lunes, 25 de marzo de 2019

Los revolucionarios atoyaquenses III y última


Víctor Cardona Galindo
El 27 de septiembre de 1914, fuerzas blanquistas al mando de Tito y Asiano Marín, Tomás Gómez, Canuto Reyes y Alberto González desalojaron al mariscalista Julio Pérez de San Jerónimo el grande, se pertrecharon ahí con la intención de atacar la ciudad de Atoyac. En respuesta Mariscal mandó a Silvestre Castro García El Cirgüelo para atacarlos y los expulsó del lugar. Ese día los blanquistas incendiaron la casa de Julián Radilla.
La fábrica de hilados y tejidos Progreso del Sur Ticuí. Foto: Archivo museo
 Casa de Carranza.

Al triunfo del constitucionalismo se estableció una tregua y en ese lapso el 11 de noviembre de 1914, se llevó a cabo en Acapulco una reunión con Jesús Carranza hermano de Venustiano. En la comitiva de los blanquistas iban: Canuto Reyes ostentado el cargo de general y los coroneles Alberto González y Santiago Nogueda Radilla. Silvestre Mariscal por su parte se hizo acompañar de los coroneles Julián Radilla, Modesto Galeana, Julio Pérez, Arnulfo Radilla, Dimas Fierro y José Inés Pino, el saqueador de la fábrica del Ticuí. Aunque no asistieron a la junta, también llegaron a la ciudad los capitanes: Tiburcio Cabañas, Antonio Paco Navarrete, Silvestre Castro El Cirgüelo y Carlos Radilla.
En esa asamblea Jesús Carranza le dio 20 mil pesos a Silvestre Mariscal. Fue el único oficial que recibió dinero del hermano del primer jefe constitucionalista.
Mariscal sirvió fielmente al constitucionalismo y combatió a los zapatistas. En esa campaña murió Heliodoro Castillo y otros jefes seguidores del Plan de Ayala. Una de las muertes que se le atribuyen a Mariscal es la de Tomás Gómez, aunque cabe mencionar que el atoyaquense no iba en esa columna para tomar Chilpancingo, él se trasportaba a través de la sierra para tomar primero las minas de Campo Morado.
Desiderio Villegas, el asesino de Tomás Gómez, iba en la tropa de Santiago Nogueda Radilla quien en 1903 fue herido a puñaladas por Tomás Gómez. O sea que Nogueda Radilla tenía motivos para matarlo y no desaprovechó la oportunidad, ese día, el 24 de diciembre de 1914, también murió Manuel Villegas quien fue asesinado por Calixto Gómez hermano de Tomás al creer que él le había quitado la vida.
José Manuel López Victoria en su libro Historia de la Revolución en Guerrero relata el hecho de esta manera: “Sucedió entonces que el general Santiago R. Nogueda, quien desde años atrás estaba seriamente enemistado con el brigadier Tomás Gómez, ordenara al coronel Desiderio Villegas que acabara con su rival y el propio Villegas asesinó a Tomás en la fecha indicada”.
El coronel Silvestre Mariscal en esos días se concentró en su campaña contra el zapatismo y el 10 de febrero de 1915 llegó al puerto de Acapulco para abastecerse de parque. En la ciudad se encontraba el coronel blanquista Alberto González y para protegerlo de Mariscal, el general de brigada Federico Viguri, lo concentró en el fuerte de San Diego, mientras don Silvestre permanecía en el puerto, asienta el cronista Alejandro Martínez Carbajal en su libro Historia de Acapulco.
En esos días Santiago Nogueda Radilla andaba con Julián Blanco conferenciando con Venustiano Carranza en Veracruz, en donde le reclamaron al primer jefe constitucionalista que le estaba otorgando mucho poder a Mariscal al darle el mando militar de Guerrero.
Porque mientras Julián Blanco era gobernador, Mariscal fue nombrado por Carranza Jefe de Operaciones Militares en el estado, con ese cargo se dedicó a combatir al zapatismo en Guerrero, hasta prácticamente exterminarlo. En esta etapa destacaron los mariscalistas Silvestre Castro García y Dimas Fierro. Así como Fidel Nogueda Radilla que se inició militarmente en el bando de Julián Blanco, pero lo traicionó al no intervenir cuando las fuerzas de Mariscal lo tenían sitiado en el fuerte de San Diego. Una de las acciones que recoge la historia es cuando Fidel Nogueda se enfrentó a Pablo Cabañas en Chichihualco.
Heliodoro Castillo murió en un enfrentamiento con mariscalistas el 16 de marzo de 1917, en Zumpango. Después de esto el general Pablo Cabañas, quien era subalterno de Castillo, marchó a Morelos para ponerse a las órdenes de Zapata pero este lo mandó de nuevo a nuestro estado para que viniera a combatir a lado de Jesús H. Salgado.
Silvestre Mariscal llegó a ser gobernador carrancista, tomó posesión el 8 de noviembre de 1916, pero el mismo Venustiano Carranza lo mandó a llamar por intrigas de la colonia española de Acapulco y por acusaciones del diputado Héctor F. López quien era hermano del capitán Florentino López, El Barbón que murió en los acontecimientos de Atoyac en 1912.
En la ciudad de México Mariscal enfrentó dificultades; a las 4: 30 de la tarde del 1 de enero de 1918, en el hotel Palacio donde se alojaba fue agredido, pistola en mano, por el coronel Alberto González. Mariscal desarmó a su rival. Después de eso fue encarcelado por segunda ocasión el 26 de enero de 1918.
El gobernador interino de Guerrero Julio Adams se rebeló en contra de Venustiano Carranza y desaparecieron los poderes en Guerrero el 11 de diciembre de 1917. Todas las tropas que estaban en rebeldía en contra de Carranza marcharon hacia Atoyac para unirse a los mariscalistas, quienes prometieron sumarse al Plan de Ayala.
Mientras Mariscal estaba prisionero su gente se levantó en armas, encabezada por Arnulfo Radilla Mariscal, Silvestre Castro García El Cirgüelo. A este movimiento se sumaron muchos zapatistas, incluso Amelia Robles vino a pelear a Atoyac. Pablo Cabañas Macedo, quien militó bajo las órdenes de Heliodoro Castillo, concurrió a la toma de Acapulco en 1918, para apoyar a Silvestre Castro.
“Don Silvestre Mariscal/gobernador de Guerrero/por no saberse tantear/lo han tomado prisionero. Lo han tomado prisionero/en una fuerte prisión/porque lo exigía el comercio/de ese pueblo de La Unión. /Cuando entraron a Acapulco/entraron a buena hora/sonaban los 30-30/cerrojos y tercerolas. Cuando entraron Acapulco/entraron de mañanita/sonaban los 30-30/cerrojos y pistolitas. /Viva Dios, mis inditos/mis indios atoyaqueños/que dan la vida por mí/como yo la doy por ellos”, dice el corrido a Silvestre Mariscal.
Los combates en los que participaron los zapatistas fueron en julio de 1918, en la fábrica de Hilados y Tejidos del Ticuí y en los Tres Brazos, dos sitios cercanos a la ciudad de Atoyac, cuando se enfrentaron a los carrancistas encabezados por el general Rómulo Figueroa. El 13  de julio se dio el famoso combate de La Cumbre, que comenzó a las 10 de la mañana y duró el resto del día, donde los mariscalistas y zapatistas derrotaron a las fuerzas federales encabezadas por Figueroa.
Después de eso se hizo una dispersión de la gente y se cometieron muchos actos de pillaje, por eso el 30 de julio de 1918, Silvestre Castro se acogió a la amnistía que el gobierno federal ofrecía y se presentó en el puerto de Acapulco ante el general Fortunato Maycotte. Como canta el corrido: “Aquí le entrego a mi gente/con toda su caballada/si usted gusta fusilarme/ soy hombre no digo nada.”
Después de que El Cirgüelo se indultó,  fue aprehendido Arnulfo Radilla el 27 de octubre en San Andrés de la Cruz por las tropas de Rómulo Figueroa. Con eso se terminó prácticamente el movimiento que amenazaba al carrancismo en el estado y  el 12 de abril de 1919, Silvestre Mariscal recuperó su libertad y se quedó en la Ciudad de México. Luego de planearlo muy bien, el 7 de julio de 1919, Arnulfo Radilla se fugó de la prisión de Chilpancingo acompañado de algunos zapatistas, en esta acción murió el mochitleco Cenobio Mendoza, en el intento de fugarse. Arnulfo Radilla atravesó la sierra y llegó caminando a la ciudad de Atoyac con las ropas raídas. Luego se refugió en el cerro de la Cal, donde la leyenda dice que está enterrado el tesoro de la Aduana.
Los zapatistas siguieron en la sierra y en una de las intrigas que se dieron entre los bandos, Pablo Cabañas dio muerte a Arnulfo Radilla por el rumbo de Loma Larga el 12 de enero de 1919 y un año después se amnistió y se sumó a la gente de Álvaro Obregón.
Por esos días, en 1920 Carranza habilitó a Silvestre Mariscal como jefe de operaciones militares y lo mandó a combatir a Guerrero, pero éste cayó en una emboscada en Zinagua Michoacán y fue asesinado por órdenes de Héctor F. López, el 31 de mayo de 1920.
Por su parte Silvestre Castro,  El Cirgüelo, después del movimiento de 1918, se dedicó a trabajar de manera pacífica el campo en Cacalutla y en 1923 apoyó la revolución agrarista y su participación fue definitiva para el triunfo de ese movimiento en Guerrero.
A Silvestre Castro, Obregón le confirió el cargo de general y lo nombró jefe de los batallones de voluntarios de las Costas, pero al levantarse Amadeo Vidales en la sierra de Atoyac y debido a la deserción de voluntarios a favor de ese movimiento, fue asesinado en los Valles de Tlalapa, el 9 de diciembre de 1926. Hay que resaltar que cuando murió Silvestre Castro en Ayutla, el general Héctor F. López era gobernador de Guerrero.
El general Santiago Nogueda Radilla era el jefe de la plaza de Pátzcuaro, Michoacán, aprehendió a Valente de la Cruz Alamar y ordenó su fusilamiento el 14 de septiembre de 1926. Así los dos jefes revolucionarios de la lucha contra los delahuertistas en Guerrero, Silvestre Castro y Valente de la Cruz, fueron asesinados por el gobierno que ellos defendieron con las armas en la mano.
Pablo Cabañas volvió a tomar las armas a favor del Plan del Veladero y se mantuvo en la sierra para finalmente amnistiarse e irse a vivir a la ciudad de México y mientras el coronel Alberto González, se hacía cargo del sector militar en Atoyac a principios del mes de mayo de 1929.
Haciendo un recuento, los principales jefes mariscalistas murieron de manera violenta. Mariscal murió asesinado en Zinagua Michoacán; Silvestre Castro en los Valles de Tlalapa en Ayutla; Arnulfo  Radilla fue asesinado en Loma Larga por Pablo Cabañas. Antes ya habían quedado en el camino Julián Radilla Hernández que dejó de existir el 6 de marzo de 1916, en San Jerónimo, a consecuencias de las heridas que sufrió en combate. Dimas Fierro falleció el 11 de marzo de 1918 en Acapulco combatiendo contra Maycotte, Julio Pérez fue fusilado por órdenes de Arnulfo Radilla el 30 de mayo de 1918, cuando este jefe mariscalista se enteró que pensaba indultarse.
Mientras el general Canuto Reyes, después de la muerte de Mariscal se reconcentró en Atoyac para atender sus negocios, se le recuerda con desagrado, pues era evangélico y se burlaba de las peregrinaciones a la virgen de Guadalupe. Alberto González después de retirarse del ejército, ocasionalmente visitaba a sus familiares en Atoyac, se quedó a vivir en la ciudad de México donde murió.
Santiago Nogueda Radilla quien al iniciarse la revolución era enemigo personal de Mariscal, de Julián Radilla y de Tomás Gómez, sobrevivió al conflicto y después de retirarse del ejército también se quedó a vivir en la ciudad de México donde falleció.
Pablo Cabañas Macedo, quien después participará en el movimiento del Plan del Veladero también se fue a vivir a la ciudad de México donde murió el 26 de diciembre de 1957. Su hermano Pedro se quedó a vivir en San Vicente de Benítez donde ejerció un cacicazgo por muchos años.
Después de todo lo anterior podemos concluir sobre cuales fueron los aspectos que marcaron los acontecimientos de la revolución en Atoyac: las relaciones de parentesco que tenían los dirigentes, las enemistades que había entre ellos, la participación en el movimiento del Plan del Zapote que se enfrentó por primera vez a la estructura del poder local, pero sobre todo la existencia de esa poderosa colonia española en Acapulco que influyó de manera decidida en los caminos que siguió la revolución en la Costa Grande.


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