sábado, 31 de diciembre de 2016

Ciudad con aroma de café XIV


Víctor Cardona Galindo
Caminar por los cerros escarpados de la sierra de Atoyac siempre fue una dura y peligrosa faena. Aun así los rociadores partían todas las mañanas en busca de familias que estaban trabajando en las huertas de café para practicarles las pruebas de sangre y descartar que estuvieran enfermas de paludismo. Un día llegaron, dos de ellos, al cerro de El Caracol donde estábamos viviendo. Nuestro hogar era una casita de cartón sin paredes donde cabía la chimenea y dos camas de varas con los petates encima. Allá mi mamá era la cocinera de más de quince peones y mi papá el responsable de los trabajadores. Cuando llegaron mamá traía en brazos a mi hermano Javier, yo vestía un trajecito de franela roja y jugaba con mi cocol en el asoleadero.
Aspecto de una de las esquinas del Zócalo 
en 1930, a la izquierda se ve el corredor 
de la casa de la familia Parra y al frente la 
casa que fue derribada para construir el 
palacio municipal, instalaciones que ahora
 ocupa el DIF municipal, al fondo lo que 
ahora es el callejón Nigromante. 
Foto: Archivo General Agrario.

Cuando asomaron sus cascos amarillos me eché a correr como poseído escondiéndome entre los matorrales. Mi mamá gritaba -ven chamaco, ven- pero yo me escondía asustado.  Ellos eran mi pesadilla, no me gustaba que me pincharan el dedo y me sacaran sangre. Ya quería que se fueran, pero mi madre les invitó unos tacos con frijoles para esos, ahora se, héroes de beiges con cascos amarillos. Luego continuaron su camino buscando enfermos de malaria, sacando las muestras de sangre, visitando campamento por campamento en lo alto de esas montañas boscosas donde se produce el café. Nunca pensé que de grande desearía tanto la presencia de los rociadores a quienes tanto temía de niño, es más, que reclamara y exigiera su presencia, porque después de la Chikungunya ya nada es igual.
Siempre digo que el único defecto de Atoyac son los zancudos. El calor con traje de Adán y en la hamaca es llevadero, pero los zancudos atormentan y llegan a ser desquiciantes. Y esta vez todo comenzó con una invasión exagerada de zancudos, eran grandotes, parecían dinosaurios. La alerta se dio cuando se multiplicaron las llamadas al noticiero del canal 8 de cable local para reclamar la presencia de los antiguos rociadores, ahora les llaman vectores y son los trabajadores de la Secretaria de Salud encargados de fumigar y abatizar. A pesar de que se roció en algunas partes, la plaga de zancudos no se fue. Luego corrió la noticia de la presencia de una enfermedad hasta esas fechas desconocida por estos lares; la chikungunya, llamada además artritis epidémica. 
Es parecida al dengue, nada más que ésta provoca encorvamiento y afecta las articulaciones, no puede la gente ni caminar y ni sentarse en la taza del baño. Imagínense a los que no tienen inodoro y defecan de aguilita, el proceso es penoso y a veces hasta imposible. Hay que recurrir al apoyo de una persona sana.
Resulta que el mosquito que sirve de vector para el virus es el mismo Aedes aegypti que transmite también los diferentes tipos de dengues. Es un “padecimiento viral transmitido por la hembra de mismo mosquito que también contagia el dengue”, dice el doctor Fernando Lasso.
La chikungunya que se descubrió en la costa de África voló hasta Atoyac, San Jerónimo, Tecpan, al infinito y más allá. “La OMS dice que el chikungunya se describió por primera vez en un brote ocurrido en el sur del pequeño país africano de Tanzania, en 1952”, nos ilustra Fernando Lasso, quien explica que es una palabra del idioma kimaconde, que significa “doblarse” en alusión al aspecto encorvado de los pacientes, debido a los dolores articulares que sufren.
Algunos dicen que la chikungunya es un mal provocado por el gobierno para distraer a la gente y subir los impuestos, otros dicen que es una enfermedad que nos dejó el mundial de futbol, que llegó de otras latitudes con los jugadores. En este caso Fernando Lasso nos explica: “Los primeros casos autóctonos confirmados en las Américas se registraron en 2013, en la zona francesa de la isla caribeña de St. Martín” y que el virus viaja con mucha facilidad. “El desplazamiento aéreo de enfermos a países o regiones libres de ésta enfermedad; igualmente es trascendente el traslado aéreo y terrestre de mosquitos infectados en los vehículos donde estos insectos se suben y viajan circunstancialmente, largas distancias”.
La alerta epidemiológica sobre la posible aparición de la fiebre Chikungunya en el territorio nacional fue emitida por la Secretaría de Salud del gobierno federal el 11 de junio de 2014. Según el boletín de la secretaría de salud de Guerrero, “El primer caso autóctono registrado en México fue en noviembre del 2014 en el estado de Chiapas, de donde la enfermedad se dispersó rápidamente a Oaxaca y Guerrero (…) En Guerrero el brote epidemiológico inició en la región de la Costa Chica en diciembre del 2014. De ahí la enfermedad se diseminó a Acapulco y Costa Grande con gran rapidez lo que ocasionó alarma en la población”.
Según la investigación de Lasso hasta abril de 2015 se habían registrado 1 millón 379 mil casos sospechosos de Chikungunya en 43 países americanos, incluyendo el sur de Estados Unidos. En el mismo periodo se habían reportado 191 muertes por este mal.
En las personas mayores la enfermedad puede contribuir a la muerte. “Aunque a veces los pacientes tienen sólo síntomas leves y la infección puede pasar inadvertida o diagnósticada erróneamente como dengue, en aquellas zonas donde éste es frecuente”, dice Lasso.
Aquí lo duro fue entre abril y mayo del 2015 cuando los habitantes de Atoyac de Álvarez fuimos azotados por esa enfermedad conocida también como el otro dengue; familias enteras empezaron con dolor en las articulaciones y fuerte temperatura corporal.  
Por las redes sociales comenzaron a circular los síntomas que tenían algunos enfermos. Evodio Arguello de León redactó un texto muy ocurrente, donde parecía que una chingüengüenchona se lo llevaba con su calorcito a la cama y la golosa no lo dejaba salir. Otros postearon: “Chikungunya sal de este cuerpo trabajador”.
Luego ante los medios de comunicación, la señora Rosa Galeana Bello quien vive en la colonia Centro de Atoyac, denunció que ella y su hijo se enfermaron y que no la atendieron en el hospital general debido a que únicamente había un médico trabajando en la sala de urgencias “no me dieron el paracetamol que mi hijo requería ya que le pico el mosco trasmisor de la fiebre chikungunya y he visto más personas que están enfermas aquí cerca y les duelen todas las articulaciones, están en cama sin poder levantarse como mi hijo que hasta se dobla de los dolores de la fiebre y no vienen los rociadores a rociar para matar al zancudo ”. Lo dicho por doña Rosa era el sentir de muchas personas en esos momentos.
En el Facebook muchas semanas fue común leer mensajes como éste. “Chin siento que me está entrando la Chinkunguya no más esto me faltaba que al perro más sarnoso se le carguen todas las pulgas, pero soy una guerrera que ha librado otras batallas y primeramente Dios saldré adelante”.
Otro posteó: “Me da tristeza que siempre en los medios impresos, los titulares ponen a el estado de Gro., en los últimos lugares a nivel nacional, ahora resulta que somos el primero pero en dengue y la famosa chingunguncha, no puede ser y yo veo que en la tele que se destinan millones de pesos a nuestro estado, por favor, ya estuvo suave”. Los reclamos fueron nuevamente para los vectores, antes rociadores.
En esos días cuadrillas de “vectores” hombres de beige y cascos amarillos recorrieron calle por calle, cuadra por cuadra y casa por casa fumigando y colocando abate en las pilas de agua. No quedó un solo lugar sin visitar. Pero luego el jefe de la Jurisdicción Sanitaria en ese momento Felipe Abarca Herrera, comentó que no era posible seguir nebulizando a cada rato porque el mosquicida podía causar problemas de salud en los seres humanos. Lo mejor, “si se detecta un enfermo de chikungunya es encerrarlo en un mosquitero, luego realizar una labor de limpieza en la casa, tirando el agua de todos los espacios donde pudiera reproducirse el zancudo”.
Luego circuló la versión de que el zancudo se hizo resistente al zancudicida o mosquicida que se aplicaba. Que había que importar un líquido más fuerte para fumigar. Mientras las casas se veían invadidas por esos zancudotes prehistóricos, que salen por debajo de los muebles, se cobijan en la ropa y viven en los espacios entre la cama y la pared. “Los ventiladores no son suficientes para alejarlos y hace mucho pinche calor para estar metido en el mosquitero”, comentaba un vecino, mientras la enfermedad pasaba por cuadras enteras, salía de una casa y entraba a la otra. No excluyó a nadie. Juana Guerrero comentó que toda Teneipa estaba con chikungunya que la gente no podía ni ir al baño.
En la combi de la ruta El Ticuí-Atoyac el comentario era la chikungunya. “No te asolees mujer porque vas a recaer”, le dijo una vecina a otra que vive de la venta de mangos en la temporada.
Luego llegó la noticia de que ya no había parecetamol en el Centro de Salud ni en el hospital general Juventino Rodríguez. “Se me hace que nos vinieron a fumigar el pinche virus en un avión, para chingarnos y sacar todo el parecetamol que tenían rezagado”, comentó un periodista que luego es medio pitoniso.
“Los calores están cabrones. Se suda por todas las cavidades del cuerpo. Para acabarla de chingar en San Jerónimo no hay agua, en El Ticuí apenas llegó poquita. Como quieren esos cabrones de la Secretaría de Salud que lavemos las pilas y las ‘escobetiemos’ si no sabemos cuándo va a llegar el agua o cuando se va ir”, comentó otra vez nuestro periodista pitoniso.
Por lo pronto le gente comenzó hacer lo que le tocaba: limpiar la casa. Hacerle caso a la campaña de los vectores, “Casa limpia, patio limpio”, ese fue un buen comienzo para enfrentar la enfermedad. Se hizo limpieza es en los patios y alrededor de las casas, en los que se junta agua donde la hembra del mosquito pone sus huevos que se convierten primero en larvas (maromeros) en la región le llamamos troza tripas, luego en pupa y posteriormente en mosquitos. A veces pensamos en soluciones milagrosas, quisiéramos la presencia de Santa Rosa de Lima como la describe Ricardo Palma en sus Tradiciones peruanas para que amarre a los zancudos, los desaparezca o se los lleve para otro lado. Pero eso no se puede y tenemos que seguir soportando los diversos tipos de moscos que hay en esta hermosa tierra, incluso el que transmite el virus del nilo. Porque son muchas las especies que todas las noches cantan su cancioncita alrededor de nuestros oídos.
Se dijo que el agua de mar tenía efectos positivos contra la chikungunya, para ello Carlos González Santiago tenía ya en la colonia Loma Bonita un dispensario gratuito de agua de mar. Luego se corrió la versión que el remedio era dulce, el coco era la solución y entonces los coqueros le subieron el precio al producto, un coco llegó a costar hasta 20 pesos. Todos bebimos cocos esos días y las palmeras quedaron temblando.
Clemencia Guevara Tejedor nos dijo que para curar la chikungunya es muy eficaz un té de moringa. “Hay que hervir un puñito de hojas con canela en un litro de agua, luego exprimirle un limón y agregar miel al gusto. Se debe tomar calientito”. Si funciona y funciona muy bien. ¿Y al que no le guste la moringa? Pues que coma moronga, pero que no deje de nutrirse, porque la enfermedad le pega más duro a los desnutridos.
El sábado 2 de mayo de 2015 me pegó la Chikungunya, después de tres días únicamente me quedó el cansancio en todo el cuerpo y ardor en la planta de pies. La chikungunya es una enfermedad que nos escanea el cuerpo y se estaciona donde más nos duele, por eso muchos que tenían avanzada alguna enfermedad degenerativa pasaron a mejor vida. Me niego a creer que el diablo disfrazado de perversos seres humanos nos haya venido a fumigar el virus, no creo en tanta perversidad; más bien es como dice el doctor Orlando Santiago: “una enfermedad emergente por el calentamiento global”, que se arraiga en pueblos como el nuestro por nuestra forma de vida y por el descuido en que tenemos nuestro entorno. Una primera medida sería que nuestras autoridades revisen y manden limpiar todas las casas solas y abandonadas que hay en las comunidades, luego realizar una agresiva campaña de descacharrización y de alguna manera obligar a la gente que tire todo lo que no sirve, porque la Chikungunya se acabará cuando el entorno esté limpio.
Las autoridades informaron que está comprobado científicamente que la Chinkungunya, y el dengue clásico, no son mortales, recomiendan a la población no auto medicarse y acudir de inmediato a la unidad de salud más cercana.
La enfermedad suele aparecer entre cuatro y ocho días después de la picadura de un mosquito infectado, aunque el intervalo puede oscilar entre dos y 12 días; se caracteriza por la aparición súbita de fiebre, generalmente acompañada de dolores articulares. Otros signos y síntomas que presentan son: dolores musculares, dolores de cabeza, náuseas, cansancio y erupciones cutáneas. Los dolores articulares suelen ser muy incapacitantes, pero generalmente desaparecen en pocos días.
Después de la chikungunya ya nada es igual a mi papá y a la tía Rosita les dejó un gran corazón, les creció y ahora son cardiacos. A otros les dejó dolores permanentes en las rodillas y a mí los pies calientes.
En los días de mayor aporreo de la chikungunya se hizo común recordar éste verso: “Me duele la cabeza /me duele el corazón /me duele todo el cuerpo /y el codo de pilón”.




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