Víctor Cardona Galindo
A mediados de 1972 la ciudad de Atoyac
vivía presa del rumor y el suspenso. A raíz del secuestro de Cuauhtémoc García
Terán, algunos comerciantes enviaron a sus hijos a estudiar a otros lugares. Algunos
pudientes dormían en lugares alejados de sus recamaras. Por las noches se
escuchaban muchos ruidos en las calles entre los que destacaban silbidos que se
distinguían entre la ladrería de perros. Algunos viejos mantenían vivo el
recuerdo de cuando los vidalistas tomaron la ciudad, quemaron comercios y el
archivo municipal, se decía que en cualquier momento la gente de Lucio Cabañas haría
lo mismo.
En este contexto, el 6 de junio, se
iniciaron los trabajos para construir el pedestal donde se instalaría el
monumento al general Juan Álvarez Hurtado que llegó el 16, dice Wilfrido Fierro
“a las 11 horas de la mañana, llegó el carro No. 13 de Líneas Unidas del Sur,
S. A”, trayendo ya la estatua de bronce.
El 18 a las 10 de la mañana, con la
llegada a la plaza cívica de una antorcha conducida por Lilia Castro Abarca
alumna de la escuela secundaria federal, se iniciaron las festividades por el
primer Centenario de ciudad. El
24 de junio de 1872 Atoyac fue elevada a la categoría de ciudad y se le agregó
el apelativo de Álvarez en honor a don Juan Álvarez, mediante el decreto número
60 firmado por el
gobernador del estado Francisco O. Arce.
Por ese motivo hubo programas
culturales y carrera de ciclistas que vinieron de Acapulco para competir con
los de Atoyac. Era presidente municipal Silvestre Hernández Fierro y el 21 de
junio se comenzaron a pavimentar las calles: Miguel Hidalgo, Independencia y
Vicente Guerrero. Ese día también fue instalada en la Plaza Morelos la estatua
del general Juan Álvarez obra del escultor Miguel del Águila Pineda.
Y el 24 de junio, a las 11 de la
mañana, el gobernador del estado Israel Nogueda Otero develó la estatua del
ilustre atoyaquense. Al acto asistieron los tres poderes del estado y se llevó
a cabo una sesión pública de la Cámara de Diputados. El presidente municipal
Silvestre Hernández Fierro entregó al gobernador una medalla al mérito,
declarándolo hijo predilecto de Atoyac. Un desfile cívico y militar recorrió
las principales calles de la ciudad y para concluir se sirvió un banquete en el
centro social Lido.
Mientras en la montaña la Brigada Campesina de
Ajusticiamiento se organizaba. “Luego que nosotros recibimos el dinero de
secuestro, -dice un guerrillero- empezamos a comprar alimentos, medicinas y
otras cosas que estábamos necesitando. Además estábamos previniendo empezar
atacar al ejército o la judicial”. Por este tiempo la guerrilla tenía su
campamento al pie del cerro Las Patacuas, al norte de El Porvenir y en esa
misma dirección cruza el camino que va de El Porvenir a El Cacao. “Era difícil
para que alguien diera con el lugar, esta zona es de terreno muy quebrado,
cubierta de árboles altos, de matas de café y en las primeras lluvias empieza a
crecer el platanillo que borra toda huella de camino o vereda, y quien no sabe
andar en el monte se pierde entre tantas barrancas. Este campamento lo usamos
como bases de operaciones durante varios meses. En este lugar metimos mucho
alimento y cuando ya tuvimos reunida una buena cantidad de alimentos se planteó
el ataque al Ejército”.
La oportunidad para los guerrilleros se
presentó cuando las tropas, que había por toda la sierra, se
concentraron para participar en el desfile cívico militar por los cien años de
la ciudad de Atoyac, cuando iban de regreso fueron emboscadas. “A las 9:00 horas de la mañana de hoy –registra Wilfrido
Fierro el 25 de junio- un grupo de guerrilleros al mando del Profr. Lucio
Cabañas Barrientos le tendieron una emboscada cerca de San Andrés de la zona
cafetalera, a un comando militar”. Con este motivo y para cerciorarse de los
hechos se trasladó a esta ciudad de Atoyac el secretario de la Defensa Nacional
el general Hermenegildo Cuenca Díaz.
El
ataque se perpetró cinco años después que Lucio Cabañas pasó a la ilegalidad.
Los hechos ocurrieron en el Arroyo de Las Piñas a dos kilómetros al norte de
San Andrés de la Cruz, en el camino de Atoyac a El Paraíso, fue el domingo 25
de junio a las 9: 30 horas. Los que saben de estrategia dicen que ese era un
lugar ideal para una emboscada por las lomas pedregosas a los lados del camino.
En aquel tiempo la carretera era de terracería, los carros tenían que pasar una
pequeña curva y bajar despacio al cauce del arroyo. Los soldados estuvieron a
tiro de los guerrilleros que se colocaron en la malaza atrás de unas piedras.
La guerrilla aprovechó que sus integrantes eran campesinos cazadores y conocedores
de las veredas de la sierra.
Los
soldados en sus camiones no esperaban aquel ataque, hacía décadas que el
Ejército no era atacado en esta zona, se decía que la gente de Lucio sólo
quería ajustarle cuentas a la judicial, Genaro había sido expulsado de la
región y muerto después de un accidente automovilístico. Cuando sintieron los
disparos los soldados estaban entumecidos, era muy temprano y en esa parte de
la sierra hace mucho frío por las mañanas, la balacera les cayó encima con un
rayo, no tuvieron tiempo de reaccionar, cuando quisieron accionar sus armas una
lluvia de balas los inmovilizó. Los que sobrevivieron al primer rafagazo
brincaron fuera del camión, pero no había lugar donde esconderse, las mejores
posiciones las dominaban los guerrilleros que gritaban “ríndanse hijos de la
chingada”.
Se
rindieron y los guerrilleros salieron de la maleza para llevarse todo: armas,
comida, medicinas y municiones pero también el orgullo del Ejército mexicano.
Ahí nació la leyenda de Lucio Cabañas Barrientos. Según la propia versión del Partido
de los Pobres, emboscaron a personal del 50º Batallón de Infantería, a las 9:30
horas, en el Arroyo de las Piñas, entre los poblados de San Andrés de la Cruz y
Santiago de la Unión, cuando estos se transportaban en un vehículo militar. En
esa acción murieron 10 militares, 2 heridos fueron puestos en libertad y les
decomisaron 6 armas automáticas que quedaron al servicio de la guerrilla.
Según los registros de la guerrilla el ataque fue realizado por
Lucio Cabañas, El Doc, Héctor, Isaías, Juan, Marcos, Oscar, Ramiro, Ramón, Samuel y Tecuapa. Para
esos momentos el grupo en la sierra no era numeroso, tan solo contaba con diez
miembros, pero tenía un amplio apoyo de la gente de los barrios. Los Brigada
Campesina de Ajusticiamiento tenía presencia en Acapulco y otras ciudades de
Guerrero, y ya se establecían contactos con otras organizaciones armadas de
país.
De
acuerdo a los testimonios recogidos por Eneida Martínez: “Se consideró que ya
era el momento adecuado para atacar al Ejército, así que se empezaron a hacer
los preparativos. Cerca de la carretera donde se iba a emboscar el camión
militar, aproximadamente a dos kilómetros de San Andrés de la Cruz en el camino
de Atoyac de Álvarez, se acondicionó un campamento donde sólo se ocuparía
para que los miembros de la Brigada se
organizaran. También se contó con el apoyo de integrantes de otro grupo armado,
el Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR). En el campamento se quedaron tres
hombres de apoyo, para elaborar los alimentos que consumirían los encargados de
llevar a cabo la emboscada, ya que éstos habían decidido quedarse en el lugar
hasta que pasara el convoy militar”.
“Se
apostaron un grupo de un lado y otro grupo del otro lado del camino y en el
momento en que pasó el vehículo, se empezó a disparar sobre el vehículo y en
unos cuantos segundos ya no había más vehículos para atacar. Uno de los
primeros muertos fue el conductor, se fue a estrellar en una cuneta y cuando se
pidió rendición pues solamente dos individuos salieron. Yo recuerdo que uno de
ellos, por lo menos, estaba herido pero alcanzó a salir, se le respetó la vida,
a diferencia de lo que hacía el ejército, no se les atendió porque realmente no
teníamos ni siquiera elementos de guerra, no llevábamos botiquín no había
manera de atenderlos, y además pues
obviamente teníamos que salir rápidamente antes de que llegaran refuerzos.
Sobre todo porque en el momento del ataque pasó una camioneta, que hacía el
servicio regular de transporte, a la que si se le lanzó una arenga política y
se le dejó seguir su camino posteriormente. Entonces en lo que duró el ataque,
que no fueron muchos minutos, y lo que duró la arenga política, en lo que se
revisó el vehículo, se retiraron las armas de abordo, en lo que se verificó que
hubiera heridos, pues por lo menos, no atenderlos, pero por lo menos ver que no
estaban en condición crítica, no sé, tal vez una media hora”, le comentó un
guerrillero a Eneida Martínez.
En una tarjeta al secretario de la Defensa, se le informó de la
llamada telefónica del comandante de la 27ª Zona Militar para reportarle estos
hechos. Inmediatamente Cuenca Díaz informó de ello a
Luis Echeverría, y se elaboró un boletín de prensa. Se reportaron las diez
personas que fallecieron, y las 18 que resultaron
heridas. Se tomó declaración a los soldados sobrevivientes que se le trasmitieron al secretario de la Defensa, así como los
movimientos militares que se realizaron en San
Andrés de la Cruz donde fue la emboscada. Luego esta información se le hizo llegar al presidente de la república.
En
el Archivo General de la Nación está la relación del personal del Ejército
muerto a las 9.40 horas, del 25 de junio de 1972 en una emboscada a la altura
del kilómetro 2 del poblado de San Andrés de la Cruz, municipio de Atoyac de
Álvarez.
1.
Teniente de infantería Marco Arteaga Santos, de 29 años de edad, originario del
Distrito Federal con cuatro impactos de bala.
2.
Sargento segundo chofer Jesús Álvarez Sosa, de 41 años de edad, originario de
Cuahuayutla, Guerrero con seis impactos de bala.
3.
Sargento segundo de Infantería Ángel López Valencia, de 40 años de edad,
originario de Maravatio Michoacán, con 13 impactos de bala.
4.
Cabo de Infantería Melchor Salmerón Hernández de 26 años de edad, originario de
Tixtla, Guerrero con cuatro impactos de bala.
5.-
Soldado de infantería Alfredo Blanco Adame, de 25 años de edad originario de
Tixtla, con 12 impactos de bala.
6.
Soldado de Infantería Joaquín Silverio Nava de 26 años de edad originario de la
Escalera, Guerrero con siete impactos de bala.
7.
Soldado de Infantería Ignacio Abarca Durán de 33 años de edad, originario de
Tlayolapa, Guerrero con cuatro impactos de bala.
8.
Soldado de Infantería Ángel Sandoval Vázquez de 23 años de edad, originario de
Chichihualco Guerrero con cinco impactos de bala.
9.
Soldado de Infantería Zenón Duque López, de 21 años de edad, originario de
Chilpancingo Guerrero con once impactos de bala.
10.
Soldado de Infantería Armando Carbajal Cruz de 19 años de edad, originario de
Cacalutla Guerrero con cinco impactos de bala.
Los
soldados de Infantería Marcos Silverio Gómez y Felipe Arizmendi Flores, fueron
trasladados al Hospital Central Militar de la capital de la República, para ser
atendidos de las lesiones que presentan.
La
Dirección Federal de Seguridad (DFS) reportaba que el vehículo en que se
transportaban soldados presentaba 128 impactos de proyectil de arma de fuego en
el parabrisas y toldo. “Los cadáveres fueron despojados del siguiente armamento
y municiones: 1 carabina M-2, 4 Fusiles Automáticos Ligeros (F.A.L), 6
Mosquetones, 1 pistola Col. 45, 6 cargadores con 90 cartuchos, 17 cargadores
con 340 cartuchos, 275 cartuchos para mosquetón, 8 fornituras de piel, 4 maletas,
2 sacos de ración y 1 cuchillo bayoneta”.
Dice
el reporte que tropas pertenecientes a la 27 zona militar se encontraban
operando en el área que comprende, los poblados de Poza Honda, Remonta y Llanos
de Santiago.
“La
acción ha causado descontento en todos los actores sociales, calificándole de
‘Crimen alevoso’ pidiendo que el gobierno federal ponga fin en forma drástica y
definitiva a los hechos de sangre y secuestros que se han efectuado por parte
de facinerosos que desafían a las autoridades. Así mismo señalan que fue ‘demasiada
confianza de parte de Ejército’, ya que en diversas ocasiones se habló en la
región de una emboscada”.
“Elementos
pertenecientes a los batallones 27, 40 y 50, continúan ‘rastreando’ la sierra
de Atoyac de esta entidad”. Firma muy respetuosamente, el director Federal de
Seguridad capitán Luis de la Barreda Moreno.
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