Víctor
Cardona Galindo
Para
perseguir a la guerrilla el Ejército, usó el nombre de “paquetes” para
referirse a los detenidos que después fueron desaparecidos. Los soldados les
quitaban las insignias a sus uniformes, se le asignó un número a las
comunidades y a las unidades que seguían a los guerrilleros. Se usó nombres
diferentes para cada patrulla, así no se sabía a qué Batallón pertenecían y en
qué lugar estaban.
En
general Raúl Caballero Aburto, captado en una de las visitas que realizó a la ciudad de Atoyac, siendo gobernador del estado de Guerrero. Foto: Álbum de María Laurel. |
Durante
lo que se llamó el Plan Atoyac, el 21 de septiembre de 1974, se habla de la
detención de 10 personas en diferentes partes del municipio. El 22 de
septiembre se habla de cuatro “paquetes” y el 23 de septiembre recibieron siete
“paquetes”.
El
Ejército haciendo gala de su poder en un solo día, el 25 de septiembre, cateó
14 poblaciones: San Martín, El Nanchal, Cacalutla, El Cacao, Santo Domingo,
Cabeceras del Río Chiquito, El Aguacatoso, El Moreno, el Corinto, Santa María,
El Naranjo, Cacahuananche, Tierra Blanca y Potrero de Carlos. Ese día se
obtuvieron dos “paquetes” uno de ellos perteneciente al grupo armado que
custodiaba al senador Rubén Figueroa durante su rescate.
Las
patrullas que anduvieron en la sierra en el segundo semestre de 1974 fueron:
Columnas Guerrero y Bravo. Agrupamientos: Unión, Marquelia, Tepeden, Tepepan,
Gutemberg, Tigre, Andrés, Florida, López, Martín, Martín Uno, Martín Dos,
Cayuno, Maximiliano, Barraza, Barraza Uno, Barraza Dos, Niño, Montes, Vicente,
Vicente Uno, Vicente Dos, Avispa, Francisco, Paraíso, Fonseca, Torres, Lasso Uno,
Lasso Dos, Lasso Tres, Lasso Cuatro, Lasso Seis, Lasso Siete, Banula, Napoleón Dos, Tercera cinco,
Vallecitos Dos, Mercurio, Isaías, 47 Uno, 47 Dos, 47 Tres, 50 Tres, 50
Siete, Suárez y Tepejuan. De escapada en
sus informes mencionaban a la sección de fusileros del 27 Batallón de
Infantería y el Primer Agrupamiento de Transporte Pesado con presencia en
Atoyac.
Los soldados se apropiaban de las viviendas sin permiso para
usarlas como cuartel, principalmente aquellas que pertenecían a familiares de
Lucio Cabañas Barrientos. En El Ticuí fue ocupada la casa de Julián Cabañas y
en Los Tres Pasos la de Guadalupe Gervasio Barrientos.
Ejecuciones extrajudiciales
Zeferino
García Rivera que
fue asesinado por los militares en agosto de 1974 en El Porvenir. Al comisario
Tomás Mendiola le tocó levantar el cadáver, un soldado dijo “corrió el hijo de
chingada”. Tenía 20 minutos que los soldados habían salido con él de la
comunidad, cuando se escucharon los disparos. Vivía con doña Micaela Castro, lo
acusaron de ser bastimentero de Lucio Cabañas y ese día supuestamente lo
llevaban de guía rumbo a El cacao.
También Miguel Onofre, ejidatario de El Porvenir, fue
asesinado a balazos una noche de 1974. Agentes vestidos de civil lo atacaron en
su casa ubicada a unos 500 metros del cuartel militar en la ciudad de Atoyac.
Rodolfo Valdovinos Téllez, de San Andrés de la Cruz,
murió ejecutado por los soldados cuando quiso escapar en las inmediaciones de
El Salto. Los militares lo detuvieron y se hizo como que le dolía el estómago,
entonces sacó la pistola y se mató con ellos. Alcanzó a brincar pero quedó
atrapado, en el alambre de púas de un corral, ahí los soldados lo hicieron
pedazos a balazos. Su cuerpo quedó colgado y con las vísceras de fuera.
Sostenes Cabañas Tabares fue detenido en El Salto
Chiquito y traído por los soldados al cuartel militar de la colonia Mártires en
Atoyac. En ese lugar se le aplicó la Ley Fuga y su cuerpo quedó tirado en las
afueras del cuartel donde fue levantado por sus familiares y sepultado en El Ticuí.
Otro es el caso de Aurelio Martínez Cabañas que era gente del
Partido de los Pobres; el Ejército ya lo traía en una lista. Llegó la noche
anterior al Rincón de las Parotas, y en la mañana cuando quiso salir ya estaba
rodeado. Los militares lo siguieron y frente a su casa le marcaron el alto, él
no les hizo caso y siguió caminando mientras iba desenvolviendo una pistola que
traía enrollada en un pañuelo. Como no pudo sacar la pistola, con el machete
que traía le cortó la mano a un soldado y le quitó el fusil. Aureliano no supo
manejar el mecanismo del arma para disparar y los demás soldados lo
acribillaron a tiros.
A pesar de que recibió varios disparos
no murió en el momento, lo dejaron tirado, desangrándose y hablando. Los
guachos prendieron un radio de baterías y lo pusieron un lado del herido a todo
volumen, para que el pueblo en lugar de lamentos escuchara la música. Lo
apagaron hasta que se murió.
Aureliano ya había sido
detenido por el Ejército y lo torturaron brutalmente. Juró que primero moriría
antes de que lo volvieran a agarrar. Por eso cumplió ese día, muriendo al
tratar de evitar su aprehensión.
Un cable del Ejército informó que la
patrulla militar “Vallecitos Dos” el 13 de noviembre de 1974 dio muerte a
Aureliano Martínez Cabañas, quien alcanzó a herir a machetazos al soldado
Sergio Mungula Mendoza. Al registrar el cadáver le encontraron una pistola 380
con el cargador abastecido y una tarjeta del Partido Revolucionario
Institucional (PRI).
Tal vez el Ejército, con tantos
efectivos en la sierra, pudo acabar fácilmente con la Brigada Campesina de
Ajusticiamiento porque hay la certeza de que siempre sabía dónde se movía.
“Hubo varias veces en que se tenía copada a la Brigada y al radiar a la 27 Zona
Militar para que dieran la orden de fuego, de allá ordenaban que se retiraran
rápido… órdenes que cumplíamos a marchas forzadas por lo boscoso, abrupto y
peligroso de la sierra de Guerrero”. Dice la versión extraoficial de un soldado
entrevistado por don Simón Hipólito. Tal vez a los mandos convenía tener un
grupo armado en la sierra que justificara su presencia y movilización. Tal vez
les convenía por la importancia y el poder que les daba en ese momento. También
los beneficios que obtenían con esa movilización.
Por eso los atoyaquenses identificamos como Guerra
Sucia al periodo que va desde fines de los años sesenta a principios de los
ochenta, cuando tanto el gobierno federal, como el estatal reprimieron con toda
impunidad al pueblo indefenso y usaron todo su poder para torturar y
desaparecer a disidentes políticos, pero, principalmente, a personas inocentes
que fueron acusadas de tener nexos o de ser colaboradores de la guerrilla. Sin ninguna consideración alrededor 400 atoyaquenses
fueron arrancados de sus hogares por el Ejército o la Policía Judicial y nunca más
volvieron con los suyos.
El Estado Mexicano a raíz de la presión
internacional ha ido reconociendo poco a poco su papel en las consecuencias de
ese periodo represivo. La investigación ha sido lenta, deficiente y con muy
pocos resultados. Todavía no hay certezas de lo que pasó con más de mil
desapariciones forzadas en el país, incluyendo más de 500 en Guerrero, de las
cuales alrededor de 400 habrían ocurrido en la región del municipio de Atoyac
de Álvarez. De aquellas personas desaparecidas durante la Guerra Sucia,
solamente cuatro han sido localizadas.
Dos guerrilleros que acompañaban a Lucio Cabañas a
la hora de su muerte fueron encontrados por la Fiscalía Especial y sus restos
entregados a sus familiares. Lino
Rosas Pérez René y Esteban Mesino
Martínez Arturo que murieron con
Lucio Cabañas en el combate del 2 de diciembre de 1974 fueron sepultados
clandestinamente en El Guayabillo. Otros dos
guerrilleros Martín
Nario Organes, Samuel y Eliseo Flores Vázquez, que murieron en enfrentamiento con el
Ejército el 9 de septiembre de 1974, fueron encontrados
sepultados en El Pequelite por la Comisión de la Verdad. Los restos fueron
entregados a sus familiares.
La misma Organización de las Naciones Unidas
reconoció que muchas personas de Atoyac fueron sacadas de sus casas, o fueron detenidas durante los cateos que los
militares realizaron en las comunidades. Otras fueron detenidas en los retenes
que tenía el Ejército o la Policía Judicial en las carreteras y nunca volvieron
con los suyos.
Como dije antes muchas veces el Ejército llevó en
helicópteros, a las poblaciones, a hombres torturados para que delataran a los
guerrilleros. Muchos campesinos, con tal que no los siguieran torturando,
entregaron a gente sin culpa alguna. Los caciques también aprovecharon para
deshacerse de sus enemigos acusándolos de guerrilleros.
La mayoría de los desaparecidos eran inocentes.
Nunca participaron en acciones guerrilleras, muchos ni siquiera llegaron a ver
a los guerrilleros. Fueron víctimas de intrigas y de señalamientos infundados
de otros campesinos que les tenían mala voluntad. El Ejército o la Judicial se
los llevó sin mediar investigación alguna y sin escuchar los ruegos de los
familiares y vecinos.
Los maestros de la sierra que no abandonaron sus plazas durante la
represión fueron desaparecidos. Son los casos de Rafael Castro Hernández,
Vicente Higinio Ortiz Nava y Félix Bello Manzanares. El 2 de septiembre de 1974
fue desaparecido Jacob Nájera Hernández, fue sacado por la judicial de la casa
de sus suegros en San Jerónimo de Juárez, ahora en su honor la escuela
preparatoria de ese lugar lleva su nombre. Vicente
Higinio Ortiz Nava fue desaparecido el 22 de agosto de 1974 en Coyuquilla
Norte, Félix Bello Manzanares el 10 de diciembre de ese mismo año. La Policía Judicial Federal lo bajó del
camión en que iba, en el retén militar de Atoyac y fue visto vivo por última
vez en el cuartel de la colonia Mártires,
y Rafael Castro Hernández detenido por agentes federales el 18 de noviembre de
1976 fue visto por otros detenidos en las mazmorras que operaba la Dirección
Federal de Seguridad la temible DFS.
Caso emblemático es el del líder político Rosendo Radilla Pacheco quien fue detenido en un
retén ambulante en la colonia Cuauhtémoc. Las hijas de don Rosendo han luchado
para que lo regresen con vida o en su caso se investigue sobre el paradero de
sus restos.
Quiero recordar aquí que a las 10 de la mañana del 27 de
enero de 1975, hubo un cateo en la comunidad de los Valles por el personal del
27 Batallón de Infantería. Se llevaron prisionero
a Cruz Serafín Cardona de San Martín de las Flores y tenía una semana viviendo
en Los Valles, un “madrina” al que apodaban El
Pantera lo señaló. Lo vistieron de
militar y lo llevaron cargando mochilas hasta el Río Santiago más tarde fue
liberado en el cuartel de Atoyac con huellas de tortura. Ese día el helicóptero
llegó a las 2 de la tarde por las armas que les habían quitado a los del
pueblo, no les dejaron ni siquiera un rifle para la cacería. Cruz Serafín
Cardona padeció toda su vida las secuelas de la tortura. Murió hace dos años
esperando la reparación del daño.
Todavía en
1979 las costas estaban cerradas por los retenes militares de Xaltianguis,
Cuajinicuilaba y la Unión de Montes de Oca. Moisés Uriostegui Jaimes era el
nombre del gavillero que asolaba la sierra de Tecpan y Juan Tehuhuetla de San
Miguen Totolapan. Otro jefe era Reyes Hernández. Lo que para entonces
justificaba la presencia del Ejército en la sierra de Guerrero. También ya se
hablaba de la multicitada “campaña contra el narcotráfico”.
Todavía hasta
1981 se seguía informando de presencia guerrillera en la sierra de Atoyac. En un informe
del 25 de octubre de ese año firmado por Guillermo Espinosa de Benito agente de
la DFS, dice que ha detectado el día 13 de los corrientes, en la población del
Río Chiquito municipio de Atoyac de Álvarez a Nicomedes Fuentes García,
miembros de las Fuerzas Armadas de Liberación acompañado de ocho individuos con
armas largas, y que el 16 de octubre en el paraje Los Pinos al norte de Tecpan
de Galeana fue emboscada una partida militar, donde murió un soldado y salió
herido otro que falleció posteriormente en la clínica en la 27ª Zona Militar de
Acapulco. Este parte informativo nunca fue confirmado.
La lucha
por los desaparecidos ha sido incansable, desde 1978 que se fundó la Asociación
de Familiares de Desaparecidos y Víctimas de las Violaciones a los Derechos
Humanos (Afadem). Las actividades políticas de izquierda, en Atoyac, se
reanudaron con la marcha que rompió el silencio el 18 de mayo de 1979. Doña
Rosario Ibarra de Piedra, ligada al Partido Revolucionario de los Trabajadores
(PRT) y dirigente del grupo Eureka, abrió campaña como candidata a la
presidencia de la república el 5 de diciembre de 1981 en la plaza de Atoyac.
El 30 de
agosto del 2000 fue detenido Mario Arturo Acosta Chaparro acusado de narcotráfico
y eso abrió de nuevo el debate por la presentación con vida de los
desaparecidos.
El gobierno simula que está buscando a los
desaparecidos. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, hizo una
investigación sobre la Guerra Sucia y emitió un informe. En marzo del 2001,
visitadores de esa Comisión realizaron excavaciones en Agua Zarca, donde había
indicios que el Ejército ejecutó y enterró prisioneros.
Luego ante la denuncia de los vecinos, el 15 de
marzo del 2001, peritos de la Procuraduría General de la República realizaron
excavaciones en la comunidad de Los Tres Pasos, en la vivienda de Guadalupe
Gervasio Barrientos tía de Lucio Cabañas. Esa casa fue utilizada durante la
guerrilla como cuartel de los soldados. La procuraduría informó que los restos
encontrados en ese lugar resultaron ser de animal.
Durante el periodo de Vicente Fox, el 27 de
noviembre del 2001 fue creada por decreto presidencial la Fiscalía Especial
para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado y el 4 de enero del 2002, en
la ciudad de México el Procurador General, Rafael Macedo de la Concha, presentó
a Ignacio Carrillo Prieto como Fiscal Especial, quien inmediatamente comenzó a
trabajar.
El 26 de mayo del 2002, se inauguró la oficina de
la Fiscalía en Atoyac, asistió Carrillo Prieto y quedó como representante de
esa dependencia la doctora Georgina Landa. Luego el 28 de julio de ese mismo
año, el fiscal Ignacio Carrillo Prieto visitó la población de Los Piloncillos
para oír los testimonios de los pobladores sobre la masacre perpetrada por el Ejército
mexicano en ese lugar.
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