Víctor Cardona Galindo
El 30 de mayo de 1974 la Brigada Campesina de
Ajusticiamiento del Partido de los Pobres que encabezaba Lucio Cabañas
Barrientos, secuestró al senador y precandidato del PRI a la gubernatura de Guerrero,
Rubén Figueroa Figueroa. Lo mantuvo 103 días en su poder. En ese tiempo se desató
la mayor represión que se haya sufrido en la región. El secuestro del principal
cacique de Guerrero marcó el principio del fin de la guerrilla más conocida del
país.
Martín Nario Organes, Samuel |
El
futuro gobernador Rubén Figueroa acudió el 30 de mayo de 1974 a un encuentro pactado
con Lucio Cabañas a la sierra de Tecpan y después de una ríspida discusión
política con Lucio y la dirección política de la Brigada Campesina de
Ajusticiamiento el primero de junio se rompieron las pláticas y el entonces
senador Figueroa vocal ejecutivo de la Comisión del Balsas quedó detenido en
manos del Partido de los Pobres hasta que se cumplieran las demandas que se
conocerían después.
En
1972 la guerrilla ya ocupaba las primeras planas en los diarios del país y
todos hablaban de ella. La Brigada
Campesina de Ajusticiamiento tenía en su poder a Cuauhtémoc García Terán por
cuya vida exigía un millón de pesos. En ese marco Figueroa retó:
“Lucio Cabañas no es ningún guerrillero yo lo reto a que me secuestre; los
camioneros podrían pagar un buen rescate por mi”, publicaba el periódico Excélsior, el 15 de abril de ese año.
Con el tiempo Lucio le tomaría la palabra.
Pasaba el tiempo y la guerrilla guerrerense resistía todas las
campañas militares que se le venían encima, obligando al gobierno a cambiar su
discurso. Por ello en 1973 Rubén Figueroa se pronunciaba por el diálogo con los
guerrilleros. El 25 de junio Antonio Alba Brito reportero de El Heraldo escribió: “El senador Rubén
Figueroa Figueroa, vocal ejecutivo de la comisión del Balsas, indicó que
Cabañas, como su amigo Genaro Vázquez, encabeza un grupo que fue empujado a la
clandestinidad por regímenes anteriores, y particularmente por gobiernos
locales”.
“Lucio Cabañas es un problema que existe en Guerrero porque no se
ha establecido un idioma común. No quiero que el gobierno de mi tierra hable el
idioma de los inconformes de la sierra, pero quizá con un diálogo adecuado… Hay
que encontrar los causales de la disidencia de Lucio y luego intentar otro
procedimiento para persuadir de su error a esa gente armada de la sierra de
Atoyac”, declaraba Figueroa a Ultimas
Noticias el 12 de enero de 1974.
“Los
ideales de grupos como el que comanda Lucio Cabañas en la sierra de Guerrero,
coinciden en parte con la política revolucionaria institucional’, afirmó ayer
el senador Rubén Figueroa, quien agregó que si llega a ocupar la primera
magistratura de su entidad, invitará al diálogo ‘a los rebeldes discípulos de
mi amigo Genaro Vázquez Rojas… emplearé la persuasión en lugar de la
persecución: no para vencer, sino para convencer a Lucio Cabañas”, se publicaba
en El Heraldo, el 3 de mayo de 1974.
El
encuentro entre Figueroa y Cabañas, tuvo como antecedente una intensa relación
epistolar que se llevó a cabo por medio del profesor Inocencio Castro Arteaga y
Luis Cabañas Ocampo tío de Lucio. Ellos fueron los enlaces entre la guerrilla y
el senador por Guerrero.
De hecho Rubén Figueroa hizo numerosos esfuerzos para
entrevistarse con Lucio Cabañas, el primero fue buscar a
Inocencio Castro Arteaga a quien le pidió que sirviera de enlace con la
guerrilla, porque quería hablar con Lucio para que dejara las armas y se
incorporara a la lucha política legal en aras de la paz social en el estado.
Castro Arteaga tal vez accedió a servir de intermediario pensando en la paz de
la región y por eso subió a algunos pueblos de la sierra y escaló montañas buscando
el campamento para establecer contacto con Lucio para informarle de las
intenciones de Figueroa. Lucio e Inocencio eran amigos desde que formaron parte
del comité cívico de la escuela Normal de Ayotzinapa.
También
sacó de la cárcel a Luis Cabañas Ocampo quien estaba prisionero en Campo
Militar Número Uno y lo comisionó para que buscara a Lucio y lo convenciera de
la entrevista.
Años después el ya gobernador de Guerrero Figueroa relataría a
Luis Suárez que “un par de años antes de lo ocurrido yo escribí una carta a
Lucio Cabañas... y me valí de un profesor conocido, con quien yo tenía trato
cordial, el profesor Inocencio Castro. Y por su conducto envié la carta a
Lucio, donde le decía que igual que lo intenté con Genaro Vázquez Rojas, que si
era mi amigo, me ponía a sus órdenes por si quería un diálogo relativo a su
inquietud y a las de sus seguidores [...] Me contestó de palabra, por el mismo
conducto de Inocencio, que no quería diálogo con un gobierno encabezado por
Luis Echeverría, poniendo calificativos que no le corresponden. Fue en forma
despectiva e hiriente así acabó con el primer contacto”.
Fue en la reunión de noviembre de 1972, cuando representantes de
varios grupos armados subieron al campamento “El Venado” ubicado en el Cerro del
Zanate donde llegó Inocencio Castro Arteaga, como representante del Movimiento
Revolucionario del Magisterio, con una carta de Rubén Figueroa dirigida a Lucio
Cabañas en la cual planteaba la posibilidad de una entrevista, la propuesta fue rechazada contundentemente. Porque “en
esos momentos no había interés alguno de un acercamiento con una persona non grata. A pesar de la negativa de los
brigadistas, el senador no desistió en llevar a cabo su propósito, para esto se
hizo valer de la relación que tenía con, nada menos, dos familiares de Lucio
Cabañas. Luis y Pascual Cabañas, ambos tíos del guerrillero, quienes estaban
dispuestos en servir como correos entre ambos personajes”, relata Eneida
Martínez en su tesis, Los alzados del monte. Historia de la
guerrilla de Lucio Cabañas.
Incluso la misma Margarita Cabañas
intervino para que la entrevista se llevara a cabo, dice Pedro Martínez Gómez.
Una de las misivas que Rubén Figueroa mandó a
la Brigada –a través de Luis Cabañas– fue durante el periodo que Carmelo Cortés
Castro estaba a la cabeza de la dirigencia, pues Lucio estaba en ciudad de
México. La visita del mensajero a la sierra, provocó disgusto entre los
miembros, principalmente de la dirección, porque veían el peligro de recibir
a una persona, nada menos, al servicio
del mayor cacique de la entidad. Por otro parte, Luis Cabañas llegó con la
misma familiaridad, con la que siempre llegaba cuando estuvo su sobrino, pero
éste no fue bien recibido
De acuerdo al testimonio de Pedro Martínez,
entrevistado por Eneida, ese día no tuvo
éxito Luis, porque cuando estaba Lucio platicaban ampliamente y esa vez tajantemente
se le dijo que con Figueroa no se quería ningún vínculo y además se le dijo a
Luis Cabañas que ya no volviera. Se le
dio a entender que si seguía yendo con esas propuestas podría tener problemas. Se
dice que ese día Luis estuvo a punto de ser ajusticiado por la guerrilla que le
tenía desconfianza por el peligro de que guiara a los agentes del gobierno
hasta el campamento.
Aquí queda claro, que por parte de los
brigadistas jamás hubo interés en tener un encuentro con Rubén Figueroa, pues
el haber querido tratar con él para resolver los problemas que habían provocado
el levantamiento armado significaba ir contra la lucha emprendida por el
Partido de los Pobres. Además, la historia de los movimientos sociales les
había enseñado a los guerrilleros que el tener trato con el poder político,
casi siempre, significó la traición por parte de éste: “Lucio jamás iba a
querer tratos de esa naturaleza (…) no había interés (…) precisamente porque
teníamos conocimiento de la historia, ¿no?, Jaramillo, Zapata y todos los
líderes, que cuando accedieron fueron traicionados (…) además que uno conocía
ya históricamente el papel que habían jugado los Figueroa con Zapata (…) Y lo
de Jaramillo con López Mateos quedó muy marcado y nadie iba a aceptar, yo
siento que Lucio no iba a aceptar y no iba a entrar en ese tipo de
negociaciones, porque además en la Brigada había mucho convencimiento de que
eso no eran soluciones”, sigue Pedro Martínez.
Pero en marzo de 1974 Figueroa volvió a insistir por medio de
recados verbales que enviaba por medio de Pascual y Luis Cabañas a quienes les
había hecho regalos. Se habla de un Volkswagen a cada uno y la promesa de
puestos cuando fuera gobernador, si lograban la entrevista. Por eso Pascual y
Luis volvieron a solicitar en abril la entrevista.
Durante este periodo, llegó Luis Cabañas Ocampo, tío de Lucio
hasta El Salto Chiquito, donde
acampaba la guerrilla reiterando la propuesta. También fue rechazada. Luis
regresó luego con otras cartas y finalmente la dirección del Partido de los
Pobres, en la primera semana de abril, aceptó la entrevista. El 12 de abril los
dirigentes guerrilleros enteraron al resto de los combatientes la existencia de
un Plan Grande. “Sólo estábamos enterados: La Dirección, ‘Ricardo’
(a) ‘La Chichalaca’ y yo que éramos los que
salíamos a dejar las cartas para Figueroa, y a veces hasta esperábamos la
contestación”, escribe un guerrillero en “Diario de un combatiente II” en el
libro Papeles de la sedición o la
verdadera historia político militar del Partido de los Pobres, compilado
por Francisco Fierro Loza.
Les informó que el “Plan grande” estaba en puerta sin decirles de
que se trataba. Era una actividad que tal vez duraría de tres a seis meses,
“incluso un año y exigía que los compañeros transitorios que por regla general
permanecían en la guerrilla como mínimo 3 meses, dijeran que si iban a aguantar
como los compañeros fijos”, dice la versión oficial de la guerrilla en el libro
Lucio Cabañas y el Partido de los Pobres.
Una experiencia guerrillera.
Sobre el tema don Simón Hipólito entrevistó a un guerrillero
cercano a Lucio que dice: “A principios de mayo de 1974 volvió a insistir
Figueroa en la entrevista, Pascual, Luis y un profesor enviados por el
candidato del PRI llevaron la comisión al campamento. Entonces, por medio de un
contacto quedamos de notificarle la resolución de la brigada… Nosotros vimos
que a fines de mayo era el tiempo ideal, ya que llega el tiempo de las aguas,
reverdece la vegetación, los ríos crecen y las nubes permanecen casi todos los
días en los cerros, con lo que es más fácil encender la lumbre para preparar
alimentos, ya que el humo se confunde con ellas… Con la vegetación reverdecida
podíamos desplazarnos hasta en las narices de los guachos”.
Figueroa diría a Luis Suárez que después de una entrevista al
periódico Excélsior donde expresaba
su disposición al diálogo con la guerrilla, recibió una carta de Lucio
manuscrita donde le decía que él era el candidato más viable para Guerrero y
que lo invitaba a platicar.
Lucio le envió el 20 de abril de 1974, una carta a Luis Cabañas
Ocampo en la que le dice “Como te habrás dado cuenta, no queríamos entrevista
con nadie del gobierno, pero ahora te aviso que decidimos entrevistarnos con
Figueroa para ver si durante su gubernatura en Guerrero, podemos lograr algunas
ventajas para la población civil”.
En otra carta del 9 de mayo, Lucio Cabañas Barrientos le dice al
senador Rubén Figueroa Figueroa: “Recibimos la copia de la contestación que nos
dirigió usted, indicándonos la posibilidad de entrevistarnos con su persona y
que el señor Inocencio Castro es de confianza para el gobierno como contacto”.
En ese mismo texto da las cinco condiciones.
La entrevista se realizaría el 25 de mayo. “Las fuerzas armadas
del gobierno deben retirarse ocho días antes de la entrevista y regresar ocho
días después cuando menos. Deben retirar al ejército, la policía judicial y el
servicio secreto. La policía municipal deberá acuartelarse el su respectiva
cabecera durante el retiro en los cuatro municipios que son San Jerónimo,
Tecpan, Atoyac y Coyuca de Benítez”.
“Debe usted venir en camioneta o coche, de contraseña traerá dos
moños rojos de trapo; uno colocado sobre la caseta y el otro sobre la parte
delantera o cofre; en caso de ser rojo el vehículo, los moños deben ser color
blanco”. La cita era a las ocho de la mañana en la Y Griega de Atoyac, podía
llevar hasta cuatro personas con él, entre ellos alguien que pudiera tomar nota
en taquigrafía de las discusiones y acuerdos. Firman por la Brigada, Lucio Cabañas
Barrientos, Agustín Álvarez Ríos, Isidro Castro Fuentes, Enrique Velásquez
Fierro y José Luis Orbe Diego.
“Le
dije al señor general Cuenca, Secretario de la Defensa, sobre la condición de retirar
las fuerzas. El general me dijo: ‘¿Cómo le va hacer caso a un bandido? El
Ejército Nacional no puede estar sujeto a los requerimientos de un hombre que
está fuera de la ley, de un forajido?’ El general Cuenca fue inflexible en no
acceder. Me dijo que yo iba a tratar con bandidos y que por eso tendría un
saldo negativo. No me quedaba, pues más remedio que renunciar, pues no se
cumplirían la exigencias de Lucio”, dice Figueroa en la entrevista con Luis
Suárez publicada en el libro Lucio
Cabañas. El guerrillero sin esperanza.
Figueroa
contestó por medio de Inocencio y de Luis Cabañas que había fracasado en su
gestión para el retiro de las tropas. Pero la respuesta de la Brigada Campesina
de Ajusticiamiento fue posponer la entrevista para el 30 de mayo.
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