martes, 27 de noviembre de 2018

Octaviano Santiago Dionicio


Víctor Cardona Galindo 
Conocí a Octaviano Santiago Dionicio, cuando don Filemón Pérez corría en El Ticuí buscando gente, diciendo –este si es güevon, lo chingó el gobierno pero no se rajó.
No fueron muchos los ticuiseños que se acercaron a recibir al candidato a presidente municipal del Partido Socialista Unificado de México (PSUM). El mitin se improvisó frente a una llave de agua pública que estaba a un lado del viejo tamarindo que tiraron para hacer el nuevo zócalo.
La porra emocionada coreaba “Octaviano seguro, al PRI dale duro”. A cada arenga del candidato se respondía con esa emotiva consigna. Eran los tiempos duros para la izquierda y sólo se competía para no perder el registro.
Ahí Octaviano dirigió, a la poca concurrencia, un apasionado discurso. En ese tiempo este cronista era un niño. No recuerdo lo que dijo pero me quedé emocionado. La imagen que tengo de aquel Octaviano es un pantalón beige, con una camisa blanca manga larga y zapatos cafés.
Santiago Dionicio es un líder histórico, uno de los más limpios que ha dado este municipio, es ejemplo de lealtad y congruencia con sus ideas, siempre ha sido de izquierda, nunca ha claudicado, que para estos tiempos de políticos chapulines es un gran valor. Ha denunciado permanentemente las torturas de las que fueron objeto él y otros luchadores sociales en el tiempo de la Guerra Sucia. Asimismo no ha dejado de exigir la presentación con vida de los desaparecidos políticos.
Octaviano nace el 22 de marzo de 1951 en Atoyac, hijo de Juana Dionicio Hernández y de Manuel Santiago Zamora. Vio la luz en el número 11 de la calle Vicente Guerrero mejor conocida como La Calle Grande. Estudió en la Escuela Primaria del Estado “Juan Álvarez” y luego pidió, que lo inscribieran en la “Modesto Alarcón” en donde se encontró con Lucio Cabañas, a quien había conocido en una reunión a la que asistió acompañando a su madre.
Siguió sus estudios en la Escuela Secundaria Federal número 14 “Mi patria es primero”, donde fue dos veces presidente de la sociedad de alumnos. Más tarde se fue a estudiar a la normal rural de Ayotzinapa “Raúl Isidro Burgos”, ya estaba a punto de graduarse como maestro normalista, cuando se fue a la sierra con Lucio Cabañas Barrientos.
Fue miembro del grupo iniciador del Club de los Jóvenes Democráticos. En 1964, a los 13 años, con la candidatura a la presidencia de la república de Ramón Danzós Palomino, salió por primera vez como activista político de izquierda y así se ha mantenido hasta la fecha.
Militante de la Juventud Comunista de México de 1966-1970, luego del Partido Comunista Mexicano de 1970 a 1971, deja esa organización para pasar al Partido de los Pobres que dirigía Lucio Cabañas Barrientos de 1971 a 1976. Por sus ideas y participación política cayó preso siete veces. Los periodos más largos fueron cuando estuvo encarcelado de 1971 a 1976 y de 1978 a 1982. Ocasiones en las que fue torturado brutalmente.
La voz de Octaviano siempre ha sido importante para el movimiento popular y universitario. Estando en la cárcel envió al Congreso de la Federación de Estudiantes Universitarios Guerrerense (FEUG) -realizado en junio de 1979- una ponencia, misma que fue publicada en 1980 en la que narra acontecimientos del movimiento estudiantil de la Universidad Autónoma de Guerrero.
Cuando fue liberado en 1976, el gobernador genocida Rubén Figueroa Figueroa lo quiso convertir en policía político. Como Octaviano no aceptó fue amenazado de muerte y de volver a la cárcel, por eso lo siguieron hostigando. Acorralado en Guerrero se fue a Querétaro donde fue detenido por la policía de ese estado el 30 de septiembre de 1978; esta vez lo torturaron 40 días judiciales y miembros de la Dirección Federal de Seguridad. Lo acusaban del asesinato de Obdulio Ceballos.
Algunas veces lo quisieron asesinar en la cárcel de Hogar Moderno de Acapulco, de donde salió en 1982. Mientras estuvo en el penal dio clases a los presos y muchos llegaron a estimarlo.
En una ocasión el licenciado Soto Ramírez denunció que se preparaba un atentado en contra de Octaviano,  los colonos tocaron los rieles en señal de alarma y más de mil 500 personas se plantaron afuera de la cárcel de Hogar Moderno. Gracias a esa movilización salieron libres, además de Octaviano, Juan García Costilla, Aquilino Lorenzo, Arturo Gallegos Nájera, Guillermo Bello López y Juan Islas Martínez, durante el periodo de Alejandro Cervantes Delgado.
Octaviano Santiago Dionicio fue candidato a senador de la república por el PSUM. Ha sido candidato a presidente municipal de Atoyac por el Partido Socialista Unificado de México en 1986 y por el PRD, en el 2002. Fue presidente del PRD en Acapulco, y presidente estatal de ese mismo partido y diputado local. Su última batalla ha sido por la formación de la Comisión de la Verdad que tomó protesta el 17 de abril de este año ante el Congreso del Estado y que investigará las desapariciones forzadas del periodo que comprende 1969 a 1979.
En las últimas fechas Octaviano Santiago Dionicio atraviesa una penosa enfermedad que ya lo ha mandado varias veces al hospital y lo mantiene inactivo; sin embargo, el atoyaquense es fuerte y ha resistido los embates del mal. En uno de esos lapsos que la enfermedad le dio una tregua tuvimos la oportunidad de entrevistarlo y habló de sus proyectos. Se ha propuesto escribir un libro de sus muchas experiencias en la lucha de izquierda.
Octaviano nos habló que estudió hasta quinto año en la escuela primaria “Juan Álvarez” y que siguiendo a sus amigos del alma se cambió a la “Modesto Alarcón” en sexto año, donde recibió clases de Serafín Núñez Ramos. Narró la vida clandestina que llevaba el Partido Comunista en Atoyac en aquellos años, cuando permanentemente eran acechados por policías políticos como Wilfrido Castro Contreras y otro de apellido Ochoa.
Para burlar la vigilancia del gobierno se reunían en diferentes casas: “donde Roberto Arzeta, Isidoro Sánchez, Juan Mata Severiano, Hilda Flores y la vivienda de Dagoberto Ríos Armenta”.
Con emoción Octaviano Santiago se acuerda cuando en 1964 salió por primera vez a la calle a pegar propaganda y a realizar pintas a favor de Ramón Danzós Palomino. La célula de partido la encabezaba Lucio Cabañas y Serafín Núñez, “la visita a los pueblos era un asunto primordial, porque Lucio era poco dado a las reuniones de escritorio”.
Dice que iba en quinto año de primaria cuando acompañó a su madre a una reunión de cafetaleros, ahí escuchó un discurso de Lucio Cabañas contra los caciques y contra el envenenamiento del río: “El discurso fue muy contundente y me gustó”. Luego, cuando tuvo la oportunidad de saludarlo en la escuela “Modesto Alarcón” se emocionó con la presencia del futuro guerrillero y desde entonces quedó ligado a la lucha.
Allá por 1969, la dirección nacional de Partido Comunista convocó a un concurso para hacer el logo, el lema y un himno a la Juventud Comunista. La convocatoria incluía la formación de nuevos núcleos juveniles. Por eso Pedro Martínez y Octaviano llegaron a formar más de 50 núcleos en Atoyac, San Jerónimo y Tecpan. Por este trabajo fueron premiados, les regalaron un cuadro del Che Guevara y otras cosas: “El cuadro le quedó en reguardo al Negris”.
Lucio Cabañas le tuvo mucha confianza. Octaviano Santiago siendo muy joven se convirtió en recadero de la guerrilla iba y venía de la sierra llevando parque y cartas.
Ya en 1969 estaba involucrado en el movimiento normalista con miembros del comité directivo de la Normal de Ayotzinapa, por los embates del gobierno decidieron reunirse en el Ticuí y alrededor de 20 estudiantes concurrieron a la casa de Antonio Hernández. Pero al pasar el “pango” Wilfrido Castro y Ochoa les pisaba los talones, “gente que siempre nos perseguía”.
Octaviano Santiago dio el aviso a sus compañeros, pero no todos pudieron escapar por las huertas, algunos fueron detenidos. Israel Rebolledo se quedó con él a esperar a los militares, que entraron a la casa de Antonio Hernández, los detuvieron tirándolos de los cabellos y se los llevaron a la fábrica de hilados y tejidos, luego al cuartel de El Calvario, después al puerto de Acapulco de donde su madre los rescató.
Sobre ésta detención, en el Archivo General de la Nación hay una ficha que informa de los hechos ocurridos el 17 de agosto de 1969 en el que: “fueron detenidos por militares de la 27 zona el Lic. Tirio Fernández Lugarrique y 6 estudiantes en el Ticuí, porque se les sorprendió tratando de agitar el mencionado poblado. Se les decomisó un mimeógrafo, 19 revistas de la URSS de fechas atrasadas”.
Los estudiantes detenidos fueron: “Jesús Santiago Nogueda estudiante de la Escuela Secundaria, Israel Rebolledo Flores estudiante de la secundaria de 18 años, Octaviano Santiago Dionicio de 18 años según los datos estudiante de Escuela Normal Rural ‘Guadalupe Aguilera’ del estado de Durango, Ramiro Onofre Gudiño 18 años estudiante de la normal rural de Ayotzinapa, Antonio Rodríguez Díaz 18 años del Ticuí y estudiante de Ayotzinapa, J. Luis Gudiño Vázquez 18 años estudiante de Ayotzinapa”. Según el mismo reporte.
“Con estas detenciones el Ejército y la DFS disolvieron una reunión en El Ticuí en el que participarían estudiantes de diversas normales del país. Los militares y la Policía del estado y la DFS sitiaron El Ticuí”.
En otra ocasión Octaviano fue a la cárcel por repartir y pegar volantes, fue el 18 de mayo de 1970, cuando lo detuvieron en la madrugada en la ciudad junto con Valentín Nava Cabañas y otros, “la consigna era pegar el volante, pero donde no pudiéramos pegar por el acoso de la policía entonces teníamos que tirarlo dentro de una camioneta o por debajo de la puerta de las casas”.
En hechos paralelos ese día también la policía detuvo a dos jóvenes que trabajaban en una camioneta: “los agarraron sin deber nada”. Uno de ellos era hijo de don Julio Hernández Hinojosa y el otro de Agustín Mesino.
Don Julio Hernández Hinojosa era comisariado ejidal de San Martín de la Flores y vino a reclamar a su hijo, del cuartel lo mandaron al Ayuntamiento, donde lo detuvo la judicial que lo entregó al ejército. Lo acusan de haber regalado unos cocos cuando la guerrilla pasó por su huerta por tal motivo fue trasladado al cuartel de Acapulco. Los soldados lo torturaron y lo castraron hasta matarlo. Su cuerpo quedó tirado en el patio de la 27 Zona Militar y Octaviano lo vio en una de sus salidas al baño. Le gritó a su madre que hacía guardia en la reja, “aquí está un cuerpo parece que es don Julio”. Con doña Juana había periodistas que difundieron esa noticia. “La muerte de don Julio nos salvó de ser consignados, porque los militares para suavizar las cosas nos liberaron, aun cuando ya nos habían fichado terriblemente”.
Don Julio Hernández Hinojosa fue el primer muerto por las torturas del Ejército, en ese periodo negro de la Guerra Sucia. Nadie pensó que las cosas llegarían a tal grado porque era un hombre de trabajo, respetado y no tenía delito alguno.
Al día siguiente, según informó el mismo gobierno, fueron puestos en libertad Octaviano Santiago Dionicio, Josafat Hernández Ríos (hijo de don Julio), José Isabel Radilla Solís, Valentín Nava Cabañas y Julián Castro Vázquez. Salieron de las instalaciones de la 27 zona a las tres de la tarde del 21 de mayo.
Esta es sólo una muestra de lo que Octaviano Santiago ha vivido. Hacemos votos para que se recupere pronto y sigamos con ésta entrevista.

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