sábado, 30 de junio de 2018

Elecciones polémicas I

Víctor Cardona Galindo
Sin duda, en Atoyac, siempre se viven elecciones municipales polémicas y cargadas de pasión, como aquella de 1962, cuando la Asociación Cívica Guerrerense (ACG) lanzó a Bertoldo Cabañas Ocampo y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) impulsó a Luis Ríos Tavera. El gobierno del estado destituyó al Consejo Municipal Electoral porque favorecía a los Cívicos y usó abiertamente al Ejército para someter al pueblo que dio la lucha hasta el último momento.
Alejandro Nogueda Ludwig fue presidente municipal
 de Atoyac de 1987 a 1989 le tocó enfrentar el 
surgimiento del PRD y la invasión de tierras que
 dieron origen a la colonia 18 de mayo de 1967. 
Foto: Víctor Cardona Galindo.

Otras elecciones complicadas se dieron en diciembre de 1989, cuando compitieron por el PRI, Pedro Magaña Ruiz y por el naciente Partido de la Revolución Democrática (PRD) Octaviano Roque Ruíz. Las elecciones terminaron  con la toma del palacio municipal que duró tres meses.
En esta coyuntura que once candidatos buscan la presidencia municipal y se realizan las alianzas para fortalecer las estructuras que les permita ganar. Desde la participación de los cívicos en 1962 por primera vez juega un candidato independiente, pero además tendremos el mayor voto cruzado de la historia. Ciudadanos de todos los partidos votarán por Andrés Manuel López Obrador, por eso bien vale recordar las elecciones polémicas del pasado para sacar lecciones de la historia.
Como ya he comentado en otro momento, aquella ocasión Luis Ríos Tavera comenzó su campaña política el 14 de noviembre de 1962, con la visita a El Humo, Ciruelar y Alcholoa, poblaciones cercanas a la cabecera, mientras el Comité Municipal Electoral, integrado por Felicitos Godoy Cabañas y Elizabeth Flores Reynada, le negaba el registro.
Fue el presidente del comité muni­cipal del PRI Tomás Fierro de León quien se presentó al Palacio Municipal a registrar ante el Comité Electoral la planilla de Luis Ríos Tavera, pero el presidente Felicitos Godoy Cabañas no la registró porque no cumplía con los requisitos que marcaba la ley electoral de ese tiempo. “Fierro de León abandonó el Palacio Municipal temeroso de ser linchado por un grupo de placeras”, comenta Wilfrido Fierro.
“Lo que pasó –dice Felicitos Godoy- es que la planilla que presentó Tomás Fierro estaba en blanco, no tenía la firma ni los sellos del comité del PRI”. Al otro día llegó el agente del Ministerio Público de Tecpan de Galeana, Alberto Pérez Solís, acompañado de pistoleros de la región para levantar un acta del porque se le había negado el registro al candidato del PRI. Godoy Cabañas expuso sus razones y eso quedó asentado en el acta. “No cumplía los requisitos que marcaba la ley”. Recuerda Felicitos Godoy que posteriormente le llegó un telegrama del secretario de gobierno donde lo había responsable del hecho que su partido (el PRI) se haya puesto en movimiento.
Dos días después, el 18, al medio día la Asociación Cívica Guerrerense (ACG) encabezada por el dirigente local Rogelio Juárez Godoy, organizó una manifestación que partió de su casa en la calle Nicolás Bravo. El contingente recorrió las principales avenidas con música del Chile Frito, jalando un perro callejero flaco con el nombre de Luis Ríos Tavera, así como un gallo fino que simbolizaba el candidato Cívico, se detuvieron en el Zócalo y mediante un alto parlante se llevó a cabo un mitin, donde fungieron como oradores: Rogelio Juárez Godoy, Sabino Olivar Domínguez, de Acapulco y José Ángel Navarrete de Petatlán quien dijo que Raymundo Abarca Alarcón traía la misma consigna de Caballero Aburto y temían que volviera a repetirse la época de represión y muerte. Le siguieron Rogelio Juárez Godoy, Felicitos Godoy Cabañas y Bertoldo Cabañas Ocampo quien habló sobre su pro­grama de gobierno.
El domingo 2 de diciembre de 1962 se realizaron las elecciones estatales, en un acto no muy claro se nombró un Comité Municipal Electoral paralelo encabezado por: Jesús Bello Soberanis, Heriberto Reyes Gudiño y Demetrio Castro Girón. El comité original integrado por Felicitos Godoy y Elizabeth Flores ya había distribuido la papelería en todas las casillas de las comunidades, porque nunca llegó notificación alguna que los habían destituido.
A las ocho de la mañana de ese 2 de diciembre los priistas se robaron la papelería de las oficinas del Comité Municipal Electoral del Palacio Municipal y cambiaron los comités de las cuatro casillas de la cabecera municipal, distribuyeron la papelería robada y de esa manera se llevaron a cabo las elecciones en las que triunfaron los candidatos del PRI: Raymundo Abarca Alarcón, para gobernador; Raúl Fernández Galeana, para diputado por el cuarto distrito y Luis Ríos Tavera para presidente municipal.
Felicitos Godoy Cabañas y Elizabeth Flores Reynada, defendieron sus  nombramientos como miembros del Comité Municipal Electoral. Ellos habían recibido toda la papelería, la había distribuido a las comunidades de la sierra y despachaban los asuntos de las elecciones en el Palacio Municipal que estaba resguardado por mucha gente simpatizante de Los Cívicos. A las 12 del día se presentó el coronel Manuel Olvera Fragoso y para abrirse camino entre la gente se valió de una granada que llevaba en las manos, diciéndoles “aquí vamos a volar todos”. De esa manera entró al Palacio con el delegado de Gobernación Héctor Castillo Monroy, enviado especial para vigilar el proceso electoral, quien al llegar a la oficina del comité electoral quiso jalonear a Felicitos Godoy pero Luis Cabañas lo paró en seco, así que el mencionado delegado se limitó a darle una palmada en el hombro y le dijo “estas muy jovencito, tú no sabes nada de política y mejor vete a tu casa”.
Dice Wilfrido que “Elizabeth Flores Reynada, sostuvo una acalorada discusión con dicho delegado en las ofi­cinas del comité municipal del PRI, a donde había llegado. Lo mismo sucedió en el Palacio Municipal con la Juez Menor Hilda Flores Solís, ya que el representante de Gobernación llamó la atención al presidente municipal por haber usado el sello para oficializar la papelería de Los Cívicos”.
Finalmente el comité electoral priista únicamente recogió la votación de las cuatro casillas de la cabecera municipal. Toda la papelería que llegó de las sierra venía el blanco, las actas venían sin llenar, la gente no votó en repudio a la situación que se vivía. Sin embargo con la votación de únicamente cuatro casillas legitimaron a Ríos Tavera y a los demás candidatos priistas. 
La ACG comenzó las protestas, el 5 de diciembre después de las 9 de la noche se desarrolló un mitin donde intervinieron como oradores: Rogelio Juárez Godoy y Lamberto Martínez, José Hernández y Justino García, miembros de la juventud revolucionaria. Todos protestaron por el fraude electoral cometido el 2 de diciembre a favor del PRI. Ese día fuerzas fedérales del 32º Batallón patrullaron la ciudad para guardar el orden. “No hubo incidente que lamentar los manifestantes se retiraron a sus casas a las 10:30 horas de la noche, solamente la detención de dos tave­ristas que hizo la Policía Urbana por el hecho de haber gritado que viviera el PRI”, asentó Fierro Armenta como muestra que Los Cívicos usaban el poco poder que tenían también para reprimir a sus enemigos.
El 6 de diciembre de 1962 a las 9 de la mañana se contaron los votos en el despacho de Rosendo Serna Ramírez donde se acumularon 2 mil 187 votos a favor de los candidatos del PRI. Ahí mismo Jesús Bello Soberanis por el comité electoral y  Benjamín Manzanares por la junta computadora hicieron entrega de las credenciales a los regidores propietarios y suplentes que fungirán como au­toridades municipales durante el trienio 1963-1965.
En San Jerónimo de Juárez, a las 11 horas 30 minutos del 8 de diciembre, mientras se celebraba un mitin de la ACG, para protestar por el fraude electoral, soldados del 32º Batallón de Infantería detuvieron alrededor de 50 ciudadanos y a los líderes Cívicos Rogelio Juárez Godoy, Fernando Sánchez Barrera, Armando Sandoval, Joaquín Isla, Teodoro Bello, Clemente Benavides, Sabino Rodríguez, y Donaciano Pino.  A la mayoría se encarceló en los separos del Ayuntamiento de ese lugar y fueron liberados el mismo día, pero los líderes fueron llevados por militares al Puerto de Acapulco. La población temía que los fueran a fusilar y para evitarlo hicieron un plantón en el Zócalo para demandar su libertad, lo que lograron hasta el 15 por la tarde.
La tarde del 13 de diciembre fueron aprehendidos por agen­tes de la Policía Federal Luis Cabañas Ocampo, Esteban y Ramón Sarabia y llevados al puerto de Acapulco. Los hermanos Sarabia fueron dejados libres inmediatamente, mientras Cabañas Ocampo fue conducido a la Ciudad de México. Wilfrido al hacer una hipótesis de la detención escribió: “corre la versión de que los hermanos Sarabia revelaron a los agentes al calor de las copas en un centro de la Zona Roja, de que se iban a levantar en armas con su jefe Luis. Sin embargo otros creen que se deba a los últimos mítines de protesta que han organizado en contra del PRI, y el régimen actual, la Asociación Cívica Guerrerense en esta ciudad y demás pueblos de la Costa Grande”.
Desde el 29 de diciembre a las 12 de la noche fuerzas fede­rales del 32º Batallón de Infantería al mando del coronel Manuel Olvera Fragoso y del teniente Benito Martínez Sosa, tomaron el Palacio Municipal con el pretexto de resguardar el orden para la próxima toma de posesión de Ríos Tavera y su cabildo. La comuna cívica encabezada por Medardo Reyes Gudiño se ne­gó a entregar el gobierno a los priistas y se preparaba para entregarle a Bertoldo Cabañas, por eso el Ejército patrullaba la ciudad y tenía instalada avanzadas en el camino a la sierra porque se esperaba una repuesta contundente de Los Cívicos. También porque los Cabañas tenían mucho arraigo en la sierra.
Ya a las 9 de la noche del 31 un grupo reducido de Cívi­cos se reunió frente al Palacio Municipal, para darle posesión a Bertoldo Cabañas, pero las fuerzas del 32º Batallón ya estaban posesionadas del inmueble y patrullaban la ciudad. El alcalde Medardo Reyes Gudiño después de sacar sus documentos de la presidencia se incorporó a Los Cívicos que estaban en protesta por el fraude electoral  y a las 12 de la noche los dirigentes se reunieron en la casa de Elizabeth Flores Reynada.
El primero de enero de 1963 a las 11 y media de la mañana tomó posesión el presidente municipal Luis Ríos Tavera acompañado por sus regidores y de Antonio Morales Alarcón, subprocurador Justicia en del estado quien asistió en representación del gobernador Arturo Martínez Adame.  “Durante el trayecto de la habitación de Ríos Tavera, cita en Av. Gral. Juan Álvarez 12 norte al Palacio, las fuerzas del 32º Batallón tenían redoblada la vigilancia para evitar cualquier acto agresivo”, nos dice Wilfrido.
Ese día los líderes Cívicos: Medardo Reyes Gudiño, Pedro Arzeta, Bertoldo y Luis Cabañas se remontaron a la sierra para para escapar de las represalias que podrían venirse con el regreso de los priistas al poder municipal.
Bertoldo Cabañas recordaría después, “Ese coronel no nos quería, Olvera era enemigo de la gente, estaba con los ricos y los directivos del PRI”. Esa noche se regresó a la sierra y se escondió por varios días en una huerta de su padre.
La nueva comuna municipal presidida por Luis Ríos Tavera, se presentó al Palacio Municipal el 2 de enero a las 10 de la mañana para iniciar sus actividades, acompañado de Alberto Pérez Solís, agente auxiliar del Ministerio Público. Como las autoridades Cívicas se llevaron llaves de las oficinas, el agente tuvo que ordenar la apertura y dar fe de los objetos perdidos consistentes en dos máquinas de escribir y archi­vos de la tesorería. En la Monografía de Atoyac se lee que encontraron en uno de los archive­ros una bandera con el emblema de la hoz y el martillo.
Para el siguiente periodo por disposición del presidente del PRI nacional Carlos A. Madrazo, el domingo 31 de octubre de 1965 se realizaron elecciones inter­nas para elegir candidatos a la presidencia municipal, para el  trienio 1966-1968,  participaron: Antonio Paco Leyva, Manuel García Cabañas y Benito Nogueda Fierro. De esta elección interna salió triunfante Manuel García Cabañas los perdedores alegaron fraude electoral en la sierra.
El 5 de diciembre fueron las elecciones constitucionales. Sin más oposición que los mismos priistas que no acudieron a votar, Manuel García Cabañas tomó posesión como alcalde el día primero de enero de 1966.
Dice Wilfrido: “Las votaciones fueron escasas los viejos y auténticos militantes del PRI se negaron a asistir a las casillas sólo hicieron acto de presencia los llamados ‘Cívicos’ y los del Frente Electoral del Pueblo ciento cinco votos legales resultaron en las cuatro secciones en ésta ciudad, no obstante haber sido empadronados 3 mil 519 ciudadanos”. 

domingo, 24 de junio de 2018

De escritos y escritores V y última


Víctor Cardona Galindo
Luis Ríos Tavera
Fue presidente municipal de Atoyac en el periodo (1963-1965). Nació en esta ciudad el 17 de mayo de 1926. Es autor de varios libros entre los que se encuentran: Los Cuari, Guerrero y sus dos costas, y El Guerrerense. Como la mayoría de los escritores atoyaquenses, Luis Ríos Tavera escribe sobre el terruño. Retrata los tiempos que le tocó vivir y se apasiona con la cultura, las tradiciones y la historia del pueblo costeño. Una de sus crónicas más representativas es “Mamá Grande” y “Pescado Fresco”, trabajos en los que se involucra en la vida cotidiana de esta ciudad, las velaciones, los recorridos por El Ticuí y alguna que otra leyenda que cuentan todavía nuestros mayores. Luis Ríos Tavera murió el 19 de septiembre de 1979.
Al micrófono el presidente municipal Luis Ríos 
Tavera, acompañado del regidor Alfredo Reynada
 Castro y el señor Juan García Galeana, en la 
inauguración de la primera cancha de basquetbol
 construida en el poblado serrano de Santiago
 de la Unión, el 21 de marzo de 1965. La obra fue
 promovida por Juan García Galeana, propulsor
 de ese deporte en Atoyac. 
Foto: colección de René García Galena.

En su libro Los Cuari, habla de los indios nativos de la región y de sus amores, plantea una hipótesis sobre los orígenes de la danza de El Cortés. Se sabe que los españoles tenían un campo de entrenamiento en las cercanías de Acapulco, donde armó un astillero Hernán Cortés, quien era el Marqués del Valle de Oaxaca, por eso al lugar ahora se le conoce como Puerto Marqués. Los nativos de Acapulco observaban como entrenaban los soldados españoles, y para burlarse de los invasores inventaron esta danza. En la que simulaban el combate y el movimiento del caballo.
Hay que recordar que los nativos no tenían permiso para andar a caballo, por eso fabricaron una yegua de madera y con bejucos le formaron el anca, la taparon con tela de algodón y la adornaron con crines de caballo, para emitir el sonido de los caballos españoles le colocaron cascabeles y fabricaron espadas de palo, porque los indios tampoco podían andar amados. Así nacería la famosa y arraigada danza de El Cortés.
Otra versión, que también plantea Ríos Tavera, es que un recluta de los españoles al no aguantar los agotadores entrenamientos a los que era sometido en Puerto Marqués, mató a su entrenador y escapó. Al andar perdido en el monte enloqueció y al poco tiempo se presentó en el puerto danzando en forma chusca diciendo “La culpa de todo la tuvo el Cortés”.
En el texto “La Cruz de Ramas” de su libro Los Cuari habla de El Cuera Negra dice “El Malo es el demonio, tal como se les aparece a los hombres y a las mujeres que viven en la sierra. ‘El Malo’ en la forma de bestia, o de ser humano, o de rufián, o de jugador o de bandido. ‘El Malo’ camina de noche y se detiene a contemplar las chozas de su imperio de noche y las gentes no abren a nadie porque así ‘llega el Malo’… El malo toca la puerta y pide una caridad, a las 12 de la noche. Un fuerte olor de azufre impregna el ambiente. Los caballos relinchan. Los perros aúllan. Las gallinas cacarean y vuelan espantadas sobre los tejados a los árboles… La familia pide protección a los santos… pero ya es tarde: ‘El Malo’ se ha posesionado de sus almas”.
Cuanta la leyenda que El Cuera Negra es un hombre joven guapo, elegantemente vestido, montado en un brioso caballo negro, que recorre las comunidades de la sierra. Su fuerte silbido se escucha en las noches, cuando anda buscando a los que tienen compromisos con él. Muchos acuden a la piedra del Diablo que está subiendo a la sierra, o al cerro Cabeza de Perro, para pedir favores a cambio de sus almas.
Por las noches los busca. Su caballo de brillante pelaje resopla en los caminos, mientras él silba con una tonada muy fina y elegante. A veces va vestido de charro, con una botonadura de oro o de vaquero con sombrero tejano, siempre de negro.
Hay gente que hasta nuestros días dice haber visto al Cuera Negra. Aseguran que del panteón de Atoyac sale a las tres de la mañana un hombre vestido de charro con botonadura de plata, todo de negro, un gran sombrero de charro le cubre la cara y su caballo negro danza al caminar haciendo sonar las herraduras en el piso. Se escucha el rechinido del metal en el pavimento. Esa leyenda fue plasmada en letras de molde por el ex presidente municipal de Atoyac.
Ríos Tavera en su libro El Guerrerense escribió una monografía de El Paraíso y dice que se fundó en 1900 y que los primeros pobladores fueron: Miguel Rodríguez, Maximino Andrés Antonio, Silvano Domínguez, Hilario Hernández, Alejandro Tolentino, Lucio Andrés Antonio, Bonifacio Bautista, Espiridión Nava, Antioco González Poncelis, entre otras personas.
Tenía afición por la arqueología y exploró las inmediaciones de El Paraíso, buscó los rastros de nuestros antepasados: “En este ejido existen vestigios de algunas de las razas indígenas antiguas: aztecas, cuitlatecas o tepuztecas, pues por todos los rumbos se han encontrado los campesinos, al arar sus tierras o sembrar árboles frutales haciendo pozos, figuras de barro, piedra y jade; hachitas de cobre fino, cuentas de barro y piedra y de metal no definido; así como idolitos y otras curiosidades antiguas más”.
“Por el rumbo de los terrenos de riego que tienen en este ejido los agricultores, punto que se llama Los Planes, existen varios momuxtles (momuxtlis) de donde han sacado los agricultores figuras de piedra, barro, jade y uno que otro pequeño objeto de cobre (…) Entre este ejido y el poblado de El Edén, en el sitio o poblado de La Pintada, existe una enorme piedra de granito y en una de sus caras se encuentra un jeroglífico que está esculpido con figuras de soles, reptiles, aves”.
El caudal de los arroyos de Atoyac quedaron de recuerdo en los libros de Tavera, en 1973 escribió: “Desde arriba se ve un manto que se extiende al Océano Pacífico, lo cruza el prominente río que se llama Atoyac… De afluentes tiene innumerable arroyos que ondulan y se detienen en remansos. Crece el follaje verde en los contornos; y de los montículos que se alzan de abajo arriba se divisan las calles paralelas perdidas entre los árboles frutales y palmeras centenarias. Recuestan su presencia en el bálsamo del olor purificante, ya del ocote de la sierra”.
En El Guerrerense está esa sabrosa crónica que se llama “Pescado Fresco” donde habla del ambiente que se vivía durante la bonanza del café en la ciudad de Atoyac. En donde comenta: “si el quintal de café, pongamos el caso, abre en el mercado cuando se inicia la temporada de 150 a 200 pesos; el campesino ya lo tiene comprometido en menos de la mitad, ¡y hay que pagar! Para quedar bien, porque luego se ofrece… el año que entra lo mismo”.
Habla del pueblo fiestero gastándose el resultado de buenas cosechas y de los compradores que arreglaban “la romana para robar de peso, y les quede algo por kilo”. Y retrata bien el tiempo. “De allí el desequilibrio, la división de los hombres. El monopolista del grano, el succionador del sudor, el criminal que manda a matar, el bandido que roba con la pesa; y la injusticia del que manda en la vida pública”.
Es en “Pescado Fresco” es donde recoge muchas historias del municipio en una sola, todas las etapas de la vida de la región, en lo que dura una plática en una velación, es ahí  donde da luz sobre esa historia que se cuenta en la sierra, precisamente en la zona donde viven los Cabañas.
Se comenta que cuando comenzaba la guerrilla, un teniente de nombre Eustaquio Aguilar llegó con un destacamento de soldados y judiciales a San Vicente de Benítez para perseguir a Lucio Cabañas Barrientos. Le preguntaba a la gente si lo habían visto, la gente contestaba que no. Para hacer más efectiva su labor formó un grupo de voluntarios con campesinos enemigos del guerrillero. Pero por más que salían hacia los cuatro puntos cardinales de la sierra nada más no lo encontraban. De pronto el teniente comenzó a recibir pescado fresco y camarones de río para almorzar. Él seguía buscando a los guerrilleros y los pescados y camarones no dejaban de llegar.
Un día, en un campo abierto avistaron a los rebeldes, los voluntarios querían ir de una vez a los trancazos, pero el teniente Aguilar los contuvo, tal vez pensando en su hermosa mujer que lo esperaba en la ciudad. Los voluntarios se enojaron y lo mandaron a la chingada. Llegando a San Vicente de Benítez el teniente se encontró con una carta donde le pedían se presentara a la Ciudad de México para un curso de promoción.
Subió a su Jeep para abandonar la comunidad, en la salida se encontró a Luis Cabañas y se detuvo para despedirse. Le dijo don Luis, si alguna vez llega a ver al maestro Lucio dígale que me hubiera gustado conocerlo, en otras circunstancias y saludarlo como amigo. Qué bueno mi capitán contestó Luis Cabañas en cambio él dice que le dio mucho gusto conocerlo y quiere saber si le gustaba el pescado fresco que le mandaba todos los días.
El teniente dejó caer con afecto un golpe al hombro de Luis, al momento que el chofer arrancaba el motor del Jeep y el teniente se iba rumbo a la ciudad de Atoyac con la esperanza de no volver.
A Luis Ríos Tavera le tocó participar en política en una época muy convulsa, primero enfrentó en el Partido Revolucionario Institucional a sus enemigos internos y luego a los cívicos que se opusieron a los candidatos oficiales. Pero para recrear esa etapa echaremos mano de los datos que dejó nuestro cronista por excelencia Wilfrido Fierro Armenta.
Para la sucesión de los poderes municipales del trienio 1960-1963, figuraron en la palestra política los precandidatos Esteban Vázquez Fierro, Elías Pimentel Alvarado, Luis Cabañas Ocampo, Luis Ríos Tavera y Raúl Galana Núñez.
El locutor y periodista Ríos Tavera logró el apoyo de los tres sectores y ofreció una dura batalla a Galeana Núñez candidato de los cafeticultores y autoridades salientes. No obstante que Tavera salió electo en la convención y de rendir su protesta ante el delegado del PRI Nicolás Wences García, el partido se inclinó a favor de Raúl Galeana Núñez, debido a que los partidarios de los candidatos Vázquez y Cabañas se aliaron haciendo mítines por las calles y en el salón del cine Álvarez el día de lo convención, y el cronista de Atoyac le agrega: “se supo también que hubo una tentadora oferta metálica de parte de los cafeticultores ante las autoridades estatales”.
Galeana Núñez tomó posesión el primero de enero de 1960 con la presencia del gobernador del estado Raúl Caballero Aburto. La ceremonia tuvo lugar a las ocho de la noche en el estrado del Palacio Municipal.
Dice Wilfrido que pesar de la división que causó la campaña política, esta administración debe considerarse como una de las mejores, pues Galeana Núñez supo captarse la simpatía de sus enemigos políticos y al mismo tiempo los invito a colaborar en su gobierno. Se echó acuestas la construcción de la escuela primaria urbana del estado general Juan Álvarez que tendría un costo de medio millón de pesos, logró construir el primer piso y parte del segundo, no pudo terminar porque renunció a su puesto después de la caída del gobernador Raúl Caballero Aburto.
Pasando los tres años se presentó otra vez Luis Ríos Tavera como candidato del PRI, llegó a la presidencia con la fuerte oposición de los cívicos. El Ejército intervino para que pudiera tomar posesión.
A Luis Ríos Tavera las personas mayores lo recuerdan, porque lo relacionan con los primeros desayunos escolares que se repartieron entre la niñez. El presidente Adolfo López Materos decretó el 31 de enero de 1961 la creación del Instituto Nacional de Protección a la Infancia (INPI). Este nuevo organismo descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propio, tendría como principal propósito el proteger a la niñez por todos los medios a su alcance, así como suministrar a los escolares servicios asistenciales complementarios, en especial mediante la distribución de desayunos.
Las primeras noticias de la existencia del INPI en Atoyac, son del 16 de febrero de 1963 cuando se constituyó el comité de desayunos escolares que encabezó el alcalde Luis Ríos Tavera. Luego el 30 de noviembre de 1964 la primera dama de la nación Eva Sámano de López Mateos inauguró el edificio del INPI en la calle Antonio Paco Navarrete. Durante la administración de Ríos Tavera se ampliaron las calles de la ciudad por eso las casas del centro perdieron el corredor.

sábado, 16 de junio de 2018

De escritos y escritores IV


Víctor Cardona Galindo
Juventina Galeana Santiago
Nació el 26 de diciembre de 1928, en Atoyac de Álvarez. Se casó con Juan García Galeana. Sus padres se llamaron: Félix Galeana Franco y Juventina Santiago Flores.
Aprendió las primeras letras con los maestros Modesto Alarcón y Rafael Flores. Estudió en la escuela Real, hoy Juan Álvarez, más tarde se trasladó al puerto para continuar su preparación en el colegio Acapulco con Felicitas V. Jiménez, La maestra chita y en la academia inglesa.
Doña Juventina Galeana Santiago fue promotora
 e investigadora incansable de la historia 
del municipio de Atoyac, a ella le debemos 
las investigaciones sobre la historia de la 
parroquia, la fábrica de hilados de El Ticuí,
 el café y los kioscos de nuestra ciudad. 
Foto: Cortesía de la familia.    

Estuvo internada en el colegio Franco-Inglés en la Ciudad de México y en Chilapa Guerrero en el colegio Morelos, hoy Carrillo Cárdenas, de la congregación de religiosas Siervas de Jesús Sacramentado, donde terminó la primaria y recibió estudios de contador privado, corte y confección, clases de pintura, dibujo, repostería, cocina y economía doméstica.
Dentro de las actividades culturales que realizó está la de haber pugnado por la instalación de un museo municipal, tomando en cuenta la gran riqueza arqueológica de la zona y la historia gloriosa de nuestro pasado cuitlateco. En el periodo del alcalde Javier Galeana Cadena se instaló un pequeño museo en la parte baja del kiosco de la plaza principal. Pero terminando ese mandato las piezas fueron a parar a diversos domicilios y unas quedaron de adorno en las oficinas de la secretaría general en la Ciudad de los Servicios.
Doña Yuve era una apasionada del pasado de este pueblo y la arqueología, conservó a lo largo de su vida vestigios arqueológicos para que los depredadores no se los llevaran al extranjero. Conservó piezas encontradas al crecer la ciudad y cuando se abrieron las carreteras. Logró tener la más grande colección regional registrada ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de piezas de los periodos preclásico y clásico, con rasgos olmecoides; líticas y cerámica.
Registraba minuciosamente todo lo que acontecía. “En unas excavaciones que hizo dentro de su casa don Telesforo Albarrán, en San Jerónimo de Juárez, encontraron granos de cacao en el año de 1963” y en Corral Falso “unos cañones de aves, transparentes, llenos de polvo de oro que encontraron en excavaciones que efectuaron junto al río, en 1960”, lo anterior en su artículo “La moneda en México” publicado el 27 de octubre de 1995 en El Sol de Acapulco, donde explica que durante el imperio azteca utilizaban el cacao para sus convenios normales, también plumas, miel y piedras preciosas.
Formó el grupo Convivencia Cultural Atoyac con diversas personalidades para impulsar la cultura y rescatar las costumbres y tradiciones de Atoyac. El grupo estaba integrado por la propia Juventina Galeana Santiago, el presbítero Pedro Rumbo Alejandri, Guadalupe Anahí Xóchitl García Galeana, Enrique Hernández Meza, Eduardo Parra Castro, Paloma Torreblanca García, Mireya Ma. de la Gracia García Galeana, Patricia Parra Cabañas, Margarito Ríos Orbe, Rafael Hernández Guerrero, José Hernández Meza, Dagoberto Ríos Armenta y Evodio Argüello de León. Del trabajo de este grupo surgieron los libros: Modismos Atoyaquenses y Medicina Tradicional, Los kioscos de Atoyac, La fábrica de hilados y tejidos Progreso del Sur Ticuí y La historia del general Juan Álvarez.
El grupo se movilizaba, visitaron el caso de la hacienda La Providencia. Realizaron investigaciones sobre el origen de Atoyac y sobre la vida del general Juan Álvarez. Después de una investigación exhaustiva en la que participó doña Juventina Galeana  y el grupo Convivencia Cultural se le suprimió la “N” a la escuela Juan N. Álvarez ahora se llama Escuela Primaria Urbana del Estado Juan Álvarez, porque se logró demostrar que el general firmaba únicamente como Juan Álvarez y la “N” no tenía razón de ser.
A un a pesar de las investigaciones de doña Yuve se sigue cometiendo el error en el nombre de otras instituciones. Eso pasa cuando se toma como base escritos y fuentes de internet que no son fidedignas. Se sigue escribiendo Juan N. Álvarez, cuando la “N” nunca existió en la firma de nuestro héroe, lo demuestran documentos certificados y su testamento. Se decía que se llamaba Juan Nepomuceno pero la investigación demostró que lo de Nepomuceno es un mito.
En 1989, el presidente municipal Alejandro Nogueda Ludwig la nombró gestora ante el INAH para investigar la toponimia del pueblo. Porque la gente tenía la creencia que el nombre de Atoyac se derivaba de atolladero, porque donde ahora está la ciudad cruzaban cinco arroyos y era un terreno cenagoso. Había que dar muchas vueltas para salir del atolladero cuando se iba de El Zanjón a Mexcaltepec o viceversa. Mucha gente decía lo mismo: “el pueblo antes se llamaba Atolladero”.
Pero investigando el origen del nombre, doña Juventina Galeana Santiago mandó, en 1989, un oficio al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) pidiendo un análisis al vocablo Atoyac. El departamento de lingüística de esa institución contestó que la palabra Atoyac proviene del náhuatl. Nombre que coincide con otros sitios que existen en la república como: San Pedro Atoyac Oaxaca, Atoyac Jalisco y Atoyac Veracruz. También el río Atoyac de Puebla.
La doctora Susana Cuevas Suárez directora de lingüística del INAH contestó: “Haciendo una revisión exhaustiva en varios códices tanto prehispánicos como coloniales se llegó a la conclusión de que no existe un glifo que represente a la población de Atoyac. Es muy probable que la razón de esto sea que el nombre de Atoyac no sea el original, es decir, que antiguamente esta población, haya tenido otro nombre”.
“El nombre original se puede conocer a través de estudios arqueológicos, en zonas (que es muy probable que existan) cercanas o dentro de los límites que corresponden a Atoyac. Existe la posibilidad de que al haber un desplazamiento de la zona arqueológica a la ubicación actual de la ciudad, el hombre original haya cambiado por el que ahora conocemos como Atoyac”.
Al hacer el análisis de la palabra Atoyac, asegura que es un vocablo de origen náhuatl: atl que quiere decir agua y toyaui que significa regarse o esparcirse. Por eso se concluye que Atoyac quiere decir agua que se riega o se esparce.
En el gobierno del presidente municipal Evodio Argüello de León, Juventina, recibió un excepcional apoyo a sus investigaciones históricas. Coordinó el concurso para la elaboración del escudo municipal que actualmente luce el ayuntamiento.
El 8 de noviembre de 1992 se creó el escudo municipal de Atoyac, mediante un concurso convocado por el Instituto Guerrerense de la Cultura y el Ayuntamiento. De los trabajos presentados ninguno reunió los requisitos, así que tomaron los elementos de los dos mejores trabajos presentados por Juan José Alvarado Lezma y José Hernández Meza para formar el colorido escudo que ahora luce el municipio.
En su conjunto el Escudo  representa las tres épocas de la vida de México: La prehispánica por el Glifo; la colonial por la torre de la Iglesia, inicio de la religión católica en el país; y la moderna con la carretera.
Así también en el escudo están representados todos los símbolos de Atoyac. El glifo que representa el nombre de Atoyac: Atl: “agua” y Toyaui: “Esparcirse, regarse o extenderse”. Lo que quiere decir, agua que se riega o se esparce. Sus verdes montañas y sus afluentes de agua que vienen de la sierra, la fecha de 1498 que marca la llegada de los aztecas a este lugar. El sol que ilumina esta tierra, los granos de café, la torre del campanario de la parroquia que simboliza la espiritualidad del hombre. La carretera nacional que atraviesa el municipio y nos une con el país. Pero sobre todo no podía faltar la frase del general Juan Álvarez Hurtado que dice: “Pobre entré a la presidencia y pobre salgo de ella”.
Antes de la creación del escudo la ciudad estaba representada por jeroglíficos, uno que tenía la ilustración de una montaña o cerro donde brotaba un río y otro que ilustraba una casa en construcción con un río a lado. Para muchos, esas ilustraciones querían decir: “los que vinieron de arriba del río o los que bajaron de la montaña”, en referencia a que el origen de la ciudad de Atoyac estuvo en la comunidad de Mexcaltepec.
Para el diseño del escudo, fueron de vital importancia las investigaciones de doña Juventina Galeana Santiago quien pasó muchos años de su vida indagando el pasado prehispánico de Atoyac.
El arzobispo de Acapulco Rafael Bello Ruiz y el padre Pedro Rumbo Alejandri la comisionaron para investigar sobre la historia religiosa de la parroquia de Santa María de la Asunción de Atoyac, encontró que la primera iglesia construida en Mexcaltepec se ubicó dónde está el actual panteón, a finales de 1992 encontró los cimientos de dicho templo, la campanita que usaban en la misa y una medallita con inscripciones en latín.
El 19 de enero de 1988, se le otorgó el nombramiento como miembro fundador de La Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística de Acapulco. Acudió a varios encuentros culturales haciendo escuchar su voz con nuevas propuestas y participó en diversos esfuerzos para darle unidad al movimiento cultural de Atoyac. Con Felipe Fierro Santiago, Decidor Silva Valle y Rubén Ríos Radilla formaron el grupo Alt-Toyaui.
Todas sus investigaciones fueron importantes, por doña Juventina Galeana Santiago se sabe que Gabino Pino González no sólo trajo a Gálvez como técnico para sembrar café, también vinieron con él Nicandro Corona y Jerónimo Loza. Nicandro puso una finca cafetalera que denominó El Zafir y Jerónimo instaló otras plantaciones que llamó El Porvenir.
El grupo Convivencia Cultural que encabezaba doña Juventina Galeana Santiago publicó en 1992, la Historia de la Fábrica Progreso del Sur, primer trabajo que se hizo para rescatar los testimonios sobre esa industria.
Viejos pobladores de El Ticuí le dijeron a Doña Yuve  que “a los españoles que fundaron la fábrica les fascinó el canto del luicillo”, un pájaro con alas cafés y pecho amarillo, por eso le pusieron Ticuí al pueblo.
Y que fue el 20 de agosto de 1904 cuando la fábrica quedó instalada y se probó el 16 de noviembre de 1904, dando buenos resultados, por lo que se empezó a trabajar regularmente el 1 de enero de 1905. Fue entonces cuando se inició la producción de telas como la Indiana y Manta. Aquí llegó a producirse una tela muy famosa conocida como Indio Atoyac, fiocos, driles y sedas. Había un equipo de ingenieros textiles de origen catalán y francés.
Doña Juventina Galeana Santiago escribió la Historia del Jardín de Atoyac partiendo del año de 1884, cuando Atoyac era un pequeño poblado y siendo su presidente municipal Feliciano Castro, se acordó que frente al Ayuntamiento y frente a las casas que conformaban el centro, estaría un jardín sembrado de almendros. El alcalde vio la urgente necesidad también de tener un kiosco que fue construido con techo de lámina.
Por sus diversas investigaciones recibió reconocimientos por su participación en el rescate de la cultura por parte del semanario local Atl; de los presidentes municipales: Evodio Argüello de León, Javier Galeana Cadena, Acacio Castro Serrano y Germán Adame Bautista y de otras dependencias y grupos similares.
Escribió sobre Atoyac, en la revista La capital de Chilpancingo, Guerrero. Publicó en el Diario 17, en “La página de Atoyac” y en “Atl Toyaui” de El Sol de Acapulco. En 1999 “doña Yuve” obtuvo el primer lugar en el concurso estatal “Viejos los cerros y reverdecen” convocado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes en Guerrero, por su trabajo “Recordar es vivir”.
En octubre del mismo año, nuevamente el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la premió con el segundo lugar por su trabajo “Historia del oro verde en la sierra de Atoyac” y la Secretaría de la Mujer la nombró “La mujer del año”.
Doña Yuve falleció el 28 de enero del 2007 y sus restos descansan en el panteón municipal de su amada tierra, Atoyac de Álvarez.

domingo, 10 de junio de 2018

De escritos y escritores III

Víctor Cardona Galindo
Luis Hernández Lluch
El cronista vitalicio de Benito Juárez y escritor de la monografía de ese municipio era descendiente directo de españoles, ya al final de su vida ubicó a su familia en España y lo visitaron en su casa. Nació el 14 de diciembre de 1910 en San Jerónimo el Grande municipio de Atoyac de Álvarez. Tenía 100 años cuando murió el viernes 3 de junio del 2011 a las ocho de la noche. Toda su vida la dedicó al saber y a la investigación histórica. Era radiotécnico egresado del Instituto Politécnico Nacional.
Don Luis Hernández Lluch cronista de San Jerónimo
 de Juárez, murió a los 100 años, tenía un amplio
conocimiento sobre la historia de la región, muchos
 de los acontecimientos que narró en sus textos,
los vivió personalmente. Foto: cortesía de la familia.

El 10 de abril de 1997 por unanimidad el cabildo, que presidió la alcaldesa Estrellita Marina del Río Radilla, le reconoció el título de cronista vitalicio del municipio de Benito Juárez y rindieron homenaje a su larga trayectoria como guardián de la memoria histórica de la región. Años más tarde, el miércoles 30 de abril del 2008, en un homenaje emotivo sin precedentes, el cabildo de Atoyac le entregó la presea al mérito civil “Juan Álvarez”.
René García Galeana escribió la biografía de Luis Hernández Lluch donde narra su relación con personajes como Benita Galeana y Fernando Rosas, de quienes escribió sus semblanzas y momentos de sus vidas que no conocíamos.  Don Luisito, como le llamábamos de cariño, era alegre y bromista mucho recordaba su infancia y sus travesuras en el racho de Los Toros.
Gracias a don Luis Hernández Lluch podemos rescatar la historia de las familias nativas de nuestra región, dejó como herencia una voluminosa carpeta con la genealogía de los apellidos Radilla, Ríos, Galeana, Navarrete, Nogueda, Solís, Quiñónez, del Río, Cabañas, García, Hernández, Pinzón, Luna, Ramos, Torreblanca y Mena. Esta sería, en mi opinión, la principal aportación a la historia regional del cronista de Benito Juárez.
Platicar con él siempre fue fundamental para saber sobre nuestra cuarta raíz, la asiática; decía que los apellidos Guinto, Bataz, Quiñones, Nogueda y Zúñiga eran de origen filipino. Con él se podía conocer el pasado de la Costa Grande, porque no solamente escribió sobre San Jerónimo, también de Atoyac, de Coyuca y Tecpan de Galeana.
Fue promotor del turismo, la cultura y las costumbres de la región. Muchas personas acudían a él para saber sobre el pasado de sus familias y todos lograban encontrar de dónde venían, siempre que los apellidos fueran de la región. Con darle solamente el nombre ubicaba la raíz familiar y contaba incluso anécdotas de las familias, muchas veces desconocidas por el visitante.
Don Luis se fue dejando un gran vacío que difícilmente otro cronista podrá llenar, hombre de lúcida memoria, al que le debemos los libros: Monografía de San Jerónimo. Municipio de Benito Juárez, publicada por  Ayuntamiento de Acapulco en 1993 y Los personajes que cambiaron el rumbo de México que publicó poco antes de su muerte.
De acuerdo a los datos aportados por su biógrafo René García Galeana escribió varios cuentos cortos y sobre algunos episodios relacionados con su paso por la vida como: Recuerdo triste del Teatro Flores de Acapulco, El chaneque, una venganza infantil y La tragedia de Chavinda.
Colaboró en la página cultural Atoyac de El Sol de Acapulco donde evocó con gran precisión los nombres, lugares y fechas de los acontecimientos que le tocaron vivir como espectador y protagonista. Asiduo lector de los grandes escritores de la literatura universal platicaba con mucha familiaridad sobre las obras de Petrarca, Dante, Kant, Rousseau, Ortega y Gasset, Víctor Hugo, Nietzche, Cogol y Cervantes. También hablaba con mucho gusto de Clavijero,  Sahagún,  Bernal Díaz del Castillo, López de Gomara, Orozco y Berra, Ignacio Manuel Altamirano, Guillermo Prieto, Luis Pérez Verdìa, Mariano Azuela y de todos los clásicos de México.
No es accidental que sus hijos tengan los nombres de sus  autores favoritos, de personajes de la historia o de los postulados de la Revolución francesa, siendo ellos: Dante, Horacio, Libertad, Fraternidad, Maria Luisa, Amor, Octavio, Omar, Ruth y Víctor.  
Dice René que nació cuando soplaban los primeros vientos de la revolución mexicana, el 14 de diciembre de 1910 en la comisaría de San Jerónimo, hijo de Luis Lluch Jacinto y Leonarda Hernández Ríos, quienes se separaron cuando tenia tres años de edad por eso se crió con su abuelo materno Leonardo Hernández Pérez, en el rancho El Macahuital, ubicado al norte de la cuadrilla de Los Toros.  
Gracias a su tía Feliciana el pequeño Luis aprendió las primeras letras en el Silabario de San Miguel, mostrando una gran capacidad para memorizar lo que le enseñaban. Cuando cumplió los seis años, la tía lo llevo ante el padre Marcial Ventura para que lo aceptara en la escuelita que tenía en el curato de parroquia de San José. “Seguramente de ese rígido aprendizaje a que fue sometido por el párroco de repetir las lecciones una y otra vez y de memorizar largos pasajes de la Biblia don Luis conservó la sorprendente particularidad, a pesar de los problemas que tenía de la vista y de sus años, de dictar sus escritos y de exponer los temas que abordaba, algunos con cifras, distancias, pesas y medidas sin equivocarse como si los estuviera leyendo directamente de algún texto”, comenta René García.
Un año después resolvieron inscribirlo en la escuela fundada por el maestro José Ramírez Pérez, padre del compositor José Agustín Ramírez Altamirano, impartiéndole el curso de Catecismo basado en el texto del sacerdote Jerónimo Martínez de Ripalda, Las reglas de urbanidad de José Antonio Carreño, y Las normas del comportamiento con la sociedad. La escuela cerró sus puertas en enero de 1918 por el levantamiento armado de los mariscalistas de Atoyac, ese episodio es conocido como la “Guerra de los verdes” por la incursión de las fuerzas federales jefaturadas por los generales Rómulo Figueroa y Fortunato Maycotte.
Pasada la turbulencia de la rebelión el profesor José Ibarra Torres fundó otra escuela, impartiéndoles latín y otras disciplinas. Esta escuela fue suspendida por las autoridades municipales de Atoyac enviando en su lugar al maestro Modesto Alarcón Calzada y a los jóvenes Manuel Bello y José Centell con el propósito de abrir más aulas aplicando por primera vez una educación laica. A marcharse Modesto Alarcón se haría cargo de la escuela el profesor Valente de la Cruz Alamar.
Cumplido los 13 años, Luis Hernández, regresó al Macahuital, conocido también como “Los Toros de allá arriba” para ayudar a su abuelo en las labores del campo. Viendo la estrechez económica por la que atravesaba la familia probó suerte en el comercio de la arriería, transportando piloncillo, café y otros productos del campo, en dos bestias de carga, caminando por la  playa de Hacienda de Cabañas hasta El Carrizal donde terminaba la tierra firme. Para seguir por el médano hasta llegar a Pie de la Cuesta subiendo la pendiente hacia el puerto de Acapulco, de las utilidades de la venta adquirió petróleo, alcohol y otros artículos para comercializarlos en el pueblo.
Desencantado por los resultados obtenidos el adolescente Luis sólo realizó dos viajes, regresando nuevamente con su abuelo al rudo trabajo del campo. Trabajó en la zona cañera de Zintapala y luego estuvo laborando en los trapiches de familia Nogueda por el rumbo de Almolonga.
El 6 de mayo de 1926 estalló el movimiento revolucionario del Plan del Veladero encabezado por los hermanos Vidales y el 29 de septiembre atacaron a la comisaría de San Jerónimo, luego se vino la represión contra los campesinos por eso la familia de don Luis se refugió en San Jerónimo.
Por la anarquía prevaleciente en la región resolvió marcharse a trabajar al estado de Veracruz acompañado de tres “mudas” de ropa, unos cuantos centavos y un libro de cuentos de Emilio Salgari. Luego entre sus lecturas estarían la Geografía Universal de Juan Palau Vera. Siempre tuvo predilección por la lectura; terminaba un libro y comenzaba otro. Al verse enfermo en Veracruz se vino a la Ciudad de México donde, después de estar internado, presentó examen para ingresar a la jefatura de policía donde trabajó 10 años realizando diversas actividades.
Con los conocimientos adquiridos en sus lecturas solicitó que lo examinaran, para obtener el certificado de primaria, en la escuela Belisario Domínguez y logró salir aprobado. Regresó a San Jerónimo para casarse con la señorita Micaela Gallardo Romero. Pronto regresó a la ciudad de México, casado, reintegrándose al trabajo de la jefatura de policía.
En 1939 ingresó al Instituto Politécnico Nacional para estudiar el oficio de radiotécnico. Al terminar satisfactoriamente con el plan de estudios realizados durante los años de 1940, 1941 y 1942, recibió el certificado que lo acreditaba como radiotécnico y ejerció su oficio en la corporación policíaca y al mismo tiempo fue maestro de  reglamentos hasta 1944, año en que renuncio al  trabajo y decidió marcharse a trabajar a los Estados Unidos donde estaban solicitando mano de obra por el entallamiento de la Segunda Guerra, allá ingresó como obrero en el ferrocarril de Pennsylvania.
De regreso se estableció con su familia por tres años en Boca de Arroyo donde adquirió una pequeña huerta de coco donde sembraba maíz, arroz y fríjol. Al mismo tiempo elaboraba, con esencias un vino de jerez dulce y de consagrar, aplicando el sistema de Brambila. Así como una crema a base de leche de burra con la textura similar a la Nivea. En 1949 con su familia se regresó a San Jerónimo e instaló en su casa un molino para moler nixtamal y una panadería.
Entre el año de 1949 y 1950, inscribió a sus hijos en la escuela primaria Revolución del Sur, donde lo eligieron presidente de la sociedad de padres de familia y luego como presidente del Comité Pro-Biblioteca, con otros maestros, lograron reunir una significativa cantidad de  libros con el apoyo de las embajadas extranjeras y de la ciudadania en general. Al no disponer de un lugar adecuado en la escuela, encontraron acomodo en un espacio habilitado en el ayuntamiento convirtiéndose en la biblioteca municipal.
En 1950 fue maestro del 4º año de primaria de la escuela  Hermenegildo Galeana. En 1951 fundo una academia para señoritas donde impartió gratuitamente dos años la materia de aritmética. En 1956 gestionó ante las autoridades educativas, con un grupo de padres de familia, la fundación de la escuela primaria Benito Juárez.   
En 1962 participó con un grupo de ciudadanos en la fundación de la escuela secundaria particular Hermenegildo Galeana, dependiente de la Secretaria de Educación Pública. Su primer director fue el maestro Mario Neri Bernal.
En 1974 fue nombrado presidente de la sociedad de padres de familia de la escuela secundaria Ignacio M. Altamirano y logró que el gobierno del estado construyera las aulas y los talleres de carpintería y mecánica. En estos últimos años participó en la apertura de un campus de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN).    
Era una fuente de información inagotable de ello dejó constancia en periódicos como: El Rayo del Sur, Diario Revolución, Diario 17 y Sol de Acapulco. Muchos escritores e investigadores lo visitaron en su casa para abrevar de su conocimiento sobre los sucesos relevantes de la Costa Grande con él estuvieron: Alejandro Martínez Carvajal, Francisco A. Gomezjara, Wilfrido Fierro Armenta, Crescencio Otero Galeana y Ramón Sierra López. Algunos universitarios conocidos, como Tomás Bustamante Álvarez y Álvaro López Miramontes.   
El 14 de diciembre del 2010 con los problemas de salud propios de su edad pero lucido y con animo de seguir viviendo cumplió un siglo que siempre espero celebrar, “partiendo hacia el arcano el viernes 3 de junio de 2011 a las 20:00 horas en su modesta casa de San Jerónimo rodeado de sus familiares que  lo cuidaron con esmero hasta sus  últimos días”, nos dice su biógrafo René García Galeana, quien mucho lo frecuentaba en San Jerónimo.