domingo, 22 de mayo de 2016

Guerrilleros VII


Víctor Cardona Galindo
“En el cielo de Guerrero, un lucero apareció / que nos marca el nacimiento /de quien muriendo nació /fue niño joven y hombre /y Genaro se llamó”, cantó José de Molina.
Del 31 de diciembre de 1971 al 4 de enero de 1972 Genaro y su grupo ocuparon como casa de seguridad una residencia localizada en Humboldt 210, a 200 metros del Palacio de Gobierno de Cuernavaca Morelos misma que fue contratada por Arturo Miranda. El que haya ocupado ese domicilio, después de su muerte fue objeto una “campaña perniciosa que hizo El Heraldo de México, al dar a conocer su estancia en ‘tan lujosa residencia’. Lo acompañaba Sabina Ledezma Javier, con quien apareció en las fotografía tomadas por el propio Bracho y que fueron encontradas en el vehículo el día del accidente”, dice Arturo Miranda Ramírez y Carlos G. Villarino en su libro El otro rostro de la guerrilla 40 años después.
El líder de la Asociación Cívica Nacional 
Revolucionaria, Genaro Vázquez Rojas, 
duró cuatro años luchando con las armas 
en las manos contra el gobierno, desde su 
escape de la cárcel de Iguala el 22 de abril 
de 1968 hasta su muerte el 2 de febrero 
de 1972. Foto Anexo fotográfico del 
informe de la Comverdad.   

“La policía explotó las fotos promoviendo su publicación en todos los periódicos nacionales y locales para desacreditar al movimiento guerrillero y a los más destacados luchadores sociales de aquella época; se pretendió exhibir a Genaro como un vulgar mujeriego y vividor del producto de los secuestros”.
Al abandonar Cuernavaca, Genaro y acompañantes se dirigieron a Tlanepantla, Estado de México, a un domicilio propiedad del licenciado Mario Padilla. De acuerdo al testimonio de Arturo Miranda ahí permanecieron hasta las 8 de la noche, del primero de febrero de 1972, cuando Genaro decidió regresar a la Sierra de Atoyac, donde tenía sus bases de apoyo, dando la vuelta por Michoacán.
El chofer que se consiguió para realizar ese trayecto, fue Salvador Flores Bello, Fidel; quien era novel en el volante. Así viajaban Genaro, José Bracho, Sabina Ledesma Javier, María Aguilar Martínez, Araceli y Salvador Flores manejando el automóvil Dodge Dart modelo 1965 color azul placas LKL 056 del Distrito Federal.
Dice Alberto López Limón: “Por contar con cobertura legal y ser el único que sabía manejar, conducía el automóvil Salvador Flores Bello, conductor inexperto de reciente reclutamiento utilizado como chofer, distribuidor de mensajes y dinero que no estaba detectado por los cuerpos policiales. El 1 de febrero había estado a punto de ser detenido en Tizayuca, Estado de México, pero logró evadir el cerco policial y llegar al refugio de Genaro en Cuernavaca y luego al Estado de México”.
A la 01:30 de la mañana del 2 de febrero de 1972, al llegar al puente angosto de Irapeo Michoacán, ubicado en el kilómetro 226. 7, Flores Bello se durmió. “Bracho comenta que sintió cuando el vehículo extrañamente adquiría mayor velocidad y sin darle tiempo de nada se estrelló contra el alero del puente”. El coche quedó prácticamente destrozado. De los que viajaban en la parte delantera José Bracho, recibió tremenda herida a lo largo de la cara; Araceli perdió su dentadura y Salvador Flores Bello que iba al volante, apenas recibió un leve golpe en la garganta.
Dice Miranda, “Cuando Bracho recuperó el conocimiento, vio a Flores Bello caminando por la carretera como sonámbulo; Araceli parecía muerta y Genaro roncaba como dormido; asegura que trató de rescatarlo pero le fue imposible por lo incomodo del carro y sus propias condiciones. Comprobó que estaba vivo y tiene la convicción de que fue asesinado en el cuartel del Ejército en Morelia luego de que fue identificado”.
“La noche era muy negra y no se podía ver casi nada. Intenté levantarlo y no le sentí herida alguna ni toqué algo que pareciera sangre. El dolor en la cabeza era insoportable y busque a Fidel para que me ayudara con Genaro. Camine unos veinte metros y perdí de nuevo el conocimiento. Cuando desperté, vi muchas luces junto al carro y unas muy fuertes que parecían de camión. Me retiré del lugar aturdido y atropelladamente... Genaro viajaba en el lugar menos peligroso para un accidente de esa naturaleza, aparte de que ninguno de nosotros salió seriamente lesionado”, comentó Bracho.
Genaro murió 20 minutos después de llegar al hospital de la Cruz Roja en Morelia. La causa de la muerte fue una fractura en el cráneo. La versión más socorrida entre los grupos de izquierda es que la fractura no fue resultado del accidente, más bien fue asesinado por el Ejército. Esa es la hipótesis que maneja Carlos Montemayor en esa historia narrativa que se llama Guerra en el paraíso, en una de las escenas un militar reflexiona: “le resultaba difícil aceptar que dos hombres hubieran salido ilesos del accidente. Y en especial que se tratara de los que venían en asiendo delantero”.
La hipótesis de su asesinato se refuerza al considerarse que viajaba en la parte trasera y de acuerdo al impacto del vehículo, no existe algún objeto que haya podido dejarle el tipo de herida que presentaba en el cráneo. La herida tenía forma de V que pudo ser la marca de la culata de un mosquetón, arma reglamentaria que usaban los soldados en esa época. “No se haga pendejo sargento. Su ordenanza le partió la madre de un culatazo”, escribe Montemayor.
El Dueto Igualteco cantó en su corrido “Genaro fue asesinado en un trágico accidente /el gobierno así vivió /planeando muy bien su muerte /no quisieron peligrar /sabían que era hombre valiente”.
Es que una ambulancia rescató a Genaro y a las dos mujeres que fueron trasladados al hospital Miguel Silva de la ciudad de Morelia, Michoacán. Mientras tanto patrullas y carros del ejército llegaron a la escena del accidente, al revisar el auto y sacar a los heridos se encontraron el armamento, literatura y propaganda guerrillera del Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) muchos rollos de película filmada, fotografías, cintas grabadas y manifiestos dirigidos al pueblo de México.
La policía ya tenía ubicado el vehículo, porque Jorge Mota, bajo tortura, había dado los datos sobre las características y placas del coche en que viajaban los guerrilleros. En el vehículo llevaban armas, propaganda, parque y dinero, millón y medio de pesos, de los que la policía sólo presentó trescientos ochenta mil. Un reporte de la policía dice que llevaban un M-2 con ocho cargadores, dos bolsas de lona con cartuchos, libros marxistas leninistas, unos binoculares. Unas grabadoras, doce casetes y billetes de diferentes denominación con un total de medio millón de pesos.
A Genaro también le encontraron fotografías, cintas grabadas, su diario con nombres y direcciones de muchos compañeros. Así se conoció la casa de Humboldt y las fotos que se tomó con Sabina. Un capitán de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) se quedó con la pistola de Genaro como un trofeo de guerra.
José Bracho Campos, lugarteniente de Genaro fue capturado cuatro días después, cuando ya la herida que tenía en el rostro estaba infectada, fue trasladado a México y luego a la penitenciaría de Chilpancingo.
Bracho declaró que transportaban millón y medio de pesos, de los cuales sólo aparecieron alrededor de trescientos ochenta mil, la diferencia fue el clásico botín de guerra que los cuerpos de seguridad obtenían en su lucha contra la insurgencia armada. En poder del Ejército y de la Procuraduría General de la República quedaron la propaganda, armas, parque, dinero y otros materiales comprometedores que eran trasladados en el vehículo.
Conforme a Salvador Flores Bello, “llegó el ejército, militarizó el hospital, desalojaron al personal civil y los reemplazaron con enfermeras y médicos militares. El día siguiente nuestro comandante amaneció muerto, fue asesinado, tenía una herida provocada por una estructura triangular, como para aparentar que fue un accidente”
Las primeras noticias que se difundieron de la muerte de Genaro fueron confusas. La primera información llego a través de la radio, que decía que Genaro había muerto en un enfrentamiento con el Ejército. La primera edición de los diarios de ése día ya habían salido de las rotativas cuando se dio a conocer la noticia, ninguno de los diarios de la mañana pudieron dar la información, Excélsior publicó la entrevista que un día antes les había concedido la profesora Consuelo Solís. Vázquez Rojas murió el mismo día que se publicó la entrevista en que su esposa Consuelo Solís, declaró que ya se sentía viuda.
Al otro día Excélsior así anunció su muerte: “Pereció Jenaro Vázquez rojas en un choque en el camino a Morelia”
Dos mujeres que iban con el rebelde, heridas.-Llevaba en el auto trescientos cincuenta mil pesos, bombas, armas, parque, películas y propaganda.
La nota fue de Víctor Payán, firmada en Morelia. “El profesor Jenaro Vázquez Rojas, jefe de un grupo de rebeldes en la sierra de Guerrero, pereció esta madrugada en el Hospital Civil de esta población, a consecuencia de las lesiones que sufrió al chocar el automóvil en que viajaba contra la barda de un pequeño puente en el kilómetro doscientos veintiséis de la carretera México-Morelia, a las 1:20 horas”, publicaba el Excélsior el 3 de febrero. 
José Bracho lugarteniente de Genaro Vázquez confirmo la versión del accidente: “Nos habían cerrado las puertas de las montañas y la única que se pudo abrir fue la de la ciudad. Ya estábamos detectados, varios compañeros habían caído, otros fueron torturados para que hablaran y algunos estaban desaparecidos, como Elpidio Ocampo Mancilla. Nos seguían el rastro y fuimos a refugiarnos al Estado de México. Teníamos que salir apuradamente, porque el compa que nos había prestado su casa fue visitado por la policía. ‘Tienen que salir’, fue el aviso, además de que nosotros también advertimos movimientos raros. Pardeaba la tarde del primero de febrero de 1972 cuando salimos casi corriendo a bordo del Dodge Dart que pintamos de color azul íbamos Genaro, el chofer Salvador López Bello, dos compañeras que nada tenían que ver con la lucha y yo; ellas decidieron acompañarnos para despistar a la policía, pues iban por otro rumbo”.
“Genaro iba en el asiento de atrás con una de ellas y nosotros adelante. Nos dirigíamos a Morelia. Ya en la noche, Salvador se quejó de tener un poco de sueño... más adelante, sin precisar el lugar exacto, nos detuvimos para descansar. A la medianoche proseguimos el camino y no tuvimos ningún contratiempo hasta que se dio el accidente. Era ya de madrugada, pero no podría precisar a ciencia cierta lo que pasó”, dijo Bracho a la revista Proceso número 457 del 5 agosto de 1985.
Genaro Vázquez Rojas murió en el hospital civil de Morelia la mañana del 2 de febrero de 1972, al que llegó con vida, según informaron los paramédicos que lo trasladaron. Murió cuando estaba siendo preparado para una intervención quirúrgica, unos veinte minutos después de llegar al hospital, “fractura de cráneo por contusión”, fue la causa de la muerte dijeron los médicos.
Al cuerpo de Genaro le aplicaron la autopsia, sin autorización de su esposa, e inmediatamente fue trasladado al hospital militar de la Ciudad de México, donde se lo entregaron a su viuda. Consuelo Solís siempre ha dicho que lo asesinaron. Quisieron evitar el problema que se desencadenaría por su futuro juicio y de los probables nuevos intentos por rescatarlo de la cárcel.
La hipótesis se fortalece por los resultados arrojados por la autopsia a su cadáver y la rápida forma en que el gobierno obligó a los familiares a enterrarlo, en su natal San Luis Acatlán.
Según los resultados arrojados por la autopsia que se le practicó a su cuerpo, Genaro “Tiene dos heridas contusas, la primera de ellas situada en la parte anterior de la región occipital frontal sobre la línea media en forma de “V” con su vértice hacia delante, midiendo cuatro y medio centímetros el lado izquierdo y cinco centímetros el derecho, está interesado el cuero cabelludo. En el lado izquierdo del labio superior se encuentra la segunda herida contusa de dos centímetros de extensión, de bordes irregulares que interesó dicho labio en todo su espesor”.
La causa determinante de la muerte fue fractura de cráneo por contusión, esta lesión se califica como mortal por necesidad. Nunca se abrió alguna investigación judicial y se desecharon rápidamente cualquier cuestionamiento a la versión oficial.
“Vuela vuela palomita /vuela vuela entre las balas /que el corazón de Genaro /lo llevas entre las alas”, dice un verso de Oscar Chávez.


No hay comentarios:

Publicar un comentario