Víctor
Cardona Galindo
Más de
50 personas fueron asesinadas en el municipio de Atoyac en lo que va del año,
tres de ellas totalmente descuartizadas y se habla que más de once jóvenes
están desaparecidos. A cada rato los periodistas recibimos llamadas de los
amigos preguntando por una supuesta balacera en el centro de la ciudad. En las
redes sociales, principalmente en whatsapp, circulan cadenas anunciando que un
nuevo cártel se está posesionando de la plaza y llaman a no andar después de
las 10 noche y si salimos que sea con una identificación, “no los queremos
confundir”.
Y para
acabarla de amolar el viernes 11 de noviembre una vaca bermeja se escapó de una
camioneta ganadera que la transportaba por la calle Obregón y corrió por la
avenida principal, se llevó algunas personas de corbata y dejó dos heridos. La
presencia de la vaca causó expectación porque en la principal arteria de Atoyac, tenía décadas
que no se veía un ganado suelto. Al final la res fue atrapada por unos
carniceros, apareció el dueño y pagó la curación de los heridos.
El
domingo 13 cinco cuerpos apilados fueron dejados en la carretera a Pie de la
Cuenta, entre San Juan de las Flores y La Cebada. Por si fuera poco la
presencia encapuchados en la ciudad, causó mucho azoro, tanto que después de
las 10 de la noche las calles han lucido vacías. Un par de taxis en las calles,
las taquerías están cerrando a las 11 de la noche, en la zona de tolerancia no
hay ni moscas. Los encapuchados resultaron ser de las Fuerzas Especiales de la
Policía del Estado. Sin embargo la gente le aumenta a las versiones y hasta
hablan de casas quemadas.
De la
violencia que existe, en los corrillos se escucha decir: “se están matando
entre ellos”, pero nadie se atreve a decir quiénes son Ellos. Es como si de
otra dimensión nos estuvieran arrojando cadáveres, cuyos nombres se hacen
visibles cuando ya no tienen que darle explicación a nadie, cuando ya están en
la morgue y una madre apaga sus llantos porque no puede llorarlo a todo pulmón
por el temor a verse señalada o porque se le secaron las lágrimas de tanto
llorarlo cuando lo perdió en ese mundo alterno, al que se van buscándole sentido
a la vida y terminan quedándose porque le encontraron sabor a la muerte.
En los
últimos días por mismo whatsapp circula profusamente una cadena donde dan 14
consejos para sobrevivir en esta situación de violencia e inseguridad. Hay
miedo colectivo y nadie cree que las autoridades resuelvan la situación. “El
gobierno está más asustado que nosotros”, comenta un anciano, cuando reclama
que nadie se hace responsable de la situación y ni se vislumbran algunos
momentos de paz.
Algunos
grupos de autoayuda cambiaron su horario de sesión más temprano, a las cinco de
la tarde, cuando su horario habitual es de 8 a 10. No ha faltado quien haya
caído en depresión y en crisis de nervios cuando los hijos no llegan de la
calle. Toda la semana pasada los reporteros locales tuvieron que checar todos
los “borregos” que llegaban: que se levantaron cinco del Oxxo, que ya mataron
tres en la colonia Mariscal, que encontraron otros descuartizados en el
Chachalaco, que hubo una balacera en el Centro, que ya están otros tres donde
Sarabia. La sicosis que se vive ahora es similar a la que vivió el 2009 que fue
uno de los años más violentos que hemos tenido. Aunque ahora la situación se
complica más por la masificación de la redes sociales, que ya hicieron global
el chisme de lavadero y catapultaron la rumorología.
Padre Jesús de Petatlán
Ante
la situación que vivimos dice la gente de experiencia que no queda otra salida
que la fe. Por eso el sábado 12 de noviembre, a las cinco de la tarde, llegó a
visitarnos una réplica de la imagen de Padre Jesús de Petatlán, que recorrió
cuatro comunidades del municipio, para llevar consuelo a los creyentes. El
sábado en la noche pernoctó en la comunidad de El Ticuí, el domingo 13 a las
tres de la tarde subió a San Juan de las Flores, estuvo en Agua Fría, luego en
El Paraíso y finalmente en la colonia Buenos Aires para luego retornar al
puerto de Acapulco.
Desde tiempos muy remotos aquí la gente es muy
devota de padre Jesús de Petatlán, lo veneran en los hogares el 5 y 6 agosto.
Igual que la Virgen de Guadalupe a veces se aparece, un caso es la
piedra de Cristo que está en San Vicente de Jesús camino a La Peineta. En la
piedra se aprecia la imagen de Padre Jesús. La gente le lleva flores, se
persignan al pasar y le prenden veladoras. Aunque algunos liberales dicen que
es la cara del Che Guevara que reclama justicia para la sierra.
La
llegada de la imagen original a Petatlán es un misterio, dicen que simplemente
se apareció en ese lugar. O podría tratarse de una herencia del evangelizador agustino
Fray Juan Bautista Moya y Valenzuela a quien la tradición atribuye la fundación
de la población. Lo cierto es que Petatlán en un centro de la fe y es innegable que Papa
Chú es muy milagroso, por eso gente de la región tiene gran devoción y
veneración hacia esa imagen de Jesucristo en la advocación de “Padre Jesús de
las Tres Caídas”.
Dice el presbítero Mario Palma García en el texto Santuario. Lugar privilegiado para el
encuentro con Jesucristo que son diversas las leyendas y los mitos que los
lugareños y los peregrinos cuentan sobre la imagen, además que el culto
popular, las peregrinaciones y las manifestaciones folclóricas son dignas de
admirar en las festividades que se desarrollan en el santuario los días
cercanos al 6 de agosto y Semana Santa. Pero además a lo largo del año la
imagen recibe la visita de miles de peregrinos que vienen pos su bendición.
Para llegar hasta el Santo se sube por una escalerita que está atrás del altar
principal, al fondo se encuentra una jovencita que toma parte del vestido de la
imagen y los santigua pegando la tela en la cara. Allá se ve a la gente pagando
mandas o llevando placas de carros a bendecir, simplemente pidiendo: “Padre
Jesús protégenos y cúbrenos con tu manto sagrado”.
Salvador Castelló Carreras que estuvo en Petatlán
en día 1 de octubre de 1910 escribió: “A fines del siglo XVIII, tal vez en los
albores del XIX, unos indios hallaron, en un barranco contiguo al actual pueblo
de Petatlán, la imagen de un Nazareno que, cargando en hombros la Santa Cruz,
creyeron que se les había aparecido milagrosamente en aquel paraje”.
“Sin negar la posibilidad del milagro pues,
afortunadamente, soy de los que tengo bien arraigadas mis creencias, confieso
que la tal aparición, lo más probable es que fuera sólo un sencillo hallazgo,
ya que la escultura y sus ropajes, pues va vestida como la generalidad de las imágenes
de España, corresponde de un todo a la escuela de la escultura sacra de
aquellos tiempos, de las que tantos ejemplares se conservan aún en la Madre
Patria”.
Castelló agrega: “Sin duda, la imagen debía de ser
conducida en un buque que naufragó, cuyos tripulantes, al encallar en aquellas
costas, intentarían ponerla a salvo, llevándola a alguna población cercana y,
al verse entre selvas y en tierras casi inhabitadas, la abandonaron en el
barranco”. Castelló concluyó que cualquiera que fuera su origen, al Nazareno
que se veneraba en ese Santuario debía la población de Petatlán su
preponderancia en aquellos días.
Nadie supo cómo llegó esa pieza del arte sacro a
ese paraje próximo a la playa, donde fue encontrada. Una versión es que un grupo
de hombres la llevaba de Nueva Galicia rumbo al puerto de Acapulco y al pasar
por el lugar se les puso pesada y ya no la pudieron mover.
Una
versión popular de su aparición es que un campesino salió muy temprano a
trabajar su parcela y que en el camino de pronto escuchó gritos de dolor; creyó
que se trataba de una persona herida caminó hacia donde salían los lamentos. Encontró
que era la escultura de Jesús hincado que se dolía ante el peso de la cruz. Presto
avisó a las autoridades religiosas, quienes la rescataron entre los espinos y
huizaches donde se encontraba. La imagen estaba tan pesada que no lejos de
donde la encontraron se le construyó una pequeña capilla, más tarde la parroquia
que tiene.
Otra
versión que parece ser la más aceptada por los creyentes, dice que el sacerdote
local convocó a los fieles para reunir dinero destinado a la compra de una
escultura de Jesús en el viacrucis. Como el pueblo era pobre la cantidad que se
reunió no fue suficiente. Sin embargo, el sacerdote se preparaba para salir a buscar
la escultura para de suplir a la del viejo San Antonio que entonces veneraban. A
punto estaba de salir cuando escuchó tres golpecitos en la puerta de su
parroquia. Al abrir la puerta, se encontró con un humilde campesino, moreno
claro, de ojos negros y tristes, quien sabía cuál era el propósito de su viaje.
Este humilde hombre le prometió que él mismo haría la escultura para que el sacerdote no se expusiera a los
peligros del viaje, en ese tiempo había que vadear ríos y selvas inhóspitas
hasta la capital del país o hasta Valladolid. Ante la promesa desistió del
viaje. Y al domingo siguiente, mientras celebraba la misa en una pequeña enramada,
un nativo leñador llegó a él y con alegría lo condujo hasta la sombra de un
árbol donde encontraron la escultura nazarena. Por eso nunca se supo quién fue
el autor de la obra. La escultura fue llevada al pueblo de Petatlán al medio
día de un Domingo de Ramos. En una procesión con palmas y flores por primera
vez recorrió las calles del pueblo sobre los hombros de sus devotos.
Mario Palma García dice: “La imagen o escultura de
Padre Jesús, pudo haber sido hecha, en el siglo XVII, porque los ojos que les
ponían a las esculturas en ese tiempo eran de cristal, mientras que los ojos de
las esculturas religiosas del siglo XVI eran de madera y los ojos de la
escultura de Padre Jesús son de cristal”.
“Realmente es impresionante la imagen misma por su
acabado perfecto que muestra tanto en la expresión del rostro como su mirada
firme, benevolente y de amor, como por la firmeza del cuerpo del todo
detallado. Los fieles mismos ante las promesas o mandas hechas tienen a bien
donar los vestidos que cubrirán la imagen misma, así como los cojines y la
corona llamada de las tres potencias”.
Palma García nos explica que la imagen es toda de
madera, no ha sido reemplazada, ni la base ni la cruz, por lo que es digno de
admirar y que solamente fue retocada el 11 de julio de 1864 por el escultor
Francisco Cervantes, porque así lo dice la placa que tiene en la plataforma. De
las versiones de cómo llegó, dice nuestro autor que la que más se acerca a la
verdad histórica, es aquella que narra que llegó en una fragata española que
naufragó en la playa de San Valentín, en el siglo XVIII, de donde los aldeanos
la rescataron trayéndola al pueblo.
Mi padre me contaba que a veces cuando iban a limpiar la imagen encontraban
que tenía en sus sandalias arena del mar y otras ocasiones su túnica estaba
mojada. Era cuando algún barco se hundía, y lo imploraban, él acudía para
ayudar a los náufragos. Hubo barcos que lo encontraron caminando sobre las
aguas del mar. También me contó mi padre que un rico comerciante se acercó a la
imagen y sintió que los ojos le lastimaron la vista por eso la mandó a retocar.
Luego sufriría un accidente que lo llevó a postrarse a los pies del ídolo y
pedirle perdón.
Actualmente el santuario de Papa Chucho, Papa Chuy, Papa Chú o Padre Jesús de Petatlán sigue
siendo el más importante centro de veneración de la región. Los
caminos de la Costa Grande han visto pasar muchos devotos hacia Petatlán. En
aquellos tiempos para el 5 de agosto que se venera Papa Chú, había muchas crecientes de los ríos costeños. Don Jacinto
Pérez caminaba con sus hermanos a cumplir una manda a Petatlán, pero como el
río estaba muy crecido dejó a los dos menores encargados en Los Arenales y él
se fue a cumplir su manda y ya no regresó. Los niños crecieron en Los Arenales
ya mayores Antonio partió a la revolución y Herminio se fue a vivir a El Ticuí,
donde al morir dejó una gran descendencia.
Cuenta
la tradición que en la sierra, donde la gente es muy devota de Padre Jesús de
Petatlán, todos los años se organizaban caravanas de los pueblos para ir a visitar
al milagroso Santo. En aquellos tiempos no había vías de comunicación. Se
caminaba tres días de Atoyac hasta Petatlán. Una mujer llamada Sofía iba
caminando a cumplir una manda y llevaba sed, como renegaba y maldecía se
convirtió en piedra. Durante mucho tiempo los peregrinos que pasaban por la
piedra le ponían agua, porque esa mujer llevaba sed. Con los años la piedra que
fue doña Sofía quedó perdida entre el monte porque al abrirse la carretera a
Zihuatanejo el Camino Real quedó en el olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario