martes, 28 de julio de 2015

21 años de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, quinta parte


Víctor Cardona Galindo
Muchos campesinos de la sierra de Atoyac se sumaron a la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), porque había injusticia en sus pueblos.  Los abusos policíacos estaban al orden del día. El fertilizante, las láminas de cartón, los líquidos para fumigar las milpas y las despensas, que distribuía el gobierno, únicamente le llegaban a los líderes priistas y a sus allegados. Y la organización de izquierda que era la Coalición de Ejidos de la Costa Grande no compartía el uso del fertilizante químico y de herbicidas. Por eso había que luchar por lo inmediato y solamente por la vía de la movilización se tuvo acceso a esos beneficios.
Rocío Mesino Mesino dirigente de la Organización 
Campesina de la Sierra del Sur, fue asesinada el 19 de 
octubre de 2013 en Mexcaltepec. Aquí fue captada durante una 
mesa de trabajo con el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero. 
Foto tomada de Internet.

El radicalismo que caracterizaba a la OCSS, lo heredó del Partido de la Revolución Democrática, pues la mayoría de los líderes fundadores participaron en Frente Democrático Nacional (FDN) apoyando la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas y luego en las tomas de Ayuntamientos que realizó el PRD. Benigno Guzmán era líder en Tepetixtla, el principal bastión perredista de Coyuca de Benítez. Bartolo Guzmán fue electo en una asamblea comandante de la Policía Popular de ese municipio durante el plantón de 1989. Se le recuerda caminando por la plaza con una resortera en mano y un morral colgado lleno de piedras.
De los líderes de Atoyac, Hilario Mesino Acosta y Gilberto Romero Vázquez venían de la Coalición de Ejidos de la Costa Grande. Hilario también participaba en el Comité Nacional Independiente de Familiares de Desaparecidos de la Costa Grande de Guerrero. Fogueado en esas lides desde que su madre Juana Acosta Martínez se presentó por primera vez al cuartel militar de Atoyac, a buscar a su hermano Alberto Mesino desaparecido por el Ejército el 18 de junio de 1974. Por eso una de las demandas de la OCSS además de insumos para el campo y obras, era la presentación con vida de los desaparecidos políticos de la década de los setentas.
“Vivíamos la pobreza y distintos matices de injusticia. La falta de empleo, los abusos policiacos y caciquiles, las enfermedades de los pobres. Las cosechas mal pagadas, la desnutrición, el alfabetismo. El alcoholismo. Las familias desintegradas. La emigración. Siempre luchando por mejorar, por sobrevivir. Allí nació nuestra rebeldía, del vivir diario”, dirían en el 2006 mediante un documento Benigno Guzmán y Marino Sánchez. Quienes confirmaron que la OCSS tuvo su origen en la lucha electoral de 1989.
En ese texto dicen que cuando se dieron a conocer a la prensa el 14 de enero de 1994, en la dirección estaban Hilario Mesino, Benigno Guzmán, Marino Sánchez, Gabino Luna, Benito Bahena y Telesforo Luna, los cinco últimos de Tepetixtla, “que venían del proceso de lucha electoral y de las defensa de los bosques”, primera lucha que dieron los campesinos de Tepetixtla en 1989 en contra de la explotación forestal en los bienes comunales de esa demarcación.
Y que entre los cuadros medios estaban: Eugenio Aguirre, Ismael Mena, Salomé Aguirre, Alejo Aguirre, Gabriel Guzmán, Bartolo Guzmán, José Maldonado y Alfredo Luna. Los líderes fundadores de la OCSS dan a conocer que el 18 y 19 de marzo de 1994, en el encuentro campesino realizado en Tepetixtla, se incorporaron Florente Rafael Bentura, Regulo Reséndiz, Gilberto Romero Vázquez, Pedro y Plácido Leonardo, Pasito Hernández, Daniel Castañeda y Emiliano Estévez.
Pero de regreso al hilo de nuestra narración. En los primeros cuatro meses de 1995 la inseguridad se disparó en la región y los cuerpos policíacos nada resolvían, al contrario había que cuidarse también de ellos, la judicial asaltaba y extorsionaba, entraba arbitrariamente a los domicilios y robaba. En este contexto el 1 de abril de 1995, cinco individuos secuestraron a Pedro Brito García, se lo llevaron en una camioneta blanca Ford Pick-up. El plagio fue muy sonado y consternó a la ciudadanía por que la víctima es miembro de una de las familias más conocidas de la ciudad de Atoyac.
Durante el mes de abril de 1995, los integrantes de la OCSS se movilizaron contra la explotación de los bosques comunales de la sierra de Tepetixtla. Los campesinos se organizaron para vigilar el movimiento de vehículos, llegaron a detener camiones llenos de madera y lograron parar la explotación.
El 3 de mayo de 1995 el gobernador Rubén Figueroa Alcocer visitó Tepetixtla, llegó acompañado del comandante de la novena región militar general Tomas Enrique Salgado Cordero, la OCSS por su parte reunió a los viejitos de la comunidad y nombraron al campesino originario de San Martín de las Flores, Gilberto Romero Vázquez, para que diera lectura a un pliego petitorio que englobaba todas las demandas de la Costa Grande. Gilberto como luchador social se formó en las filas de Coalición de Ejidos de la Costa Grande.
La OCSS recibió al gobernador en su local, “le ofrecieron comida consistente en venado, tortillas y agua, que el gobernador no comió porque no le dio tiempo”, dice Maribel Gutiérrez en su libro Violencia en Guerrero.
En ese lugar Benigno, al retomar el tema de la explotación forestal, dijo que si era necesario levantarse en armas para defender sus demandas el pueblo lo haría. El general Salgado Cordero preguntó si alguien los estaba asesorando. Para ese entonces ya una nube de agentes de Inteligencia Militar y orejas de Gobernación estatal y federal seguían las actividades de la OCSS.
En esa reunión Figueroa se comprometió a atender las demandas de los campesinos, que incluían fertilizante, láminas de cartón, rollos de alambre, bombas para fumigar, líquidos herbicidas, despensas y la pavimentación de la carretera a Tepetixtla.
Después del encuentro con la OCSS Figueroa se fue a la plaza cívica de Tepetixtla donde ya lo esperaban los priistas y miembros de la Organización Campesina Benito Juárez fundada por Bartolo Guzmán Martínez bajo el auspicio del gobierno.
Luego los conflictos continuaron en la comunidad, porque a pesar del acuerdo que firmaron las dos partes el 26 de abril, con la intervención del gobierno del estado, para suspender la exploración del bosque, ésta se reanudó semanas después. Por eso el 10 de mayo la OCSS destruyó dos grúas propiedad de la empresa maderera y decomisaron un camión cargado de madera el 12. Las cosas volvieron al punto del enfrentamiento entre los comuneros priistas y la OCSS.
Ese 10 de mayo, una comisión de la OCSS se trasladó a la sierra, donde llegaban camiones a cargar la madera que estaban trozando, en un paraje a la altura del Camotito, rumbo al Puerto de Los Pinos, a media hora del camino a Tepetixtla. “Nos trasladamos hasta allá. Ese día no trabajó el personal porque era el Día de las Madres, encontramos solamente las grúas, y la comisión las destruyó, con piedras y machetes, en protesta porque se están llevando nuestra madera”, relató Benigno Guzmán a Maribel Gutiérrez.
También el 12 de mayo en Coyuca estuvo a punto de darse una masacre cuando militantes de la OCSS rodearon las oficinas de la asociación ganadera local, donde estaban los funcionarios enviados por Rubén Figueroa. Los policías estatales que los custodiaban apuntaron a los manifestantes y cortaron cartucho. El representante personal del gobernador era el diputado local César Flores Maldonado quien llegó con la promesa de que los compromisos, contraídos el 3, se cumplirían.
Dirigentes de la OCSS, se reunieron el 16 de mayo, en el Ayuntamiento de San Jerónimo de Juárez con el subsecretario de asuntos políticos del gobierno del estado, Juan José Arciniega, los diputados locales Pedro Magaña Ruíz y César Flores Maldonado. Como testigo estuvo el presidente municipal de ese lugar Inmer Rivera Magdaleno. El 17 se publicó en los medios informativos: “Militantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) de las comunidades de San Juan de las Flores, El Escorpión, Agua Fría, Mexcaltepec, El Salto y San Martín de las Flores, sostuvieron una reunión con representantes del gobierno del estado y les entregaran fertilizantes, aspersoras, líquido para fumigar y despensas antes del 30 del presente mes y año”. En esa reunión que duró más de tres horas estuvo Hilario Mesino y Luis Ángulo entre otros líderes de la agrupación.
El 18 de mayo, tomaron el Ayuntamiento de Atoyac y retuvieron en su interior al cuerpo edilicio y a funcionarios. Dice Maribel Gutiérrez: “El 18 de mayo de 1995, los campesinos de la OCSS regresaron, casi con los mismos planteamientos, pero ésta vez fueron más notorias sus acciones. De sus métodos de lucha fueron dejando huella en todo el camino”.
Eran más de 600 campesinos, hombres y mujeres, muchos jóvenes y adolescentes de los sectores más pobres de la región, armados con machetes, varillas o garrotes gruesos con puntas afiladas. La mayoría de Tepetixtla.
Cuando bajaban de Tepetixtla en el punto conocido como Arroyo Grande, se encontraron con un representante de la empresa maderera El Fuerte, propiedad de Isabel Calderón, a bordo de una camioneta Cheyenne, color café claro, iba al aserradero para reiniciar los trabajos aprovechando la ausencia de los campesinos, por eso la OCSS se lo llevó retenido con todo y vehículo.
“De Tepetixtla, Yerbasantita, Compuertas, Atoyaquillo y otras poblaciones de la sierra, llegaron a la costa alrededor de las 11 de la mañana. En Coyuca detuvieron el tránsito de la carretera federal para dar difusión a su movimiento; el conductor de un camión maderero quiso pasar a la fuerza y quedó al lado de la carretera porque los campesinos le poncharon las llantas. Pintaron y tomaron autobuses de línea, en los que llegaron a Atoyac”, se lee en el libro Violencia en Guerrero.
A la entrada de Atoyac llegaron los grupos de Coyuca, Tecpan, Petatlán, La Unión, Coahuayutla y de este municipio. La marcha inició poro después de mediodía, con unos 600 campesinos que partieron de la escuela preparatoria número 22, en filas bien ordenadas, para dirigirse al Palacio Municipal, con ellos iban integrantes del Comité de Familiares de Detenidos y Desaparecidos de la Costa Grande de Guerrero.
A su paso los manifestantes realizaban pintas en automóviles y paredes con consignas alusivas al 18 de mayo de 1967 y pedían solución a las demandas de los campesinos. En la fábrica de hielo se dio un altercado con una familia que trató de impedir que pintarrajearan la pared recién  blanqueada, pero los manifestantes los agredieron y los rociaron con spray. Se dice que la señora María Reyes Orbe murió a consecuencia de un golpe, que le dieron los de la OCSS ese día.
Poco después de las 14:30 horas el contingente arribó a la plaza cívica Morelos e inmediatamente bloquearon el Palacio Municipal e impidieron el acceso y la salida de los que estaban en su interior. Adentro del inmueble quedaron 70 trabajadores. Colocaron la camioneta, que retuvieron a la empresa maderera, frente al edificio del Ayuntamiento para instalar, usando su batería, el aparato de sonido con el que hicieron uso de la palabra todos los oradores.
Se formó una comisión para dialogar con la alcaldesa María de la Luz Núñez Ramos, pero luego que se rompieron las pláticas los campesinos bloquearon todos los accesos a la plaza Morelos y dejaron incomunicado al Ayuntamiento, después cortaron el agua, la energía eléctrica y el teléfono.
Por la intervención de sacerdote Máximo Gómez Muñoz fueron liberados, a las 22 horas, 50 trabajadores y quedaron en su interior únicamente la alcaldesa, síndico y regidores, el director de Obras Públicas, el Oficial Mayor, el secretario general y ocho policías preventivos.
Se esperaba una comisión negociadora del gobierno del estado porque “la presidenta se declaró incompetente para la solución de sus demandas”, publicaba El Sol de Acapulco al día siguiente. La comisión del gobierno del estado llegó a las 10 de la noche, pero pospuso los acuerdos hasta el otro día.
Hilario Mesino dijo a Pablo Alonso corresponsal de Diario 17, que la toma se debió a que hacía un año la alcaldesa se comprometió a conseguirles una entrevista con el presidente de la República Carlos Salinas de Gortari y dotar de insumos a los campesinos, pero no cumplió.







martes, 21 de julio de 2015

21 años de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, cuarta parte.


Víctor Cardona Galindo
El 27 de noviembre de 1994 María de la Luz Núñez Ramos rindió su primer informe de gobierno, entonces los priistas se organizaron y realizaron una movilización. Con la clara intención de boicotear el evento, llamaron a todos los grupos que estaban inconformes con la administración y los juntaron ese día.
“Antes del informe el Movimiento Ciudadano por la Dignidad de los Atoyaquenses tomó por asalto el presídium donde rendiría su primer informe María de la Luz Núñez Ramos, para exigir justicia y alto a la represión selectiva que ha practicado además para que respete los comisarios municipales electos en tiempo y forma”, escribió Pablo Alonso el 28 de noviembre.
La operación priista estuvo encabezada por Pedro Rebolledo Málaga, Miguel Ángel Ponce Jacinto, José Ángel Navarrete Reséndiz, Juan de Dios Solís Martínez y Mariano Bautista Catalán quienes se posicionaron del estrado. Arturo Martínez Nateras y su hija Metzeri fueron arrojados del templete cuando intentaron intervenir. Esta acción retrasó por tres horas el informe de la alcaldesa, los inconformes después de firmar una minuta abandonaron el lugar marchando por las principales calles de la ciudad.
La Alcaldesa María de la Luz Núñez Ramos 
entregando becas de solidaridad en 1994. 
Foto Archivo Histórico Municipal de Atoyac.

Por eso el 30 de noviembre, miembros del PRD montaron una guardia permanente en el Palacio Municipal porque corría el rumor de que militantes priistas irían a tomarlo, pero al no confirmarse la amenaza los perredistas se retiraron el 2 de diciembre.
En diciembre de 1994, las relaciones entre María de la Luz Núñez Ramos y sus aliados del Partido de la Revolución Democrática (PRD) pasaban por una crisis. Las diferencias comenzaron cuando Arturo Martínez Nateras, esposo de la alcaldesa, quiso colocar dos monumentos de Luis Donaldo Colosio en Atoyac y se profundizaron porque en las elecciones de agosto Arturo elaboró un volante donde llamaba a votar por Ernesto Zedillo y por Mario Valdez Lucena que era el candidato perredista a la diputación federal. Valdez no estuvo de acuerdo y la propaganda no llegó a repartirse, sin embargo un par salieron a la luz pública y se desató una polémica.
Para ese proceso electoral Martínez Nateras acuño ese slogan de “Votar por Zedillo es honrar a Colosio”, se dijo que la propia María de la Luz realizó a una reunión en La Pintada donde llamó a votar por Ernesto Zedillo. Por esa coyuntura de 1994, las relaciones entre la gente de María de la Luz y el PRD se tensaron tanto que estuvieron al punto de romperse, pero la relación fue salvada después de la masacre de Aguas Blancas, porque todos coincidieron en un solo frente, la lucha para exigir justicia a los masacrados, en el movimiento que propició la caída del gobernador Rubén Figueroa Alcocer.
Desde el inicio del trienio enemigos de ese Ayuntamiento, tanto de izquierda como del PRI, dolosamente hacían circular la versión de que Arturo Martínez Nateras se quedó con el dinero del secuestro del senador Rubén Figueroa, efectuado por Lucio Cabañas en 1994. Por eso los cabañistas le tenían animadversión y lo acusaban de manipular a María de la Luz. Eso hacía que el Ayuntamiento estuviera ante tres frentes de batalla: el de los cacicazgos priistas, perredistas que venían de Partido Comunista y el de la izquierda radical.
Por eso aquél 2 de diciembre, al conmemorarse el 20 aniversario de la muerte de Cabañas, acusaron al Ayuntamiento perredista de boicotear al evento, debido a que a la misma hora de la manifestación había un concurso de pastorela. Se hizo un acuerdo con Hilario Mesino que una vez terminada la pastorela podrían usar, para el mitin, el sonido que tenía instalado el Ayuntamiento. Pero la pastorela se prolongó, por eso azuzados por Isaías Reyes Téllez miembros de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) estuvieron a punto de agredir al director de cultura, Víctor Cardona Galindo. Reyes Téllez les decía: “Este es gente de María de la Luz y de Nateras, lo mandaron para que no se hiciera el mitin”.
Si no es por la oportuna intervención de Jonás Fierro y de Hilario Mesino el funcionario hubiera probado los garrotes y las varillas que ya levantaban en su contra de los campesinos de Tepetixtla. Isaías estaba resentido con el PRD por que su hijo Josías Reyes murió el 14 de enero de 1990 en Río Santiago, en un accidente vehicular junto a Rocío Mesino Martínez, cuando iban rumbo al Achotal a cumplir una comisión del partido.
Después del incidente se suspendió la pastorela y la OCSS realizó su mitin con su propio sonido. Ese día una de las oradoras del evento fue la maestra Hilda Flores Solís. La manifestación terminó a las tres de la tarde.
Al día siguiente, 3 de diciembre, salió una nota en El Diario 17. “Seguidores de Lucio Cabañas golpearon a agente de gobernación en la Costa Grande”. Es que durante la conmemoración miembros de la OCSS le quitaron una cámara al agente Gustavo Martínez Galeana quien presentó una denuncia en el Ministerio Público en contra de Benigno Guzmán. Gustavo dijo que la cámara tenía un valor de siete mil nuevos pesos y que también le pintaron su vehículo marca Tsuru modelo 1989, color blanco, propiedad del gobierno del estado. “Se le apreciaron pintas como ‘Viva la OCSS’, así como golpes en las puertas y tremenda golpiza le propinaron al agente de gobernación Gustavo Martínez Galeana”. Se levantó la averiguación previa GALE/11/0322/94 por el delito de robo, daños y lesiones más lo que resulte en contra de Benigno Guzmán Martínez.
A mediados de diciembre, mediante un documento, alrededor de 38 comisariados ejidales y delegados de la Unión de Ejidos Alfredo V. Bonfil, solicitaron la intervención del Ejército para que brindara seguridad en la sierra durante la temporada de la cosecha de café, porque los cuerpos policiacos estatales habían sido incompetentes y prevalecía la inseguridad en la región. Al retirarse los soldados de la región se reanudaron los secuestros y los asaltos, por eso pedían su retorno.
“En el inicio del nuevo sexenio gubernamental en el país, se presagian en lo económico grandes tempestades, y en lo político hay posibilidad de enfrentamiento que amenazan con seguir sangrando a la nación”, dijo la presidenta municipal de Atoyac María de la Luz Núñez Ramos en su mensaje de Año Nuevo.
De 1994 comentó: “Fuimos foco de atención de la prensa nacional, por nuestro cruento pasado y por el potencial de violencia que anida en las condiciones infrahumanas de vida de muchos habitantes, tanto de la sierra como la costa. El espíritu de nuestros guerrilleros y nuestros desaparecidos vive aún en los corazones de muchos; pero en contra de las expectativas, hemos sido novedad democrática”.
Con una capacidad de 500 alumnos, el 1 de enero de 1995, se abrió el Colegio de Policía en las instalaciones que fueron del 49 Batallón de Infantería en la colonia Mártires del 30 de diciembre. “El colegio funcionará para brindar educación policiaca a todas las fuerzas de seguridad pública del estado… Se formarán policías judiciales, preventivos municipales, turísticos, de empresas y hoteles y hasta custodios de los Centros de Readaptación Social”, dijo a la prensa en procurador de Justicia del Estado Antonio Alcocer Salazar, quien agregó que se buscaba formar una policía profesional en esta institución, cuyo primer director fue el capitán Ernesto Ríos Torres.
El 18 de enero de 1995, apareció la noticia de un supuesto Comando Armado Revolucionario del Sur (CARS) representado por el Comisario Rojo quien decía que combatiríann hasta “Vencer o Morir”, invitaban a los guerrerenses a levantarse en armas para derrocar al presidente Zedillo y al gobernador de la entidad Rubén Figueroa Alcocer. Reivindicaban la Guerra Popular Prolongada como única esperanza de victoria definitiva y una vida más digna para todos y para siempre. Organizaciones y luchadores sociales descalificaron el comunicado y dijeron que seguramente había sido redactado en las mismas oficinas de gobernación.
Mientras tanto el Ejército se ponía las pilas, el 22 de enero el comandante de Novena Región Militar general Tomas Enrique Salgado Cordero y comandante del 49 Batallón de Infantería coronel Rubén Benzor Arellano, realizaron una gira de trabajo por diferentes pueblos de la sierra de Atoyac acompañados de la alcaldesa María de la Luz Núñez Ramos, en este recorrido supervisaron las labores que realizaba el Ejército mexicano en la región.
Los mandos castrenses estuvieron en Mexcaltepec, San Juan de las Flores, Plan del Carrizo, Santo Domingo, Pie de la Cuesta, El Camarón, Los Valles, San Andrés, El Paraíso, La Pintada y Tepetixtla, a esta última comunidad ya no asistió María de la Luz Núñez por no ser de su municipio. “La obras son rehabilitación de caminos, aulas escolares, construcción de fosas sépticas para algunos escuelas primarias y cercos perimetrales”, publicó en el Diario 17 Pablo Alonso Sánchez.
Luego Salgado Cordero aseguró a los medios que no existía guerrilla, pero fue: “El 7 de febrero de 1995 cuando comenzó la labor social en 106 poblaciones de 29 municipios, el general Salgado Cordero, afirmó después de que hizo un recorrido por el territorio del estado, que en Guerrero no hay comunidades en extrema pobreza, que no existen grupos armados guerrilleros, y que el principal problema de la entidad es la inseguridad pública”, escribió Maribel Gutiérrez, en su libro Violencia en Guerrero
“Guerrillas, no existen tales. Eso es solamente historia, ahora las condiciones son otras, prevalece en la población el espíritu de trabajo y progreso”, dijo el comandante de la Novena Región a los medios de comunicación.
Las declaraciones de Salgado Cordero contrastaban con las hechas, hacía un año. “El comandante de la 35 zona militar con sede en Chilpancingo, general Francisco Fernández Solís, había declarado a los medios el 5 de mayo de 1993 que ‘el Ejército tenía localizados a grupos guerrilleros en Guerrero’ y que la Inteligencia Militar tiene los nombres de quienes reparten libelos del Procup y del Partido de los Pobres’ y que a los pocos días fue destituido”, recordó Maribel Gutiérrez.
Y más reciente también el 4 de noviembre de 1994 el subsecretario de protección y vialidad del Estado, Rosendo Armijo de los Santos, informó que en Tixtla descubrieron a dos jóvenes repartiendo propaganda del Procup-Pdlp y que en las últimas semanas se habían incrementado las pintas en apoyo al EZLN en las paredes de edificios públicos de la capital y Tixtla. Aunque descartó la presencia de grupos guerrilleros dijo que las corporaciones policiacas se encontraban en estado de alerta.
El 12 de febrero, el general Salgado Cordero, invitó a los reporteros a Metlatonoc y a San Juan de las Flores, donde los soldados pintaban escuelas, abrían caminos, construían letrinas, arreglaban aparatos eléctricos, cortaban pelo y daban consultas médicas, mientras la propaganda guerrillera estaba por todo el estado.
A principios de 1995 se preparaba una acción armada de comuneros de Tepetixtla identificados con el gobierno en contra de los integrantes de la OCSS que se oponían a la explotación de los bosques. Algunos dicen que la oposición a la explotación forestal fue lo que detonó la masacre de Aguas Blancas.
“Benigno Guzmán dio a conocer, el 9 de febrero la oposición de los integrantes de la OCSS a que una empresa particular propiedad de Isabel Calderón, explotara los bosques comunales de Tepetixtla, pues se ha demostrado que este tipo de aprovechamiento forestal sólo beneficia a madereros y deja sin utilidad a los campesinos además de que destruye en equilibrio ecológico”, nos comenta Maribel.
El presidente del comisariado de bienes comunales de Tepetixtla, Felipe López Rueda, estaba promoviendo que esa empresaria explotara los bosques de Tepetixtla y sus anexos, la empresa prometía apertura de caminos. Pero además las cosas se calentaban en Tepetixtla porque los líderes del PRI, amenazaban con desaparecer uno a uno a los miembros de la OCSS y Héctor Vicario con su maletín buscaba comprarlos, con ese método ganó para el gobierno a Bartolo Guzmán Martínez.



martes, 14 de julio de 2015

21 años de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, tercera parte.


Víctor Cardona Galindo
“Con una experiencia de más de 20 años en el terreno político militar, los grupos guerrilleros del Procup-Pdlp actúan a lo largo y ancho del país reclutando y adiestrando a jóvenes guerrilleros en las partes altas de la sierra. En Guerrero hacen lo mismo. Células guerrilleras están diseminadas en colonias, barrios y vecindades”, escribió Felipe Fierro en la revista Controversia número 52.
“De la sierra de Guerrero /les traigo un mensaje en clave /ahí andan los guerrilleros /padres de quien se les pare /esto no es una denuncia /el gobierno ya la sabe… Y lo sabe el gobernador /y lo sabe el presidente /lo saben los generales /lo sabe toda la gente/pero no es fácil fajarse /con esos hombres valientes”, cantaba José de Molina. De pronto esa melodía se escuchaba quedito en alguna casita de bajareque.
Norma Mesino Mesino uno de los pilares de la Organización 
Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) y actualmente se 
encuentra al frente de la agrupación. Foto de Francisco
 Magaña de Jesús.

Había transcurrido la mitad de 1994, la existencia de una nueva guerrilla del Partido de los Pobres era un secreto a voces. El libro Pueblos en armas de Marta Harnecker entre otros clásicos del marxismo leninismo era leído discretamente. Las orejas del gobierno relacionaban a todos los delincuentes sierreños con la guerrilla. No acertaban en sus señalamientos, por eso en un momento cualquier campesino, maestro y líderes disidentes se convirtieron potenciales guerrilleros.
Por otro lado medios amarillistas intentaban involucrar a los sacerdotes Orbelín Jaramillo Diego y Ramón Mendoza Zaragoza con la guerrilla. Notas que circularon a nivel nacional decían que militantes del Partido Obrero Clandestino Unión de Pueblo (Procup) se habían reunido con gente del clero en la Quinta Rosa de Coyuca de Benítez para organizar una campaña de repudio a El Ejército y la Policía. Hablaban de una reunión realizada el 25 y 26 de junio. Señalaban que el encuentro lo había encabezado Orbelín Jaramillo Diego. De Hilario Mesino Acosta fundador de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) decían que fue miembro de la guerrilla de Lucio Cabañas y que era militante del Procup. Enumeraban una serie de organizaciones de izquierda y defensoras de derechos humanos. Esa dolosa información se aventuraba a decir que los involucrados tenían como objetivo la toma de ayuntamientos, invasiones, secuestros, ataques a gasolineras y terminales marítimas. Todo encaminado a desestabilizar las elecciones en puerta.
Los sacerdotes de la diócesis de Acapulco respondieron con un documento dirigido al presidente de la República Carlos Salinas de Gortari y al procurador Jorge Carpizo, donde exigieron cesara el hostigamiento en contra de los miembros de la iglesia y pidieron a los medios de comunicación que informaran con objetividad.
A mediados de 1994, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) retiró de Atoyac la sede del 49 batallón de infantería. Nunca hubo una versión oficial de la decisión, y extraoficialmente se supo que las instalaciones del cuartel eran insuficientes y que los militares se retiraban mientras se construyera uno nuevo. La alcaldesa María de la Luz Núñez Ramos envió al todavía presidente Carlos Salinas de Gortari una solicitud para que no se fuera el Ejército de este lugar, que se quedara para preservar la paz y la tranquilidad de la población. Pero además que su presencia representaba una importante derrama económica para el municipio. Sin embargo las peticiones no fueron escuchadas y el batallón se fue para Petatlán.
María de la Luz dijo a los medios de comunicación que no quería que se fuera el Ejército porque durante el mes de junio, cuando hubo el operativo militar en las comunidades sierreñas, no se registró ningún asalto y ningún secuestro. “Porque a ellos si los respetan, no se meten con ellos”.
Mientras, para apaciguar el conflicto con los campesinos de Tepetixtla, Rubén Figueroa Alcocer envió al ex presidente perredista de Teloloapan, Pedro Pablo Urióstegui, que les propuso una reunión con el gobernador y el 10 de julio de 1994, una representación de la OCSS, acudió a casa Guerrero, a entrevistarse con Figueroa, donde exigieron la libertad de José Guadalupe Guzmán y un pliego petitorio entre cuyas demandas estaban, la construcción del drenaje para Tepetixtla, la introducción de la energía eléctrica para las comunidades: Felicidad de Rosales, La Remonta y Humedades.
El pliego además contemplaba agua, despensas, cartón para el techo de viviendas, carreteras, puentes y el drenaje, a todo esto Figueroa dijo que sí, pero cuando llegaron al punto de la presentación de los desaparecidos políticos la negociación se rompió, el gobernador los amenazó y los dejó en sus oficinas del Palacio de Gobierno.
Benigno Guzmán contó al periodista Álvaro Delgado: “Le presentamos el pliego al gobernador. Dijo que a Lupe lo iban a liberar, y que el agua, las despensas y el cartón, las carreteras, el puente, el drenaje, todo eso nos lo iba a dar. A todo dijo que sí. Cuando llegó el punto de la presentación de los desaparecidos políticos, el gobernador dijo que muchos pedíamos a los desaparecidos y que a esos ya se los había llevado la chingada, que ya no tenían vuelta”.
En un hecho de armas la policía comunal de La Pintada se enfrentó en Rancho Alegre, el viernes 12 de agosto, a un grupo de delincuentes que intentaron asaltar a campesinos que habían cobrado el recurso de Procampo. Murieron los asaltantes Marcelino y Sabino Guzmán. Miguel Rodríguez Tinoco salió herido y se fugaron dos más.
Como a las 10 de la mañana del 14 de agosto, tres individuos encapuchados, vestidos con ropas oscuras y con armas de alto calibre asaltaron por más de dos horas a 25 campesinos que venían de La Caña de Agua a realizar sus compras a la ciudad de Atoyac. Tres mujeres resultaron violadas, con el tiempo se sabría qué agentes judiciales participaron en ese atraco.
La OCSS bloqueó la carretera de Coyuca de Benítez el miércoles 17 de agosto. El viernes  19, la presidenta municipal de Atoyac, María de La Luz Núñez Ramos, encabezó la marcha denominada: “Por un Atoyac Blanco. No más derramamiento de sangre”, los participantes que iban vestidos de blanco caminaron desde la comunidad de Cacalutla hasta la cabecera municipal.
El 21 de agosto fueron los comicios federales, donde salió electo Ernesto Zedillo Ponce de León como presidente de la República y Gabino Fernández Serna como diputado federal. El candidato del PRD a diputado fue Mario Valdez Lucena y por todas las irregularidades que se dieron el día de la elección se vino un movimiento poselectoral. El Partido de la Revolución Democrática (PRD) impugnó 129 casillas del noveno distrito y pidió la apertura de los paquetes electorales.
Por eso alrededor de 700 perredistas encabezados por Wilibaldo Rojas Arellano, marcharon el domingo 28 en Tecpan de Galeana y retuvieron por cuatro horas al vocal ejecutivo Servando Galeana Rivera a quien le exigieron copias de las actas de escrutinio.
Y para cerrar el mes,  familiares de detenidos y desaparecidos de los años setentas, encabezados por Aurelia Pérez Cano dirigente del Comité Nacional Independiente Pro defensa de los Presos y Desaparecidos Políticos, marcharon el 30 de agosto para exigirle a la alcaldesa, una respuesta a la petición de reunirse con Salinas de Gortari.
La OCSS y los familiares de desaparecidos volvieron a marchar en Atoyac, el viernes 16 de septiembre de 1994, para demandar el fin de la represión de la que eran objeto, la libertad de Guadalupe Guzmán Martínez y el repudio a las guardias blancas de El Paraíso. La marcha salió de la secundaria técnica a la plaza principal de Atoyac.
El lunes 3 de octubre, unos 100 perredistas marcharon del Centro de Atoyac a la comunidad de Cacalutla, iban a Toluca encabezados por Mario Valdez Lucena y Félix Salgado Macedonio, pedían que el Tribunal Electoral revocara la constancia de mayoría que le habían otorgado al priista Gabino Fernández Serna. La marcha salió a media día de la cabecera municipal bajo una fuerte lluvia, llegaron a Cacalutla a las cinco y media de la tarde, ahí durmieron y al día siguiente se fueron en una caravana de vehículos hasta Toluca.
El miércoles 5 de octubre, el comisario municipal de La Cebada Pablo Guerrero Adame y su acompañante el campesino Catalino Galeana Zamora, fueron asesinados por un desconocido comando armado. En ese tiempo a La Cebada se iba por la carretera San Andrés-Camarón, por eso el viernes 7 de octubre, un grupo de judiciales comandado por Nicasio Galeana Contreras subió para ejecutar órdenes de aprehensión y auxiliar a la familia de los campesinos asesinados que buscaban abandonar la comunidad.
Cuando apenas iban a las siete de la noche un grupo armado los emboscó en el lugar conocido como El Chorrito en las inmediaciones de Los Valles. En la balacera resultaron muertos los agentes judiciales: Nicasio Galeana Contreras, Armando Ignacio Díaz, así como la señora Perfecta Jiménez de los Santos de 60 años de edad esposa de comisario  asesinado. Los heridos fueron Sandra Castro Guerrero de siete años de edad, quien recibió un balazo en la pierna, así como los judiciales: Sergio Téllez Navarrete, Alejo Téllez Navarrete y José Luis Victorino Castro. Únicamente el agente Rodolfo Núñez Ochoa salió ileso. Mientras el comisario suplente de La Cebada, Cruz Castro García, fue herido de un pie por un balazo que le dio un moribundo agente de la judicial.
Alejo Téllez Navarrete y José Luis Victorino  Castro, aun lesionados se metieron al monte y durmieron en los árboles protegiéndose de sus atacantes. Al día siguiente por la mañana 25 judiciales acompañados de 80 campesinos de Los Valles peinaron la zona, en la búsqueda de dos agentes que estaban en calidad de desaparecidos. En el lugar de los hechos se encontraron más se cien cascajos de Cuernos de Chivo y de pistola 38 súper.
El agente José Luis Victorino Castro llegó a la comandancia en Atoyac a las 11 y media de la mañana del sábado gravemente herido de tres impactos de bala. También aparecieron con vida Josefa Jiménez Guerrero Jiménez y su hijo recién nacido, quienes viajaban en la camioneta con la judicial. La alcaldesa María de la Núñez Ramos informó que la niña herida era nieta del comisario de La Cebada recién asesinado.    
De inmediato la policía judicial responsabilizó de la emboscada a Cayetano de la Cruz Galeana y oficialmente informó que los dos agentes desaparecidos, José Luis Victorino Castro y Alejo Téllez, fueron encontrados caminando por la carretera que conduce a Mexcaltepec. Esta no era la primera emboscada, el viernes 26 de agosto, El Sol de Acapulco había informado de 18 emboscadas a la motorizada y a la judicial en el estado, en lo que iba del año. Aquí la judicial encabezada por Abelardo Estévez a cada rato era denunciada por extorsión.
El martes 15 de noviembre de 1994 salió la noticia de la transferencia del cuartel militar al gobierno estatal. Mientras eso sucedía los asaltos se daban a cada rato. El más trágico fue  el 19 de noviembre, cuando encapuchados trataron asaltar, en Monte Alegre, a ocho pasajeros de una camioneta que bajaba de Santo Domingo hubo dos muertos: María Hernández Morales de 48 años y Tomás Castro Sánchez. Salieron heridos el conductor Gerardo Castro Sánchez y Rosendo Corona Castro. Se dijo que el conductor no escuchó cuando le marcaron el alto y al seguir la marcha les dispararon. El 21 de noviembre, en el paraje conocido como Las Crucitas, un grupo de asaltantes encapuchados disparó a una camioneta que iba rumbo a El Tambor y salió herida de un escopetazo Catalina Marcelo González.
El 2 de diciembre de 1994, al medio día la OCSS se manifestó en el Zócalo de Atoyac, para conmemorar los 20 años de la muerte en combate de Lucio Cabañas Barrientos. Con esta marcha la OCSS sacó del olvido al guerrillero y dieron inicio las conmemoraciones ininterrumpidas que se llevan a cabo año con año.



jueves, 9 de julio de 2015

Heroínas de mi pueblo en la literatura


Víctor Cardona Galindo

Esta participación la titulé así, porque de lejos se ve que el escenario de esta novela Flor de Café es la sierra de Atoyac. Esa tierra de exuberante vegetación en la que también se extasió Carlos Montemayor para escribir Guerra en El Paraíso. En ese precioso río de El Edén que baja por las inmediaciones de El Paraíso, hacia Coyuca de Benítez. Ese río donde Lucio Cabañas dejó correr sus pensamientos y sus recuerdos, según la novela de Carlos Montemayor.
Esta otra Novela de Julio César Ocaña Martínez, toda, dibuja esa hermosa sierra que le inspiró a Kopani Rojas esa bella melodía titulada “El Cafetalero”.
Esta novela es el reino de la vegetación, del agua y el café, donde la soberana es Dolores Bravo Galeana, la protagonista, que sintetiza el aroma de las flores, la delicadeza de una paloma, pero también la fuerza y la destreza de un jaguar. A partir de esta novela Flor de café y Dolores Bravo Galeana se convierte en una heroína de mi pueblo en la literatura y hablaremos de ella como hablamos de María La Voz, Benita Galeana y Tirsa Rendón.

Y platicando de mujeres de nuestra tierra en la literatura, Celia, Rosario, Hortensia, Matilde, Minerva, Rosalba, Estela, Martha, Carmen, Nidia, Beatriz, Bertha, Adela, Hilda, Lidia, Elvira, Guadalupe y María, son las  militantes guerrilleras del Partido de los Pobres que aprendieron amar diferente en la selva. Supieron que eran iguales a los hombres, que tenían los mismos derechos y las mismas obligaciones. Ahí vieron a sus compañeros lavar la ropa y echar tortillas, mientras ellas montaban guardias en los campamentos, iban por la leña y limpiaban sus armas. Donde igual manera echaban discursos e iban a esperar el convoy de militares para emboscarlos. Muchas de estas mujeres fueron retratadas en las bellas letras por Carlos Montemayor y otros escritores que le han dedicado sus obras a la guerrilla de Atoyac.

Por su parte María Sixta Gallardo Margara nació en El Ticuí. Una tarde jugando muñecas se le incrustó en el abdomen la voz de un hombre que la acompañó hasta la muerte. Era una mujer bravía que le gustaba cabalgar y después de que los rurales mataron a su marido en San Jerónimo, se mantuvo atendiendo un pequeño rancho y dando consultas. La Voz que le salía de la barriga daba respuestas a todas las preguntas que le planteaban personas que buscaban objetos perdidos o saber quién les había asesinado al ser querido. Por eso le llamaban María, La Voz.
Este episodio de la vida cotidiana de El Ticuí, se lo contó a Juan de la Cabada, la luchadora social Benita Galeana Lacunza, el escritor campechano hizo un cuento y más tarde un guión de cine que se hizo película. Se llamó María la Voz.
Este filme fue dirigido por Julio Bracho en 1955, donde María, huérfana de madre, vive con su tía en un pueblo del Istmo de Tehuantepec; vende flores en la estación de ferrocarril. Las otras vendedoras la envidian y dicen que está embrujada, porque habla con una voz que no es la suya y sin mover los labios.

Aunque la película está ambientada en Oaxaca se mencionan los pueblos de San Jerónimo, Atoyac y El Ticuí, incluso la escenografía se asemeja a las ruinas de la vieja fábrica de hilados y tejidos.
También La Isla de la pasión es una película que salió a la luz pública en 1941, dirigida por Emilio Fernández, sobre la tragedia de la Isla de Clipperton, donde una de las protagonistas de la verdadera historia fue doña Tirsa Rendón Hernández, quien vivió y murió en la colonia Sonora de la cabecera municipal. Doña Tirsa, originaria de Tecpan de Galeana, fue a dar a la Isla de Clipperton como esposa del sargento del ejército federal, Secundino Ángel Cardona. Fue la valiente que, en la verdadera historia, le dio muerte al ladino que las tenía sometidas.
También Laura Restrepo escribió esa hermosa novela La Isla de la Pasión.
Mientras Agustina en la novela del mismo nombre de Salvador Téllez Farías, es una mujer de los años 30 del siglo pasado, que le tocó vivir todas las desventajas de las mujeres de esa época, es raptada en la orilla de ese río encantador, donde todos acudían a bañarse por las tardes y las mujeres acarreaban agua antes del oscurecer.
Agustina fue llevada a la selva donde el bandido que la robo la mantuvo escondida llenándola de hijos hasta que pudo escapar, después de pasar unos meses prostituyéndose en Acapulco, escapó rumbo a la ciudad de México donde la suerte le sonríe y se vuelve refinada. Luego con dinero y siendo toda una señora, esposa de un importante médico, vuelve en busca de sus hijos y se interna en esa sierra llenas de bandidos donde termina por sacarlos y llevarlos hacia una mejor vida. No sé por qué esta novela me hace pensar en la vida de Benita Galeana.

Rosario López en Ahuido el pueblo que irás y no volverás, novela de Gustavo Ávila Serrano narra la historia de Juan Cruz y del pueblo Ahuindo con su comisario que duró en el cargo 30 años.
Ahuindo, puede ser cualquier pueblo de la Costa Grande, en los tiempos anteriores a luz eléctrica, cuando la vida circulaba alrededor del billar y de los eventos que se llevaban a cabo en el patio de la escuela, como las funciones de cine los domingos, con maquinaria sostenida por una bomba de gasolina.
Y Faustina Benítez es la abnegada esposa de Juan Álvarez en la novela Entre el Zorro y la pantera de Mauricio Leyva.
Por su parte Flor de Café es una novela que está escrita como los comunicados guerrilleros, en algún lugar de la sierra de Guerrero. Donde más hay un cerro de Dios y los graciosos palos rey, el olmo mexicano endémico de nuestra tierra. ¿Cuál puede ser aquel pueblito verde, enclavado al pie de empinadas y azules montañas?
Ese pequeño pueblito en la parte media de la sierra en cuyo centro se alzaba imponente la casa de Dolores Bravo Galeana. Ese jardín del Edén siempre oloroso a café recién tostado. Con frondosos árboles frutales. Rodeado por ese inmenso mar de huertas de café, meciendo sus ramas cargadas de florecitas blancas.
Un lugar donde Dolores Bravo Galeana es la hija predilecta. Aquella que fuera la infaltable presencia en todas las fiestas y en todos los velorios; la primera en las listas de invitados a lo que fuera. Crítica implacable de los presidentes municipales en turno y de los politiquetes de la región, combatiente incansable de talamontes y traficantes perniciosos, benefactora mayor de las arcas parroquiales, amiga íntima del arzobispo disidente Antolino Méndez Romero; conocida de los políticos en la capital y mayordoma indiscutible de templo de La Virgen del santo parto. La rebelde que murió cuando no debía.
El día de su muerte lloraron hasta las piedras y se cayó el cielo en pedazos. El cortejo fúnebre llegaba desde el atrio parroquial hasta el borde de la tumba.
Dolores Bravo Galeana La Flor de Café, ésta siempre olorosa a lima mujer. Es la conjunción de todas las heroínas de mi tierra, era altiva, bravía y extremadamente culta a quien le gustaba la música de Beethoven, en cuya casa se tomaban café a lo largo de toda la jornada, “el que quiera seguir igual de güilo que no tomé café”, decía.
En esta novela hay tres personajes que me llaman especialmente la atención, el extremadamente culto tío Clementino y Nicolás el tuerto. Uno rodeado de libros y el otro productor de hermosos alcatraces. Y la presencia fugaz del capitán Chaparro. Por eso digo que cualquier parecido con la ficción es pura coincidencia.





martes, 7 de julio de 2015

21 años de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, segunda parte

Víctor Cardona Galindo
El 10 de abril de 1994, cuando se conmemoraba el 75 aniversario del asesinato de Emiliano Zapata la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) hizo su aparición pública en Acapulco, dio a conocer sus demandas, con una marcha en la que participaron más de 500 campesinos y al día siguiente tomó el Ayuntamiento de Coyuca de Benítez, en exigencia de fertilizante, láminas de cartón y despensas.
Mientras en Atoyac, hombres encapuchados, asaltaban, secuestraban y violaban por todos lados. Muchos asaltos se le atribuían a la Motorizada, y a la misma Policía Judicial, como el ocurrido, el 4 de mayo, en el camino a Las Trincheras donde no quedó duda que fueron policías estatales los perpetradores de ese asalto donde resultó violada una jovencita.
El 18 de mayo de 1994, cuando se cumplieron 27 años de la masacre de 1967, marcharon unos 600 campesinos de la OCSS de Atoyac y contingentes que llegaron de Coyuca, la Unión y Petatlán. También participaron miembros del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos de la Costa Grande (CFDDCG) encabezados aquí por Tita Radilla Martínez.
La defensora de los derechos humanos Tita Radilla 
Martínez cuando fue regidora en el trienio 1993-1996,
 en el cabildo que encabezó María de la Luz Núñez Ramos. 
Foto Archivo Histórico Municipal de Atoyac.

Desde muy temprana hora llegaron los campesinos a la entrada de la ciudad y marcharon por la calle principal, para después plantarse por cuatro horas frente al Ayuntamiento de Atoyac, exigieron la presentación de los alrededor de 600 desaparecidos, entrega de fertilizante, herbicidas y despensas. Pidieron a la alcaldesa María de la Luz Núñez Ramos su intervención para conseguir una entrevista con el presidente de la República Carlos Salinas de Gortari. La presencia de esta nueva agrupación sorprendió. Se hablaba que tenía una dirección colectiva, para evitar que los líderes se vendieran al mejor postor. Cuando se les preguntaba por su dirigente, la gente contestaba: “Aquí no hay líderes”.
En un documento dirigido a María de la Luz  la OCSS pidió su intervención para frenar los altos costos de la energía eléctrica y del agua potable, la escrituración a los colonos de la colonia 18 de mayo que ocupaban las áreas verdes. La alcaldesa los atendió en el acto fuera de su despacho acompañada del síndico Wilibaldo Rojas Arellano y de los regidores perredistas.
Después de esa marcha el sacerdote Máximo Gómez comentó en una entrevista a Igor Pettit: “Si el gobierno teme o piensa que está por brotar una guerrilla o una revolución, es porque han creado las condiciones para ello. Hay razones sustanciales para una nueva revolución… Aquí en Atoyac solamente se dice que hay 600 razones, que son los 600 desaparecidos”.
Aunque agregó: “Pienso que no va haber; aunque haya razones suficientes… Digo que hay razones para que se dé un brote de inconformidad representado en la guerrilla, pero no hay líderes que quieran morir. Hay líderes dispuestos a colocarse en el poder dentro de los partidos de oposición; pero para morirse junto a los pobres, en la búsqueda del cambio, no los hay”.
Desde principios de junio se intensificó la militarización en la parte media de la sierra con personal del 19 y 49 Batallón de Infantería, el primero con sede en Petatlán y el otro en Atoyac. Maribel Gutiérrez en su libro Violencia en Guerrero habla de mil 300 efectivos que peinaban la ruta Atoyac a Pie de la Cuesta, en la parte media de la sierra, muy lejos de los plantíos de enervantes que decían combatir los mandos castrenses. El 4, pasaron 18 vehículos militares por San Juan de las Flores con armamento sofisticado, tal despliegue de fuerza militar causó temor en la población sierreña.
La revista Impacto publicó una nota sobre una supuesta reunión el 18 de mayo en una iglesia de La Villita bajo el auspicio de Máximo Gómez Muñoz, la nota decía: “El PRD está listo para desestabilizar el país” y vinculaba a dirigentes del PRD con el Procup. La lista la encabezaba el síndico de Atoyac Wilibaldo Rojas Arellano y el regidor Secundino Catarino Crispín, quienes desmintieron esos señalamientos el 5 junio. Mientras agentes de gobernación y de inteligencia militar merodeaban la iglesia del padre Máximo.
Se avecinaban las elecciones, el gobierno de Rubén Figueroa entregaba cientos de toneladas de fertilizante y pacas de cartón a la delegación de gobierno encabezada por Juan Méndez Mejía. También el comisario priista de El Paraíso Quintín Hernández Bernal repartía fertilizante, en franco desafío al Ayuntamiento perredista y violentando la autonomía municipal. Mientras María de la Luz Núñez Ramos, realizó un Cabildo abierto el 5 de junio, donde se llamó a la paz.
“En la guerra, en la guerrilla pierde el pueblo, mueren los pobres, sufren los de abajo”, externó la alcaldesa en ese Cabildo abierto y dijo que le parecían desacertadas las versiones de la guerrilla, que cada vez eran más frecuentes en los medios de comunicación y entre la gente.
El 8 de junio se vieron tropas en las cercanías de San Vicente de Benítez y Río Santiago. “Se establecieron en campamentos abandonados de cafeticultores y el 11 se desplazaron a El Ranchito, por el camino hacia San Francisco del Tibor y después acamparon en Arroyo Grande cerca de La Remonta”.
Desde el gobierno de José Francisco Ruíz Massieu la policía Motorizada era el cuerpo policiaco que más arbitrariedades cometía en las comunidades contra la población indefensa y la OCSS inmediatamente chocó con ellos el 7 de junio de 1994. Ese cuerpo policiaco, al mando de Abraham Noriega Cantú, entró a varias comunidades, entre ellas a Tepetixtla y desarmó a unos campesinos, por ello el 9 de junio la gente reaccionó, rodearon el cuartel en Tepetixtla y los expulsaron de la comunidad.
Ese día 9 de junio, el secretario de Desarrollo Social, Carlos Rojas Gutiérrez y el gobernador Rubén Figueroa estuvieron en Atoyac para entregar apoyos de fondos de solidaridad. Ya se notaba la preocupación del gobierno federal por esta zona que ha sido escenario de muchos levantamientos armados a lo largo de la historia.
La desesperación del gobierno por encontrar la amenaza invisible llevó a Mario Arturo Acosta Chaparro y al agente de Ministerio Público de Acapulco Elías Reachi Sandoval a catear, el 11 de junio de 1994,  la parroquia del Dios Único del padre Máximo Gómez Muños buscaban armas, no encontraron nada, a pesar de que escudriñaron hasta debajo de las piedras.
Ese día el padre Máximo Gómez se reunió con Rubén Figueroa Alcocer en la estación de radio Stereosol, donde intercambiaron expresiones sobre el secuestro del banquero Alfredo Harp Helú, acontecido el 14 de marzo, atribuido al Partido Obrero Clandestino Unión del Pueblo (Procup) y al Partido de los Pobres (Pdlp) y en el que Máximo participó como intermediario en la entrega del dinero para el rescate en la ciudad de México, acompañado de otro sacerdote. En esa reunión estuvo el general brigadier Mario Arturo Acosta Chaparro, quien escuchó parte de la conversación.
Por la tarde, agentes de la Policía Judicial del Estado, integrantes del famoso grupo Tigre que encabezaba el capitán Alfredo Mendiola, catearon las instalaciones de la parroquia. Acosta Chaparro, revisó personalmente todos los cubículos del edificio, donde además de  las instalaciones religiosas, estaban las oficinas el Comité Nacional Independiente (CNI) de Familiares de Presos Políticos y Desaparecidos, que dirigía Aurelia Pérez Cano, esposa de Antonio Campos Cabañas, sobrino de Lucio Cabañas. También por esas fechas la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) realizaba sus reuniones uno de los salones parroquiales.  Acosta Chaparro, Elías Reachi y el capitán Mendiola salieron corriendo por atrás de la iglesia para no toparse con los reporteros que llegaron a preguntar qué pasaba.
En esos días gente enviada por el mismo gobierno hizo correr la versión entre los habitantes de los alrededores que en la parroquia del Dios Único se estaba almacenando armamento y explosivos. Incluso hubo gente no identificada que interceptaba a la gente que iba a la parroquia y le comentaba sobre los supuestos explosivos. Sembrando el temor entre los feligreses.
En San Francisco del Tibor, Carmelo Téllez Blanco informó que el domingo 12 de junio cientos de soldados entraron a un terreno de su propiedad e instalaron un campamento. Los efectivos militares escavaron por todo el terreno para construir trincheras y lo dejaron llenos de hoyancos. El solar quedó inservible para la siembra.
El 13 y 14 de junio, unos 200 soldados reforzados por aire con dos helicópteros, catearon la pequeña comunidad de 20 casas que es El Escorpión, en busca de armas, detuvieron el primer día a José Luis Orbe Mesino y a Juan Mesino Martínez, al siguiente día ya se llevaban a Miguel Ángel Mesino Mesino. A los detenidos les exigieron que entregaran las armas, preguntaban por los cuernos de chivo mientras que con detectores de metal recorrían la comunidad.
José Luis Orbe Mesino estuvo en manos del Ejército por más de cuatro horas, lo detuvieron a la altura de Agua Fría, cuando iba de El Escorpión rumbo a la ciudad de Atoyac.
Esa ocasión Hilario Mesino le contó a Maribel Gutiérrez: “De repente, el lunes en la mañana como a las 10, llegan más de 200 soldados, sitiaron la población y andaban dos helicópteros dando vueltas (…) Agarraron a un sobrino mío diciéndole que donde estaban los cuernos de chivo. Se llama Juan Mesino Martínez, tiene 24 años. Aparte agarraron a otro, José Luis Orbe Mesino de 18 años”, después de interrogarlos los dejaron libres.
Mesino agregó: “Andaban con aparatos en toda el área del pueblo, detectando. Eran como cuatro aparatos. Registraron como a un kilómetro a la redonda del pueblo, y también en el pueblo alrededor de las casas”. Al siguiente día Miguel Ángel Mesino de 20 años, venía del campo de buscar una vaca cuando lo agarraron los soldados, ya se lo llevaban pero el pueblo se organizó y los soldados lo entregaron.
En Río Santiago, en la ruta de Atoyac a El Paraíso, más de 100 judiciales, comandados por Víctor Parra Catalán, instalaron un retén donde revisaron a todos los que transitaron por esta vía, les pidieron identificaciones y buscaban los nombres en una lista. Los judiciales se movían en 15 camionetas, un operativo así tenía 20 años que no se había visto. En El Paraíso pusieron retenes el 16 de junio, entraron a catear domicilios sin orden judicial y detuvieron a los vecinos que transitaban por las calles y por la carretera.
Ese mismo  16 de junio de 1994, en las afueras de Tepetixtla la policía motorizada detuvo a tres campesinos de la OCSS entre ellos José Guadalupe Guzmán Martínez hermano de los fundadores de la organización, Benigno y Bartolo. José Guadalupe fue acusado de secuestro y asalto, pese a que los presuntos afectados declararon ante las autoridades que él no era responsable lo mantuvieron cautivo. Los otros detenidos fueron Julián Rodríguez militante del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Tomás Pérez Carrizal.
Escribe Maribel Gutiérrez en su libro Violencia en Guerrero: “Cuando los policías judiciales los llevaban a Acapulco a José Guadalupe lo apartaron y dentro de un vehículo lo golpearon y lo interrogaron sobre la guerrilla, le preguntaron si conocía a Nicomedes Fuentes Nieves (García) un profesor universitario originario de Tepetixtla que decían que cuando era joven había participado con la guerrilla de Lucio Cabañas y también sobre asaltos y secuestros en la región de Tepetixtla”.
La OCSS realizó varios bloqueos a la carretera Acapulco-Zihuatanejo, a la altura de Coyuca de Benítez, el 18, 19 y 20 de junio, el protesta por la aprehensión de los tres campesinos en Tepetixtla y contra los abusos cometidos por los cuerpos policiacos en las comunidades de la sierra. El sacerdote Orbelín Jaramillo Diego, presidente del Comité de Derechos Humanos La Voz de los Sin Voz y párroco de Coyuca, manifestó su apoyo a los campesinos: “Respaldamos sus caminos de lucha, sus demandas justas y sus métodos, porque no les dejan otra salida. La arbitrariedad está del lado de la policía Motorizada y la judicial”.
Y efectivamente el 21 de junio los judiciales cercaron y dejaron incomunicadas por lo menos nueve comunidades serranas de la parte alta de los municipios de Atoyac y San Miguel Totolapan. Instalaron retenes en cuatro puntos con los que tendieron un cerco a la comunidad más importante de la sierra. En Puerto Ángel a unos seis kilómetros de El Paraíso rumbo al Filo Mayor los agentes bloquearon el tránsito y no dejaron pasar carros ni personas.