sábado, 9 de enero de 2016

Apicultura


Víctor Cardona Galindo
Debido al cambio climático que ha traído, huracanes, lluvias atípicas y sequía; la apicultura está pasando por una crisis que afectará al 80 por ciento de los apicultores de la Costa Grande. Las flores que se dieron esta temporada están deshidratadas y las abejas no llevan miel a las colmenas, a este problema se le suma el uso de pesticidas en el cultivo de mango que está matando poblaciones completas de estos insectos que nos endulzan la vida.
Las abejas siempre han estado presentes en nuestra cultura. Para el poeta Jesús Bartolo existen sonrisas de miel. Héctor Cárdenas en su canción Lindo Atoyac trovó: “Dame a probar un jarrito de café /que no he perdido la fe, de volverme a enamorar /y saborear, limón dulce, rica miel /de tus labios, de tu piel quiero la esencia libar”.
Ignacio Manuel Altamirano en ese poema hecho a nuestra tierra que se llama Los naranjos dice: “Del mamey el duro tronco/picotea el carpintero, / y en el frondoso manguero/canta su amor el turpial; /y buscan miel las abejas/en las piñas olorosas, /y pueblan mariposas/el florido cafetal”.
Apicultores revisan las colmenas para constatar
 la falta de miel en los bastidores, nadie cosechará esta
temporada y están buscando mecanismos para alimentar
 los apiarios suministrándoles azúcar.
Foto: cortesía de Dimas Arzeta García.

Cuentan nuestros abuelos que El Nacaxqueme, un gigante legendario, cubierto totalmente de pelos, con las orejas grandes, que vive en las hondonadas de la Sierra Madre del Sur, se alimenta de miel. La gente de la sierra lo conoce como El Nacaiqueme, es escurridizo y al verse descubierto se esconde en la espesura de la selva. Si la leyenda es cierta ¿Que será de El Nacaxqueme ahora que escaseó la miel?
Estas tierras, antes que a nosotros, les pertenecieron a los cuitlatecas, un pueblo prehispánico que habitó la zona. Después de varios siglos de su llegada a la Costa Grande, los cuitlatecas fueron sometidos por los aztecas quienes se llevaban de aquí plumas, pieles de animales feroces como el jaguar y miel, mucha miel.
La miel es ancestral, todas las poblaciones indígenas de Guerrero usaban miel como ungüento en heridas, labios agrietados e infecciones de la piel. También la usaban para endulzar el atole blanco hecho de masa de maíz. En el México prehispánico no se conocía la caña de azúcar y usaban la miel también para elaborar bebidas alcohólicas. Ahora esta miel se usa contra las molestias de la gripe y la garganta, padecimientos de los ojos, moretones, dolores durante el embarazo y debilidad general después del parto.
Las culturas mesoamericanas lograron cultivar diversas variedades de abejas de las conocidas como Trigona y Melipona, que son pequeñas y no tienen ponzoña. Tuvo particular importancia la especie Melipona beecheii. Para su cultivo los indígenas buscaban un árbol hueco, en el cual cortaban un tramo recto de unos 60 centímetros de largo. A la mitad del pedazo de tronco le hacían un orificio para la entrada y salida de la colonia. El tronco se cerraba en ambos extremos, con lodo o con pequeñas puertas circulares que se incrustaban en la madera, de modo que pudieran quitarse fácilmente. Este método se utiliza todavía y la colmena se cuelga horizontalmente de un árbol.
Actualmente en la sierra nuestros campesinos han logrado domesticar la abeja melipona, que produce la curativa, miel de palo. Antes para poder acceder a un litro de miel había que derribar un árbol que muchas veces era centenario, ahora se cultiva en los corredores de las casas de pueblos de la sierra, donde la abeja que no tiene aguijón encargada de polinizar las plantas de café convive en armonía con los campesinos.  
En la cultura mexica los productos apícolas eran tan apreciados que los tributos se cobraban con miel de abeja. Se apreciaba la abeja por su miel y la cera. En Teotihuacán la cera se ocupó en las ceremonias religiosas. Los mayas hicieron figuras de animales, de hombres y de dioses, fabricaron velas para alumbrar los recintos religiosos. Además de sus propiedades curativas, la miel fue utilizada como moneda y como objeto de un intenso comercio.
Mortandad de abejas en los apiarios
 debido a la fumigación excesiva de pesticidas 
en los cultivos de la región. 
Foto: cortesía de Dimas Arzeta García.

Existe en el Códice Mendocino una larga lista de las cantidades de miel que aportaban los pueblos sometidos a Moctezuma. Se dice que los aztecas acostumbraban tomar bebidas alcohólicas preparadas con miel de abeja en las fiestas de defunción.
Después de la incursión del tlatoani Ahuízotl en 1498, por esta parte de Guerrero, quedó integrada la provincia tributaria de Cihuatlán, que correspondía lo que ahora es Costa Grande, y aparece en la lámina 18 de la Matrícula de Tributos. Estaba formada por los municipios de Coahuayutla, La Unión, José Azueta, Petatlán, Tecpan y parte de Atoyac.
Cihuatlán tributaba pieles, animales vivos y fauna marina para ofrendas ceremoniales o para la alimentación. Según dicha Matrícula de Tributos, el cuatro por ciento de los productos agrícolas recibidos en México-Tenochtítlan procedían de Cihuatlán y Tepecoacuilco, al igual que el 60 por ciento de la miel, el 18 por ciento del algodón, casi el siete por ciento de la ropa de mujer, el 99 por ciento del incienso llamado ecozahuitl y el 50 por ciento del copal.
Se sabe que la llegada de Apis mellifera a la Nueva España no fue directa. Esas abejas fueron introducidas primero por los colonos europeos de América del Norte. En 1622 ya había abejas en la colonia Inglesa de Virginia y fue hasta 1711 que fueron llevadas La Florida, en esos tiempos colonia de España. Luego entró la abeja melífera en La Isla de Cuba. En 1834 fueron llevadas a Uruguay, en 1848 a Chile, en 1855 a Argentina, 1858 a Bolivia y luego llegó a Yucatán de donde se extendió por la región central del país. Durante el mandato de Porfirio Díaz la apicultura recibió un gran impulso y apoyo económico.
Desde entonces la producción de miel en México mantuvo una tendencia de crecimiento hasta 1986, cuando se alcanzó la producción récord de 75 mil toneladas. Pero comenzó a decrecer  debido al arribo de la abeja africana, que se trajo al continente buscando una mejora genética para resistir enfermedades, y de la presencia de la varroa, un ácaro que ataca a las abejas desde su estado larvario.
El impacto de huracanes y las sequías prolongadas en diversas partes del país, han provocado que un importante número de apicultores abandonen la actividad, con un decremento en los niveles de producción nacional.
A finales de 1950, las abejas africanas escaparon accidentalmente de Brasil, en poco tiempo avanzaron hacia el norte del continente y llegaron al sur de Estados Unidos. Los enjambres mostraban una conducta fuertemente agresiva y su picadura podía tener consecuencias mortales. Ahora hay abejas que son resultado de una cruza de razas europeas y las melíferas africanas. Los apicultores aprendieron a tratarlas, cuando son agresivas se les mata la reina y se les pone una reina mansa europea.
En el caso de Atoyac la producción de miel, en colmenas con abeja europea, fue iniciada por Salvador Maya Suárez, oriundo del estado de Michoacán, pero casado con la atoyaquense Guadalupe Obé Quiñones. Wilfrido Fierro en la Monografía de Atoyac anotó que  Salvador Maya instaló los primeros apiarios en su parcela de la Y Griega, el lado poniente de la carretera nacional Acapulco- Zihuatanejo, el 13 de julio de 1961.
En la revista La Costa, número 3 de marzo de 1995, se lee: “Don Aurelio Maya trajo las primeras cajas de abejas a la Costa Grande las puso en la barda de su casa, después don Chava hizo lo mismo y las puso en la Y Griega y en el racho de Los Coyotes de don Benjamin Luna Venegas”.
Debido al interés que despertó el experimento del señor Maya, la compañía Acapulco Miel S.A. instaló en la carretera desde el Pie de la Cuesta hasta Tecpan de Galeana, nuevos y numerosos apiarios. Señala Wilfrido Fierro que al fomentarse la industria, y cuando estaba obteniendo magníficos resultados, apareció en los palmares de la región costera, una plaga conocida como Fungosis, un hongo que era transmitido por insectos, ocasionando la caída prematura del coco dejando una pérdida del 50 por ciento de la cosecha. Ante tan alarmante noticia los campesinos productores de copra, se quejaron ante las autoridades y “antes de que esta resolviera lo conducente del caso, obraron por su propia cuenta y fuera de ley, quemando los apiarios con gasolina, tanto de la referida compañía como los del señor Maya”.
Salvador también tenía apiarios en la carretera y la sierra, el huracán Tara le afectó mucho, pero no tanto como él un hongo conocido como Fungosis, porque algunos líderes lo utilizaron como arma política al decir que la abeja provocaba las muertes de las palmas y eran nocivas. Un individuo, que en el texto de La Costa, identifican como el Vivillo 8 “engañó, alborotó y utilizó a los copreros y medios de comunicación para desatar una guerra de quema de cajas por todos lados empezando por la Y Griega”.
Luego “vinieron especialistas de la SARH y Alemania a dar conferencias para desengañar a la gente, pero el rumor ya estaba más esparcido que el mismo hongo, por lo que sólo se salvaron las cajas que estaban en el rancho de Los Coyotes”. En 1985 también quemaron apiarios en la sierra porque pensaban que la abeja tumbaba la flor del café.
La apicultura es también un cultivo trágico, muchos han muerto por el ataque de abejas, como es el caso de Juan Zambrano Santiago, que fue atacado por un enjambre en la comunidad de La Florida. El 24 de marzo de 1995, Zambrano se iba a bañar cuando pasó un carro con colmenas, lo atacaron y le picaron muchas. Otros han muerto cuando intentaron cosechar apiarios que no eran de su propiedad. También animales domésticos han sido víctimas de sus picaduras. El apicultor Evodio Argüello comenta que donde pica una abeja suelta una feromona que avisa a las demás y todas se van hacia lo que consideran intruso.
Aquí la principal producción apícola ha sido la miel de abeja, seguida en menor escala por la cera, propóleo, polen y jalea real. Actualmente los mieleros de Atoyac se han multiplicado hay alrededor de 150 y han diversificado la actividad, elaborando productos vitamínicos y de belleza a base de miel. Se elaboran jabón, champú, cremas, paletas, palanquetas, jarabes y spray de propóleo. El polen se utiliza para mascarillas, el veneno de abeja para los dolores musculares y Bernabé Ávila pone piquetitos de abejas en las rodillas para contrarrestar los dolores articulares.
Evodio Argüello dice que el color de la miel depende del floreo. En la parte baja del municipio se produce una miel oscura que es de flor de campanilla, palmeras y mango; en la parte media es ámbar y más aromática extraída de la flor de cacahuananche y en la parte alta es clara, es una miel que los apicultores le llaman multiflora.
La problemática que vive el sector va desde los incendios forestales que se han registrado en la sierra y en la parte baja del municipio. La sequía y en otros momentos las lluvias destruyen las cajas colmeneras. Con la llegada de la telefonía celular se dijo que las abejas se desorientaban causando mortandad en las colmenas. Luego los apicultores hicieron un llamado a las autoridades municipales y estatales para que regulen la aplicación de insecticidas en épocas de floración de mango. La enorme cantidad de abejas muertas causó estupor y alarma en el sector, quienes no entienden porque los productores de mango prefieren matarlas, cuando las abejas son un instrumento imprescindible para la polinización de sus cultivos.
Luego el cambio climático ha provocado la baja producción de miel y temen la migración masiva de abejas de las colmenas por la falta de floreo para alimentarse, ya que la escasez de lluvias causó deshidratación en las plantas. Por eso el 9 de diciembre de 2015, el presidente del Consejo Estatal de Apicultores de Guerrero, Santos Goicoechea Antúnez informó que se cayó totalmente la producción de miel en la entidad, debido a que los cambios climatológicos alejaron a las abejas de las colmenas. Los productores efectuaron las técnicas de costumbre en los apiarios como en cada temporada, sin embargo, cuando acudieron a levantar la cosecha de miel se encontraron con la sorpresa de que las abejas se habían ido o no había producto.

La situación es crítica porque 80 por ciento de los productores dependen completamente de la producción de miel para mantener a sus familias. Aquí el Ayuntamiento de Atoyac dotó de ocho toneladas de azúcar, a los apicultores, para alimentar en esta temporada los apiarios y evitar que las abejas se mueran o emigren a otros lugares.

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