Víctor Cardona Galindo
Vale
la pena hacer un paréntesis en la cronología, sobre la masacre de Aguas
Blancas, que hemos venido narrando, para recordar a Rocío Mesino Mesino, cuando
hoy se cumplen dos años de su impune asesinato en Mexcaltepec, donde coordinaba
la construcción de un puente provisional, para que pasaran sus paisanos después
de la destrucción que dejó el huracán Ingrid
y la tormenta tropical Manuel. Tres
disparos de una pistola calibre 9 milímetros le quitaron la vida, uno en la
nuca y dos en la espalda.
Rocío
nació el 21 de enero de 1974 en El
Escorpión, hija de Hilario Mesino Acosta y Alicia Mesino Castro. El escritor Felipe
Fierro Santiago, en El Rocío de la
esperanza una plaquette que
escribió a dos voces con el periodista Roberto Ramírez Bravo, dice que Rocío “como
toda niña campesina, aprendió los quehaceres básicos de los campesinos y
campesinas de esos lugares, combinar la labor de la tierra con la actividad
doméstica, para Chío, no había horas
de descanso, sus actividades de niña, adolescente independientemente de sus
actividades escolares en la escuela primaria Benito Juárez de la comunidad de
Agua Fría, donde cursó primero y segundo grado, el tercer grado a sexto los
culminó en la escuela primaria Hermenegildo Galeana de San Juan de las Flores,
así como la Secundaria Técnica 101 en ese mismo lugar”.
“Como toda niña normal jugaba
juegos tradicionales como el trompo, la rayuela, el avión, canicas, matizados
por el ingenio, la creatividad y la inocencia infantil. En la cotidianidad de
las labores campesinas solía colgarse al hombro el recipiente con agua, llamado
‘bule’, ensillar los burros entre otros animales de carga. El aprender a labrar
los surcos la fortalecieron para labrar su destino sabido de la pobreza y de
los cinturones de miseria que la rodeaban. Solidaria, gestora y critica de los
gobiernos municipales, estatales y federales, fueron los ingredientes que no
dimensionó la dirigente”.
Después de sus estudios de
secundaria en San Juan de las Flores, emigró al estado de Morelos, donde
culminó sus estudios de Técnico Agropecuario en el CBTA de Chinameca,
posteriormente regresó a su comunidad donde en los años noventa fue en dos
ocasiones comisaria municipal, para después integrarse de tiempo completo a la
fundación de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) que se dio
el 14 de enero de 1994 en Tepetixtla.
Hilario
Mesino Acosta y Alicia Mesino Castro tuvieron ocho hijos: María de la Luz, María
del Carmen, Miguel Ángel, Rocío, Eugenia, Norma, Víctor y Carlos. Tres de los
Mesino han muerto, dos han sido víctimas de la violencia represiva, Miguel
Ángel que era el tercero y Rocío la cuarta y Carmen falleció por enfermedad.
Sin embargo Layo como le decimos de
cariño y doña Alicia no han perdido las ganas de luchar, siempre se les ve en
las marchas por los reclamos de justicia.
Los Mesino son originarios de
la comunidad de El Escorpión, pueblecito que se encuentra a 18 kilómetros de la
cabecera municipal de Atoyac por la carretera que lleva a Pie de la Cuesta era una
brecha de terracería hasta hace tres años, pero los habitantes de la región
incluyendo la OCSS se organizaron para que se pavimentara y ahora el pavimento
llega hasta San Juan adelantito de El Escorpión.
Dice Felipe Fierro Santiago que la búsqueda de Juana Acosta Martínez, la madre de Hilario Mesino
Acosta y abuela paterna de los hermanos Mesino, fue el parteaguas de una
generación pasiva de la familia a una movilidad política tras ser detenido y
posteriormente desaparecido el hermano menor de Hilario, Alberto de los mismos
apellidos. Con solo 20 años de edad, Alberto Mesino fue detenido en un retén
militar en las inmediaciones de la comunidad de Agua Fría, cuando había existido
a una reunión de cafeticultores promovida por el Instituto Mexicano del Café (Inmecafe).
En el trayecto de la carretera Agua Fría–San Juan de las Flores, fue bajado de
una camioneta pasajera el 18 de julio de 1974, y luego subido a un helicóptero
militar que lo llevó al Campo Militar número Uno de la Ciudad de México de
donde mandó un recadito a la familia.
Doña Juana Acosta, de oficio
partera inició todo un peregrinar por la presentación con vida de su hijo, al
lado de su esposo, padre de Hilario y Alberto, don Ramón Mesino; “primero se
unió al grupo Ureka de Rosario Ibarra de Piedra, posteriormente a otros grupos
de mujeres madres y esposas tras las huellas de sus esposos e hijos
desaparecidos sin tener éxito. En cambio el padre de Hilario de origen
campesino fue fundador de la comunidad y músico empírico, tocaba muy bien el
violín, notas que quedaron en el olvido tras el vacío que propicio la detención
y posteriormente la desaparición del ‘chocoyote’ como se les llama al hijo
menor de las familias serranas. Juana Acosta Martínez y don Ramón Mesino
murieron de tristeza con la esperanza de ver de nuevo a su hijo”.
En
mi caso a Hilario Mesino Acosta lo conocí en el Coalición de Ejidos de Costa
Grande, igual encontré por ahí a sus hijos Víctor y Miguel Ángel, a Rocío la vi
por primera vez, aquel 19 de mayo de 1965, cuando la Organización Campesina de
la Sierra del Sur (OCSS) tenía tomado el Palacio Municipal de Atoyac y ella
salía a cada rato al balcón del edificio para dar instrucciones a los
campesinos de Atoyac y luego entraba a las negociaciones que mantenían con la
alcaldesa María de la Luz Núñez Ramos.
Siempre
me causó impresión ver a Rocío con aquella playera puesta que decía: “En
cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése,
nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo y otra mano se
tienda para empuñar nuestras armas”, Che Guevara.
Para mi esa consigna sintetizaba lo que ella hacía, pero además que estaba
consciente de los riesgos que corría al defender a los campesinos y enfrentar
al gobierno así como ella lo hizo. Muchas veces escuché decir a los mismos
hombres, “Esa Rocío si tiene huevos”, también escuché en alguna oficina “Si no
me resuelven voy a ir con Rocío Mesino”. Es que Rocío se aventaba “los tiros
más cabrones” como defender a los comerciantes ambulantes, a los perseguidos
por la judicial y por el Ejército. Ella dio la cara por muchos en la década de
los noventa, y aun muchos atropellados por las autoridades recurrían a ella.
Por eso al morir muchos desvalidos perdieron a su defensora.
Desde
que se convirtió en la figura principal de la OCSS, se inició una persecución y
hostigamiento en su contra. En los retenes del Ejército y de la Policía
Judicial, los vehículos en que viajaba eran revisados hasta por media hora y
desde entonces hombres desconocidos la seguían a donde fuera, como lo denunció
muchas veces a la prensa. Rocío le tocó encabezar lo que podríamos llamar una
segunda etapa de lucha de la OCSS, después que se giraron órdenes de aprehensión
contra los fundadores Hilario Mesino y Benigno Guzmán quienes tuvieron que
salir del estado y luego fueron detenidos acusados de pertenecer al Ejército
Popular Revolucionario (EPR) después de que éste grupo armado apareció en el
primer aniversario de Aguas Blancas aquel 28 de junio de 1996.
Rocío
siempre estuvo activa en la lucha por las demandas de los campesinos de la
sierra de Atoyac y Coyuca de Benítez, encabezó varios bloqueos de la carretera
federal Acapulco-Zihuatanejo y tomó, cuando fue necesario, los Ayuntamientos de
estos dos municipios, cada año entregaba al gobierno del estado el pliego de
demandas de los campesinos al acercarse el aniversario de la masacre de Aguas
Blancas. Siempre luchó por una mejor calidad de vida para los
campesinos, apoyó con láminas galvanizadas y de fibrocento, así como también
con insumos para el campo como bombas y fertilizantes y material de riego como
mangueras, molinos de nixtamal, gestionó obras como fueron puentes vehiculares
canchas, techados de canchas y trajo programas sociales a las comunidades con
grandes movilizaciones en las dependencias federales y estatales Rocío, hacía
llegar el apoyo directo a los campesinos, su gran compromiso con el pueblo la
hizo la gestora social más importante de la Costa Grande por esa gran capacidad
y honestidad que la distinguía. De la misma manera que apoyaba a los
discapacitados apoyaba a los a adultos mayores.
Rocío al frente de la OCSS logró concretar
proyectos para los suyos, como techos para viviendas y piso firme, siembra de
tilapia y paquetes de chivos y borregos. Además que cuando fue regidora en una
mezcla de recursos con la congregación Marina Trinitaria logró construir obras
de interés social en la zona de influencia de su organización.
Felipe Fierro Santiago dice: “quienes conocimos a Rocío
valoramos su inquietud, su lucha, el amor a su pueblo. Rocío, chaparrita de
estatura, pero con un corazón grande. Muchos la entendieron, pocos la han
desprestigiado… fue asesinada a mansalva como muchos líderes sociales ante el
temor de una insurrección armada en el estado. Rocío no fue un peligro para el
Estado mexicano, fue un peligro para los corruptos gobernantes”.
Fierro Santiago fue su maestro
de matemáticas y recuerda que en 1987,
“Rocío llegaba a la Secundaria Técnica 101 de San Juan de las Flores a la siete
de la mañana de lunes a viernes desde su pueblo natal El Escorpión. Agarraba un
burro de su propiedad con un pedazo de reata, le ponía bozal y se montaba a
puro ‘pelo’ o sea sin silla, su mochila, su resortera al cuello, un morral con
piedras de río. En ese tiempo usaba falda y gorra. Pelo lacio, la chaparrita,
cuando no llevaba al burrico, se iba corriendo por las veredas que unen los
pueblos de la sierra. Siempre sobresalía a pesar de su estatura”.
“Éramos en ese tiempo profesores jóvenes 20 a 26
años los más adultos. Bromista como siempre Rocío, argumentaba que no le
gustaban las matemáticas… ‘Rocío, estás reprobada conmigo’, le dije en una
ocasión, sin inmutarse contestó ‘mañana nos arreglamos profe, le voy a saludar
a mi prima’. No sé si me saludó a su prima, pero al día siguiente, me llamó dónde
no la vieran, llevaba un garrobo, ‘se lo traje para que se lo coma’, ‘Oye Rocío
con esto te voy a poner cinco’, ‘Pues mañana le traigo otro para que me ponga
diez’, dijo sonriendo y se fue corriendo a su salón”.
“Rocío, ya tenía la chispa de líder, siempre
fue sensible desde niña, carismática, logró con su liderazgo lo que otros no lo
han hecho… Rocío era una diminuta mujer indefensa, incluso físicamente, pero
con un discurso claro ante quién la enfrentara. La acusaron de violenta, de
rebelde, pero no le dejaron otro camino, ante la cerrazón de las autoridades,
la culparon de actos delictivos y no se los comprobaron”, comenta Felipe
Fierro.
“Cariñosamente la familia de
Rocío, le llamaba Chío, delgadita y
chaparrita de niña, le encantaba según sus padres andar con pantalones, cazar palomas
e iguanas para el sustento familiar, con su resortera al cuello y morral de
piedras de río, nunca estaba quieta en la vivienda de adobe y teja, con patio
amplio y un corral de alambre de púas al frente de donde por la mañana y las
tardes los olores de café se escapaban y se siguen escapando en las viviendas
que todavía subsisten ante el miedo de un estado de sitio por militares que han
incursionado a investigar a la familia de los Mesino”.
“Esas tardes y
mañanas impregnadas por la voz y el canto de la otrora dirigente de la OCSS
cruzando veredas, ya que a Rocío, le gustaba cantar en la soledad del campo
acompañada por las parvadas de pericos y cotorras que invadían los maizales y
los árboles de cacahuananche muy comunes en la parte media de la sierra
atoyaquense”.
Ligada hasta su muerte a las
labores del campo, desde pequeña se le veía subirse con facilidad a los árboles
de ilama, árboles que en la comunidad de El Escorpión se dan en abundancia, lo
mismo que los mangos diseminados en las tierras familiares conocidas como Los
Planes.
Rocío
Mesino, fue una activista social que en todas sus movilizaciones y pronunciamientos
le exigía al gobierno la libertad de los presos políticos y de conciencia, siempre
fue critica de cómo el gobierno a través de la Procuraduría del Estado primero
criminalizaba las luchadores sociales acusándolos de secuestro y asesinatos sin
fundamentos para crearles odio en la sociedad y después que salen libres los
asesinan y los que siguen presos los mandan como peligrosos delincuentes a
cárceles de alta seguridad.
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