Víctor
Cardona Galindo
El
sábado 30 de diciembre de 1989 el PRD llamó a su militancia a concentrarse el
31 para evitar que tomara posesión el presidente electo del PRI. El día primero
de enero de 1990 el presidente del Consejo Consultivo de Comisarios Adrián
Araujo, tomó protesta como presidente municipal a Octaviano Roque Ruíz y a su
Comuna Popular Revolucionaria. Tomás Gómez Ruíz, de Zacualpan, dimitió y en su
lugar asumió como sindico Jesús Valdez Lucena, de El Paraíso.
La
llamada “Madre del PRD” doña María
Manríquez Cuevas saludando a Andrés
López
Obrador en una de sus visitas a
Atoyac, observa Amadeo Valdez Rayo.
Foto: tomada del muro de Amadeo
Valdez Rayo.
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Ese día
el PRD estatal anunció la instalación de 22 gobiernos municipales populares en
igual número de Ayuntamientos, entre ellos Atoyac. Pero también ese día se vino
la tragedia, horas antes del cambio de autoridades municipales, el plantón
perredista de Coyuca de Benítez fue agredido a balazos. En el ataque murieron
los campesinos: José Manuel Palacios Cárdenas, Bernabé Flores Torreblanca y
Clemente Ayala Torres, este último fue atropellado cuando una camioneta pick up
atravesó una barricada montada en las calles aledañas al Palacio Municipal.
“Cuando
les quitaron las piedra, autos chatarra y otros obstáculos del Palacio Municipal
de Coyuca los Vargas ametrallaron a nuestros compañeros… Se refugiaron en la
casa de Andrés Berdeja y ahí se defendieron a tiros de metralla, antes en la
fallida fuga mataron a José Manuel Palacios Cárdenas”, informó El Reportero el miércoles 3 de enero de
1990.
El
cronista de Coyuca de Benítez Octavio Navarrete Gorjón en su libro Monografía de Coyuca de Benítez escribió
“la noche vieja de 1989, se produjo un zafarrancho entre las calles Venustiano
Carranza y Niños Héroes, que dejó como saldo varios muertos, militantes del
PRD. Los hermanos Roberto y Pedro Vargas Acosta, que fueron los que dispararon
contra el retén perredista, se refugiaron en la casa de Andrés Berdeja
Hernández, ciudadano que nada tenía que ver con problemas políticos, a pesar de
que su hermano Francisco Berdeja Hernández fue el que presidió el Comité
Electoral Municipal y se ausentó del municipio inmediatamente después de las
elecciones, entregando la constancia a Natividad Salas en Chilpancingo”.
En las
indagaciones ministeriales se habla que “el día 31 de diciembre de 1989 llegó a
Coyuca de Benítez un vehículo Ford Galaxie, LTD, modelo 1981, con placas de
circulación MGT325, en el que viajaban los señores Joel Lázaro, Gerardo Chávez
Vega, Roberto Vargas Madero, Pedro Vargas Madero e Ismael Ávila Ríos, quienes
llegaron a la casa de Andrés Berdeja, y que entre las tres y cuatro de la
madrugada del día 1 de enero de 1990, los ocupantes de dicho vehículo, al pasar
por un costado del negocio denominado ‘El Negro José’, donde se encontraban los
señores Bernabé Flores Torreblanca, José Manuel Palacios Cárdenas y Clemente
Ayala Torres, ‘y sin haber discusión alguna, los ocupantes del vehículo
dispararon sus armas quedando muertos los dos primeros nombrados, y a Clemente
Ayala Torres lo trasladaron, para su atención médica, al Hospital General de
esta ciudad de Acapulco, Guerrero, lugar en donde falleció”. La gente enardecida
rescató el cadáver del nosocomio y lo regresó a la ciudad de Coyuca.
Al día
siguiente, para reforzar a los de Coyuca, llegaron perredistas de Atoyac, San
Jerónimo y Tecpan de Galeana, de éste último municipio murió Roberto Castañeda
Díaz quien era originario de la comunidad de Villa Rotaria.
En el caso de Atoyac se formó una comisión para apoyar
a los compañeros de Coyuca de Benítez, el grupo fue encabezado por Oscar Rivera
Leyva, Elio Dionicio Ponce y Ricardo Lucena Basave, hombres valientes que con los
años caerían abatidos por las balas, en distintos momentos y por muy diversas
circunstancias. Otro grupo, de hombres menos valientes, nos fuimos a la toma de
protesta de Salvador Flores Bello a Tecpan de Galeana. El nuevo alcalde puso a
unos de sus seguidores a gritar “Viva el Tigre de la democracia” y en los
pretiles del Ayuntamiento había hombres armados con M-1 y M-2, quienes
mantuvieron los fusiles en alto mientras duró el evento, recuerdo que los de
Atoyac nos reímos de ese acto de presunción y desfachatez.
Cuando estábamos en el evento de Tecpan, al medio día
de ese primero de enero, el doctor Reynaldo Soria denunció el ataque que habían
sufrido los militantes de Coyuca de Benítez. Terminando el acto se formó una
comisión para ir en apoyo de los compañeros agredidos. En Atoyac Oscar Rivera escogió
a los hombres que irían al refuerzo, la mayoría llevaba con “queso las
tortillas”. Los de Tecpan iban desarmados. Por la tarde, al regresar la
comisión que fue a Coyuca, Ricardo Lucena venía herido de una pierna y un
compañero de Tecpan había muerto.
Según
diversos testimonios aproximadamente setenta personas de Tecpan se trasladaron
a Coyuca de Benítez, para apoyar el sitio que se tenía al domicilio de los
Berdeja Hernández, en el interior de dicho inmueble se encontraban Andrés
Berdeja Hernández, Roberto Vargas Madero, Pedro Vargas Madero y Ramiro Vázquez
Ibarra que hacían disparos y aproximadamente a las cinco de la tarde, Roberto
Castañeda Díaz fue alcanzado por las balas y otras cinco personas salieron
heridas y a las 11 de la noche los
sitiados fueron sacados del domicilio por agentes de la Policía Judicial.
Después
de las indagatorias el Ministerio Público concluyó que quienes causaron la
muerte de Clemente Ayala Torres, Bernabé Flores Torreblanca y José Manuel
Palacios Cárdenas, respondieron a los nombres de Pedro y Roberto Vargas Madero,
quienes el día y hora de los hechos, en compañía de otras personas, y a bordo
de un vehículo Ford, Galaxie, modelo 1981, con placas de circulación MGT235,
del Estado de México, dispararon sobre los perredistas, motivo por el cual se
iniciaron los hechos violentos. Por ésta acción el gobierno también giró orden
de aprehensión contra los líderes: David
Molina Francisco, Orlando Romero Romero, Fernando Valdovinos Flores, Praxedis
Rodríguez Luna, Carlos Gallardo Salgado, María Flores y Crescencia Benítez
Celis. Andrés Berdeja Hernández los acusó de incendiar su casa.
Los
Berdeja eran hijos del líder coprero Julio Berdeja, por eso muchos lamentaron
ésta confrontación. Los asesinos se refugiaron en Estados Unidos, el gobierno
mexicano nunca realizó correctamente las diligencias por eso no pudo
concretarse su extradición, para que pagaran por su crimen.
El
martes 2 de enero de 1990 por la tarde, los cadáveres de Clemente Ayala Flores,
Bernardo Flores Torreblanca fueron sepultados, Roberto Castañeda Díaz fue trasladado
a Tenexpa. El cuerpo de José Manuel Palacios fue llevado a El Zapote. Clemente
Ayala vivía en Atoyaquillo pero era de la sierra de Tecpan de Galeana.
Algunos
testimonios dicen que a Roberto Castañeda Díaz lo mató su curiosidad. Llegó en
una comisión encabezada por Elizabeth Román López y como a las cinco de la
tarde se acercó a ver dónde habían matado a los compañeros y de pronto salió un
disparo de adentro de la casa de los Berdeja. Parece que aquellos pensaron que
ya los habían descubierto y empezaron a disparar a los curiosos, que en su
mayoría eran de Tenexpa. Un solo disparo mató a Roberto. Ahí comenzó la
balacera de nuevo. Jorge Salas y Reynaldo Soria rescataron el cuerpo en medio
de la balacera.
El
crimen de Coyuca enardeció a los perredistas y se reforzaron los plantones, el
movimiento se radicalizó, muchos comenzaron a decir que el cambio pacífico no
era posible que el gobierno solamente entendía por la vía de las armas.
El
sábado 6 de enero de 1990 hubo una manifestación en Coyuca de Benítez que
encabezó Cuauhtémoc Cárdenas, todos fuimos. De ese plantón recuerdo a Bartolo
Guzmán Martínez quien era comandante de la policía popular, siempre traía en la
mano una resortera y un morral lleno de piedras de río. Práxedes Rodríguez Luna
era un hombre muy valiente, un día que bloqueamos la carretera nacional, él solo
se atravesó y paró el tráfico a pesar de que un camión estuvo a punto de
atropellarlo.
Los
priistas también comenzaron a defenderse, el 12 de enero de 1990, miles de militantes
acapulqueños se manifestaron en contra de la violencia, la marcha la encabezó
el líder estatal, Israel Soberanis Nogueda.
Aunque hay
que reconocer que en el PRD hubo muchos provocadores, había gente que proponía
ir a disolver por la fuerza el Ayuntamiento priista de Atoyac. Por eso otras de
las fechas que recuerdo muy bien es aquel domingo 25 de febrero de 1990, cuando
toda la mañana estuvimos esperando que se reuniera la gente para llevar a cabo
una marcha mitin. Como a la una de la tarde partió el contingente, la idea era
hacer una parada de protesta en el Ayuntamiento priista. Caminamos por la calle,
Juan Álvarez y luego Aldama, hasta llegar a la Comuna del PRI donde don Pedro
Magaña Ruíz nos recibió con una pistola en la mano. Junto con su policía apostada
en la azotea de la casa cortaron cartucho y apuntaron a la muchedumbre. Al ver
al señor decidido, con su revolver en la mano, muchos corrieron. Fueron pocos
los que permanecieron en su lugar, Wilibaldo Rojas le decía: “Don Pedro, Don
Pedro no disparé contra su pueblo”. Y al ver la tensión que existía, Wilibaldo
se sacó una carta de la manga diciendo que queríamos dialogar aunque ese no era
el objetivo. La marcha se había propuesto cerrar ese Ayuntamiento. Hay que
reconocer que el señor “los tenía en su lugar”, pero también era un político
formado en la práctica. Aceptó el dialogo con una comisión de cuatro: Guadalupe
Galeana Marín, Jesús Sosa Nava, Wilibaldo Rojas y Rubén Ríos Radilla. Don Pedro
dijo que ahí no había condiciones para discutir, porque en esos momentos estaba
sólo, se citó para las cinco de la tarde a una comisión de seis. Después que
salieron los compañeros de dialogar con Pedro Magaña partimos rumbo a la plaza,
donde se realizó una asamblea informativa. A las cinco de la tarde la comisión
asistió a la cita que se tenía con el PRI en las oficinas de la Secretaría de
Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH), donde se dialogó sin sacar nada
constructivo. Nadie renunciaba a sus posiciones.
La
lucha amenazaba cada día con radicalizarse más, el jueves
primero de marzo de 1990, en la madrugada la policía antimotines desalojó el
Ayuntamiento de Igualapa que se encontraba tomado por los perredistas. Para
esas alturas la revista Por Esto!
publicaba fotos de hombres armados, se hablaba de un grupo guerrillero que ya
incursionaba por el rumbo de la Unión de Montes de Oca. Un fotógrafo encapuchó
a los miembros de la policía popular de Atoyac y luego la foto salió publicaba
en la Por esto! Esa revista era la
que más se vendía en el puesto de periódicos. Octaviano Roque llegó a declarar
que si no había solución favorable “de aquí nos vamos a la guerrilla”.
El 2 de
marzo de 1990 se hablaba que el error de los perredistas, en su máxima extensión
de la palabra, era haber declarado ante la opinión pública estar dispuesto al
uso de las armas en acciones radicales. No se debió dar a conocer que se estaba
armado, porque ahora la opinión pública estaba preparada para un una represión
más violenta y sangrienta. Los perredistas, con sus declaraciones y fotos con
gente armada, contribuían a que la sociedad tuviera un mal concepto de la lucha.
Ya para entonces el movimiento comenzaba a desgastarse, los líderes poco se
presentaban al plantón. Para entonces ya se prefiguraban los grupos que tenían
pasados distintos y prácticas distintas. Muchos de los que estaban en el
plantón no creían en las elecciones y empujaban hacia acciones violentas,
pensaban que del PRD surgiría la Revolución. Otros planteaban pactar con el
gobierno cuanto antes, pero también había líderes que hasta la fecha no se
explican que “chingaos” hicieron ahí.
El
martes 6 de marzo de 1990 ocho palacios municipales fueron tomados por la
fuerzas policiacas, ocho personas fueron asesinadas, ocho desaparecidas, 30
lesionados y una docena detenidas.
El
movimiento se mantuvo hasta el 12 de marzo de 1990, cuando para calmar los
ánimos, mediante un acuerdo político, se formó un consejo municipal presidido
por Jaime Coria Gómez y Amadeo Valdez Rayo como síndico procurador. Mientras don
Pedro Magaña fue postulado como candidato a diputado federal suplente y después
llegó a ser diputado local. También en Coyuca se formó un consejo municipal que
presidió Antonio Olivar Campos.
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