Víctor Cardona Galindo
A
los 17 años Lucio Cabañas abandonó la casa de sus tías en Cayaco para poder
estudiar en Tixtla. Cursó el cuarto grado mientras trabajaba en el campo y vendía
paletas de hielo. Por las noches trabajaba como velador del hotel del señor
Taide Valle. Por ser autodidacta pudo saltarse el quinto grado y estudiar el
sexto en la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. En el mismo lugar terminó la secundaria
y la Normal. Se recibió de maestro a los 27 años y asistió a la ceremonia de
graduación con ropa sencilla, sin el traje de la ceremonia.
Una de las fotografías que se conservan de Lucio Cabañas en su juventud. |
A
Lucio le gustaba hablar en público así lo conocieron Serafín Núñez Ramos y
Octaviano Santiago Dionicio. “Desde sexto año de primaria empezó a hablar en las
reuniones, a distinguirse. Era buen orador siempre le gustó hablar en público”
declaró al periódico Reforma su
hermano Pablo Cabañas Barrientos.
En
la escuela Normal destacó como dirigente y buen orador, entró de lleno a la política
estudiantil convirtiéndose en dirigente de la sociedad de alumnos; su primera
acción política fue reunir a los alumnos para exigir a los maestros
cumplimiento de su trabajo, porque sólo daban clases unas dos veces y se iban a
descansar.
“Era
el mes de febrero de 1956 cuando un joven campesino como de dieciocho años de
edad llegaba a la Normal de Ayotzinapa”, comenta Vicente Estrada Vega
entrevistado por Simón Hipólito. “Tanto el director como los maestros solamente
nos daban clases una a dos veces por semana, ya que se iban de asueto. Eso
disgustó a Lucio, que una tarde nos reunió para decirnos que procedíamos del
sector más pobre del país, el campesino, que si nuestros padres con grandes
sacrificios y quitándose el bocado de la boca nos mandaban a estudiar para
cambiar en algo nuestra situación, que no era justo que siguiéramos el juego al
director y a los maestros, que deberíamos llamarlos y exigirles puntualidad.
Así se hizo y una tarde llamamos al director y maestros a una asamblea, donde
les exigimos puntualidad. Como no quisieron, solicitamos su remoción de la
normal y lo logramos”.
Algunos
testimonios dicen que después del movimiento organizado por Lucio, a raíz de la
remoción de director y de los maestros, hubo algunos pleitos y fue agredido con
un puñetazo que le dejó una cicatriz en la ceja. Ese movimiento logró que
mejoraran las condiciones en la normal y desde allí Cabañas aumentó su
popularidad como líder natural. Arturo Miranda Ramírez y Carlos G. Villarino en
su libro El otro rostro de la guerrilla
40 años después escriben que Lucio
Cabañas ingresó a la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Brugos” de Ayotzinapa
para concluir sus estudios de educación primaria en un grupo que funcionaba
como anexo a la Normal para las prácticas de los estudiantes de nivel
profesional. “El grupo académico estaba dirigido por la profesora María Ramírez,
apodada la tortolita por su pequeña estatura. Era muy apreciada y respetada por
su capacidad y seriedad académica. Maestra abnegada, quien prácticamente se
convirtió en la segunda madre de Lucio, a quien apoyaba y le daba consejos,
sobre todo en relación a sus problemas económicos y familiares”.
“En
1956, al ingresar a primero de secundaria, Lucio ya era ampliamente conocido
por todos los alumnos y maestros. A quienes ingresamos ese año, provenientes de
diferentes lugares nos causaba extrañeza que siendo compañero de grupo y que se
suponía también era de nuevo ingreso ya lo conocieran tantos. Como es tradición
en los internados, nadie se escapaba de ser bautizado con sobrenombre y de
buenas a primeras alguien le puso a Lucio El
Chivo”. Se sabe que en una de sus visitas al internado sus familiares le
llamaron Chío y los que escucharon
pensaron que le decían Chivo por eso le quedó ese mote.
“Algunos
compañeros lanzaban una imitación del balido de los chivos para anunciar su
presencia; con su sencillez y una sonrisa contestaba sin alterarse ¿Qué pasa
zanquitas que pasa?”
La
sencillez y el carisma de Lucio trascendieron al grupo académico porque
convivía con los demás estudiantes de la misma escuela y por varias horas
apoyaba en sus labores a los campesinos que tenían sus parcelas en las
cercanías de la Normal, con los que cultivó una entrañable amistad.
“Para
1959, Lucio era ya el estudiante más querido por los normalistas – dicen
Miranda y Villarino- año en que correspondía el cambio de Comité Ejecutivo Estudiantil.
La dirigencia se elegía en asamblea a la cual todos deberíamos asistir. Era una
práctica que en los hechos servía de enseñanza política de las viejas
generaciones a las nuevas. En esta ocasión compitieron dos planillas; una
encabezada por Francisco Santana (a) ‘La gallina’, alumno del nivel profesional
y la otra por Lucio Cabañas, estudiante aún de secundaria. La asamblea fue muy
agitada, los de profesional argumentaban que no era posible que la sociedad de
alumnos fuera dirigida ‘por un secundariano’, pero a la hora de la votación
Lucio ganó por amplia mayoría, gracias al trabajo de proselitismo que realizó
previamente incluso entre los de profesional”.
El
triunfo de la revolución cubana en enero de 1959 tuvo un impacto importante en
la historia mundial y despertó la esperanza en el resto de los países de
América Latina donde se fortalecieron los movimientos de izquierda. Ese impacto
llegó a la Normal de Ayotzinapa, en donde Lucio e Inocencio Castro Arteaga
instalaron en la oficina del Comité Ejecutivo de la Sociedad de Alumnos una
radio de bulbos que diariamente a las 8 de la noche captaba las transmisiones
del Ejército Rebelde desde la sierra maestra de cuba. Cuando se iba la señal
provocaba desesperación entre los oyentes, pero al final, “Lucio aprovechaba el
interés y entusiasmo de los radioescuchas para explicar la trascendencia e
importancia histórica que tenía para Cuba, México y América Latina la lucha
emprendida por los cubanos revolucionarios”, recuerdan Miranda y Villarino.
Con
la colaboración de las embajadas del entonces bloque socialista, Lucio
recolectó libros y revistas y con ellos fundó la “Biblioteca Socialista” en las
oficinas del Comité Ejecutivo de la sociedad de alumnos. Por lo que fue objeto
de hostilidad por parte de unos maestros que eran miembros de los grupos
apegados al poder.
En
ese tiempo se vino el movimiento en contra del gobierno de Raúl Caballero
Aburto quien se caracterizó por ser uno de los gobernadores más represores y
cometer muchos asesinatos en aras de una supuesta seguridad y justicia en el
estado. Se les aplicaba la ley fuga a los presuntos delincuentes. En Atoyac
tuvieron fama La
Trozadura y
El Charco Largo donde fueron ajusticiados muchos
ciudadanos de esta ciudad sólo por las sospechas de ser delincuentes o por
señalamientos dolosos de algunos vecinos.
En
1960 la Normal Rural de Ayotzinapa se sumó al movimiento por la caída de
Caballero Aburto: “Lucio fue nombrado presidente de la huelga en la Normal y de
manera audaz trepó a la azotea del edificio de dos plantas recientemente
construido en la parte norte de las antiguas canchas de basquetbol para plantar
con mucha solemnidad la bandera rojinegra” se lee en El otro rostro de la guerrilla 40 años después. Se organizó la
huelga y se hicieron marchas que recorrieron el centro de Tixtla y los alumnos
de la Normal se turnaban para montar guardias en la parada cívica de
Chilpancingo.
Desde
sus discursos de la Normal en esa lucha contra el caballerismo Lucio decía: “A
esos que se cubren su cabeza con bacinicas verdes les decimos: no les tenemos
miedo porque el pueblo está con nosotros decididos a triunfar”. Así se refería
a los soldados y policías, algo parecido pronunciaría el 18 de mayo de 1967.
Durante
el desarrollo de esa lucha Lucio Cabañas vino a encabezar algunas protestas a
su tierra. Una de ellas fue el 11 de diciembre de 1960 cuando a la una de la
tarde hubo un mitin en el Zócalo de la ciudad cafetalera en contra de Raúl
Caballero Aburto. La policía urbana y auxiliar que estaba comandada por el
mayor Adalberto Lira Torres disparó contra los manifestantes hiriendo a Leónides
Bello, los manifestantes repelieron la agresión con piedras y palos, pero los
organizadores del mitin entre ellos, Lucio Cabañas Barrientos, su mamá Rafaela
Gervasio y su tía Celerina Cabañas fueron detenidos y llevados a la cárcel
municipal. Ese día a doña Celerina le rompieron un dedo al colgarse del
cinturón de Lucio para evitar que se lo llevaran preso pero la arrastraron
junto con él hasta lo separos de la preventiva. Muchos años después mostraría
con orgullo su dedo roto como si fuera un trofeo de guerra. Ese día la gente se
organizó y enardecida regresó al palacio municipal para rescatar a sus líderes
y el Presidente Municipal, Raúl Galeana Núñez tuvo que liberarlos.
A
las ocho de la noche del día siguiente, el mero día de la virgen, hubo una
cabalgata con antorchas y con un altoparlante recorrieron las calles de la
ciudad y al llegar al Zócalo realizaron un mitin. Ahí Lucio Cabañas, quien fue
el primero en abordar la tribuna denunció que el gobierno de Caballero Aburto
asesinó a su padrastro Juan Serafín Martínez y por eso su madre tenía que
sufrir el trabajo duro del campo para sacarlos adelante.
Años
más tarde en uno de sus discursos en la sierra ya como guerrillero diría:
“Nosotros, desde cuando Caballero Aburto, hicimos pueblo. Los de Ayotzinapa,
los de la escuela Normal Rural nos metimos por todos los pueblitos y donde
quiera anduvimos haciendo mítines y todo, y acarreando al campesinado. Incluso
cuando anduvimos de dirigentes en Ayotzinapa dábamos ropa a los pobrecitos
campesinos que no tenían para vestirse y se acercaban a Ayotzinapa”. Eso se
escucha en la voz de Lucio en unas grabaciones que fueron dadas a conocer por
primera vez por Luis Suárez y que ahora se consiguen con relativa facilidad.
Cuando terminó el movimiento
anticaballerista después de la masacre del 30 de diciembre de 1960, Lucio se
reintegró a la normal para continuar con sus estudios y formación política.
Pero fueron pocos meses lo que estuvo dedicado a sus clases. “En mayo de 1961, se llevó a cabo en la Normal de
Huerta, en Morelia Michoacán el Congreso Nacional ordinario para elegir el
Comité Ejecutivo Nacional de la Federación de Estudiantes Campesinos
Socialistas de México (FECSM) integrado por 28 normales rurales, en el cual
salió electo Lucio Cabañas Barrientos como secretario general, a pesar de la
oposición de la dirigencia nacional de la Juventud Comunista que quería
impulsar en el cargo a un priísta”, señala
Luis León Mendiola.
Cabe mencionar que algunos testimonios dicen que el
congreso de la FECSM fue en El Mexe Hidalgo y otros que en Huerta Michoacán. Lo
cierto es que después de esa elección se vino la división de la FECSM por eso: “La
unificación fue la primera tarea de Lucio, para tal efecto se trasladó a El
Mexe, habiendo perdido un año de estudios. Es por eso que en lugar de graduarse
en 1962, lo logró hasta 1963. Lucio recorrió las 29 normales (Mendiola menciona
28) hasta lograr la unificación política
y así lograba su reconocimiento como dirigente estudiantil indiscutible de
todas las normales rurales del país”, afirman Miranda y Villarino.
A pesar de andar recorriendo el país, Lucio no se
olvidaba de su tierra el 17 de diciembre de 1961 asistió a una convención de
estudiantes a la ciudad de Atoyac, que se llevó a cabo durante tres días en el Cine Álvarez para
formar la Federación Estudiantil Guerrerense, la inauguración estuvo a cargo de
Braulio Maldonado. En ese evento Lucio Cabañas Barrientos defendió con
vehemencia a los indígenas de la Montaña que en ese tiempo venían a cortar café
a la sierra. Condenó el hecho de que despectivamente se les llamara chantes
cuando son los dueños originales de la tierra en que vivimos, rememora José
Hernández Meza.
La
escuela normal de Ayotzinapa y la lucha popular estudiantil le dieron la más
importante formación teórico-práctica fue allí donde conoció la teoría
revolucionaria y el ejemplo del Che Guevara. Lucio Cabañas no era afecto a las bebidas
embriagantes ni a los cigarros, su preocupación eran los problemas sociales.
Solía alejarse al campo donde buscaba pláticas con ancianos campesinos porque
de ellos aprendía valiosas experiencias.
En noviembre de 1963 egresó Lucio de la Normal de
Ayotzinapa y en breve llegaría con la clave 36108 como maestro a
Mexcaltepec. Donde escribiría con sus actos otra historia.
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