lunes, 18 de enero de 2016

Los cuitlatecos

(Segunda parte)
Víctor Cardona Galindo
La primera cabecera de Atoyac fue Mexcaltepec. Según algunos autores, en los mejores tiempos de los cuitlatecas, llegó a tener 150 mil habitantes. Pero con la llegada de los españoles quedaron poquitos después de las sublevaciones indígenas que fueron continuas hasta 1540. Mexcaltepec también fue cabecera de la encomienda de Juan Rodríguez de Villafuerte y de una república de indios.
Antes de la llegada de los españoles, los conquistadores purépechas ponían, en las provincias conquistadas, señores llamados ocámbechas, había uno en cada barrio. A su vez los conquistadores aztecas nombraban sus tlacachtecuhtlis. Estos jefes locales se encargaban representar a: Caltzontzin  o en su caso al Tlatoani. Eran los encargados de contar a la gente, juntarla para la obra pública y recoger el tributo correspondiente. También se sabe que, los grandes señores de Michoacán y de México, nombraban señores a personajes cuitlatecas que se encargaban de impartir justicia entre los suyos.
Metate prehispánico encontrado en alguna 
parte de Atoyac. Foto Archivo Histórico de Atoyac. 

Alejandro Wladimir Paucic, en su mapa de “Zonas de dominio y provincias tributarias” señala una zona de operaciones azteca-tarasca que ocupaba parte de los municipios de Arcelia y San Miguel Totolapan. Era un territorio que sufría constantes cambios de dominio de acuerdo a los avances de uno u otro grupo beligerante. Esto confirma que los cuitlatecas, antes de sufrir el exterminio español, se enfrentaron entre sí sirviendo los señores indígenas que los tenían sometidos.
Como dije en la entrega anterior, Las relaciones geográficas del siglo XVI son los documentos que mayor información arrojan sobre los cuitlatecas. La relación de Tetela, fechada el 16 de noviembre de 1579, al hablar de los indios que habitaban en ese tiempo la provincia de Zacatula dice: “hablan lengua cuitlateca, no tenían rey, había principales a los que respetaban, mismos que en tiempos de guerra eran capitanes. Después de que Ahuezotín (Ahuízotl) los mandó amenazar había un capitán azteca al que obedecían”.
Que no tributaban cosa alguna a los reyes de México, más bien servían de guerreros en la guerras que tenían contra los purépechas. Adoraban a un Dios que se llamaba Nenepiltatapach Tecuhtli cuyo nombre quería decir “señor de la lengua áspera”, representado en piedra por un ídolo con figura de persona. Había viejos que eran sacerdotes y “entre ellos había uno que era más respetado porque era casto, y este no salía de estar junto al ídolo”. Siempre estaba ahí y hablaba con él. Estaba cuatro años al servicio del ídolo y no salía del templo. Al ídolo le ofrecían mantas e incienso, las ofrendas quedaban en el templo hasta que el tiempo las corrompiera.
Tenían su propio calendario, de 260 días, lo que quiere decir que tenían un conocimiento avanzado de astronomía y matemáticas. Todos los días del año tenía un nombre y a los niños le ponían en nombre del día en que nacían. A los siete días que le daban el nombre también le asignaban pareja. Ya cuando estaban grandes los llevaban frente al ídolo de su Dios y les ponían mantas y huipiles. Los parientes del varón le daban huipil a la desposada y los parientes de ella le daban al desposado una manta. Luego venia el sacerdote ataba el huipil con la manta y ya quedaban casados y se iban a sus casas.
Cuando morían, los llevaban a sus templos donde cavaban hoyos redondos, los enterraban sentados, les ponían comida y mantas, con toda la ropa que tenía. Si era principal enterraban con él a sus esclavos.
Sus leyes eran radicales. A los adúlteros les cortaban las narices, sus bienes y las hermanas pasaban a manos del ofendido. A los ladrones los hacían esclavos. Eso los diferenciaba en cuanto a castigo se refiere de los demás pueblos de Mesoamérica.
Andaban vestidos con unas mantas atadas al hombro y pañetes con los que cubrían sus partes íntimas. Algunos usaban camisas largas sin cuello, que les arrastraban. Las mujeres vestían huipiles y naguas. Cuando iban a la guerra al servicio de los aztecas, iban en escuadrón y ponían una línea cuando iban arremeter contra el enemigo. Llevaban arcos, macanas y rodelas.
En el tiempo que se redactó la relación de Tetela, había en la región árboles de guamúchiles, mameyes, plátanos, zapotes, aguacates, naranjas y piñas silvestres. Los granos y semillas que cultivaban eran: maíz, chía, frijoles, pepitas, chile y quelites. También sembraban cacao, melón y calabaza. Los animales que habitaban las selvas de los cuitlatecas eran: tigres, gatos cervales, leoncillos, venados y conejos. En sus casas tenían perros y gallinas. En cuanto al comercio, eran recolectores de algodón, hacían mantas, criaban gallinas e iban a los trueques de cacao a la costa.
Por otro lado la relación de Zacatula es un documento redactado por el alcalde Juan Ruíz de Mendoza y los regidores: Baltazar de Trujillo, Andrés Gómez y Melchor Vargas de La Villa de la Concepción en el año de 1580. Y el 25 de febrero de 1581 el alcalde mayor Hernándo de Vascones envió al Virrey Suárez de Mendoza la relación de la provincia de Zacatula en la que dice que “casi todos los pueblos muchas veces mudados de una partes a otras…” solo había en lo que es el municipio de Atoyac: Chiantepeque, Cacalutla, Mexcaltepeque, Cacahuatlán, Atoyaque, Santiago, Cacahuapisca y Cintapala.
En esa relación se dice que la provincia fue descubierta por el capitán Juan Rodríguez de Villafuerte en 1523. Y que Chiantepeque está a cuatro leguas: “son pueblos de la sierra”. El pueblo de Cacalutla está en llano a dos leguas del mar; tiene por sujeto a Quauxilutla que está a tres leguas, en sierra. El pueblo de Mexcaltepeque está en sierra: tiene por sujetos a Cacahuatlán, que está a dos leguas y Atoyaque, a otras dos; Santiago, a otras dos; Cacahuapisca, a una legua; Cacalotepeque, que está a tres leguas en sierra. Hay que recordar que una legua en los reinos españoles equivalía a 5 mil 572 metros.
Zapotitlán que sería el antepasado de Caña de Agua era sujeto de Tecpan y estaba a tres leguas de ese lugar. Cintapala también era sujeto de Tecpan y estaba a dos leguas de su cabecera.
Se hablaba lenguas: cuitlateca y tepuzteca. Los cuitlatecos se asentaban de Cayaco a Juluchuca, vivían de la siembra de maíz, frijol y calabaza. La relación describe los árboles frutales de aquella época: “son ciruelos, a que los naturales llaman xocotes, y otros que llaman quazapotes, que son a los que llamamos mameyes. Hay otros que se llaman ilamazapotes, que quiere decir ‘zapotes de viejas’, del tamaño de unos melones chicos; es buena fruta. Hay plátanos, y anonas y guayabas. No se dan en ésta provincia ni un árbol de España, si no son naranjos, que se dan bien a causa de ser la tierra muy cálida”.
La gente se sustentaba de maíz, frijol y chile; en algunas partes había melones y pepinos. Y “los naturales comen muchos géneros de yerbas, a que comúnmente llaman quilites (…) Hay árboles de copal, que es una goma como incienso; y hay otra goma a que llaman suchicopal, que es muy olorosa; sirve para sahumerios, como el incienso, y es medicinal para todo dolor de cabeza. Hay otra goma a que llaman tecomahaca, que es medicinal para toda frialdad, puesta como bilma”.
Cuenta de jade encontrada en una parcela en la 
comunidad de La Florida. Foto Víctor Cardona Galindo.

Las viviendas eran de bajareque. “Son todas, casas bajas, armadas sobre unos horcones de madera, con una varas atravesadas y embarradas que hacen pared, y son cubiertas, todas, de paja. La tierra no sufre otras casas, a causa de los grandes temblores de tierra”. Los españoles que había en la provincia cultivaban cacao. También muchos naturales tenían huerta de cacao en Tecpan y Mexcaltepeque.
De la relación de Zacatula, rescatamos que el pueblo de Cayaco, “que es el corregimiento, está asentado en llano, a una legua del mar, dependen de él Tepetlapan que está a dos leguas y chiantepeque (Hoy Cerro Prieto del municipio de Atoyac) está a cuatro leguas; son pueblos de la sierra”. También dependía de este corregimiento Panutla que está a 15 leguas en llano.
El pueblo de Cacalutla, está en llano a dos leguas del mar; dependen de él Quauxilutla que está a tres leguas en la sierra. El pueblo de Mexcaltepeque está en la sierra, dependen de él Cacahutlán, que está a dos leguas de Atoyaque a otras dos Santiago, a otras dos leguas Cacahuapisca, a una legua Cacalotepeque, que está a tres leguas en la sierra.
Señala que en los pueblos de Cayaco a Soluchuca, territorio cuitlateca, “el hábito que traían eran unas mantillas de algodón; peleaban con arco, flecha y macana”. Además agrega “no llega el indio de esta provincia a edad de 50 años, porque aunque sea muy mozo y recio, dándole cualquier enfermedad, luego desmaya y muere”.
Dice que en esta provincia hay árboles de copal, que es una goma para incienso; y hay otra goma que se llama suchicopal, que es muy olorosa; sirve para sahumerios, como incienso y es medicinal para todo dolor de cabeza. Hay otra goma a que llaman Teco-mahuana, que es medicinal para toda frialdad, puesta como bilma y Nenepilcual que quiere decir “lengua de culebra” porque tiene la hoja arpada, es contra toda ponzoña. El iztacpatle, que quiere decir “medicina blanca”; es buena purga. “Hay en esta provincia muchos tigres, leones, coyotes, gatos cervales, puercos monteces que tienen el ombligos en el espinazo, de muy mal olor y bravos”. De esta relación se desprende el dato que en Mexcaltepec había muchas huertas de cacao.
La relación de Ajuchitlán fechada el 10 de octubre 1579 y firmada por el corregidor, Diego Garces, dice que en este lugar se hablaba legua tarasca y cuitlateca. Señala que los indios “andan como gitanos con sus hatillos, mujeres y con los hijos a cuestas. Son de malas inclinaciones, amigos de novedades, maliciosos y mentirosos, torpes, tardos para el bien, muy hábiles y solícitos para el mal”.
Para desherbar sus milpas o caminos y al barrer su casa, siempre están en cuclillas, lo mismo en la iglesia. “Este nombre, Ajuchitlán, es en la lengua mexicana, y en la materna, que es la cuitlateca, se llama Tlitichuc Umo”, que lo uno y lo otro quiere decir en lengua castellana “Agua Florida”. Se llama así porque antiguamente, dicen solían andar, hombres y mujeres, principales, muy galanos, con muchas flores y rosas de colores tejidos por las vestiduras, y con ramos y guirnaldas de flores en la cabeza y en las manos.
Los cuitlatecos de la Costa Grande se surtían de sal de las lagunas que se formaban con agua de mar. En el volumen 88 del archivo Paucic que está en custodia del gobierno del estado de Guerrero encontramos los siguientes datos: Los cuitlatecos explotaban las minas de cobre de Cacalotepec y Ahuacatitlán. Hablaban la lengua cuitlateca y mientras unos usaban mantas atadas al hombro y taparrabos, otros vestían camisas largas que le llegaban hasta el tobillo. Las mujeres vestían enaguas y huipiles.
Dice don Luis Hernández Lluch el gobierno lo representaba un Consejo integrado por personas distinguidas llamados principales. En la guerra utilizaban el arco, la flecha, macanas y escudos. Tuvieron varios enfrentamientos con algunas tribus vecinas. Los principales traían ropas largas hasta los pies tejidas de algodón, de muchos colores y unas capas que les llegaban hasta las rodillas, con su cabello largo trenzado. La gente común: los hombres, andaban desnudos y algunos con mantillas que les servían de capas. Las mujeres, todas, traían naguas y huipiles de colores, con cabello largo tendido sobre los hombros.
Otras fuentes dicen que andaban vestidos con mantas atadas al hombro y unos pañales para cubrir las partes nobles. Otros traían camisas largas, sin cuello que les arrastraban. Las mujeres con sus huipiles y enaguas. La ropa y mantas eran tejidas por las mujeres en el telar de cintura.
Sus viviendas eran de bajareque, con techos de paja. Los cuitlatecas sometidos por los purépechas eran regidos por un gobernador y los que estaban en el dominio azteca por un capitán, quienes se encargaban de cobrar tributo, había además principales que contaban con el visto bueno de los conquistadores.
Llevaban trenzas. De acuerdo al Archivo Paucic en 1860 por órdenes del general Luis Pinzón se mandó que se cortaran las trenzas y quitarse el camisón largo de colores oscuros que usaban los hombres.



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