Víctor Cardona Galindo
Después de la escaramuza del 21 de
agosto, Lucio Cabañas y su gente se refugiaron en la sierra de Tecpan de
Galeana. Estaban ya fuera de su territorio, lejos de esa red de colaboradores
que, en el municipio de Atoyac, los había mantenido tanto tiempo en la sierra.
Allá la gente era más desconfiada y tenía menos compromiso con la lucha.
El profesor Jacob Nájera Hernández fue detenido el 2 de septiembre de 1974, desde entonces está desaparecido. |
La otra parte de la Brigada Campesina
de Ajusticiamiento, que movía a Rubén Figueroa y acompañantes, caminó con
dificultad por debajo de frondosos árboles, hasta llegar a la zona de esas
hermosas y majestuosas palmeras de cayaco de las que se saca tuba y de cuyos
frutos se extrae un aceite de fina calidad.
Durante la travesía en breves
lapsos Luis Cabañas hacía plática a los guerrilleros. Les decía que el maestro
Lucio tenía razón. Ya en las inmediaciones del cerro de El Zanate le había secado
la herida de la operación con la que llegó a la sierra. Caminaba como la gente
del campo y se le veían bien, a veces hasta alegre. Pascual se portaba déspota,
se notaba claramente que estaba del otro lado, con Figueroa. A Luis le
preocupaba la secretaria Gloria Brito porque era mujer de ciudad y no estaba
preparada para la vida del campo.
A la secretaria de la Comisión del
Balsas, Gloria Brito, mientras estuvo en la sierra no se le notó el embarazo.
No tuvo ninguna deferencia con las guerrilleras, no les dirigió ninguna palabra
de amistad. Como ella, seis milicianas estaban embarazadas y sin embargo
buscaban afanosamente huevos de paloma y de codorniz para dárselos. Gloria se
los tomaba para soportar el hambre en aquellos campamentos y caminos de la
intrincada selva de Atoyac. Procuraban que Gloria comiera primero y mejor, pero
la veían tan “estirada” que una ocasión una guerrillera comentó: “Hay que
buscar huevos de culebra para que le demos”. Fue sólo una expresión.
Una ocasión cuando caminaban en las
cercanías de Río Santiago, Gloria Brito se desmayó “fue como a las 3 de la
tarde de ese día cuando íbamos a empezar la marcha y fue en ese momento cuando
se desmayó la secretaria del viejo y tuvimos que esperar hasta que se
controlara un poco y pudiéramos seguir”, comenta un guerrillero de nombre Moisés.
Al pasar cerca de El Ocotal se sumó
nuevamente a la Brigada Campesina de Ajusticiamiento Martín Nario Organes, Samuel, quien llegó acompañado de siete
campesinos miembros de una sola familia, con él eran ocho. La familia iba
encabezada por Talante un viejo de
unos 60 años de edad con rasgos indígenas, se incorporó con sus tres hijos y
sus tres nueras. Ismael el mayor era
esposo de Rosalba; El Volador estaba casado con Celia y Rufino era pareja de Minerva.
Llegaron un día lunes y contaron que habían recibido vejaciones por parte del
Ejército por eso se unieron a la guerrilla. Explicaron que un buen día llegaron
a sus casas los soldados y arrasaron con sus sembradíos de maíz y con sus
chivos. Junto con sus esposas estuvieron un tiempo prisioneros en el cuartel de
Atoyac donde vieron a Lázaro
(detenido en El Río Chiquito) “a quien tenían vendado de los ojos y atado de
pies y manos”. El Volador, hijo de Talante,
tenía unos 20 años y era un excelente conocedor de la sierra por eso le dieron
la comisión de guía.
Esos
días el Ejército enfiló sus baterías hacia la sierra de Tecpan y el 27 de
agosto en Fincas Viejas recuperó un FAL y un mosquetón que la guerrilla le
había quitado a soldados del 50 Batallón de Infantería durante la primera
emboscada el 25 de junio de 1972. Los guerrilleros con Lucio a la cabeza estaban
cerca, el 29 de agosto caminaron todo el día y por la tarde se mojaron porque
les llovió muy fuerte. “Casi oscureciendo detuvimos la marcha, descansamos
junto a un marihuanal; ahí se puso a
hervir maíz y fríjol y aquello salió sabrosísimo, era la primera vez que lo
comíamos, no recuerdo que compañero dio la idea; se hizo una pequeña reunión y
nos dormimos”.
Para
esas alturas el grupo de Lucio Cabañas lo formaban once guerrilleros: Rutilo,
René, Roberto, Gabriel, Eusebio, Edi Carlos,
Arturo, César, Martín, Carlos y Lucio, su principal
alimento era lo que la madre naturaleza les daba, el 30 de agosto encontraron
en el camino unos cuajinicuiles, cortaron sus vainas maduras y comieron hasta
llenarse, luego echaron a las mochilas para llevar.
Fue
ese día cuando por la radio escucharon una noticia que los llenó de emoción y
esperanzas. “Ya como a las tres de la tarde iniciamos la marcha, subíamos un
largo trecho y descansamos, se prendió la radio y oímos algo que nos llenó de
alegría: José Guadalupe Zuno había sido secuestrado por miembros del FRAP;
pensamos de inmediato que el secuestro del suegro del presidente, aunado al de
Rubén Figueroa, podría ser la llave que abriera las cárceles y nos permitiera
la libertad de los compañeros presos y desaparecidos”.
El
Ejército no paraba en detener a los guerrilleros que se movían para recoger el
dinero del recate. Simón que había
llevado 370 mil pesos a la sierra fue detenido cuando regresaba y entregó a Cándido a finales de agosto. Poco
después detuvieron a José María cerca
de Zacualpan cuando bajaba rumbo al puerto de Acapulco buscando establecer
contacto con David. Luego que
detuvieron a Simón un helicóptero
comenzó a rondar la zona cerca de Las Trincheras e Ixtla. Les pasó muy cerca
cuando la guerrilla caminaba a poca distancia de La Vainilla llevando a los
secuestrados.
El
Obispo de Cuernavaca Sergio Méndez Arceo también intervino para agilizar la
liberación de Rubén Figueroa, por medio de Javier Olea se reunió con Rubén
Figueroa Alcocer quien le pidió hiciera gestiones para liberar a su padre.
“Entonces me vino a la mente la idea de una carta para Lucio, ya que Rubén Jr. tenía
posibilidades de hacérsela llegar. En esa carta yo invocaba, por muchos
motivos, la liberación de Figueroa y sus compañeros (…) Nunca recibió
respuesta. Pero un día me pidieron audiencia, con pretexto de hablarme de un
sacerdote enfermo, dos señoritas. Ya en mi presencia me pusieron en las manos
un sobre con copias del tercer comunicado de Lucio Cabañas, y una copia
autógrafa de un carta del Ing. Rubén Figueroa al presidente de la República”,
dijo Méndez Arceo a Luis Suárez. Los documentos en cuestión los hizo llegar a
Rubén Figueroa Alcocer por medio de Javier Olea.
“La
segunda intervención fue así: Me encontraba yo en el Seminario Conciliar de
México en un curso de renovación, de un mes, con muchos otros obispos. Una
tarde llegó el padre Bonilla para decirme que me pedía el servicio de ser
depositario y de dar un testimonio por escrito, de veinticinco millones de
pesos para ser entregados al mismo padre Bonilla cuando el secuestrado
regresara a su casa sano y salvo. Después de reflexionarlo, y no obstante los
riesgos, acepté y redacté un recado. Me consta que ese recado llegó a Lucio”.
El 2 de septiembre de 1974 Jacob Nájera Hernández, fue
sacado por la policía judicial de la casa de sus suegros en San Jerónimo de
Juárez y luego fue desaparecido. Ahora en su honor la escuela preparatoria de
ese lugar lleva su nombre. Carlos Bonilla Machorro escribió en su libro Ejercicio de guerrillero que cuando
salieron con Inocencio Castro hacia la costa para establecer contacto con la
guerrilla al primero con vieron fue a Jacob Nájera, pero no les supo dar razón
de donde tenían al senador.
El día
que detuvieron el maestro militante del Partido Comunista y del Movimiento
Revolucionario del Magisterio (MRM) se preparaba para presentarse dar clases en
la escuela primaria Benito Juárez donde trabajaba, pero le mandó a decir el
director que no se fuera porque lo andaban buscando un grupo de judiciales. Por
eso Jacob estaba sentado en la hamaca, cuando un grupo de agentes que viajaban
en coches negros y cafés, que iban al mando de Isidro Galeana Abarca lo sacaron
del interior de la casa y luego se lo llevaron. Hasta la fecha nada se sabe de
él. Isidro Galeana Abarca dijo después que lo entregó a los soldados en la Y Griega
de Atoyac.
En esos días Rubén Figueroa Alcocer había estado en el
cuartel de Atoyac y había ofrecido un millón de pesos a cada oficial que
participara en el rescate de su padre y lo entregara vivo, comentó después el
capitán Elías Alcaraz. Por eso soldados de la patrulla Martín y Vicente
pertenecientes a la fuerza de tarea Atoyac, comandadas por el teniente coronel
Juan López Ortiz se pusieron en marcha hacia la región de El Quemado.
La expedición, que llevaba como guía al joven Leonardo
de la Cruz Martínez, José María, salió el 5 de septiembre de Atoyac y como a las
tres de la tarde se internó por el monte de la colonia Buenos Aires. Al subir
el día 6 encontraron dos campesinos guerrilleros a los que José María delató y dieron datos del rumbo que llevaba el grupo con
Rubén Figueroa.
La
guerrilla con Figueroa descendió hasta la sierra baja y en el lugar conocido como La
Polvosa, el 7 de septiembre de 1974, cayó peleando el guerrillero Prisciliano
Medina Mojica, Juan, se le encasquillo
el M-1 por eso ya no pudo tirar y los soldados los remataron. Su cuerpo quedó
tirado en medio de la carretera que va de Cacalutla al Quemado. Después se supo
que fue sepultado en la orilla del camino.
La versión de la guerrilla
en el libro Lucio Cabañas y el Partido de
los Pobres. Una experiencia guerrillera en México dice: “Este caso sucedió
cuando uno de nuestros compañeros iba a explorar la carretera para que pasáramos
con el viejo (Figueroa); eran varios los compañeros los que iban a explorar el
paso: Juan, Antonio, El Gato, y Ramón, éste tenía que vigilar la parte
Sur, Juan la parte Norte, pero no le hicieron así, pues Ramón sí se quedó en el lugar indicado, mientras Juan no y en lugar de eso se fue a
explorar y dejó sólo el lugar de la guardia; Ramón vio a tiempo a los soldados que venían de El Carbón (El
Quemado) y se hizo a un lado de la contracuneta escondiéndose bien, los otros
compas no sabían nada de los guachos, así que cuando venían de explorar fueron
descubiertos por los soldados quienes les dispararon; el compa Antonio, que era quien venía adelante,
pasó la carretera corriendo y disparando, el compañero que le seguía, Juan, quiso hacer lo mismo pero fue
inútil, porque lo recibieron con una ráfaga de FAL y lo hirieron, por lo cual
ya no pudo seguir corriendo, sino que quedó en el suelo, disparando hasta que
quedó muerto por la balas del enemigo”. Dice Moisés que entre Antonio
y Juan mataron seis soldados éste
día.
El resto del grupo estaba
cerca y escucharon los balazos, esperaron y “primero salió El Chango, de ahí El Gato, de ahí Ramón, de ahí Sabás, de
ahí el Gallo Negro y Juan fue el que faltó”, recuerda la
guerrillera Rosario quien era pareja
de Juan. De
hecho, ese día Rosario estaba
comisionada para ir a la exploración pero Juan
tomó su lugar y fue así que murió enfrentando a los militares.
Eneida
Martínez en la tesis Los alzados del
monte. Historia de la guerrilla de Lucio Cabañas, recoge el testimonio de
la guerrillera Rosario: “En esa exploración
me tocaba a mí (…) el ‘Gato’, el ‘Chango’, yo supuestamente iba a ir, y Ramón, y yo no fui porque él [Juan] no me dejó, porque ya estaba muy
feo, me dijo Juan ‘tú ya no vas a ir,
voy a ir yo en lugar tuyo’. Se fue él a explorar el campo (...) Pues ya estaba
la emboscada, ya estaba cercado ahí la carretera, ya era una emboscada que
estaba ahí y ellos fueron a explorar ese lugar (...) les empezaron a tirar [los
soldados] a ellos, pero ya Juan había
atravesado la carretera del aquel lado, asegún
[sic] vieron el ‘Chango’ y Ramón, que Juan alcanzó a pasar y fue al primero que le dieron. Entonces dice
él que le dieron en las piernas, Juan
cayó a media carretera, y ellos quisieron sacarlo entre Ramón y el ‘Chango’ (...) quisieron hacerle frente al gobierno
pero no pudieron, porque era mucho el gobierno, sino que ellos se fueron,
corrieron y ahí dejaron a Juan (...)...él
siguió tirando, él estaba tirado se dio con el gobierno, se le encascajó el M1,
ya no pudo tirar, se le encascajó y ya ahí fue donde lo mataron el gobierno”.
Después
del enfrentamiento, el resto de la comisión logró huir y llegar al campamento donde
se encontraba los demás de la Brigada con los secuestrados, todos éstos
escucharon los disparos y supusieron de un encuentro del grupo explorador con
los militares. A pesar de que Ramón,
el “Chango” y el “Gato” habían visto caer a Juan
no quisieron decir nada al resto de los brigadistas, sobre todo Ramón quien se encontraba al frente de
la dirección: “Entonces yo les digo a ellos ‘¿y Juan?’, ‘No, pues por a’í debe de andar’ (...) pues si no sale pues
ya sabes lo que se ha dicho aquí el que salió salió y el que no pues ni modo
(...) si cayó en batalla cayó y el que se la salvó la salvó pues”.
“Pero
la noticia de la muerte de la pareja de Rosario
finalmente tuvo que ser revelada a todos los brigadistas: ‘me sentí que me
quedé sola, ya no me sentía a gusto’, ese era el terrible sentimiento que la
embargaba, pues no sólo perdía a un compañero de lucha sino también a su pareja
sentimental, pero eso dolor no podía detener su marcha pues el Ejército les
venían pisando los talones”, asentó Eneida Martínez.
Y efectivamente el 7 de septiembre de 1974, en la noche Ejército y
guerrilleros durmieron como vecinos.
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