Víctor Cardona Galindo
Conocí
a Octaviano Santiago Dionicio, cuando don Filemón Pérez corría en El Ticuí
buscando gente, diciendo –este si es güevon, lo chingó el gobierno pero no se
rajó.
No
fueron muchos los ticuiseños que se acercaron a recibir al candidato a
presidente municipal del Partido Socialista Unificado de México (PSUM). El
mitin se improvisó frente a una llave de agua pública que estaba a un lado del
viejo tamarindo que tiraron para hacer el nuevo zócalo.
La
porra emocionada coreaba “Octaviano seguro, al PRI dale duro”. A cada arenga
del candidato se respondía con esa emotiva consigna. Eran los tiempos duros
para la izquierda y sólo se competía para no perder el registro.
Ahí
Octaviano dirigió, a la poca concurrencia, un apasionado discurso. En ese
tiempo este cronista era un niño. No recuerdo lo que dijo pero me quedé
emocionado. La imagen que tengo de aquel Octaviano es un pantalón beige, con una camisa blanca manga larga
y zapatos cafés.
Santiago
Dionicio es un líder histórico, uno de los más limpios que ha dado este
municipio, es ejemplo de lealtad y congruencia con sus ideas, siempre ha sido
de izquierda, nunca ha claudicado, que para estos tiempos de políticos
chapulines es un gran valor. Ha denunciado permanentemente las torturas de las
que fueron objeto él y otros luchadores sociales en el tiempo de la Guerra
Sucia. Asimismo no ha dejado de exigir la presentación con vida de los
desaparecidos políticos.
Octaviano
nace el 22 de marzo de 1951 en Atoyac, hijo de Juana Dionicio Hernández y de
Manuel Santiago Zamora. Vio la luz en el número 11 de la calle Vicente Guerrero
mejor conocida como La Calle Grande. Estudió en la Escuela Primaria del Estado
“Juan Álvarez” y luego pidió, que lo inscribieran en la “Modesto Alarcón” en
donde se encontró con Lucio Cabañas, a quien había conocido en una reunión a la
que asistió acompañando a su madre.
Siguió
sus estudios en la Escuela Secundaria Federal número 14 “Mi patria es primero”,
donde fue dos veces presidente de la sociedad de alumnos. Más tarde se fue a
estudiar a la normal rural de Ayotzinapa “Raúl Isidro Burgos”, ya estaba a
punto de graduarse como maestro normalista, cuando se fue a la sierra con Lucio
Cabañas Barrientos.
Fue
miembro del grupo iniciador del Club de los Jóvenes Democráticos. En 1964, a
los 13 años, con la candidatura a la presidencia de la república de Ramón
Danzós Palomino, salió por primera vez como activista político de izquierda y
así se ha mantenido hasta la fecha.
Militante
de la Juventud Comunista de México de 1966-1970, luego del Partido Comunista
Mexicano de 1970 a 1971, deja esa organización para pasar al Partido de los
Pobres que dirigía Lucio Cabañas Barrientos de 1971 a 1976. Por sus ideas y
participación política cayó preso siete veces. Los periodos más largos fueron cuando
estuvo encarcelado de 1971 a 1976 y de 1978 a 1982. Ocasiones en las que fue
torturado brutalmente.
La voz
de Octaviano siempre ha sido importante para el movimiento popular y
universitario. Estando en la cárcel envió al Congreso de la Federación de
Estudiantes Universitarios Guerrerense (FEUG) -realizado en junio de 1979- una
ponencia, misma que fue publicada en 1980 en la que narra acontecimientos del
movimiento estudiantil de la Universidad Autónoma de Guerrero.
Cuando
fue liberado en 1976, el gobernador genocida Rubén Figueroa Figueroa lo quiso
convertir en policía político. Como Octaviano no aceptó fue amenazado de muerte
y de volver a la cárcel, por eso lo siguieron hostigando. Acorralado en Guerrero
se fue a Querétaro donde fue detenido por la policía de ese estado el 30 de
septiembre de 1978; esta vez lo torturaron 40 días judiciales y miembros de la
Dirección Federal de Seguridad. Lo acusaban del asesinato de Obdulio Ceballos.
Algunas
veces lo quisieron asesinar en la cárcel de Hogar Moderno de Acapulco, de donde
salió en 1982. Mientras estuvo en el penal dio clases a los presos y muchos
llegaron a estimarlo.
En una
ocasión el licenciado Soto Ramírez denunció que se preparaba un atentado en
contra de Octaviano, los colonos tocaron
los rieles en señal de alarma y más de mil 500 personas se plantaron afuera de
la cárcel de Hogar Moderno. Gracias a esa movilización salieron libres, además
de Octaviano, Juan García Costilla, Aquilino Lorenzo, Arturo Gallegos Nájera,
Guillermo Bello López y Juan Islas Martínez, durante el periodo de Alejandro
Cervantes Delgado.
Octaviano
Santiago Dionicio fue candidato a senador de la república por el PSUM. Ha sido
candidato a presidente municipal de Atoyac por el Partido Socialista Unificado
de México en 1986 y por el PRD, en el 2002. Fue presidente del PRD en Acapulco,
y presidente estatal de ese mismo partido y diputado local. Su última batalla
ha sido por la formación de la Comisión de la Verdad que tomó protesta el 17 de
abril de este año ante el Congreso del Estado y que investigará las
desapariciones forzadas del periodo que comprende 1969 a 1979.
En las
últimas fechas Octaviano Santiago Dionicio atraviesa una penosa enfermedad que
ya lo ha mandado varias veces al hospital y lo mantiene inactivo; sin embargo,
el atoyaquense es fuerte y ha resistido los embates del mal. En uno de esos
lapsos que la enfermedad le dio una tregua tuvimos la oportunidad de
entrevistarlo y habló de sus proyectos. Se ha propuesto escribir un libro de
sus muchas experiencias en la lucha de izquierda.
Octaviano
nos habló que estudió hasta quinto año en la escuela primaria “Juan Álvarez” y
que siguiendo a sus amigos del alma se cambió a la “Modesto Alarcón” en sexto
año, donde recibió clases de Serafín Núñez Ramos. Narró la vida clandestina que
llevaba el Partido Comunista en Atoyac en aquellos años, cuando permanentemente
eran acechados por policías políticos como Wilfrido Castro Contreras y otro de
apellido Ochoa.
Para
burlar la vigilancia del gobierno se reunían en diferentes casas: “donde
Roberto Arzeta, Isidoro Sánchez, Juan Mata Severiano, Hilda Flores y la
vivienda de Dagoberto Ríos Armenta”.
Con
emoción Octaviano Santiago se acuerda cuando en 1964 salió por primera vez a la
calle a pegar propaganda y a realizar pintas a favor de Ramón Danzós Palomino.
La célula de partido la encabezaba Lucio Cabañas y Serafín Núñez, “la visita a
los pueblos era un asunto primordial, porque Lucio era poco dado a las
reuniones de escritorio”.
Dice
que iba en quinto año de primaria cuando acompañó a su madre a una reunión de
cafetaleros, ahí escuchó un discurso de Lucio Cabañas contra los caciques y
contra el envenenamiento del río: “El discurso fue muy contundente y me gustó”.
Luego, cuando tuvo la oportunidad de saludarlo en la escuela “Modesto Alarcón”
se emocionó con la presencia del futuro guerrillero y desde entonces quedó
ligado a la lucha.
Allá
por 1969, la dirección nacional de Partido Comunista convocó a un concurso para
hacer el logo, el lema y un himno a la Juventud Comunista. La convocatoria
incluía la formación de nuevos núcleos juveniles. Por eso Pedro Martínez y
Octaviano llegaron a formar más de 50 núcleos en Atoyac, San Jerónimo y Tecpan.
Por este trabajo fueron premiados, les regalaron un cuadro del Che Guevara y otras cosas: “El cuadro le
quedó en reguardo al Negris”.
Lucio
Cabañas le tuvo mucha confianza. Octaviano Santiago siendo muy joven se
convirtió en recadero de la guerrilla iba y venía de la sierra llevando parque
y cartas.
Ya en
1969 estaba involucrado en el movimiento normalista con miembros del comité
directivo de la Normal de Ayotzinapa, por los embates del gobierno decidieron
reunirse en el Ticuí y alrededor de 20 estudiantes concurrieron a la casa de
Antonio Hernández. Pero al pasar el “pango” Wilfrido Castro y Ochoa les pisaba
los talones, “gente que siempre nos perseguía”.
Octaviano
Santiago dio el aviso a sus compañeros, pero no todos pudieron escapar por las
huertas, algunos fueron detenidos. Israel Rebolledo se quedó con él a esperar a
los militares, que entraron a la casa de Antonio Hernández, los detuvieron
tirándolos de los cabellos y se los llevaron a la fábrica de hilados y tejidos,
luego al cuartel de El Calvario, después al puerto de Acapulco de donde su
madre los rescató.
Sobre
ésta detención, en el Archivo General de la Nación hay una ficha que informa de
los hechos ocurridos el 17 de agosto de 1969 en el que: “fueron detenidos por
militares de la 27 zona el Lic. Tirio Fernández Lugarrique y 6 estudiantes en
el Ticuí, porque se les sorprendió tratando de agitar el mencionado poblado. Se
les decomisó un mimeógrafo, 19 revistas de la URSS de fechas atrasadas”.
Los
estudiantes detenidos fueron: “Jesús Santiago Nogueda estudiante de la Escuela
Secundaria, Israel Rebolledo Flores estudiante de la secundaria de 18 años,
Octaviano Santiago Dionicio de 18 años según los datos estudiante de Escuela
Normal Rural ‘Guadalupe Aguilera’ del estado de Durango, Ramiro Onofre Gudiño
18 años estudiante de la normal rural de Ayotzinapa, Antonio Rodríguez Díaz 18
años del Ticuí y estudiante de Ayotzinapa, J. Luis Gudiño Vázquez 18 años
estudiante de Ayotzinapa”. Según el mismo reporte.
“Con
estas detenciones el Ejército y la DFS disolvieron una reunión en El Ticuí en
el que participarían estudiantes de diversas normales del país. Los militares y
la Policía del estado y la DFS sitiaron El Ticuí”.
En
otra ocasión Octaviano fue a la cárcel por repartir y pegar volantes, fue el 18
de mayo de 1970, cuando lo detuvieron en la madrugada en la ciudad junto con
Valentín Nava Cabañas y otros, “la consigna era pegar el volante, pero donde no
pudiéramos pegar por el acoso de la policía entonces teníamos que tirarlo
dentro de una camioneta o por debajo de la puerta de las casas”.
En
hechos paralelos ese día también la policía detuvo a dos jóvenes que trabajaban
en una camioneta: “los agarraron sin deber nada”. Uno de ellos era hijo de don
Julio Hernández Hinojosa y el otro de Agustín Mesino.
Don
Julio Hernández Hinojosa era comisariado ejidal de San Martín de la Flores y
vino a reclamar a su hijo, del cuartel lo mandaron al Ayuntamiento, donde lo
detuvo la judicial que lo entregó al ejército. Lo acusan de haber regalado unos
cocos cuando la guerrilla pasó por su huerta por tal motivo fue trasladado al
cuartel de Acapulco. Los soldados lo torturaron y lo castraron hasta matarlo.
Su cuerpo quedó tirado en el patio de la 27 Zona Militar y Octaviano lo vio en
una de sus salidas al baño. Le gritó a su madre que hacía guardia en la reja,
“aquí está un cuerpo parece que es don Julio”. Con doña Juana había periodistas
que difundieron esa noticia. “La muerte de don Julio nos salvó de ser
consignados, porque los militares para suavizar las cosas nos liberaron, aun
cuando ya nos habían fichado terriblemente”.
Don
Julio Hernández Hinojosa fue el primer muerto por las torturas del Ejército, en
ese periodo negro de la Guerra Sucia. Nadie pensó que las cosas llegarían a tal
grado porque era un hombre de trabajo, respetado y no tenía delito alguno.
Al día
siguiente, según informó el mismo gobierno, fueron puestos en libertad
Octaviano Santiago Dionicio, Josafat Hernández Ríos (hijo de don Julio), José
Isabel Radilla Solís, Valentín Nava Cabañas y Julián Castro Vázquez. Salieron
de las instalaciones de la 27 zona a las tres de la tarde del 21 de mayo.
Esta
es sólo una muestra de lo que Octaviano Santiago ha vivido. Hacemos votos para
que se recupere pronto y sigamos con ésta entrevista.
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