miércoles, 28 de agosto de 2019

Rosa Santiago Galindo


Víctor Cardona Galindo
El 30 de agosto Rosa Santiago Galindo cumple 94 años, es una de las madres que lleva décadas buscando a su hijo Antonio Urioste Santiago, pidiéndole al gobierno que le diga donde está, es una búsqueda que a veces la ha puesto al borde de la muerte pero también le ha dado fuerzas para aferrarse a la existencia. Ella que con una vida de sufrimiento y trabajo ha visto pasar casi un siglo de la historia de Atoyac. Rosita es fuerte y de lúcida memoria.
Nació en 1923 en la comunidad serrana de Los Valles es hija de Fortino Galindo Gómez y de Bernabé Santiago García. En 1926 su padre la trajo junto con sus cuatro hermanos a la cabecera municipal y él se remontó a lo alto de la sierra con sus hijos mayores, dejando a su mujer y los pequeños encargados en una casa de la calle Juan Álvarez Norte. Allá en la sierra corrían peligro porque los Galindo se habían involucrado en la guerrilla de Amadeo Vidales, los perseguía el gobierno y al que agarraba lo fusilaba sin miramientos.
Al año doña Silvestra García, mamá de Bernabé mandó por ellos y se los llevó a vivir a la calle Hidalgo. Fortino regresó a los siete años, encontró a Bernabé casada con otro hombre y de sus hijos estaban: Aurelia la mayor, Cliserio, Rosa y María porque había muerto Inés. Los niños estaban estudiando en la Escuela Real, los sacó y se los llevó de regreso a Los Valles en 1933. Allá los esperaban Severiano, María, Apolinar, Lorenzo, Agustín, Emiliana y Victorino que eran sus hermanos mayores.
En ese tiempo Los Valles eran un pequeño pueblo donde vivían pocas familias: los Lugardo, los Galindo, los Flores y los Reyes. Las casas eran de bajareque, techadas con zacate cortador y para construirlas hacían rollitos y los iban amarrando amontonados, otras estaban techadas con pasto de arroz  al que llamaban dellame. Había viviendas que estaban techadas con tablitas de ocote, llamadas tejamanil. Corría un arroyo por medio pueblo donde abundaba el zapote prieto e iban al agua a los Pozos. Su padre cultivaba una huerta en medio del barrio, había mangos, limón dulce, toronja, pomarrosa, plátano, sidra, limón real, lima, aguacate y mamey.
Rosita de niña no jugó porque desde muy chica se dedicó al quehacer del hogar. Aprendió a coser a los 12 años, haciendo los calzones y los cotones de manta para su padre. La mayor parte de su juventud la pasó en San Juan de Las Flores, con su tío materno, Clemente Santiago quien representó una segunda figura paterna. Rosa Santiago es como todas las mujeres de su tiempo, siempre apegada al trabajo. Ella fue obrera de la fábrica del Ticuí, cocinera asistiendo peones en las huertas de café, agricultora, lavandera y empleada doméstica en las casas de Atoyac.
Claudia Rangel Lozano entrevistó a Rosa Santiago Galindo su testimonio sobre la desaparición de Antonio se recoge en el capítulo 2 del libro: Desaparición forzada y terrorismo de Estado en México. Memorias de la represión de Atoyac, Guerrero durante la década de los setenta. También participó con su testimonio en la elaboración del documental: 12.511 Caso Rosendo Radilla: Herida Abierta de la Guerra Sucia en México.
Antonio Urioste Santiago nació el 5 de julio de 1944 en la ciudad de Atoyac es hijo del ex Presidente Municipal José Urioste García y Rosa Santiago Galindo, estudió en la escuela Juan Álvarez después pasó a la escuela particular de Anita Téllez porque era de lento aprendizaje y juguetón. Cuando tenía 10 años, vendía el periódico El Rayo del Sur, le daban 10 periódicos que entregaba y se iba a la escuela.
Reprobaba porque era distraído, no terminó la primaria sólo aprendió a leer y a escribir, pero era muy responsable y trabajó como mecánico. Era educado y trabajador siempre buscó la forma de ayudar a su mamá, cuando ocurrió su desaparición trabajaba como cobrador en las Camionetas Unidas de Atoyac esas que van a la sierra. Como era el mayor les enseñaba buenas costumbres a sus cuatro hermanitos, como pedir permiso y dar las gracias a la hora de comer. Antonio saludaba con gusto a la gente, era muy atento y sencillo.
Ese día fue a un mandado a San Luis la Loma para visitar a su tía Alicia Santiago Pino que estaba enferma, era un domingo 8 de septiembre de 1974. Salió de su casa como a las nueve de la mañana, Esperanza Rumbo le dijo a Rosita que lo detuvieron en el autobús cuando iba en el retén que estaba pasando el río de Tecpan.
Lo buscó en el retén y le dijeron que ahí no estaba porque no era cárcel. Rodeó el campamento e hizo un hoyo en la orilla del alambre y se metió donde estaban los soldados que cuando la encontraron dentro del campamento la trataron mal muy mal, pero ella buscaba a su hijo al precio que fuera no le importaba lo que pasara. La desesperación hacia que no tuviera miedo, el oficial la reprendió por su osadía y le dijo que ahí no lo tenían.
Lo fue a buscar al cuartel de Atoyac donde se lo negaron, le dijeron que ahí no era cárcel.
Luego se fue ocho días hasta Oaxaca, acompañada de su hija Santa Anita y de su hermana Alicia, iban de retén en retén y se bajaban en los pueblos para buscarlo en las cárceles. Estaba tan desesperada que en la Base Aérea de Pie de la Cuesta se metió por la playa, donde las olas le quitaron los huaraches y estuvo a punto de ser arrastrada por el mar. Se asomaba a los galerones gritando “Antonio, Antonio” vio muchas caras. Había un Antonio de Los Llanos de Santiago. Estaban encerrados. “Había muchas caras de tantísima gente amontonada en un galerón grande”.
El primero de abril de 1975 cuando iba a tomar posesión Rubén Figueroa Figueroa en las instalaciones del Ayuntamiento de Chilpancingo, el lugar estaba acordonado, los soldados tenían filas de dos en fondo así Rosita se metió por debajo de la valla cuando un soldado del 50 batallón estaba redoblando el tambor y el otro se descuidó, se metió y abrazó al Presidente de la República Luis Echeverría le dijo: “discúlpeme pero ando muy desesperada, quiero que me ayude. Él me dijo donde está el beso, y le di un beso a él, a la esposa y a la acompañante”. Le entregó un escrito y el Presidente se lo echó a la guayabera y le dijo que iba a buscar a su hijo. Después Echeverría le mandaba telegramas.
De tantas veces que le negaron a su hijo en el cuartel de Atoyac y en el de Acapulco, buscó entrevistarse con el titular de la 35 zona militar de Chilpancingo porque le dijeron que a los presos los enviaban allá. En Chilpancingo se encontró con el abogado Felipe Cortés que era presidente del Partido Zapatista y había sido agente del Ministerio Público en Atoyac, lo conocía por que ella le lavaba y planchaba a todos los Ministerios Públicos que llegaban a la ciudad.
Felipe Cortés redactó un documento donde ella firmaba como miembro del Partido Zapatista dirigido al general Oscar Archila Moreno jefe de la 35 Zona Militar y el mismo abogado la llevó en su Jeep al cuartel donde los recibió el general que les dijo que él no tenía conocimiento. Pero si su hijo estaba detenido debería estar en Atoyac y le dio una tarjeta para el general Eliseo Jiménez Ruiz.
Regresó a Atoyac y preguntó por el general se lo negaron entonces mostró la tarjeta, el militar de la puerta la vio por curiosidad, luego se la quitó y se la llevó. No tardó y  regresó para decirle que la iba a recibir el general. La pasaron adentro del cuartel con su hija Santa Anita que la acompañaba a todos lados. El general Jiménez le negó que allí fuera cárcel y le dijo que no anduviera con mentiras que ya estaba bueno que fuera de chismosa con el jefe de la 35 zona. Ella le contestó que ahí tenía a su hijo que no se lo negara. Él le dio a entender que su hijo a lo mejor se había ido a la guerrilla: “El no anda con esa gente, él va del trabajo a la casa, él no me falla”.
El general le dijo que entre su familia había una hija que andaba en malos pasos que él no sabía al principio pero que ya la tenía castigada. Le dio a entender que Antonio también andaba en malos pasos y que ella no sabía, que lo dejara castigarlo, como él ya había castigado a su hija. Le dijo que ya no anduviera con chismes y la regañó.
Pero Rosita volvió al tercer día. El general la volvió a regañar feo. Otra vez le dijo que no era cárcel que no había ninguno. En eso estaban cuando llegó un helicóptero con unos hombres vendados de los ojos y con las manos amarradas hacia atrás, al parecer eran padre e hijo. Rosita aprovechó para decir que si no era cárcel que hacían esos campesinos allí. El general regañó en su presencia a los soldados que traían a los hombres amarrados y por eso les quitaron las ligaduras.
Después del incidente el militar le dijo que la iba ayudar, que iba a investigar el paradero de su hijo, que se fuera a su casa y que allá lo esperara.
Pero regresó a buscarlo cuando soltaron a Israel Solís Ayerdi y le dijo que había estado junto a Antonio en el cuartel.  Que lo vio vendado con la misma ropa que cuando lo agarraron, sin zapatos y sucio. Entonces Rosita fue al cuartel y le dijo al general que le diera a su hijo que ahí estaba. “Yo sé que aquí está déjeme traerle ropa”. Entonces el general le contestó: “está bien aquí está, váyase tranquila aquí está, si es inocente llegará a su casa. Espérelo en su casa. Ya no venga no la quiero volver a ver aquí”. Se fue segura que iba a dejarlo libre porque era inocente.
Rosa Santiago dice que Antonio Urioste estuvo detenido en el cuartel militar de Atoyac junto con don Rosendo Radilla Pacheco, por eso asegura que en las instalaciones que ahora son el Ayuntamiento se le perdió su hijo, por eso apoya a Tita Radilla Martínez en la búsqueda de su padre.
Desde su desaparición Rosita dejaba la puerta abierta, escuchaba el ladrido de un perro y salía a ver, siempre esperando a su hijo. Vendió su casa para buscarlo y se quedó en la calle.
 No comía no dormía. El doctor Juventino Rodríguez le hacia transfusiones de sangre para reanimarla. Pero luego le reventó un tumor en el vientre. Ella sabía que tenía el tumor, porque traía mucho dolor y el doctor Apolinar Castro le decía que se operara lo más pronto posible. Pero por buscar a su hijo no se atendió, después que le reventó la operaron y se vio grave. Se la llevaron a México y no sabe que tiempo estuvo allá, porque tardó en componerse. Su hija Francisca Benítez Santiago está enferma de sus facultades mentales porque se llevaron a su hermano y luego detuvieron a su marido. Francisca corría de noche al cuartel iba a gritarle a su hermano. Se enfermó feo, lloraba y gritaba. 
Rosa Santiago Galindo junto con Jovita Ayala acompañaron a la representante de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) Georgina Landa, a Los Arenales a ver un soldado viejito que había dicho que en Hacienda de Cabañas el mar había arrojado restos humanos. Pero el anciano al verlas no quiso hablar.
Cuando terminó la Fiscalía especial Rosita se involucró con la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de Violación a los Derechos Humanos (Afadem) con quienes ha ido a México a buscar entrevistas con funcionarios. Rosita dice que ella no se mete en política únicamente reclama su derecho. No estuvo de acuerdo como los trataron unos abogados del Partido Socialista que los llevaron a la ciudad de México a exhibirlos como animales raros.
Dice que el día de la toma de protesta de Rubén Figueroa, Rosario Ibarra estaba en Chilpancingo había mucha gente haciendo cola para verla, ella prefirió ir directamente con el presidente. Nunca se acercó a ninguna huelga de hambre, porque no está de acuerdo con que se les llame desaparecidos políticos. Su hijo no era político y no tenía nada que ver con Lucio Cabañas. Su familia no sabía que buscaba el guerrillero, lo único que entendían es que andaba en contra del gobierno. Por eso tampoco está de acuerdo en que durante los eventos de los desaparecidos se rinda homenaje a Lucio Cabaña porque se trata únicamente  de la desaparición de nuestros seres queridos. Si alguien está agradecido con Lucio Cabañas que lo celebre en otro lugar: “Lo nuestro es fino y delicado”.
De la indemnización dice que no es asunto de cambiarles su vida por un miserable dinero. La doctora Landa les ofrecía de 50 mil pesos para abajo. Decir indemnización era decir cierre del caso. Ahora están dando un recursos y le denominan reparación del daño a ella no le tocará nada por no estar acreditado su caso. Le dieron un folio pero está vacío sin expediente.



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