viernes, 17 de marzo de 2017

Ciudad con aroma de café XXV

Víctor Cardona Galindo
El 15 de diciembre del 2009 la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictó sentencia por la desaparición forzada del expresidente municipal de Atoyac Rosendo Radilla Pacheco, en la cual, principalmente, pide limitar el fuero militar. La resolución dice que: “frente a situaciones que vulneren derechos humanos bajo ninguna circunstancia puede operar la jurisdicción militar” el procesamiento de los responsables “corresponde siempre a la justicia ordinaria”.
La casa de la familia Pino, misma que fue derribada
 para construir un estacionamiento, era una digna 
representante de las viviendas del siglo XIX. 
Foto: Víctor Cardona Galindo.

La Corte ordenó a México: La investigación y sanción de los responsables en la detención y desaparición de Rosendo Radilla, así como la localización de sus restos, la realización de un acto público de reconocimiento de responsabilidad de los hechos. La elaboración de una semblanza, así como la colocación de una placa alusiva a su memoria en su natal Atoyac.
Como para calmar a la opinión pública y reducir la presión internacional el 17 de noviembre de 2011 en un acto en el Zócalo de la ciudad de Atoyac, sin la presencia de los familiares de Rosendo Radilla Pacheco, las autoridades de los tres niveles de gobierno develaron la placa en honor al líder cívico.
El encargado del despacho de la Secretaría de Gobernación Juan Marcos Gutiérrez González, acompañado de la Secretaria de Relaciones Exteriores Patricia Espinosa Cantellano y del gobernador Ángel Aguirre Rivero, ofreció disculpas públicamente a la familia Radilla Martínez por la desaparición de Rosendo Radilla Pacheco y en la fachada del DIF municipal develaron una placa que dice:
El Estado Mexicano devela la presente placa a la memoria de Don Rosendo Radilla Pacheco y de las víctimas de desapariciones forzadas ocurridas en las décadas de los 60 y 70, en un ‘contexto sistemático de violaciones a los derechos humanos’, según lo señalado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su resolución…Lo anterior, se hace en cumplimiento a lo ordenado por la citada corte en el caso Rosendo Radilla Pacheco vs. Estados  Unidos Mexicanos, en virtud de su desaparición forzada por agentes del Estado el 25 de agosto de 1974, en un retén militar de esta población. Este lamentable suceso ha dejado invaluables lecciones a la nación mexicana… El Estado reconoce la incansable búsqueda de sus familiares, por la justicia, verdad y reparación… Atoyac de Álvarez, Guerrero a 14 de noviembre del 2011”.
La placa quedó colocada, en una de las  paredes frontales del viejo Palacio Municipal y en  donde los últimos años ha funcionado el DIF municipal. El día primero de marzo de este año parientes de desaparecidos y la familia Radilla depositaron en ese lugar una ofrenda florar en honor a don Rosendo Radilla Pacheco al cumplirse los 103 años de su natalicio.
Este 8 de marzo de 2017 al conmemorar el Día Internacional de la Mujer las autoridades municipales encabezadas por el alcalde Dámaso Pérez Organes develaron otra placa que dice: “8 de marzo Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras. El alcalde Dámaso Pérez Organes otorga el reconocimiento al mérito civil Hilda Flores Solís a las mujeres atoyaquenses. Un mejor Atoyac empieza desde casa, el cambio lo hacemos juntos hombres y mujeres. ¡Libertad, dignidad, respeto y justicia a las amas de casa! Gobierno municipal de Atoyac de Álvarez Gro, 2015-2018”.
Esta última placa quedó instalada al costado izquierdo del monumento al general Juan Álvarez Hurtado y fue develada en honor a todas las trabajadoras del hogar del municipio de Atoyac. Con ésta la fachada del edificio del DIF ya luce dos placas alusivas a dos luchadores sociales.
Los caminantes

En la esquina de Nicolás Bravo y Reforma, con El Nanche, por las mañanas llegaba Miguel Castillo. Sacaba su computadora de juguete y mientras le ingresaba la contraseña pedía El Sol de Acapulco. Luego se sentaba a leerlo. Miguel tenía su muro en el puente de la calle Juan Álvarez frente a donde estaba el cine Álvarez, lo tapizaba de recortes, era una especie de periódico mural de hechos del narcotráfico y el priismo. De vez en cuando cambiaba su periódico mural a una de las columnas del puente de El Ticuí, donde le agregaba unas publicaciones pornográficas.
Un día, después de tantas quejas de los vecinos el Ayuntamiento llevó a Miguel, en una patrulla, a tirar a Tres Palos donde tiene un hermano, lo bajaron y le dijeron ahí te quedas. Los policías pasaron a realizar unas compras al puerto, y en la tarde cuando daban un recorrido, Miguel los abordó en la calle principal frente a Elektra, -a qué hora llegaron manito -les dijo - yo me vine luego, nomás vi a mi hermanito y me retaché. Ese es Migue.
De buenas a primeras Miguel Castillo desapareció, nadie da respuestas concretas. Unos dicen que se fue con uno de sus hermanos para Michoacán. Otros dicen que apareció muerto por el rumbo de Técpan de Galeana el año pasado, pero que la familia no quiso reclamar su cadáver y lo sepultaron en la fosa común.
Miguel estaba muy mal de sus facultades mentales, pero todavía se recuerdan sus discursos en los sepelios de Hilda Flores Solís y de Rocío Mesino Mesino. Por cierto en el sepelio de Rocío sorprendió con su elocuencia y su mensaje fue el que más se apegó a la realidad. Al escucharlo y verlo vestido de verde olivo algunos dudaron de su locura. Le pedí una copia de su discurso y me la negó. “Es que ya está registrado en derechos de autor”, me contestó.
Mucho me acuerdo de El Gringo, uno señor que circulaba cerca de la colonia de Acapulquito y la Mariscal ahí en la calle Silvestre Castro, le daba asilo una señora que se llamaba Irene. El Gringo decía que ya se estaba haciendo niño y se veía a cada rato en su espejo –ya voy para niño. Cuando agarraba su costal caminaba casi corriendo. Alguien le gritaba – ¿A cuánto vas? -Él contestaba –voy a cien.
Hubo un tiempo que muchos indigentes recorrían la ciudad, la patrulla los recogía y los tiraba en la madrugada por el rumbo de Papanoa. Al tercer día estaban aquí de regreso, porque la policía de Tecpan los agarraba llegando a su ciudad y los venía a soltar a la Y Griega. Así estuvieron durante mucho tiempo. En este estado y este país no hay espacios para este tipo de personas vulnerables.
Aquella indigente embarazada que tuvo su hijo en un corredor en las inmediaciones de la iglesia. Andaba bañando a su hijo con agua fría por la mañana, el niño estaba morado del frío, cuando la policía se lo quitó para llevarlo al DIF.
-Mi hijo no ha hecho nada, porque se lo llevan –lloraba diciendo que su hijo no era un asesino para que lo llevaran a la cárcel. Su llanto era desgarrador y daba dolor escucharla. Ojalá el niño haya quedado en buenas manos.
O aquella que recorría las calles desnuda de la cintura para arriba y que tenía unas tetas envidiables, acanaladas con una aureola de tonos semioscuros. – Que chulas chiches tiene esa mujer-, oí decir a una maestra en la esquina de la calle Reforma y Álvaro Obregón.
El pelón Bernabé Gervasio recorre las calles con su costal al hombro pidiendo comida. Él es de Mexcaltepec, pero por alguna razón va mucho a Tecpan de Galeana de donde se viene caminando, tarda dos días para llegar a nuestra ciudad. El otro es Ismael, anda siempre descalzo por la carretera, a veces solamente come hojas y lo admirable es que no se enferma. Ya rebasa los setenta y sigue flaco siempre caminando cubierto solamente por un short.

La calle Agustín Ramírez

La esquina de Reforma con Nicolás Bravo es muy solicitada, enfrente está Pollerama de Roberto Hernández, en la contra esquina está la cocina de doña Bertha, da barato y a la hora del almuerzo se llena de personal de protección civil y policías. Yo tenía la costumbre de decir “La cuenta y un policía”, pero donde doña Bertha nada más pido la cuenta, porque policías hay todo el tiempo, para escoger.
Adelante de donde se instala El Nanche, a vender el periódico, está la base de las Urvans que van hacia El Paraíso. En la calle Nicolás Bravo llega la carga de naranjas y plátanos de La Soledad, de ahí los carretilleros transportan el producto a los diversos lugares donde se va a vender. Esos de La Soledad son muy trabajadores, siembran plátano, aguacate, caña, naranja, café y cultivan la miel de palo. La Soledad es casi un paraíso, dicen que ahí el general Juan Álvarez extraviaba a sus presos, muchos de ellos se quedaron allá porque encontraron todo lo necesario para vivir.
La calle Agustín Ramírez es una vía muy concurrida ahí, el 18 de julio de 1981, se formó el primer grupo de Alcohólicos Anónimos, agrupación que ha salvado muchas vidas y ha dado felicidad y tranquilidad a muchos hogares, el primer grupo se llamó “Los cafetaleros”. Se instaló en la casa de Jerónimo Luna Radilla, El Güero Luna, los primeros integrantes fueron Adolfo, Pancho Juárez, Tacuba, Justino Reyes, Antonio Sánchez, Álvaro y Toño Quiñones.
Todo surgió porque al Güero Luna se lo llevaron anexado al grupo Cuauhtémoc que está en la calle Ámsterdam atrás de la embajada de los Estados Unidos en la Ciudad de México. De allá trajo el programa. Cuando comenzó el grupo Cafetaleros una máquina de coser Singer les servía de tribuna. Ironías de la vida, él que trajo el programa a nuestra ciudad se murió por el puro gusto del alcohol.
Ésta calle se llama Agustín Ramírez porque aquí vivió de niño el célebre compositor guerrerense. Pero además esa vía tiene el mérito de haber visto nacer a Jesús Bartolo Bello López uno de los mejores poetas que tiene Guerrero en la actualidad. Nuestro poeta ganó el premio nacional Mérida de poesía y que recientemente publicó la antología Memoria de nuestro polvo.
Un coquero comenzó poniéndose enfrente de Doña Mine en Agustín Ramírez, siguiendo el ejemplo que les puso doña Aleja Ríos, el coco es negocio y de cuchara es sabroso. El agua con todo y pulpa ya cuesta 15 pesos. La gente le hace fila temprano. El coco es bueno para expulsar la solitaria, lubricar la piel y curar la chikungunya. En últimas fechas los coqueros se han multiplicado, hay cerca de la terminal, frente al Cecafé, en el estacionamiento de Súper Ché, casi frente a la Iglesia, en la calle Independencia y se ponen algunos en el boulevard.
Los pedigüeños aparecen por todos lados. Uno entró un día a una tienda pidiendo para sacar a su hermanita del hospital. Después me lo encontré en un restaurante pidiendo para su mamá ciega y en otra ocasión para su hermana enferma del pulmón. Este cabrón tiene mucha familia, lo que no tiene es vergüenza.
Entre las calles del centro y la colonia Sonora, existe “el bolillero más veloz del Oeste”, cuando oyes gritar ¡bolillooo! Y dentro de la casa contestas ¡Bolilloo! Y sales a la calle, el bolillero, disparado en su bicicleta recorre medio kilómetro, y escuchas el siguiente grito a lo lejos. Para comprarle necesitas estar alerta esperándolo en la puerta de la casa, lo que resulta difícil porque los bolilleros son los despertadores de esta somnolienta ciudad.
A Carmen le enoja que los taxistas no sepan dónde queda la calle Vicente Guerrero. Cuando los taxistas le preguntan dónde queda les tiene que decir que adelante de la Mueblería Carrillo, por donde está la base de las combis.
Es que en Atoyac los nombres de las calles están de adorno, la gente poco pone atención a ellos, aquí la orientación es por referencias. La calle Vicente Guerrero es por la calle de las combis, si vives en la calle Galeana, tienes que decir  por El Parazal, el Atrancón, por la parota o por donde vive la maestra Lupe Galeana.
El Centro de Salud de la colonia Manuel Téllez es el centro de salud de la Parota. Si alguien vive en la colonia Benito Juárez dice que vive por donde el Padre Máximo.
Al referirse a la calle Juan Álvarez se dice Rumbo al Chico, por la Herminia, por donde Raúl Galeana, antes de llegar al callejón de los chocomiles, por Elektra, por la terminal o por la secundaria y últimamente Súper Che también se usa como referencia.
La Calle Palmas es la calle de la Coalición de Ejidos o atrás de la Corona. Decir la calle Aldama, es por Estereosol o la calle de las combis que van a El Ticuí.
Cuando vivimos por la colonia Francisco Villa y Loma Bonita decimos antes o atrás de la Ciudad de los Servicios. Esas son las referencias más comunes para orientarnos en Atoyac, pocos son los que hablan de nombres de calles.
El tamarindo de la calle Juan Álvarez ya no está pero sigue siendo referencia. Los desfiles salen de “El tamarindo” al Zócalo. El Atrancón se llama así porque ahí existió una cantina con ese nombre y El Tejaban porque ahí estaba una galera de una compañía silvicultora. El Tamarindo, la cantina el Atrancón y El tejaban ya no existen, pero le dieron nombre a los lugares.




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