Víctor Cardona Galindo
El miércoles 23
de abril de 1972 Guadalupe Castro Molina bajaba por la calle 13, acompañada por
Julieta su hermana menor, con dirección al trabajo, cuando tres hombres
salieron de la casa de un matancero de marranos de apellido Corrales, quien les
dijo: “Esa es, la gordita que va de aquel lado”. Los agentes se le fueron
encima y la detuvieron.
Misa de cuerpo presente al cadáver de Genaro Vázquez Rojas en la Iglesia de San Luis Rey de San Luis Acatlán, el 4 de enero de 1972. Foto encontrada en el Archivo General de la Nación. |
Dos días más tarde,
esos mismos agentes fueron por don Petronilo Castro Hernández quien entonces
tenía 73 años. El 25 de abril de 1972 elementos del Policía Judicial de
Guerrero al mando del comandante Wilfrido Castro Contreras lo sacaron de su
domicilio ubicado en calle 13 esquina con avenida Silvestre Castro, colonia
Juan R. Escudero de la ciudad de Acapulco, Guerrero. Llegaron preguntando por
el señor Petronilo Castro, quien en ese momento salió y de inmediato los
agentes lo tomaron del cinturón, ante las protestas enérgicas de él.
Arturo Gallegos
fue testigo de su detención. Se lo llevaron en un Volkswagen blanco con rumbo
al centro de la ciudad de Acapulco. Su hija menor Miriam, lo vio por última vez
ese 25 de abril en la calle 10 de la colonia Cuauhtémoc cuando era conducido en
el mismo vehículo por los agentes judiciales que lo detuvieron. Nunca más se
supo de él. El ex policía Pedro Valdovinos uno de los participantes en su
secuestro, dos años después aseguró que entregó a don Petronilo y a su hija
Guadalupe en una cárcel clandestina ubicada en el fraccionamiento Las Américas
por el rumbo de Caleta.
Después de los
operativos por la investigación de secuestro de Cuauhtémoc García Terán la
mayoría de los detenidos fueron puestos en libertad, únicamente quedaron detenidos
Guadalupe Castro Molina, Petronilo Castro Hernández, Romana Ríos García, David
Rojas Vargas y a Margarito Roque Texta o Bahena lo habían puesto en libertad
pero al ver que no venía su esposa prefirió quedarse con ella.
“Cinco días
después, -dice Arturo Galllegos- el señor Margarito Roque Bahena fue avisado de
que quedaba en libertad junto con su madre y tres de sus cinco hijos y la bebé.
No estaban en las listas de los liberados Arsenio, Margarito y su señora
esposa. Al notar la ausencia de doña Romana, preguntó a la policía por ella; el
policía contestó que ella se quedaba, sin dar mayor explicación. La respuesta
de Margarito fue categórica: ‘Entonces no me voy, me quedo con mi esposa’. Tal
vez nunca imaginó que con ello estaba sellando su destino, quedando a partir de
entonces en calidad de desaparecido y sus hijos en el peor de los desamparos.
Junto con Heriberto, Margarito, Arsenio, María de la Luz y Aurelio, dejaron en
libertad a la señora madre de Margarito Roque Bahena, señora Marina Texta
Solís”.
Guadalupe Castro Molina durante las torturas confesó
ser militante del Partido de los Pobres y haber participado una temporada con
la Brigada Campesina de Ajusticiamiento en la Sierra Cafetalera de Atoyac de
Álvarez Guerrero. De acuerdo a los documentos que están en Archivo General de la Nación (AGN)
durante el interrogatorio Guadalupe dijo que 30 mil pesos, una parte era
producto del asalto al Banco de Comercio de Acapulco, fueron entregados a David
Rojas Vargas para que los llevara a la sierra y confirmó que ella permaneció
diez días en el campamento de Los Mangos.
Posteriormente fue trasladada de nuevo al Campo
Militar Número 1, de la Ciudad de México, eso consta en un oficio firmado por
el capitán Luis de la Barreda Moreno, entonces director Federal de Seguridad,
titulado “Estado de Guerrero”, que se encuentra en el AGN.
El 24 de abril Matías Perdón Iturio llevó una columna
del 50 Batallón de Infantería a el lugar donde supuestamente tenían al
secuestrado. La columna militar iba encabezada por miembros de la Dirección
Federal de Seguridad (DFS). Ese día en Atoyac fue detenido también Ignacio
Serafín Gómez.
“A
las 20:15 hrs. del día 24 actual [abril
de 1972] un elemento de la D. F. S., salió con Matías Perdón Iturio hacia
Atoyac de Álvarez, donde una columna del 50 Batallón de Infantería tomará parte
en la captura del grupo de plagiarios de Cuauhtémoc García Terán maniobra que
inició a las 23:00 hrs. del día 24 actual”, informaba la DFS.
Otra vez la DFS
informa el 25 de abril de 1972 que tiene en su poder a Matías Perdón Iturio “Elfego” y a Ignacio Serafín Gómez “Ramón” quienes fueron llevados por el
rumbo de La Remonta en busca del secuestrado Cuauhtémoc García Terán y que
luego la operación se suspendió para interrogar más ampliamente a Serafín
Gómez.
En
esos días los operativos y las
detenciones fueron permanentes, el 4 de mayo de 1972, a las
cuatro de la mañana, agarraron al campesino Alberto Arroyo Dionicio del Rincón
de las Parotas, los soldados lo apresaron y lo subieron en una camioneta de
redilas blanca y se lo llevaron rumbo a la ciudad de Atoyac y hasta la fecha no
se sabe de él.
Por
otro lado, el grupo armado y la familia de Cuauhtémoc García, estaban en el
estira y afloja. Carmelo no tuvo más remedio que entrar en negociaciones con el
Partido de los Pobres. El contacto e intermediario que empleó la guerrilla para
tratar el asunto del dinero, fue el presbítero Isidoro Ramírez Suárez, El padre Chilolo; párroco de la iglesia
Santa María de la Asunción de Atoyac, a él se le entregaría la cantidad del
rescate para que a su vez la llevara a la Brigada.
En el libro Lucio
Cabañas y el Partido de los Pobres. Una experiencia guerrillera en México
de Eleazar Campos Gómez se recoge la versión de la guerrilla. “En
cuanto al rescate, la familia dijo que no tenía para pagar los 3 millones. Por
nuestra parte, no quisimos pasarlo por las armas debido a que era estudiante,
tenía 23 años, nunca había participado en acciones contra el pueblo y había la
urgencia de conseguir dinero como fuera, y quizás hubo también un poco de
sentimentalismo”.
La
guerrilla no ajustició al secuestrado a pesar de que a la primera cita para la
entrega del rescate, por el rumbo de Loma Larga, únicamente asistieron “dos
camiones del Ejército que estaban parados en la brecha cerca del lugar. Los
compañeros apenas tuvieron tiempo de medio cubrirse entre las matas ralas de
café cuando vieron a los soldados”, dice un guerrillero que agrega: “Después
del primer fracaso para la obtención del rescate, fui comisionado para ir a
dejarle al doctor Juventino (compadre de Carmelo) una carta para que él se la
hiciera llegar; en ella se ponía la cita para la entrega del dinero, pues
tampoco funcionó por este medio. Después fue comisionado el compañero Samuel y fue a dejar un sobre en el
quicio del curato de Chilolo… Fue por
este medio que entramos en negociaciones con la familia”. La cita fue puesta
entre San Juan y la Cebada.
El
17 de mayo de 1972 le llegó un escrito a Isidoro Ramírez donde comunicaban las condiciones
para liberar a Cuauhtémoc García Terán. El texto estaba firmado el día 15 y
decía: “Señor Carmelo Galeana… En vista que su hijo está mal de salud hemos
decidido rebajar el monto del rescate, entregue usted dos millones de pesos al
Sr. Cura Isidoro Ramírez más los documentos en que constan las deudas de los
campesinos. Su hijo sólo será rescatable hasta el 17 de mayo actual, a las
12.00 horas. Concretándose a entregar lo exigido al cura Isidoro, no siga
siendo indiscreto”,
La
entrega del rescate se concretó el 25 de mayo de 1972 a las 3: 45 de la tarde
en un lugar cercano a La Cebada, ahí el padre Isidoro Ramírez entregó el
dinero. “A las 15:45 del 25 del actual [mayo de 1972], en un punto cercado al
lugar denominado ‘La Cebada’ en el camino de Atoyac-Plan de Carrizo de Gro., el
presbítero Isidoro Ramírez, entregó el dinero del rescate del joven Cuauhtémoc
García Terán, a este grupo, cuyos miembros le indicaron que en un término de 8
días a partir de esta fecha, darán instrucciones para que recogieran a García
Terán”, dice una tarjeta del gobierno.
“A
ese lugar (entre San Juan de las Flores y la Cebada) llegó don Chilolo en una camioneta llevando varias
botellas de vino, una muda de ropa para Cuauhtémoc, una pañera, un par de
bermudas y medio millón de pesos como pago del rescate. Chilolo dijo que la familia García Terán no podía reunir más dinero
y los único que podía dar era medio millón en efectivo y medio millón en
recibos firmados por los deudores que también traía este cura”, nos aclara la
versión de la guerrilla.
“A
este señor se le dijo que Cuauhtémoc no podía ser liberado mientras no fuera
pagado lo que se había exigido desde el principio y que tenía que venir a dejar
el resto del rescate a la brecha de San Manuel al Purgatorio (San Vicente al
Paraíso) donde encontrara una señal se parara y espera instrucciones”.
En esa
ocasión los guerrilleros también le dijeron a Isidoro Ramírez que interviniera
ante el gobierno para que liberaran a los campesinos detenidos durante las
investigaciones del secuestro. Le señalaron muy claramente que no se trataba de
una condición para liberar al secuestrado. A las 17: 20 horas, el presbítero
Isidoro retornó a la ciudad de Atoyac acompañado por Leobardo Martínez quien lo
transportó en su camioneta Chevrolet verde.
Finalmente
la Brigada 18 de mayo del Partido de los Pobres encabezada por Isidro Castro
Fuentes, recibió la cantidad de 500 mil pesos en efectivo y otros 520 mil pesos
en letras de deudas que tenían algunos campesinos, el grupo lo confirmó por
medio de un comunicado el 6 de junio de 1972, encontrado en el atrio de la
iglesia dirigido a Isidoro Ramírez donde le dicen que ya recibieron “el medio
millón de adelanto por el secuestro y 520 en letras que amparan deudas de los
campesinos hacia el señor J. Carmen García Galeana las cuales la mayor parte
son muy viejas y no amparan la deuda real”.
Anexo
al comunicado del Partido de los Pobres venía una carta de Cuauhtémoc que
decía: “Querido papá, desde lo más escabroso de la sierra donde me tienen
recluido le envío un cariñoso saludo con el inmenso deseo que junto con mi mamá
y hermanos se encuentren bien, yo a Dios gracias y principalmente a la
benevolencia de la Brigada 18 de mayo aun me encuentro con vida”.
“Tengo
la impresión que para mí ha pasado el peligro de muerte, pues me enteré que los
señores que me mantienen cautivo recibieron ya medio millón de pesos en
efectivo y medio millón en letras que amparan deudas de los campesinos hacia
ti. Por cierto que ni siquiera es la cantidad que prometiste en letras”.
Después
de casi tres meses de estar retenido por la Brigada, el hijo de Carmelo García
regresó a su hogar sano y salvo. Y a diferencia de aquellas personas que fueron
detenidas e interrogadas por las autoridades policiacas, a Cuauhtémoc se le
trató de la mejor manera mientras estuvo cautivo en la sierra.
Nos
comenta un guerrillero: “El día convenido se presentó a la cita acompañado de
un muchacho y otra persona. El curita llegó casi llorando porque se liberara a
Cuauhtémoc, ya que Carmelo le había dicho que el dinero se lo había guardado él
y por eso no habíamos liberado al secuestrado. Decía, además, que Carmelo no
podía dar más dinero porque ya no tenía. Estuvo a punto de hincársele a los
compañeros con tal de que liberaran a Cuauhtémoc. Finalmente los compañeros
dejaron libre a Cuauhtémoc y éste lleno de gusto se despidió de Lucio al tiempo
que le daba las gracias y también a los demás compañeros. Al tiempo de arrancar
la camioneta en que regresó a Atoyac el muchacho que había ido con el cura
levantó la mano en señal de despedida y medio a escondidas con los dedos hizo
la señal de la victoria”.
“En
cuanto a las cosas que le habían mandado a Cuauhtémoc, ni una le entregamos. El
compañero Tecuapa se probó el pantalón y las bermudas, le quedaron y las guardó
en su mochila para cuando saliera, pero cuando salió ya no le quedaron. Este
compañero se incorporó muy chico a la Brigada, de 13 o 14 años, estaba
creciendo y por eso no le quedó lo que había guardado”.
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