Víctor Cardona Galindo
Los sobrevivientes de la isla de Clipperton. Foto: Internet. |
Para entrar en materia diremos que la famosa isla
fue descubierta entre 1519 y 1521 por Fernando Magallanes, que la bautizó como
Isla de la Pasión. Aunque otras fuentes aseguran que el descubridor de esa
porción de tierra fue Álvaro Saavedra que la denominó como Médanos y ocurrió en
1521. En lo que todos coinciden es que muchos años más tarde sería la guarida
del famoso pirata inglés Jonh Clipperton, de quien heredó el nombre y por eso
mismo se ha dicho que en ese lugar dejó escondido un cuantioso tesoro.
Clipperton está a mil doscientos kilómetros de
Acapulco. Hasta allá llegó una guarnición militar del ejército mexicano,
enviada por Porfirio Díaz a ocupar la isla que en ese momento se disputaba con
el gobierno francés que la reclamaba como suya. Dicho destacamento militar
estaba encabezado por el capitán Ramón Arnaud Vignón y el teniente Secundino
Ángel Cardona.
El joven oficial del ejército mexicano Ramón Arnaud
y su esposa casi adolescente Alicia Rovira desembarcaron recién casados,
vivieron ahí cinco años de felicidad, después vendría la tragedia. Eran once
soldados los que conformaban la guarnición bajo las órdenes de Arnaud, que
llevaban a sus hijos y soldaderas. Según Laura Restrepo en su libro La Isla
de la Pasión llegaron a Clipperton el 30 de enero de 1908.
La isla estaba poblada por “cangrejos, cuyos
caparazones eran de rojo brillante” y gran cantidad de pájaros bobos. Ramoncito
y Alicia Arnaud Rovira nacieron en la isla, la última en 1911. Olga nació en
una pequeña estadía que tuvieron en la ciudad de México en 1913.
Cuando Porfirio Díaz abandonó la presidencia, Ramón
Arnaud vino a tierra firme y pidió al presidente Madero que le renovara las
órdenes de permanecer en la isla, pero cuando hacia los preparativos para
regresar, entonces se dio el golpe de estado que llevó el poder a Víctoriano
Huerta. El joven militar ya le había cobrado amor a la isla por lo que buscó
que el gobierno del dictador lo enviara de nuevo a Clipperton. Lo logró.
Tomando como fuente al historiador José Manuel López
Victoria, el 26 de diciembre de 1913, el capitán segundo Ramón Arnaud, su
esposa doña Alicia Rovira y demás familias estuvieron en Acapulco para embarcarse
a Clipperton. Se embarcaron hasta el 7 de enero de 1914 en el Korrigan II, con sus
tres pequeños hijos y Altagracia Quiroz. “Iban también el subteniente Picazo y
diez soldados para la guarnición de Clipperton, el guardafaros Francisco Solano
y el teutón Gustavo Schultz, empleado de una compañía guananera, quien regresó al
poco tiempo”.
Los habitantes de la isla no sabían que al triunfar
la revolución constitucionalista el ejército huertista fue disuelto y “con él
el 43 Batallón de Infantería acuartelado en Acapulco, al que pertenecía la
guarnición de Clipperton” comenta Ramón Sierra López
De ahí nadie se interesó por rescatar a los
mexicanos que se encontraban en Clipperton, máxime si se trataba de miembros
del ejército huertista, enemigos del nuevo gobierno y a la falta de provisiones
vino la enfermedad. Comenzaron a morir los hombres y mujeres adultas por
escorbuto. La mayoría de los menores se salvaron porque para ellos estaban
reservados los tres cocos que las palmeras producían por semana. En 1915
sepultaron 15 personas.
También la naturaleza se ensañó con ellos. Dice
López Victoria “El 4 de octubre de 1916 azotó a la isla un despiadado temporal,
que averió el faro y destruyó el almacén de las provisiones. Cuando todavía no
aminoraba el temporal el capitán Arnaud, un teniente, un cabo y un soldado
tomaron un bote para ir en busca de ayuda para sus familias, el 5 se hicieron a
la mar y murieron ahogados al hundirse el bote”.
El 6 octubre, la viuda de Arnaud tuvo su cuarto
hijo. Luego nacería Guadalupe Cardona hija de Tirsa Rendón.
El único soldado sobreviviente, el guardafaros, el negro
Victoriano Álvarez, sometió a las mujeres abandonadas a sus más bajos instintos
y se proclamó Rey de Clipperton. “Acompañaban a la viuda de Arnaud, Tirsa Rendón,
Juana Nolasco y Altagracia Quiroz. La tragedia tomó dimensiones de terror,
porque el negro Álvarez asesinó a Juana Nolasco y a la pequeña hija de uno de
los soldados muertos en el naufragio” y torturó a Altagracia Quiroz quemándola
de los brazos.
Dice Ramón
Sierra López que “Ellas, que habían quedado solas sorteando tempestades y
hambrunas y la angustia de ver morir paulatinamente a sus seres queridos, un
día de los tantos insoportables agregaron un martirio más a su larga espera;
envuelto en escasísimos hilachos que acrecentaban más su fealdad, apareció el
negro Victoriano”.
Cuando el guardafaros aparece sólo vivían la esposa
de Arnaud, Alicia Rovira, los tres hijos de estos: Alicia, Olga y Ramón;
Altagracia Quiroz, Juana Nolasco que fue asesinada por el Negro; Rosalía Nava,
Francisca y Antonio Irra, los tres hijos de soldados y Tirsa Rendón. Los
hombres ya habían muerto, a uno lo mató un tiburón y a otros los había matado
el escorbuto. Arnaud y Secundino murieron ahogados existe la versión de que fue
una mantarraya volteó la endeble embarcación en navegaban siguiendo un barco
real o imaginario que se perdía en el horizonte.
Dice Miguel González Avelar en su libro Clipperton
Isla Mexicana que “un soldado que había vivido aislado por el rumbo del faro,
en el otro extremo de Clipperton. Era el colimense conocido como el Negro Victoriano,
que había tenido dificultades con Arnaud por razones de disciplina, había sido
confinado al área del faro y librado a sus propias fuerzas. Medio viejo,
fibrudo, estevado y de mal carácter, náufrago entre los náufragos tenía
sobradas razones para odiar a las sobrevivientes”.
“De aquel desdichado grupo hizo su pueblo, su
servidumbre y su corte, pues llegó a proclamarse entre todos rey de
Clipperton”. A quien la misma mañana que desembarcó el bote con marinos
americanos, Tirsa lo mató martillazos.
Con astucia Tirsa Rendón preparó una comida, de
pájaros bobos que habitaban en la isla. Escribe López Victoria, “La hizo en el faro donde asistieron las
mujeres sometidas y cuando el negro comía, Tirsa lo mató a martillazos, de esa
manera se libraron del tirano” y ese mismo día pasó el barco norteamericano Yorktown que las
rescató y las llevó sanas y salvas a Salina Cruz Oaxaca.
Eran once sobrevivientes que rescató el buque norteaméricano
Yorktow y los llevó a Salina Cruz donde desembarcaron el 21 de julio de
1917.
A su
regreso de la aventura que vivió en Clipperton Tirsa Rendón Hernández, ya
viuda, se quedó con a vivir con su hija Guadalupe en Atoyac, en la colonia
Sonora, donde se alquilaba de peona, de caporal, cortaba y pilaba café. Vendía
mezcal en un pequeño expendio que tenía en las márgenes del arroyo Cohetero que
en ese tiempo arrastraba todavía agua limpia.
Doña
Julia de Jesús Téllez de 88 años, describe a Tirsa Rendón como una mujer “alta
delgada blanquita, de ojos chinos y grandes, al principio lavaba ajeno,
planchaba y vendía blanquillos de gallina. Llegó con su hija Lupe que había
nacido en una isla y después se encontró un marido que la mantenía”.
“Tirsa
era trenzuda, para trabajar se recogía el cabello y se hacía una panocha, hacía
pan cuando llegó y después sembró una huerta por el rumbo del Ocotal”.
Ramón Sierra López cronista de Tecpan escribe la
biografía de Tirsa Rendón Hernández en su libro Tecpan historia de un pueblo
heroico basándose en el testamento que ella dejó antes de morir en 1949.
Tirsa dejó asentado en su testamento que “al cabo
de cuatro años los que vivieron estuvieron alimentándose con carne de pescado y
huevos de pájaros”.
Así fue como la protagonista de la verdadera
historia de La Isla de la Pasión doña Tirsa Rendón Hernández, vivió y
murió en la colonia Sonora en la calle cerrada de Boca Negra cerca del arroyo
Cohetero.
Todas las noches se hizo un ritual que don Isaías
Rendón Gómez le contara a sus hijos la historia que le transmitió su madre de
lo que en realidad pasó en Clipperton. Ahora el coreógrafo Isaac Rendón Reyes
“El Chaca” es el heredero de esa historia y la cuenta con pasión.
Doña Tirsa, originaria de la población de Santa
María municipio de Tecpan de Galeana, fue a dar a la Isla de Clipperton como
esposa del teniente del ejército federal, Secundino Ángel Cardona. “Fue la
valiente que, en la verdadera historia, le dio muerte al ladino que las tenía
sometidas”.
Laura Restrepo describe a Tirsa Rendón como “una
muchacha morena, maciza de carnes, oblicua de ojos y de carácter irreductible”.
Dice que su esposo Secundino Ángel Cardona Mayorga nació el 1 de julio de 1987
en las goteras de San Cristóbal en Chiapas, era de origen humilde. Un indio
chamula.
Describe una fotografía de Tirsa Rendón “Tiene el
pelo lacio y lo lleva toscamente recortado en redondo, con un fleco sobre la
frente que se va alargando a los costados, para pasar a duras penas por debajo
de las orejas. Eso, más el hecho de que su piel, de por si oscura, está
retostada por el sol, más su aspecto levemente masculino, le dan una apariencia
similar a la de ciertos indígenas del Amazonas. Lo cual no quiere decir que sea
una mujer fea. El suyo es un rostro atractivo, hurañamente hermoso, que
sobresale entre los demás”.
“La madurez de la mirada, la arrogancia de la ceja
izquierda caída y la derecha arqueada. En el momento en que ésta fotografía fue
tomada, Tirsa tenía un aspecto duro y primitivo, pero no ingenuo. A ella no la
tomaron por sorpresa, ni en la foto ni en la vida, ni tampoco en la estrecha
cercanía de la muerte”.
Dice Laura Restrepo que Tirsa ante todo fue una
soldadera, mujer de pasmosa sangre fría y de fortaleza machorra. “La dura, la
que no sabía de poesías ni creía en el más allá, de gran fuerza física y
valor”.
Muchas veces define a Tirsa en su libro “La brava,
la fuerte, la que conseguía, ella sola, tres cuartas partes de toda la comida
que consumían”. Tuvo una niña que se llamó Guadalupe Cardona, grande y
resistente, y Tirsa le dio pecho a su hija y al hijo de Alicia Rovira.
A Perril comandante del Yorktown le llamó la
atención “La que parece más resuelta y de personalidad más enérgica es Tirsa
Rendón, la viuda del teniente de la guarnición. Tan pronto llegó, pidió prestada
la máquina de coser de la intendencia, y sin perder tiempo, se puso a fabricar
prendas de dril para los niños”. Eso dejó asentado el militar norteamericano en
su cuaderno de anotaciones.
El
Chaca la describe como una mujer valiente y astuta que de niña “se crió con
leche de cabra por eso era muy fuerte, trabajaba de peona y herraba ella sola
las vacas”. Cuenta que una vez golpeó a un hombre con la espada que fue de su
esposo y que trajo de Clipperton, lo dejó sin sentido y aprovechando que el
hombre no se movía lo enredó en un petate y mandó a su hijo Isaías a tirarlo al
arroyo Ancho que en ese momento estaba crecido. Pero en el camino el hombre se
quejaba por eso Isaías lo bajó del burro y lo desató. El hombre jamás volvió a
molestar a Tirsa.
Dice El
Chaca que a Tirsa no se le dio su lugar en la película, “ella fue quien mató al
negro en la isla de Clipperton, nadie le ayudó”. A parte de Guadalupe la hija
del teniente Secundino Ángel Cardona, Tirsa fue madre de Isaías, Micaela y
Alicia. “Tirsa Rendón era tan fuerte que era capaz de atender sola su parto,
así tuvo sus hijos y los educó de una forma salvaje pero con mucho amor, los
hizo fuertes, porque era una mujer sola y con su valor se hizo respetar”.
Lamentablemente
Tirsa murió cuando su hizo Isaías tenía 18 años. Antes ya se había filmado la
película.
Hasta
la calle cerrada de Boca Negra llegó el Indio Fernández para que ella le
contara la historia, “pero ella a ver que no le ofrecían ningún crédito le dio
información falseada, porque le vio fines de lucro”. Isaac Rendón comenta que
en las publicaciones se dice que a su abuela le dijeron como matar al negro,
pero la verdad es que ella lo hizo sola “no hizo plan con nadie, a ella le
salió el coraje y ella sola mató el negro, porque era una mujer salvaje. Las
otras eran frágiles o damas de sociedad”.
Isaac
dije que en 1941 bajo la dirección de Indio Fernández montaron el drama en
Atoyac. Se presentó en Cine Álvarez, invitaron a doña Tirsa y cuando llegó
anunciaron “ya llegó la heroína”, pero al entrar le cobraron la admisión de
ella y de sus tres hijos. Cuando estaba la presentación ella se reía porque la
obra no encajaba en la realidad. Antes de que terminara el drama abandonó el
cine y lo dijo a Isaías que los esperaba del otro lado del arroyo. “Se fue
molesta porque le cobraron la admisión y ya no quiso los honores que pretendían
darle al final”.
Cuando
Tirsa llegó esa noche a su casa le dijo a su hijo “tráeme un mezcal”, luego
sentada en la hamaca le narró a Isaías la verdadera historia de Clipperton.
Después a menudo se la contaba hasta que murió. Por eso Isaías se la relataba a
sus hijos para que supieran lo que fue su abuela.
Con
muchos esfuerzos doña Tirsa compró una parcela por el rumbo del Ocotal, en
ejido del Rincón de las Parotas donde sembró con sus propias manos una huerta
de café que cultivaba sola con su hijo Isaías. Trabajaba mucho “mataba y capaba
marranos ella sola”.
Estando
en Atoyac se carteaba con Alicia Rovira, “se quisieron mucho, por eso le puso
Alicia a su hija menor, que aún vive en la colonia Sonora”. Isaac dice que
había una foto donde venía Tirsa en la proa del barco que las rescató, con la
gorra de militar de su esposo y con su hija Lupe en los brazos. “Tenía muchos
documentos, pero un día que le dijeron que le iban a formular un consejo de
guerra porque había matado a un militar, ella se enojó y destruyó todo los documentos
incluyendo la bitácora del barco en que se vinieron”.
“Incluso
ella se escapó de Salina Cruz luego que se bajaron del barco, porque las mismas
mujeres que venían con ella le decían que la iban a enjuiciar por haber matado
a un militar. Ella como pudo se vino con una monedas que al llegar aquí se dio
cuenta que no valían nada. Se quedó en Atoyac por estrategia, por si la
buscaban por el crimen, no se fue con su familia a Santa María”. Está sepultada
en el panteón viejo de Atoyac, junto a su hija Guadalupe Cardona.
Clipperton
dejó de ser territorio mexicano en 1931, por un fallo favorable a Francia, que
emitió el árbitro el rey italiano Víctor Manuel III.
Este
año una veintena de expedicionarios visitaron la isla, como parte del proyecto The Clipperton Projet, la encontraron
hecha un basurero, con gran cantidad de plástico. (El Sur 27/03/2012) “Hay
desechos que datan de los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados
Unidos pretendió hacer en la isla una base militar. De aquella época quedan
cientos de municiones abandonadas”.
De
ésta expedición “Las embarcaciones debieron quedar a 150 metros de la orilla, y
los tripulantes lechar con rompientes de 4 metros de altura sobre kayaks, que a
veces volteaban y con ello se perdían provisiones que trasladaban para la
estancia”. Informó Jon Bonfiglio, cabeza de la última expedición a la Isla de
la Pasión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario