martes, 22 de agosto de 2017

Las parteras tradicionales


Víctor Cardona Galindo
Allá en mi pueblo, Los Valles, a las parteras les llamábamos “Abuela”. Las encargadas ayudar en los alumbramientos eran: Elvira Cruz, María de Jesús Escorza y Maximiana Martínez Torres, ellas se las sabían de todas todas, con sólo ver la barriga de una mujer sabían si nacería niño o niña, en sus manos nadie se moría. Grandes mujeres aquellas.
El año 2016 el Ayuntamiento de Atoyac, que encabeza 
el priista Dámaso Pérez Organes, a propuesta de un grupo 
de mujeres, entregó la presea al mérito civil “Hilda Flores
 Solís” a la partera María Gloria Olmedo Silva por sus
 40 años de servir a la comunidad aplicando sus conocimientos
 tradicionales y por su labor durante la contingencia del huracán
Ingrid y la tormenta tropical Manuel. Foto: Víctor Cardona 
Galindo.

Cuando yo vine al mundo, los vecinos eran muy solidarios para ayudar en un nacimiento, iban por la partera luego mataban una gallina y hacían el caldo. La gallina que murió para festejar mi nacimiento todavía no despertaba cuando la tomaron de una pata y la bajaron del palo para jalarle el pescuezo. Sus últimas fuerzas se fueron en aletazos, pero de comer no faltó ese día.
Maximiana Martínez estaba presente en la mayoría de los alumbramientos del pueblo, desde hacía ya varias generaciones, por eso muchos al verla pasar le besábamos la mano diciendo: “Abuela Chimiana”, ella contestaba diciendo “Dios te bendiga”.
Mi nacimiento estuvo marcado por un acontecimiento. Me rescataron de las llamas, porque se prendieron los trapos mojados de alcohol que habían usado para desinfectar el machete con que me cortaron el ombligo. Como en Los Valles no había energía eléctrica, la partera se alumbró con rajas de ocote y al chorrear la resina prendida provocó un incendio que por poco acaba conmigo al comenzar la vida. A lo mejor este sería el augurio que todas las acciones de mi existencia serían siempre una llamarada de petate, aparatosamente grande pero de efímera existencia, por eso me ha dicho mi madre: “Tú tienes entrada de caballo bueno y salida de burro flojo”, y eso que de regreso a casa no hay burros flojos.
En Los Valles había la costumbre de colgar los ombligos de los morillos. No los enterraban. En aquellos tiempos los pedazos de ombligos que se les caían a los niños los metían en pequeños envoltorios de trapo y los colgaban de los morillos de las casas. La familia cuidaba mucho los ombligos. Hay un dicho que dice que “uno siempre vuelve donde quedó enterrado el ombligo”. En mi caso he de volver donde quedó colgado mi ombligo.
En esta Página de Atoyac hablaremos de esos Ángeles de la vida que se llaman parteras. Y haciendo historia el mejor cronista de Atoyac Wilfrido Fierro Armenta registró en su Monografía de Atoyac como matronas o parteras rudimentarias a las señoras Apolonia, La Zotaca; Feliciana Vázquez, Tomasa y María Acosta, personas que por su experiencia práctica en esta rutina se hicieron famosas.
Rubén Ríos Radilla en su libro Aljaba recuerda que en El Ticuí, como pueblo de mayor desarrollo, estaban como par­teras doña Narcisa Ozuna, Felipa Landeros, Chaya Radilla, otra señora que sólo se le conocía como Micailona, La Güera Rodríguez, Luz La Chaparra y Hermila Rodríguez. Esas parteras que sacaban el chamaco hasta cuando venía al revés. Yo mucho recuerdo a doña María Torreblanca que vivió en El Cacao y que era buena para arreglar a los chamacos cuando venían más atravesados que la mula del seis.
Ahora existen más de 70 parteras registradas ante la Secretaría de Salud en todo el municipio de Atoyac, aunque hay otras que ejercen el oficio sin estar registradas y son buenas también. En muchas comunidades rurales y marginadas las parteras son la única opción para atender embarazos y partos ante la insuficiente cobertura de los servicios estatales de salud.
Por eso el año de 2016 el Ayuntamiento de Atoyac, que encabeza el priista Dámaso Pérez Organes, a propuesta de un grupo de mujeres, entregó a la partera María Gloria Olmedo Silva, vecina de la comunidad de San Vicente de Benítez ubicada en la parte media de la sierra, la presea al mérito civil “Profesora Hilda Flores Solís” en el marco del Día Internacional de la Mujer, en reconocimiento a su esfuerzo e importante contribución para la preservación de la vida.
Desde hace más de 40 años, María Gloria Olmedo aplica sus conocimientos tradicionales para mejorar la salud de las mujeres embarazadas de la región y apoyándose también con la capacitación que ha recibido de las instituciones de salud ha contribuido en disminuir los índices de muertes maternas en la sierra de Atoyac. La presea al mérito civil “Profesora Hilda Flores Solís” consta de una medalla y un apoyo económico con el que se reconoce la labor de las mujeres en beneficio de la comunidad atoyaquense.
La galardonada agradeció el apoyo del presidente Dámaso Pérez por reconocer su trayectoria como partera tradicional y curandera en su pueblo, donde ha logrado ayudar a varias generaciones que acuden a su casa para que los atienda por problemas de espanto, empacho y otros padecimientos.
A raíz de la difusión que dieron los medios de comunicación a la entrega de la presea, le ha cambiado la vida, porque la gente le tiene más confianza, incluso ha recibido la visita de pacientes de otras partes del estado,  por ello, sigue capacitándose para continuar sirviendo a la sociedad.
Lizeth Nayeli Rodríguez Flores, integrante de Comunidad Raíz Zubia elaboró una semblanza de María Gloria Olmedo Silva, quien es una mujer afromexicana, cafeticultora, promotora de salud y partera, tiene 76 años, nació en Cuajinicuilapa Guerrero y desde muy joven vive en la localidad de San Vicente de Benítez, ubicada en el corazón de la sierra de Atoyac de Álvarez,  tiene más de 40 años de experiencia como partera, atiende en su localidad y en comunidades aledañas, donde le llaman La Curandera.
Durante el huracán Ingrid y la tormenta tropical Manuel en el 2013, cuando ocurrió la desgracia en la comunidad de La Pintada, la tormenta se vino en fin de semana y esos días no había médico. María Gloria fue llamada para auxiliar a las mujeres embarazadas, algunas estaban en los días y otras por la impresión del desastre se les adelantó el parto. Llegó a atender a siete mujeres de las cuales se murieron tres niños que no eran de tiempo, pero salvó la vida de las parturientas que en las condiciones en que se encontraban hubieran perecido.
Como partera y promotora brinda atención prenatal a las embarazadas, da acompañamiento a mujeres que lo requieran, canaliza a parturientas en caso de identificar un embarazo de alto riesgo, convence a mujeres para que se atiendan con el médico, atiende partos, brinda atención post parto, promueve el uso de métodos anticonceptivos, tiene una relación estrecha con el personal del centro de salud y hace curaciones de empacho, ojo, da masajes y soba para arreglar descomposturas de huesos.
Dentro de los servicios que dado en su comunidad, están el de promotora de salud y vocal del programa Oportunidades. Ha coordinado acciones de difusión con profesores de su comunidad para la prevención del embarazo en jóvenes y adolescentes en el marco del proyecto “Las Luciérnagas Comunitarias”, coordinado por la asociación civil Comunidad Raíz Zubia.
Desde 1998 asiste a las capacitaciones convocadas por la Jurisdicción Sanitaria 05 de la Costa Grande y con la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) donde ha profundizado en los conocimientos de atención de  primeros auxilios, atención a la mujer embarazada, detección de embarazos de alto riesgo y atención de parto limpio.
A través de organizaciones sociales ha participado en encuentros de parteras a nivel municipal, regional y estatal, y ha recibido capacitaciones sobre los derechos humanos de las mujeres, los derechos sexuales y reproductivos, derecho a decidir y salud intercultural.
Gloria es una mujer campesina que sin un interés económico o político,  ha contribuido en mejorar la salud de las mujeres de su comunidad y en el municipio de Atoyac, se destaca por un alto compromiso social comunitario, por su solidaridad y entusiasmo en ayudar a las mujeres que requieran de su sabiduría ancestral.
Como Gloria existen 2 mil 425 parteras registradas en todo el estado de Guerrero. En la Costa Grande existen 110 parteras registradas y en Atoyac son 70 parteras las que existen, según datos de la Secretaría de Salud.
La partería es una práctica ancestral que ha sido marginada por la medicina moderna y las políticas públicas en salud. Sin embargo el papel de las parteras sigue siendo preponderante en las comunidades rurales, campesinas e indígenas. Por eso no es gratuito que los estados del sur son los que más partos son atendidos por parteras. Las parteras se vuelven alternativa ante el encarecimiento del servicio médico, una cesárea cuesta en Atoyac 18 mil pesos, un parto sin dolor siete mil pesos y normal cinco mil. Los médicos ven a los partos como una actividad mercantil, pues en la Costa Grande, cuatro de cada seis mujeres dan a luz en cesáreas innecesarias. Los médicos ejercen cierta violencia hacia las embarazadas, las culpabilizan y prácticamente las obligan a realizarse las cesáreas.
Organizaciones como Raíz Zubia coinciden que hay un aumento desproporcionado de cesáreas en el país, que actualmente es de alrededor del 50 por ciento. El 40 por ciento de los nacimientos en Guerrero es por cesárea y en Costa Grande el porcentajes es del 56 por ciento, donde se ha detectado una fuerte discriminación hacia las parteras. “Hubo un doctor que me dijo un día: ‘Ustedes son una especie destinada a la extinción’. Yo le respondí: ‘Somos necesarias para la vida”, dijo María Gloria Olmedo.
Según datos de Raíz Zubia la partería está ligada a la pobreza y a la marginación. Por eso las cifras resultan más relevantes a la hora de que miramos en las entidades y dentro de sus comunidades, sobre todo en aquellas con alta distribución de población rural e indígena, donde la presencia e importancia de las parteras es mayor.
En el caso de Chiapas, la atención del parto por una partera alcanzó 25.3 por ciento, aunque en población rural fue de 48.1 por ciento; en Guerrero fue de 9.3 por ciento, y en población rural llegó a 24 por ciento; y en Oaxaca las cifras son de 7.2 y 13.4 por ciento, respectivamente.
Lo anterior nos indica que Guerrero se ubica en el segundo lugar en atención del parto por parteras. En las zonas rurales, al menos dos de cada 10 partos son atendidos por ellas. En la entidad, 42 por ciento de la población vive en zonas rurales (localidades menores a 2 mil 500 habitantes), con niveles de marginación muy alto y alto, y donde 14 por ciento de su población es indígena.
Por eso organizaciones como Comunidad Raíz Zubia han documentado la importancia de las parteras tradicionales en las comunidades, ya que a  pesar de que las políticas públicas no las consideran como agentes clave de salud comunitaria, las organizaciones siguen llamando a su reconocimiento y a la erradicación de la discriminación, del abuso de la medicalización en el parto, la morbi-mortalidad materna-infantil, y los partos en vía pública.
En el foro “Construyendo sinergias a favor de la partería” que se desarrolló el primero de agosto en Atoyac” el doctor Germán Hernández Neri dijo que están haciendo que las parteras se sientan respaldadas por las autoridades de salud. María Martínez Ibarra de la Asociación Mexicana de Partería comentó que es importante que las parteras tengan educación.
Alicia Mesino Castro expuso que ella tuvo ocho hijos todos con partera sólo uno se complicó pero que la experiencia y el conocimiento de la partera la salvó. Lucina Palacios Bautista dijo que tiene 45 años de partera actividad que comenzó a los 14 años de edad siguiendo la tradición familiar, su madre y su abuela fueron parteras. Ella soba y arregla la matriz caída. Y que es en los lugares alejados donde las parteras dan la cara.
Lizeth Nayeli Rodríguez Flores de la comunidad Raíz Zubia comentó que las parteras tienen una sabiduría y compromiso social, además contribuyen al tejido social comunitario. Señaló que en el hospital de Coyuca de Benítez las mujeres han parido en los pasillos,  por eso dijo que es necesario que se apruebe la Ley de Partería en Guerrero.
Ángeles Santiago Dionicio habló que una partera la atendió cuando dio a luz su primer hijo y con sus conocimientos la indujo a un buen parto y después con sus conocimientos de medicina tradicional curó a su hijo de los ojos. Rosa Ruth Rodríguez Mendiola destacó la labor de doña Paulina Rosas como partera conocida y reconocida en la cabecera municipal.
Las parteras consideran que lo que saben hacer es un don especial y dicen que es bonito dar auxilio y vida a una persona que lo necesita. Muchas saben hacer remedios para que las mujeres queden embarazadas, con tecitos de hierbas limpian la matriz. En los pueblos la gente confía más en ellas que en los médicos, porque soban, arreglan descomposturas y asisten durante el embarazo a las mujeres. Muchas de ellas les dan el lugar que corresponde a los doctores, pero los doctores no les han a ellas su importancia.
Las mujeres que han sido atendidas por parteras dicen que estas les tienen mayor estimación y paciencia que en el hospital. Las parteras van a domicilio atienden a mujeres que difícilmente podrían costear el seguimiento de un médico. Las madres paren en sus casas con todas las comodidades, acompañadas por sus parejas o familiares, mujeres que evaden la violencia obstétrica que permea los hospitales y centros de salud.
La partería juega un papel importante en las regiones donde aún no se cuenta con las instalaciones, estructura, equipo médico suficiente para atender a miles de mujeres que viven en las zonas más remotas de México. Por eso hay que saber que desde 1992, cada 5 de mayo se celebra el Día Internacional de las Parteras, para resaltar su papel a favor de la salud de millones de mujeres en el mundo.



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