lunes, 8 de junio de 2015

Padre Jesús de Petatlán

Víctor Cardona Galindo

Se dice que a fines del siglo dieciocho unos indios descubrieron en un barranco cercano al pueblo de Petatlán la imagen de un nazareno. Nadie supo cómo llegó, esa pieza del arte sacro, a ese paraje próximo a la playa. Una versión es que un grupo de hombres lo transportaba de Nueva Galicia rumbo al puerto de Acapulco pero al pasar por ese lugar se les puso pesada y ya no la pudieron mover.
Padre Jesús de Petatlán

Otra hipótesis es que la imagen era transportada por un buque que naufragó, cuyos marineros al sentir el desastre vieron la manera de ponerla a salvo llevándola a la población más cercana, pero al verse entre selvas y tierras deshabitadas la abandonaron en el barranco donde fue encontrada muchos años después por un campesino que salió muy temprano a trabajar su parcela. En el camino de pronto escuchó gritos de dolor; creyó que se trataba de una persona herida caminó hacia donde salían los lamentos. Encontró que era la escultura de Jesús hincado que se dolía ante el peso de la cruz. Presto avisó a las autoridades religiosas, quienes la rescataron entre los espinos y huizaches donde se encontraba. La imagen estaba tan pesada que donde la encontraron se le construyó una pequeña capilla, más tarde la parroquia que tiene.
Otra versión más aceptada por los creyentes, dice que el sacerdote local convocó a los fieles para reunir dinero destinado a la compra de una escultura de Jesús en el viacrucis. Como el pueblo era pobre la cantidad que se reunió no fue insuficiente. Sin embargo, el sacerdote se preparaba para salir a buscar la escultura para de suplir a la del viejo San Antonio que entonces veneraban. A punto estaba de salir cuando escuchó tres golpecitos en la puerta de la su habitación. Al abrir la puerta, se encontró con un humilde campesino, moreno claro, de ojos negros y tristes, quien sabía cuál era el propósito de su viaje. Este humilde hombre le prometió que él mismo haría la escultura  para que el sacerdote no se expusiera a los peligros del viaje, en ese tiempo que había que vadear ríos y selvas inhóspitas hasta la capital del país o hasta Valladolid, ante la promesa desistió del viaje. Y al domingo siguiente, mientras celebraba la misa en una pequeña ramada, un nativo leñador llegó a él y con alegría lo condujo hasta la sombra de un árbol donde encontraron la escultura nazarena. Por eso nunca se ha sabido quién fue el autor de la obra. La escultura fue llevada al pueblo de Petatlán al medio día de un Domingo de Ramos. En una procesión con palmas y flores primera vez recorrió las calles del pueblo sobre los hombros de sus devotos.
Y a veces  cuando van a limpiar la imagen encuentran que tiene en sus sandalias arena del mar y a otras ocasiones su túnica está mojada. Es cuando algún barco se hunde y lo imploran él acude para ayudar a los náufragos. Un rico comerciante se acercó a la imagen y sintió como los ojos le lastimaron la vista por eso la mandó a retocar. Luego sufriría un accidente que lo llevó a postrarse a los pies del ídolo y pedirle perdón.
Actualmente Papa Chucho, Papa Chuy, Papa Chú o Padre Jesús de Petatlán sigue siendo venerado. Los caminos de la Costa Grande han visto caminar muchos devotos hacia Petatlán. En aquellos tiempos para el 5 de agosto que se venera Papa Chú, había muchas crecientes de los ríos. Don Jacinto Pérez caminaba con sus hermanos a cumplir una manda a Petatlán, pero como el río estaba crecido dejó a los dos menores encargados en El Arenal y él se fue a cumplir la manda y ya no regresó. Los niños crecieron en El Arenal ya mayores Antonio se fue a la revolución y Herminio se fue a vivir a El Ticuí, donde al morir dejó una gran descendencia.
En Los Valles en pueblo donde nací, la gente es muy devota de Padre Jesús de Petatlán, todos los años desde su fundación se organizaban caravanas, de muchas familias de aquí y de los pueblos aledaños para ir a visitar al milagroso Santo. En ese tiempo no había vías de comunicación, se hacían tres días caminando de Atoyac hasta Petatlán.
Dice la leyenda que mujer llamada Sofía iba caminando a cumplir una manda y llevaba sed, como renegaba y maldecía se convirtió en piedra. Durante mucho tiempo los viajeros que pasaban por esa piedra le ponían agua, porque esa mujer llevaba sed. Con los años la piedra que fue doña Sofía quedó perdida entre el monte porque al abrirse la carretera a Zihuatanejo el camino real quedó en el olvido.

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