Víctor Cardona Galindo
El pie de la virgen de Guadalupe está esculpido desde
tiempos remotos en una roca que se encuentra en el arroyo de La Cruz por el Camino
Real a La Florida. No se sabe desde cuando se comenzó a decir que era el pie de
la virgen, porque desde que se tiene memoria ya los caminantes le ponían flores
y le prendían veladoras a la piedra. Algunas mujeres al descansar en el lugar
aprovechaban para murmurar una oración y para pedir favores a La Reina del Cielo.
Una peregrinación en El Ticuí. |
Cuando abrieron la carretera a la comunidad, el Camino
Real quedó olvidado y hace poco unos buscadores de oro voltearon la piedra para
explorar debajo. No encontraron nada pero si destruyeron lo que fue un centro
de la devoción guadalupana. Quizá ese pie esculpido ahí sean un indicio de que a
la virgen le gusta caminar por Atoyac y se le aparece a quien menos se lo
espera, a veces al más pecador.
Fue allá por 1982 cuando la ciudad de Atoyac y los
pueblos aledaños se escandalizaron porque en un ahuejote ubicado en la calle
Insurgentes número 23 de la colonia Acapulquito, en la casa de Inocencia Romero,
se apareció una imagen de la virgen de Guadalupe. La casa y la calle se llenaron
de gentes que vinieron de todos lados a ver el prodigio y a pedir sus milagros.
La imagen estaba como grabada en la corteza del árbol y se veía como si alguien
a propósito la hubiera esculpido.
Les soy sincero yo nunca escuché de viva voz el
testimonio de la señora que ya murió, pero si recuerdo que uno de los vecinos
platicó que un cable de la luz se despegó y que se vio como un corto circuito en
el árbol y al extinguirse las chispas ya estaba la virgen dibujada. Otro dijo
que ningún cable se había desprendido del poste, que solamente se vio un
resplandor en el árbol que lastimaba los ojos y después pudo verse la imagen.
Con el tiempo el asunto fue quedando en el olvido, la figura se borró y el árbol
de ahuejote ya viejo fue derribado cuando el alcalde Acacio Castro Serrano
mandó a pavimentar la calle.
Otro caso sucedió en la comunidad serrana de la
Remonta en 1985, fue gran novedad que una imagen de la virgen de Guadalupe se
apareció en un manantial a unos 100 metros al sur de la población. Petra Jiménez
encontró la imagen que solamente algunos afortunados la podían distinguir. Muchas
personas de diferentes pueblos fueron a ver la aparición, pero algunos se
vinieron desilusionados porque la virgen no quiso que la vieran. “Tal vez por
la maldad que cargaban en su alma y el resentimiento en su corazón”, opinaban
lo que si la habían visto.
No tardó mucho y la virgen se volvió presentar. Unos vecinos la encontraron en un
ojo de agua, al sur de la comunidad de San Francisco del Tibor. Muchos devotos
de los pueblos cercanos fueron a verla y sólo las almas puras pudieron ver en el
reflejo del agua la imagen de la patrona de México. Algunos niños como mi compadre
Francisco Magaña (que en ese tiempo era niño) se vinieron con la desilusión de
que la virgen no dejó que la vieran.
En 1998, un 17 de septiembre unos albañiles que
trabajaban en la construcción de la casa de Anita Bello en la colonia Mártires
de 1960 encontraron que una de las piedras que trajeron del río para hacer los
cimientos tenía esculpida de manera natural la imagen de la virgen de
Guadalupe. Aun incrédulos los trabajadores de la construcción la recargaron en
el tallo de un limón para que otras personas la vieran, fue así como se corrió
el rumor de la aparición de la morena del Tepeyac en esa colonia de la cabecera
municipal.
La familia Gatica adoptó esa imagen y con las
cooperaciones que la gente ha dado le construyeron una capillita en la calle
Hermenegildo Galeana número 2 donde la veneran cada año y algunas veces la han
llevado en peregrinación hasta la parroquia Santa María de la Asunción.
Otro caso muy sonado fue el de la comunidad de Zacualpan
donde en una pared de una casa abandonada se apareció de nuevo la virgen de
Guadalupe el 25 de diciembre del 2002 a las 19 horas, la descubrió la señora
Virginia Pacheco Navarrete de 24 años. La vio cuando iba a comprar un foco y al
otro día le prendió una veladora. El 26 de abril del siguiente año le comenzaron
a prender veladoras los vecinos y llegaron muchos visitantes. Quien la encontró
había renegado de la existencia de la virgen porque su hijo estaba enfermo. Le
construyeron una capilla en su honor, despegaron el pedazo de pared y
actualmente se encuentra en el altar en el centro de la comunidad a unos metros
de donde fue el hallazgo.
La aparición más reciente sucedió en un trastero de
barro de una humilde vivienda del Plan de la Cruces (lugar mejor conocido como
La Antena). La descubrieron el 11 de septiembre de 1999, en los terrenos de
Petra Gómez Alvarado, en la pequeña casita donde vivía José Luis Mata Gómez
quien ya falleció. Vieron por primera vez la imagen cuando fueron a cortar
elotes a la milpa. Después desprendieron el pedazo de barro y lo pasaron a la
capilla que se edificó en ese lugar con
la misma limosna que se fue recibiendo y desde ese año se le festeja, el 11 de
diciembre por la noche se hace una velada y la familia propietaria del predio que
vive en la cabecera municipal se concentra allá esos días hasta el 12.
De ese acontecimiento solamente quedaron las fotos
ampliadas que les tomaron porque la original plasmada en el barro ya se borró,
porque la gente la tocaba. En la imagen original se veían guías de rosas de un
solo pétalo alrededor de la estampa. Cuando se dio el hecho el padre Pedro
Rumbo Alejandri fue a ver el prodigio y el párroco Rafael Valencia bendijo las
fotos amplificadas que todavía se conservan. María Felicitas Sánchez dice que
desde el 2009 al sacar réplicas a la foto ampliada siempre aparece un
resplandor en la esquina derecha de la copia.
Antes de que apareciera la Virgen, doña Petra percibía
todos los días --cuando iba a dejarle de comer a José Luis-- un fuerte olor a
copal y por las noches José Luis sentía como todo el lugar se impregnaba de un
intenso olor a rosas. Ese día de la aparición por la noche entró a la pequeña
vivienda mucho viento que se llevó el calendario que colgaba del armario y al otro
día estaba la imagen de la virgen dibujada en el barro.
Atoyac es un pueblo muy apegado a la devoción
guadalupana; por toda la ciudad la gente ha colocado pequeñas capillas en su
honor. En la calle Galeana una ermita está en la colonia Sonora frente a la
vivienda del contador Gabino Hernández. Hay otra por el Atrancón en el callejón
que va para la casa de Ezequiel Arreola
y una virgen despide a todos al salir de
la ciudad en la carretera que va al Paraíso. Los choferes se persignan al
pasar. En la entrada de la ciudad en un paredón está una pequeña capilla a la Virgen
de ahí salen todos los años las peregrinaciones de las combis cuyo gremio de
transporte organiza la procesión más colorida y más grande. Otra imagen está en
la calle Juan Álvarez frente a la casa de Decidor Silva Valle, donde desde el
día primero comenzaron los rezos. En la calle de Francisco González Bocanegra
está una pequeña capilla dedicada al Divino Niño y al frente otra dedicada a la
guadalupana. En todos esos lugares habrá pozole por la noche del 11 de
diciembre y en las casas de las familias que tradicionalmente festejan a la
Morenita del Tepeyac.
Rosa Santiago Galindo tiene 89 años y recuerda como
eran las fiestas a la virgen a mediados del siglo pasado. La gente se
organizaba, se anotaban para la rifa de la cual salía el Mayordomo y la
Diputada Mayor. Los demás que participaban en la rifa quedaban como ayudantes.
Aunque también se anotaban ayudantes voluntarios. Todos se ponían de acuerdo se
cooperaban. Comenzaban por acarrear palos para las enramadas y mataban
marranos. Cuando iban a comenzar a construir la enramada tiraban una bomba, era la señal que ya comenzaba la
fiesta. Entre todos llevaban: maíz, ceniza, panocha, chiles y todos los
ingredientes que se necesitan para los guisos, trastes, en primer lugar ollas y
cazuelas grandes para poner el atole, el pozole y el café. Era una fiesta de
todos, se comenzaba por poner los nejos e ir a lavar el nixtamal al río y luego
ir a molerlos en el metate. Había voluntarios tanto para menear el atole como
para matar los cuches. Como no había
luz eléctrica en ese tiempo se organizaban los hombres y con bestias iban a la
sierra a traer cargas de rajas de ocote y con eso hacían hachones para el
alumbrado. Se armaban muchos rollos de hachones que se prendían alrededor de la
fiesta.
La fiesta era en la casa del mayordomo, la gente
llevaba a la virgen del mayordomo saliente al entrante. Eran imágenes de
cuadros, las que se veneraban y le hacían una especie de arco como nicho donde
las colocaban entre coronas de flores. Los altares eran muy coloridos adornados
con telas. Cuando estaban haciendo la comida bailaban fandango de arpa en una
tarima. Eran muy famosas las fiestas que se organizaban en la casa de doña
María Gómez en la calle Florida, iba mucha gente y a lo lejos se escuchaba el
murmullo de la marimba.
Se saboreaba el arroz con “frito de cuche”, se
sacrificaban reses para que comiera la gente y se repartía el atole de nejo
pintado con polvo de achote. En la sierra continua la tradición. La fiesta más
grande es la del poblado El Camarón, en donde siguen nombrando Mayordomo y Mayordoma.
Todos los que se anotan para la rifa y no ganan la mayordomía quedan como Diputados.
El Mayordomo y la Mayordoma matan cada uno una vaca para repartir la comida el
12 de diciembre. Los diputados arreglan la capilla y reparten la comida el 11
por la noche.
Antes,
el día 12 de diciembre, a las niñas que le cantaban a la virgen les llamaban
loantas. Rosa Santiago Galindo “la Tía Rosita” ensayaba a las pastoras, las
aldeanas y las loantas. La buscaban para que fuera a ensayar hasta en la
sierra. Una ocasión estuvo un mes en Puente del Rey donde la invitó Sotero
Peralta para que ensayara las loas. “Se buscaban niñas como de 12 años, las
pedían prestadas a sus papás, quienes tenían que dar su consentimiento porque les
tocaba vestirlas de blanco, con un velo y coronas de flores”.
A
pesar de su edad “la Tía Rosita” recita de memoria las loas: “Del cielo al
suelo bajó/ la soberana princesa/ y fue tanta su belleza/ que a Juan se le
apareció. Hijo Juan Diego le dijo/ una merced me has de hacer/ a México has de
bajar/ y al Arzobispo has de ver. Y le dirás de mi parte/ que es mi última
voluntad/ que en el santuario me haga/ una iglesia donde he de posar.
Ahora
las loantas no se representan más y la tradición de las aldeanas poco a poco se
va perdiendo. Pero eso sí, en la mayoría de los hogares católicos se levantan
altares, hay rezos el 11 en la noche, pozole y café negro. Algunas aldeanas
extraviadas, grupos vestidos de blanco cantando las mañanitas con guitarra o
solamente a capela y diversas danzas recorren la ciudad. La festividad comienza
a las cinco de la mañana del 11 cuando familias enteras y grupos de amigos
llegan a cantar las mañanitas a la iglesia o a la capilla de la colonia o de la
comunidad.
Las
peregrinaciones comienzan el día primero de diciembre por la tarde, salen de
diferentes rumbos de la ciudad y llegan a la parroquia. Alrededor de unas cuatro
al principio y a medida que se va
acercando el día de la virgen van aumentando las procesiones y llegan a juntarse hasta 10 manifestaciones
religiosas en la tarde del 11 de diciembre. El día 3 de diciembre, por ejemplo,
llegaron cinco marchas, la primera fue la de la colonia Pindecua amenizada por
la banda de viento, las campanas se dan al vuelo al llegar el estandarte de la
virgen y la hermandad de “Jesús de Nazareth” auxilia a los peregrinos y los
organiza. El padre sale a bendecirlos y todos pasan a la iglesia mientras la
banda toca las mañanitas.
El
otro cortejo salió de El Tamarindo. La gente sigue llamando Tamarindo al lugar
a pesar de que el árbol que le dio el nombre hace muchos años que dejó de existir.
Un acompañamiento más salió de El Parazal y otra de la calle Hidalgo. Luego se
escuchó el escándalo por la calle principal de la familia Astudillo Cabañas que
organizó una peregrinación acompañada por la banda de viento, todo es alegría
en esta tarde de diciembre.
Los
fotógrafos colocan sus mejores adornos en el atrio de la iglesia: caballitos y burritos
de madera y al fondo una pintura o una escultura de la Virgen para tomarles la
foto a los niños vestido de inditos. En las calles aledañas a la parroquia y
cerca del Zócalo todo está ocupado por los comerciantes que venden flores de
noche buena y todo tipo de adornos navideños. Algunos grupos llegan sin música,
tal vez no les ajustó el presupuesto para contratar a la banda, pero ellos
cantan ¡Oh! María, madre mía/ ¡Oh! Consuelo del mortal/ amparadme y guiadme/ a
la patria celestial. Llegan unas con más peregrinos que otras, pero al final la
parroquia es un mar de gente.
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