sábado, 13 de octubre de 2018

Crónicas del Palacio I


Víctor Cardona Galindo
El plantón
Aquel plantón que inició en diciembre de 1989, duró tres meses. Eran cientos de personas las que participaban en esa protesta, principalmente campesinos de todas las comunidades, que exigían se reconociera como presidente municipal a Octaviano Roque Ruíz, quien fuera el primer candidato perredista a la alcaldía. El Palacio Municipal estaba tomado y se cuidaba día y noche, se colocaban guardias en el callejón Nigromante, por la comandancia de la policía; en la principal entrada a la plaza Morelos, la esquina de la escuela primaria Juan Álvarez; en el callejón 5 de mayo, por los bancos; sobre la calle Independencia y por la entrada a la iglesia. El zócalo parecía mercado.
La profesora Guadalupe Galeana Marín es la cabeza
 ahora más visible del PRD en Atoyac, es fundadora
de ese instituto político, fue la primera síndica
procuradora en la historia del municipio y también
fue diputada local. Foto: tomada de su perfil de Facebook

Recuerdo que desde el inicio del plantón se nombró una comisión coordinadora. Ese movimiento fue muy bonito, además de participar en la lucha se vivieron romances, hubo incluso quienes consiguieron mujeres de por vida. Ya entrada la noche nos podíamos acurrucar en alguna parte del Palacio Municipal, en el kiosco y cualquier rinconcito oscuro era bueno para el amor.
Viene a la memoria un campesino de Cacalutla al que le apodaban La Rata Blanca, un grupo de priistas le gritó: “andas de pendejo en ese plantón” y él sin enojarse contestó “los pendejos son ustedes, porque yo desde que estoy en el plantón no sufro de comida y ya hasta tengo mujer”. Es que la gente se organizaba para todo: para asistir a marchas y mítines, para ir a pescar, para ir a botear. Los campesinos de Tenexpa se solidarizaban enviando camionetas llenas de plátanos, los de Hacienda de Cabañas llegaban con tinas llenas de pescado, igual los de Zacualpan y Cacalutla. Hubo campesinos perredistas acomodados como Leobardo Martínez que enviaron vacas y marranos que se sacrificaban en pleno zócalo. Comida no faltaba.
El Año Nuevo se reforzó el plantón, el padre Máximo Gómez llevó comida y se hizo acompañar de muchos se sus feligreses, ahí conocí a Lucio Galeana quien con el tiempo a pesar de ser priista llegaría a ser mi gran amigo. Si el Año Nuevo, hubieran caído a desalojarnos, se habría provocado una gran tragedia con muchos muertos. En ese tiempo estaban construyendo el hotel Alameda dentro se ocultaron muchos compañeros armados entre los que se encontraba Ricardo Lucena Basave y otros hombres valientes de El Paraíso y otras partes de la sierra.
Ese grupo de autodefensa se incorporó en todas las guardias, recuerdo a Porfirio con su M-1 y  Placido Domínguez con un casco, de los que Lucio Cabañas le quitó al Ejército, caminando por arriba de la bóveda de la iglesia armado también con su M-1. El Año Nuevo dio por irse la luz muchas veces, así que toda la noche estuvimos alerta. Llegó la noticia que en el plantón de Coyuca de Benítez fue atacado por unos pistoleros y habían matado a varios compañeros. Por mi parte sentí, que ese Año Nuevo, ni el con el Ejército nos sacaba de ahí.
El abuelo Chago
Nadie supo de donde vino, amanecía dormido todos los días bajo el monumento al general Juan Álvarez, el abuelo Chago, así comencé a llamarlo, portaba un machete grande como para chaponar huertas de café, usaba playeras o camisas de manga larga deslavadas por el uso, pantalones oscuros y un gorro rojo, a veces parecía un flaco muñeco de nieve.
El pomo (una botella de plástico de alcohol del 96) no le faltaba, siempre lo traía bajo la camisa, eso daba la impresión de que estaba armado con una pistola de grueso calibre.
El abuelo Chago era bajito de estatura, y delgado también; siempre hablaba con alegría aún a pesar de estar toda la noche bajo el sereno. Cuando el abuelo apareció eran tiempos muy difíciles, estaba tomado el Palacio Municipal por el Partido de la Revolución Democrática y gobernaba nuestro Atoyac la Comuna Popular Revolucionaria, toda la gente de la ciudad y las que estábamos en el plantón, vivíamos en completa tención. Cuando corrían los rumores de desalojo el abuelo se acercaba y me decía: “Vito ponte cabrón, si ves que los madrazos están duros córrele y déjame a mí, yo ya estoy viejo y a nadie le hago falta”.
Al poco tiempo de haber notado su presencia, el abuelo Chago, hacía guardia en el kiosco mientras yo dormía, siempre se preocupó por mí, aún recuerdo sus palabras: “cuídate muchachito”.
Se terminó la lucha por el Ayuntamiento; de todas maneras el abuelo, simpático como era, siguió su práctica de deambular por la ciudad, con su machete y pomo en la mano, cuando lo llegaba a encontrar me abrazaba. El abuelo Chago hablaba claro y tenía razón en lo que decía, se necesitaba cierto valor para participar en un movimiento como el nuestro. En ese tiempo éramos poco los jóvenes que participábamos en los movimientos yo apenas había cumplido 18 años.
Vino otra etapa de la lucha tomamos de nuevo el Ayuntamiento, el abuelo llegó hasta donde estaba a platicar conmigo, a dar consejos, con su pomo y su machete en la mano decía que moriría en la raya.
Llegó el momento, la policía del estado tomó por asalto el Palacio Municipal, al abuelo Chago se lo llevaron detenido junto con los demás y le tomaron fotos con plaquitas en el reclusorio de Acapulco; regresó golpeado de la frente, pidió a todos se le ayudara para comprar otro machete, porque el pomo era lo de menos, ya lo  conseguiría.
Después de que se lo llevaron al reclusorio, pocas veces volví a ver al abuelo Chago y no porque se haya escondido sino que yo me fui de estas tierras por un tiempo. Para mi las cosas se habían puesto color de hormiga. Luego me dijeron que el abuelo Chago fue encontrado muerto acostado en el pasto de la cancha Mariscal. El alcohol terminó por llevárselo.  
El abuelo Chago, de quien después supe se llamó Santiago Pastor Millán y que era originario de La Remonta, vivió como pocos, sin complicarse la vida, su única preocupación era conseguir el pomo de cada día. Vivió sin embiciones y sin envidias, no hizo daño a nadie, sólo fue el abuelo, para todos aquellos, que como yo, lo quisimos mucho.
El Partido de la Revolución Democrática y sus compañeros de viaje
A lo largo de sus 29 años de existencia el PRD, ha tenido varios compañeros de viaje, que lo acompañaron en tramos largos y cortos. En un principio estuvieron personajes como Ángel Navarrete Reséndiz quien fundó en Atoyac el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional con gente que venía del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), luego estuvieron Lucio Mesino Lezma y Pedro Rebolledo Málaga que figuraron como los principales líderes de la colonia 18 de mayo de 1967. La Coalición de Ejidos de Costa Grande muchas veces prestó sus grupos colectivos de trabajo para formar los comités de base. Incluso muchos de los golpeados en la represión del 11 de diciembre de 1989, eran de San Francisco del Tibor y militantes de la Coalición. Algunos tomamos los primeros cursos de periodismo y organización en esa central campesina y su oficina de prensa nos prestaba la matrizadora y el mimeógrafo para editar la propaganda. En el primer tramo el PRD caminó de la mano con la Coalición de Ejidos y luego rompió con ella para permitir la llegada de María de la Luz Núñez Ramos cuya relación fue muy tortuosa, sobre todo en aquel momento en que Arturo Martínez Nateras llamó a votar por Zedillo y por Mario Valdez, con su campaña “Votar por Zedillo es honrar a Colosio”. En esa coyuntura de 1994, las relaciones entre la gente de María de la Luz y el PRD se tensaron tanto que estuvieron al punto de romperse, pero la relación fue salvada por la masacre de Aguas Blancas y la lucha que propició la caída de Rubén Figueroa Alcocer.
Aunque luego vino aquella convención en 1996 que ganaron los miembros de la Coalición de Ejidos aliados al grupo de Guadalupe Galeana Marín. Zohelio fue candidato a la presidencia municipal, María de la Luz a diputada local. En esa elección el PRD de Atoyac tuvo dos diputadas porque Guadalupe Galeana llegó al congreso por la vía plurinominal y María de la Luz ganó el cuarto distrito.
Luego se abrieron las puertas al zeferinismo y a otras alianzas con el empresario gasolinero Pedro Brito García que venía del PAN y después el PRD abrió las puertas al aguirrismo que es en la etapa en que se encuentra ahora. Además que muchos militantes están con un pie dentro del PRD y el otro en Morena, seguramente con los días y de acuerdo como les vaya en la fiesta vendrá una etapa de definiciones, donde también saldrá favorecido el Partido del Movimiento Ciudadano.
Los fundadores
El Partido de la Revolución Democrática en Atoyac fue fundado por Octaviano Roque Ruíz, Rubén Ríos Radilla, Decidor Silva Valle, El Negris y María de los Ángeles Santiago Dionicio quienes comenzaron organizando el Frente Democrático Cardenista del Municipio de Atoyac, para respaldar la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. Desde un principio un oportunista que se llamó Ángel Navarrete Reséndiz que encabezaba el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN) el ferrocarril, quiso dirigirlos y sin haber trabajado por la construcción del frente municipal, les exigía ser el líder y controlar las mejores posiciones del comité.
Salvador Flores Bello era un dirigente regional venia de Tecpan Galeana y era coordinador de la campaña del Cuauhtémoc Cárdenas. También venía Silvestre Pacheco León desde Zihuatanejo quien traía propaganda del Partido Mexicano Socialista (PMS). La maestra Guadalupe Galeana Marín recuerda que al incorporarse ya conocía a Negris Silva desde los movimientos de las normales rurales donde estudiaron y por cuestiones del movimiento magisterial se llevaba también con Ángeles Santiago Dionicio, pero formalmente fue invitada a participar por Octaviano Roque Ruíz, Mireya Oms y María Manríquez. En la casa de José Ángel Navarrete se hizo la primera reunión.
Luego se fueron incorporando otros valiosos militantes. La primera comisión que fue a El Paraíso para invitar a Mario Valdez Lucena, para que se incorporara al movimiento, estuvo integrada por Fabio Tapia Gómez, Decidor Silva Valle, El Negris, y Octaviano Roque Ruíz.
Fue así como a principios de 1988, se formó el Frente Democrático Cardenista del Municipio de Atoyac para respaldar la primera candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas. El sucio de Ángel Navarrete de manera arbitraria hizo su estructura electoral, sin consultar tomó los nombres del padrón y los nombró representantes de casilla, resultó que muchos de esos representantes de casilla a los que se les envió nombramiento ya habían muerto y otros nos aceptaron porque eran priistas.
Por eso esa primera vez que vino Cárdenas, Guadalupe Galeana Marín le dio la bienvenida, la marcha se hizo del Arroyo Ancho a Zócalo. Para ilustrar éste hecho es significativo citar de nuevo aquí la nota publicada por La Jornada el 27 de marzo de 1988, escrita por Hermenegildo Castro.
“26 de marzo de 1988. En Atoyac, cuna del movimiento guerrillero de Lucio Cabañas y de un activo movimiento de izquierda, Cárdenas llegó caminando desde la entrada del pueblo y a la mitad del camino se encontró con la vigilancia de los soldados. Eran Jóvenes del 49 Batallón de Infantería, que se quedaron pegados a la pared. Amartillaron sus fusiles automáticos que, según los conocedores, eran G-3. No hubo ninguna provocación y la tención inicial se disipó. Los uniformados continuaron su camino hacia el cuartel del 49 Batallón de Infantería.
Ahí el candidato del FDN fue recibido con la plaza llena. Una plaza chica, para 2 mil personas bien apretaditas. Había tres banderas del PPS y el resto del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional; ni una del PARM, que tampoco trae propagandistas. Era una muestra de que la unidad entre los partidos del FDN no es cabal”.
En esa primera visita de Cárdenas este cronista de 17 años, observó el mitin desde las ramas de un camuchín, plantado en la esquina de la plaza, recuerdo en todo momento la figura sobresaliente de mi maestro y orientador vocacional Rubén Ríos Radilla. 



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