Víctor
Cardona Galindo
Jonás
Trujillo González nació el 19 de marzo de 1974 es hijo de Martín Trujillo Brito
y de Yolanda González Mendoza. Su familia vive en una zona pobre de su
comunidad natal El Ticuí, donde el cultivo de mango es la principal actividad
económica.
El
Ticuí es una población de más de tres mil habitantes y está a un kilómetro de
la cabecera municipal de Atoyac, pasando el río. El poblado es famoso porque
ahí se encuentran las ruinas de lo que fue la fábrica de hilados y tejidos
“Progreso del Sur”. Esa factoría, en la primera mitad del siglo pasado, le dio
mucho realce a la región por la cantidad de empleos que generaba.
Jonás Trujillo González su pasión son los animales y trabajar en el campo. Foto: cortesía de su familia. |
Jonás
es el más chico de cinco hermanos: Ana, Benjamín, Martín, Benito y de ahí sigue
él.
De sus
hermanos, Ana es maestra, Martín es licenciado en derecho pero todavía no tiene
cédula y Benito estudia el segundo año, también para maestro, en la Normal de
Ayotzinapa.
Doña
Yolanda no descansa en la búsqueda de su hijo y don Martín se viene a trabajar
por días para luego seguir en la lucha. Se va cinco días a la semana, a las
instalaciones de la Normal, y los otros se regresa a trabajar en su parcela
para juntar un poco dinero y financiar su estancia allá y parte recibe ayuda de
los vecinos.
Jonás
no fue al jardín de niños porque en el tiempo que ingresó a la primaria
Valentín Gómez Farías ese requisito no se exigía. Siempre fue un alumno muy
aplicado. Su padre no tuvo queja de sus maestros durante su estancia en ese
plantel.
Estudió
en la escuela secundaria general Enedino Ríos Radilla y en la Unidad Académica
Preparatoria Número 22 dependiente de la Universidad Autónoma de Guerrero
(UAG). Como estudiante nunca reprobó, su padre se siente orgulloso de eso.
La
familia Trujillo es originaria de Tierra Caliente. Don Martín llegó de cuatro
años para vivir en El Ticuí. Y la señora Yolanda González es de El Alto
municipio de San Marcos. Don Martin se la trajo de allá cuando trabajaba por
esos rumbos de la Costa Chica.
Martín
Trujillo trabaja en el campo pero también conoce de albañilería. Mientras que
su esposa se dedica al hogar y a la educación de sus hijos.
Desde
los siete años Jonás comenzó a ayudar a su padre en los trabajos del campo, en
la pequeña parcela que tiene don Martín por el rumbo de La Angostura, que
cultiva con árboles de mango que apenas comenzarán a producir. Alterna ese
cultivo perenne con la siembra de maíz que sirve para el autoconsumo de la
familia.
Jonás
desde pequeño ha sido buen chofer. Le gusta criar marranos y gallinas para
generar su propio dinero y así contribuir en el gasto familiar. Al partir de su
casa para estudiar en la Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa dejó encargado
a su padre dos becerritos que estaba criando con mucho cariño. Así como 60
arbolitos de mango que cultivaba personalmente en la huerta de su papá en La
Angostura.
Aspecto de la vivienda de la familia Trujillo González en la comunidad de El Ticuí. Foto: Víctor Cardona Galindo |
Él no
ha sido deportista porque desde niño a estado dedicado al trabajo del campo y
su pasión son los animales. Se quería dar de alta como soldado, pero don Martín
lo disuadió haciéndole ver que los maestros tienen libre el fin de semana,
tiempo que podía dedicar a sus animales y a sus palitos de mango. “Pensando que
con el salario de maestro y un ‘cinquito’ más de sus palitos de mango se la
pasaría más feliz”, dice don Martín quien se siente culpable de haberlo animado
para que se fuera a la Normal.
Cuando
ocurrieron los hechos de iguala Jonás acababa de entrar a la Normal en julio se
incorporó a Ayotzinapa le echó ganas y pasó todos los exámenes recordando las
palabras de su padre, “Con tu salario y tus manguitos no vas a estar triste”.
Llegando
a la Normal no se escapó de un sobre nombre como dice ese texto que los propios
normalistas subieron a la Internet. A Jonás “le decimos Beny porque su hermano
va también aquí, pero en segundo año, y se llama Benito… entonces, ellos son
los Benis… Él es alto, gordito, es de la Costa Grande, del Ticuí, municipio de
Atoyac de Álvarez y con su hermano se lleva muy bien, son muy parecidos, sólo
que él es más clarito de la piel, es más alto, aunque él es el menor…”
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