martes, 12 de abril de 2016

Calamidades


 Víctor Cardona Galindo
El pequeño pueblo donde nací, se llama Los Valles, está enclavado en la parte media de la sierra de Atoyac. Aquí la gente tenía diversas formas de anticiparse a las calamidades que se avecinaban, se guiaban por la naturaleza y por la premoniciones de esta leían. Cuando el cielo amanecía aborregado, con pequeñas nubes simulando borregos, era seguro un temblor de tierra, como sucedió el 4 de julio de 1971, cuando una gran sacudida tumbó varias casas de los pueblos de la región.
En la sierra había muchas cotorras, que ahora están en peligro de extinción. Mi abuela Victorina, de noche distinguía como la cotorras se cambiaban del árbol donde dormían a otro, eso era un mensaje que habría un temblor en la madrugada.
Cuando las calandrias hacían sus nidos en ramas bajas de los árboles era sinónimo que ese año habría huracanes que azotarían la región. Cuando por la mañana se advertía un marrano cargando ramas sobre su cuerpo, había una tempestad ese día, esta premonición se reforzaba cuando se veía venir el ganado de las huertas a la calle del pueblo, era segura la tempestad con viento y rayos, como sucedió también el 26 de diciembre de 1971.
Había una señal, cuando se avecinaba una peste para el ganado. Esa señal era la aparición del zopilote rey. De pronto sobre el pueblo sobrevolaba una parvada de zopilotes y en medio de ellos iba un zopilote totalmente blanco, avanzaba quieto y todos los demás volaban en su derredor. Ese era el zopilote rey, que nos anunciaba que al siguiente día comenzaría a morirse el ganado. Era mal derriengue, por eso se morían y los esqueletos de la vacas adornaban los caminos.
El zopilote rey era el mensajero de la peste. Yo ya no he visto este zopilote blanco, a lo mejor se extinguió cuando los ganaderos comenzaron a vacunar sus vacas. 
De las epidemias que han azotado a Atoyac, está los ataques de cólera morbus o peste, de 1833, que fue una pandemia internacional. En 1901 a 1905 Atoyac fue atacada por la viruela causando numerosas muertes. Otro ataque de la viruela se vino allá por 1918 y que le gente atribuía a la mortandad que dejó la Revolución Mexicana, porque en varias partes del municipio apilaban los cadáveres le ponían petróleo y los quemaban. Se decía que la manteca que salía de los cadáveres iba a dar a los arroyos y por eso las epidemias. Había lugares donde combatían los bandos contrarios, enterraban los muertos por decenas, muchos de ellos quedaban con los guaraches fuera de la tierra.
La viruela negra atacó por mucho tiempo al municipio de Atoyac, están los testimonios de 1944. Le llamaban la viruela de peste o viruela de clavo negro, porque en cada grano se le ponía un punto negro y luego reventaba en pus, tenían que acostar a los enfermos en hojas de plátano, porque la ropa y las sabanas se les pegaban en el cuerpo y le arrancaban la carne.
El último ataque que se recuerda es el 1964, cuando mucha gente padeció de esta epidemia, de recuerdo quedó aquel verso: Le dio la viruela /le dio el sarampión /le quedó la cara /como chicharrón….
Cacarecos dirían otros, al burlarse de los que por motivo de la viruela o el sarampión les quedaba el cutis como cráteres lunares.
El sarampión también fue una epidemia recurrente, provocó muchas muertes sobre todo en los niños, el tratamiento era bañar al enfermo con agua de borraja y sanaban. Cuando alguien moría se decía que le dio sarampión del cenizo, porque había según los mayores, dos tipos de sarampión el rojo y el cenizo, del rojo se aliviaban del cenizo no.
Muchos niños murieron por las epidemias de tos ferina o tos ahogadora, la gente ponía al enfermo camisas rojas para que se aliviara como no obtenían resultado, recurrían a las medicinas aunque allá por el 1976, cuando se recuerda el mayor ataque de esta enfermedad, había pocos médicos en Atoyac y además el remedio era simple, medio vaso de leche de burra, de preferencia negra y los chamacos se aliviaban, creo que se morían los niños cuyos padres no querían acudir a estos remedios.
El bronquitis también era común, era una epidemia, también cobró la vida de muchos niños, lo más reciente allá por 1975, el remedio era muy simple, sin acudir al médico mi mamá nos curó con una infusión, hecha con un pedacito de concha de armadillo, cuatro temalcuanes y tres pedacitos de cáscara de cirian.
En esos años hubo también brotes de pelagra, que se decía que la trasmitía el marrano, ahora sabemos que es por falta de niacina. La pelagra era terrible, cobró la vida de algunos niños, dicen que por dejarlos jugar donde dormían los marranos.
Para nosotros los atoyaquenses las epidemias habían quedado atrás, más de pronto nos amanecimos con la noticia que una nueva epidemia se cernía sobre el mundo, la influenza porcina.
El lunes 27 de abril del 2009 parecía un día tranquilo a no ser que por la mañana comenzaron a verse personas con cubrebocas y comenzó la psicosis, la gente decía que ya había dos casos en el Hospital General, lo que resultó falso, pero en eso estábamos cuando faltando unos minutos para las 12, se registró un sismo de 5.7 grados con movimientos trepidatorios y oscilatorios, lo que aumentó el pánico en la región “es que diosito ya no nos quiere por pecadores”, decía la señora donde paso a desayunar.
Ya para el martes 28 se habían suspendido las clases, en todas las escuelas, se dispararon los precios de los cubrebocas de 50 centavos, llegaron a costar 10 pesos, los sastres comenzaron fabricar cubrebocas de telas por pedidos. También escasearon los productos farmacéuticos con vitamina C.
Siendo el miércoles 29 de abril se agrava la psicosis, porque llegan masivamente los estudiantes y atoyanquenses que radican en el Distrito Federal, Estado de México y Morelos, personal de la Secretaría de Salud, reparte cubrebocas en la terminal.
El jueves 30 el Ayuntamiento de Atoyac, suspende labores por la contingencia, mandó a cerrar los centros nocturnos, restaurantes y todos los negocios de comida, sólo comida para llevar, estaba autorizada. Se suspenden por primera vez, desde que tengo uso de razón los festejos del día del niño. El Ayuntamiento anuncia que no festejará a los pequeñines el sábado 2 de mayo como se tenía previsto y que el informe de los 100 días programado para el domingo 3 se pospone para el 9 de mayo.
El jueves 30 de abril por la mañana, una avioneta blanca con franjas verdes, realizó vuelos rasantes por toda la ciudad, lo que acrecentó la psicosis colectiva. Decía una vecina, ya nos cerraron los negocios y ahora nos están fumigando ¿Para que? Mas tarde, Marcos Villegas, se confirmaría que esa avioneta aterrizó en El Ticuí y que estaba fumigando las plantaciones de mango, para combatir la mosca de la fruta.
Para el colmo de los males el día primero de mayo, que amanecimos todos temerosos, porque había muchos chilangos en los alrededores y algunos pensaron refugiarse en la sierra donde el aire es limpísimo, vuelve a temblar por la tarde 4.7 grados con epicentro en Acapulco.

Si de por si andamos temblorosos del cuerpo y ahora nos tiembla la tierra.

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