Víctor Cardona Galindo
Este
corrido es de dominio popular, aunque en Internet únicamente se puede encontrar
la versión del grupo “Los Pumas de Reynosa” que es la mejor interpretación que
conozco. El corrido habla del valor y de la muerte de los dos hermanos, que
fueron famosos a mediados del siglo pasado, pero no dice mucho sobre la
historia de los Zequeida, por eso vamos a contarla en estas páginas.
Pedro Zequeida Flores |
Y es
que las hazañas de los Zequeida van de la realidad a la leyenda en esta tierra
donde el pueblo hace de los hombres valientes seres míticos hasta que se enfada
de ellos. Se dice que trabajaban para los poderosos. Hay versiones que aseguran
que el Presidente Municipal Luis Ríos Tavera los apoyaba y se les temía porque
tenían fama de matar por gusto, había quienes buscaban su amistad y otros que
se encerraban en sus casas al verlos pasar. Eran Pedro y Donaciano Zequeida
Flores quienes encabezaban esa famosa banda que se movía por toda la parte baja
de Atoyac, a veces iban a Río Santiago y al Rincón de las Parotas.
Su
linaje era de valientes y vinieron de la Costa Chica, sus mayores fueron: Agustín
y Pablo Zequeida que llegaron a la Costa Grande a sumarse al movimiento
agrarista después de que pelearon en la revolución al mando del general Julián
Blanco. Se establecieron al norte de Cacalutla donde sembraron sus huertas.
Formaron parte de las guardias rojas que fundó el general Lázaro Cárdenas.
Por
defender las tierras el 7 de julio de 1938, los cuerpos de reservas rurales de
Atoyac comandados por Toribio Gómez y Crispín Ocampo sitiaron y atacaron a la
familia Cortés en Cacalutla. En el ataque murieron 3 miembros de la familia
Cortés y de parte de los reservistas también murieron 3 campesinos entre ellos
Pablo Zequeida a raíz de eso quedó prendida la cuestión entre los Zequeida y
los Cortés.
Por
eso el 6 de mayo de 1942, Agustín Zequeida “El negro Zequeida” emboscó a
Agripino Cortés, cuando en compañía de militares acudió a ver a unos terrenos a
Cacalutla. Murieron Agripino y Asunción Radilla y hubo también varios militares
heridos.
Muchos
años después los Zequeida enfrentarían otro conflicto. Dicen que todo comenzó
cuando salieron mal Pedro Vélez con Marcelino Villegas por culpa de una mujer,
por eso se agarraron a balazos. Los hechos ocurrieron el 19 de enero de 1956
cuando Donaciano Zequeida fue balaceado en Cacalutla y herido de un glúteo. El
cronista de Atoyac Wilfrido Fierro dice que: “Los disparos salieron de la casa
del señor Santiago Robles, por tal motivo fue sitiada por sus familiares. Al no
encontrar a los agresores y en venganza asesinaron al anciano casero,
ocasionando con ello un encuentro entre ambas familias”. Ese día Secundino
Robles se atrincheró dentro de su casa. Al viejito Santiago Robles lo mataron
porque se quedó solo luego que Secundino Robles salió huyendo hacia el monte.
El 12
de abril de 1957 en Cacalutla fue asesinado a las 10 de la mañana el señor
Agustín Zequeida “El negro Zequeida”. Lo mató su compadre Secundino Robles por
la espalda en la esquina de la escuela primaria, cuando andaba recogiendo
basura después de barrer la calle porque iban a recibir un candidato. De don
Agustín quedó el recuerdo que era bueno para tirar “de lejos les daba a los
conejos con un 30-30”.
El
gobierno comenzó a mandar a la policía a buscar a Pedro y Chano Zequeida y sus
enemigos les rompían los alambres de sus huertas para que se metieran las
vacas. Fue cuando no aguantaron tantos abusos y se dedicaron a vengar, por eso Donaciano
y Pedro Zequeida con su madre doña María de la Cruz (doña Cuca) sacaron toda la
familia de Cacalutla y se fueron a vivir a El Ciruelar. “Eran muy buena gente
pero ya que les mataron al tío se pusieron cabrones”, dice un campesino
conocedor de la historia quien asegura que Pedro y Donaciano eran hijos de
Pablo Zequeida y sobrinos de don Agustín.
Pero
fuentes cercanas a la familia aseguran que los Zequeida provenían de la Costa
Chica y que Pedro y Donaciano Zequeida Flores eran originarios de Tres Palos
municipio de Acapulco y eran parte de 7 hermanos que don Agustín tuvo con María
de la Cruz Flores conocida como doña Cuca.
En
1959, Donaciano Zequeida fue acusado de asaltar el cine de Cacalutla y de
asesinar a Antonio García Benítez. En la colonia Cuauhtémoc unos ojos de niño
vieron como “Chano Zequeida pasó con un carro de sonido diciendo que al que
anduviera en la noche lo iba a matar y lo mismo iba a pasar en Cacalutla. Fue
el 19 de noviembre de 1961 cuando la banda atacó Cacalutla a las ocho de la
noche, entraron disfrazados de policías y dejaron muertos a Onésimo Vélez
Benítez, Basilio Mendoza, Carlos Gómez y Belester Barrera.
En ese
tiempo daba miedo bajar de El Quemado a Cacalutla, los campesinos de la sierra
bajaban por Las Trincheras a salir a San Martín. El grupo de los Robles
(contrario de los Zequeida) era grande, hacían milpa todos juntos, en el jato dejaban todo su armamento, “puro
armamento bueno, mientras uno cuidaba las armas todos estaban trabajando”.
Los dos
hermanos Zequeida después de vengar a su padre pasaron a formar parte de ese
entramado social de caciques, pistoleros y de intrigas que a mediados del siglo
pasado era la Costa Grande. Donde no había familia poderosa que no tuviera un
grupo de armados a su servicio. Ahora muchos aseguran haber gozado de su
amistad y otros todavía les temen “no digas que yo te dije”, pero son muchos
los viejos que tienen una anécdota que contar en torno a los Zequeida.
Al público en general/les
traigo un nuevo corrido/de dos valientes hermanos/que fueron muy conocidos/los
ha matado el gobierno/culpándolos de bandidos.
Arturo
Gallegos Nájera en su libro La guerrilla
en Guerrero cuando habla del florecimiento del pistolerismo los menciona:
“Surgieron asesinos como Constancio Hernández El Zanatón, Gerardo Chávez El
Animal, La Yegua, La Pluma, Pedro Vélez y los hermanos Zequeida
que eran consentidos del gobierno por los servicios que le prestaban cuando se
los requerían, es decir, eran piezas de ajedrez en tablero de la política”.
Los dos hermanos
Zequeida/donde quiera se paseaban/siempre confiando en sus armas/y sin tener
temor a nada / como las traían fajadas/ni al gobierno respetaban.
“Chano
se paseaba por donde quiera confiando en su huevos, en el centro de Atoyac andaba
con su M-1 colgado”.
Un
día se dio un enfrentamiento entre las pandillas de Pedro Vélez y Donaciano
Zequeida que “se produce cuando ambos grupos buscan a sus vendedores habituales
de parque en la ciudad. Escribió Anituy Rebolledo quien describe: “Parapetados
en postes y pilares se enfrentan a balazos aterrorizando a peatones y
comerciantes. El fuego nutrido se inicia en la esquina de Cuauhtémoc y Eduardo
Mendoza, precisamente frente a la ferretería Galeana pero sólo durará escasos
minutos gracias a la cercanía de la policía. Esta baja del palacio municipal y
logra el arresto de varios facinerosos, los jefes entre ellos… Acapulco se
estremece de dolor e indignación cuando conoce la muerte de la niña Lupita
Marroquín Reyes, hija de Juan Marroquín y Tina Reyes. Jugaba en la puerta de
foto Marroquín, el negocio de la familia en Eduardo Mendoza, cuando fue
alcanzada por una bala de los matones. Los acapulqueños se unirán solidarios en
torno a este drama y demandarán castigo ejemplar para los bestiales asesinos”.
Pero
luego el 30 de agosto de ese año 1961, “Pedro Vélez y Donaciano Zequeida se
escaparán de la cárcel municipal, junto con 60 delincuentes más, durante una
madrugada furiosa de rayos y truenos. La espectacular fuga masiva se realizará
a través de un boquete abierto en la pared frontera con la casa del doctor
Ricardo Morlet Sutter en la calle Independencia. Pocos serán recapturados” Dice
Rebolledo Ayerdi. A los pocos días el 14 de octubre de ese año Pedro Vélez
moriría asesinado en Los Órganos municipio de Acapulco.
En San
Jerónimo Pedro, Chano y sus amigos
frecuentaban mucho el “burro” Canaima propiedad de Nicolás Cabañas (“Burros”
eran los nombres que recibían los bares en ese tiempo) “Nico Cabañas mucho los
apoyaba”, iban también a Corral Falso a visitar a Chema Patiño y casi siempre descargaban sus armas al aire.
Un 12
de diciembre Chano, Pedro, Carlos
Loeza El Alacrán y otro compañero
subieron al Río Santiago porque eran parientes de Lucio Navarrete Arreola y
estuvieron bebiendo. Muchos pasaron a saludarlos donde estaban. Ese día Chano le exigió a Filogonio Alarcón una
cuenta que le debía a Macario Laurel quien era de Zacualpan pero vivía en el
Río Santiago y sirvió de anfitrión. “La gente no salía cuando ellos andaban en
el pueblo, inspiraban mucho miedo”.
“Chano que vestía una chaqueta azul de
mezclilla y unas botas como de obrero mandó al Alacrán por don Filogonio y le dijo ‘para tal fecha le vas a pagar
a éste hombre, ese día vengo yo y si no lo haz hecho te vas arreglar conmigo’.
En el río Santiago mucho buscaban a Lucio Navarrete Arreola porque se decían
primos con don Agustín Zequeida que era tío padre de Pedro y Donaciano”.
“El
Cuate Santiago uno de los primeros taxistas que hubo en Atoyac, una vez llevó
un viaje a Alcholoa y cuando ya se venía de regreso lo abordó la banda de los
Zequeida. Se subieron todos venían sentados hasta en el cofre del carro”.
Un
día llegó Chano Zequeida al Arenal de
Gómez y le ordenó al niño José Luis --dile a Fulano que venga. El niño fue
corriendo y le dijo al Fulano que preguntó ¿donde están? En la cantina --contestó
José Luis. El hombre sacó un billete dándoselo --y le pidió --dile que estoy muy
ocupado pero que se tomen una a mi salud.
Al
pasar por un rancho Chano le dijo al
dueño --amigo en cuanto me vendes un becerro para una fiesta que voy a tener--
El dueño contestó: --para cuantas gentes lo quieres – para unas doscientas, contestó
Chano. El ranchero dijo --pues llévate aquel, y señaló un becerro gordo –Cuanto
te debo –preguntó Chano. –Nada --contestó el propietario, --por eso somos
amigos.
En
catorce de diciembre/no me quisiera acordar/ llegó la motorizada/queriéndolos
desarmar/y los Zequeida pelearon/sin echar un paso atrás.
El
14 de diciembre de 1968, los hermanos Zequeida con otros cuatro compañeros
entre los que se encontraba El Alacrán
estaban en el barrio Paco (ahora Arenal del Centro), y abordaron el taxi número
12 del sitio de San Jerónimo de Juárez, un Plymouth 66, propiedad de Felipe
Nogueda que había ido a dejar unas catequistas a ese lugar y se vinieron rumbo
a la ciudad San Jerónimo.
Los
acontecimientos fueron rápidos al llegar al Arenal de Gómez, Pedro se bajó a comprar unos cigarros al
billar propiedad de Fernando Serna en la calle principal de esa comunidad, ahí
se encontró con un gallero llamado Gabinillo y se regresó al taxi diciendo “aquí
está un amigo que nos va invitar una cerveza”, entonces Chano, chaparrito y
morenito como era se bajó del carro. En eso llegaron los de la motorizada y se
soltó la balacera. Todos buscaron refugio, el chofer del taxi se escondió
dentro del billar.
El
cronista Wilfrido Fierro Armenta registró que: “A las 5:30 de la tarde de hoy
se registró un encuentro a tiros entre la Policía Montada que comanda Rómulo
Catalán y la gamba de facinerosos que dirigen los hermanos Donaciano y Pedro
Zequeida en el poblado de Arenal de Gómez, donde resultaron muertos 6 policías
y los hermanos Zequeida”.
La
motorizada primero los quiso agarrar en el mercado de Acapulco, pero “no se
dejaron y hubo chingadazos y murieron varios motorizados”. Luego les cayeron en
el billar del Ciruelar pero salieron ilesos y se tiraron a perder al monte. Se
volvieron a enfrentar en el centro de la ciudad de Atoyac por donde están ahora
los bancos. Por eso Pedro Zequeida le mandó un recado a Rómulo Catalán
diciéndole que si era tan hombre lo esperaba en Los Arenales.
Sus enemigos calaron/a
Rómulo Catalán/para que los persiguiera/al pueblo del Arenal/supo administrar
gente/él no quiso peligrar.
El
comandante Rómulo Catalán era de la sierra y llevaba siete policías, mandó seis
a buscar a los Zequeida, él y otro policía se quedaron poniendo gasolina al
carro en la gasolinera Santa Rosa, por eso se salvaron.
La
banda la integraban El Chaparro de
San Jerónimo, El Calentano de Tierra
Caliente, El Alacrán que era de
Cacalutla, Eduardo Flores de el Ciruelar,
cargaban puros rifles M1, pistolas: Súper, 45 y 38 especial. La balacera
se cerró en ese momento Chano le habría dicho al Alacrán y a los otros compañeros: “Sálganse yo aquí me voy a morir
con mi hermano”, y se colocaron espalda con espalda para defenderse atrás de un
tamarindo pero por debajo del Jeep un policía que se desangraba herido los
acribilló. Así murieron los Zequeida.
Chano
y Pedro enfurecidos/ y ese famoso Alacrán/disparaban sus metralletas/buscaban a
Catalán /Acabaron con su gente/nadie se pudo salvar.
Doña
Cuca fumaba tranquilamente unos cigarros delicados sentada en una esquina
viendo a sus hijos tirados en un charco de sangre, luego con mucha serenidad levantó
los cuerpos y alquiló un carro propiedad de la familia Téllez para llevarlos a
El Ciruelar donde se realizaron los funerales. Pedro tenía 36 años cuando murió
y Donaciano 42.
Adiós mi madre
querida/madre de mi corazón/nos vamos para el otro mundo/échanos tu bendición/les
dejamos un recuerdo/que llenamos el panteón.
A
Rómulo Catalán y al policía que sobrevivió los mataron después en la Costa
Chica. Los Zequeida están sepultados en el panteón del Ciruelar. El Alacrán
vive alejado de los problemas en un pueblo de la Costa. Los que eran niños en
ese tiempo, en el poblado del Arenal de Gómez recuerdan que en esa pelea atravesaron
un balde y mataron un perro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario