miércoles, 20 de febrero de 2019

El corrido de los hermanos Zequeida


Víctor Cardona Galindo
Este corrido es de dominio popular, aunque en Internet únicamente se puede encontrar la versión del grupo “Los Pumas de Reynosa” que es la mejor interpretación que conozco. El corrido habla del valor y de la muerte de los dos hermanos, que fueron famosos a mediados del siglo pasado, pero no dice mucho sobre la historia de los Zequeida, por eso vamos a contarla en estas páginas.
Pedro Zequeida Flores

Y es que las hazañas de los Zequeida van de la realidad a la leyenda en esta tierra donde el pueblo hace de los hombres valientes seres míticos hasta que se enfada de ellos. Se dice que trabajaban para los poderosos. Hay versiones que aseguran que el Presidente Municipal Luis Ríos Tavera los apoyaba y se les temía porque tenían fama de matar por gusto, había quienes buscaban su amistad y otros que se encerraban en sus casas al verlos pasar. Eran Pedro y Donaciano Zequeida Flores quienes encabezaban esa famosa banda que se movía por toda la parte baja de Atoyac, a veces iban a Río Santiago y al Rincón de las Parotas.
Su linaje era de valientes y vinieron de la Costa Chica, sus mayores fueron: Agustín y Pablo Zequeida que llegaron a la Costa Grande a sumarse al movimiento agrarista después de que pelearon en la revolución al mando del general Julián Blanco. Se establecieron al norte de Cacalutla donde sembraron sus huertas. Formaron parte de las guardias rojas que fundó el general Lázaro Cárdenas.
Por defender las tierras el 7 de julio de 1938, los cuerpos de reservas rurales de Atoyac comandados por Toribio Gómez y Crispín Ocampo sitiaron y atacaron a la familia Cortés en Cacalutla. En el ataque murieron 3 miembros de la familia Cortés y de parte de los reservistas también murieron 3 campesinos entre ellos Pablo Zequeida a raíz de eso quedó prendida la cuestión entre los Zequeida y los Cortés.
Por eso el 6 de mayo de 1942, Agustín Zequeida “El negro Zequeida” emboscó a Agripino Cortés, cuando en compañía de militares acudió a ver a unos terrenos a Cacalutla. Murieron Agripino y Asunción Radilla y hubo también varios militares heridos.
Muchos años después los Zequeida enfrentarían otro conflicto. Dicen que todo comenzó cuando salieron mal Pedro Vélez con Marcelino Villegas por culpa de una mujer, por eso se agarraron a balazos. Los hechos ocurrieron el 19 de enero de 1956 cuando Donaciano Zequeida fue balaceado en Cacalutla y herido de un glúteo. El cronista de Atoyac Wilfrido Fierro dice que: “Los disparos salieron de la casa del señor Santiago Robles, por tal motivo fue sitiada por sus familiares. Al no encontrar a los agresores y en venganza asesinaron al anciano casero, ocasionando con ello un encuentro entre ambas familias”. Ese día Secundino Robles se atrincheró dentro de su casa. Al viejito Santiago Robles lo mataron porque se quedó solo luego que Secundino Robles salió huyendo hacia el monte.
El 12 de abril de 1957 en Cacalutla fue asesinado a las 10 de la mañana el señor Agustín Zequeida “El negro Zequeida”. Lo mató su compadre Secundino Robles por la espalda en la esquina de la escuela primaria, cuando andaba recogiendo basura después de barrer la calle porque iban a recibir un candidato. De don Agustín quedó el recuerdo que era bueno para tirar “de lejos les daba a los conejos con un 30-30”.
El gobierno comenzó a mandar a la policía a buscar a Pedro y Chano Zequeida y sus enemigos les rompían los alambres de sus huertas para que se metieran las vacas. Fue cuando no aguantaron tantos abusos y se dedicaron a vengar, por eso Donaciano y Pedro Zequeida con su madre doña María de la Cruz (doña Cuca) sacaron toda la familia de Cacalutla y se fueron a vivir a El Ciruelar. “Eran muy buena gente pero ya que les mataron al tío se pusieron cabrones”, dice un campesino conocedor de la historia quien asegura que Pedro y Donaciano eran hijos de Pablo Zequeida y sobrinos de don Agustín.
Pero fuentes cercanas a la familia aseguran que los Zequeida provenían de la Costa Chica y que Pedro y Donaciano Zequeida Flores eran originarios de Tres Palos municipio de Acapulco y eran parte de 7 hermanos que don Agustín tuvo con María de la Cruz Flores conocida como doña Cuca.
En 1959, Donaciano Zequeida fue acusado de asaltar el cine de Cacalutla y de asesinar a Antonio García Benítez. En la colonia Cuauhtémoc unos ojos de niño vieron como “Chano Zequeida pasó con un carro de sonido diciendo que al que anduviera en la noche lo iba a matar y lo mismo iba a pasar en Cacalutla. Fue el 19 de noviembre de 1961 cuando la banda atacó Cacalutla a las ocho de la noche, entraron disfrazados de policías y dejaron muertos a Onésimo Vélez Benítez, Basilio Mendoza, Carlos Gómez y Belester Barrera.
En ese tiempo daba miedo bajar de El Quemado a Cacalutla, los campesinos de la sierra bajaban por Las Trincheras a salir a San Martín. El grupo de los Robles (contrario de los Zequeida) era grande, hacían milpa todos juntos, en el jato dejaban todo su armamento, “puro armamento bueno, mientras uno cuidaba las armas todos estaban trabajando”.
Los dos hermanos Zequeida después de vengar a su padre pasaron a formar parte de ese entramado social de caciques, pistoleros y de intrigas que a mediados del siglo pasado era la Costa Grande. Donde no había familia poderosa que no tuviera un grupo de armados a su servicio. Ahora muchos aseguran haber gozado de su amistad y otros todavía les temen “no digas que yo te dije”, pero son muchos los viejos que tienen una anécdota que contar en torno a los Zequeida.
Al público en general/les traigo un nuevo corrido/de dos valientes hermanos/que fueron muy conocidos/los ha matado el gobierno/culpándolos de bandidos.
Arturo Gallegos Nájera en su libro La guerrilla en Guerrero cuando habla del florecimiento del pistolerismo los menciona: “Surgieron asesinos como Constancio Hernández El Zanatón, Gerardo Chávez El Animal, La Yegua, La Pluma, Pedro Vélez y los hermanos Zequeida que eran consentidos del gobierno por los servicios que le prestaban cuando se los requerían, es decir, eran piezas de ajedrez en tablero de la política”.
Los dos hermanos Zequeida/donde quiera se paseaban/siempre confiando en sus armas/y sin tener temor a nada / como las traían fajadas/ni al gobierno respetaban.
“Chano se paseaba por donde quiera confiando en su huevos, en el centro de Atoyac andaba con su M-1 colgado”.
Un día se dio un enfrentamiento entre las pandillas de Pedro Vélez y Donaciano Zequeida que “se produce cuando ambos grupos buscan a sus vendedores habituales de parque en la ciudad. Escribió Anituy Rebolledo quien describe: “Parapetados en postes y pilares se enfrentan a balazos aterrorizando a peatones y comerciantes. El fuego nutrido se inicia en la esquina de Cuauhtémoc y Eduardo Mendoza, precisamente frente a la ferretería Galeana pero sólo durará escasos minutos gracias a la cercanía de la policía. Esta baja del palacio municipal y logra el arresto de varios facinerosos, los jefes entre ellos… Acapulco se estremece de dolor e indignación cuando conoce la muerte de la niña Lupita Marroquín Reyes, hija de Juan Marroquín y Tina Reyes. Jugaba en la puerta de foto Marroquín, el negocio de la familia en Eduardo Mendoza, cuando fue alcanzada por una bala de los matones. Los acapulqueños se unirán solidarios en torno a este drama y demandarán castigo ejemplar para los bestiales asesinos”.
Pero luego el 30 de agosto de ese año 1961, “Pedro Vélez y Donaciano Zequeida se escaparán de la cárcel municipal, junto con 60 delincuentes más, durante una madrugada furiosa de rayos y truenos. La espectacular fuga masiva se realizará a través de un boquete abierto en la pared frontera con la casa del doctor Ricardo Morlet Sutter en la calle Independencia. Pocos serán recapturados” Dice Rebolledo Ayerdi. A los pocos días el 14 de octubre de ese año Pedro Vélez moriría asesinado en Los Órganos municipio de Acapulco.   
En San Jerónimo Pedro, Chano y sus amigos frecuentaban mucho el “burro” Canaima propiedad de Nicolás Cabañas (“Burros” eran los nombres que recibían los bares en ese tiempo) “Nico Cabañas mucho los apoyaba”, iban también a Corral Falso a visitar a Chema Patiño y casi siempre descargaban sus armas al aire.
Un 12 de diciembre Chano, Pedro, Carlos Loeza El Alacrán y otro compañero subieron al Río Santiago porque eran parientes de Lucio Navarrete Arreola y estuvieron bebiendo. Muchos pasaron a saludarlos donde estaban. Ese día Chano le exigió a Filogonio Alarcón una cuenta que le debía a Macario Laurel quien era de Zacualpan pero vivía en el Río Santiago y sirvió de anfitrión. “La gente no salía cuando ellos andaban en el pueblo, inspiraban mucho miedo”.
Chano que vestía una chaqueta azul de mezclilla y unas botas como de obrero mandó al Alacrán por don Filogonio y le dijo ‘para tal fecha le vas a pagar a éste hombre, ese día vengo yo y si no lo haz hecho te vas arreglar conmigo’. En el río Santiago mucho buscaban a Lucio Navarrete Arreola porque se decían primos con don Agustín Zequeida que era tío padre de Pedro y Donaciano”.
“El Cuate Santiago uno de los primeros taxistas que hubo en Atoyac, una vez llevó un viaje a Alcholoa y cuando ya se venía de regreso lo abordó la banda de los Zequeida. Se subieron todos venían sentados hasta en el cofre del carro”.
Un día llegó Chano Zequeida al Arenal de Gómez y le ordenó al niño José Luis --dile a Fulano que venga. El niño fue corriendo y le dijo al Fulano que preguntó ¿donde están? En la cantina --contestó José Luis. El hombre sacó un billete dándoselo --y le pidió --dile que estoy muy ocupado pero que se tomen una a mi salud.
Al pasar por un rancho Chano le dijo al dueño --amigo en cuanto me vendes un becerro para una fiesta que voy a tener-- El dueño contestó: --para cuantas gentes lo quieres – para unas doscientas, contestó Chano. El ranchero dijo --pues llévate aquel, y señaló un becerro gordo –Cuanto te debo –preguntó Chano. –Nada --contestó el propietario, --por eso somos amigos.
En catorce de diciembre/no me quisiera acordar/ llegó la motorizada/queriéndolos desarmar/y los Zequeida pelearon/sin echar un paso atrás.
El 14 de diciembre de 1968, los hermanos Zequeida con otros cuatro compañeros entre los que se encontraba El Alacrán estaban en el barrio Paco (ahora Arenal del Centro), y abordaron el taxi número 12 del sitio de San Jerónimo de Juárez, un Plymouth 66, propiedad de Felipe Nogueda que había ido a dejar unas catequistas a ese lugar y se vinieron rumbo a la ciudad San Jerónimo.
Los acontecimientos fueron rápidos al llegar al Arenal de Gómez,  Pedro se bajó a comprar unos cigarros al billar propiedad de Fernando Serna en la calle principal de esa comunidad, ahí se encontró con un gallero llamado Gabinillo y se regresó al taxi diciendo “aquí está un amigo que nos va invitar una cerveza”, entonces Chano, chaparrito y morenito como era se bajó del carro. En eso llegaron los de la motorizada y se soltó la balacera. Todos buscaron refugio, el chofer del taxi se escondió dentro del billar.
El cronista Wilfrido Fierro Armenta registró que: “A las 5:30 de la tarde de hoy se registró un encuentro a tiros entre la Policía Montada que comanda Rómulo Catalán y la gamba de facinerosos que dirigen los hermanos Donaciano y Pedro Zequeida en el poblado de Arenal de Gómez, donde resultaron muertos 6 policías y los hermanos Zequeida”.
La motorizada primero los quiso agarrar en el mercado de Acapulco, pero “no se dejaron y hubo chingadazos y murieron varios motorizados”. Luego les cayeron en el billar del Ciruelar pero salieron ilesos y se tiraron a perder al monte. Se volvieron a enfrentar en el centro de la ciudad de Atoyac por donde están ahora los bancos. Por eso Pedro Zequeida le mandó un recado a Rómulo Catalán diciéndole que si era tan hombre lo esperaba en Los Arenales.
Sus enemigos calaron/a Rómulo Catalán/para que los persiguiera/al pueblo del Arenal/supo administrar gente/él no quiso peligrar.
El comandante Rómulo Catalán era de la sierra y llevaba siete policías, mandó seis a buscar a los Zequeida, él y otro policía se quedaron poniendo gasolina al carro en la gasolinera Santa Rosa, por eso se salvaron.
La banda la integraban El Chaparro de San Jerónimo, El Calentano de Tierra Caliente, El Alacrán que era de Cacalutla, Eduardo Flores de el Ciruelar,  cargaban puros rifles M1, pistolas: Súper, 45 y 38 especial. La balacera se cerró en ese momento Chano le habría dicho al Alacrán y a los otros compañeros: “Sálganse yo aquí me voy a morir con mi hermano”, y se colocaron espalda con espalda para defenderse atrás de un tamarindo pero por debajo del Jeep un policía que se desangraba herido los acribilló. Así murieron los Zequeida.
Chano y Pedro enfurecidos/ y ese famoso Alacrán/disparaban sus metralletas/buscaban a Catalán /Acabaron con su gente/nadie se pudo salvar.
Doña Cuca fumaba tranquilamente unos cigarros delicados sentada en una esquina viendo a sus hijos tirados en un charco de sangre, luego con mucha serenidad levantó los cuerpos y alquiló un carro propiedad de la familia Téllez para llevarlos a El Ciruelar donde se realizaron los funerales. Pedro tenía 36 años cuando murió y Donaciano 42.
Adiós mi madre querida/madre de mi corazón/nos vamos para el otro mundo/échanos tu bendición/les dejamos un recuerdo/que llenamos el panteón.
A Rómulo Catalán y al policía que sobrevivió los mataron después en la Costa Chica. Los Zequeida están sepultados en el panteón del Ciruelar. El Alacrán vive alejado de los problemas en un pueblo de la Costa. Los que eran niños en ese tiempo, en el poblado del Arenal de Gómez recuerdan que en esa pelea atravesaron un balde y mataron un perro.




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