Víctor Cardona Galindo
El
cronista de la ciudad Wilfrido Fierro,
además de a Silvestre Mariscal, identifica a 57 revolucionarios que
participaron en la toma de la ciudad al grito: “¡Viva Madero¡ ¡Muera el mal gobierno¡” Luego los
disparos.
Mariscalistas saliendo de Atoyac en 1917. Foto: Museo Casa de Carranza. |
Atoyac, desde tiempos remotos, es una zona de levantamientos. Aquí los
pueblos se formaron con base en los campamentos guerrilleros que don Juan
Álvarez tenía en el tiempo de la lucha por la Independencia y durante el
transcurso del siglo XIX los atoyaquenses eran soldados del hombre fuerte del
sur, que iban y venían a la lucha en defensa de la patria, en contra de la
dictadura y a favor de la república.
Juan Álvarez, a diferencia de sus paisanos revolucionarios que
participaron en los levantamientos de 1911 a 1929, nunca cambió de bando,
siempre fue federalista ante los centralistas; republicano ante la dictadura y
liberal ante los conservadores. Fue congruente con su pensamiento y por decirlo
así, fue hombre de una sola pieza.
Sin embargo de los revolucionarios nacidos en Atoyac, que actuaron de
1911 a 1929, considero que sólo Pablo Cabañas Macedo y Gabino Navarrete Juárez
se pueden comparar a Juan Álvarez en su congruencia, siempre se mantuvieron en
la línea de Zapata.
En todo el estado de Guerrero durante el porfiriato se dieron
levantamientos populares, a los que muchos historiadores consideran precursores
de la lucha revolucionaria de 1911, en estas manifestaciones de descontento no
fueron ajenos nuestros paisanos.
El levantamiento del general Canuto A. Neri en 1893, contra la cuarta
reelección de Francisco O. Arce tuvo lugar en Zumpango del Río, aglutinó a
muchos hombres en el centro del estado.
El historiador Ian Jacobs escribió en su libro La revolución mexicana
en Guerrero, una revuelta de rancheros, que el 8 de abril de 1901 fue
lanzado en Atoyac un manifiesto revolucionario redactado en Mochitlán, que fue
seguido del levantamiento de Anselmo Bello y Rafael Castillo Calderón en
Mochitlán-Petaquillas, este fue un antecedente de las luchas que se avecinaban.
En 1911 fueron muchos los atoyaquenses que se enlistaron en las filas
revolucionarias; entre los maderistas más importantes se encontraban: Silvestre
y Epifanio Mariscal González, Julián Radilla Hernández, Arnulfo Radilla
Mariscal, Dimas Fierro, Silvestre Castro García (El Cirgüelo) Tomás
Gómez Cisneros, Manuel Villegas, Alberto González Ayerdi, Canuto Reyes,
Santiago y Fidel Nogueda Radilla, Pablo Cabañas Macedo, Gabino Navarrete Juárez
y Julio Pérez. Casi todos ellos comenzaron apoyando a Madero, pero después se
definieron tres bandos: los blanquistas (encabezados
por Julián Blanco), los mariscalistas
(seguidores de Silvestre Mariscal) y los zapatistas
encabezados en Guerrero por Jesús H. Salgado.
Desde el inicio de la revolución se fue marcando la presencia de los dos
principales bandos, uno encabezado por Silvestre Mariscal y el otro por los blanquistas, Tomás Gómez y Alberto
González, este último grupo estuvo al servicio de la colonia española de
Acapulco que controlaba diversas haciendas en la costa, una fábrica de jabón en
Acapulco, las fábricas de Hilados y Tejidos del Ticuí y de Aguas Blancas.
Una de las circunstancias que marcaron la formación de los grupos fue la
relación familiar que tenían, pues de alguna manera los maderistas que tomaron
la ciudad de Atoyac el 26 de abril estaban emparentados. De las dos columnas
que participaron en el ataque a las fuerzas porfiristas acantonadas en la
ciudad, una iba encabezada por Epifanio Mariscal González y la otra por Modesto
Galeana, su medio hermano, mientras Silvestre Mariscal, Arnulfo Radilla
Mariscal y Dimas Fierro se parapetaban en el atrio de la Iglesia para cubrir la
retaguardia de los atacantes. La mayoría eran parientes.
Por otro lado Alberto González, Santiago Nogueda Radilla y Canuto Reyes
estaban enemistados con Mariscal y al saber de la llegada de los
revolucionarios se fueron al monte para evitar ser ajusticiados, como sucedió
con el comerciante Gonzalo García. Más tarde los mencionados se sumaron a
Julián Blanco para tomar la ciudad de Chilpancingo y así mantenerse lejos de la
ira de Mariscal, quien marchó con su gente rumbo al puerto de Acapulco después
de incursionar en San Jerónimo y Tecpan.
Según Wilfrido Fierro: “Mariscal fue invitado a encabezar el movimiento
por el propagandista del Centro Revolucionario Maderista, Octavio Bertrand”. En
tanto, Julián Blanco invitaba por medio de correspondencia a los comerciantes
Canuto Reyes, Gonzalo García y Alberto González. Estos formaban parte del grupo
dominante de Atoyac, pues Canuto Reyes había sido presidente municipal cuatro
veces y Gonzalo García cuando menos una vez había estado en la alcaldía. Los
tres controlaban el comercio local.
En el ataque de los revolucionarios a Atoyac murieron Gonzalo García y
su cuñada Rosa Muñiz, asesinados por Félix Serafín El Chacape, un
rebelde mariscalista, a quien García había amarrado y expuesto en el Zócalo,
bajo los rayos del sol, cuando fue presidente municipal. En ese tiempo los
alcaldes solían castigar a los presos comunes encadenándolos en un árbol de
mango que había en la plaza.
Al tener el control del lugar la jauría de revolucionarios se desató,
comenzó el saqueo y la venganza, unos querían abrir la tesorería del
Ayuntamiento para llevarse los fondos, otros se fueron a las oficinas de
correos para llevarse lo que había ahí, otros más atracaron la tienda comercial
del Alberto González. Mientras El Chacape
con sus compañeros de San Martín buscaron a Gonzalo García en su casa para
ajustar cuentas, cuando lo encontraron su hermosa cuñada lo abrazó para evitar
que lo mataran sin embargo no hubo piedad. Entre tiros y machetazos murió el
influyente don Gonzalo y también Rosa Muñiz.
Ignacio R. Martínez y Gabino Olea Campos en la tesis que escribieron juntos
en 1980 titulada La lucha
agraria en la Costa Grande de Guerrero. De la Revolución a la muerte de Juan R.
Escudero 1911-1923, comentan que: “Blanco también reclutó para el maderismo a Tomás Gómez,
que era el caporal y/o guardia blanca de la hacienda “Los Arenales”, propiedad
y residencia de Baltasar Fernández, descendiente directo del fundador de B.
Fernández y Cía. Suc., quizá la empresa más sobresaliente de la costa”.
Ante este contexto desde el primer momento en la toma de Atoyac hubo tres
acontecimientos que marcaron profundamente la vida de Silvestre Mariscal y el
destino de los mariscalistas: el primero de ellos fue el saqueo a la tienda del
comerciante Alberto González, con quien el líder maderista tenía problemas
personales por unos terrenos ubicados en Mexcaltepec; el segundo, fue la muerte
de Gonzalo García, asesinado por los levantados junto a su cuñada en el
interior de su casa. Y un tercer acontecimiento fue el saqueo de la fábrica de
Hilados y Tejidos “Progreso del Sur Ticuí”. Eso le valió a Mariscal el odio de la colonia española radicada en el
puerto de Acapulco, pues la firma Quiroz, Fernández y Compañía, dueños de esta
factoría pertenecían a esa nacionalidad.
La fábrica de Hilados y Tejidos fue asaltada y saqueada por un grupo de
revolucionarios encabezados por José Inés Pino el 28 de abril de 1911, a las 10
de la mañana. Cuando regresaba Mariscal de San Jerónimo, quien en sus memorias
se deslinda del acontecimiento, argumentando que Pino actuó por cuenta propia y
que Dimas Fierro, a quien mandó a impedir el asalto, estuvo a punto de ser
asesinado.
Ignacio R. Martínez y Gabino Olea Campos señalan que: “Después
independientemente de Mariscal, los terratenientes-maderistas de Atoyac y
Tecpan, habían levantado la insurrección y tomaron San Luis, Tecpan y San
Jerónimo, dirigidos por dos labriegos pobres: Tomás Gómez y Manuel Villegas,
con la asistencia del hacendado Manuel Soberanis…Este grupo apoyado por los
comerciantes-terratenientes Alberto González y Canuto Reyes de Atoyac,
ostentaron desde un principio la representación del movimiento maderista y ante
el ataque a la fábrica de Hilados y Tejidos elevaron su escandalosa protesta
reaccionaria”.
También Custodio Valverde era enemigo de Mariscal, pertenecía al grupo
de Canuto Reyes y Alberto González, tenía una escuela particular en Atoyac. Se
incorporó al maderismo y llegó a ser diputado local por el distrito de Galeana,
escribió el libro Julián Blanco y la Revolución en el Estado de Guerrero, sobre el saqueo de la fábrica del Ticuí
cuenta lo siguiente: “Al tener lugar los
primeros sucesos revolucionarios en la Costa Grande, un incidente altamente
deshonroso, para la causa del pueblo, aconteció en el pueblo indígena de
Atoyac, Distrito de Galeana, incidente que, en el curso de los acontecimientos,
tomó mayores proporciones que la revolución iniciada en la zona costanera, el
cual fue la causa de monstruosos hechos y originó un serio y profundo disgusto
en los jefes del movimiento libertario, Gómez y Villegas, que estaban de
acuerdo con el señor don Julián Blanco...Los jefes Gómez y Villegas, a pesar de
su escasísima ilustración y poco trato social porque eran labradores y gañanes,
desaprobaron en lo absoluto los actos del cabecilla Mariscal y de su gente;
aislaron y distanciaron sus tropas de las del dicho cabecilla”.
Cabe recalcar que Canuto Reyes, Alberto González, Tomás Gómez, Manuel
Villegas, Santiago y Fidel Nogueda Radilla, no participaron en la toma de la
ciudad el 26 de abril, se fueron a incorporar a Julián Blanco para tomar
Chilpancingo; ya Tomás Gómez y Manuel Villegas habían irrumpido en San Jerónimo
y Tecpan. Santiago Nogueda Radilla además de ser enemigo personal de Mariscal,
también lo era de Tomás Gómez, pues éste lo había apuñalado en 1903.
“Con fecha 12 de julio de 1903, en el punto denominado Huertecillas del
municipio de Atoyac, fue herido el individuo Santiago Nogueda, con arma
cortante y de manera alevosa, por Tomás Gómez vecino del Arenal Primero”,
informaba el Periódico Oficial del estado de Guerrero en
su edición Número 43 del viernes 23 de octubre de 1903.
Quizá otra forma de explicar las rivalidades entre estos dos bandos sea
la generacional, pues Canuto Reyes y Gonzalo García eran parte del grupo
político hegemónico en ese lugar. Mientras Silvestre Mariscal formó parte de la
lucha de Rafael Castillo Calderón y el Plan de Zapote y se opuso por primera
vez a la estructura local del poder. Entonces puede decirse que desde antes de
la Revolución ya operaban en Atoyac esas dos estructuras políticas, mismas que
por partes distintas se sumaron al Maderismo.
Regresando a los inicios de la revolución, Silvestre Mariscal después de
incursionar en San Jerónimo y Tecpan donde impuso préstamos forzosos a los
comerciantes y una vez que se había sumado Julián Radilla marchó con su gente
rumbo al puerto de Acapulco, antes pasó y tomó la plaza de Coyuca, hasta ahí lo
acompañaron Tomás Gómez y Manuel Villegas que se habían sumado en San Jerónimo.
Gómez y Villegas se fueron a reforzar a Julián Blanco que iba a tomar la
capital del estado, Chilpancingo.
Mariscal, junto con las fuerzas de la Costa Chica, sitió al puerto de
Acapulco, al que atacaron el 10 de mayo de 1911, pero fueron rechazados por el
coronel Emilio Gallardo, comandante de la plaza. La gente de la Costa Chica
tenía relación con Julián Blanco y desde un inicio comenzaron las diferencias.
Silvestre Mariscal enfrentó varios conflictos. Los revolucionarios de la Costa
Chica atacaron su cuartel, después de que habían entrado en son de paz al
puerto de Acapulco.
Mientras Alberto González hacía lo suyo, aprovechando la estancia en
Acapulco le tendió una celada a Silvestre Mariscal, con el pretexto de pedirle
un salvoconducto para su hermano Epifanio y así poder regresar a Atoyac, lo citó
en la casa de su amigo común Patricio Arizmendi, mientras apostaba a sus
correligionarios para matarlo, pero un asistente de Mariscal se dio cuenta y
organizó la defensa.
También Pablo Vargas, que llegaba a Coyuca después de participar en la
toma de Chilpancingo, atacó a las fuerzas de Mariscal que regresaban para
Atoyac después de participar en las acciones de armas de Acapulco. Tal vez
Vargas venía predispuesto contra los de Atoyac, desde Chilpancingo. De estos
ataques Mariscal culpó a Blanco y a Tomás Gómez.
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