Víctor Cardona Galindo
El
pequeño pueblo donde nací, se llama Los Valles, está enclavado en la parte
media de la sierra de Atoyac. Aquí la gente tenía diversas formas de
anticiparse a las calamidades que se avecinaban, se guiaban por la naturaleza y
por la premoniciones de esta leían. Cuando el cielo amanecía aborregado, con pequeñas nubes simulando
borregos, era seguro un temblor de tierra, como sucedió el 4 de julio de 1971,
cuando una gran sacudida tumbó varias casas de los pueblos de la región.
En la
sierra había muchas cotorras, que ahora están en peligro de extinción. Mi
abuela Victorina, de noche distinguía como la cotorras se cambiaban del árbol
donde dormían a otro, eso era un mensaje que habría un temblor en la madrugada.
Cuando
las calandrias hacían sus nidos en ramas bajas de los árboles era sinónimo que
ese año habría huracanes que azotarían la región. Cuando por la mañana se
advertía un marrano cargando ramas sobre su cuerpo, había una tempestad ese
día, esta premonición se reforzaba cuando se veía venir el ganado de las
huertas a la calle del pueblo, era segura la tempestad con viento y rayos, como
sucedió también el 26 de diciembre de 1971.
Había
una señal, cuando se avecinaba una peste para el ganado. Esa señal era la
aparición del zopilote rey. De pronto sobre el pueblo sobrevolaba una parvada
de zopilotes y en medio de ellos iba un zopilote totalmente blanco, avanzaba
quieto y todos los demás volaban en su derredor. Ese era el zopilote rey, que
nos anunciaba que al siguiente día comenzaría a morirse el ganado. Era mal derriengue, por eso se morían y los
esqueletos de la vacas adornaban los caminos.
El
zopilote rey era el mensajero de la peste. Yo ya no he visto este zopilote
blanco, a lo mejor se extinguió cuando los ganaderos comenzaron a vacunar sus
vacas.
De las
epidemias que han azotado a Atoyac, está los ataques de cólera morbus o peste, de 1833, que fue una
pandemia internacional. En 1901 a 1905 Atoyac fue atacada por la viruela
causando numerosas muertes. Otro ataque de la viruela se vino allá por 1918 y
que le gente atribuía a la mortandad que dejó la Revolución Mexicana, porque en
varias partes del municipio apilaban los cadáveres le ponían petróleo y los
quemaban. Se decía que la manteca que salía de los cadáveres iba a dar a los
arroyos y por eso las epidemias. Había lugares donde combatían los bandos
contrarios, enterraban los muertos por decenas, muchos de ellos quedaban con
los guaraches fuera de la tierra.
La
viruela negra atacó por mucho tiempo al municipio de Atoyac, están los
testimonios de 1944. Le llamaban la viruela de peste o viruela de clavo negro,
porque en cada grano se le ponía un punto negro y luego reventaba en pus,
tenían que acostar a los enfermos en hojas de plátano, porque la ropa y las
sabanas se les pegaban en el cuerpo y le arrancaban la carne.
El
último ataque que se recuerda es el 1964, cuando mucha gente padeció de esta
epidemia, de recuerdo quedó aquel verso: Le
dio la viruela /le dio el sarampión /le quedó la cara /como chicharrón….
Cacarecos dirían
otros, al burlarse de los que por motivo de la viruela o el sarampión les
quedaba el cutis como cráteres lunares.
El
sarampión también fue una epidemia recurrente, provocó muchas muertes sobre
todo en los niños, el tratamiento era bañar al enfermo con agua de borraja y
sanaban. Cuando alguien moría se decía que le dio sarampión del cenizo, porque había según los mayores,
dos tipos de sarampión el rojo y el cenizo,
del rojo se aliviaban del cenizo no.
Muchos
niños murieron por las epidemias de tos ferina o tos ahogadora, la gente ponía al
enfermo camisas rojas para que se aliviara como no obtenían resultado,
recurrían a las medicinas aunque allá por el 1976, cuando se recuerda el mayor
ataque de esta enfermedad, había pocos médicos en Atoyac y además el remedio
era simple, medio vaso de leche de burra, de preferencia negra y los chamacos
se aliviaban, creo que se morían los niños cuyos padres no querían acudir a
estos remedios.
El
bronquitis también era común, era una epidemia, también cobró la vida de muchos
niños, lo más reciente allá por 1975, el remedio era muy simple, sin acudir al
médico mi mamá nos curó con una infusión, hecha con un pedacito de concha de
armadillo, cuatro temalcuanes y tres pedacitos de cáscara de cirian.
En
esos años hubo también brotes de pelagra, que se decía que la trasmitía el
marrano, ahora sabemos que es por falta de niacina.
La pelagra era terrible, cobró la vida de algunos niños, dicen que por dejarlos
jugar donde dormían los marranos.
Para
nosotros los atoyaquenses las epidemias habían quedado atrás, más de pronto nos
amanecimos con la noticia que una nueva epidemia se cernía sobre el mundo, la
influenza porcina.
El
lunes 27 de abril del 2009 parecía un día tranquilo a no ser que por la mañana
comenzaron a verse personas con cubrebocas y comenzó la psicosis, la gente
decía que ya había dos casos en el Hospital General, lo que resultó falso, pero
en eso estábamos cuando faltando unos minutos para las 12, se registró un sismo
de 5.7 grados con movimientos trepidatorios y oscilatorios, lo que aumentó el
pánico en la región “es que diosito ya no nos quiere por pecadores”, decía la
señora donde paso a desayunar.
Ya
para el martes 28 se habían suspendido las clases, en todas las escuelas, se
dispararon los precios de los cubrebocas de 50 centavos, llegaron a costar 10
pesos, los sastres comenzaron fabricar cubrebocas de telas por pedidos. También
escasearon los productos farmacéuticos con vitamina C.
Siendo
el miércoles 29 de abril se agrava la psicosis, porque llegan masivamente los
estudiantes y atoyanquenses que radican en el Distrito Federal, Estado de
México y Morelos, personal de la Secretaría de Salud, reparte cubrebocas en la
terminal.
El
jueves 30 el Ayuntamiento de Atoyac, suspende labores por la contingencia,
mandó a cerrar los centros nocturnos, restaurantes y todos los negocios de
comida, sólo comida para llevar, estaba autorizada. Se suspenden por primera
vez, desde que tengo uso de razón los festejos del día del niño. El
Ayuntamiento anuncia que no festejará a los pequeñines el sábado 2 de mayo como
se tenía previsto y que el informe de los 100 días programado para el domingo 3
se pospone para el 9 de mayo.
El
jueves 30 de abril por la mañana, una avioneta blanca con franjas verdes,
realizó vuelos rasantes por toda la ciudad, lo que acrecentó la psicosis
colectiva. Decía una vecina, ya nos cerraron los negocios y ahora nos están
fumigando ¿Para que? Mas tarde, Marcos Villegas, se confirmaría que esa
avioneta aterrizó en El Ticuí y que estaba fumigando las plantaciones de mango,
para combatir la mosca de la fruta.
Para
el colmo de los males el día primero de mayo, que amanecimos todos temerosos,
porque había muchos chilangos en los alrededores y algunos pensaron refugiarse
en la sierra donde el aire es limpísimo,
vuelve a temblar por la tarde 4.7 grados con epicentro en Acapulco.
Si de
por si andamos temblorosos del cuerpo y ahora nos tiembla la tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario