viernes, 16 de diciembre de 2016

Ciudad con aroma de café XII


Víctor Cardona Galindo
En determinadas épocas del año la ciudad de Atoyac se torna multicolor. Es cuando florean sus árboles. En enero el zazanil está amarillo y el cacahuananche deja ver sus flores moradas. Las encendidas flores amarillas de la retama compiten con el primavero y el ahuejote. El roble rosa luce hermoso entre marzo y abril. El flamboyán o palma real se viste de rojo en mayo. El bocote florea en otoño junto a los palos de arco que abren sus olorosas flores blancas. El tulipán de la india se tiñe de anaranjado a finales de noviembre y a principios de diciembre. Para despedir el año hay orquídeas de diferentes colores por todos lados.
El Zócalo de Atoyac en los años sesentas del siglo
 pasado se observan los tamarindos que fueron
 derribados para construir la plaza que luce
 actualmente la ciudad. 
Foto: Archivo Histórico Municipal de Atoyac.

En el pasado, desde antes de la llegada de los aztecas los árboles más representativos de la Costa Grande eran el cacao y el algodón. Todavía en la década pasada se encontraba uno que otro arbusto de algodón y cacao en los huertos. Ahora un cacao sobrevive en la colonia Francisco Villa. Los algodones desparecieron porque la gente no sabe cómo aprovecharlos.
En el primer siglo que los españoles ocuparon la región, levantaron la Relación de la provincia de Zacatula ese texto habla que había una presencia importante de árboles de Brasil y guayacán. Los primeros moradores hispanos asentaron: “Los árboles de cultura que en esta provincia hay son ciruelos, al que los naturales llaman xocotes, y otros que llaman quezapotes, que son los que llamamos mameyes. Hay otros que llaman ilamazapotes, que quiere decir ‘zapote de viejas’, del tamaño de unos melones chicos; es buena fruta. Hay plátanos, anonas y guayabas. No se dan en esta provincia ningún árbol de España, si no son naranjos, que se dan bien a causa de ser tierra muy cálida”.
Un hermoso bocote en la calle Grande.

Francisco Galeana Nogueda en su libro Conflicto sentimental. Memorias de un bachiller en humanidades, recuerda su infancia durante los años treinta del siglo pasado y dice que su madre “afanosa, sembró un pequeño jardín en el patio de la casa: jazmines, africanas, rosales, la blanca y hermosa ‘rosa de novia’, ‘la sangre de Napoleón’, la rosa de castilla, el girasol como el astro rey, la tímida violeta y la delicada florecilla de heliotropo”.
“Frutales como el naranjo, la lima, el limonero, el toronjo, cuyos frutos parecían de oro; el granado aromático y rojo como el rubí, sabroso al paladar, y cuando la higuera producía frutos, mi madre los hacía en almíbar”.
También Simón Hipólito Castro vivió su infancia en los años treinta. “Aquel Atoyac, la tierra de mi infancia y adolescencia se vestía de color verde por sus muchos huertos, poblados por árboles frutales como mangos, icacos, ilamos, almendros, anonos, zapotes, marañonas, limones, tamarindos, guayabos y papayos, entre otros que se entretejían con palmas de coco y árboles de bocote y primaveros”, huertos bordeaban el arroyo Cohetero y el playón del río se vestía de amarillo por la multitud de ahuejotes que había.
La flor de retama.

Al cronista Wilfrido Fierro llamó la atención que el 12 de junio de 1944 tras 50 años de existencia, fue derribado el árbol de caoba (Zopilote) que sirviera de adorno al Palacio Municipal. También consignó que Delfino Meza, Pecho fino sembró los árboles de mango que circundaban el jardín Morelos.
Ahora resulta sorprendente caminar por la ciudad y que la gente no conozca los nombres de muchos árboles, que desdeñen su importancia y los derriben sin ninguna consideración como lo han hecho con los hules, los truenos, los amates y las parotas. Aunque a veces por la inseguridad algunos habitantes piden a sus vecinos que derriben los frondosos árboles que tienen en sus patios, porque en la sombra que proyectan por la noche se esconden los malosos. En la actualidad muchos arbolitos de antaño se extinguieron pero unos nuevos venidos de otras latitudes los sustituyen, ahora también los árboles se han globalizado y conviven con especies nativas.
Flor de achiote

Recorrer ahora cualquier calle de la ciudad es encontrar neen, noni, garambola, hojas de pera, flor de mayo, palma cica, algunas variedades pinos para zonas calientes, cerezos, canastas, orquídeas, moringa, Santa Rita y buganvilias. Hay todavía en algunos jardines icacos, árbol que según Anituy Rebolledo fue traído desde Japón. El Cacaloxúchitl o flor de mayo es una flor nativa, hay de muchos colores: blancas, rosas, rojas y amarillas con bordes rojos.
La flor de mayo.

Han proliferado los vendedores de plantas exóticas que se instalan en las esquinas con sus camionetas. Otros recorren las calles vendiendo en sus carretillas, llevan: flor del desierto, corona de cristo y orquídeas. Una planta parecida al palo de Brasil, ha extendido su presencia por toda la ciudad. Carmelo Díaz tiene un su centro social un árbol del pan, se multiplicó la mussaenda o lámpara de Buda, un colorín pinto crece majestuoso en el Zócalo, aquí están también tres ejemplares olivo negro tropical y dos más en la escuela Modesto Alarcón. El olivo negro es originario de Centroamérica y del Caribe. Hay muchos árboles de huayas y diversas variedades de ficus que es una especie de higuera nativa del sur y sureste de Asia, y el sur y norte de Australia. Es el árbol oficial de Bangkok, Tailandia. En el corredor de la casa del difunto Zohelio Jaimes hay un árbol parecido al jobero pero con las hojas más pequeñas, se trata de un ejemplar conocido como uva de playa. En esta ciudad hay mucho geranio de jungla, arbusto originario de la india y Sri Lanka, se le conoce también como Santa Rita, existen de flores naranjas y blancas pero aquí la que más abunda es la roja.
Olivo negro tropical

Cuando el neen llegó un arbolito costaba 500 pesos. Donde había un árbol grande se le dejaba vigilancia, porque la gente se robaba las ramas, se volvió famoso porque a decir de un manual cura 47 enfermedades, ahora hay un árbol en la mayoría de las casas de Atoyac y en el vivero cuesta 30 pesos. Todos experimentaron para curarse la diabetes con el neen, hubo quien se tomó el caldo de una rama completa y fue a dar al hospital porque se le bajó la presión. Se comprobó que estabiliza los nervios y erradica la fiebre tifoidea, tres hojas de neen acompañada de tres hojas de árnica hervidas en un litro de agua, tomándose un vaso en la mañana y otro en la tarde cura bien rápido la tos con gripa. Las hojas en alcohol hacen un extracto que sirve para quitar los hongos y curar las heridas. El neen es originario de la India, llegó a Cuba, luego a Nayarit y de ahí a nuestra ciudad.
El neen

La yaca, el maracuyá y en noni son tres plantas exóticas que en los últimos 20 años aparecieron en el paisaje de Atoyac, el jugo de noni es ya parte de la dieta de muchos atoyaquenses, hay muchos lugares donde venden el extracto, es muy barato y energético. La yaca llegó a Guerrero en octubre del 2000, en Ayutla se echó andar la primera parcela demostrativa, costaba a 600 pesos una plantita. Se distribuyeron las plantas durante una expo-alimentaria que se realizó en Acapulco. Vino de Nayarit procedente de Jamaica, pero la planta es originaria de la India, el fruto es una novedad por ser muy grande y aromático. Se le atribuyen además propiedades afrodisiacas.
El fruto de la yaca.

El maracuyá llegó en 1993 por Veracruz es originario de Brasil. Mientras el noni es originario de las Guayanas y al igual que en neen llegó en 1995 procedente de Nayarit. Hay también una variedad de almendro chino que se está sembrando en las calles de la ciudad. Los almendros, tamarindos y los mangos nativos van quedando atrás en el paisaje urbano.
La carambola es originaria de Sri Lanka y las Molucas, es considerada una fruta exótica. También hay muchos árboles de la nutritiva moringa, una planta originaria de la India, que es promovida por el Frente de Defensa Popular que encabeza Clemencia Guevara Tejedor, ellos tienen el vivero principal y se recomienda para regular la diabetes, también fue importante auxiliar para enfrentar la epidemia de chikungunya que azotó la región hace un año.
El maracuyá

Hay muchos árboles raros que no son de aquí. En el sitio de taxis de la terminal de autobuses se encuentran tres ejemplares del árbol de la fortuna, ya hay por distintas partes de la ciudad, el primer ejemplar lo trajo Antonio Luna de Acapulco a donde llegó procedente de Panamá.
Hay un árbol muy raro atrás de la iglesia, en la calle Miguel Hidalgo, sus frutos parecen manzanas, es único en toda la ciudad, la gente lo conoce como huevos del rey, pero en realidad se trata de un huevo vegetal. Es un fruto nativo de África Occidental que se introdujo por el Caribe. Es la fruta nacional de Jamaica, y destaca en la cocina de ese país. El fruto cambia de color de verde amarillento a naranja rojizo a medida que madura. Sólo lo puede cocinar un experto porque la fruta inmadura y sin abrir es venenosa, puede causar la enfermedad de vómito jamaiquino.
El árbol de la fortuna

Junto al restaurante La Brasa está un árbol conocido como guayabilla, de hermosas flores anaranjadas. Frente a la papelería de Salvador Castro, junto a las combis que van a El Paraíso hay un árbol con frutos rojos, se trata de la carisa o ciruelo de natal, es un arbusto leñoso, espinoso y de hoja perenne originario de África. De éste árbol solamente he visto tres en la ciudad. Posee hojas verdes simples, de forma oval, da hermosas flores blancas perfumadas, con una corola de cinco pétalos y unos cinco centímetros de diámetro. El fruto es al principio verde, de forma redonda u oval, y al madurar se torna de un rojo oscuro; su pulpa es jugosa y puede consumirse fresco o elaborado, en mermeladas o en almíbar.
Huevo vegetal 

Frente donde ex síndico Isaías Eduardo Gómez Ozuna está un árbol desconocido para muchos, hay otro en La Plaza las Fuentes, se conoce como el nombre de Majagua y fue introducido desde Cuba y Jamaica. Las flores duran sólo un día, por la mañana son amarillas y van cambiando de color al madurar, de brillante amarillo a anaranjado, rojo y finalmente carmesí al atardecer. Florece irregularmente durante todo el año. Es originario de las Antillas.
La majagua

En la calle Silvestre Castro hay un hermoso cedro rojo que ya demostró que puede ser un buen árbol de ciudad porque no levanta las banquetas y crece derechito y altivo. Hay otro en el Zócalo. En la calle Silvestre Castro, en el corredor de la casa de la familia Bello, también está el único árbol de limoncillo que sobrevive en toda la cabecera municipal.
Muchos árboles están en peligro de extinción, o ya se extinguieron en el paisaje urbano, en la historia van quedando los pochotes, hules, camuchines y truenos. Se extinguió el colche y está por perecer el Cuyotomate, ya no quedan muchos en la ciudad y sus alrededores. También están en peligro los anonos pues una plaga pudre sus frutos antes de que maduren. Ya no se ven árboles de zapote, ni de marañonas.
Ya no hay pantecos, sólo donde los Javier se puede ver un ejemplar. Al panteco también se le conoce como jabón de la India, ya que en la antigüedad sus frutos se utilizaron como detergente natural para lavar el cuerpo, la ropa y el cabello. A pesar de ser una alternativa ecológica, económica y efectiva, con la llegada del jabón perdió su importancia. Se está extinguiendo también el árbol del El Paraíso y el árbol de ayoyote, también conocido como Adelfa Amarilla, con sus frutos se fabrican las conchas para la danza de los concheros. Ya no hay velas de cebo, unas varas verdes que había alrededor de los corrales y que eran lechosas. La cidra  desapareció totalmente, las nuevas generaciones ya no probaron la deliciosa conserva de cidra.
Adelfa amarilla

Algunos le llaman copa diamantina a la flor que está en la explanada del Ayuntamiento, aunque en realidad se llama Belén o caucho de la india, cuando este cronista era niño había muchas por todos los rumbos, ahora se pueden contar, también quedan pocos ejemplares de coral costillón uno está en la esquina de Independencia y Agustín Ramírez. Todavía en algunos corredores sobreviven flores de reunión de señoritas y la necia flor del día. Los cuajilotes ya son raros, hay uno en Obregón, los he visto en la calle Las Palmas y Municipio Libre. Unos hermosos ejemplares de cirián sobreviven en el arroyo que baja de la calle Florida. Un árbol de canela en Obregón y sobrevive en la colonia Francisco Villa un pequeño hule. Los trompos van camino a la extinción ya nadie se los come. Sobrevive en los jardines pocos ejemplares de cordón o moco de guajolote, ya casi no hay tampoco huevos de toro.
Belén

Las reuniones de la fundación de la colonia 18 de mayo se realizaban en torno a un árbol de cascalote al que la gente dio por llamar Árbol de la esperanza. La dirección de ecología municipal ha incorporado a su vivero éste tipo de árbol que es muy frondoso y siempre verde, es un ejemplar silvestre que pronto veremos engalanando a la ciudad. Arturo García Jiménez promovió la siembra de 43 ceibas en el boulevard Juan Álvarez, para recordar a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, van creciendo sanas y frondosas. En el futuro esperamos también que alguien tome la iniciativa de preservar los árboles que están amenazados por la extinción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario