Víctor
Cardona Galindo
Don Arcadio
Martínez Javier, uno de los padres de familia fallecidos en la masacre del 18
de mayo de 1967, es recordado como un excelente toreador y hombre hábil en el
manejo del machete en la danza de El Cortés.
Mariano Arroyo Vázquez lleva más de 50 años representando la Danza del Cortés. |
Otro de los
caídos esa fecha que era bueno para torear al Cortés fue Prisciliano Téllez
Castro, más conocido por Piche, hombre de gran valor, honrado y trabajador: “Cuando
un Año Nuevo u otro festejo el Cortés hacía acto de presencia, Piche pedía
prestada una cuchilla y un zarape a los toreadores y enfrentaba por gusto al
enmascarado, éste trataba una y otra vez de aporrearlo con una y otra mano pero
no lograba tocarlo siquiera en medio del griterío de la gente. Al final Piche
solía darle uno o dos golpecitos en las pantorrillas del Cortés como diciendo
¡Te gano! Y regresaba cuchilla y zarape que le habían prestado”--Dice su
hermano Cristino Téllez.
Como dije antes, son pocos los virtuosos a los que no llega
a tocar el Cortés. El secreto consiste en torear con la cuchilla siempre en
alto, viendo fijamente la espada del Cortés y sus movimientos.
El cronista atoyaquense Eduardo Parra cuenta que en el
siglo XIX fue famoso un maestro llamado Tadeo Gómez quien en su juventud representaba
al Cortés, quien “apaleaba a cuantos se le acercaban, excepto a dos señores,
Bonifacio Fiel y Leonardo Barrientos, cuyos cuerpos eran intocables para las
cuchilladas de don Tadeo Gómez, porque sus cuchillas se deshacían de tantos
golpes”.
En la comunidad del Ticuí Santos Martínez Guillén es el
heredero de la tradición de la danza del Cortés. Tiene más de 60 años bailando
y asegura que en el siglo antepasado “la danza fue traída al municipio de
Atoyac de Álvarez por los señores Gervasio, Fortino, Agustín, Abrahán, Pedro y
Juan Martínez, Fernando Zamora, Nicolás
Fierro y Tiburcio Rebolledo”. Ellos a su vez heredaron el amor por la danza a
sus hijos. Por eso Santos Martínez aprendió a bailar a los 13 años de edad,
enseñado por su padre Bulfrano Martínez.
Santos Martínez dice que “el total de los integrantes de
esta danza son doce, incluyendo al Cortés que es el único que baila, los demás
nada más dan vueltas en el centro de la pista, hasta que el Cortés termina de
bailar, para que después entren los demás integrantes a torearlo”.
Rafael Arzeta Cervantes escribió que “cuando torean, el Cortés
tiene que darles tres golpes con la cuchilla al toreador en turno, uno en la
pierna izquierda, otro en la derecha y el último en la cadera”.
En 1953, los
señores J. Merced Benítez y Bonifacio Acosta sacaban sendas danzas en las
calles de Atoyac. Ahora en San Juan de las Flores personifica el Cortés, José
Serafín Vázquez. En el Rincón de las Parotas, Mariano Arroyo Vázquez; en el
Ticuí como dije antes, Santos Martínez Guillén y en la Colonia Juan Álvarez,
Demetrio Vargas Martínez; todos tienen más de 60 años. Por lo que se corre el
peligro de que la danza desaparezca.
La elaboración
de la indumentaria para la danza también tiene su ritual. Las cuchillas se elaboran
de árboles que son especiales para eso, como el algodoncillo y el teteperro. La
yegua puede ser de tamarindo, de cacahuananche o de cucharo, con el aro de
bejuco de Cortés, una planta trepadora también conocida como peineta.
Don
Florentino Castillo Martínez es quien ha elaborado desde hace muchos años las
máscaras de la danza del Cortés y del Macho, hace también el tambor de Parota.
Llegó a montar un tiempo la danza del tigre de la cual también elaboraba las
máscaras. Dice que las máscaras del Cortés se hacen de madera de bandejo o de
cucharo. Para él la danza del Cortés es la más chingona para el disfrute
del público, recuerda que él aprendió todo lo relacionado con la danza en la comunidad
de Los Tres Pasos, donde la sacaban don Amado Morales y Emilio Hernández.
Mariano
Arroyo Vázquez nos comentó que en los años sesenta del siglo pasado era don
Lucio Castillo Hernández quien personificaba el Cortés en el Rincón de la
Parotas, pero como ya estaba grande le pidió que él se quedara con el papel el
12 de diciembre de 1960 y desde entonces la baila.
En el
Rincón de las Parotas, Galdino Reynada Barrientos hace toda la indumentaria
desde la yegua, el tambor y las máscaras.
Mariano
explicó que la máscara que porta en la danza la hizo Jesús Fierro Valadéz hace
50 años de un árbol conocido como Jiote,
terminándola de hacer se la entregó y él la hirvió en el Nijayote del Nixcome, para
que no se rompiera con el uso, luego le dibujó las facciones y le ha durado los
cincuenta años que lleva personificando al Cortés.
Ellos
hacen el tambor de Parota con cuero de venado o de jabalí. Cuando el cuero es
de Jabalí el sonido es más fino.
Demetrio
Vargas Martínez tiene 60 años, dice que después de marcar la raya los
toreadores deben de entrar a la izquierda, sólo se tiran tres golpes que tienen
que estar dirigidos a los costados y a las piernas. Está prohibido tirarles a la
cabeza, el golpe debe de “ser de fajo está prohibido tirar de filo o de punta”.
Don
Feliciano Martínez, era cajero, y antes de morir tenía la preocupación de saber
a quién heredarle el tambor. Le preocupaba que quien lo heredara no supiera dar
los tonos del Cortés, al final tomó una buena decisión y la danza siguió.
Hay
muchos improvisados que se aventuran a tocar el tambor, pero no saben dar el
tono.
Por eso a
los viejos que personifican el Cortés, y que lo han hecho por más de medio
siglo, les inquieta saber a quien le van
a dejar la yegua, tiene que ser alguien que sepa bailar. “Los cajeros” tienen
que buscar un heredero que siga la tradición y quién hará las máscaras al morir
Galdino y don Florentino, porque la que usaba Demetrio después de 40 años se rompió
y habrá que hacer otra, con las facciones del Cortés y con las barbas de cuero
de venado.
El
toreador y cajero Eusebio Martínez Ochoa comenta: “el que sabe bailar la danza
del Cortés da un buen espectáculo” y dice que la danza es ancestral, arraigada
por lo bravío de la zona ya que a principios del siglo pasado eran comunes los
duelos a machete, los hombres vestían con gabán al hombro y abajo el machete,
dispuestos a batirse con quien les diera el gusto.
Para
confirmar lo anterior basta con dar un vistazo a los periódicos oficiales que
se publicaron entre 1901 y 1910, en donde informan que en diferentes caminos
del municipio de Atoyac, los hombres se batían a duelo a machete limpio con
trágicas consecuencias.
Muchas
veces la esquina que conforman las calles Guadalupe Victoria y Agustín Ramírez,
de la ciudad de Atoyac fueron testigos de la confrontación a machete limpio de
dos contrarios que de esa manera arreglaron sus diferencias.
En este
contexto torear el Cortés ha sido como practicar defensa personal o darse el
gusto de pelear a machetazos, sin riesgo de ser herido por las cuchillas de palo.
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