Víctor Cardona Galindo
Sucedió
que el 19 de noviembre de 1971, un comando de Asociación Cívica Nacional
Revolucionaria (ACNR) secuestró a Jaime Castrejón Díez, rector de la
Universidad Autónoma de Guerrero y gerente de la Coca Cola,
a la altura de la desviación de Casa Verde, en plena cañada del Zopilote,
cuando se trasladaba de su domicilio de Taxco de Alarcón a la ciudad de
Chilpancingo.
Como
rescate, los guerrilleros, exigieron la excarcelación de nueve presos
políticos, dos millones y medios de pesos en efectivo y la presentación de 15
detenidos. Hacía poco, el 27 de septiembre de 1971, el
Frente Urbano Zapatista (FUZ), había secuestrado con éxito al jefe de
Administración de Aeropuertos, Julio Hirschfeld Almada consiguiendo como
rescate tres millones de pesos.
De acuerdo a la versión de
Arturo Miranda Ramírez y Carlos G. Villarino Ruíz en su libro El otro rostro de la guerrilla 40 años
después, la guerrilla acusaba a Castrejón de servir de punta de lanza del
imperialismo en su campaña de penetración cultural en el país. Estaba
considerado como uno de los hombres más ricos de la entidad. Su capital se
estimaba en más de 200 millones de pesos. Al ser propietario de las embotelladoras
Yoli y Cocacola, en todo el estado, se le ubicó como capitalista pro
imperialista. Tenía una estrecha relación con el presidente de la república y con
el gobierno local.
Jaime Castrejón, de 39 años de
edad, tenía estudios en Estados Unidos e Inglaterra. Ex presidente municipal de
Taxco de 1966 a 1968, vicepresidente de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación
Superior (ANUIES), rector de la UAG desde 1970. Dueño
de las embotelladoras de refrescos en Acapulco, Iguala, Taxco y Ciudad
Altamirano.
Castrejón nació en Taxco el 22
de mayo de 1931. “Cursó el plan piloto de Humanidades del doctor Robert
Hutchis, en la Universidad de Chicago, de 1949 a 1950. Obtuvo el título del
bacteriólogo en la Universidad de California en 1954, y luego obtuvo la
maestría en bacteriología y microbiología en la Universidad de Bristol
Inglaterra en 1955-1956. Además obtuvo el doctorado en microbiología en Tulane
University en 1961 e hizo un curso de posdoctorado en la misma universidad, de
1961 a 1962”, informaba Excélsior el
20 de noviembre.
Por Arturo Miranda sabemos que
el comando hizo un primer intento de secuestro pero fracasó por su
inexperiencia. “Antes del amanecer aquel día 10 de noviembre de 1971 salió el
comando y unas horas después volvía a la comunidad sin haber realizado la
acción”.
Nueve días después, cuatro
hombres armados con metralletas, vestidos de militares y con cascos
secuestraron a las 9:30 horas al rector Jaime Castrejón Díez, a quien obligaron
a detener su automóvil en el kilómetro 240 de la carretera México-Acapulco. El
expresidente municipal de Taxco venía acompañado de su esposa Ruby Nickel y su
chofer Ángel Traviesa a quien también se llevaron y soltaron después. El rector
fue trasladado a un lugar cercano al poblado de Maxela y junto con el comando
inició el ascenso a las montañas localizadas al sureste de dicho poblado.
“Durante el secuestro nadie
llegó a sospechar que un ancianito sordo y casi ciego fuera quien puntualmente
en un borrico más flaco que el caballo de don Quijote, llevara los alimentos y
la información que requería Genaro y el comando. El viejecito pasaba
desapercibido a policías y soldados que peinaban la región de Maxela”.
Ese 19, a las 8:00 horas salió
Castrejón y acompañantes de Taxco rumbo a Chilpancingo, en su automóvil Galaxie
1971 blanco, cuando en el lugar conocido como Venta Vieja, les salió un coche
Dodge Coronet, verde olivo, que los comenzó a perseguir, más adelante les cerró
el paso atravesándose en la carretera, del automóvil descendieron cuatro sujetos
que los rodearon y luego bajaron al doctor y el chofer para llevárselos. Como
cerca de donde fue secuestrado Castrejón está el camino que lleva a Tlacotepec,
los cuerpos policiacos pensaron que se lo llevaron rumbo a la sierra.
Ese día el comando esperó al
rector a un lado de la carretera a la altura de Xalitla; para evitar que se
hicieras sospechosos, “los compañeros calcularon con mucha precisión la hora en
que el rector pasaría por el lugar; a las 9:30 apareció con rumbo a
Chilpancingo en un Ford Galaxie último modelo, placas de circulación 99 HAS…
fue perseguido por más de 20 kilómetros hasta que por fin, unos 300 metros
después de la desviación de la carretera a Filo de Caballos fue interceptado”,
dicen Miranda y Villarino. Los guerrilleros iban disfrazados de militares
incluso Genaro llevaba insignias de oficial.
“Su esposa de origen
norteamericano, les gritaba en un español casi inentendible, que se quejaría
con Gral. Hermenegildo Cuenca Díaz, jefe de la Defensa Nacional por el
atropello de que eran objeto; Bracho tuvo que introducir presurosamente el
cañón del M-2 por la ventanilla para evitar que terminaran de cerrarla y ya no
pudieran bajar al rector del vehículo; finalmente lo pasaron a él y a su chofer
al Dodge Coronet y emprendieron el retorno hacia Iguala a la máxima velocidad
que alcanzaba el vehículo”.
La señora pidió un aventón a
Chilpancingo porque las llaves del coche en que viajaban, se la llevaron los
plagiarios. “Como medida de precaución los miembros del comando guerrillero
tiraron las llaves del carro al río del cañón del Zopilote”, se lee en El otro rostro de la guerrilla 40 años
después.
Más tarde el chofer Ángel
Traviesa fue liberado en un paraje, de la carretera, rumbo a Mayanalán y llegó
a las 13: 28 a Chilpancingo, inmediatamente fue llevado ante el procurador
Francisco Román Román, donde le mostraron fotografías entre las cuales
identificó a Genaro Vázquez Rojas. El chofer dijo que al sentirse perseguido
aceleró pero que el doctor le dijo “No hay problemas, son del Ejército, debes
obedecer”. Casi al llegar a Casas Verdes el Coronet verde olivo los rebasó y se
les cerró “rápidamente bajaron los cuatro individuos armados, abrieron
violentamente las portezuelas del Galaxie del doctor y los sacaron a él y a mí
a jalones y empujándonos con fuerza nos obligaron a subir al carro de ellos.
Todo fue muy rápido en menos de un minuto”, dijo a Excélsior Ángel Traviesa.
El chofer agregó: “La señora
Ruby se quedó dentro del automóvil. Lloraba y gritaba pidiendo a los
secuestradores que no se llevaran a su esposo. Fue cuando uno de los
secuestradores le gritó: ‘No grite. Quédese quieta. A su esposo no le pasará
nada si se porta bien’ ”.
Los periódicos dijeron que el
gobernador Israel Nogueda Otero andaba en Tepecoacuilco en una ceremonia oficial
y al ser informado del secuestro de inmediato regresó a Chilpancingo. El
general Manuel Enríquez comandante del 35 Zona Militar, con sede en
Chilpancingo, de inmediato movilizó al 49 Batallón de Infantería destacamentado
en Iguala, que estaba al mando del general Oscar Archila Moreno, para que
peinara las zonas aledañas a la carretera entre Mezcala e Iguala. Fueron los
soldados quienes localizaron el coche Dodge Coronet 1967, color verde olivo,
con placas de circulación DUG-73 del Distrito Federal, de quien al principio se
dijo fue robado en la capital a la compañía “Cherek Mark”, abandonado sobre la
cortina de la presa de Tepecoacuilco, a diez kilómetros de Iguala, sobre la
carretera nacional.
Castrejón había llegado a la rectoría en 1970, cuando la contienda se
definió entre tres candidatos finalistas: doctor Amín Zarur Menez, el
licenciado José Herrera Peña y el doctor Jaime Castejón Diez. El 14 de enero,
con 75 delegados efectivos y la presencia de 300 estudiantes y en votación
secreta el Consejo Universitario eligió como rector al doctor Jaime Castrejón
Diez. Se dice que su elección en el Consejo no causó mayor inquietud porque los
consejeros estaban perfectamente controlados por el PRI.
Luego el 17 de enero de 1970 a las 12:45 horas tomó protesta como rector
con la asistencia de unas 700 personas en una transición sin división
estudiantil. Desde el principio de su rectorado Castrejón reactivó la vida
académica, promoviendo cursos de superación docente y ciclos de conferencias.
Abrió las carreras de Técnico Constructor; licenciado en turismo y envió la
escuela de agricultura a Iguala y la de Comercio al puerto de Acapulco.
Inició una reforma universitaria mediante un proyecto llamado
“Autoestudio” que pretendía hacer una evaluación de la Universidad en la cual
se programaba la participación de todos los universitarios.
Por su prestigio a principios de 1971 el rector Castrejón fue electo
presidente de la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Enseñanza
Superior (ANUIES). Sin embargo los acontecimientos que se avecinaban cambiarían
definitivamente la vida de la máxima casa de estudios.
Su secuestro causó mucha agitación en la Universidad, el 21 de noviembre, el Consejo Universitario se
declaró en sesión permanente hasta que llegara sano y salvo el rector. Ese
mismo día la directora del Instituto México, Concepción Ramírez Altamirano, le dijo
a Excélsior “que su hijo desapareció
desde el viernes y que presumía había sido detenido en relación con el plagio”.
Los periódicos ubicaban a Humberto Espinobarros Ramírez, como izquierdista egresado
de la escuela de economía de la Habana Cuba.
“El primer comunicado dirigido
a la familia del secuestrado fue elaborado con una máquina de escribir
propiedad del administrador de la terminal de autobuses Flecha Roja y se hizo
llegar el 23 de noviembre, a través del campesino Marcelo Carreño, al sacerdote
de la Iglesia de Santa Prisca, en Taxco, y, posteriormente, éste lo entregó a
la familia. Sin embargo el texto oficialmente se extravió, por lo que el
comando se vio obligado a emitir otro”, se comenta en El Otro Rostro de la
Guerrilla 40 años después.
El segundo comunicado estaba firmado en el Campamento
Revolucionario “José María Morelos”, en las montañas del Sur, el 24 de
noviembre de 1971, los rubrican Juan José Montes y Nicolás
Barrera por Comité Armado de Liberación General
Vicente Guerrero. Amenazaban con pasarlo por las armas si el 28 de
corrientes a los 12 del mediodía no se satisfacían las condiciones para su
liberación.
El documento fue leído la
noche del día 26, en el noticiero “24 Horas” por Jacobo Zabludowsky, en el cual
se pedía a cambio de la vida de Castrejón, la liberación de nueve presos políticos,
la presentación de 15 inocentes detenidos y la entrega de dos y medio millones
de pesos.
El texto que fue publicado al
día siguiente por la prensa nacional, consideraba a Castrejón como miembro
connotado de la oligarquía pro imperialista que nos gobierna. “Nuestro acto
constituye la respuesta armada de las fuerzas del pueblo a la grave y criminal
represión que por todo lo que va del presente año han realizado el Ejército y
las policías al servicio del gobierno contra los compañeros, sobre todo en esta
región sur de nuestra patria; así también contra las torturas incalificables
que han venido sufriendo los presos políticos y a quienes utilizando el puesto
de rector, que actualmente ejerce, sirve a la penetración cultural imperialista”.
Exigía la libertad
de los presos políticos: Florentino Jaimes, Mario Menéndez, Demóstenes Onofre,
Concepción Solís, Ceferino Contreras, Antonio Sotelo, Rafael Olea, Santos
Méndez e Ismael Bracho Campos, brindándoles opcionalmente por la embajada diplomática
que escojan, el salvoconducto correspondiente para su salida del país; y poner
en manos de tribunales legales de justicia a todos los campesinos que padecen
detención indefinida e incomunicación en distintos cuarteles del Ejército, bajo
falsas acusaciones y declaraciones arrancadas con torturas, de participación en
nuestro movimiento revolucionario armado, entre otros: José Garay, Francisco
Garay, Sixto Flores, Cliserio de Jesús, Efrén Gutiérrez, Miguel García
Martínez, José Ramírez, Crescencio Calderón, Mellado Martínez, Juan de Jesús,
Hilda Flores, Eusebio Arrieta, Marcos Saldaña, Ángel Piza y Justino Piza.
Por estricta vía familiar entregarse el rescate de dinero
en efectivo por la cantidad de dos y medio millones de pesos a la persona
designada por el detenido, con carta de identificación al respecto. “Dinero que
servirá para auxiliar a las víctimas de la represión del gobierno”.
De los nueve presos para
quienes se exigía su liberación, Mario Menéndez, Florentino Jaimes, Demóstenes
Onofre y María Concepción Solís Morales, estaban detenidos en le ciudad de
México, los otros se encontraban en la penitenciaría de Chilpancingo, muchos
estaban en espera de juicios por supuestos delitos relacionados con las actividades
de la ACNR.
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