domingo, 31 de julio de 2016

Guerrilleros XVII


Víctor Cardona Galindo
El mismo día que la guerrilla atacó al Ejército en el arroyo de Las Piñas, ese 25 de junio Guadalupe Castro Molina fue recluida en el Campo Militar Número 1. “En su declaración confesó que colaboró entre diciembre de 1971 y enero de 1972 con Lucio Cabañas Barrientos, fecha de la última vez que tuvo contacto con él”, se asentó en su ficha de identificación elaborada por la Dirección Federal de Seguridad (DFS).
La joven Ana María Gómez Valencia estuvo detenida
 en la cárcel municipal de Acapulco, acusada de participar
 en la emboscada del arroyo de Las Piñas, salió libre 
gracias a una huelga de hambre que organizaron los 
campesinos que también estaban detenidos acusados por 
el mismo delito que no cometieron. 
Foto: anexo fotográfico del informe de 
la Comisión de la Verdad.

Un documento del 25 de junio de 1972, suscrito por el capitán Luis de la Barreda Moreno entonces director Federal de Seguridad dice: “A las 7:00 horas del día de la fecha llegaron al Campo Militar No. 1, nueve personas detenidas por la 27a. Zona Militar, con sede en Acapulco, Guerrero, mismas que desde hace dos meses se encontraban detenidas por sospechar que pertenecían al grupo de Lucio Cabañas Barrientos [...] los detenidos son: Alberto Arroyo Dionisio, Justino Barrientos, Román[a] Ríos Roque, David Rojas Arias [Vargas], Petronilo Castro Hernández, Guadalupe Castro Molina, Isabel Jiménez Hernández y Luis Cabañas Ocampo... agentes de esta dirección procedieron de inmediato a interrogar a las mencionadas personas, quienes han manifestado lo siguiente: Petronilo Castro Hernández dijo [...] fue entrevistado en el domicilio antes mencionado por 2 amigos [...] con el objeto de que el de la voz se trasladara al campamento de la Brigada de Ajusticiamiento del Partido de los Pobres [...] lugar en donde se llevó a cabo una reunión tipo nacional o como el de la voz lo denomina ‘Congreso de Tipo Nacional’, al que asistieron representantes de grupos clandestinos actuantes en el país [...] que durante su estancia en el campamento se le otorgó el seudónimo de Elías, así como una escopeta calibre 16 retrocarga y que cuando tuvo necesidad de ver sus asuntos particulares se separó del comando al que pertenecía y entregó el arma para bajar de la Sierra, cuando fue detenido”.
De todos ellos, únicamente Luis Cabañas Ocampo salió de las mazmorras de la cárcel militar.  Rubén Figueroa Figueroa lo rescató para que fuera su contacto al buscar entrevistarse con Lucio Cabañas, finalmente Luis moriría el 8 de septiembre de 1974, en el rescate a Figueroa, cuando en el fuego cruzado del Ejército y la guerrilla salió herido de gravedad.
Volviendo a la emboscada. La victoria de este asalto contra un pelotón militar, produjo un buen estado de ánimo entre los integrantes de la Brigada, “todo mundo estaba feliz, todo mundo estaba satisfecho de lo que había sucedido en la emboscada (...) eso no lo había hecho ningún grupo armado o no lo hizo ningún grupo armado”, dijo el guerrillero Manuel a Eneida Martínez. Sintieron que habían logrado golpear al aparato represivo, que ese gran monstruo tenía su punto débil y, por otro lado, era la primera guerrilla en realizar una hazaña de esas dimensiones.
“Pues fue un gran triunfo político-militar, es decir, se había demostrado que sí se podía atacar al Ejército, que sí se podía tomar una iniciativa militar, que se podía no solamente hablar de política y tratar de imponer la política, sino que también se pudiera conjugar la política con la lucha armada y obviamente la gente se mostró contenta”, dice Ricardo Rodríguez González.
Aunque para Eneida Martínez el júbilo no impactó, de la misma manera, a muchos de los pobladores que veían venir un contragolpe de las fuerzas militares. El discurso, por parte de las autoridades del gobierno del estado, trató de ser conciliador aunque en los hechos no fuera así, empezaba la cacería de brujas:
El licenciado Francisco Román Román, procurador de Justicia de la entidad dijo a la prensa que ‘tenía un fuerte destacamento de policías en la sierra de Atoyac en persecución de los maleantes’. También dijo ‘No podemos intervenir a ciegas, ni exponernos a cometer arbitrariedades con gente inocente que nada tiene que ver”.
En su versión de los hechos los soldados sobrevivientes: Marcos Silverio Gómez y Felipe Arizmendi Flores dijeron que fueron atacados por ocho elementos que portaban carabinas M-1 y M-2. Aunque luego en su investigación los cuerpos de seguridad acusaron a pueblos enteros, San Vicente de Benítez, El Rincón de las Parotas y San Francisco del Tibor llevaron la peor parte.
La incursión de soldados en las entrañas de los barrios serranos en busca de los responsables, provocó una larga lista de detenciones de personas inocentes. A todos, el gobierno les inventó una historia con mentiras y medias verdades para poderlos encarcelar.
La noche del 29 de junio fueron detenidos Sostenes López Cienfuegos, Alejandro Arroyo Cabañas, Raymundo Barrientos Reyes y Ezequiel Barrientos Dionisio, quienes bajo tortura se echaron la culpa de ser bastimenteros y colaboradores de Lucio Cabañas.
Según informes de la Dirección Federal de Seguridad, en la madrugada del 11 de julio de 1972, se detuvo en El Encinal a Juan Pastor García, quien después de un interrogatorio declaró que en la emboscada habían participado veinte elementos, y que él “acepta plenamente haber disparado contra el personal militar todo un cargador de 15 cartuchos con la carabina M.1”, no sólo culpan a Juan, sino también a su padre, Agapito Pastor Jiménez, a quien se le obligó declarar que el planeamiento de la emboscada, se realizó “en la huerta de Domitilo Barrientos Blanco y las instrucciones y el plan a seguir las dio Salomón Ríos García y ratificadas por Lucio Cabañas Barrientos”. 
Y siguieron las aprehensiones, por medio de las declaraciones de los detenidos, de gente que no tuvo nada que ver con los eventos del 25 de junio. El Ejército rodeó el poblado de San Francisco del Tibor, el 18 de julio de 1972, concentró a los hombres en la cancha y se llevó 37 presos. En los poblados circunvecinos el Ejército se llevó muchos detenidos. Aunque ninguno de ellos había participado en la emboscada, hicieron que confesaran, mediante tortura y se echaran la culpa. Todos los acusados fueron sentenciados a 28 años de cárcel. Entre los cargos que se les imputaban, figuraban: la muerte de un oficial, dos sargentos, un cabo y nueve soldados.
De los 37 detenidos, seis eran estudiantes de la secundaria técnica de Río Santiago: Abimael Dionisio León, Marcos Téllez Ramírez, José Guadalupe y J. Natividad Gutiérrez Fuentes, Odón Álvarez Téllez y Alberto Chávez Silva, donde según el gobierno funcionaba una comisión de lucha del Partido de los Pobres que encabezaba Juvenal Cabañas del Valle y Zacarías Cabañas Fierro. Posteriormente el Ejército sitio la escuela. 
“El 18 actual en la sierra de Atoyac de Álvarez fueron detenidos (...) Bello Hernández Flavio, Chávez Silva Alberto, Gutiérrez Fuentes Natividad, Isabel Díaz Téllez, Jaime Chávez Zoelio. Los anteriores fueron plenamente identificados por Agapito Mesino Benítez, Amasio Sánchez Moreno, Joaquín Pastor y Juan Pastor los cuales están confesos de haber participado en la emboscada del 25 de junio”, dice un reporte policiaco.
Los reportes de la DFS hablan de Sostenes López Cienfuegos y Alejandro Arroyo Cabañas, originarios del poblado de San Vicente de Benítez que: “Tras cuarenta y ocho horas de interrogatorios, el licenciado Salvador del Toro González, ayudante del director de Averiguaciones Previas de la Procuraduría General de la República” declaró que los acusados auxiliaron al grupo armado encabezado por Lucio Cabañas, para atacar a los elementos del cincuenta Batallón de Infantería el 25 de junio de 1972, informaba la prensa. 
Para el 22 de julio ya se tenían a una serie de personas detenidas quienes según habían “confesado” su participación en la emboscada: Agapito Mesino Benítez, Amancio Sánchez Moreno (a) Israel o Félix, Zoelio Jaimes Chávez (a) El Muchungo, Natividad Gutiérrez Fuentes (a) El Pibe, Enrique Sánchez Fuentes (a) El Zapatillas, José Guadalupe Gutiérrez Fuentes (a) La Cirila, Isabel Díaz Téllez (a) La Buruca, Flavio Bello Hernández, Enrique Fierro Rodríguez, Joaquín Pastor García (a) Hipólito, Juan Pastor García (a) Valladares, Agapito Pastor (a) Jacinto, Ana María Gómez Valencia (a) La Mary o la Güera.
Existen testimonios de los mismos campesinos. Por ejemplo, Enrique de 17, y Alberto Chávez Villa de 18 años fueron detenidos el 18 de julio de 1972, a las seis de la mañana, los concentraron en la cancha del pueblo, en San Francisco del Tibor, por efectivos del 50 Batallón de Infantería con sede en Atoyac de Álvarez, los acusaban de ser guerrilleros.
Luego fueron encarcelados en el cuartel de la cabecera municipal, amenazados y vendados de los ojos. Les dieron toques eléctricos en los genitales y en los oídos. Les picaban con un cuchillo las los genitales. Los mantenían boca abajo. Los bañaban con agua fría. A consecuencia de los golpes que recibió en la cabeza, Enrique padece ataques epilépticos y los médicos le han dicho que tiene un coágulo en el cerebro. De los detenidos esa jornada Alejandro Arroyo Cabañas, de San Vicente de Benítez, después de las torturas, también padeció secuelas mentales el resto de su vida.
El menú de torturas era variado. Los golpeaban en el cuello, en el estómago y en las costillas. Les picaban las uñas con agujas, y todas las noches les aplicaban las mismas torturas. Les daban de tomar agua con jabón. Les metían la cabeza en un tambo con agua sucia. Después de esto, los sacaban y se subían encima teniéndolos amarrados de pies y manos.
Sufrieron la jornada de tortura de 10 a 18 días, periodo que los mantuvieron sin comer. De acuerdo a los archivos policiacos, el 28 de julio de 1972, veinte detenidos fueron trasladados, en un camión de la flecha roja, a la cárcel de Acapulco, donde los mantuvieron incomunicados. Allí los sentenciaron a 28 años de prisión, acusados de secuestro, robo y asesinato. Hasta 1976 los pusieron en libertad por falta de pruebas.
Los campesinos identifican como responsables de las torturas los entonces tenientes Arturo Monroy Flores y Efrén y Abel Martínez, del 32 Batallón de Infantería; y los capitanes Evencio Díaz Marroquín y a otros dos de apellidos Barajas y Jacobo, así como al comandante de la Policía Judicial, Isidro Galena Abarca que los torturó en el comedor de la cárcel de Acapulco.
Hasta los 18 años de edad, Enrique Chávez Villa trabajó en su parcela de San Francisco del Tibor de donde es originario. Trabajó como peón cuando se iniciaron las obras de ampliación del camino de San Vicente de Benítez a San Francisco del Tibor.
Ese 18 de julio de 1972, Enrique salió muy temprano de su casa en San Francisco del Tibor iba a cobrar su sueldo a San Vicente de Benítez. Había caminado un poquito fuera del pueblo cuando los soldados lo detuvieron.
Ante la prensa Enrique recordó: “Nos bajaron en los camiones. Nos acusaban de participar con Lucio Cabañas en el enfrentamiento del 25 de junio de 1972 con el Ejército. Los soldados nos llevaron a todos los hombres y nos decían que éramos gente del maestro Cabañas. Al llegar al pueblo vimos que había más soldados, que ya habían agarrado a más gente. Ahí vi entre los detenidos a mi primo Zohelio Jaimes Chávez, también estaba mi tío Gonzalo Jaimes, padre de Zohelio. Nos llevaron a las canchas de basquetbol y nos fueron nombrando uno por uno, y quien era señalado lo apartaban del grupo. A mí me señaló mi padrino Salomón Gutiérrez. Él estaba con los soldados y cuando me vio me señaló con su dedo. Por eso me llevaron al cuartel”.
“Me acusaron de participar en los hechos armados del 25 de junio con Lucio Cabañas, y me llevaron al cuartel que estaba en la colonia Mártires. Ahí nos torturaron. Nos echaban cubetadas de agua. Mojada la ropa, nos bajaban los pantalones y nos daban toques en los testículos. Nos pegaban en el estómago y en todo el cuerpo”.
“Yo tenía sed y pedí a los soldados agua. Estábamos vendados de los ojos y amarrados de las manos. Cuando pedí agua me quitaron la venda, se quitaron su casco y con él me golpearon en la cabeza. Me dieron un golpe que me sacó sangre de la nariz y boca. Me tiró ese golpe”.
“Varias veces me golpearon en la cabeza con su casco de metal. A veces perdía el conocimiento y despertaba con sangre en boca y nariz. Ahí nos tuvieron unas semanas y nos mandaron a la cárcel de Acapulco. Desde allí empezaron mis molestias, mis dolores y ataques. Salí libre en 1976”.

Su madre se convirtió en su sombra desde que salió de la cárcel, porque por los golpes recibidos “a veces no conoce y no recuerda. Además, le dan ataques, se cae en la calle y me da miedo que le vaya a pasar algo. Mire, él se fue bien, era un niño, no debía nada y mire cómo me lo dejaron”.

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