domingo, 24 de septiembre de 2017

Historia de Ayuntamiento V


Víctor Cardona Galindo
René C. García Galeana publicó el libro Apuntes para el año de 1919, escrito en forma manuscrita por don Patricio Pino y Solís primer cronista de Atoyac y a quien le tocó ser presidente municipal ese año. Gracias a este texto podemos ver todo lo que ocurría a su alrededor, desde las intrigas, la falta de lluvia, el pago de impuestos y los vaivenes del mercado local que sufría entonces una severa crisis por falta de moneda fraccionaria.
Eligio Laurel Ruiz fue presidente municipal en 1927,
  estando en el cargo murió el 21 de septiembre de 1927,
 durante un combate contra el rebelde Gabino Navarrete Juárez, 
en el Barrio del alto de El Ticuí. 
Foto: Archivo Histórico Municipal.

El libro forma parte de la colección “Guerrero para el mundo”. En el prólogo René C. García Galeana nos explica: “En sus páginas, don Patricio nos relata las incidencias ocurridas en Atoyac durante 1919, un pueblo sumido permanentemente en la zozobra por la guarnición militar flagelando el comercio y al Ayuntamiento municipal con préstamos para el pago de los haberes de la tropa, y por otro lado los revolucionarios de distintas facciones, exigiendo contribución de Guerra o prestamos forzosos”.
Este libro, pasó muchos años olvidado el archivo de José Castro Reynada, al fallecer éste, su familia se lo entregó a doña Juventina Galeana de García quien lo transcribió y otra vez fue dejado en el olvido hasta que René C. García Galeana, hijo de doña Juventina, lo desempolvó en el 2015 y lo publicó para que una gran parte del pueblo atoyaquense tenga acceso a él y se asome a 1919, un año escabroso de nuestra complicada historia.
Para entender lo que sucedía en 1919, basta recordar que el país era gobernado por Venustiano Carraza, que se popularizó el verbo “carrancear” en ese tiempo sinónimo de robar. Recordar que el general atoyaquense Silvestre Mariscal González llegó a ser gobernador de nuestro estado, pero el mismo Carranza lo mandó a llamar, por intrigas de la colonia española de Acapulco. Estando el gobernador en la Ciudad de México fue encarcelado el 26 de enero de 1918. Ante esto el gobernador interino de Guerrero Julio Adams se rebeló en contra de Venustiano Carranza y se vino la desaparición de poderes en nuestra entidad.
Mientras Mariscal estaba prisionero su gente, encabezada por Arnulfo Radilla Mariscal y Silvestre Castro García El Cirgüelo, se levantó en armas. A este movimiento se sumaron muchos revolucionarios como Amelia Robles y Pablo Cabañas Macedo. Al conocer del levantamiento Carranza mandó a combatirlos a los generales Rómulo Figueroa y Fortunato Maycotte con un ejército llamado “Los verdes”. Después de combatir con mucha fuerza la gente mariscalista se dispersó y se cometieron muchos actos de pillaje, por eso el 30 de julio de 1918, Silvestre Castro García, El Cirgüelo, se amnistió y se presentó en el puerto de Acapulco ante el general Fortunato Maycotte.
Después del indulto de El Cirgüelo,  Arnulfo Radilla fue aprehendido, el 27 de octubre, en San Andrés de la Cruz por las tropas de Rómulo Figueroa. Más tarde Silvestre Mariscal recuperó su libertad y se quedó en la Ciudad de México. Luego Arnulfo Radilla se fugó de la prisión de Chilpancingo y se mantuvo levantado en armas en la sierra de Atoyac.
Mientras el general Pablo Cabañas Macedo abandonó en noviembre de 1918 su campamento de El Paraíso, con Pablo Vargas se sumaron a las fuerzas de Jesús H. Salgado y a las de Jesús Sintora que operaba por el rumbo de Michoacán y a cada momento intentaba atacar a los pueblos de Guerrero manteniendo su asedio sobre La Unión, Zihuatanejo y Petatlán.
Para devolver la institucionalidad a Guerrero Venustiano Carranza envió una terna al Senado para que se eligiera el gobernador y el 12 de diciembre salió electo Francisco Figueroa como gobernador provisional.
En este contexto se desenvolvía políticamente don Patricio Pino y Solís quien tenía una larga trayectoria al servicio de su pueblo y fue presidente de Atoyac al menos en dos ocasiones. Dice René “una ocasión que los anales locales registran, como cuando Mariscal dispuso que se encargara de la presidencia provisionalmente, sustituyendo a partir del 2 de mayo de 1911 a don Julián Mesino, quien atemorizado por el levantamiento revolucionario abandonó la alcaldía, hasta el domingo 25 de junio, en que entregó el puesto a don Inés D. Mariscal”.
Como dije, estaba reciente el levantamiento Mariscalista, de 1918, en contra del gobierno de Venustiano Carranza, por eso el primero de enero de 1919 no se verificó el cambio de autoridades porque no hubo elecciones en diciembre en “virtud de que el general Rómulo Figueroa se negó a que funcionara el Ayuntamiento del año anterior, quedando el pueblo y todos sus barrios, excepto San Jerónimo sin autoridad civil y administrativa con perjuicio del comercio y demás gremios que toman participación en los negocios de la vida general”, comenta Pino y Solís.
Desde la aprehensión del gobernador Silvestre G. Mariscal no había autoridad formal en el estado de Guerrero, fue hasta principios de enero cuando Francisco Figueroa llegó a Chilpancingo procedente de la Ciudad de  México para hacerse cargo del gobierno. El nuevo gobernador convocó a elecciones, primero de presidentes municipales y luego de diputados locales. Al mismo tiempo que arreció el combate a los rebeldes que continuaban dispersos. Uno de los primeros en caer a manos del gobierno fue el general mariscalista Pablo Vargas.
A Patricio Pino y Solís no se le iba nada, todo lo anotaba, todo lo observaba, en sus Apuntes para el año de 1919,  consigna que el miércoles 29 de enero fue pasado por las armas y colgado en la salida de Atoyac Malaquías López originario de Coyuca, desertor del Ejército y de pésima conducta.
Dice que el 8 de febrero, el gobernador Francisco Figueroa, envió a al coronel Amado Olivar para pedirle a Juan Francisco Pino Cabadas, que ocupara la presidencia de forma provisional tan sólo para convocar a las elecciones y poner en posesión al Ayuntamiento electo.
Para el domingo 9 febrero, todos los días los soldados del destacamento militar salían a la sierra para traer ganado que robaban a particulares. El domingo 16 fue fusilado en San Jerónimo, Norberto de la Cruz. Antes habían fusilado a Víctor Noriega, ejecuciones ordenadas por el coronel Pérez.
El lunes 17 de Tecpan llegó la noticia que el 16 murió el rebelde Pablo Vargas. Al día siguiente Bruno Rosas es tomado prisionero en Acapulco, se le acusaba de ser desertor del Ejército. El teniente coronel Amado Guzmán despachaba asuntos judiciales y gubernativos “como si estuviéramos en plena tiranía; este militarismo que reina en la actualidad, el que sostiene las instituciones”, escribe don Patricio.
Los comicios municipales se realizaron el domingo 23 de febrero, don Patricio Pino y Solís participó en la contienda y resultó triunfador. El jueves 27 se instaló la junta electoral de 11 secciones que tenía el municipio de Atoyac en todas triunfó don Patricio Pino, ante la otra fórmula que encabezaba Rosendo Galeana.
“La comuna rindió protesta el sábado primero de marzo, acompañándolo como síndico procurador Pedro H. Gómez; como regidor Francisco Hernández, Patricio Rodríguez y Dionisio González, designando como secretario al joven Rufino Quiñonez; tesorero, Emiliano Gómez Ávila; primer juez menor propietario, Gabino G. Parra y suplente Cesareo Nogueda Gómez; segundo juez menor propietario, Epitacio Vargas y de suplente don Juan Fierro Armenta”, nos recuerda René García Galeana. Como agente municipal en San Jerónimo fue electo Antonio del Río.
El jueves 6 de marzo en el punto conocido como El Potrerito al norte de El Ticuí unos cinco soldados andaban arreando vacas ajenas, cuando desde el monte salió un disparo pegándole en la nuca a Margarito Radilla alías El Negro que cayó muerto al instante. Diario se presentaban percances como este.
“En la noche del jueves 6 de marzo, -escribe René García- su hermano Andrés, quien se encontraba viviendo temporalmente en la casa familiar de San Jerónimo, fue asaltado por soldados del destacamento militar exigiéndole dinero a cambio de su vida, temiendo que cumplieran la amenaza, les pidió un plazo razonable para conseguirlo entre sus amistades, pero no entendieron razones y como respuesta le dispararon con un mosquetón que milagrosamente no lo hirió, gracias a la oportuna intervención de su sobrina Julia, quien lo cubrió con su cuerpo tirándolo al piso para protegerlo de la furia de los desalmados, que se dedicaron a saquear la tienda contigua a la vivienda llevándose entre otros objetos trescientos pesos oro”.
Alarmado por los acontecimientos, que eran alentados muchas veces por los mismos jefes militares que se dedicaban a cometer tropelías, don Patricio solicitó una licencia temporal al Cabildo para separarse del cargo el 7 de marzo. En su lugar quedó el regidor Francisco Hernández, mientras él se refugiaba, del otro lado el río, con don Serapio Salceda administrador la fábrica de hilados y tejidos de El Ticuí. “Conste que el miércoles 5 del corriente, que llegó el coronel Pérez procedente de Chilpancingo por Acapulco, trajeron preso a dos Isidro Cortés, de Cacalutla, sin saberse la causa y lo metieron a la cárcel, pero este pidió amparo al juez de distrito de Acapulco, el cual fue concedido”, registró don Patricio.
Domingo 16. “El teniente coronel Guzmán y su tropa sigue cometiendo robos y atropellos y la gente parece que se está enfadando. Yo continúo en la fábrica desde aquí despacho los negocios más importantes del Ayuntamiento; mientras tanto está encargado ‘Chico’ Hernández y Pedro Gómez”.
El 23 de marzo hubo comicios para elegir diputados locales. El 27 registra el asesinato de don Isidro Cortés a manos del jefe del destacamento militar y perpetrado dentro de la cárcel. Señala como autor intelectual a Benito Gómez.
Hasta el 30 de marzo se regresó a Atoyac para asumir la presidencia, después que las autoridades pusieron a buen recaudo a los asaltantes, de su hermano, en el calabozo del fuerte de San Diego de Acapulco. “Se levanta mi cautiverio voluntario de 22 días que permanecí hospedado en la fábrica; el personal de la empresa fue muy atenta y obsequioso conmigo de lo que vivo muy agradecido. Me separé de la fábrica después de haberme despedido de cada uno de los empleados repitiéndoles mis agradecimientos por las finas atenciones que tuvieron para conmigo y salí con mi sobrino Juan y Rufino Quiñones que fueron por mí, a las 8:30 am”.
“En fin termina este mes dejándonos recuerdos muy ingratos a causa de la mala conducta que observaron las tropas leales que guarnecían las plazas de Tecpan; San Jerónimo y Atoyac, las que se constituyeron en una horda de bandidos desde el coronel Pérez, que los manda hasta el último soldado, todos son un hato de picaros, balandranes y asesinos”.
Después que se fue el coronel Pérez, llegó a la plaza el teniente coronel Antonio Reyes, quien llegó de San Jerónimo el 4 de abril a pasar la revista de la guarnición. El teniente estuvo en la oficina del Ayuntamiento conferenció con don Patricio para ofrecer sus servicios y el apoyo de la tropa. Por último le pidió le consiguiera un préstamo de cien pesos para socorrer el destacamento “quizá no resulte con buenas noches y al final de cuentas no paguen”, anotó el alcalde.
El sábado 3 de mayo, el coronel Francisco López le escribe de San Jerónimo solicitando que por conducto del Ayuntamiento se le consiga con el comercio de la plaza un préstamo de mil pesos, para pronto reintegro. El 5 a la una de la tarde los soldados del destacamento, capturaron, en la casa de Julia Castro, al soldado desertor Basilio Ventura, era de los del coronel Pérez, y al conducirlo al cuartel pretendió fugarse, le dispararon un tiro y quedó muerto.
El mayor Tadeo Arredondo, el miércoles 14, pide desde San Jerónimo que el Ayuntamiento les siga facilitando dinero para el destacamento. Para entonces Pino se queja que ya entregó a la tropa 790 pesos en préstamo y no hay para cuando paguen. Mientras tanto el teniente Antonio Reyes, jefe de la plaza de Atoyac, despacha asuntos judiciales que no son de su incumbencia, impone multas de hasta 55 pesos. El presidente municipal envía al síndico a San Jerónimo para acusarlo con el coronel López y aquel envía por Reyes.
Pero el sábado 24, el teniente Reyes regresa de San Jerónimo “dicho teniente vino con ínfulas porque hoy aprehendió a Luciano Reyes por cualquier cosa y lo remitió amarrado para San Jerónimo para que allá le juzgue sus cosas el coronel López convertido en autoridad judicial. Ahora ya enseñaron el cobre y ya sabemos a qué atenernos y la conducta que, como funcionarios públicos debemos observar”.



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