miércoles, 17 de junio de 2015

Mini-crónica

A las siete de la  mañana frente a la terminal de autobuses es una algarabía, ya despertaron los cascalotes que duermen en los almendros y se van sobre el festín de insectos que se acumulan en las luminarias de Copel, decenas de aves negras revolotean la pared de esa tienda departamental. Aquí el que madruga Dios lo ayuda. A esa hora la comida es segura para zanates y zanatillas. A esa hora la lechuza, depredadora de las negras aves, pasa altísima huyendo de luz del sol que le va arañando los talones y mordiéndole las plumas de la cola.

Abajo, sobre la banqueta, la madrugadora señora que vende desayuno a los viajeros, ya se instaló. Ya se puede tomar un café negro como mi conciencia o con leche, un atole de piña o de avena. Los bolillos con tinga son mi delirio. A la siete sale el autobús para Chilpancingo, ya varias corridas se fueron, desde las cuatro de la mañana, rumbo al Puerto de Acapulco. Mientras sube el sol abren los demás negocios. Leno pondrá su puesto con deliciosos tacos de chivo. “Si usted se quiere poner bueno, coma tacos Leno”.
Si tiene semillas es guanabana

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