jueves, 21 de febrero de 2019

Rosendo Radilla Pacheco


 Víctor Cardona Galindo
El sol da de lleno en la curva que está en la carretera que va al puerto de Acapulco pasando Cacalutla antes de tomar la recta de la Colonia Cuauhtémoc. Durante muchos años estuvo ahí una parota muy frondosa, por eso era el lugar favorito de los militares para poner su retén. De ese lugar se llevaron detenido el 25 de agosto de 1974, a Rosendo Radilla Pacheco líder cívico y compositor de corridos. Un hombre que había puesto su vida al servicio de la comunidad. Ahora es el atoyaquense más conocido en el mundo porque su caso de desaparición forzada se ha ventilado en tribunales internacionales.
Don Rosendo Radilla Pacheco cuando fue
presidente municipal de Atoyac. Foto. Cortesía
José Hernández Meza.

Lo bajaron del autobús cuando iba en compañía de su hijo menor Rosendo Radilla Martínez rumbo a Chilpancingo. Al salir de la curva el camión de la Flecha Roja se detuvo y los soldados bajaron a los pasajeros entre ellos iba un delator fue “un hombre moreno alto” el que lo señaló y desde el medio día de esa fecha Rosendo Radilla Pacheco quedó en manos de los militares que son los responsables de su destino.
Radilla Pacheco fue presidente municipal de Atoyac, era cafeticultor, ganadero, actor, gestor público y un magnífico padre de familia, fue hijo de Agustina Pacheco Ramos y de Felipe Radilla Radilla. Nació el 1º de marzo de 1914, en las Clavellinas una pequeña comunidad de cinco casas “construidas en medio de muchos árboles de mango y a un lado del arroyo de agua muy clara”, cuenta Andrea Radilla Martínez en Voces acalladas (Vidas truncadas) Perfil biográfico de Rosendo Radilla Pacheco, el libro que trata sobre su padre desaparecido.
Se casó en 1942 con Victoria Martínez Neri. Con quien tuvo 11 hijas y un hijo: Romana, Andrea, Evelina, Rosa, Tita, Ana María, Agustina, Ma. Del Carmen, Ma. Del Pilar, Judith, Victoria y Rosendo.
De la desaparición de don Rosendo se platican algunas versiones: que fue visto por última vez en las instalaciones del cuartel de la colonia Mártires, que los militares lo obligaron a cantar el corrido que le compuso a Lucio Cabañas cuya primera estrofa dice así: “Voy a cantar un corrido/al pueblo y a la nación/ de un hombre que es guerrillero/nacido de buena mata/se llama Lucio Cabañas/heredero de Zapata/sierra madre de Atoyac/sierra maestra suriana/ donde tiene sus guerrillas/igual que las de Galeana”. Que luego de hacerlo cantar los soldados lo pusieron en medio de dos filas y se lo llevaron rumbo a donde ahora está la colonia Pindecua. “Ya detenido Rosendo no se rajó, no escondió sus simpatías y cantó sus corridos delante de los mismísimos guachos”.
Otra versión es que el expresidente municipal estuvo detenido tres días en esas instalaciones militares antes de subirlo a un helicóptero para desaparecerlo.
Álvaro López Miramontes, en el prólogo del libro de Andrea Radilla, afirma: “Su único delito fue haber simpatizado con las causas sociales que enarbolaron Genaro y Lucio”, de estos dos guerrilleros compuso corridos “y cantó los que la tertulia familiar y su círculo de amigos le pidió” sin dejar ninguna duda de su simpatía: “Revolución Socialista/ el pueblo te está esperando/con Cabañas a la cabeza/nos’tamos organizando son letras de su corrido a Lucio Cabañas.
Como líder campesino formó parte de la mesa directiva de la Asociación Agrícola Local de Cafeticultores de Atoyac de Álvarez (constituida el 2 de julio de 1954), fue suplente del presidente Benito Fierro Fierro y participó en cuantas iniciativas y movimientos se generaron para mejorar la vida de los campesinos.
El 1 de enero de 1955, tomó posesión la administración municipal encabezada por Jesús María Serna Vargas (que estaría a cargo durante el periodo 1955-1956 del H. Ayuntamiento) La plantilla la integraban: como síndico Trinidad Vega Astudillo. Eran regidores: Samuel Santiago Díaz, Demetrio Castro Girón, Rosendo Radilla Pacheco, Antonio Paco Leyva y Genara Reséndiz, pero el 20 de mayo fue desaforado el alcalde Jesús María Serna Vargas y por acuerdo de los ediles quedó en su lugar el señor Rosendo Radilla Pacheco, quien tampoco terminó el periodo constitucional ya que fue depuesto el 31 de agosto de 1956 y en su lugar pusieron al doctor guatemalteco Segundo de la Concha, un presidente allegado a los grupos locales del poder.
El cronista de la ciudad Wilfrido Fierro escribió que el 31 de agosto de 1956 “el Presidente municipal Rosendo Radilla Pacheco, es desaforado de su encargo por instrucciones del gobernador del Estado Ing. Darío L. Arrieta Mateos, quedando en su lugar un consejo Municipal a cargo del Dr. Segundo de la Concha y como Síndico el señor José Ortega Granados”.
Entre las obras construidas durante la corta gestión de Rosendo Radilla están los primeros cuatro puestos del mercado municipal, adquirió el primer camión para el servicio de limpia que hubo en la ciudad. Construyó el cuartel militar que estaba ubicado en El Calvario. “El año 1956, durante la Administración Municipal del señor Rosendo Radilla Pacheco, se formó el patronato Pro-Construcción del Cuartel, integrado por el Sub Recaudador de Rentas señor Rosendo Leyva y Alberto Divicino, Delegado de Tránsito Local y el citado Presidente logrando construir la obra en el lugar conocido por el Calvario”, apuntó el cronista de la ciudad.
Como líder político fue Secretario General del Comité Regional Campesino (de 1956 a 1960) desde ese puesto gestionó escuelas para varios poblados de la Sierra y se hacía cargo de conseguir maestros cuando hacían falta. Formó parte del Comité Pro construcción del Hospital Rural, hoy centro de salud de la Parota. “El 14 de octubre de 1956 se formó el comité ‘Pro- Construcción del Hospital de los Servicios Cooperativos’; quedando como Presidente el señor Rosendo Radilla Pacheco” quien ya había sido depuesto de la presidencia municipal y se iniciaron los trabajos de construcción de la obra en los terrenos de la Colonia Manuel Téllez, en los terrenos que don Rosendo había donado.
En 1959 don Rosendo Radilla Pacheco fundó la colonia Manuel Téllez, que en un principio se llamaba colonia Ejidal, pero como no era ejido, le cambió el nombre por el del líder agrarista Manuel Téllez, quien fue su padrino y a las calles les impuso el nombre de todos los revolucionarios de la región que pelearon en el movimiento agrario de 1924.
Además de la gestión para la construcción de la escuela “Modesto Alarcón”, Rosendo Radilla participó en la creación de la Escuela Secundaria Federal de Atoyac, la secundaria técnica de Río Santiago y la primaria Lázaro Cárdenas de Atoyac. Cuando se estaba construyendo la escuela Modesto Alarcón se montaban obras de teatro para recabar fondos y Rosendo Radilla se apuntaba como actor, en una ocasión hizo el papel de cantinero.
En 1965 participó en el Comité Estatal de la Liga Agraria Revolucionaria del Sur “Emiliano Zapata”, que en ese momento mantenía una alianza con una fracción de la Central Campesina Independiente.
Como líder campesino era un hombre comprometido con sus ideales, formado bajo la influencia de líderes locales, con amor a la tierra y a su gente, de acuerdo con Andrea Radilla “La revolución que marcó a Rosendo no era la de Mariscal, de quien nunca habló, era la de Pablo Cabañas a quien le llevaba bastimento, la de Feliciano Radilla que podía con los verdes, la de Manuel Téllez que sin miedo se enfrentó a los terratenientes y la de Lázaro Cárdenas que les entregó las tierras”.
Además de las múltiples notas informativas que se han publicado en los diferentes medios de comunicación, sobre Rosendo Radilla Pacheco se han hecho diversas publicaciones, una es el libro: Voces acalladas (Vidas truncadas) Perfil biográfico de Rosendo Radilla Pacheco escrito por su hija Andrea Radilla Martínez y el documental  12.511 Caso Rosendo Radilla. Herida abierta de la Guerra Sucia en México  que Berenice Vázquez Sansores y Gabriel Hernández Tinajero produjeron en el año 2008, mismo que se presentó por primera vez el 5 de febrero de ese año en la Ciudad de México en el Cine Diana del paseo de la Reforma a las 11 de la mañana.
También salió a circulación este 2012 el libro El Caso Radilla. Estudios y Documentos. Su primera edición consta de 1064 páginas. En el anunció que viene en el Boletín Bibliográfico Mexicano de la Librería Porrúa dice que “el llamado Caso Radilla marca una serie de cambios trascendentales en el sistema jurídico mexicano; la restricción en la interpretación de la jurisdicción militar; el cambio en un novedoso sistema de control constitucional de tipo mixto; el primer y extenso entendimiento al status de los derechos humanos contenidos en los tratados internacionales dentro del orden jurídico nacional a partir de la reforma en materia de los derechos humanos del 2011; y a la función normativa de las resoluciones y precedentes de la CoIDH”.
A partir del Caso Radilla, los derechos humanos deberán cumplir una función normativa concreta que, por importante que ésta sea, no esté explicitada de suya en la propia reforma constitucional mencionada. Como autores del libro figuran: José Ramón Cossío Díaz, Raúl M. Mejía Garza y Laura Patricia Rojas Zamudio.
Como se ve Rosendo aún en su ausencia sigue provocando cambios y es un gran dolor de cabeza para el estado mexicano. Él era un campesino que cultivaba coco, maíz, calabaza y ajonjolí. El Postinero su caballo consentido, “era negruzco lo había hecho un caballo bailador, estaba entrenado para lucirlo en los desfiles y jaripeos”, comenta el cronista José Hernández Meza.
Antes tuvo un caballo tordillo al que le decían El Güero. Era un ganadero muy dedicado, tenía el chiquero de sus becerros en el paraje conocido como La Dicha (hoy colonia Benito Juárez). Era dueño de muchas vacas suizas. Sembró una huerta de coco en Boca de Arroyo y también era propietario de huertas de café, una se llamaba La Quemada y la otra La huerta de Los Tejones en San Vicente de Jesús, donde tenía una casa.
Cuando lo detuvieron, en el retén de la carretera, llevaba el dinero que le habían dado por la venta de una de sus huertas, lo quería para comprar una propiedad en Chilpancingo. “El que lo desapareció se quedó también con el dinero”.
“Una vez –recuerda José Hernández- en Cerro Verde vio un anciano indígena temblado del frío, don Rosendo se quitó el saco y se lo dio para que se cubriera, llegó en pura camisa hasta Atoyac a pesar de que faltaba mucho trecho para dejar la zona del frío aquel día”. Andrea Radilla dice en su libro que su padre era “muy friolento” llegó hasta el sacrificio personal por hacer el bien, la gente lo buscaba en San Vicente de Jesús. “Tanto esta casa como la de Atoyac siempre estaban llenas de gente que lo buscaba por cualquier tipo de problemas…Para pedir una novia raptada o huida, para los gastos de una boda, para sacar un preso y por supuesto pagar la multa, para un enfermo que no tenía dinero, para registrar a un niño o para enterrar algún difunto cuyos familiares no podían hacerlo. Para estos gastos siempre había dinero y si no, había que vender un becerro o una vaca según el caso”.
Don Rosendo se crio en Las Clavellinas desde muy niño estuvo al cuidado de los animales y aprendió a lazar con maestría, por eso tenía la habilidad para domar caballos cerriles y sabía castrarlos “para que se pusieran bonitos y utilizarlos en la charrería”. Era un apasionado de los jaripeos y la charrería, “cuando prestaba sus toros para un jaripeo le gustaba que fueran adornados con cadenas de papel de china al momento de pasearlos por las calles seguidos del Chile Frito”.
En una ocasión prestó un toro para el rodeo. El toro era bravo y derribó al jinete, en el momento que iba a envestirlo don Rosendo lanzó su sombrero y el toro se detuvo tenía una gran influencia sobre sus animales a los que trataba con cariño. En ese tiempo, los años 50 de siglo pasado, no les ponían protección en los cuernos de los toros ni les hacían el cuerniquiur como ahora y los corrales de toros se hacían aquí en la ciudad de Atoyac en unos terrenos por donde ahora está la biblioteca “Dagoberto Ríos Armenta”. Sabía hacer bailar a los caballos, “los entrenaba muy bien y los hacía bailadores, cuando les ordenaba ¡alza! El caballo se paraba en dos patas”.

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