martes, 26 de marzo de 2019

Las apariciones de la virgen de Guadalupe


Víctor Cardona Galindo
El pie de la virgen de Guadalupe está esculpido desde tiempos remotos en una roca que se encuentra en el arroyo de La Cruz por el Camino Real a La Florida. No se sabe desde cuando se comenzó a decir que era el pie de la virgen, porque desde que se tiene memoria ya los caminantes le ponían flores y le prendían veladoras a la piedra. Algunas mujeres al descansar en el lugar aprovechaban para murmurar una oración y para pedir favores a La Reina del Cielo.
Una peregrinación en El Ticuí.

Cuando abrieron la carretera a la comunidad, el Camino Real quedó olvidado y hace poco unos buscadores de oro voltearon la piedra para explorar debajo. No encontraron nada pero si destruyeron lo que fue un centro de la devoción guadalupana. Quizá ese pie esculpido ahí sean un indicio de que a la virgen le gusta caminar por Atoyac y se le aparece a quien menos se lo espera, a veces al más pecador.
Fue allá por 1982 cuando la ciudad de Atoyac y los pueblos aledaños se escandalizaron porque en un ahuejote ubicado en la calle Insurgentes número 23 de la colonia Acapulquito, en la casa de Inocencia Romero, se apareció una imagen de la virgen de Guadalupe. La casa y la calle se llenaron de gentes que vinieron de todos lados a ver el prodigio y a pedir sus milagros. La imagen estaba como grabada en la corteza del árbol y se veía como si alguien a propósito la hubiera esculpido.
Les soy sincero yo nunca escuché de viva voz el testimonio de la señora que ya murió, pero si recuerdo que uno de los vecinos platicó que un cable de la luz se despegó y que se vio como un corto circuito en el árbol y al extinguirse las chispas ya estaba la virgen dibujada. Otro dijo que ningún cable se había desprendido del poste, que solamente se vio un resplandor en el árbol que lastimaba los ojos y después pudo verse la imagen. Con el tiempo el asunto fue quedando en el olvido, la figura se borró y el árbol de ahuejote ya viejo fue derribado cuando el alcalde Acacio Castro Serrano mandó a pavimentar la calle.
Otro caso sucedió en la comunidad serrana de la Remonta en 1985, fue gran novedad que una imagen de la virgen de Guadalupe se apareció en un manantial a unos 100 metros al sur de la población. Petra Jiménez encontró la imagen que solamente algunos afortunados la podían distinguir. Muchas personas de diferentes pueblos fueron a ver la aparición, pero algunos se vinieron desilusionados porque la virgen no quiso que la vieran. “Tal vez por la maldad que cargaban en su alma y el resentimiento en su corazón”, opinaban lo que si la habían visto.
No tardó mucho y la virgen se volvió  presentar. Unos vecinos la encontraron en un ojo de agua, al sur de la comunidad de San Francisco del Tibor. Muchos devotos de los pueblos cercanos fueron a verla y sólo las almas puras pudieron ver en el reflejo del agua la imagen de la patrona de México. Algunos niños como mi compadre Francisco Magaña (que en ese tiempo era niño) se vinieron con la desilusión de que la virgen no dejó que la vieran.
En 1998, un 17 de septiembre unos albañiles que trabajaban en la construcción de la casa de Anita Bello en la colonia Mártires de 1960 encontraron que una de las piedras que trajeron del río para hacer los cimientos tenía esculpida de manera natural la imagen de la virgen de Guadalupe. Aun incrédulos los trabajadores de la construcción la recargaron en el tallo de un limón para que otras personas la vieran, fue así como se corrió el rumor de la aparición de la morena del Tepeyac en esa colonia de la cabecera municipal.
La familia Gatica adoptó esa imagen y con las cooperaciones que la gente ha dado le construyeron una capillita en la calle Hermenegildo Galeana número 2 donde la veneran cada año y algunas veces la han llevado en peregrinación hasta la parroquia Santa María de la Asunción. 
Otro caso muy sonado fue el de la comunidad de Zacualpan donde en una pared de una casa abandonada se apareció de nuevo la virgen de Guadalupe el 25 de diciembre del 2002 a las 19 horas, la descubrió la señora Virginia Pacheco Navarrete de 24 años. La vio cuando iba a comprar un foco y al otro día le prendió una veladora. El 26 de abril del siguiente año le comenzaron a prender veladoras los vecinos y llegaron muchos visitantes. Quien la encontró había renegado de la existencia de la virgen porque su hijo estaba enfermo. Le construyeron una capilla en su honor, despegaron el pedazo de pared y actualmente se encuentra en el altar en el centro de la comunidad a unos metros de donde fue el hallazgo.
La aparición más reciente sucedió en un trastero de barro de una humilde vivienda del Plan de la Cruces (lugar mejor conocido como La Antena). La descubrieron el 11 de septiembre de 1999, en los terrenos de Petra Gómez Alvarado, en la pequeña casita donde vivía José Luis Mata Gómez quien ya falleció. Vieron por primera vez la imagen cuando fueron a cortar elotes a la milpa. Después desprendieron el pedazo de barro y lo pasaron a la capilla que  se edificó en ese lugar con la misma limosna que se fue recibiendo y desde ese año se le festeja, el 11 de diciembre por la noche se hace una velada y la familia propietaria del predio que vive en la cabecera municipal se concentra allá esos días hasta el 12.
De ese acontecimiento solamente quedaron las fotos ampliadas que les tomaron porque la original plasmada en el barro ya se borró, porque la gente la tocaba. En la imagen original se veían guías de rosas de un solo pétalo alrededor de la estampa. Cuando se dio el hecho el padre Pedro Rumbo Alejandri fue a ver el prodigio y el párroco Rafael Valencia bendijo las fotos amplificadas que todavía se conservan. María Felicitas Sánchez dice que desde el 2009 al sacar réplicas a la foto ampliada siempre aparece un resplandor en la esquina derecha de la copia.
Antes de que apareciera la Virgen, doña Petra percibía todos los días --cuando iba a dejarle de comer a José Luis-- un fuerte olor a copal y por las noches José Luis sentía como todo el lugar se impregnaba de un intenso olor a rosas. Ese día de la aparición por la noche entró a la pequeña vivienda mucho viento que se llevó el calendario que colgaba del armario y al otro día estaba la imagen de la virgen dibujada en el barro.
Atoyac es un pueblo muy apegado a la devoción guadalupana; por toda la ciudad la gente ha colocado pequeñas capillas en su honor. En la calle Galeana una ermita está en la colonia Sonora frente a la vivienda del contador Gabino Hernández. Hay otra por el Atrancón en el callejón que va para la casa de Ezequiel  Arreola y  una virgen despide a todos al salir de la ciudad en la carretera que va al Paraíso. Los choferes se persignan al pasar. En la entrada de la ciudad en un paredón está una pequeña capilla a la Virgen de ahí salen todos los años las peregrinaciones de las combis cuyo gremio de transporte organiza la procesión más colorida y más grande. Otra imagen está en la calle Juan Álvarez frente a la casa de Decidor Silva Valle, donde desde el día primero comenzaron los rezos. En la calle de Francisco González Bocanegra está una pequeña capilla dedicada al Divino Niño y al frente otra dedicada a la guadalupana. En todos esos lugares habrá pozole por la noche del 11 de diciembre y en las casas de las familias que tradicionalmente festejan a la Morenita del Tepeyac.
Rosa Santiago Galindo tiene 89 años y recuerda como eran las fiestas a la virgen a mediados del siglo pasado. La gente se organizaba, se anotaban para la rifa de la cual salía el Mayordomo y la Diputada Mayor. Los demás que participaban en la rifa quedaban como ayudantes. Aunque también se anotaban ayudantes voluntarios. Todos se ponían de acuerdo se cooperaban. Comenzaban por acarrear palos para las enramadas y mataban marranos. Cuando iban a comenzar a construir la enramada tiraban una bomba, era la señal que ya comenzaba la fiesta. Entre todos llevaban: maíz, ceniza, panocha, chiles y todos los ingredientes que se necesitan para los guisos, trastes, en primer lugar ollas y cazuelas grandes para poner el atole, el pozole y el café. Era una fiesta de todos, se comenzaba por poner los nejos e ir a lavar el nixtamal al río y luego ir a molerlos en el metate. Había voluntarios tanto para menear el atole como para matar los cuches. Como no había luz eléctrica en ese tiempo se organizaban los hombres y con bestias iban a la sierra a traer cargas de rajas de ocote y con eso hacían hachones para el alumbrado. Se armaban muchos rollos de hachones que se prendían alrededor de la fiesta.
La fiesta era en la casa del mayordomo, la gente llevaba a la virgen del mayordomo saliente al entrante. Eran imágenes de cuadros, las que se veneraban y le hacían una especie de arco como nicho donde las colocaban entre coronas de flores. Los altares eran muy coloridos adornados con telas. Cuando estaban haciendo la comida bailaban fandango de arpa en una tarima. Eran muy famosas las fiestas que se organizaban en la casa de doña María Gómez en la calle Florida, iba mucha gente y a lo lejos se escuchaba el murmullo de la marimba.
Se saboreaba el arroz con “frito de cuche”, se sacrificaban reses para que comiera la gente y se repartía el atole de nejo pintado con polvo de achote. En la sierra continua la tradición. La fiesta más grande es la del poblado El Camarón, en donde siguen nombrando Mayordomo y Mayordoma. Todos los que se anotan para la rifa y no ganan la mayordomía quedan como Diputados. El Mayordomo y la Mayordoma matan cada uno una vaca para repartir la comida el 12 de diciembre. Los diputados arreglan la capilla y reparten la comida el 11 por la noche.
Antes, el día 12 de diciembre, a las niñas que le cantaban a la virgen les llamaban loantas. Rosa Santiago Galindo “la Tía Rosita” ensayaba a las pastoras, las aldeanas y las loantas. La buscaban para que fuera a ensayar hasta en la sierra. Una ocasión estuvo un mes en Puente del Rey donde la invitó Sotero Peralta para que ensayara las loas. “Se buscaban niñas como de 12 años, las pedían prestadas a sus papás, quienes tenían que dar su consentimiento porque les tocaba vestirlas de blanco, con un velo y coronas de flores”.
A pesar de su edad “la Tía Rosita” recita de memoria las loas: “Del cielo al suelo bajó/ la soberana princesa/ y fue tanta su belleza/ que a Juan se le apareció. Hijo Juan Diego le dijo/ una merced me has de hacer/ a México has de bajar/ y al Arzobispo has de ver. Y le dirás de mi parte/ que es mi última voluntad/ que en el santuario me haga/ una iglesia donde he de posar.
Ahora las loantas no se representan más y la tradición de las aldeanas poco a poco se va perdiendo. Pero eso sí, en la mayoría de los hogares católicos se levantan altares, hay rezos el 11 en la noche, pozole y café negro. Algunas aldeanas extraviadas, grupos vestidos de blanco cantando las mañanitas con guitarra o solamente a capela y diversas danzas recorren la ciudad. La festividad comienza a las cinco de la mañana del 11 cuando familias enteras y grupos de amigos llegan a cantar las mañanitas a la iglesia o a la capilla de la colonia o de la comunidad.
Las peregrinaciones comienzan el día primero de diciembre por la tarde, salen de diferentes rumbos de la ciudad y llegan a la parroquia. Alrededor de unas cuatro al principio  y a medida que se va acercando el día de la virgen van aumentando las procesiones  y llegan a juntarse hasta 10 manifestaciones religiosas en la tarde del 11 de diciembre. El día 3 de diciembre, por ejemplo, llegaron cinco marchas, la primera fue la de la colonia Pindecua amenizada por la banda de viento, las campanas se dan al vuelo al llegar el estandarte de la virgen y la hermandad de “Jesús de Nazareth” auxilia a los peregrinos y los organiza. El padre sale a bendecirlos y todos pasan a la iglesia mientras la banda toca las mañanitas.
El otro cortejo salió de El Tamarindo. La gente sigue llamando Tamarindo al lugar a pesar de que el árbol que le dio el nombre hace muchos años que dejó de existir. Un acompañamiento más salió de El Parazal y otra de la calle Hidalgo. Luego se escuchó el escándalo por la calle principal de la familia Astudillo Cabañas que organizó una peregrinación acompañada por la banda de viento, todo es alegría en esta tarde de diciembre.
Los fotógrafos colocan sus mejores adornos en el atrio de la iglesia: caballitos y burritos de madera y al fondo una pintura o una escultura de la Virgen para tomarles la foto a los niños vestido de inditos. En las calles aledañas a la parroquia y cerca del Zócalo todo está ocupado por los comerciantes que venden flores de noche buena y todo tipo de adornos navideños. Algunos grupos llegan sin música, tal vez no les ajustó el presupuesto para contratar a la banda, pero ellos cantan ¡Oh! María, madre mía/ ¡Oh! Consuelo del mortal/ amparadme y guiadme/ a la patria celestial. Llegan unas con más peregrinos que otras, pero al final la parroquia es un mar de gente.


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