domingo, 12 de julio de 2020

El secuestro de Figueroa VIII


Víctor Cardona Galindo
Corría el mes de julio de 1974. Los campesinos salían a sus milpas pero sin bastimento. Trabajaban hasta donde aguantaban el hambre y de regreso al pueblo tenían que reportarse con el oficial al mando de la partida militar. En los retenes no dejaban pasar pilas, radios, ni medicinas. Ya las familias no contaban con pastillas ni para la diarrea. Toda la persona que intentaba llevar un poco más de comida o quería pasar medicinas era acusada de colaborar con la guerrilla. Aislados los guerrilleros comían plátanos, cajeles, camote de platanillo y limón dulce que encontraban en las huertas abandonadas.
Alberto Mesino Acosta tenía 20 años cuando fue detenido por
el Ejército mexicano en la comunidad de Agua Fría el 18 de
julio de 1974.

Los sierreños todos los días comentaban con azoro, “ayer se llevaron a fulano y hoy agarraron a zutano”. Las detenciones eran constantes. El 18 de julio de 1974 en Corrales del Río Chiquito fueron apresados, por soldados al mando del mayor Francisco Escobedo,  Mariano Serrano Zamora, Zenón Zamora Hernández, Jorge Alberto Almogabar Ríos y Herminio Navarrete. Ya la mayoría de las casas de esa pequeña comunidad estaban ocupadas por la tropa que se comía las gallinas y todos los víveres de los campesinos. Por eso los habitantes de ese lugar tuvieron que emigrar a la ciudad de Atoyac y a El Ticuí o se concentraron en San Juan de las Flores. Los soldados también hacían fogatas en cualquier terreno, provocando incendios que en muchas ocasiones arrasaron con parcelas enteras de café.
El Plan Guerrero, mediante el cual el gobierno daba créditos para la rehabilitación los cafetales, se convirtió en una trampa para los campesinos. Los técnicos hacían una lista de productores sospechosos de pertenecer al movimiento armando y los mandaban traer. Después de las reuniones el ejército instalaba retenes, así cayeron muchos campesinos en manos de la fuerzas represivas. Uno fue Alberto Mesino Acosta detenido por el Ejército en la comunidad de Agua Fría, después de asistir a una reunión del Instituto Mexicano del Café (Inmecafé) el 18 de julio de 1974. Tenía 20 años, era originario de El Escorpión padecía de bronquitis y se dedicaba a la siembra de maíz y café. Le decían El tres motores porque nació con tres testículos.
Alberto fue citado a Agua Fría junto con todos sus hermanos. Después de la reunión jugó basquetbol. En esa ocasión un grupo de militares al mando del capitán Jacobo colocó un puesto de revisión a un kilómetro de la salida de Agua Fría y cuando Alberto iba en una camioneta rumbo a El Escorpión fue detenido como a las 2 de la tarde y en ese mismo momento subido un helicóptero que se lo llevó para jamás volver.
Miembro de una familia de 12 hermanos, Alberto era el chocoyote y no alcanzó a casarse. Su mamá Juana Acosta Martínez lo buscó en cuarteles y cárceles sin resultados. De regreso al Escorpión desde su casa observaba todo el tiempo el camino esperando la llegaba de su hijo. Un tiempo después mandó un recado donde decía que estaba prisionero en el Campo Militar Número Uno y que se encontraba bien.
Antes que se llevaran a Alberto, miembros del Ejército ya habían golpeado a Ramón Mesino Castro de 84 años a quien le quitaron un rifle calibre 22 que usaba para la cacería y también torturaron a Bernardo Mesino Acosta a quien ya golpeado maniataron y dejaron tirado entre el monte. Bernardo logró zafarse de las ataduras y regresó a su casa.
“Algunos de los capturados los obligaron a guiar a las fuerzas militares por la sierra, descalzos y sin alimentación, pura agua. A otros se lo llevaron a los retenes militares donde vestidos como tales, subían a los autobuses a identificar a jóvenes guerrilleros que trataban escapar; muchos de estos así fueron detenidos. Algunos que volvían ingenuamente a sus poblados de origen, fueron delatados y detenidos”, dice don Simón Hipólito.
Para esas fechas los miembros de la Brigada caminaban por lugares escarpados y veces únicamente comían mangos que encontraban en las huertas. Acosados por un helicóptero de fuselaje azul que se movía por esa zona. Muy cerca del cerro Plateado donde también era escaso el alimento y llegaron a comer maíz cocido junto con frijoles.
“Seguimos la marcha por todo el cañón del cerro, hasta llegar al río de El Rincón, un lugar muy hermoso, con mucho agua, con un playón grande donde hicimos campamento unos días mientras nos recuperábamos de la fatiga y del hambre. Fue hasta ahí donde pudimos conseguir algunos alimentos con algunos compañeros que todavía se encontraban en el lugar, donde compramos una vaca y la comimos. De ahí nos fuimos al cerro Plateado quedando cerca del lugar que le llaman El Fortín, toda ésta zona es cafetalera y pertenece al Cacao. Salió una comisión a conseguir alimentos, lo cual logró no obstante que la tienda Conasupo del lugar limitaba las ventas, sólo proporcionaba los alimentos que podía consumir una familia para un sólo día de acuerdo al número que la componía, de manera que conseguir alimentos con cada padre de familia era un problema, pero los compañeros sabían ingeniárselas para conseguirlo, incorporando a los niños que iban a comprar a pesar de la vigilancia que había de parte del ejército”, platica un brigadista.
Ya los guerrilleros andaban muy estresados, un día El Chango y Juan estuvieron a punto de agarrarse a tiros. Fue durante una expedición que salió del cerro Plateado en busca de alimentos a El Guayabillal. Era una comisión de aproximadamente 15 guerrilleros encabezada por Manuel, pero no lograron conseguir nada; durante su regreso, El Chango perdió los cargadores de su rifle sin darse cuenta y Juan lo recogió, pero no le dijo nada; al llegar a un río, El Chango se dio cuenta de la pérdida y se regresó desesperado a buscarlos, hasta que los compañeros que venían atrás le dijeron que Juan lo había recogido, El Chango se regresó muy enojado y al llegar donde estaba Juan le reclamó porque lo había hecho pendejo; El Chango se descuelga el FAL y le dice: “Te voy a matar a balazos para que se te quite lo cabrón”, pero Juan le había ganado ya el movimiento y le apuntaba con su M-2. El Chango se queda pálido y él dice: “jálale” y Juan le responde: “No, tu eres el de la bronca”.
Manuel lo recuerda de ésta manera. “Por ahí había un barriecillo perdido en la montaña que se llamaba El Guayabillal salimos como unos diez o doce gentes, en esa comisión, yo fui de responsable. Avanzamos por el monte hasta llegar a las cercanías, encontramos unos campesinos. Íbamos con la idea de comprarles maíz, pero lo curioso es que la gente siembra maíz y luego lo vende y ya después por los meses junio, julio y agosto, están en crisis, esperando el que van a cosechar y tienen que bajar, a comprar el maíz que vendieron, a más alto precio de cómo lo vendieron. Por eso la gente de ahí no tenía maíz y no podían subir suficiente porque estaban los retenes. Nos regresamos desconsolados sin nada. Había un arrollo muy grande y algunos árboles con frutas silvestres, le estuvimos jalando al árbol los frutos. Un compañero que le decíamos El Chango traía colgado su FAL, por andar jalando se le hizo fácil bajar su morral de parque con sus cargadores por que le estorbaba y que se le olvida. Entonces Juan, ve que deja el morral y se lo cuelga y nos pasamos el arroyo. Cuando ya estamos del otro lado, el Chango se regresa corriendo ‘es que dejé mi morral’. Al no encontrarlo se regresa preocupado, pero alguien le dice ‘no, tu morral lo trae Juan, entonces en una actitud agresiva, desesperado le reclama a Juan, le dice: ‘me viste la cara de pendejo, yo me pasó para allá y tú ya trayéndolo, ¿y por qué no me dices?’, entonces la reacción de Juan fue descolgarse el FAL y se lo mete y le dice ‘no me estés chingando, yo te voy a matar’, y entonces me puse entre los dos, el Chango  se queda pálido”.
La comisión regresó al campamento con la moral muy baja y destrozada. No traían alimentos y si un conflicto entre compañeros, al informar ante la Brigada lo que había pasado se les criticó a los dos y como sanción se les desarmó.
El 20 de julio de 1974, campesinos atacaron a la policía del estado en San Luis San Pedro, el Partido de los Pobres habla de ésta acción en su último comunicado y dice que murieron siete policías. Esa operación se le atribuyó a una pequeña célula del Partido de los Pobres que estaba trabajando en la zona. Ese mismo día acá en la sierra de Atoyac fue detenido Lucio Castillo Gervasio, quien estuvo recluido por más de un año en el Campo Militar Número Uno y fue liberado el 13 de agosto de 1975.
De acuerpo a los datos proporcionados por el informe histórico de la Fiscalía Especial, el día 23 de julio de 1974, la Zona Militar informaba en radiograma cifrado de la detención de Arnulfo Sotelo Abarca, Cuche Blanco; Delfino Castro Hernández, Pascual Castro Hernández, Pedro Ortiz Verónica e Isidro Castro Vergara.
En estos días también fueron detenidos y desaparecidos Roberto Castillo de Jesús, Abel Estrada Camarillo, Alberto Radilla Reyes, Tomás Gudiño Dircio y Filemón Mesino Aguilar, Roberto Castillo de Jesús quien fue apresado el 24 de julio. Hay testimonios que señalan que este último fue detenido por miembros del Ejército al mando del capitán primero Mario Arturo Acosta Chaparro. Sus papás lo encontraron golpeado en un retén de San Luis la Loma y se sabe que el 23 de septiembre de 1974 se lo llevaron de ahí al cuartel militar de Atoyac.
Para festejar el aniversario del asalto al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1974 se llevó a cabo una reunión de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento (BCA) precisamente en la cima del Cerro Plateado.
Dice José Carmen Tapia Gómez que “la vida de los campesinos de La Costa Grande guerrerense está profundamente ligada al cerro Plateado, que fue ocupado por Morelos y Galeana en tiempos de la lucha por la independencia y en donde, más tarde, se llegó a decir que Zapata y Villa organizarían un congreso”.
Es ahí donde se reunió toda la Brigada para discutir su destino. Es aquí donde se empieza el desenlace de la historia de la guerrilla del Partido de los Pobres. Aquí ya cuando el Ejército se había apoderado de todas las entradas y salidas de la sierra, es también el clímax de la crisis que comenzó entre los brigadistas a finales de mayo de ese año, cuando Lucio no permitió que se fusilara a los tres que intentaron desertar del campamento de Caña de Agua llevándose armas y parque, entre ellos estaba Sabino Fraga y Simplicio Robles quien finalmente se escapó en una caminata la noche del 28 de mayo, dándose de alta en el Ejército más tarde.
Este 26 de julio en el picacho del emblemático cerro Plateado se cambió la dirección de la BCA. La nueva dirigencia quedó integrada por Lucio Cabañas Barrientos, Lino Rosa Pérez, René; Pedro Ángulo Barona, Gorgonio;  Antonio o Solín y Heriberto Valle Adame, Heraclio.
“Después de una larga discusión quedó integrada la nueva dirección por el compañero Lucio, Antonio, Heraclio, René y Gorgonio que se nombró en ausencia, ya que se encontraba de comisión. Este mismo día la nueva dirección propuso un plan: que nos dividiéramos en dos partes, que un grupo más numeroso marchara hacia el Oriente o sea rumbo a Acapulco. Este grupo llevaría al viejo y seguiría las negociaciones con la familia Figueroa. El otro grupo más pequeño, marcharía hacia el Poniente, con el fin de atacar al enemigo, distraer sus fuerzas para que la comisión que llevaba al viejo marchara libremente; este mismo grupo (el pequeño), después de atacar al enemigo, marcharía hacia la sierra de San Luis, con el fin de politizar y estructurar toda esa zona hasta llegar a los límites con Michoacán”, comenta Carlos.
“Esto como medida táctica para distraer al enemigo; decía Lucio que ya no era conveniente que todo el grupo siguiera recorriendo la sierra. Se carecía de alimentos, se decía que el Ejército ya nos había ubicado, que nos seguía de cerca, que era necesario contratacar, pero que esto lo debía hacer un grupo más reducido y en otro lugar donde el enemigo no nos buscara. Se tenía la idea de que el ejército de inmediato se trasladaría a la zona donde se empezaba a atacar y de esta forma dejaría libre la ruta por donde pasaría el otro grupo que llevaría consigo al senador Figueroa”, dice un combatiente en el libro Lucio Cabañas y el Partido de los Pobres. Una experiencia guerrillera en México.
En esa fecha en la guerrilla se iba conformando también el grupo que saldría después a la ciudad encabezado por Manuel y otros importantes cuadros de la Brigada. También ahí se acordó negociar únicamente la cuestión económica, los demás objetivos del secuestro de Figueroa habían quedado rebasados por las circunstancias.





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