactos en Atoyac era Isidoro Sánchez, el doctor Antonio Palós Palma, una señora de nombre María que vivía por el Camposanto, Pedro, Ramón García Castro y Juan Mata Severiano. De acuerdo a los datos aportados por Romana, a la policía, Isidoro Sánchez era quien llevaba, a Lucio, las medicinas que el doctor Antonio Palos Palma le mandaba. También señaló que dos guerrilleros que bajaron e iban rumbo a la Ciudad de México le dijeron que el secuestrado lo tenían en un punto cercano a La Remonta.
En esos días los cuerpos policíacos comenzaron a perseguir a Guadalupe Castro Molina, con una foto que llevaban encontraron información en la lavandería del Instituto Nacional de Protección a la Infancia (INPI). Al saber sus familiares que la buscaban se le avisó a la joven pero ella se negó a abandonar su casa porque no debía nada y porque tenía un trabajo que no quería perder.
“Entre las fotografías de los archivos del Ejército y seguramente de la policía –nos comenta Gallegos- se encontraba la de Guadalupe Castro Molina, fichada durante la detención de noviembre del año anterior en Atoyac. Con esa foto visitaron mi ex domicilio de Río Grande 189 de la colonia Hogar Moderno en Acapulco, personas con aspecto de militares vestidos de civil, preguntaron si ella vivía ahí. A pesar de conocerla los inquilinos se negaron a proporcionar cualquier dato que pudiera conducir a los desconocidos hacia Guadalupe”.
Arturo Gallegos se enteró por casualidad que la policía buscaba a Guadalupe cuando acudió a visitar a unos amigos, cercanos a su anterior domicilio, recordemos que abandonó esa casa después de la detención de Carmelo Cortés, Carlos Ceballos y Gabriel Barrientos. Dice en su testimonio “de pura casualidad pasé a visitar a mis ex vecinos, quienes me informaron lo que aquí he descrito, además de proporcionarme santo y seña de la ropa que Guadalupe vestía en la fotografía que llevaban los aparentemente policías. Era una foto donde aparecía de medio cuerpo, blusa verde botella con rayas horizontales en color blanco”.
El 22 de abril de 1972 la policía asaltó, en Atoyac, la casa de Miguel Onofre Reynada, Pedro; señalado por Romana Ríos como contacto de Lucio, dice un informe policiaco que Miguel Onofre resultó muerto porque disparó con una escopeta contra la Judicial y ésta al repeler la agresión lo mató.
Del caso, don Simón Hipólito Castro en su libro Guerrero amnistía y represión comenta: “El señor Miguel Onofre era ejidatario del El Porvenir, sierra de Atoyac. Allá tenía su parcela toda cultivada con plantas de café; él vivía en la ciudad de Atoyac, a menos de 500 metros del cuartel militar. Su edad rebasaba los setentas años. Su casa era de adobes y tejas, muy grande. Tenía con su esposa, la señora María Ocampo, varios hijos, dos le desaparecieron las fuerzas que perseguían a la guerrilla… Don Miguel Onofre no se metía en nada, más que en la atención de su casa y trabajos, dicen familiares. Pero una noche, ya a altas horas, tocan a la puerta. Él dormía en una hamaca, ya que eran meses de calor y estaba un poco enfermo. Su esposa María se levanta y pregunta quién es. Lo estaban afuera le ordenaron que abriera la puerta; como ella se negó, la derriban y penetran. Se dirigieron a la hamaca donde dormía don Miguel y comienzan a darle culatazos mientras otros registraban la casa. La señora María trata de defenderlo y es derribada de un culatazo. Don Miguel sigue recibiendo golpes, ya perdidos sus sentidos, hasta que una ráfaga lo deja inmóvil. Salen los asesinos llevándose consigo un dinero que se reunió de limosnas en el velorio de un pariente de don Miguel, que en su casa se veló; también se llevan dinero de ellos. Don Miguel quedó muerto, cocido a balazos, la masa encefálica regada por todos lados; la señora María toda golpeada y amoratada”.
Ese mismo día 22 de abril, Matías Perdón Iturio, Elfego; fue detenido en Acapulco al llegar a la casa de Arturo Gallegos, donde acudió a recibir la correspondencia que venía a nombre de Tirso López Mesino uno de los seudónimos de Lucio. Élfego declaró que estaba a cargo de vigilar los movimientos, sobre el dinero del rescate, por el rumbo de San Andrés de la Cruz. Que al secuestrado lo tenían en la huerta de Bartolo Silva cerca de La Remonta y que luego lo cambiaron a la huerta de doña Bernardina. Le dijo a la policía que no habían podido colocar en Loma Larga la bandera roja que sería la señal, porque había mucho movimiento de tropa. La Dirección Federal de Seguridad (DFS) utilizó Élfego como guía por la sierra para buscar el campamento de los guerrilleros.


domingo, 19 de junio de 2016

Guerrilleros XI


Víctor Cardona Galindo
El 18 de marzo de 1972 se publicaron las condiciones de liberación de Cuauhtémoc García Terán, tres millones de pesos y la difusión de diez mil volantes con el ideario de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento (BCA) cuyos postulados generales, de la revolución de los pobres, se agrupaban en 14 cláusulas publicadas en la revista Por Qué? en el periódico Revolución de Acapulco y Excélsior donde se plantea un gobierno popular de campesinos, obreros y trabajadores; la expropiación de latifundios, fábricas y medios de producción.
Este ideario es una propuesta en la que el trabajo del pobre se hace valer por encima del capital y plantea que, para alcanzar estos objetivos, es necesaria la lucha armada, que ya desarrollaba el Partido de los pobres.
Objetos encontrados en el automóvil Dogge Dart modelo 65 
en que viajaba Genaro Vázquez Rojas. Después del accidente
 la literatura, propaganda y armamento quedaron en manos 
del gobierno. Foto encontrada en el Archivo General de la Nación (AGN).

Dice Eneida Martínez en Los alzados del monte. Historia de la guerrilla de Lucio Cabañas que es importante destacar este primer Ideario del Partido de los Pobres, porque muestra el pensamiento de Lucio Cabañas Barrientos quien tuvo la autoría total de dicho documento, que consta de 14 puntos, donde se plantea el para qué de la lucha armada emprendida por el Partido de los Pobres y su Brigada Campesina de Ajusticiamiento, “Derrocar al gobierno de la clase rica”, formando un nuevo gobierno surgido de las clases pobres como “campesinos y obreros y profesionales, y otros trabajadores revolucionarios”.
Se pueden observar las tareas de un nuevo gobierno surgido de la revolución, que tendría la función de proteger al pueblo creando leyes justas que les permita a los trabajadores “el derecho a la huelga, el derecho a reunirse y opinar en público y en privado, el derecho de formar sindicatos, partidos y otras asociaciones”.
En el cuarto punto de este ideario, plantea la expropiación que tendría que llevarse a cabo a “las fábricas, los edificios, la maquinaria, los transportes y los latifundios de los grandes propietarios, los millonarios nacionales y extranjeros” y éstos a su vez serán entregados “en propiedad a los trabajadores”, para que ellos sean quienes los controlen, es decir, se crearían como una especie de cooperativas. Incluye la importancia de la educación dirigida hacia pobres, el respeto a los derechos de las mujeres, el acceso al trabajo con igualdad respecto a los hombres. “Proteger a los niños haciendo valer los derechos que les son propios como alimentación, vestido, educación, casa de cuidado y de educación”, quedan incluidos –bajo este manto de protección– los ancianos, los inválidos, los presidiarios “que sufren cárcel por delitos causados por la pobreza y la ignorancia o la enfermedad, por medio de sistemas adecuados para mejorar sus condiciones de vida”.
Hacer valer los derechos de estudiantes a una mejor calidad de educación, que conlleve al mejoramiento de las condiciones del pueblo. Proteger a los campesinos de los abusos que han sufrido desde tiempos de la presencia de los españoles y de la discriminación de la que han sido objeto. Abolir la dependencia económica y política de México que tiene con respecto a los Estados Unidos y “luchar contra la misma dominación extranjera que protege a las clases ricas”.   
El pensamiento del Lucio Cabañas guerrillero puede conocerse también por medio de las grabaciones de sus discursos que el Ejército decomisó en la sierra y que fueron reproducidas por el periodista Luis Suárez en su libro Lucio Cabañas. El Guerrillero sin esperanza.
“Entonces, meterse al pueblo, ser pueblo, es la primera tarea. Luego sacar de allí la enseñanza del pueblo, sacar la línea, sacar la orientación, esa es la segunda tarea. Pero luego, con eso crear una organización es el tercer paso y es la tercera tarea. Conforme se mete uno al pueblo un tiempecito, aprender del pueblo: uno es pueblo, saca la orientación y, al dar la orientación, empieza uno a organizar como se va pudiendo aunque sea poquito va uno organizando. Esto coincide con el método que nosotros aplicamos: ser pueblo, aprender de él para orientarlo con su mismo modo y eso ya entra en lo que uno es. Ser clase uno, ser uno proletario, eso es proletarizarse, empezar a proletarizar. La primera parte es proletarizarse, hacerse pueblo, no ser diferente al pueblo. Otra cuestión es aprender de él, no llegar a enseñar”.
“La tercera cuestión de la organización, ésta se empieza a dar casi pronto. Con lo poquito que va entendiendo uno, va organizando, aunque no se formen Comités, ni Comisiones de Lucha, ni células, o de otro modo, que las pueda llamar con dos o tres gentes, contactos, relaciones, eso ya también puede llamarse organización, porque ya funciona. Es el tercer paso”.
El cuarto paso es la teoría. “La teoría sacada del libro es teoría muerta si no primero se saca del pueblo... Estudiar teoría no para imponerla, sino para compararla con lo que uno va aprendiendo del pueblo”. “El quinto punto es la colaboración mutua entre todas las organizaciones”, recogió Luis Suárez.
El 22 de marzo de 1972, el responsable de la brigada 18 de mayo, Isidro Castro Fuentes, mandó un ultimátum a Carmelo García, mientras éste enviaba una carta al presidente de la República Luis Echeverría y al gobernador del estado Israel Nogueda Otero pidiéndoles ayuda. “Hace más de ocho días mis familiares y yo estamos viviendo ininterrumpidas horas de tormentosa angustia por el secuestro de mi hijo Cuauhtémoc (…) La cantidad de tres millones de pesos pedida por los secuestradores está fuera de toda nuestra capacidad económica (…) A disposición del gobierno están todas nuestras pertenencias, y que él satisfaga esa suma para salvar la vida de nuestro hijo (…) Por eso ocurrimos respetuosamente a ustedes. No somos de altas clases sociales, simplemente somos mexicanos”. La carta quedaría sin respuesta.
Para esos días ya había una gran operación militar en la sierra de Atoyac y atropellos por todos lados. Estaba detenido el profesor Oscar Rivera Leyva, los campesinos Justino Carbajal Mejía, Amador Carbajal Hernández, Alfredo Escalante Peña, Secundino Robles Galeana y Juan Gómez Contreras.
“Soldados y policías batirán a Lucio Cabañas en la sierra de Guerrero”, publicaba Excélsior y decía que el padre de Cuauhtémoc García se muestra pesimista sobre la suerte de su hijo, “En tanto que los siete detenidos en relación al secuestro de Cuauhtémoc García Terán fueron llevados a Chilpancingo, por razones de seguridad. Elementos de la policía judicial y del Ejército iniciaron una batida por la sierra de Guerrero, en pos de Lucio Cabañas y unos setenta y cinco miembros de su grupo”, escribió Enrique Díaz Clavel.
“Mientras tanto, J. Carmen García Galeana, padre del plagiado se mostró indignado con la intervención policiaca y se mostró pesimista en cuanto a recuperar con vida a su hijo”, decía la nota.
Aunque el despliegue militar y policiaco era mayúsculo en realidad no se avanzaba con la investigación del probable paradero de Cuauhtémoc García, no había indicios de sus raptores así que aprehendieron a los que iban ocupar sus lugares ante la opinión pública. El 23 de marzo se anunció con gran estruendo la captura, por parte del Comandante de la Policía Judicial del puerto de Acapulco Wilfrido Castro Contreras, de los “guerrilleros” autores del secuestro. Comenta Eneida Martínez que el número de los aprisionados varía según el periódico que se consulte, sin embargo, ocho son las personas inocentes que se vieron involucradas en un asunto en el cual estaban lejos de haber participado.
“Los detenidos fueron Justino Carbajal Salas (34 años); profesor Oscar Rivera Leyva (29 años); Amador Carbajal Hernández (34 años); Federico Leyva Tumalán (27 años); Alfredo Escalante Peña (18 años); Secundino Robles Galeana (62 años); Juan Gómez Solís (52 años) y María Hilda Carbajal Mejía (24 años), quienes fueron apresados por elementos de la Policía Judicial en los poblados de Cacalutla y Zacualpan pertenecientes al municipio de Atoyac de Álvarez”, informaba el Novedades de Acapulco el 23 de marzo de 1972.
El profesor Oscar Rivera Leyva fue obligado a decir que él redactó el mensaje a máquina que fue llevado al padre del plagiado. Se publicaba además que “Carbajal Salas y Escalante Peña dijeron que una vez que Lucio se dio cuenta que le secuestrado era el estudiante Cuauhtémoc, se arrepintió de su acción, argumentando que ‘no quería involucrar a un estudiante, porque contaba con la simpatía de ellos en todo el país y perjudicaba su posición”.
Los detenidos fueron trasladados a los separos de la procuraduría de Justicia del Estado “y serán sometidos a intensos interrogatorios...” decía la prensa. Era de esperarse que los intensos interrogatorios a los que se refiere el periodista que cubrió la nota, fueron torturas para que los detenidos se declararan culpables de los delitos que les eran imputados. Por parte de la Policía Judicial, hubo un personaje sanguinario que se dio a conocer por sus métodos brutales para perseguir a la disidencia, el Comandante de la Policía Judicial de Acapulco Wilfrido Castro Contreras, a quien se le acusó de haber abusado de su autoridad.
Eneida Martínez escribió “Wilfrido Castro Contreras y sus gorilas atormentaron a los detenidos sin tomar en cuenta edad y sexo, pisoteando las garantías individuales a que todo mexicano tiene derecho. Al trasladar a los detenidos a la Procuraduría General de Justicia en el Estado, éstos iban convertidos en piltrafas humanas, en cadáveres vivientes”.
Justino Carbajal presentaba patadas en los ojos y en diferentes partes del cuerpo, quemaduras en los testículos y en otras partes del cuerpo. Juan Gómez Solís tenía varias costillas rotas por lo que no podía dormir acostado. Oscar Rivera fue colgado de los testículos, le dieron toques eléctricos y lo colgaron también del cuello. María Hilda Carvajal de 24 años, madre de tres niños: Noelia de 4; Gloria de 3 y Humberto de 1, tenía la cabeza llena de protuberancias debido a los golpes que le dieron, se sentía completamente adolorida del cuerpo y estaba postrada en una banca de madera con alta temperatura. “Esta señora es cocinera y tiene un pequeño negocio en Cacalutla. Federico Leyva tiene luxados los dos brazos por los jalones que le dieron a fin de que confesara que es secuestrador. Los únicos que van a quedar en la cárcel son: Amador Carbajal Hernández por el delito de homicidio (...) es inocente de los secuestros. Este hombre fue atormentado llenándolo de agua con una manguera. Secundino Robles (...) queda detenido por homicidio en riña, nada tiene que ver con los secuestros”, publicó la revista Actualidades, aquel 25 de marzo de 1972. 
“La policía porteña sabe que Lucio Cabañas, señalado como director del secuestro, se oculta con sus seguidores en enormes cuevas de la sierra de Atoyac”, escribía Díaz Clavel.
Mientras el secretario de la Defensa Nacional Hermenegildo Cuenca Díaz decía: “Si Lucio Cabañas y gentes que lo siguen –que hasta ahora no han creado ningún problema, pues Lucio no es hombre de pelea- solicitan amnistía por conducto de las autoridades competentes, el Ejército lo vería con simpatía y, desde luego, sería sujeto a estudio”.
En la versión de la guerrilla plasmada en el libro Lucio Cabañas y el Partido de los Pobres. Una experiencia guerrillera en México los guerrilleros dicen: “Carmelo fue uno de los que apoyaron a Julia Paco durante la lucha de 1967. Este cacique compraba cosechas de lo que fuera, café, ajonjolí, maíz, etc., las compras las hacía ‘al tiempo’ pagando por quintal de café la cuarta parte del valor que tenía en ese tiempo”.
Por el esquema de compra al tiempo –dice el Partido de los pobres- “Carmelo, el doctor Becerra (cuando vivía) y otros caciques se convertían en dueños de cosechas por varios años y a veces hasta la huerta pasaba a ser de su propiedad cuando el deudor no alcanzaba a pagar. Dentro de la negra historia de Carmelo se cuenta también el asesinato de un empleado del gobierno que estaba en Atoyac promoviendo la compra de café ‘para evitar que los caciques siguieran robándoles a los cafeticultores’. Esta medida afectaba a los caciques, porque aunque no solucionaba por completo el problema de los cafeticultores, al menos les iba a dejar un poco más de dinero”. Dice ésta versión que por eso Carmelo mandó a Mexcaltepec a un “teporocho” pistolero suyo que mató al promotor de un navajazo en el pecho.


domingo, 12 de junio de 2016

Guerrilleros X


Víctor Cardona Galindo
En 1972 en el municipio de Atoyac había 46 escuelas primarias, pero sólo 16 de ellas disponían de todos los grados, el resto tenía apenas hasta cuarto año. Se contaba con dos secundarias, una escuela comercial, tres jardines de niños, con un promedio del 60 por ciento de deserción escolar. Solamente había centros de salud en Atoyac, Cacalutla, Zacualpan y Corral Falso mal dotados y mal atendidos. El municipio tenía 36 mil habitantes. La mayoría de las viviendas campesinas eran de un solo cuarto donde vivían un promedio de seis personas. A la mayoría de las comunidades se llegaba caminando para ese tiempo las carreteras eran un sueño.
La represión alcanzó a los familiares de Lucio 
Cabañas, en 1972, fue detenida su mamá de 
crianza Marciana Iturio Serafín estuvo internada
 en el Campo Militar Número 1. Foto: Archivo 
General de la Nación (AGN).  

En esas condiciones se desarrollaba la guerrilla. El 5 de febrero de 1972 efectivos del 50 Batallón de Infantería localizaron dos campamentos de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento en las cercanías de El Posquelite, el primero estaba en La Pascua y el otro en Los Mangos. Ese día fueron detenidos los campesinos Rosendo Cortés Tumalán, Manuel López Navarrete, Máximo Macías Leyva y Bernardino de la Cruz, este último según los informes del gobierno confesó ser bastimentero de Lucio Cabañas.
En esos días la persecución al fundador del Partido de los Pueblos alcanzó a su familia. Decenas de sus integrantes estaban detenidos, la mayoría fueron a dar a las mazmorras del Campo Militar Número 1. Hasta la fecha al menos 126, de los Cabañas, Barrientos, Gervasio e Iturio permanecen desaparecidos, de acuerdo con las denuncias de la propia familia que los busca.
Después del sepelio de Genaro Vázquez en San Luis Acatlán, Consuelo Solís denunció que estaban detenidas, en los separos del servicio secreto, Juana e Irene Nava Cabañas, así como Rosa Cabañas, primas y tía de Lucio. Señaló que esas personas llevaban tres semanas detenidas y que eran atormentadas moralmente para que dijeran donde se encontraba su pariente.
Entre los familiares cercanos al guerrillero que sobrevivieron a la experiencia se encuentran: Pablo Cabañas Barrientos, su hermano, quien fue detenido el 17 de enero de 1972 por militares del 34 Batallón de Infantería en la escuela Felipe Carrillo Puerto ubicada en la colonia Unión de Huatabampo Sonora. Ese mismo día fue detenida Guadalupe Cabañas Nava.
El informe de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) dice: “El 17 de enero de 1972 fueron detenidos por el Ejército el profesor Pablo Cabañas Barrientos (a) Romero Gómez López, hermano de Lucio Cabañas y su prima Guadalupe Cabañas Nava, Melitón Pacheco Aragón, Ángel Guerrero García, Jerónimo Millán Valenzuela, J. Guadalupe Esquivel, Francisco Javier Valenzuela y Francisco Javier Zambrano acusados de un asalto al Banco de Comercio, Sucursal Empalme, Sonora como parte de las actividades de la Brigada 10 de Julio en Huatabampo, Sonora, donde Pablo vivía desde 1962”.
Excélsior del 28 de enero de 1972 publicaba: “Se consigna ante el juez de Distrito de Hermosillo Sonora a: Pablo Cabañas Barrientos, Melitón Pacheco Aragón, Ángel Guerrero García, Úrsula Beltrán Vega, Luis Felipe García Bohorges, Baltazar Millán Barrera, Medardo Vaca Corral, Ramón Hernández Encinas e Ignacio Velázquez Quijano”.
“Los detenidos se encuentran confesos de que fueron invitados por Pablo Cabañas Barrientos, hermano de Lucio Cabañas, para formar una brigada en el estado de Sonora, con el objeto de cambiar las instituciones del país por medio de la lucha armada”.
“Pablo Cabañas Barrientos les hizo saber que los fines que perseguía dicha brigada, que está relacionada con el grupo de Lucio Cabañas, era, según dijo: tomar el poder e incitar a las masas para prepararlas y actuar en el momento oportuno… Pablo Cabañas envió a varios de los miembros del grupo a la selva del estado de Chiapas, para que se instruyeran en el manejo de las armas”.
La información del periódico decía: “Cabañas y su gente autodenominaron el grupo como Fuerzas Armadas de la Nueva Revolución”.
Luego el 24 de enero de 1972 fueron detenidos miembros Frente Urbano Zapatista (FUZ) en el rancho La Cascada de Malpaso Tabasco, la policía de inmediato los relacionó con el hermano de Lucio. “Hace cinco días, elementos de la policía judicial federal sorprendieron en el rancho de Mal Paso, Tabasco, a Baltazar Millán Barrera, Medardo Vaca Corral, Ramón Hernández Encinas e Ignacio Velázquez Quijano, cuando hacían prácticas de tiro”.
“Al ser interrogados los cuatro individuos dijeron ser estudiantes de secundaria en el Estado de Sonora, y que habían llegado hasta Mal Paso para recibir instrucciones en el manejo de armas y acciones subversivas… confesaron además que Pablo Cabañas Barrientos, hermano de Lucio, les había dado todo lo necesario para que se trasladaran a dicho lugar a ser entrenados”.
“Según se informó el grupo se reunía en las rancherías cercanas a Huatabampo para elaborar cartulinas con leyendas en las que se incitaba al pueblo, a la lucha armada en contra del gobierno”, publicaba El Heraldo de México el 28 de enero de 1972.
Pablo fue trasladado al Campo Militar Número 1. Tras ser torturado fue condenado a 12 años de prisión por conspiración, asociación delictuosa e invitación a la rebelión.
En esos días los grupos guerrilleros se multiplicaban, según un informe de los cuerpos policiacos el primer antecedente de las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL) se constituyó el 4 de marzo de 1972 dentro de la Universidad Autónoma de Guerrero como Unión Revolucionaria Estudiantil, encabezada por Juan García Costilla y Ricardo Texta Villegas y que ésta agrupación entró en contacto con Lucio Cabañas.
El 14 de marzo de 1972 la denominada Brigada “18 de mayo” del Partido de los Pobres secuestró a Cuauhtémoc García Terán, hijo del empresario José Carmen García Galeana. Se pretendía secuestrar a su hermano Ulises, pero en esta ocasión quien manejaba la camioneta era Cuauhtémoc. Se lo llevaron de Poza Honda. El joven fue bajado de la camioneta de carga que conducía y en la que transportaba el café que compraba a los productores de la zona.
“En Mil Cumbres estábamos cuando salió el Comando 18 de mayo que… secuestró equivocadamente a Cuauhtémoc en lugar de Ulises García Terán. El comando estaba formado por César, como responsable; Ruperto, Ramiro e Isaías que era el que conocía a Ulises y la zona donde se realizó el secuestro”, dice un guerrillero en el libro Lucio Cabañas y el Partido de los Pobres. Una experiencia guerrillera en México de Eleazar Campos Gómez.
Carmelo García, como lo conocía la gente, era considerado uno de los comerciantes más poderosos de Atoyac, que se fue enriqueciendo gracias al acaparamiento de las cosechas de los campesinos que  no tenían más remedio que vender sus productos “al tiempo”, sobre todo el café. Estas prácticas llevaron a enriquecer a muchos acaparadores. Además se le acusaba de estar involucrado en la masacre del 18 de mayo de 1967. Por eso como parte del rescate se le exigió la cancelación de seiscientos mil pesos en créditos que había otorgado a campesinos pobres de la región.
El informe de la Femospp ubica a  J. Carmen García como funcionario del Banco de Crédito Rural al que se le acusa de estafar con el seguro agrícola a los productores de Atoyac. Y dice “Hasta antes del secuestro de Cuauhtémoc García Terán, el grupo de Lucio Cabañas había actuado clandestinamente; pero al llevarse a cabo éste y con base en la información de los detenidos, se logró la localización y captura de un gran número de miembros activos de la guerrilla. Se aclararon además diversos delitos cometidos con anterioridad y que fueron cometidos por este grupo como el secuestro de Juan Gallardo, Dr. Telésforo Andalón, Dr. Juan Becerra Luna (asesinado), Ing. Jaime Farell Novelo y Cuauhtémoc García Terán; el asalto a la sucursal Cuauhtémoc de Acapulco, del Banco de Comercio de Guerrero y extorsiones de diversa índole a personas con cierto poder económico”.
El grupo de Cabañas había enviado a la revista Porque? un comunicado que se publicó el 30 de marzo que decía: “Por este conducto hacemos del conocimiento de la opinión pública que la Brigada de Lucha ‘18 de mayo’ dependiente del Partido de los Pobres se hace responsable del secuestro del individuo Ulises García, hijo de Carmelo García, uno de los caciques asesinos más conocidos de la Costa Grande, participante en la matanza de Atoyac de Álvarez en mayo de 1967”. Por la brigada de lucha “18 de mayo” del Partido de los Pobres. Isidro Castro Fuentes.
Los guerrilleros se llevaron a Cuauhtémoc como a las 2 de la tarde, en una brecha del poblado de Poza Honda. Como se ve, la idea original era plagiar al  hijo mayor de Carmelo, Juan Ulises García Terán, sin embargo, la camioneta que él generalmente conducía transportando cosechas, el día del rapto la manejaba su hermano menor Cuauhtémoc, estudiante de la Universidad Autónoma de Guerrero.
Excélsior del 16 de marzo publicaba “Cuauhtémoc García Terán, hijo del acaudalado cafetalero y coprero J. Carmén García Galeana, fue secuestrado… por cinco hombres disfrazados de soldados, quienes metralleta en manos interceptaron al vehículo en que viajaba en una brecha de la sierra, a pocos kilómetros de la carretera Acapulco-Zihuatanejo”.
Enrique Díaz Clavel escribía “J. Carmen García Galeana, al ser entrevistado por Excélsior, afirmó que los secuestradores de su hijo son gente de Lucio Cabañas Barrientos, quienes piden un rescate de tres millones de pesos, que deberá entregar en un plazo de setenta y dos horas”.
“El hijo del cafetalero guiaba una camioneta pick-up y era acompañado por tres peones, quienes relataron que habían sido interceptados por los cinco individuos vestidos de militares en un lugar conocido como Poza Honda… Añadieron que actuaban con gran desenvoltura y que en pocos momentos se realizó el ataque. Los tres peones fueron atados a unos árboles y se llevaron a Cuauhtémoc en un a un vehículo que tenían escondidos, desconociéndose el rumbo que tomaron”.
Dice la nota: “El agricultor había sido amenazado hace tiempo por gente de Jenaro Vázquez Rojas y del propio Lucio Cabañas, mediante recados en los que le exigían dinero a cambio de respetar su vida. Ante esto, optó por irse a vivir a Acapulco en donde permaneció algunos meses. A la muerte de Vázquez Rojas, creyó que había pasado el peligro y retornó a su vida cotidiana”.
El reportero se aventuraba a decir: “Lucio Cabañas es más radical de lo que fue Jenaro Vázquez y más afecto a la violencia. En una proclama señaló que se deben cerrar las iglesias y convertirlas en escuelas”.
Ya el 17 la prensa publicaba “Señores tenemos listos quinientos mil pesos. Únicamente aguardamos a que ustedes se comuniquen con nosotros pare ver en qué otra forma podemos cajear a Cuauhtémoc. Tengan la seguridad que no habrá policías, ni soldados, y que hemos hecho todo lo posible para recolectar los tres millones de pesos, cosa que la capacidad económica de la familia nos lo impide”.
Carmelo García le dijo a Díaz Clavel: “Yo conozco a Lucio Cabañas, nos hemos visto algunas veces. Yo nunca he tenido problemas con él o con su familia. Espero que reaccione y me devuelva a mi hijo”.
A pesar de las peticiones públicas de la familia no se hizo esperar la movilización policiaca y del Ejército para dar con la ubicación de Cuauhtémoc, dice Eneida Martínez en su tesis Los alzados del monte. Historia de la guerrilla de Lucio Cabañas  “había que encontrar si no a los plagiarios, sí a algunos chivos expiatorios que pudiera justificar el despliegue de una gran cantidad de soldados. Los pobladores de los barrios de la sierra fueron el blanco del acoso extremo”.
“Esta mañana se realizó una gigantesca operación militar en la sierra de Atoyac, en la que participaron elementos de los siete cuarteles militares y casi se puede asegurar que no hubo uno solo de los rancheros que bajaron hacer compras en esta plaza, que no haya sido interceptado, cateándolo e interrogándolo los militares”, Avance de Guerrero, 20 de marzo de 1972.
Por esas fechas aparecía en Atoyac, el capitán Mario Arturo Acosta Chaparro comisionado para investigar el secuestro de Cuauhtémoc García Terán.



domingo, 5 de junio de 2016

Guerrilleros IX


Víctor Cardona Galindo
“Le resultaba difícil aceptar que dos hombres hubieran salido ilesos del accidente. Y especial que se tratara de los que venían en el asiento delantero”, reflexiona un soldado en Guerra en el Paraíso quien pensó: que Bracho no tardaría en caer. “Ahí, en alguna parte de esa oscuridad de la sierra, estaba apresado, acorralado. No tendría escapatoria. Tendría que pisar en algún momento esta carretera. Habría que esperar, solamente”. Así fue.
José Bracho Campos y Salvador Flores Bello, se habían alejado del lugar del accidente, en el que murió Genaro Vázquez, caminando por el monte. Los fugitivos iban a oscuras alejados de la carretera, pero siguiendo un curso paralelo, en un terreno lleno de profundas barrancas, totalmente desconocido por ellos y en la zona, la guerrilla, no tenía ni la más mínima base de apoyo.
José Bracho Campos cuando fue detenido
por primera vez en 1966, después de salir de
la cárcel se integró a la vida clandestina con
Genaro Vázquez y finalmente fue apresado
 nuevamente, muy mal herido, después del
accidente en que murió el líder de la
Asociación Cívica Nacional Revolucionaria
(ACNR).
Foto Anexo fotográfico del
 informe de la Comverdad.

Como Bracho perdía mucha sangre, decidieron que Flores Bello saliera a pedir un raid para conseguir ayuda. Cuando se disponía a abordar un autobús, el 3 de febrero, fue detenido por unos caballerangos colaboradores de la policía y luego entregado al Ejército. Flores Bello tenía heridas en una pierna, en la cara y en la garganta. Iba descalzo llevaba únicamente los calcetines.
El Sol de México informó el 5 de febrero, “Bracho abandonó a Salvador en el Parque Nacional José María Morelos y Pavón, a unos 9 kilómetros del puente contra el que se estrelló el vehículo. Allí fue descubierto por unos caballerangos, que reportaron su hallazgo al administrador de ese centro de recreo, Juan García Vázquez, un hombre de 67 años de edad, que en un rasgo de valentía aprehendió y puso en manos de las autoridades a este fugitivo”.
Mientras tanto Bracho, ante el patrullaje permanente, continuó su marcha sin rumbo fijo. Después de dos días, sin probar agua ni comida y con una herida infectada, a unos kilómetros del lugar del accidente, se acercó buscando comida a una casa construida en medio del follaje de la zona forestal José María Morelos y Pavón. La familia se asustó al verlo por su aspecto, madre e hija salieron corriendo para dar aviso a las autoridades del pueblo.
Mientras el hombre de la casa se negó a venderle comida y dio inmediatamente parte a la policía de Morelia, por eso soldados de la XXI Zona Militar y agentes de la Policía Judicial del Estado en unas cuantas horas lo cercaron. Se informó que unos campesinos avisaron, a los miembros de una patrulla militar volante, que un hombre vestido con chamarra negra, camisa morada y pantalón azul claro, que iba herido y armado con una metralleta, obligaba a los campesinos a darle de comer. Esa versión seguramente era un rumor propagado para meter miedo en la población, porque aunque Bracho llevaba una pistola calibre .45 nunca amenazó a campesino alguno.
Dieron con él cuando ya no podía ni ponerse de pie. Mareado, deshidratado y desangrado fue detenido por el Ejército. Excélsior publicó: “Hambriento, enfermo, con una lesión en la frente, la cara con sangre recesa, la ropa desgarrada y tiritando de fiebre, José Bracho Campos –lugarteniente de Genaro Vázquez Rojas- fue capturado ésta mañana a las ochos horas, entre matorrales por el Ejército”.
Después que el capitán realizó dos disparos al aire, el guerrillero salió arrastrándose de su escondite entre la maleza. Lo primero que hizo fue pedir de comer a los soldados. “Su faz lo expresaba todo. Los ojos hundidos, pálido, la barba crecida. Una lesión bastante grave en la frente que le dejó la cara manchada de sangre. Casi no podía hablar, balbuceaba. La mirada, clavada en el piso. Cuando comenzaron a hacerle preguntas sólo movía la cabeza para afirmar o negar”, decía Excélsior.
De acuerdo a los datos del periódico, Bracho Campos fue capturado en Triguillos, el 4 de febrero a cuatro kilómetros del lugar del accidente, que a su vez está a unos doce kilómetros de la ciudad de Morelia, sobre la carretera de Mil Cumbres. La zona había sido acordonada por elementos de la XXI zona militar y por agentes de la Policía Judicial del Estado, así como los servicios de seguridad de esta población.
Fue trasladado casi inconsciente al campo militar de Morelia, y posteriormente a las 14: 30 de la tarde un avión de la Fuerza Aérea Mexicana lo llevó a la Ciudad de México, pasó por el Hospital  Militar, donde fue torturado para que declarara quien sería el sucesor de Genaro. Se comenta que José Bracho salvó su vida gracias a la profunda difusión de la noticia de su detención. Y ante la falta de atención médica estuvo a punto de perder el ojo izquierdo.
Mientras tanto “el licenciado José Rojo Coronado solicitó el amparo de la justicia federal ante el juez segundo Distrito, licenciado Raúl Jiménez O’ Farrill, en favor de las dos mujeres que resultaron lesionadas en el choque automovilístico en que perdiera la vida el guerrillero”, informaba Ovaciones el 4 de febrero. Dos días después Sabina Ledesma Javier y María Aguilar Martínez fueron puestas en libertad por “falta de pruebas”, bajo las reservas de ley.
El 9 de febrero de 1972 fueron presentados y consignados los militantes de la ACNR, secuestrados por soldados, agentes de la Dirección Federal de Seguridad y de la División de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia, entre el 22 y 24 de enero, los doctores Eugenio Méndez Bravo y José Gutiérrez Martínez, los profesores Jorge Mota González, Fausto Ávila Juárez, Abelardo Contreras Castro, Pedro Contreras Javier y Felipe Mota Hernández, y el licenciado Alfonso Pliego García.
A esas fechas se propagaba la idea que el accidente pudo ser provocado. Desde la cárcel de Morelia, Salvador Flores Bello, tuvo que enviar una carta a la revista Porque? Para defenderse y decía “me hacen aparecer como ‘responsable intencional’ del accidente automovilístico del 2 de febrero del presente año en el que por desgracia resultara herido el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas del ACNR, Genaro Vázquez Rojas. Es arriesgado afirmar las posibles causas del accidente, pero el pueblo mexicano, que juzga con acierto, sabe perfectamente que un combatiente con una ideología y trayectoria de acción definidas, es incapaz de ejecutar acciones suicidas como esta”.
Dice que cuando lo detuvieron los soldados no denunció el lugar donde se encontraba José Bracho Campos, que estaba a sólo 50 o 70 metros de distancia, a pesar de las torturas de las que fue objeto. Comenta que salió a la carretera con el objeto de “tomar prestado” un carro para poder salir del área de peligro.
Denuncia que “desde el momento en que me apresaron fui salvajemente torturado a pesar de la gravedad de mi estado de salud, incluso después de estar en los cuarteles militares de Morelia y de la Ciudad de México”.
Febrero de 1972 se convirtió en un mes trágico para el movimiento armado socialista mexicano. El día 6, tan sólo cuatro días después de la muerte de Genaro, cayó abatido por las balas de la policía en el Distrito Federal, Raúl Ramos Zavala, la figura más importante del proyecto formativo de la guerrilla urbana en el ámbito nacional.
Arturo Miranda nos narra, en su libro El otro rostro de la guerrilla 40 años después, que regresó el 10 de febrero de 1972 a Cuernavaca para intentar reestructurar a la ACNR, sin embargo ese mismo día, delatado por su tío, a las 8 de la noche fue detenido por agentes judiciales comandados por Francisco Bravo Delgado, La Guitarra, el célebre asesino al servicio del gobierno del general Raúl Caballero Aburto. Tres horas después fue entregado a la Dirección Federal de Seguridad y trasladado a la Ciudad de México. Durante nueve días fue brutalmente torturado física y psicológicamente a manos, entre otros, de los comandantes Rocha Cordero, Obregón Lima y Salomón Tanúz, en una cárcel clandestina de la DFS ubicada en Tepepan, cerca de Xochimilco.
El 19 de febrero fue trasladado fuertemente escoltado por agentes federales a Chilpancingo donde fue entregado a la Policía Judicial del estado y recluido en una celda llena de campesinos acusados de colaborar con la guerrilla. Finalmente el 22, después de doce días de desaparecido, Arturo fue presentado a los medios de comunicación. Se le consignó y recluyó en la Penitenciaría General del Estado, en Chilpancingo, acusado del secuestro del doctor Jaime Castrejón Díez.
El mismo día en que Arturo ingresó a la Penitenciaría del Estado en Chilpancingo, fue encarcelado ahí mismo José Bracho Campos. Para ese entonces ya se encontraban en prisión Vicente Iraís, Carmelo Cortés Castro, Carlos Ceballos Loya, Gabriel Barrientos, los hermanos Mota, Fausto Ávila, Cliserio de Jesús, Pedro Contreras, Eugenio Martínez Bravo y José Gutiérrez, Justino Piza, José Garay y Marcos Saldaña, todos acusados de participar en los secuestros del Donaciano Luna Radilla y de Jaime Castrejón Díez. Pronto llegó Gregorio Fernández como consecuencia de las delaciones que realizó Salvador Flores Bello.
Bracho fue torturado durante quince días, las secuelas del accidente le dejaron, decía la revista Porque?, “un trozo de carne colgando de la ceja izquierda, dificultándole la vista y obligándole a levantar la cabeza para distinguir a la persona con la que habla”. Una impresionante herida de veinte centímetros dividía el lado izquierdo de la cara del revolucionario guerrerense.
Ya en la cárcel de Chilpancingo Bracho dio a conocer su versión: “Anduve caminando cuando pude durante tres días en un remoto intento de llegar a la sierra. Perdí el conocimiento como tres veces en ese lapso, pero logré internarme como unos 25 kilómetros orillando la carretera, ya que no conocía el lugar, hasta que al tercer día, sin fuerza alguna ya, caí una vez más sin sentido”.
Dijo que después de su detención: “Cargando me trasladaron ante un general que se encontraba en la carretera. No me interrogó ni me dijo nada hasta que llegamos al cuartel militar. Allí un individuo bajo, de ojos claros, vestido de civil, me dio un golpe en el rostro y otros en la espalda”.
Hasta 1974 a los acusados del secuestro de Jaime Castrejón Díaz se les sentenció a condenas que iban de 18 a 20 años de prisión más la “reparación del daño” reintegrando al quejoso 2.5 millones de pesos. Por esos motivos los presos de la ACNR y del Pdlp decidieron intentar escapar de la prisión, apoyados por sus respectivas organizaciones, sin embargo los planes fracasaron por la caída en combate de Lucio Cabañas Barrientos el 2 de diciembre de 1974; en el operativo los soldados le encontraron su diario donde se especificaba dicha preparación, nos comenta Arturo Miranda.
En un recuento de los militantes caídos durante la lucha revolucionaria emprendida por la ACNR, desde Cuba los exiliados recordaron además de Genaro a los guerrilleros: Roque Salgado Ochoa, Filiberto Solís Morales, Pedro Cortés Bustos, Delfino Ocampo, Agripino de Jesús, Prudencio Casarrubias, Agustín Ocampo, Antonio Espinobarros, Santiago Morales y Germán Juárez.
Después de la caída de Genaro la ACNR como organización guerrillera se quedó sin cabeza. “La propia estructura organizativa impidió de momento sustituir con eficiencia al Comandante en Jefe, cuanto más porque el núcleo de militantes que conformaba el soporte profesional de la ACNR era muy reducido. La relación interna entre los órganos de dirección, intermedios y de base, por su compartimentación, así como la muerte del máximo dirigente, la detención del segundo en jerarquía y de algunos importantes cuadros de dirección nacional agravó esa tendencia que desembocó en el aislamiento de los militantes de base y simpatizantes”, concluyó Andrés Rubio Zaldívar en su trabajo ACNR y Genaro Vázquez Rojas.
Elementos de las zonas militares XXI de Michoacán, XXVII y XXXV de Guerrero intensificaron su campaña de persecución y aniquilamiento de los reductos de la ACNR que todavía quedaban en pie. En las siguientes semanas y meses los sobrevivientes de la organización o bien se incorporaron, sin renunciar a su organismo, a las filas del Partido de los Pobres, donde Lucio siempre los trató con amabilidad sin exigirles que renunciaran a su organización, lo que los posibilitó reestructurar y volver a impulsar su proyecto revolucionario, otros se incorporaron a las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Carmelo Cortés Castro.