(Segunda
parte)
Víctor
Cardona Galindo
La
primera cabecera de Atoyac fue Mexcaltepec. Según
algunos autores, en los mejores tiempos de los cuitlatecas, llegó a tener 150
mil habitantes. Pero con la llegada de los españoles quedaron poquitos después
de las sublevaciones indígenas que fueron continuas hasta 1540. Mexcaltepec también
fue cabecera de la encomienda de Juan Rodríguez de Villafuerte y de una
república de indios.
Antes de la llegada de los españoles, los
conquistadores purépechas ponían, en las provincias conquistadas, señores
llamados ocámbechas, había uno en cada barrio. A su vez los conquistadores
aztecas nombraban sus tlacachtecuhtlis. Estos jefes locales se encargaban representar
a: Caltzontzin
o en su caso al Tlatoani. Eran los encargados de contar a la gente, juntarla
para la obra pública y recoger el tributo correspondiente. También se sabe que,
los grandes señores de Michoacán y de México, nombraban señores a personajes
cuitlatecas que se encargaban de impartir justicia entre los suyos.
Metate prehispánico
encontrado en alguna
parte de Atoyac. Foto
Archivo Histórico de Atoyac.
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Alejandro
Wladimir Paucic, en su mapa de “Zonas de dominio y provincias tributarias”
señala una zona de operaciones azteca-tarasca que ocupaba parte de los
municipios de Arcelia y San Miguel Totolapan. Era un territorio que sufría
constantes cambios de dominio de acuerdo a los avances de uno u otro grupo beligerante.
Esto confirma que los cuitlatecas, antes de sufrir el exterminio español, se enfrentaron
entre sí sirviendo los señores indígenas que los tenían sometidos.
Como
dije en la entrega anterior, Las
relaciones geográficas del siglo XVI son los documentos que mayor
información arrojan sobre los cuitlatecas. La relación de Tetela, fechada el 16
de noviembre de 1579, al hablar de los indios que habitaban en ese tiempo la
provincia de Zacatula dice: “hablan lengua cuitlateca, no tenían rey, había principales a los que respetaban, mismos
que en tiempos de guerra eran capitanes. Después de que Ahuezotín (Ahuízotl)
los mandó amenazar había un capitán azteca al que obedecían”.
Que no
tributaban cosa alguna a los reyes de México, más bien servían de guerreros en
la guerras que tenían contra los purépechas. Adoraban a un Dios que se llamaba Nenepiltatapach Tecuhtli cuyo
nombre quería decir “señor de la lengua
áspera”, representado en piedra por un ídolo con figura de persona. Había
viejos que eran sacerdotes y “entre ellos había uno que era más respetado
porque era casto, y este no salía de estar junto al ídolo”. Siempre estaba ahí
y hablaba con él. Estaba cuatro años al servicio del ídolo y no salía del
templo. Al ídolo le ofrecían mantas e incienso, las ofrendas quedaban en el
templo hasta que el tiempo las corrompiera.
Tenían
su propio calendario, de 260 días, lo que quiere decir que tenían un
conocimiento avanzado de astronomía y matemáticas. Todos
los días del año tenía un nombre y a los niños le ponían en nombre del día en
que nacían. A los siete días que le daban el nombre también le asignaban
pareja. Ya cuando estaban grandes los llevaban frente al ídolo de su Dios y les
ponían mantas y huipiles. Los parientes del varón le daban huipil a la
desposada y los parientes de ella le daban al desposado una manta. Luego venia
el sacerdote ataba el huipil con la manta y ya quedaban casados y se iban a sus
casas.
Cuando
morían, los llevaban a sus templos donde cavaban hoyos redondos, los enterraban
sentados, les ponían comida y mantas, con toda la ropa que tenía. Si era
principal enterraban con él a sus esclavos.
Sus
leyes eran radicales. A los adúlteros les cortaban las narices, sus bienes y
las hermanas pasaban a manos del ofendido. A los ladrones los hacían esclavos. Eso los diferenciaba en cuanto a
castigo se refiere de los demás pueblos de Mesoamérica.
Andaban
vestidos con unas mantas atadas al hombro y pañetes con los que cubrían sus
partes íntimas. Algunos usaban camisas largas sin cuello, que les arrastraban.
Las mujeres vestían huipiles y naguas. Cuando iban a la guerra al servicio de
los aztecas, iban en escuadrón y ponían una línea cuando iban arremeter contra
el enemigo. Llevaban arcos, macanas y rodelas.
En el
tiempo que se redactó la relación de Tetela, había en la región árboles de guamúchiles,
mameyes, plátanos, zapotes, aguacates, naranjas y piñas silvestres. Los granos
y semillas que cultivaban eran: maíz, chía, frijoles, pepitas, chile y
quelites. También sembraban cacao, melón y calabaza. Los animales que habitaban
las selvas de los cuitlatecas eran: tigres, gatos cervales, leoncillos, venados
y conejos. En sus casas tenían perros y gallinas. En cuanto al comercio, eran
recolectores de algodón, hacían mantas, criaban gallinas e iban a los trueques
de cacao a la costa.
Por
otro lado la relación de Zacatula es un
documento redactado por el alcalde Juan Ruíz de Mendoza y los regidores:
Baltazar de Trujillo, Andrés Gómez y Melchor Vargas de La Villa de la
Concepción en el año de 1580. Y el 25 de febrero de 1581 el alcalde mayor
Hernándo de Vascones envió al Virrey Suárez de Mendoza la relación de la
provincia de Zacatula en la que dice que “casi todos los pueblos muchas veces
mudados de una partes a otras…” solo había en lo que es el municipio de Atoyac:
Chiantepeque, Cacalutla, Mexcaltepeque, Cacahuatlán, Atoyaque, Santiago,
Cacahuapisca y Cintapala.
En esa relación se dice que la provincia fue descubierta
por el capitán Juan Rodríguez de Villafuerte en 1523. Y que Chiantepeque está a
cuatro leguas: “son pueblos de la sierra”. El pueblo de Cacalutla está en llano
a dos leguas del mar; tiene por sujeto a Quauxilutla que está a tres leguas, en
sierra. El pueblo de Mexcaltepeque está en sierra: tiene por sujetos a
Cacahuatlán, que está a dos leguas y Atoyaque, a otras dos; Santiago, a otras
dos; Cacahuapisca, a una legua; Cacalotepeque, que está a tres leguas en
sierra. Hay que recordar que una legua en los reinos españoles equivalía a 5
mil 572 metros.
Zapotitlán que sería el antepasado de Caña de Agua era
sujeto de Tecpan y estaba a tres leguas de ese lugar. Cintapala también era
sujeto de Tecpan y estaba a dos leguas de su cabecera.
Se hablaba lenguas: cuitlateca y tepuzteca. Los
cuitlatecos se asentaban de Cayaco a Juluchuca, vivían de la siembra de maíz,
frijol y calabaza. La relación describe los árboles frutales de aquella época:
“son ciruelos, a que los naturales llaman xocotes, y otros que llaman
quazapotes, que son a los que llamamos mameyes. Hay otros que se llaman
ilamazapotes, que quiere decir ‘zapotes de viejas’, del tamaño de unos melones
chicos; es buena fruta. Hay plátanos, y anonas y guayabas. No se dan en ésta
provincia ni un árbol de España, si no son naranjos, que se dan bien a causa de
ser la tierra muy cálida”.
La gente se sustentaba de maíz, frijol y chile; en
algunas partes había melones y pepinos. Y “los naturales comen muchos géneros
de yerbas, a que comúnmente llaman quilites (…) Hay árboles de copal, que es
una goma como incienso; y hay otra goma a que llaman suchicopal, que es muy
olorosa; sirve para sahumerios, como el incienso, y es medicinal para todo
dolor de cabeza. Hay otra goma a que llaman tecomahaca, que es medicinal para
toda frialdad, puesta como bilma”.
Cuenta de jade encontrada
en una parcela en la
comunidad de La Florida. Foto Víctor Cardona Galindo.
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Las viviendas eran de bajareque. “Son todas, casas
bajas, armadas sobre unos horcones de madera, con una varas atravesadas y embarradas
que hacen pared, y son cubiertas, todas, de paja. La tierra no sufre otras
casas, a causa de los grandes temblores de tierra”. Los españoles que había en
la provincia cultivaban cacao. También muchos naturales tenían huerta de cacao
en Tecpan y Mexcaltepeque.
De la relación de Zacatula,
rescatamos que el pueblo de Cayaco, “que es el corregimiento, está asentado en
llano, a una legua del mar, dependen de él Tepetlapan que está a dos leguas y
chiantepeque (Hoy Cerro Prieto del municipio de Atoyac) está a cuatro leguas;
son pueblos de la sierra”. También dependía de este corregimiento Panutla que
está a 15 leguas en llano.
El
pueblo de Cacalutla, está en llano a dos leguas del mar; dependen de él
Quauxilutla que está a tres leguas en la sierra. El pueblo de Mexcaltepeque
está en la sierra, dependen de él Cacahutlán, que está a dos leguas de Atoyaque
a otras dos Santiago, a otras dos leguas Cacahuapisca, a una legua
Cacalotepeque, que está a tres leguas en la sierra.
Señala
que en los pueblos de Cayaco a Soluchuca, territorio cuitlateca, “el hábito que
traían eran unas mantillas de algodón; peleaban con arco, flecha y macana”.
Además agrega “no llega el indio de esta provincia a edad de 50 años, porque
aunque sea muy mozo y recio, dándole cualquier enfermedad, luego desmaya y
muere”.
Dice
que en esta provincia hay árboles de copal, que es una goma para incienso; y
hay otra goma que se llama suchicopal,
que es muy olorosa; sirve para sahumerios, como incienso y es medicinal para
todo dolor de cabeza. Hay otra goma a que llaman Teco-mahuana, que es medicinal
para toda frialdad, puesta como bilma y Nenepilcual que quiere decir “lengua de
culebra” porque tiene la hoja arpada, es contra toda ponzoña. El iztacpatle,
que quiere decir “medicina blanca”; es buena purga. “Hay en esta provincia
muchos tigres, leones, coyotes, gatos cervales, puercos monteces que tienen el
ombligos en el espinazo, de muy mal olor y bravos”. De esta relación se
desprende el dato que en Mexcaltepec había muchas huertas de cacao.
La relación
de Ajuchitlán fechada el 10 de octubre 1579 y firmada por el corregidor, Diego
Garces, dice que en este lugar se hablaba legua tarasca y cuitlateca. Señala
que los indios “andan como gitanos con sus hatillos, mujeres y con los hijos a
cuestas. Son de malas inclinaciones, amigos de novedades, maliciosos y
mentirosos, torpes, tardos para el bien, muy hábiles y solícitos para el mal”.
Para
desherbar sus milpas o caminos y al barrer su casa, siempre están en cuclillas,
lo mismo en la iglesia. “Este nombre, Ajuchitlán, es en la lengua mexicana, y
en la materna, que es la cuitlateca, se llama Tlitichuc Umo”, que lo uno y lo
otro quiere decir en lengua castellana “Agua Florida”. Se llama así porque
antiguamente, dicen solían andar, hombres y mujeres, principales, muy galanos,
con muchas flores y rosas de colores tejidos por las vestiduras, y con ramos y
guirnaldas de flores en la cabeza y en las manos.
Los cuitlatecos de la Costa Grande
se surtían de sal de las lagunas que se formaban con agua de mar. En
el volumen 88 del archivo Paucic que
está en custodia del gobierno del estado de Guerrero encontramos los siguientes
datos: Los cuitlatecos explotaban las minas de cobre de Cacalotepec y
Ahuacatitlán. Hablaban la lengua cuitlateca y mientras unos usaban mantas
atadas al hombro y taparrabos, otros vestían camisas largas que le llegaban
hasta el tobillo. Las mujeres vestían enaguas y huipiles.
Dice
don Luis Hernández Lluch el gobierno lo representaba un Consejo integrado por
personas distinguidas llamados principales.
En la guerra utilizaban el arco, la flecha, macanas y escudos. Tuvieron varios
enfrentamientos con algunas tribus vecinas. Los principales traían ropas largas hasta los pies
tejidas de algodón, de muchos colores y unas capas que les llegaban hasta las
rodillas, con su cabello largo trenzado. La gente común: los hombres, andaban
desnudos y algunos con mantillas que les servían de capas. Las mujeres, todas,
traían naguas y huipiles de colores, con cabello largo tendido sobre los
hombros.
Otras
fuentes dicen que andaban vestidos con mantas atadas al hombro y unos pañales
para cubrir las partes nobles. Otros traían camisas largas, sin cuello que les
arrastraban. Las mujeres con sus huipiles y enaguas. La ropa y mantas eran tejidas
por las mujeres en el telar de cintura.
Sus
viviendas eran de bajareque, con techos de paja. Los cuitlatecas sometidos por
los purépechas eran regidos por un gobernador y los que estaban en el dominio
azteca por un capitán, quienes se encargaban de cobrar tributo, había además principales que contaban con el visto bueno de
los conquistadores.
Llevaban
trenzas. De acuerdo al Archivo Paucic
en 1860 por órdenes del general Luis Pinzón se mandó que se cortaran las
trenzas y quitarse el camisón largo de colores oscuros que usaban los hombres.
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