jueves, 7 de marzo de 2019

Crónicas del Palacio XX


Víctor Cardona Galindo
Para perseguir a la guerrilla el Ejército, usó el nombre de “paquetes” para referirse a los detenidos que después fueron desaparecidos. Los soldados les quitaban las insignias a sus uniformes, se le asignó un número a las comunidades y a las unidades que seguían a los guerrilleros. Se usó nombres diferentes para cada patrulla, así no se sabía a qué Batallón pertenecían y en qué lugar estaban.
En general Raúl Caballero Aburto, captado en una de las visitas
que realizó a la ciudad de Atoyac, siendo gobernador del estado
 de Guerrero. Foto: Álbum de María Laurel.

Durante lo que se llamó el Plan Atoyac, el 21 de septiembre de 1974, se habla de la detención de 10 personas en diferentes partes del municipio. El 22 de septiembre se habla de cuatro “paquetes” y el 23 de septiembre recibieron siete “paquetes”.
El Ejército haciendo gala de su poder en un solo día, el 25 de septiembre, cateó 14 poblaciones: San Martín, El Nanchal, Cacalutla, El Cacao, Santo Domingo, Cabeceras del Río Chiquito, El Aguacatoso, El Moreno, el Corinto, Santa María, El Naranjo, Cacahuananche, Tierra Blanca y Potrero de Carlos. Ese día se obtuvieron dos “paquetes” uno de ellos perteneciente al grupo armado que custodiaba al senador Rubén Figueroa durante su rescate.
Las patrullas que anduvieron en la sierra en el segundo semestre de 1974 fueron: Columnas Guerrero y Bravo. Agrupamientos: Unión, Marquelia, Tepeden, Tepepan, Gutemberg, Tigre, Andrés, Florida, López, Martín, Martín Uno, Martín Dos, Cayuno, Maximiliano, Barraza, Barraza Uno, Barraza Dos, Niño, Montes, Vicente, Vicente Uno, Vicente Dos, Avispa, Francisco, Paraíso, Fonseca, Torres, Lasso Uno, Lasso Dos, Lasso Tres, Lasso Cuatro, Lasso Seis, Lasso Siete,  Banula, Napoleón Dos, Tercera cinco, Vallecitos Dos, Mercurio, Isaías, 47 Uno, 47 Dos, 47 Tres, 50 Tres, 50 Siete,  Suárez y Tepejuan. De escapada en sus informes mencionaban a la sección de fusileros del 27 Batallón de Infantería y el Primer Agrupamiento de Transporte Pesado con presencia en Atoyac.
Los soldados se apropiaban de las viviendas sin permiso para usarlas como cuartel, principalmente aquellas que pertenecían a familiares de Lucio Cabañas Barrientos. En El Ticuí fue ocupada la casa de Julián Cabañas y en Los Tres Pasos la de Guadalupe Gervasio Barrientos.
Ejecuciones extrajudiciales
Zeferino García Rivera que fue asesinado por los militares en agosto de 1974 en El Porvenir. Al comisario Tomás Mendiola le tocó levantar el cadáver, un soldado dijo “corrió el hijo de chingada”. Tenía 20 minutos que los soldados habían salido con él de la comunidad, cuando se escucharon los disparos. Vivía con doña Micaela Castro, lo acusaron de ser bastimentero de Lucio Cabañas y ese día supuestamente lo llevaban de guía rumbo a El cacao.
También Miguel Onofre, ejidatario de El Porvenir, fue asesinado a balazos una noche de 1974. Agentes vestidos de civil lo atacaron en su casa ubicada a unos 500 metros del cuartel militar en la ciudad de Atoyac.
Rodolfo Valdovinos Téllez, de San Andrés de la Cruz, murió ejecutado por los soldados cuando quiso escapar en las inmediaciones de El Salto. Los militares lo detuvieron y se hizo como que le dolía el estómago, entonces sacó la pistola y se mató con ellos. Alcanzó a brincar pero quedó atrapado, en el alambre de púas de un corral, ahí los soldados lo hicieron pedazos a balazos. Su cuerpo quedó colgado y con las vísceras de fuera.
Sostenes Cabañas Tabares fue detenido en El Salto Chiquito y traído por los soldados al cuartel militar de la colonia Mártires en Atoyac. En ese lugar se le aplicó la Ley Fuga y su cuerpo quedó tirado en las afueras del cuartel donde fue levantado por sus familiares y sepultado en El Ticuí.
Otro es el caso de Aurelio Martínez Cabañas que era gente del Partido de los Pobres; el Ejército ya lo traía en una lista. Llegó la noche anterior al Rincón de las Parotas, y en la mañana cuando quiso salir ya estaba rodeado. Los militares lo siguieron y frente a su casa le marcaron el alto, él no les hizo caso y siguió caminando mientras iba desenvolviendo una pistola que traía enrollada en un pañuelo. Como no pudo sacar la pistola, con el machete que traía le cortó la mano a un soldado y le quitó el fusil. Aureliano no supo manejar el mecanismo del arma para disparar y los demás soldados lo acribillaron a tiros.
A pesar de que recibió varios disparos no murió en el momento, lo dejaron tirado, desangrándose y hablando. Los guachos prendieron un radio de baterías y lo pusieron un lado del herido a todo volumen, para que el pueblo en lugar de lamentos escuchara la música. Lo apagaron hasta que se murió.
Aureliano ya había sido detenido por el Ejército y lo torturaron brutalmente. Juró que primero moriría antes de que lo volvieran a agarrar. Por eso cumplió ese día, muriendo al tratar de evitar su aprehensión.
Un cable del Ejército informó que la patrulla militar “Vallecitos Dos” el 13 de noviembre de 1974 dio muerte a Aureliano Martínez Cabañas, quien alcanzó a herir a machetazos al soldado Sergio Mungula Mendoza. Al registrar el cadáver le encontraron una pistola 380 con el cargador abastecido y una tarjeta del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Tal vez el Ejército, con tantos efectivos en la sierra, pudo acabar fácilmente con la Brigada Campesina de Ajusticiamiento porque hay la certeza de que siempre sabía dónde se movía. “Hubo varias veces en que se tenía copada a la Brigada y al radiar a la 27 Zona Militar para que dieran la orden de fuego, de allá ordenaban que se retiraran rápido… órdenes que cumplíamos a marchas forzadas por lo boscoso, abrupto y peligroso de la sierra de Guerrero”. Dice la versión extraoficial de un soldado entrevistado por don Simón Hipólito. Tal vez a los mandos convenía tener un grupo armado en la sierra que justificara su presencia y movilización. Tal vez les convenía por la importancia y el poder que les daba en ese momento. También los beneficios que obtenían con esa movilización.
Por eso los atoyaquenses identificamos como Guerra Sucia al periodo que va desde fines de los años sesenta a principios de los ochenta, cuando tanto el gobierno federal, como el estatal reprimieron con toda impunidad al pueblo indefenso y usaron todo su poder para torturar y desaparecer a disidentes políticos, pero, principalmente, a personas inocentes que fueron acusadas de tener nexos o de ser colaboradores de la guerrilla. Sin ninguna consideración alrededor 400 atoyaquenses fueron arrancados de sus hogares por el Ejército o la Policía Judicial y nunca más volvieron con los suyos.
El Estado Mexicano a raíz de la presión internacional ha ido reconociendo poco a poco su papel en las consecuencias de ese periodo represivo. La investigación ha sido lenta, deficiente y con muy pocos resultados. Todavía no hay certezas de lo que pasó con más de mil desapariciones forzadas en el país, incluyendo más de 500 en Guerrero, de las cuales alrededor de 400 habrían ocurrido en la región del municipio de Atoyac de Álvarez. De aquellas personas desaparecidas durante la Guerra Sucia, solamente cuatro han sido localizadas.
Dos guerrilleros que acompañaban a Lucio Cabañas a la hora de su muerte fueron encontrados por la Fiscalía Especial y sus restos entregados a sus familiares. Lino Rosas Pérez René y Esteban Mesino Martínez Arturo que murieron con Lucio Cabañas en el combate del 2 de diciembre de 1974 fueron sepultados clandestinamente en El Guayabillo. Otros dos guerrilleros Martín Nario Organes, Samuel y Eliseo Flores Vázquez, que murieron en enfrentamiento con el Ejército el 9 de septiembre de 1974, fueron encontrados sepultados en El Pequelite por la Comisión de la Verdad. Los restos fueron entregados a sus familiares.
La misma Organización de las Naciones Unidas reconoció que muchas personas de Atoyac fueron sacadas de sus casas,  o fueron detenidas durante los cateos que los militares realizaron en las comunidades. Otras fueron detenidas en los retenes que tenía el Ejército o la Policía Judicial en las carreteras y nunca volvieron con los suyos.
Como dije antes muchas veces el Ejército llevó en helicópteros, a las poblaciones, a hombres torturados para que delataran a los guerrilleros. Muchos campesinos, con tal que no los siguieran torturando, entregaron a gente sin culpa alguna. Los caciques también aprovecharon para deshacerse de sus enemigos acusándolos de guerrilleros.
La mayoría de los desaparecidos eran inocentes. Nunca participaron en acciones guerrilleras, muchos ni siquiera llegaron a ver a los guerrilleros. Fueron víctimas de intrigas y de señalamientos infundados de otros campesinos que les tenían mala voluntad. El Ejército o la Judicial se los llevó sin mediar investigación alguna y sin escuchar los ruegos de los familiares y vecinos.
Los maestros de la sierra que no abandonaron sus plazas durante la represión fueron desaparecidos. Son los casos de Rafael Castro Hernández, Vicente Higinio Ortiz Nava y Félix Bello Manzanares. El 2 de septiembre de 1974 fue desaparecido Jacob Nájera Hernández, fue sacado por la judicial de la casa de sus suegros en San Jerónimo de Juárez, ahora en su honor la escuela preparatoria de ese lugar lleva su nombre. Vicente Higinio Ortiz Nava fue desaparecido el 22 de agosto de 1974 en Coyuquilla Norte, Félix Bello Manzanares el 10 de diciembre de ese mismo año.  La Policía Judicial Federal lo bajó del camión en que iba, en el retén militar de Atoyac y fue visto vivo por última vez en el cuartel de la colonia Mártires, y Rafael Castro Hernández detenido por agentes federales el 18 de noviembre de 1976 fue visto por otros detenidos en las mazmorras que operaba la Dirección Federal de Seguridad la temible DFS.
Caso emblemático es el del líder político Rosendo Radilla Pacheco quien fue detenido en un retén ambulante en la colonia Cuauhtémoc. Las hijas de don Rosendo han luchado para que lo regresen con vida o en su caso se investigue sobre el paradero de sus restos.
Quiero recordar aquí que a las 10 de la mañana del 27 de enero de 1975, hubo un cateo en la comunidad de los Valles por el personal del 27 Batallón de Infantería. Se llevaron prisionero a Cruz Serafín Cardona de San Martín de las Flores y tenía una semana viviendo en Los Valles, un “madrina” al que apodaban El Pantera lo señaló. Lo vistieron de militar y lo llevaron cargando mochilas hasta el Río Santiago más tarde fue liberado en el cuartel de Atoyac con huellas de tortura. Ese día el helicóptero llegó a las 2 de la tarde por las armas que les habían quitado a los del pueblo, no les dejaron ni siquiera un rifle para la cacería. Cruz Serafín Cardona padeció toda su vida las secuelas de la tortura. Murió hace dos años esperando la reparación del daño.
Todavía en 1979 las costas estaban cerradas por los retenes militares de Xaltianguis, Cuajinicuilaba y la Unión de Montes de Oca. Moisés Uriostegui Jaimes era el nombre del gavillero que asolaba la sierra de Tecpan y Juan Tehuhuetla de San Miguen Totolapan. Otro jefe era Reyes Hernández. Lo que para entonces justificaba la presencia del Ejército en la sierra de Guerrero. También ya se hablaba de la multicitada “campaña contra el narcotráfico”.
Todavía hasta 1981 se seguía informando de presencia guerrillera en la sierra de Atoyac. En un informe del 25 de octubre de ese año firmado por Guillermo Espinosa de Benito agente de la DFS, dice que ha detectado el día 13 de los corrientes, en la población del Río Chiquito municipio de Atoyac de Álvarez a Nicomedes Fuentes García, miembros de las Fuerzas Armadas de Liberación acompañado de ocho individuos con armas largas, y que el 16 de octubre en el paraje Los Pinos al norte de Tecpan de Galeana fue emboscada una partida militar, donde murió un soldado y salió herido otro que falleció posteriormente en la clínica en la 27ª Zona Militar de Acapulco. Este parte informativo nunca fue confirmado.
La lucha por los desaparecidos ha sido incansable, desde 1978 que se fundó la Asociación de Familiares de Desaparecidos y Víctimas de las Violaciones a los Derechos Humanos (Afadem). Las actividades políticas de izquierda, en Atoyac, se reanudaron con la marcha que rompió el silencio el 18 de mayo de 1979. Doña Rosario Ibarra de Piedra, ligada al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y dirigente del grupo Eureka, abrió campaña como candidata a la presidencia de la república el 5 de diciembre de 1981 en la plaza de Atoyac.
El 30 de agosto del 2000 fue detenido Mario Arturo Acosta Chaparro acusado de narcotráfico y eso abrió de nuevo el debate por la presentación con vida de los desaparecidos.
El gobierno simula que está buscando a los desaparecidos. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, hizo una investigación sobre la Guerra Sucia y emitió un informe. En marzo del 2001, visitadores de esa Comisión realizaron excavaciones en Agua Zarca, donde había indicios que el Ejército ejecutó y enterró prisioneros.
Luego ante la denuncia de los vecinos, el 15 de marzo del 2001, peritos de la Procuraduría General de la República realizaron excavaciones en la comunidad de Los Tres Pasos, en la vivienda de Guadalupe Gervasio Barrientos tía de Lucio Cabañas. Esa casa fue utilizada durante la guerrilla como cuartel de los soldados. La procuraduría informó que los restos encontrados en ese lugar resultaron ser de animal.
Durante el periodo de Vicente Fox, el 27 de noviembre del 2001 fue creada por decreto presidencial la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado y el 4 de enero del 2002, en la ciudad de México el Procurador General, Rafael Macedo de la Concha, presentó a Ignacio Carrillo Prieto como Fiscal Especial, quien inmediatamente comenzó a trabajar.
El 26 de mayo del 2002, se inauguró la oficina de la Fiscalía en Atoyac, asistió Carrillo Prieto y quedó como representante de esa dependencia la doctora Georgina Landa. Luego el 28 de julio de ese mismo año, el fiscal Ignacio Carrillo Prieto visitó la población de Los Piloncillos para oír los testimonios de los pobladores sobre la masacre perpetrada por el Ejército mexicano en ese lugar.


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